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Unes notes sobre la història del Carnaval a Vinaròs. Per Alfredo Gómez

Unas notas sobre la historia

del carnaval a VinarÒs Alfredo Gómez Acebes

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El carnaval local tiene unas raíces que van más allá de un par de siglos atrás, ya que Vinaròs y los vinarocenses han estado siempre vinculados con la fiesta del “carnestoltes”. Los carnavales de Vinaròs no datan del siglo XIX. Nada más lejos de la realidad, ya que se tiene constancia de su existencia mucho antes. Tenemos noticia que en la Iglesia Arciprestal se llevaban a cabo representaciones teatrales de tipo carnavalesco en el siglo XVII, y que fueron prohibidas por la Iglesia por considerarlas irreverentes ya que el obispado no toleraba que los hombres, travestidos de mujer, corretearan por el altar y pasillos del templo. En los archivos tortosinos se conservan las prohibiciones y los “toques de atención” hacia Vinaròs por consentir tales desmanes. De que las fiestas de máscaras eran cosa común y corriente en el Vinaròs del siglo XVIII nos da noticia un documento fechado en el año 1773. En el mismo leemos que el Capitán General de la provincia de Castellón, D. Manuel Ventura de Figueroa, comunicaba al gobernador de Peñíscola que en los pueblos de su jurisdicción, sobre todo en Vinaròs, “se cese y se excuse de ahora en adelante la diversión de las máscaras”. Orden que el gobernador, D. Joseph Sanjust comunicaba por medio de una carta oficial a los respectivos consistorios municipales, como así se hizo para Vinaròs el día 9 de noviembre de dicho año. Al mismo tiempo se le exigía que vigilase su “exacto cumplimiento, no permitiendo semejante diversión con pretexto alguno ni en lugar público ni privado”. De tal orden se advertía que de hacerse caso omiso se aplicaría el correspondiente castigo, el cual no se indica, aunque es de suponer sería alguna multa. Por tanto, vemos que en esas fechas la celebración de bailes de máscaras en nuestra ciudad debía ser cosa corriente y que por motivos que ahora no vienen al caso fue prohibida por orden estricta. Pero ni las órdenes superiores pudieron suprimir las fiestas populares del carnaval en Vinaròs. La tradición nunca desapareció en la ciudad. Ni en el periodo franquista, puesto que en los años de prohibición se siguieron celebrando bailes privados y fiestas particulares, e incluso pasacalles espontáneos por grupos de jóvenes, ante los cuales se hacía la “vista gorda” por parte de las autoridades locales. Tras las guerras carlistas, en la segunda mitad del XIX, con una paz social muy importante y la pujanza de una nueva clase social burguesa nacieron los nuevos locales sociales donde se reunía una sociedad deseosa de fiestas, sobre todo las de carnaval, con sus bailes de disfraces y las rúas. Por un lado destacaba el Ateneo Mercantil, entidad que tenía su sede en la calle del Socorro y que posteriormente dio lugar al Teatro Ateneo. Allí acudían las gentes de postín de la ciudad a los bailes más distinguidos. Por otro lado, el Centro Instructivo, ubicado en la plaza de San Antonio, esquina con la calle Socorro, que contaba con un amplio local dotado de salón de baile y teatro. Era el local del “pueblo” donde acudían las clases trabajadoras y donde se llevaban a cabo multitud de actos políticos y sociales, funciones, conciertos y bailes de carnaval. Del local se conservan varias fotografías de principios de siglo XX engalanado para las fiestas del carnaval. Además de estas dos entidades, otras sociedades locales celebraban y potenciaban los carnavales como el Círculo Católico y Obrero, que tal y como refleja la prensa de la época a principios de siglo XX “los tres días de

carnaval, a las ocho y media de la tarde, se celebrarán escogidas funciones teatrales” además de los bailes de disfraces, concursos y otros actos. Y a finales de siglo los escaparates de las tiendas aparecían también profusamente engalanados para carnaval. Destacable fue el de 1882 en que la burguesía local se reunió en los respectivos locales sociales para festejar con “bailes de máscaras”. Una celebración que paralizó la actividad de una ciudad ya de por sí de ambiente festivo. Hemos de tener en cuenta que las fiestas de San Juan tal y como las conocemos en la actualidad habían renacido también por esas fechas. En el año 1904 eran ya famosos los bailes de carnaval que se celebraban en el salón y jardines del Círculo Instructivo Republicano de Vinaròs. En esos años se organizaban tres bailes nocturnos en días consecutivos, juntamente con los preparados por el Círculo Agrícola, los cuales estaban a rebosar de gente. En ese año la sociedad del Centro Republicano “celebró durante las noches de los tres días de carnaval bailes de máscaras”. Bueno es recordar que hemos tenido una larga tradición en la celebración de bailes de carnaval y que la gente salía disfrazada por las calles, que se mostraban muy animadas. Así, por ejemplo, podemos leer que en 1912 “los bailes de máscaras que vienen celebrándose en el Ateneo Mercantil y en el Centro Republicano se ven concurridísimos, reinando en ambas sociedades gran animación. Para estos días de Carnaval se proyectan otros que esperamos no desmerezcan a los anteriores”. De dicha crónica podemos entrever claramente como las fiestas de carnaval eran frecuentes en nuestra ciudad cada año y que cada sociedad se ocupaba de montar sus bailes. En el año 1916, paralelamente a las fiestas organizadas por las diferentes sociedades, se celebró una rúa de carnaval por las calles céntricas, participando mayores y niños disfrazados, cosa que no fue ni mucho menos del agrado de la Iglesia. De que no resultaba de su gusto lo comprobamos en un escrito local donde decía que “tras el grotesco carnaval, que es el reinado del disfraz y la mentira, cae muy bien la voz de la Cuaresma. En todos tiempos es falaz y mentiroso el mundo, pero nunca como en carnaval”. Incluso se celebraban misas en desagravio por los pecados “que se cometen en carnaval”, calificado de “grotesco y pecaminoso”. O bien lamentándose de que muchos fieles en estos días “pierden la chaveta siguiendo al demonio en las diversiones por él inventadas del carnaval”. A dichas fiestas se unían, como no, los visitantes, que en esos años eran entre otros los tripulantes de los barcos que recalaban en la ciudad. En una de ellas, los marineros del vapor “Thetis”, en estado de embriaguez, promovieron tal disturbio que acabó con la intervención del guardia municipal Esteller para poner orden, no sin recibir un botellazo en la cabeza por uno de los marineros, acabando todos en el juzgado. En el año 1921 se prohibió, por orden gubernamental, el uso de las caretas en los desfiles callejeros. Sin embargo ello no supuso su desaparición, puesto que se siguieron

CARNAVAL DE VINARÒS

celebrando bailes de máscaras en las sociedades y entidades privadas. Año en que los bailes celebrados en el Ateneo Mercantil, Centro Republicano y Café La Democracia, “estuvieron animadísimos y sus salones, particularmente los de las dos primeras citadas sociedades, ofrecían excelente efecto con sus adornos de buen gusto”. Hemos de hacer constar que estas órdenes prohibitivas hicieron desaparecer muchas fiestas de carnaval en numerosos pueblos y ciudades de Valencia, pero no en Vinaròs que, haciendo caso omiso, siguió organizando bailes de disfraces en muchas de sus entidades.

También en el año 1923 las calles de Vinaròs se llenaron de gente disfrazada. “Abundaron en gran manera las máscaras que, con un variado gusto de disfraces y con una alegría propia de estas fiestas, hicieron que afluyera gran número de personas en las calles más céntricas”. En el baile

del 23 de febrero se sorteó entre los asien el subjefe de teléfonos D. Emilio Roso. No obstante, la iglesia seguía siendo reacia a este tipo de fiestas por considerarlas irreverentes. La revista católica “San Sebastián” apuntaba de manera crítica que “pasó el carnaval. Hemos tenido niños bailando divirtiendo al instruido público y niños con las muelas rotas a guitarrazos, y desvergonzados insultos callejeros. No queremos mentar los bailes de los niños grandes”. Festejos que continuaron celebrándose en los años 1924 y 1925, siendo aplazados los ejercicios espirituales que coincidían con los días de carnaval. Los carnavales de los años 1926 y 1927 fueron también muy animados y con gran afluencia de público en los salones de las sociedades, cafés locales y en las calles, donde se celebraban concurridas rúas. De nuevo la iglesia arremetía contra ella, calificándola de fiesta indecente puesto que las parejas bailaban “agarraos” y lo consideraba una inmoralidad. Pero el ataque de la iglesia al carnaval local se encontró con un gran dilema. Que los grandes bailes se organizaban ahora no solo por las clases obreras y campesinas, sino también por

CARNAVAL DE VINARÒS

las clases burguesas de la sociedad vinarocense que incluso ostentaban el poder político, y a las cuales no tuvo reparos en lanzar sus dardos en la prensa local: “Esas clases conservadoras son las que darán el ejemplo al abrir los salones de sus Casinos a toda la indecencia y a todo el embrutecimiento del asqueroso carnaval”. A principios del año 1928 la sociedad del Ateneo Mercantil solicitó a Eduardo Torres que les cediese los locales del cine Moderno para poder celebrar allí los bailes de carnaval de la entidad. El 3 de febrero de 1929 estaban ya preparadas las fiestas de carnaval de ese año. Como novedad, la nueva junta de jóvenes de la Peña Taurina que se reunían en Café Colón decidió sumarse a la fiesta. Y de nuevo la zancadilla. Por Real Orden del 19 se prohibió el uso del antifaz por las calles desde las doce de la noche hasta las seis de la mañana, pero sí se permitía ir disfrazado por la vía pública durante los tres días del carnaval a cualquier hora a cara descubierta. Como es lógico, la gente que iba a los bailes había de salir disfrazada de casa hacia los salones; pero no se le permitía volver con la cara cubierta con el antifaz. Poco duró la alegría. Así, en febrero de 1930 fueron prohibidas las máscaras por el general Berenguer, siguiendo una nueva Real Orden por la cual el carnaval quedaba reducido a solo un día de los tres establecidos, con el consiguiente enfado de las entidades locales. De manera irónica aparecía publicado que “sólo el domingo estará permitida la careta de cartón. Para los días siguientes, como para el resto del año, sólo valdrá la careta espiritual. Aún no se ha derogado aquello de que todo el año es carnaval”. En ese año los jóvenes de la Peña Taurina instalaron en la plaza del mercado un gran entoldado para celebrar allí los bailes de máscaras populares. El clero local era ya más permisivo con estas fiestas, y sobre todo con los más pequeños que gustaban de disfrazarse en estos días. En el año 1935 se organizaron bailes de carnaval en el Café Colón a cargo del grupo de jóvenes que allí se reunían, teniendo la actuación de la orquesta vinarocense “Jazz Units”. Así como en el Ateneo que, para amenizar los bailes, contrató a la orquesta “Mikey” de la Vall d'Uixó contando con la presencia de los jóvenes de la Sociedad Peña Taurina. El segundo día de carnaval se organizó un concurso infantil de disfraces para los hijos de los socios, otorgándose premios a los mejores y sirviéndose una merienda a todos los pequeños participantes a cargo de las damas de la entidad.

En el año 1936 se celebraron bailes de máscaras en el Casino de la calle Socorro, en el teatro Ateneo, en el Centro Republicano, en los locales de la Cámara Agrícola y en el Ateneo Radical entre muchos otros.

Queden pues reflejadas estas pequeñas notas para dejar constancia de que las fiestas de Carnaval y que el sentir vinarocense por las mismas viene de muchos años atrás, y que si fueron prohibidas, sin éxito, por la represión política y eclesial, nunca desaparecieron de nuestras calles y locales, renaciendo más que nunca en los años 1980.

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