Historia de la diabetes
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a palabra “diabetes” se origina del griego diabetes que quiere decir “correr a través”, en referencia a la gran cantidad de orina que regularmente tiene que eliminar una persona con esta condición. Es una condición que se distingue por niveles anormalmente altos de glucosa en la sangre, por lo cual el cuerpo genera un exceso de orina como su única forma de eliminar el exceso de glucosa que no se está usando por las células. Las primeras referencias en la historia, sobre la diabetes, son muy antiguas. Por ejemplo, en el papiro de Ebers9 descubierto en Egipto y que data del año 1550 antes de Cristo, ya se describían síntomas que corresponden a la diabetes. Para más o menos esta misma época, los practicantes de medicina tradicional de la India utilizaban una prueba rudimentaria con sus pacientes en la que les pedían que orinaran en la tierra y a continuación observaban si las hormigas se veían atraídas a la orina. Como la orina de un diabético es alta en glucosa (azúcar) las hormigas no fallan en ser atraídas a ella en busca del azúcar. De esta forma se podía determinar si la persona era diabético o no. En los antiguos textos de la India describían la diabetes como una condición de “orina con sabor a miel”. Para el año 129, Galeno de Pérgamo10, que fue uno de los médicos más destacados de la antigüedad y quien había aprendido de los
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Papiro de Ebers: el “papiro” es un material parecido al papel que se fabricaba usando las hojas de una planta acuática muy común en el río Nilo, en Egipto. El papiro Ebers es uno de los escritos más antiguo que se conocen sobre la medicina y sobre los tratamientos médicos. El nombre “Ebers” proviene del apellido del investigador alemán de historia egipcia George Maurice Ebers que lo compró. 10 Galeno de Pérgamo: más conocido como “Galeno” fue un médico griego (Pérgamo era un territorio de Grecia) cuyos puntos de vista dominaron la medicina europea por más de mil años. A los médicos también se les llaman “galenos” en referencia a Galeno de Pérgamo.
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escritos de Hipócrates11, describió los síntomas característicos de la diabetes de exceso de orina, sed, hambre y de pérdida de peso. Los antiguos griegos describían a la diabetes como una enfermedad que hacía que el cuerpo se derritiera para convertirse en agua azucarada. Como las personas con diabetes pueden perder bastante peso en un constante orinar mientras su cuerpo tiene dificultad para utilizar la glucosa de la sangre, esta era una observación bastante descriptiva de lo que le pasa al cuerpo de un diabético. En la Antigua Persia (donde hoy está el país que llamamos Irán), un practicante médico de nombre Avicenna, alrededor del año 1020, creó un voluminoso escrito que se llamó “El Canon de la Medicina”, donde describía a la diabetes con síntomas de “apetito anormal y colapso de las funciones sexuales”. Hoy en día, sabemos que la impotencia sexual es uno de los efectos negativos más comunes en los hombres diabéticos. A veces usted verá que se utiliza el término “diabetes mellitus” donde la palabra “mellitus”, que proviene del griego “mel”, quiere decir “miel”. Se la añadió Thomas Willis en el año 1675, cuando notó que la orina de un paciente diabético tenía sabor dulce, como a la miel. Sí, a este señor se le ocurrió probar la orina de un paciente diabético y descubrió que era bien dulce, lo cual ocurre debido al exceso de glucosa (azúcar de la sangre) que contiene. Ya en el final del siglo XIX, un célebre farmacéutico francés, Apollinaire Bouchardat, afirmaba que la diabetes estaba íntimamente relacionada a la obesidad y a la vida sedentaria. Para el año 1880 Bouchardat, a quien se le considera el padre de “la diabetología” (el
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Hipócrates: Se le considera “el padre de la medicina”. Fue un practicante médico que nació alrededor del año 450 antes de Cristo en Grecia. Se dice fue el primero que separó la religión de la medicina al opinar que las enfermedades eran causadas por factores ambientales y de dieta en vez de ser “castigos de los dioses” o tener otras causas basadas en supersticiones. Se le atribuye haber creado los principios del “código hipocrático” que es un antiguo escrito que sirvió como base para establecer los aspectos éticos de la práctica de la medicina. 40
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estudio de la diabetes), recomendaba una dieta baja en “glúcidos” (carbohidratos) para controlar la diabetes. El término “glúcidos” es más correcto que el término “carbohidratos”, que en realidad viene de una adaptación del inglés “carbohydrates”. Personalmente, como escribo para un público que no necesariamente es un grupo de profesionales de la salud, prefiero usar el término “carbohidratos”, ya que es un término más conocido, aunque entre los profesionales de la salud y catedráticos se utiliza mayormente “glúcidos” o “hidratos de carbono”. El tratamiento de la diabetes tuvo que esperar por miles de años hasta que la ciencia logró un mejor entendimiento de la condición. Nadie estaba seguro qué parte del cuerpo era la que estaba enferma. Pensaban que podía ser el estómago o quizá los riñones por el exceso de orina. Tal vez era el hígado, pensaban otros. No fue sino hasta el 1889 que estas dudas fueron aclaradas. Ese año dos científicos alemanes, Oskar Minkowski y Joseph Von Mering estaban investigando la digestión de las grasas. Ellos sabían que el páncreas de alguna manera estaba involucrado en la digestión de las grasas, así que experimentaron removiéndole el páncreas a dos perros. Para su sorpresa los dos perros se volvieron diabéticos. Así fue que se supo que la diabetes estaba relacionada al páncreas. El próximo paso necesario fue el de encontrar qué cosa era lo que contenía el páncreas que hacía que la gente no desarrollara diabetes. Resultó que un artículo que se había publicado veintitrés años antes por Paul Langerhans, describía un grupo de células del páncreas para las cuales el investigador Langerhans no había podido descubrir un uso o función. Poco después, un par de canadienses, Frederick Banting y Charles Best, tuvieron éxito cuando extrajeron una sustancia de esas células que Langerhans había descrito, que al ser inyectada en perros diabéticos les reducía la glucosa de la sangre. ¡Habían descubierto la insulina! En enero de 1922 Banting y Best probaron inyectándole su extracto a un niño de catorce años que se estaba muriendo de diabetes y le salvaron la vida. Así fue que la diabetes dejó de ser una enfermedad mortal.
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Como verá, la diabetes tiene una larga e interesante historia y ya lleva muchos miles de años con nosotros. El problema es que la diabetes es una enfermedad que va en aumento, por lo cual cada década afecta a una mayor proporción de la población mundial. La medicina moderna ha mejorado muchísimo en su habilidad de tratar los síntomas y las complicaciones de la diabetes, pero la realidad sigue siendo que estamos perdiendo la batalla contra la diabetes, porque cada vez hay más proporción de diabéticos en la población, además de que la diabetes infantil ha continuado en aumento y cada vez son más y más los niños que se diagnostican con diabetes. Me ilusiona la posibilidad de que usted pueda, con la ayuda de los datos de este libro, levantar conciencia sobre el tema, y no sólo ayudar a controlar su diabetes o la de un ser querido, sino que pueda también evitar que algún niño o niña de su familia tenga que ser víctima de esta enfermedad, que entiendo que en una gran mayoría de los casos se puede evitar. Es cierto que existen factores hereditarios para desarrollar diabetes. Pero debe usted saber que los “factores hereditarios” no son una condena final y firme de que se tendrá diabetes. Los factores hereditarios sólo establecen una predisposición a desarrollar diabetes. Digamos que los factores hereditarios hacen que la diabetes sea más posible, pero no significan que alguien tenga que tener diabetes. Obviamente, si alguien tiene padres y abuelos diabéticos tendrá mayores probabilidades de padecer diabetes, pero eso no significa que tiene que desarrollarla. La diabetes se puede evitar si se aplica un “estilo de vida” saludable donde no se abusen de los carbohidratos refinados, los almidones, ni las azúcares.
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