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H (En busca del hombre metroemocional) IG
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© Rosetta Forner Veral, 2007. © de esta edición: RBA Libros, S.A., 2019. Avda. Diagonal, 189 - 08018 Barcelona. www.rbalibros.com Primera edición: enero de 2009. Primera edición en RBA Bolsillo: mayo de 2019. ref.: obol395 isbn: 978-84-9187-418-8 depósito legal: b.9.682-2019 pleca digital · preimpresión Impreso en España · Printed in Spain
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Queda rigurosamente prohibida sin autorización por escrito del editor cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra, que será sometida a las sanciones establecidas por la ley. Pueden dirigirse a Cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesitan fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47). Todos los derechos reservados.
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No hay una masculinidad universal, sino múltiples masculinidades, al igual que existen múltiples femineidades. Las categorías binarias son peligrosas porque diluyen la complejidad de lo real a favor de esquemas simplistas y forzados. Malestar también por la condena «en bloque» de un sexo que se parece mucho al sexismo. Malestar, en suma, por la voluntad de «reeducar» a los hombres, lo que desempolva recuerdos vergonzantes. El eslogan implícito o explícito de «cambiar al hombre», más que el de «luchar contra los abusos de ciertos hombres», revela una utopía totalitaria. La democracia sexual, siempre imperfecta, se gana paso a paso. A fin de cuentas, uno se puede preguntar si la noción simplificadora y unificadora de «dominación masculina» no es un concepto obstáculo. Este concepto globalizador, que constriñe a hombres y mujeres en dos campos opuestos, cierra la puerta a toda esperanza de comprender su influencia recíproca y de medir su común pertenencia a la humanidad. El dualismo de oposición produce una nueva jerarquía de los sexos de la que nos pretendemos libres. A la jerarquía del poder que se combate se opone una jerarquía moral. El sexo dominador se identifica con el mal, y el oprimido con el bien. Esta sustitución se ve reforzada por el nuevo estatuto dado a la víctima... ... Se impone una evidencia más general: la víctima siempre tiene la razón. Como señala Paul Bensousan: «La corriente dominante impone la creencia de que la víctima dice forzosamente la verdad porque es la víctima». En un texto de 1989, Luce Irigaray hace explícita la oposición entre hombres y mujeres y la idealización de estas últimas. «El pueblo de los
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hombres hace la guerra en todas partes. Es tradicionalmente carnívoro, a veces, caníbal. Tiene, pues, que matar para comer y dominar cada vez más la naturaleza.» El pueblo de las mujeres, movidas por su virtud materna, representa lo contrario. Este feminismo hace causa común con la ecología y la filosofía vegetariana. (Se trata de la primera consecuencia del maniqueísmo sexual: el separatismo.) Otra corriente del nacionalismo femenino (MLF, 1970), expresa un segundo aspecto del maniqueísmo sexual. Tras afirmar: «Nosotras somos el pueblo» (lo que significa el verdadero pueblo, el de los proletarios), «las mujeres están investidas de misiones en otro tiempo propias del pueblo en armas o del proletariado: la revolución, la erradicación de todas las opresiones, el advenimiento de la nueva humanidad». Si se piensa, como hacen algunas, que no hay nada que esperar de los hombres enfrascados en su cultura de la dominación, la salvación sólo puede provenir de las mujeres, sus víctimas, que son por naturaleza bienhechoras y pacíficas.
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contenido contenido
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1. El príncipe azul no existe y, además, destiñe 2. Responsabilidades O – Las damiselas les han pillado la medida a losChombres R – Muchas mujeres se empecinan en relacionarse con O P de lija por el hombres que sólo les pasarán un papel corazón DO I – ¿Por qué a algunas mujeres, G damiselas de diadema floja, no les interesa que TElos hombres dejen de ser Osus emociones? malos y sepan expresar R P 1. Revancha femenina L moral 2. Superioridad IA R 3. Diferencias E entre hombres y mujeres 4. LesTgusta tener inferiores a los que maltratar A 5. MVictimismo A6.. La libertad de ser una misma B R 7. ¿Qué les quedaría a ellas? 8. Falta espiritualidad 9. Falta humanidad 10. Se fomenta la infidelidad a uno mismo 11. Liberación sexual no es igual a liberación emocional 12. Siguen aferradas a un hombre que les ningunea el alma 13. Vengarse del padre
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– Llegamos a la esclavitud masculina 30 – Existen los hombres metroemocionales 31 3. Introducción a la edición de 2005: En busca del hombre metroemocional 33 a) Cuando las mujeres dominen el mundo 33 b) Manner, manner... Hombres, hombres... 35 36 – También a ellos les han vendido la moto – La única manera de satisfacer el ansia de ser deseado es abrazar el camino del desarrollo personal 38 40 – Se lanzan más aún de cabeza al consumismo HT IG 41 – Cito textualmente a G. Easterbrook R – Dependiendo de la pareja que tengamos, así será Y P nuestro éxito 43 O C – El dating, o sea, el ligar en tiempos de liberación feR menina 45 O P – Mi clasificación tipológica de Homos 46 O se refleja el as– En las relaciones sentimentalesDsólo I pecto o experiencia disfuncional 47 G de éstas – Nunca, nunca, nunca hay TEque fingir ser quien uno O uno es 49 no es ni esconder quien R – Creo firmemente Pque dos almas pueden establecer L 50 contacto antes IAde conocerse físicamente
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PRIMERA PARTE EL ORIGEN DE TODO INFORME
1.RUna publicista en busca del hombre metroemocional 2. Cenando a la luz del coaching 3. Los primeros pasos de toda búsqueda 4. Primeras citas 5. Primeras sorpresas 6. Más citas, más sorpresas, más de lo mismo 7. Reencuentros en la tercera fase 8. Sabias reflexiones emocionales
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9. El príncipe azul destiñe. Y ellas... usan tinte malo 10. La reconversión femenina de los hombres 11. Conversando con hombres emocionales y emocionables 12. El triunfo de la emoción y la rebeldía 13. Cuerpos con alma humana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . SEGUNDA PARTE EL INFORME
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IG 201 Prólogo R 203 1. La pareja desparejada PYfe– Reflexiones sensatas sobre las consecuenciasOdel C 203 minismo del siglo xx R a) «La razón primera del feminismo,Oy en ello coinciden todas las tendencias, es laP de instaurar la O las relaciones igualdad de sexos y no la deD mejorar I entre hombres y mujeres» G . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 204 b) «Revancha indiscriminada» TE . . . . . . . . . . . . . . . . . . 205 O . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 206 c) La lucha por la igualdad R P que empañan el corazón hud) Nuevas adicciones L . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 207 mano. . . I. A R tiempos de Internet . . . . . . . . . . . . . . . . 210 2. El amor enElos T 211 3. Preconclusiones antes de la redacción del informe A la era capitalista también llegó el aislamiento so– Con M . y la soledad del individuo como consecuencia diAcial B R recta del desmantelamiento de la estructura familiar tradicional 212 – Las claves de la felicidad no están en lo material 213 – Demasiadas mujeres andan desesperadas a la caza y 214 captura de novio – Internet es una Celestina libertina de ancha manga que cobija a todos los «expertos en prueba de producto» 214 215 – La moda es fingir que uno es lo que no es 11
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– Todo depende del grado de hambruna y del tiempo que lleve buscando un apaño o un tapahuecos emocional 217 – ¿Qué entiende la gente por amor en los tiempos de Internet? 217 – Las relaciones sentimentales son algo de «quita y pon», tan fáciles de reponer como un teléfono móvil 218 – Las relaciones sentimentales se enfrentan con una reconversión 218 T – Los expertos en temas de singles olvidan que un ser H IG219 humano no es un par de zapatos R – Las empresas celestineras alimentan su base de datos Y . .P . . . . 220 con variables cuantitativas . . . . . . . . . . . . . . . . O . . . . . . . . 220 – Olvidan el factor corrector . . . . . . . . . . . . . . C R de la – La clase se lleva en el alma, no es producto PO cartera 221 O – ¿Habrá llegado a su fin la era deD I las relaciones autén- 222 .................... ticas? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .G – De no haber tanta necesidad TEde otros, de compañía, si O fuéramos de verdad R auténticos individualistas, ¿busP pareja… en Internet? . . . . . 222 caríamos amigos, ligues, – Si el objetivo Ies ALmitigar la soledad, basta con hallar R un rato deEcompañía. Un cuerpo que respire es sufiT 222 ciente. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . A 223 – ¿SonMtodas y todos así? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . – ¿Y A.si verdaderamente hay gente que merezca la pena? 223 B R– Definirse y posicionarse según una escala de valores 224 224 – ¿Y qué hay de los últimos románticos? . . . . . . . . . . . . 4. Las tipologías de Homos «sapos-sapetes-sapones» que nunca se convertirán en príncipes por más que les besen y con ello a las damiselas se les aflojen sus diademas 225 1. Homo Escapatus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 225 236 2. Homo Atrapatus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 242 3. Homo Casatus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12
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4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11.
Homo Asustatus. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Homo Mariposatus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Homo Florerusatus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Homo Sacrificatus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Homo Amantisatus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Homo Modernitatus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Homo Damiselatus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Homo Rebelatis
5. Hombre metroemocional TERCERA PARTE POSTINFORME DE LA AUTORAO
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1. Creencias alimentadoras de la brecha «infinita» existenP animus (lo masculite entre el anima (lo femenino) y elO D no) en todos los seres humanos I G – Imagina la realidad de otraEmanera . . . . . . . . . . . . . . . T con aspiraciones a rango 2. Reflexiones para los hombres O de metroemocionales, PRo sea, en fase de adaptación emoL la que han escogido vivir cional a la épocaAen I – Un poco deRreflexión prometroemocional 1.ª Fase TE 2.ª FaseA .M 3.ªAFase B4.ª Fase R 3. La guía que toda mujer debería consultar si quiere adentrarse en el universo del hombre metroemocional 4. Preguntas que toda alma debería plantearse con el fin de averiguar si el hombre candidato es un Vulgarus, Clasicus, Discolus, Originalis, Genialis o Metroemocional del siglo xxi
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EPÍLOGO
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Reflexiones (y confesiones) a propósito del «Informe: En busca del hombre metroemocional»
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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1 El príncipe azul no existe y, además, destiñe
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R de En opinión de muchas mujeres, no existen hombres buenos, Y fiar, que sepan amar, comprometidos, esto es, queO noPhuyan ante C la menor insinuación de la temida palabra compromiso. R Demasiados cuentos de hadas. O Demasiadas milongas antifeministas. P Demasiados remilgos y cuentos chinos. DO I A las niñas se les sigue inculcando G que son princesas y que deE ben esperar, aguardar, soñar,To alelar (versión del siglo xxi del Oa un príncipe azul que las saque de su anhelar de siglos anteriores) R despiste emocional y lesPdé el rango de mujeres triunfadoras en lo sentimental. AL I Ral príncipe azul... cuando en verdad éste no sólo Tanto esperar E T no existe sino que encima destiñe. A que la mujer deba poner su destino emocional al Es mentira M ralentí, A. en espera de un hombre que sólo es posible en un cuenB to R antihadas (porque los verdaderos cuentos de hadas no fomentan flojera de la diadema sino solidez y dignidad de corona regia). Es falso que toda mujer es princesa hasta que un hombre —eso sí, guapo, alto, joven, exitoso, carismático, etc. etc. etc. de memeces...— llegue a su vida y la haga sentir mujer. Tantas tonterías han acabado por marearles la diadema. Si bien es cierto que algunas se bastan para mareársela hasta la náu15
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sea... Es ver u oler la presencia de un macho de la especie humana y ponerse a babear tonterías. Entornan los ojitos, hacen mohines y despachan sin contemplaciones todas sus neuronas. En una ocasión, una famosilla de tres al cuarto comentó que ella se hubiese acostado con el fallecido John John Kennedy sin preservativo. La razón: ante semejante (sic) pedazo de hombre, a ella le hubiese traído todo al pairo. En dos palabras: In-dignante. O sea, que quita la dignidad. T No existen los príncipes azules, eso es cierto. Asimismo,Hes IG cierto que existen hombres buenos que saben amar y compromeR terse, que no ningunean ni mienten, ni dejan tirada a una mujer PY cual colilla. CO «¿Dónde están?», te oigo gritar. R En sus vidas, te respondo yo. O P Están en sus vidas cotidianas. Eso sí, algunos de ellos no llaO ni altos, ni esbeltos, ni man la atención porque ni son guapos, ID (¡superejecutivos triunfadores al uso del Club del Redil con suG perdeportivo y supertraje caro!). TEAlgunos son simplemente seres O ser felices, mejorar cada día como humanos que se esfuerzanRpor P aprender... No van por ahí de ligue seres humanos, evolucionar, L en ligue, ni de pareja en IA pareja y tiro porque me toca. No todos R son altos ejecutivos, E ni falta que hace. No todos tienen un monT tón de amigas A (con derecho a roce, eso sí) mientras hallan a la mujer deM su vida, a la que desposarán y llenarán de niñitos. Sin embargo, A. las damiselas de diadema floja los prefieren única y exB clusivamente supertriunfadores con la cartera llena de pasta —y R no precisamente italiana—. ¿Y qué pasa con los demás? ¡Que les den! Ellas, las damiselas, por un momento masculino, esto es, una relación amorosa de un ratito —aunque sólo sea eso—, están dispuestas a mirar para otro lado, o no mirar, taparse la nariz y amarrarse los brazos para no tenerle que dar un sopapo en caso de 16
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que al caballerete le dé por pasarse de la raya. Que pasarse, se pasará, seguro. ¡Pobres hombres normales! No hay quien les defienda, ni defina ni agrupe. Muchos de ellos, después de haber sufrido el acoso y derribo de una diadema floja, han optado por disfrutar de su soltería y serenidad recuperadas y viajar, estudiar, holgazanear, trabajar en sus metas y, sobre todo, disfrutar de su vida humana. Están «fuera de mercado», esto es, se han largado del mercado de la carne y han puesto a buen recaudo sus dignidades y vidas. HT IG ¿Y del amor, qué? R Mejor dejar que la sorpresa del destino actúe que irY de caza de Pel corazón damiselas que lo único que harán será desgarrarles COalegaciones y además de inundarles la mente con imposiciones, R peticiones de imposible resolución. O P barruntando. «¡Eres de lo más machista!», te imagino O Si lo quieres ver así... No seré yo D te lleve la contraria. I la queacerca Ahora bien, te invito a reflexionar de lo siguiente: G E buenas, honestas, «¿Crees que todas las mujeresTson de fiar, saben O comprometerse, son maduras emocionalmente...?». R Yo sé que NO todasPlo son. L Las reinas, sí. IA R NO todas las mujeres quieren ser reinas, esto Lo cierto esEque T es, asumir las riendas emocionales de sus vidas. Muchas, desgraA para ellas y, de paso, para los hombres y las reinas, ciadamente M prefieren A. ser damiselas de aflojada diadema. B R Hace tiempo leí en un libro de Robin Norwood (la autora del clásico Las mujeres que aman demasiado) que ella había descubierto por qué las mujeres se liaban con tipos indeseables cuando lo que, aparentemente, deseaban sus corazones era vincularse con hombres honestos. Lo averiguó en uno de sus seminarios con mujeres. Les presentó dos perfiles de hombre, a saber: uno describía a la perfección ese hombre ideal (Mister Perfecto, le llaman en inglés); el otro describía al canalla con el que, supuestamente, nin17
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guna mujer quería toparse. Las mujeres asistentes al seminario votaron unánimemente el perfil del hombre bueno. Sin discusión. Estaban todas de acuerdo en que ÉSE era el hombre que debían encontrar, el verdadero «príncipe azul»... Ahora bien, éste no tenía carroza ni paje ni perrito que le ladrase... Me explico. Robin Norwood (doctora en Psicología) obvió intencionalmente un dato, en realidad obvió dos, a saber: la profesión, y el estatus socioeconómico representado por el coche en posesión. HT El canalla era un alto ejecutivo con un Porsche o similar,IG y reR sidencia de alto standing en un barrio chic y caro. Py Ydomicilio El bueno era albañil o similar con coche utilitario CO en un barrio normal, proletario, de clase media (la habitual). R ¿Quién ganó esta segunda vuelta electoral? PO ¿Lo adivinas? «Mmmmm... ¿El canalla?» DO I ¡Bingoooooooo! G Y no sobran las explicaciones. TE O que ésa era la razón, o más bien Robin Norwood les comentó R P anhelando sus corazones un hombre la explicación de por qué, L bueno, acababan siempre liándose con canallas: en realidad el IA R interior de un hombre les traía al pairo. Lo que de verdad les imE T portaba, y determinaba su elección, era el exterior, esto es, la proA fesión, elM coche... Por tanto, era cierto que el estatus socioeconó. mico A era primordial y primaba más que ninguna otra variable. B Ellas, R las mujeres, los preferían exitosos aunque fuesen canallas: si es rico y exitoso, se le perdona que sea canalla. Si es menos rico y menos exitoso de lo que ellas desean, se le pasa por el microscopio para buscarle defectos, y si no, se inventan los defectos o los contras, claro. No todas las mujeres quieren hombres buenos. A muchas les importa más la apariencia, lo externo, que un buen corazón. 18
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A muchas, los hombres buenos les aburren. Eso sí, se quejan de que sólo encuentran canallas que les raspan el corazón con un papel de lija. ¡Como si todas ellas fuesen superexitosas, fantásticas, maravillosas, guapísimas y súper en todo! Ni falta que les hace, porque los falsos cuentos de hadas les han hecho creer que ellas, a lo único que tienen que dedicarse es a ser monas y tontas. El éxito, etcétera, queda para el hombre. Por eso, probablemente están tan desesperadas por «cazar a uno». Seamos ImpInc (Impolíticamente Incorrectos), y digámoslo claro HT IG su y alto: algunas son arpías de armas tomar, dispuestas a vender R alma al diablo —y no hablemos de la dignidad— por atrapar a un PY buen ejemplar de Homo Sapiens. CO y triunMuchas de ellas piensan que los hombres inteligentes RPor consiguiente, fadores no se casan con mujeres ídem a ellos. O P tonta y ponte tetas y «si no te quieres quedar soltera, hazte la O mona», podría ser la consigna. De hecho, ID así lo es para las mujeres que van de damisela entendedora. G Antes de que me lo digas, te TElo diré yo: ellos también son como O ellas, canallas, tramposos,Rmentirosos, aprovechados, interesados P tontas y con tetas de silicona o simpley... las prefieren monas, L o forman un club al que no pertenecemente tetonas. Pertenecen IA R ría si me admitiesen como socia (parafraseando a Groucho E Marx). Ellos,Tlos canallas, los Homo Escapatus, Mariposatus, AtraA patus, Florerosatus, Amantisatusatus..., prefieren damiselas de floM . ja diadema. A RBPor consiguiente, no busques príncipes azules sino hombres metroemocionales. ¿La prueba del algodón? Si destiñe, no es metroemocional. No obstante, las mujeres, para poder hacerle la prueba del algodón, antes tendrán que coger las riendas emocionales de su vida, asumir la responsabilidad de lidiar con sus destinos, saber quiénes son y aprender a amarse de verdad a sí mismas. Porque 19
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sólo una reina se atreve y es capaz de averiguar si un caballero está o no a la altura de su corona. Muchas damiselas han contribuido al desprestigio de los hombres: no todos son malos ni canallas. Los hay buenos y muchos. No todo «sapo» lo es. ¿Cómo lo sé yo? Muchas damiselas califican de «sapo, sapete, sapón» a todo hombre que no se adaptó a sus caprichos o se plegó a sus exigencias. HT digSi las damiselas fueran más sensatas, cuerdas, maduras IyG R nas... se hubiesen largado de la vida de un hombre que Y o bien no P en ablas amaba como les hubiese gustado o no las queríaOamar soluto. Las personas estamos en nuestro derecho C de amar a quien R de todo, ¡falnos dé la real gana, donde, como, cuando y O a pesar P taría más! O «Cuando un hombre no te ama, D I lárgate de su vida», debería ser la consigna. G E empecinan en forzar la situaSin embargo, las damiselasTse O ción y en obligar al hombre R a que las ame, actitud que muestra claramente que ellas, y P nadie salvo ellas, son las que NO saben L amarse a sí mismas.IA Toda persona ERque se ama a sí misma cuida de ella, se respeta y T se hace respetar. A son sapos. Algunos son simplemente hombres que No todos M cayeron A. en las garras de las damiselas de diademas flojas. B RMuchos más de los que las damiselas se imaginan y quieren aceptar, son buenas personas, un poco inocentes, eso sí, porque de haber tenido más picardía tal vez no hubiesen caído en la trampa damiseril. Y ¿qué hay de los canallas? Ah..., a ésos se les ve venir, o deberíase. En este libro doy cuenta de unas cuantas tipologías de Homo «sapus-sapetes-sapones». No obstante diré que basta con averi20
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