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Turismo
ESTE AÑO EL CORPUS CHRISTI SE CELEBRA EN CARRIÓN EL DOMINGO 23 DE JUNIO, POR LO QUE EL RETO PARA LOS ALFOMBRISTAS SERÁ RECOLECTAR Y CONSERVAR LA MAYOR CANTIDAD DE FLOR POSIBLE PARA ENGALANAR LAS CALLES
Todos esperamos la entrada del verano con ganas y alegría. Pero algunas personas temen que llegue con demasiada fuerza, pues eso podría complicarles la labor: hablamos de los alfombristas de pueblos como Carrión de los Condes o Frómista, donde las alfombras florales engalanan las calles por las que pasa la procesión del Corpus Christi.
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Este año, su reto es recolectar y preservar la mayor cantidad posible de flor antes de que el calor diezme los rosales, los geranios y las retamas, entre otras especies comunes que se utilizan para crear las hermosas composiciones geométricas que ‘‘tejen’’ entre cientos de voluntarios desde la madrugada del domingo. Todos ellos ya están trabajando y poniendo a punto sus cámaras frigoríficas y fresqueras para lograr su objetivo.
No les falta experiencia y, por ello, confiamos en que este Día del Corpus Christi en Carrión de los Condes, Fiesta de Interés Turístico Regional, luzca tan hermoso como todos los demás. Por algo es el día más importante del año.
La calidad de las alfombras florales carrionesas ha trascendido la provincia de Palencia. La Asociación de Alfombristas de Carrión pertenece a la Federación Internacional de Alfombristas de Arte Efímero y ha mostrado su saber hacer en congresos y encuentros en Ponteareas (2010), Barcelona (2012), Roma (2014), Noto (2016), México (2016) e incluso El Vaticano (2016).
Bajo sus indicaciones, cientos de vecinos y voluntarios se ponen manos a la obra para componer los casi dos kilómetros de ornamen ta ciones de pétalos, césped, café, serrín y otros materiales. Terminado el trabajo, llega el momento de disfrutarlo durante la procesión, en la que participan los niños que realizan su Primera Comunión, todas las cofradías, los maceros, autoridades, las damas y mujeres de la villa tocadas con peineta y mantilla y el Carro Triunfante. Todo ello, ambientado con la música de las bandas y corales y con la canción «Cantemos al Amor de los Amores».
Ya en el siglo XVII, se establecieron unas ordenanzas en el Ayuntamiento en las que se solicitaba a los vecinos que acondicionaran las calles de barro con paja y flores, así como adornar los balcones para el paso de la procesión, cuyos orígenes datan del siglo XIV y a la que se incorporó en el siglo XVI una bella custodia, obra del platero Jerónimo San Miguel y que Antonio de Oro Campoo, un mercader enriquecido en América, regaló al pueblo de Carrión.
96 escalones
El Corpus en Cevico de la Torre tiene una particularidad que lo hace único: los 96 escalones que ascienden los danzantes hasta la iglesia de San Martín de Tours, ¡ganándose el cielo ante tal esfuerzo! Los actos comienzan en torno a las 12:30 horas, cuando los danzantes bailan en la Residencia de la Tercera Edad e inician después su pasacalles hacia la iglesia. Marcan el paso los dos ‘‘Birrias’’, el coordinador en la parte delantera, que marca el ritmo y los giros con su silbato y hace señas con el pellejo de cordero; y el que cierra las filas de danzantes y mozos de banda. Sus coloridas prendas tienen un aire encantadoramente ancestral.
Les acompañan los cuatro ‘‘Mozos de Banda’’ que con su toque de castañuelas encabezan y cierran cada fila de danzantes. Se les reconoce por el pañuelo floreado con el que se cubren la frente. Y por último, los danzantes, con corona blanca y tres cancanes o enagüillas blancas cuidadosamente almidonadas; y los músicos. Al llegar ante los 96 escalones, van danzando en esa especie de ola que mece ambos lados de la barbacana. Sin parar, bandean de un lado a otro formando un espectáculo hermoso. Tras la misa, en la que no falta el sonido del órgano barroco, danzan en la procesión por las principales de la localidad, dando pequeños brincos, distintas piezas tradicionales. Finaliza la procesión, subiendo otra vez los 96 escalones.
Hace unos días, en un parque, escuché a un abuelo que hablaba con un amigo, también mayor, sobre como los niños saben de la vida: «Estos chiguitos consiguen mirar al suelo y no ver barro y hierba, pero sí la diversidad de las plantas, los colores de las flores, lo impresionante que pueden ser las hormigas caminando juntas, llevando su comida a casa. Los niños no solamente observan. Quieren descubrir. Vivir lo que están conociendo como protagonistas de sus proprias historias. Quieren tocar los pétalos de las amapolas para saber cómo es su textura. Quieren participar de la jornada de las hormigas regalándoles un trocito de su merienda para que el bicho lo lleve en su espalda. ¿Cuánto aguanta de peso una hormiga? ¿Cuánto aguanta caminando? Son muchas preguntas, muchas respuestas y luego nuevas preguntas».
Os cuento esta historia para invitaros a aprovechar que Palencia ya nos ofrece días con muchas horas de luz y un calorcito que calienta las espaldas para salir a la calle. Vosotros, que habéis nacido en un sitio con seguridad para disfrutar del sagrado derecho de ir y venir por donde queráis no os podéis imaginar lo que es no tenerlo. En muchísimas partes de Brasil, de donde vengo, y de otros países con problemas sociales como los nuestros, muchos niños no observan la naturaleza, como decía el abuelo que he citado arriba. Pero es que no se puede dedicar mucho tiempo a mirar el paisaje cuando uno tiene que vigilar constantemente su alrededor. Porque los papás y las mamás tienen miedo de salir, de arriesgarse. Porque los malos están sueltos y los buenos están encarcelados en sus pisos apretados mirando teles que vomitan sus contenidos o pantallas mínimas de teléfonos.
Pero no estoy aquí para hablar de lo triste que es no poder, no tener, no hacer. Estoy para hablar de lo bueno que es poder, tener, hacer. Este fin de semana estuve en Carrión de los Condes, que ya está llena de sus peregrinos, y una vez más vi de cerca qué maravilla es tener un pueblo que tanto ofrece a sus visitantes, peregrinos o no. Estaba con mi hermana, que venía a pasar unos días en España. Paseamos por los parques, por los patrimonios seculares, tomamos un café en San Zoilo, vimos un montón de flores, árboles y también las hormigas que paseaban por el césped donde nos tumbamos para hacer un picnic. Recordé al abuelo que escuché el otro día en el parque. Me di cuenta del privilegio que es estar en Palencia, un sitio donde se tiene de todo y se puede vivir fuera de las ventanas.
Estos días también fuimos a Ampudia, Frómista, Autilla del Pino, Dueñas, Palenzuela y Aguilar de Campoo. ¡Qué orgullo de todo esto!
El sol que se presenta no es solamente un anuncio de la llegada de las lavandas o de los girasoles. ¡Os está invitando! ¡Nos está invitando! Aprovechemos para pasear por nuestra ciudad, por nuestros pueblos e ir más allá del simple mirar. Contemplemos. Toquemos. Así, precisamente como hacen los niños.
Las páginas de PaCO son una guía de lo mucho que se puede hacer. Valoradlo. Me gustaría poder contaros claramente sobre lo que es este poder inmenso del acto de ir y venir. Pero creo que siempre me faltarán palabras para describirlo. Poder respirar hondo. Poder caminar en tu ciudad a las orillas del río, mañana, tarde o noche, escuchando los pájaros. A veces pienso que Palencia debería ser un verbo. Palenciar. Acción. Movimiento. Libertad.