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EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA EN EL SOLAR DE LA CALLE PRESBÍTERO MARTÍNEZ ROMERO, 8
from Totana Fiestas 2017
by editorialmic
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Verónica Carricondo Gázquez José Antonio González Guerao Juan Antonio Ramírez Águila
Arqueólogos.
El pasado año 2016 desarrollamos una intervención arqueológica preventiva motivada por la construcción de una vivienda en el solar de la calle Presbítero Martínez Romero 8, dentro del casco urbano de Totana, un solar de unos 131 m², orientación general noroeste-sureste y planta prácticamente rectangular, con una línea de fachada de 10 m por unos 13 m de profundidad.
La intervención se justificaba por la ubicación del inmueble dentro de una de las zonas de protección arqueológica recogidas en el planeamiento vigente en el municipio de Totana, como son las Normas Subsidiarias del año 1992, en el entorno conocido como “El Ramblar”, nombre que ha quedado fosilizado con el paso de los años en la zona por ser un lugar donde son frecuentes las escorrentías de las zonas más elevadas tras unas precipitaciones abundantes.
EL CONTEXTO ARQUEOLÓGICO
Tanto los hallazgos casuales que se han producido durante las últimas décadas en el casco urbano de Totana al realizar diferentes edificaciones, transmitidos de manera oral en su mayoría, como la abundante información de hallazgos más lejanos en el tiempo que encontramos en la obra del historiador local de principios del siglo XX, José María Munuera y Abadía, han servido de manera fundamental para el conocimiento actual de los antecedentes arqueológicos de la ciudad. De esta manera, podemos leer en la Carta Arqueológica de Totana elaborada en 1992 que: “según testigos presenciales, vecinos de Totana, en los solares entre las calles Travesía Hoya y Luis Martínez González fueron hallados ungüentarios romanos. En la calle de la Encomienda se encontraron ánforas romanas”.
Estas informaciones fueron más tarde corroboradas por las primeras intervenciones realizadas con metodología arqueológica en el casco urbano de Totana, precisamente en las inmediaciones del solar ahora estudiado, además del poblado eneolítico excavado en La Cárcel durante los años 80 del siglo XX. Nos referimos a las actuaciones arqueológicas realizadas durante los últimos años, ubicadas respectivamente en la calle de Luis Martínez González, calle de La Hoya y la última en la misma calle Presbítero Martínez Romero (ver imagen).
En 2007 se excavaron, en la calle Luis Martínez 1, los restos de una estructura
hidráulica cuyas características formales, así como los materiales arqueológicos asociados, permitieron identificarla como una piscina balnearia (rebanco, recubrimiento con mortero hidráulico y opus signinum, media caña en las uniones de paredes y suelo para evitar filtraciones de agua, un fragmento de lavija, etc.). Asociada a esta estructura se disponía, atravesando el solar de norte a sur, una canalización de agua construida en mampostería en su primer tramo, todo ello en un contexto cerámico de los siglos I y II d.C.
Ese mismo año, a pocos metros en dirección sureste del anterior, se realizó una nueva actuación en la calle La Hoya, donde se localizó un conjunto de estructuras murarias que parecen configurar, de forma parcial, al menos tres estancias de aspecto y construcción muy rústica, con una cronología similar a la de la intervención anterior.
Más recientemente, en 2013, se produjo otra intervención en la propia calle Presbítero Martínez Romero y en la misma acera donde se ubica el solar intervenido ahora, pero en el número 18, donde se descubrió la presencia de un muro de época romana con un suelo de tierra compactada asociado que se adentraban en el perfil del solar hacia la calle Presbítero Martínez Romero, lo que al menos ha permitido constatar la extensión de los restos de cronología romana en el entorno, así como la prolongación del canal de desagüe excavado en 2007 en el vecino solar de la calle Luis Martínez, ubicado a espaldas de éste, aunque aquí se trataba ya de una acequia realizada enteramente en tierra, es decir, excavada en el terreno sin recubrimiento alguno, que se dirigía hacia el sureste.
La cercanía entre sí de estas actuaciones, así como la pertenencia de todos estos hallazgos a un mismo momento cronológico (época romana, s. I-II d.C., con posible pervivencia hasta el s. III d.C.), parecen indicar que pertenecerían a un mismo complejo residencial cuya entidad aún es difícil de precisar, quizás una villa, aunque solamente la continuidad de las intervenciones arqueológicas en este sector, como en las demás zonas arqueológicas de Totana donde existen noticias de hallazgos de restos romanos, permitirán ir conociendo. En este sentido, el solar ahora intervenido presentaba a priori unas prometedoras expectativas, ya que se encuentra inserto en esta zona del máximo interés arqueológico.
RESULTADOS OBTENIDOS
Los trabajos de excavación permitieron documentar un interesante conjunto de estructuras murarias de cronología romana. Se trata de diversos muros de entre 0,50 y 0,55 m. de anchura a los que se unen sendas estructuras perpendiculares, conformando hasta seis espacios de habitación.
Una nueva sorpresa fue el descubrimiento de nuevas estructuras bajo las documentadas inicialmente. Estas se encontraban apenas unos centímetros más abajo, sin contacto físico con las anteriores, y de similar factura y alineación.
Conforme íbamos profundizando en la excavación aumentaba la cantidad de fragmentos de tégula, ímbrex y ladrillos, que podrían proceder de los alzados de las estructuras contiguas, al tiempo que disminuía la presencia de vajilla cerámica. Pudimos estudiar los cimientos de las estructuras, construidos de la misma forma, mediante grandes piedras colocadas en una sola hilada con el canto más estrecho hacia abajo, sobre las cuales se disponían las piedras de las hiladas superiores, ya más pequeñas, reutilizando algunos fragmentos de teja y ladrillo. Los restos cerámicos se prolongaban hasta la cota de los -3,00 donde finalizamos la excavación sin alcanzar la base de las mismas. Estos niveles inferiores contenían una pequeña cantidad de arena o grava, pero sobre todo fragmentos de tégula, ímbrex, ladrillos y piedras de tamaño medio, incluso algunos fragmentos de argamasa, estuco pintado, placas de mármol y un par de fragmentos de lavija, al tiempo que disminuía la presencia de vajilla cerámica, siendo la Africana A la más característica. Se hacía evidente que se trataba de la escombrera de una construcción anterior en las proximidades, seguramente de un edificio termal.
INTERPRETACIÓN
De la lectura de la secuencia estratigráfica obtenida y del conjunto de estructuras documentado, pese a las reducidas dimensiones del sondeo realizado, podemos deducir una importantísima información para la reconstrucción del pasado histórico de Totana.
El lugar que hoy ocupa este solar, que un día fue una zona topográficamente deprimida respecto al entorno, tal vez una hoya, una cañada o un cauce seco, sabemos que fue rellenado a finales del siglo I d.C. con los escombros de un edificio cercano de cierta entidad, en el que abundaban los ladrillos, las piedras, parte del cual estaba hecho con argamasa y algunas de sus paredes decoradas con placas de mármol o estucos pintados, seguramente un edificio termal, dada la presencia de alguna lavija entre esos escombros, que no debe de ser otro que el documentado parcialmente en la calle Luis Martínez 1.
Poco tiempo después, tal vez de manera inmediata, a finales del siglo I o principios del II d.C., sobre esos escombros estabilizados, se levantó una construcción de aspecto rústico, cimentada sobre una buena base de grandes piedras pero cuyo alzado era bastante pobre, realizado al modo local de tradición ibérica de mampuestos irregulares formando hiladas trabados con barro o tierra húmeda y sin acabado externo aparente. Entre esos mampuestos era frecuente la utilización de materiales procedentes de los escombros del edificio anteriormente demolido, sobretodo piedra, tégulas, ímbrices y ladrillos.
Sabemos que se construyó al menos una estancia con sus estructuras casi en orientación N-S, E-W, con al menos un vano situado en su lado occidental y suelos de tierra compactada. En un momento posterior, a esta estancia se le adosó un nuevo muro realizado con idéntica técnica constructiva, que delimitaba un nuevo espacio hacia el lado donde estaba el vano, es decir, hacia poniente.
La vida útil de estas estructuras, seguramente debido a su propia naturaleza constructiva y tal vez al uso que tuvieran, no parece haber sido muy larga, pues unas décadas después, probablemente a finales del siglo II d.C., fueron arrasadas y cubiertas con tierra hasta la altura de su primera hilada, es decir, de sus cimientos, con el fin de remodelar las construcciones existentes en el sitio y de levantar otras nuevas, de trazado rectilíneo mucho más cuidado pero escasamente cimentadas.
La funcionalidad de todas estas construcciones para ser rústica. Cualquier hipótesis sobre el tipo de poblamiento al que están ligadas es prematuro y aventurado, siendo necesario seguir avanzando en
nuestros conocimientos para tener una idea clara de si estamos ante algún tipo de explotación rural o si podría tratarse de una pequeña aglomeración urbana, como algunos autores han planteado.1
Debió de ser ya en el siglo III d.C. cuando las construcciones de la segunda fase quedaron completamente abandonadas y expuestas a saqueo, ya que no hemos encontrado restos de sus derrumbes, aunque otra lectura posible es que sus alzados hubiesen sido de tapial y que el desmoronamiento de éste constituyera el grueso del sedimento que las cubrió tras su derrumbe. Tampoco tenemos certeza de si se trató de estructuras cubiertas o a cielo abierto, a modo de corrales, lo que explicaría la escasa cimentación de estos muros, prácticamente en una única hilada de piedras.
Durante las centurias siguientes se produjo un aporte natural y progresivo de sedimentos en el lugar que terminaron por ocultar cualquier vestigio de este pasado romano. Durante la Edad Media el lugar no parece haber tenido un uso más allá de una posible zona de tránsito o más probablemente de un lugar destinado al cultivo, sobre todo por la presencia de materia orgánica en los sedimentos que allí se acumularon, uso que se habría prolongado prácticamente hasta mediados del siglo XX, cuando hacia 1960 se construyó la vivienda ahora demolida, según podemos deducir del análisis de los planos topográficos de la ciudad y de las fotografías aéreas disponibles (vuelos de 1945 y 1956 fundamentalmente).•••