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siglo de Ferial

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Pregonera 2017

Pregonera 2017

Del Paseo a las 630 en primavera, un cuarto de siglo de Ferial

Las vivencias feriales para un tercio de la población de Puertollano, toda una generación, han tenido como espacio permanente los 60.000 metros cuadrados que se urbanizaron en 1991 para acoger toda una escenografía de luces, diversión y de encuentro cada mes de mayo y septiembre. La Feria salió de la ciudad para quedarse, evolucionar y crecer.

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Muchos sentimos añoranza por aquella Feria del Paseo que vivimos con ojos de niño, pero esta ciudad no podía quedarse en lo que inventaron y consolidaron los que nos antecedieron. Como cualquier importante cambio en nuestras vidas, también surgieron dudas y reticencias de muchos y desde posiciones políticas si la decisión era acertada o no de trasladar la Feria del Paseo de San Gregorio a casi a las puertas de Argamasilla y romper por completo el esquema festivo cultivado a fuerza de la costumbre.

El proyecto de construcción de un aparcamiento subterráneo de 608 plazas en El Bosque, con una inversión de 454.361.787 pesetas, de forma indirecta aceleró la propuesta de sacar de la ciudad el modelo tradicional de feria, que en realidad generaba molestias a los vecinos, sobre todo por ruido, y que a la vez limitaba sus posibilidades de crecimiento, de diversificarse y una mayor implicación social. No había espacio para más, la caseta se tenía que ubicar en la zona de la Virgen de Gracia y algunas instalaciones junto a la báscula. Ya en las fiestas de septiembre de 1985 se inician las obras del nuevo viaducto-puente de ferrocarril sobre la carretera nacional 420, lo que lleva aparejado reducir el espacio ferial y eliminar la posibilidad de disponer de una caseta que se sustituye por una verbena popular. Fue el punto y final a la feria del Paseo, a aquella hilera de turroneros, a pisotear una y otra vez aquella tierra de El Bosque sobre las entrañas del refugio antiaéreo de la guerra civil, a la búsqueda de sonidos, colores e ilusiones que nos llegaban cada primavera. Era nuestra feria la de la siempre, de la que había llegado el momento de despedirse. La Feria se va sin Ferial y hasta entonces se optó como temporal solución un emplazamiento provisional, que duraría cinco años, con una ubicación en la barriada 630 junto a la Avenida de Almadén y calle Daimiel hasta que se urbanizara por completo la zona elegida junto a la Nacional 420. El cambio va más allá y solo tiene que ver con el lugar sino también con democratizar más la feria, con una apertura a la participación y la presencia de casetas de colectivos.

El 1 de mayo se 1986 se inauguraban aquellas primeras ferias en las 630 en el nuevo espacio de “emergencia” con la presencia del alcalde, Ramón Fernández Espinosa, el embajador de Colombia, Pedro Gómez y el alcalde de Albacete, José Jerez. El alcalde con bastón en mano y collar al cuello acudió en la comitiva, tras la reina de las fiestas Consuelo Criado Caballero, damas de honor Ana Belén Castellanos y Pilar González y la reina infantil María Nieves García de las Bayonas, para proceder al corte de la cinta, mientras que la banda municipal entonaba el himno nacional.

Un año con desfile de carrozas en el Paseo de San Gregorio y representaciones en el Teatro Cine Córdoba, con la compañía de revistas de Arévalo, Hermanas Hurtado y Manolo Cal con “La risa está aquí” y la Compañía Calderón de la Barca con “Las Cartas boca abajo” de Buero Vallejo con José María Guillén y Pastor Serrador.

Tampoco faltó La Movida Popera, que se mantuvo en el gimnasio municipal de la calle Copa, con la actuación del 3 de mayo de Kortatu y Duncan Dhu, en un concierto en el que nació la leyenda del molar de Mikel Eretxun. Por entonces en mayo se ofrecía un espectáculo de fuegos artificiales, no como en nuestros días que se limita a las fiestas patronales. Justo ese año se tuvo que suspender ante al grave accidente sufrido por la empresa contratada, Pirotécnicas Manchegas de Madridejos, que se llevó por delante la vida de dos de sus trabajadores. El traslado conllevó opiniones de todo tipo y divergencias políticas. Por un lado los socialistas defendían que suponía una importante innovación al evitar deterioros en el Paseo y molestias vecinales, mientras que los populares ya auguraban que la decisión no había sido recibida con buen agrado por los ciudadanos que no aceptaban que la feria saliera del centro y los perjuicios económicos que padecerían comercios y bares, aunque valoraban el fomento de la participación. El nuevo recinto ferial abriría sus puertas en mayo de 1991, tras cuatro años de obras, y una inversión de 230.543.579 pesetas en tres fases. La primera de movimiento de tierras e infraestructura de saneamiento, agua y energía eléctrica, con un presupuesto de 44.713.543 pesetas. La segunda de 93.710.543 y complemento de 29.637.331 pesetas para el edificio de servicios múltiples, pavimentación de calles, tratamiento del talud y accesos para peatones y plantaciones. La última para pavimentaciones, alumbrado, mobiliario urbano, jardinería complementaria y 147 puntos de luz. La nueva feria de Puertollano ganaba en amplitud gracias a un gran paseo longitudinal de 500 metros, a partir del cual partían distintas calles y terrarios para la instalación de las atracciones, casetas, etc. Un ferial inaugurado por el vicepresidente del Gobierno Regional, José María Barreda, en presencia del pregonero Lorenzo Díaz, en un mayo que contó con cuatro casetas de Repsol-Química, Círculo de Recreo y dos municipales, una de ellas dedicada a la juventud y otra en colaboración con la Federación de Asociaciones de Vecinos.

El nuevo Recinto Ferial fue el primer paso para la expansión de la zona norte de Puertollano con importantes inversiones públicas mediante la creación de infraestructuras esenciales para el futuro, como el nuevo estadio Sánchez Menor, el pabellón Antonio Rivilla o un nuevo parque en el degradado entorno del Charcón de las Pocitas.

En poco tiempo el nuevo Recinto se integró en la vida de la ciudad, acogió cada sábado el mercadillo de venta ambulante, fue un espacio para compartir noches de calor en los veranos de chiringuito y que también tuvo un hueco para un ruedo en el que contemplar en la arena el duelo con la muerte y escuchar canciones bajo las estrellas.

JULIO BAYO

LA NUEVA FERIA DE PUERTOLLANO GANABA EN AMPLITUD GRACIAS A UN GRAN PASEO LONGITUDINAL DE 500 METROS, A PARTIR DEL CUAL PARTÍAN DISTINTAS CALLES Y TERRARIOS PARA LA INSTALACIÓN DE LAS ATRACCIONES, CASETAS, ETC.

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