Winnie
va por el oro
(Para Cafeneo Menas – K.P.) Para todos aquellos que como yo, jamás ganarán una medalla de oro, pero disfrutan participando en todo – xx
innie W va por el oro Título original: Winnie Goes for Gold © 2012 Oxford University Press, por el texto © 2012 Korky Paul, por las ilustraciones Traducción: Sandra Sepúlveda Martín Publicado originalmente en inglés en 2012. Esta edición se ha publicado según acuerdo con Oxford University Press. D.R. © Editorial Océano, S.L. Milanesat 21-23, Edificio Océano 08017 Barcelona, España www.oceano.com D.R. © Editorial Océano de México, S.A. de C.V. Blvd. Manuel Ávila Camacho 76, piso 10 11000 México, D.F., México www.oceano.mx www.oceanotravesia.mx Primera edición: 2015 ISBN: 978-607-735-080-4 Depósito legal: Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida por ningún medio sin permiso del editor. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. IMPRESO EN ESPAÑA / PRINTED IN SPAIN
Laura Owen y Korky Paul
Winnie
va por el oro
n e t i d n o o C
La pijamada de Winnie 7 7
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La niĂąera
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Winnie
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La pijamada de Winnie Winnie se despertó en medio de la noche. Envuelta en sus cobijas y rodeada de oscuridad, se preguntó qué la había despertado. Silencio. No percibió el ruido familiar de Wilbur roncando y gruñendo. —¿Wilbur? —Winnie levantó su varita.
¡Swish!—. ¡Abracadabra! 7
Un extremo de la varita se encendió como una linterna e iluminó la habitación con un rayo de luz. Winnie deslizó sus pies en unas pantuflas, se puso una bata y salió al pasillo oscuro. Se sentía muy sola deambulando por la enorme casa. —¿Wilbur? Winnie abrió una puerta tras otra, pero la única respuesta que obtuvo de los cuartos vacíos fue su propio eco.
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—¿Dónde estás? —preguntaba Winnie. —¿Dónde estás? —respondía el eco. —¡Estoy aquí, mentecato! —decía Winnie. —¡Estoy aquí, mentecato! —decía el eco.
¡Pas! —¿Qué fue eso? Winnie se apresuró escaleras abajo, hacia la cocina, iluminando la casa con su varita-linterna.
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—Wilbur, ¡estás ahí! —¡Miaaau-ñam-ñam! —dijo Wilbur, relamiéndose los bigotes. —¡Zancudos, Wilbur! ¡Has preparado más comida de la que podemos comer en una semana! —dijo Winnie—. Pero tengo una idea… —¿Miau? —Vamos a organizar una pijamada. —¡Mia-ja-jau! —rio Wilbur. —¡No es una fiesta para pijamas! Eso sería tan tonto como un caracol tomando clases de baile. Es una fiesta en la que los invitados se quedan a dormir. Tenemos habitaciones vacías y mucha comida. Y me gustaría poder hablar con personas, no sólo con gatos y ecos. —¡Mrriau! —Wilbur frunció el ceño.
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