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La Pasión de nuestro Señor Jesucristo
La palabra “pasión” viene del latín “passio” y ésta del griego “pathos” (pazos). Pazos o Pasión, signifi ca los sentimientos del alma, en este caso los sufrimientos de Jesús durante el Jueves y el Viernes Santo. El relato de la Pasión de Jesucristo, viene narrado por los evangelios sinópticos de Marcos, Mateo y Lucas y por el evangelio de Juan. Este último evangelio es de corte diferente a los anteriores y en él, su autor muestra la majestad y autoridad de Jesucristo en todo momento.
Comprende los hechos vividos por Jesús desde la última cena hasta su resurrección. Así, en la última cena, lava los pies a sus discípulos para enseñarles la misión de servir a todos los hombres, durante la Cena Pascual predice la traición de Judas, les da un mandamiento nuevo: “Que os améis unos a otros, como yo os he amado”, pronuncia la oración sacerdotal e instituye la Eucaristía, predice las negaciones de Pedro, y en la oración en el Huerto de los Olivos o de Getsemaní, se adelanta para orar dejando atrás al resto de apóstoles con Pedro, Santiago y Juan y por tres veces vuelve y los encuentra dormidos; llama “abba” a su Padre, es consolado por un ángel, suda sangre de dolor tras la voluntaria aceptación de su muerte ante el Padre Eterno, y sufre la traición de Judas Iscariote.
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Pasa por el prendimiento, tras el beso traicionero de Judas, y soporta toda la noche sin dormir, siendo llevado de un lado para otro con distintos juicios entre Anás, Caifás el que había dado a los judíos este consejo: “Conviene que muera un hombre por el pueblo”, Pilato, Herodes que se burla de Él y le pone una túnica blanca y vuelta fi nal a Pilato que lo opone a Barrabás, soltando fi nalmente a éste, lo manda azotar atado a una columna, aunque no ve delito en Jesús, lo entrega después a los soldados que se burlan de él, lo coronan de espinas, le ponen una túnica púrpura y le ponen una caña y lo muestra a los judíos diciendo: ”He aquí al hombre”, pero los judíos insisten en que lo mate y al fi nal lo entrega para que lo crucifi quen los soldados.
Tomaron a Jesús y cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado de la Calavera. Al salir encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a llevar la cruz. Y Pilato escribió un letrero encima de la cruz que dice: “Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos” en tres idiomas: hebreo, latín y griego. Era la hora tercia cuando lo crucifi caron. Crucifi caron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, la de Cleofás y María la Magdalena. Era ya como la hora sexta, y vinieron las tinieblas sobre la tierra hasta la hora nona, porque se oscureció el sol. (Seis horas estuvo el Señor en la cruz). Y Jesús clamando con voz potente, dijo: “Padre a tus manos encomiendo mi espíritu”. Y dicho esto, expiró. José de Arimatea pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús y bajándolo de la cruz, lo envolvió en una sábana y lo enterró en un sepulcro excavado en la roca, donde nadie había sido puesto todavía.
El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. Encontraron corrida la losa del sepulcro. Y, entrando no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes. Ellas quedaron despavoridas y con las caras mirando al suelo y ellos les dijeron:”¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?” No está aquí. Ha resucitado.
Pedro Antonio Serrano Luna Cofrade y Licenciado en Ciencias Químicas y en Teología.