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AUSENCIA DE LA FELICIDAD La historia de Helen Schucman como escriba de Un curso de milagros速
KENNETH WAPNICK, Ph.D.
Foundation for A COURSE IN MIRACLES速
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A HELEN En la Presencia de Cristo ella ha de estar ahora, serenamente inconsciente de todo excepto de Su radiante faz y de Su amor perfecto. La visión de Su faz estará con ella, pero llegará un instante que trascenderá toda visión, incluida ésta, la más sagrada. Esto es algo que ella jamás podrá enseñar porque no lo adquirió a través del aprendizaje. No obstante, la visión habla del recuerdo de lo que ella supo en ese instante, y de lo que, sin duda, habrá de saber de nuevo. (Adaptado de Un curso de milagros, Lección 157 del libro de ejercicios)
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CONTENIDO NOTA DE LA SEGUNDA EDICION .......................................................................xi PREFACIO .................................................................................................................1 INTRODUCCION: “UNA ABOGADA DE MEDIANA EDAD” .............................7
PARTE I — LOS PRIMEROS AÑOS INTRODUCCION .....................................................................................................17 Capítulo 1 EL CIELO Y HELEN: INTRODUCCION ...........................................19 Capítulo 2 EL CIELO Y HELEN: LOS PRIMEROS AÑOS .................................27
PARTE II — LA ESCRITURA DE UN CURSO DE MILAGROS INTRODUCCION .....................................................................................................47 Capítulo 3 EN CAMINO HACIA UN CURSO DE MILAGROS – A (ca. 1938)....49 Preparación para el posgrado.........................................................49 La experiencia en el subterráneo ...................................................52 Los sueños......................................................................................56 Capítulo 4 EN CAMINO HACIA UN CURSO DE MILAGROS – B (ca. 1950–1964) .....................................................................................83 Psicología – Centro Médico Presbiteriano Columbia ..................83 Capítulo 5 EN CAMINO HACIA UN CURSO DE MILAGROS – C (1965)..........93 “Tiene que haber otra manera” ......................................................93 Capítulo 6 LAS CARTAS DE HELEN A BILL (VERANO, 1965).....................133 Capítulo 7 EL COMIENZO DE UN CURSO DE MILAGROS (1965) .................189 Capítulo 8 LA ESCRITURA DE UN CURSO DE MILAGROS – A (1965).........235 Las primeras semanas: Los principios de los milagros ...............235 Capítulo 9 LA ESCRITURA DE UN CURSO DE MILAGROS – B (1965).........269 Enseñanzas específicas ................................................................269 La clase de Bill ............................................................................289 Más enseñanzas especificas .........................................................300
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Capítulo 10
LA ESCRITURA DE UN CURSO DE MILAGROS – C (1965–1972)......................................................................................313 Mensajes especiales .....................................................................313 El diario de Bill............................................................................331 Continuación y conclusión del Curso ..........................................344
PARTE III — LOS AÑOS QUE SIGUIERON A UN CURSO DE MILAGROS INTRODUCCION ...................................................................................................355 Capítulo 11
VERANO, 1973: LA CUEVA..........................................................357
Capítulo 12
LA EDICION DEL CURSO (1973–1975) .......................................383
Capítulo 13
HELEN Y BILL: LA RELACION ESPECIAL Y SANTA, Y SU VIDA POSTERIOR CON UN CURSO DE MILAGROS ............................................................393 Helen, Bill y yo............................................................................393 Judith Skutch y los años posteriores a la publicación..................398 La relación de Helen con Un curso de milagros .........................406
Capítulo 14
OTROS ESCRITOS – A...................................................................411 “Notas sobre el sonido” (1972, 1977)..........................................411 Psicoterapia: propósito, proceso y práctica (1973, 1975).........................................................................413 “Clarificación de términos” (1975)..............................................415 El canto de oración (1977) ..........................................................417 Mensajes especiales (1975–1978) ...............................................417
Capítulo 15
OTROS ESCRITOS – B ...................................................................425 La escritura de los poemas ..........................................................425 Los poemas ..................................................................................431 “Los regalos de Dios” ..................................................................443
Capítulo 16
JESUS: EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA .........................447 El catolicismo – María.................................................................448 La ambivalencia de Helen hacia Jesús.........................................460 1. El viaje a casa hacia Jesús................................................460 2. Resistencia y vergüenza...................................................462 3. La duda y la incongruencia..............................................468 4. El ir de compras ...............................................................470 Las defensas en contra de Jesús y del amor: el odio especial (juicio) y el amor especial..........................472 Los poemas a Jesús ......................................................................477
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Capítulo 17
LA REALIDAD DE JESUS: EN PRESENCIA DE CRISTO .........487 El canto de oración: Mensaje especial ........................................487 El canto de oración: el folleto .....................................................497 Helen y Jesús: la ilusión y la realidad..........................................503 La sacerdotisa inconsciente .........................................................513
Capítulo 18
LOS ULTIMOS MESES Y EL REQUIEM DE HELEN .................519
Epílogo
MAS ALLA DEL CIELO Y DE HELEN: LA SACERDOTISA ....525
APENDICE Un curso de milagros – ¿Qué postula? ...................................................................533 Fechas ......................................................................................................................539 Indices Indice de referencias a Un curso de milagros..............................................541 Indice de nombres........................................................................................544 Indice de William Thetford..........................................................................546 Indice de Helen Schucman ..........................................................................547
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NOTA DE LA SEGUNDA EDICION Para esta nueva edición, el libro se ha recompuesto. Se han hecho algunas revisiones editoriales menores, y se ha incluido un índice de referencias a Un curso de milagros. La anotación a estas referencias se ha revisado de modo que la misma se correlacione con el sistema de numeración utilizado en la segunda edición del Curso y en los dos suplementos también tomados por la escriba titulados, Psicoterapia: propósito, proceso y práctica y El canto de oración. A continuación se presenta un ejemplo de cada libro y de los suplementos. T-26.IV.4:7 Oración Párrafo Sección Capítulo Texto
C-6.4:6 Oración Párrafo Término Clarificación de términos
L-pI.169.5:2 Oración Párrafo Lección Parte I Libro de ejercicios
P-2.VI.5:1 Oración Párrafo Sección Capítulo Psicoterapia
M-13.3:2 Oración Párrafo Pregunta Manual
O-2.II.7:7 Oración Párrafo Sección Capítulo Canto de oración
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PREFACIO Helen Schucman, el tema de este libro, fue la escriba de Un curso de milagros.1 Desde octubre de 1965 hasta septiembre de 1972 inclusive, “oyó” la voz de Jesús dictándole los tres volúmenes de los que consta uno de los más significativos mensajes espirituales de nuestro tiempo. Este libro, en parte, es la historia de este dictado, ubicado en el contexto de la búsqueda de Dios a lo largo de toda la vida de Helen. Una tarde, varios años después de haber completado el Curso, Helen y yo estábamos sentados en el sofá de su sala, nuestro lugar favorito cuando el tiempo no era favorable para salir a caminar. Comenzamos a discutir las distorsiones en torno a su vida y a los orígenes del Curso que ya comenzaban a escucharse, y esto en un momento en que ella todavía estaba llena de vida. Imagínate, pensamos en voz alta, lo que pasaría después que ella se hubiese ido. Helen, dicho sea de paso, parecía bastante segura de que moriría a la edad de setenta y dos años, pues había visto ese número escrito sobre su tumba en una visión. De hecho, murió cinco meses antes de cumplir sus setenta y dos años. Si bien no recuerdo la fecha exacta de nuestra conversación en el sofá, lo más probable es que tuvo lugar dos o tres años antes de su muerte en 1981. Habíamos entendido mutuamente que su autobiografía sin publicar distaba mucho de ser un relato verdadero y preciso de su vida, y que era más bien un tributo literario, excesivamente estilizado—su posición pública—que no reflejaba verdaderamente el nivel más profundo de sus sentimientos y experiencias. Nuestro único intento de corregir las inexactitudes y de eliminar las distorsiones, si bien mejoraba algunas de sus partes, en muchas otras probaba ser peor que el original. El narrar ciertos sucesos de su vida—especialmente aquellos de naturaleza religiosa, y más específicamente aún, aquellos acontecimientos en torno a Un curso de milagros—suscitaba una ansiedad tremenda en Helen, y su incomodidad la conducía directamente a un casi feroz exceso de edición que afectaba la fidelidad del relato de su vida. Fue en este contexto, por lo tanto, que le dije que yo escribiría su historia, así 1. Foundation for Inner Peace, Mill Valley, CA, 1975. Para aquellos que no están familiarizados con Un curso de milagros, este consta de tres libros—texto, libro de ejercicios para estudiantes, manual para maestros—ubicados en el contexto de un currículo de autoestudio. En el Apéndice se provee un breve resumen de sus enseñanzas.
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PREFACIO
como los sucesos relacionados—internos y externos—que precedieron, acompañaron y sucedieron su labor como escriba del Curso. Helen estuvo de acuerdo en que era una buena idea, y luego, como uno de los dos solía hacer con frecuencia, cité un pasaje de nuestra obra literaria favorita, Hamlet. Cité parte de la escena final donde Hamlet está muriendo después de haber tomado de la copa envenenada, y su fiel Horacio comienza a tomar el veneno para unirse con su amigo en la muerte. Rápidamente Hamlet arrebata la copa de las manos de Horacio, exclamando: ¡O, buen Horacio! ¡Qué nombre más execrable, Me sobrevivirá, de quedar así las cosas ignoradas! Si alguna vez me albergaste en tu corazón, Permanece ausente de la felicidad Y alienta por cierto tiempo, En la fatigosa vida de este mundo de dolor, para contar mi historia (V, ix).
Disto mucho de creer que este mundo sea severo, ni experimento como doloroso el hecho de que yo haya sobrevivido a Helen, ni pensaba así entonces. Sin embargo, yo tenía algunas premoniciones de lo que el mundo le haría a Helen—“¡qué nombre más execrable…me sobrevivirá!”—al no poder resistir la tentación de sensacionalizar, hacer un mito o de otro modo distorsionar su vida y sus experiencias. Sabía que esto sólo opacaría la verdad de lo que fue una historia inspiradora y poderosa simplemente por ser lo que fue, sin necesidad de que se le ajustase a los criterios de Hollywood. Y por eso la necesidad de la biografía que yo habría de escribir—como en verdad la abrigaba a ella en mi corazón—que reflejase más fielmente la experiencia de Helen: una vida dedicada a poner de manifiesto el mensaje de Jesús, y sin embargo, una vida que en verdad fue, al menos en la experiencia consciente de Helen una ausencia de la felicidad. Ciertamente, ya han comenzado a aparecer algunos relatos distorsionados sobre Helen y los orígenes de Un curso de milagros, y éstos no le hacen justicia a 1) la verdadera experiencia que Helen tuvo de Dios y de Jesús; 2) la unicidad de lo que parecía ser su personalidad dual de un ser espiritual altamente desarrollado unido a un ego casi igualmente desarrollado; y 3) su relación con William Thetford, que en un nivel fue el estímulo directo y proveyó el ambiente para la transmisión del Curso. Un propósito primordial de este libro, por consiguiente, es escribir la
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Prefacio crónica de la insólita y ambivalente relación que Helen tenía con Dios y con Jesús, la cual comenzó en su niñez y se prolongó durante todo el tiempo que duró su labor como escriba del Curso hasta el momento de su muerte en 1981. El libro, sin embargo, no es una biografía convencional, pues no presenta una visión completa ni totalmente lineal de la vida de Helen. Tampoco es una psicobiografía, un género que ha sido un tanto favorecido en nuestra era freudiana. Haciéndome eco de Un curso de milagros, este libro refleja un particular punto de vista; a saber, que el antes mencionado conflicto que había en Helen entre estas partes de su yo—el anhelo de regresar a Dios y el miedo a ese retorno—es el tema predominante en la vida de todo el mundo, independiente de las circunstancias familiares y/o hereditarias. Este era un conflicto que simbolizaba ambos lados de la personalidad de Helen, y que reflejaba la misma ambivalencia que todos compartimos en lo que respecta a nuestra relación con Dios y con la persona de Jesús, cuyo amor por nosotros fue lo más cercano que ha estado el mundo de experimentar el resplandeciente Amor de Dios, nuestra Fuente. Al reseñar el desarrollo de este conflicto personal, y su resolución última, estoy de ese modo escribiendo la historia de todo el mundo. El drama de este aspecto de la vida interior de Helen refleja la vida interior de todas las personas, aparentemente atrapadas en un mundo carente de Dios y quienes deambulan “por el mundo solos, inseguros y presos del miedo” (T-31.VIII.7:1), mas todo el tiempo anhelando escuchar la Llamada del Dios amoroso que los conducirá de regreso a El. Por lo tanto, en su mayor parte, no me explayo en la vida mundanal de Helen—la forma—excepto en la medida en que esta refleja el contenido subyacente de este conflicto. El analizar al ego resulta infructuoso, como el Curso nos instruye repetidamente. Por otra parte, el entender que el sistema de pensamiento del ego en su totalidad es una defensa en contra de nuestro verdadero Ser es extremadamente útil. Así pues, por ejemplo, la clara ambivalencia de Helen hacia sus padres y hacia la religión organizada—lo cual provee una mina de oro de información para un psicólogo que trata de encontrar causas psicodinámicas para sus experiencias internas—se ve aquí como el reflejo de este profundo conflicto Dios-ego, y no como su causa. Los orígenes primordiales de este conflicto, sin embargo, yacen enterrados aún más profundamente en medio de antiguas cicatrices,
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PREFACIO
nacidas en el feroz campo de batalla de una mente transtemporal mucho mayor que su diminuta expresión la cual llamamos Helen Schucman. Es la mente de un yo post-separación más extenso (llamado por Un curso de milagros la mente dividida o el ego) que constituye la fuente de nuestro yo personal tal como lo experimentamos. El entender la vida de Helen, por consiguiente, provee un modelo de este conflicto ontológico Dios-ego que ruge dentro de todas las personas. Al reconocer los dos lados de esta batalla, se puede reunir a los dos y trascenderse al fin. Helen, pues, no sólo le legó Un curso de milagros al mundo—en mi opinión el más psicológicamente sofisticado relato del mundo sobre esta lucha subterránea, conjuntamente con la enseñanza del medio para deshacer esta guerra contra Dios a través del perdón—sino que su propia vida proveyó un modelo para su enseñanza también. Muy pocos, si acaso, conocieron plenamente estos dos lados de Helen—“De quedar así las cosas ignoradas” de Hamlet—y es esta compleja combinación la que yo espero capturar en este libro. Si bien Helen no hubiese querido que se hiciese de público conocimiento durante su vida lo que yo voy a escribir, por razones que forman uno de los temas más importantes de este libro, sé que le agradaría que yo presentara en este momento su historia y la historia de los comienzos del Curso. Por lo tanto, espero que este libro le devuelva a lo que se dice que fue la experiencia de Helen un balance que hasta ahora no ha tenido, y que se grabe para la posteridad la maravillosa cuando no dolorosamente humana historia de una mujer que permaneció absolutamente fiel a Jesús, aquel a quien ella amaba y también odiaba sobre todos los demás. Y sin embargo, dicho esto, el amor y el odio no hacían sino cubrir con un velo el Amor en ella que existía desde antes de que el tiempo fuese, y que perdurará después que el tiempo cese de ser. Pues más allá del personal y ambivalente lado de Helen, descansaba un ser totalmente distinto. En verdad, “Ser” sería una ortografía más apropiada, pues esta parte de su vida interior era totalmente impersonal, y trascendía la relación amor-odio con Jesús que en efecto era su yo personal. Casi siempre escondido en Helen, este lado de-otro-mundo era, no obstante, el fundamento último de su vida, y le impartía el significado desde el cual debe entenderse todo lo demás. Este libro, por lo tanto, tiene dos temas principales. El primero, el cual predomina, es la relación de amor y odio de Helen con Dios y con
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Prefacio Jesús, a lo que Un curso de milagros se refiere como el conflicto entre nuestros yos con mentalidad correcta y mentalidad errada. El segundo, el cual fluye a lo largo como una corriente subterránea, es el Amor de Cristo que Helen verdaderamente conocía, llamado Mentalidad-Uno en el Curso. Aunque me referiré a este Ser transpersonal de vez en cuando, especialmente en relación con la imagen recurrente que Helen tenía de la sacerdotisa, dejaré para el Epílogo una consideración más extensa de este aspecto de Helen, y permitiré que el desarrollo de su lado personal forme el contorno básico de este libro. Al concluir su historia personal, retornaré entonces a este Ser, como un compositor concluye una sinfonía con una coda: el episodio final que introduce nuevos temas, mas sin embargo, el mismo permanece íntimamente conectado con el espíritu de la música que le precediera. Helen y yo compartimos un amor profundo el uno por el otro, y por Jesús, en cuyo amor sabíamos que estábamos unidos, y en nombre de cuyo Curso nos habíamos unido. Es mi plegaria que yo pueda transmitir ese amor en estas páginas. En las palabras que Beethoven inscribió sobre los compases iniciales de su obra maestra coral Missa Solemnis: “Que desde el corazón, llegue al corazón”.
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Introducción “UNA ABOGADA DE MEDIANA EDAD” Conocí a Helen un sábado por la noche, el día 25 de noviembre de 1972. Nos conocimos en el apartamento de William Thetford en el noreste de la ciudad de Nueva York, y nuestro encuentro había sido concertado por nuestro mutuo amigo el padre Michael. Ellos tres, además del compañero de cuarto de Bill, Chip, habían pasado la tarde en un servicio de sanación de Kathryn Kuhlman, la famosa sanadora-por fe, y les había impresionado, cuando no extenuado, la intensa sinceridad del servicio. Más tarde supe cuán insólito había sido para Helen acceder a salir por la noche, especialmente después de un día agotador. Al evocar esa reunión puedo ver cierta inevitabilidad en las circunstancias que condujeron a la misma. Criado en un hogar judío y educado durante los primeros ocho grados en una escuela parroquial hebrea llamada una Yeshivah, había dejado atrás a Dios y al judaísmo a la edad de trece años, determinado a jamás pensar nuevamente en asuntos religiosos. Siguió un largo período de agnosticismo asociado con un creciente y apasionado amor por la música clásica, con Beethoven y Mozart a la cabeza de mi panteón de guías que me conducían aún más profundamente a unas experiencias internas que yo, en mi ignorancia durante este período, escasamente habría llamado espirituales. Este período incluyó mis estudios de posgrado y muy sorpresivamente, una disertación doctoral sobre Santa Teresa de Avila, la famosa mística española del siglo dieciséis. Un par de años más tarde (1970) después de la ruptura de mi primer matrimonio, Dios “hizo su aparición”, o comencé a sentir una Presencia personal que estaba detrás de estas experiencias “no espirituales”. Dos años más tarde, después de una cadena de experiencias irrelevantes para este libro, me encontré visitando un monasterio trapense, la Abadía de Getsemaní en Kentucky, muy inesperadamente sintiéndome totalmente “en casa”. El paso de mi vida ahora parecía acelerarse notablemente. Decidí mientras estaba en el monasterio que era la Voluntad de Dios que me convirtiese en monje trapense, así como en católico romano, aunque yo no tenía interés alguno en la Iglesia, ni ningún interés consciente en Jesús, su figura central. De regreso al hospital donde estaba empleado,
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INTRODUCCION: “UNA ABOGADA DE MEDIANA EDAD ”
hablé con el capellán católico quien me bautizó y me confirmó en un lapso de tres semanas. A manera de preparación para ingresar en el monasterio—la ley de la Iglesia decretó que debía esperar un año— decidí renunciar a mi trabajo durante la festividad de Acción de Gracias y pasar el tiempo tranquilamente solo. Sentí que debía pasar parte de este tiempo en Israel, y debido a eso hice los arreglos para partir pocos días después del día festivo. Pero me estoy adelantando un poco. Poco después de mi bautismo en septiembre de 1972, el capellán me dijo que un sacerdote de su orden religiosa estaba muy ansioso por conocerme. Esta fue mi presentación al padre Michael. Las circunstancias fueron mucho más interesantes que esto, no obstante; él era psicólogo, y había hecho parte de su posgrado bajo la supervisión de William Thetford y Helen Schucman en el Instituto Psiquiátrico, que forma parte del Centro Médico Presbiteriano Columbia. Ellos tres se hicieron buenos amigos, y en verdad, Michael era una de las muy, muy pocas personas con quien Helen y Bill compartían Un curso de milagros, aun cuando este estaba aún en el proceso del dictado. Un día Bill estaba leyendo The Highest State of Consciousness (El más elevado nivel de conciencia) de John White, una antología en la cual apareció un artículo mío. Este era “Mysticism and Schizophrenia” (“Misticismo y esquizofrenia”), un trabajo que originalmente tenía como fin mi disertación, y el cual se publicó por primera vez en la Journal of Transpersonal Psychology (Revista de psicología transpersonal). El artículo comparaba y contrastaba las experiencias místicas de Santa Teresa con las de un esquizofrénico, y el punto principal era que los esquizofrénicos no eran místicos, y los místicos no eran esquizofrénicos. Bill se lo mostró a Michael como un ejemplo de un psicólogo que tomaba en serio la experiencia mística, un caso más raro a mediados de los años 60 de lo que es hoy día. Cuando el capellán a cargo de los bautizos le mencionó a Michael que recientemente él había bautizado a un psicólogo (un fenómeno que yo creo que el equiparó con el anuncio inminente del Segundo Advenimiento), Michael reconoció mi nombre en el artículo y expresó interés en conocerme. Lo llamé, concertamos una hora para reunirnos, y pronto nos hicimos amigos leales. Poco antes de que yo fuese a salir hacia Israel, Michael me habló de dos psicólogos a quienes él consideraba que yo debía conocer. Y así Michael, Helen, Bill, Chip y yo nos reunimos ese sábado por la noche. La mayor parte del tiempo, según recuerdo, lo 8
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Introducción: “Una abogada de mediana edad” pasamos relatándoles cómo yo había llegado adonde estaba ahora en mi vida. Helen compartió un par de sus primeras experiencias, y recuerdo haber sentido una estrecha conexión con ella. En algún momento durante la velada, alguien—creo que pudo haber sido Michael—mencionó este “libro” que Helen había “escrito”, el cual tenía relación con el desarrollo espiritual. Bill señaló hacia un rincón de su sala donde guardaba su copia del manuscrito del Curso en siete carpetas negras para tesis. Por alguna razón yo no sentí que debía ojearlas, aunque hubiese estado perfectamente bien para Helen y Bill si lo hubiese hecho. Terminó la velada y sentí que acababa de conocer a dos personas muy santas, aunque obviamente no podía haber reconocido la importancia que habrían de tener en mi vida. Michael y yo llevamos a Helen hasta su apartamento al sur de Manhattan, y Helen mencionó que el nombre “Wapnick” le parecía familiar, así como el nombre Schucman me parecía familiar a mí. Entonces nos dimos cuenta de que Helen conocía a mi ex esposa Ruth, quien había trabajado por un tiempo en el Centro Médico como asistente de investigaciones. Recordé que Ruth había experimentado a Helen como una persona que ofrecía mucho apoyo y que era muy útil, e igualmente Bill. Interesante por demás, esta asociación ocurrió dentro del primer año más o menos de la transmisión del Curso. Después de dejar a Helen en su casa, Michael y yo nos dirigimos a su residencia donde pasé la noche. Antes de acostarnos, Michael me ofreció una copia del “libro de Helen” para que la examinara, pero nuevamente, no sentía que debía examinarlo. Luego me acosté y sin embargo no podía conciliar el sueño, algo muy raro en el caso mío. Aunque cansado, estuve dando vueltas en la cama durante bastante rato, tratando de hallar la razón por la cual estaba teniendo tanta dificultad. Finalmente recordé un sueño que había tenido hacía poco más de un año. En el sueño yo estaba con un grupo de personas, quienes me parecían ser considerablemente más jóvenes que yo. Una muy sabia abogada de mediana edad entró, y me llevó a una sección distinta del salón, la cual se parecía a una biblioteca, separada de los otros. Entonces me formuló tres preguntas, de las cuales sólo la primera es relevante aquí. Preguntaba qué cambiaría yo, de poder hacerlo, de las experiencias de mi niñez. Mi respuesta, que resultó ser la correcta, fue que no cambiaría nada puesto que todo fue de la manera que debía ser 9
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INTRODUCCION: “UNA ABOGADA DE MEDIANA EDAD ”
y que el pasado ya no importaba. En ese momento desperté, y luego terminé el sueño en un estado hipnagógico, semi-consciente. En el sueño (el cual reconocí que era significativo), la abogada era algo así como una maestra espiritual, por quien yo sentía un gran respeto, y cuyo respeto y aprobación obviamente yo me había ganado también. Tendido en la cama en la casa de Michael, de pronto me di cuenta de que la abogada era Helen. Apenas la conocía, pero al llegar a este punto ya reconocía en Helen la poderosa presencia de una autoridad espiritual. Obviamente, sin embargo, no tenía manera de saber entonces cuán compleja era ella como individuo. Me sentí bastante en paz, e instantáneamente me dormí. Cuando se lo conté a Michael a la mañana siguiente, el se rió: “Por supuesto que Helen sería abogada”, refiriéndose a su mente analítica y lógicamente investigadora. Unos días más tarde salí hacia Israel, y resultó que la mayor parte del tiempo lo pasé en dos monasterios. Le escribí cartas separadas a Helen y a Bill en marzo, desde la Abadía Trapense de Latrún en las afueras de Jerusalén. Mi primera carta a Bill aún existe, pero esta primera carta a Helen se extravió. En ella, Helen me señaló más tarde, me refería a mi deseo de leer su libro, y lo escribí con una “L” mayúscula, algo que jamás habría hecho conscientemente. Por otra parte, mientras estuve en Israel tuve dos sueños relacionados con el “Libro de Helen”. En el primero, me encontraba de pie en una plataforma del subterráneo de la ciudad de Nueva York. Caminé hasta un bote de basura y allí sobre el mismo estaba lo que yo sabía que era un libro muy santo, pero con el cual yo no estaba relacionado. En otro sueño, caminaba a lo largo de una playa, y encontré este mismo libro santo en la arena. Finalmente salí de Latrún y me fui a Lavra Netofa, una pequeña y físicamente primitiva comunidad monástica en la cima de una montaña en la región de Galilea, desde la cual se podía contemplar una hermosa vista del extremo norte del famoso mar. Después de dos meses, y sintiéndome muy a gusto allí, decidí permanecer en la cima de esta montaña por un lapso indefinido de tiempo. Pero antes de anidar allí, pensé que visitaría los Estados Unidos para ver a mi familia, así como para visitar a Helen y a Bill. En mi carta a Helen en la cual le anunciaba mi visita escribí: Puesto que permaneceré aquí bastante tiempo, he decidido volver a los Estados Unidos por cerca de un mes antes de regresar y establecerme aquí. Planeo
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Introducción: “Una abogada de mediana edad” llegar en algún momento cerca del fin de semana del 12 de mayo [1973]…y espero que podamos reunirnos pronto después de esa fecha. También espero con mucho interés poder leer tu libro [escrito aquí con una “l” minúscula]2 mientras permanezca en los Estados Unidos.
Me quedé con Michael al llegar a Nueva York, y poco después él me llevó hasta el Centro Médico Presbiteriano Columbia. El recuerdo de Helen es que entré al salón y dije, “Hola, aquí estoy; ¿dónde está el libro?”. Si bien sé que estaba ansioso de ver este material, dudo que hubiese olvidado del todo mis buenos modales. Por lo menos hubiera saludado diciendo “Hola, ¿cómo estás”? Y luego, “¿Dónde está el libro”? Pero obviamente yo no podía esperar para ver el manuscrito de “Helen”. Helen y Bill tenían oficinas adyacentes dentro de un área cerrada más amplia, y me sentaron en la oficina de Bill mientras él se iba a la de Helen. Helen me entregó sus dos secciones favoritas—“Pues Ellos han llegado” y “Elige de nuevo”—las cuales fueron de ese modo mi introducción a Un curso de milagros. Leí ávidamente, y apenas podía creer lo que estaba leyendo. Amante de Shakespeare por mucho tiempo, estas secciones extremadamente poéticas eran para mí igual de hermosas que cualquier otra cosa que el bardo hubiese escrito, y, sin embargo, recuerdo haber exclamado ante Helen y Bill que a diferencia de Shakespeare, estas palabras contenían un profundo mensaje espiritual. No podía imaginar una más sublime integración de forma y contenido, la cual igualaba en mi mente la perfección del Cuarteto en do sostenido menor de Beethoven. Mi memoria de la secuencia exacta de los acontecimientos es confusa, pero al comenzar a leer el texto desde el principio reconocí rápidamente que el Curso era la más perfecta fusión de psicología y espiritualidad que jamás había visto. Y estoy seguro de que no me llevó mucho tiempo darme cuenta de que Un curso de milagros era la obra de mi vida, de que Helen y Bill eran mi familia espiritual, y de que no iba a ser monje sino que en lugar de eso me quedaría con ellos en Nueva York. Durante este período, el cual parecía tener una vida propia, y el cual se extendió de la visita original de cuatro semanas a diez semanas, yo estaba dividiendo la mayor parte de mi tiempo para estar con Helen y 2. A lo largo del libro, mis adiciones a material citado se indican mediante corchetes [ ], en oposición al paréntesis ( ), el cual será siempre del mismo material citado.
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INTRODUCCION: “UNA ABOGADA DE MEDIANA EDAD ”
Bill—juntos o individualmente—y con mis padres. Estos últimos comprensiblemente sentían considerable incomodidad y preocupación por su “buen hijo judío” quien se había pasado al “bando enemigo”, y quien además, según ellos, había sido secuestrado por un grupo de monjes muy sospechosos. Además viajé un poco para ver a muchos amigos, incluso hice un viaje a la Abadía de Getsemaní. Así pues, pasaba bastante tiempo con mi “nueva familia”, examinando el curso completo de mi vida, a veces en gran detalle. Helen y Bill parecían felices de escucharme, y obviamente era importante para mí compartir con ellos quién era yo, al menos quién creía ser. Además, Helen y yo comenzamos a pasar bastante tiempo juntos, y estaba claro que se había descubierto un verdadero nexo entre nosotros. También pasaba tiempo solo con Bill, y sentía una cercanía con él. Considerándolo todo, yo estaba algo sorprendido con la apertura de Helen y Bill para compartir conmigo sus dificultades con el Curso, y el estado general de infelicidad de sus vidas, sin mencionar el de uno con el otro. Así pues, el período de luna de miel no duró mucho para mí, a medida que el otro aspecto de las vidas de Helen y Bill se hacía— dolorosamente al principio—bastante claro. Helen y Bill eran personas mucho más complejas de lo que me habían parecido originalmente. Mis reacciones iniciales hacia ellos ciertamente no eran desacertadas, simplemente incompletas. El amor que yo sentía por Helen y Bill, su dedicación a Dios y a Un curso de milagros que yo reconocí desde el principio, jamás disminuyó en mi mente. Pero otra dimensión en ellos comenzó a alborear lentamente en mi conciencia, la cual yo intentaba sofocar por un tiempo. Había allí dos personas bondadosas e inteligentes, nada menos que psicólogos clínicos, con quienes yo era capaz de platicar abiertamente de mi relación con Dios y con Jesús, y encontrar total comprensión. Es más, ellos eran, después de todo, las dos personas responsables de este extraordinario libro que yo comenzaba a ver como el punto central de mi vida: la culminación de mi viaje pasado, y el cimiento para el resto de mi tiempo aquí. Pero también podía ver la enorme dificultad que ambos experimentaban al vivir en el mundo, aunque las apariencias y logros profesionales mostrasen lo contrario. Y, sobre todo, podía ver el terrible enredo en el cual se encontraba su relación interpersonal. En resumen, la situación era escasamente el Camelot espiritual con el cual creía haberme topado. Más bien era, comenzaba yo a reconocer, un complejo semillero de angustia y de odio, paradójicamente combinado con la 12
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Introducción: “Una abogada de mediana edad” dedicación genuina de Helen y Bill a Dios y al Curso, sin mencionar un amor y preocupación de uno por el otro. Esta paradoja en su relación, a la cual retornaré en capítulos posteriores, también era el reflejo de la antes mencionada paradoja dentro de la misma Helen: un fenómeno que se manifestaba en su disociación de dos casi enteramente separados yos, lo que Un curso de milagros denomina como mentalidades correcta y errada, las cuales representan a Dios y al ego. Esta paradoja, repito nuevamente, es el tema central de este libro, el cual tiene en sí tres partes. La Parte I detalla este conflicto interno de Helen—“El Cielo y Helen”—como se manifestó en sus primeros años. Se fundamenta principalmente en la autobiografía de Helen, la cual presento en una forma tan corregida como sentía que estaba autorizado a hacerlo, y en la cual intercalo mis propios comentarios.3 La Parte II describe ampliamente cómo Helen y Bill se conocieron y cómo ocurrió la escritura de Un curso de milagros, y aquí uso ampliamente el material personal dictado a Helen durante las primeras semanas de su labor como escriba del Curso. Además, cito extractos relevantes de los sueños de Helen, así como de las cartas que Helen le escribió a Bill, y notas del diario personal de Bill. En la Parte III retorno al período de mi asociación con Helen y Bill, la cual comenzó básicamente en 1973, y específicamente evoco mis reminiscencias personales de Helen para discutir sus dos lados, y la resolución última de este conflicto. Una vez trascendida esta dualidad, sólo permaneció su único Ser. Así pues, las Partes I y II cubren el lapso desde la niñez de Helen hasta el otoño de 1972 cuando ella concluyó su labor como escriba del Curso. La Parte III de este libro cubre el período final de su vida, 1973-1981, en que yo estuve tan íntimamente relacionado con ella.
3. Helen y Bill me habían “nombrado” su archivista de todo el material relacionado con Un curso de milagros, el cual incluía las libretas originales de Helen y todos los subsiguientes manuscritos mecanografiados del Curso. Los derechos de autor de este material me pertenecen y aparecen bajo el título de “The Unpublished Writings of Helen Schucman, Volumes 1-22” (Escritos inéditos de Helen Schucman, Volúmenes 1-22). Estos escritos incluyen también la autobiografía de Helen mencionada antes, correspondencia entre Helen y Bill y entre Helen y yo, los sueños de Helen, disertaciones o composiciones para estudios universitarios de licenciatura y posgrado, etc. Cito extensamente de estos escritos en los capítulos subsiguientes.
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PARTE I LOS PRIMEROS Aテ前S
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INTRODUCCION A LA PARTE I El título principal de los capítulos de esta primera parte—“El Cielo y Helen”—fue tomado de un trabajo que Helen había escrito en la escuela de posgrado, alrededor de diez años antes de que comenzara su labor como escriba de Un curso de milagros. Este trabajo cumplía con una “tarea de que describiese un problema específico en nuestras vidas, y cómo lo habíamos resuelto finalmente”. El problema que Helen eligió fue la preocupación que ella tuvo toda la vida con Dios, e introdujo el artículo de la siguiente manera: Esta es la historia de mi búsqueda de Dios. Comenzó cuando yo era muy niña, y terminó, hace comparativamente muy poco, en una nota algo tentativa [obviamente escrita, repito, años antes del Curso]. El que ustedes piensen que yo encontré o no una solución al fin depende en buena medida de cómo vean el problema en sí. Ciertamente podrían decir que, desde un punto de vista, no lo resolví en absoluto, puesto que en la cuestión de Dios no llegué a conclusión alguna. Sin embargo, podrían decir que el problema no era enteramente religioso desde su comienzo, de modo que solucionarlo en términos religiosos realmente no es esencial. De cualquier manera, sí superé una gran preocupación con toda la cuestión, y eso, de por sí, es un tipo de solución.
Obviamente, como la misma Helen afirmara posteriormente, ese no fue el verdadero final de la historia. En su autobiografía inédita, una amalgama de varias versiones editadas que se describirán dentro de poco, Helen recordaba cómo ese trabajo del posgrado había rastreado su temprano interés en la religión a través de una larga serie de decepciones a un sentido de resignación y derrota…una larga y desalentadora búsqueda de Dios, y obviamente estaba escrita desde un punto de vista psicológico más bien que religioso. Ese era el marco conceptual al cual había llegado en esa época, y el nivel en el cual esperaba totalmente que permanecería tanto profesional como personalmente.
Este libro, por el contrario, está escrito desde el punto de vista opuesto—religioso más bien que psicológico—una opinión con la cual Helen estuvo de acuerdo posteriormente. Así que la Parte I se nutre bastante del trabajo que Helen escribió para sus estudios de posgrado, el cual sirvió de base para la antes
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INTRODUCCION A LA PARTE I mencionada autobiografía, y la cual existe en ocho versiones y media—similares en buena medida: la primera fue el trabajo escrito que ella le entregó a la Universidad de Nueva York; cuatro y media más son la primeras versiones corregidas por Helen del trabajo para su autobiografía (la segunda parte fue corregida por ella dos veces, de ahí la mitad); la correción de Helen más tarde combinada con la mía; la corrección nuestra mecanografiada nuevamente por Helen, la cual contenía todavía otros cambios (Helen era una editora compulsiva); finalmente, había otro trabajo escrito para el posgrado el cual trata de sus primeros años, totalmente distinta de las demás en la ausencia de cualquier énfasis religioso, aunque aún contenía algún material religioso. En mis citas aquí he seleccionado la forma que era más consecuentemente utilizada por Helen, así como el material que conozco, basado en mis discusiones con ella a través de los años, el cual es más cercano a la experiencia de ella. Finalmente, puedo advertir que las experiencias de Helen—las cuales ella relegó a lo psicológico al escribir sobre las mismas—claramente no se ajustan a clasificación psiquiátrica alguna (el Manual diagnóstico y estadístico de la Asociación Psiquiátrica Americana no tiene categoría alguna para la experiencia espiritual auténtica, sin mencionar la labor de escriba), sino que más bien sus reacciones a esta voz interior de Jesús reflejaban una vida de conflicto entre estas dos partes de su personalidad: el Cielo o Helen, Dios o el ego.4 En otras palabras, para Helen la pregunta básica era: ¿Soy una hija de Dios, o una hija del ego?. Su vida personal entera reflejaba una vacilación entre estos dos polos, y comenzamos nuestra historia con un relato de este conflicto.
4. La palabra “ego” se utiliza en el Curso para denotar el falso yo que se fabricó en oposición a, y como substituto para el Ser de Cristo que Dios creó y el cual es nuestra verdadera Identidad espiritual.
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Capítulo 1 EL CIELO Y HELEN: INTRODUCCION Mucho más allá de todas las circunstancias materiales y psicológicas de la vida de Helen se puede encontrar una tensión subyacente que fluye a lo largo, casi desde su nacimiento, y que en su intensidad adopta proporciones cuasicósmicas. Era un conflicto entre dos identidades que se excluyen mutuamente, y un conflicto que pareció no haberse jamás resuelto en verdad, ciertamente no en la percepción del mundo. La dinámica de este conflicto fundamental es central para que se entienda la vida de Helen, tanto previa a su labor como escriba de Un curso de milagros, así como durante, y posterior a esta labor. Poco tiempo después de haber comenzado a dictarle el Curso a Helen, Jesús le regaló lo que se llamó una “revelación especial”, la cual refleja en realidad el Ser espiritual de Helen al cual me referí en el Prefacio. El le dijo: Eres totalmente hermosa. Un perfecto rayo de luz pura. Ante tu hermosura las estrellas quedan paralizadas y se inclinan ante el poder de tu voluntad. ¿Qué saben los niños de su creación, excepto lo que su Creador les dice? Fuiste creada por encima de los ángeles porque tu función entraña la creación así como la protección. Tú que eres a imagen del Padre necesitas hacerle reverencia únicamente a El, ante quien me arrodillo contigo (una referencia a una experiencia que Helen tuvo antes de que fuese la escriba del Curso; véalo más adelante, pág. 106).
Y, sin embargo, la opinión que Helen tenía de sí misma era bien distinta, y se sentía muy incómoda con la estimación que Jesús le tenía y no podía aceptarla. En una visión que precedió a la escritura real del Curso, y la cual citaremos en su totalidad en el Capítulo 5, Helen se vio a sí misma hincada ante una sacerdotisa muy santa, también un símbolo de la verdadera inocencia de su Ser. Por largo tiempo Helen no podía mirar la cara de la sacerdotisa, por miedo a la condenación que estaba segura habría de ver allí. Finalmente, miró directamente a la sacerdotisa: Cuando lo hice, se me saltaron las lágrimas. Su cara era amable y llena de compasión, y sus ojos trascendían cualquier descripción…. Ella no
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CAPÍTULO 1
EL CIELO Y HELEN: INTRODUCCION
sabía nada respecto a mí que mereciese condenación. La amé tanto que literalmente caí de rodillas ante ella.
Las líneas iniciales de la Lección 93 del libro de ejercicios sirven como una poderosa aseveración en la cual se resume el concepto negativo que Helen tenía de sí misma, un concepto que en un nivel todos compartimos. Ella lo escondió exitosamente del mundo, pero no tuvo el mismo éxito en esconderlo de sí misma. Crees ser la morada del mal, de las tinieblas y del pecado. Piensas que si alguien pudiese ver la verdad acerca de ti sentiría tal repulsión que se alejaría de ti como si de una serpiente venenosa se tratase. Piensas que si la verdad acerca de ti te fuese revelada, te sobrecogería un horror tan grande que te apresurarías de inmediato a quitarte la vida… (L-pI.93.1:1-3).
Este conflicto fue poderosamente experimentado por Helen en los acontecimientos sucesivos que ocurrieron en el sur de Francia y en Londres, durante un período cuando aún estaba tomando el dictado de Un curso de milagros. Antes de quedarme dormida [en Francia] una noche, un sentido de fortaleza y de dicha increíble surgió en mí, comenzando en el área del pecho y ascendiendo hasta mi garganta y hacia mis brazos. Por varios minutos sentí como si pudiese extender los brazos y tocar el mundo entero y a todos los que lo habitan. Mi sentido de cercanía con ellos era intensamente dichoso. Posteriormente, [en Londres] esta feliz experiencia tuvo una aterradora contraparte en la forma de una sensación de horror sorprendentemente clara. Una tarde me acosté para descansar brevemente antes de prepararme para la cena. Muy inesperadamente se apoderó de mí una rabia asesina tan intensa y tan completamente indiscriminada que literalmente temblando me levanté de un salto. Una cosa grotesca, odiosa parecía surgir en mí e invadir todo mi cuerpo. Estas dos experiencias presentaban un contraste tan chocante que parecían representar el Cielo y el infierno.
Helen me describió esta última experiencia como una en que se sentía poseída por un odio tan intenso que en ese momento creía que podía destruir felizmente al mundo entero, la contraparte exacta de la experiencia anterior cuando el amor—igualmente intenso en su magnitud—fluía a través de ella y abrazaba al mundo. Helen también experimentó un contraste similar en el período inmediatamente
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El cielo y Helen: Introducción anterior al comienzo del Curso. Ahí, el contraste era entre una sacerdotisa “buena” y “malvada”. Retornaremos a esto en un capítulo posterior. En raras ocasiones Helen me expresaba la dolorosa realidad de que ella “no sabía cómo amar”. Ella sabía que su amor por mí, por ejemplo—como discutiremos en la Parte III—era distorsionado grandemente por sus propias necesidades de controlar su miedo a la pérdida y al abandono, así como el defenderse contra su odio subyacente por todos y por todo aquello de lo cual dependía.5 Tan sensible a esta dinámica en otros, y a las trágicas consecuencias personales de este albatros que el ego había colgado de nuestros cuellos, Helen también sabía que ella no podía deshacerse de estas necesidades en ella misma. El conflicto persistente de quién era ella, fluía a lo largo de la vida entera de Helen como fluye un tema en una sinfonía. Cuando estudiaba la licenciatura Helen escribió una composición—probablemente un ejercicio de redacción creativa—que trataba sobre un pececito que quería ser pájaro, y luego, al ser capaz de volar, deseaba ser pez nuevamente, mas a través de todo retenía una insatisfacción fundamental con su suerte en la vida. Aunque escrito con una más que leve ironía, empezando por el título el cual tomó prestado del segundo soneto de Shakespeare, el breve relato refleja la incapacidad de Helen para decidir quién era ella. Este comienza y finaliza con una graciosa nota a su profesor. EL SOLO LLORABA SU DESVENTURA Ciertamente usted merece algún tipo de explicación por esto, pero todo lo que puedo decir es que se me ha estado ocurriendo por algún tiempo, y estaba destinado a ocurrir tarde o temprano. Lo haré tan breve como pueda. --------------------------------------El solo lloraba su desventura Erase una vez que, en el fondo del mar, vivía un triste pececito, y todo el día, lo pasaba sentado en una roca, y cantaba para sí mismo de manera melancólica, algo como esto: 5. Un curso de milagros se refiere a esto como nuestra necesidad de especialismo, brevemente descrito en el resumen que se encuentra en el Apéndice.
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CAPÍTULO 1
EL CIELO Y HELEN: INTRODUCCION
“O un pájaro cuyas alas puede alzar y hasta el cielo volar, Tan feliz tan feliz como pueda estar; Mas un pobre pececito, que también desea volar, Debe quedarse por siempre en el fondo de la mar”. Y más y más se entristecía, y todos los demás pececitos comenzaron a preocuparse por él, hasta que, un día, convocaron a una reunión, para decidir qué podían hacer por él. Y un bondadoso pez volador plateado estaba tan atormentado por su triste amiguito que accedió a prestarle sus alas, para que tratase de ser pájaro por un tiempo, a ver cómo le gustaba. Cuando el desdichado pececito oyó esto, se alegró tanto que casi se olvidó de sí mismo, y sonrió. Entonces el pez volador se despojó de sus alas, y las ató alrededor del cuello de su amigo, y el pececito triste voló hacia el cielo, y se sentó a descansar en la rama de un sauce que habitaba cerca de un arroyuelo. Por un tiempo, era casi feliz, al ser un pájaro. Pero luego, comenzó a sentirse más bien melancólico de nuevo, y se cantaba una canción muy triste, que decía algo así: “En el fondo de la mar, tan cómodo como puede estar, Durante todo el día un pez puede nadar. Es mucho más feliz que un pájaro en el aire Quien por siempre tiene que volar”. Y se entristecía más y más, y todos los pájaros que vivían en derredor quisieron consolarlo, pero no lo pudieron lograr. Y entonces repentinamente, recordó que en realidad él no era un pájaro, así que voló de regreso al océano, y le devolvió las alas al pececito volador, y le explicó que ya no quería ser pájaro. Luego se dirigió tristemente a su roca, y se cantaba una triste cancioncita, que decía algo parecido a esto: “Cómo quisiera yo ser, justo en mi lugar, Un pájaro que en la mar pueda nadar, O un pez que hasta el cielo pueda volar, Tan feliz tan feliz como pueda estar”. Y allí está, sentado a solas sobre la roca en el fondo del mar. Los demás peces nadan hasta él algunas veces, y tratan de animarlo, pero ya nadie parece ser capaz de ayudarlo. ------------------------------------------Así que ahí está, y en verdad puedo decirle que lo lamento mucho, mucho. No volverá a suceder.
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El cielo y Helen: Introducción Ese mismo tema del conflicto intrapersonal se expresaba gráficamente en varios sueños. Un sueño representativo, los otros se considerarán posteriormente, trataba de un pájaro que no podía decidir si su color era azul o si era gris, o incluso si era en lo más mínimo pájaro. La extraña y confusa gimnasia mental del pájaro, así como su comportamiento, en su intento por lidiar con la precaria situación de su vida hacían pensar en cómo la misma Helen lidiaba con su propia situación de vida tan conflictiva. El sueño ocurrió, dicho sea de paso, en 1940, cuando Helen tenía treinta y un años de edad. Como era su costumbre, Helen escribió el sueño como si fuese un cuento corto. El pájaro azul-gris La narración comienza con la línea, “Erase una vez un pájaro azul”, lo cual es sólo parcialmente cierto. Sería más adecuado decir, “Erase una vez un pájaro quien le decía a todo el mundo que era un pájaro azul”. A decir verdad, era gris. Dado que esto era perfectamente obvio, las personas tenían la impresión de que el pájaro estaba algo confundido, pero este no era el caso en absoluto. Tal parece que el pájaro vivía en la época de la guerra civil americana, la cual a menudo llamaban la guerra entre los azules y los grises….6El estaba especialmente interesado en el desenlace final, pero no tenía manera alguna de predecir qué lado ganaría. Y por eso sentía que era más seguro prepararse para cualquier eventualidad. “Siendo un pájaro gris”, razonaba él, “lo mejor que puedo hacer es adoptar la posición de que soy azul. Luego, si los grises ganan, dirán, ‘Este pájaro es gris aun cuando él insiste en que es azul. Ya que es realmente gris ¿qué importa lo que él cree que es? No le haremos daño.’ Por otra parte, si los azules ganan, dirán, ‘Este pájaro gris evidentemente cree que es azul. Ya que cree que lo es, ¿qué importa lo que realmente sea? No le haremos daño.’”… Mientras tanto, el pájaro estaba viviendo en un árbol seco y podrido, completamente sin hojas debido a las interminables batallas. Las ramas estaban quebradas, las raíces estaban resecas, y el tronco se inclinaba peligrosamente. Era, sin embargo, el único árbol que quedaba
6. Aquí y a lo largo del libro, todas las elipsis son mías, a menos que se indique lo contrario.
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CAPÍTULO 1
EL CIELO Y HELEN: INTRODUCCION
en pie después de tantos años de guerra, así que el pájaro no sabía adónde más ir. Para poder mantener su equilibrio en el árbol, el pájaro se vio obligado a reclinarse progresivamente en la dirección opuesta para compensar la declinación de las ramas. Con el paso del tiempo él se volvió bastante torcido; tanto así que ya no podría ser capaz de mantener el equilibrio en un árbol recto, incluso si algún día pudiese encontrar uno. Esto, sin embargo, no le preocupaba demasiado, puesto que sus oportunidades de encontrar un árbol recto eran bastante remotas. Lo que realmente le molestaba eran ciertos elementos contradictorios en toda la situación, los cuales encontraba muy difíciles de reconciliar. Reconocía que cuando un pájaro está en dificultad, se aleja volando. Mas había allí un pájaro quien, a pesar de sus muy difíciles condiciones de vida, no sólo no se había alejado volando, sino que ni siquiera había tratado de hacerlo…. Era posible, pensaba…que en realidad no fuese un pájaro en absoluto. Esto, por supuesto, explicaría por qué no se hubiese alejado volando. Pero también significaría que nadie podría considerar seriamente su problema básico como primordialmente una dificultad en percibir el color, lo cual habría de dejarlo tan pobremente equipado para lidiar con la paz como con la guerra. Quizás afortunadamente, bajo las circunstancias, él tenía que admitir como un pájaro práctico que arreglárselas para vivir la guerra de principio a fin era probablemente lo más que él podía manejar. Ejércitos de ambos lados aparecían de la nada, destruyéndose unos a otros debajo del árbol. La tierra empapada de sangre temblaba debajo de ellos, y el ruido era ensordecedor. Probablemente no tenían conciencia del pájaro y su árbol, pero los efectos en ambos eran devastadores. Sabiendo que posiblemente el árbol no podría durar mucho más tiempo, no tenía sentido alguno el preocuparse por lo que sería de él en una paz hipotética.
La forma de Helen de lidiar con su crisis de identidad “azul-gris”, Dios-ego era esencialmente aceptar el conflicto como real, negar el lado espiritual que la conectaba con Dios, y de algún modo salir adelante con el asunto de la supervivencia de su ego en un campo de batalla “empapado de sangre” de un mundo en el cual ella sabía que finalmente no había esperanza. El árbol podrido en el cual vivía el pájaro representaba el concepto del yo de Helen, y el estado frágil de la
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