Aristeo Jiménez (1960) Aristeo Jiménez nace en Ahualulco, San Luis Potosí en 1960. Realiza estudios en Artes Visuales de la UANL y diseño de indumentaria en Arte, AC. Como Foto-reportero ha trabajado para los diarios el Porvenir y Norte de Monterrey. Su obra ha participado en numerosas exposiciones colectivas e individuales en Monterrey, Cd. De México, San Antonio, Tx., Los Ángeles, San Francisco, New York, Madrid, Paris y Roma. Fue becario del FONCA, generación 1991-92. Ha colaborado con sus fotografías en las principales publicaciones regiomontanas y del país tales como Cuartoscuro y Luna Córnea, entre otras. Autor de las fotografías y textos de este libro.
Rodolfo Saldivar Villarreal (1948) Rodolfo Saldivar nace en H. Matamoros, Tamaulipas en 1948. Contador Público del ITESM y Fotógrafo en color, y blanco y negro, por la Escuela Activa de Fotografía. Ha estudiado fotografía con fotógrafos como Lázaro Blanco, Ireri de la Peña, Pedro Meyer, Francisco Mata, Saúl Serrano, José Parcerisa, Irlanda Orrostieta, LMI, etc. Incansable fotógrafo de paisaje y retrato en formato digital y profesional en Photoshop©, ha participado en algunas exposiciones fotográficas en la Ciudad de México. Recopilador y editor de este libro. 1
Prรณlogo
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Cantina de Basilio.2016 — en Viesca (Coahuila).
A las siete de la mañana, por la privada Magnolia en una vecindad de casas de madera llamadas las casas azules, una mujer de larga cabellera negra barre la banqueta, luego se dirige a la cocina y en una gran sartén derrite manteca de cerdo donde fríe una olla de frijoles recién cocidos, sobre el piso de cemento pulido duermen siete niños que se despiertan con el chirriar de la manteca y el olor del café de olla sobre la estufa de petróleo, ese será el almuerzo, comida y cena de esos aún somnolientos niños, entre ellos yo, como soy el mayor me despacha con una tina de nixtamal al molino de Doña Sagrada porque ya aprieta el hambre. Barrio de La Moderna. Monterrey.1972. Aún no cumplía los quince años de edad, cuando me colgué una pesada cámara Canon T al cuello y salí corriendo por la empedrada calle de Francisco Sosa a tomar mi primera foto----Una vendedora de alcatraces----- después en una librería de viejo por la calle Centenario compré mi primer libro de imágenes de un fotógrafo francés --Eugene Atget-- mi capacidad de asombro sigue intacta, pero todos los días al abrir la puerta sigo espantando a ese terrible mal del prejuicio. Villa de Coyoacán, Ciudad de México.1977. En la fotografía, ser original es una virtud, querer serlo es una enfermedad. De entre tus fotografías, ten cuidado de las que te gustan, esas son las más peligrosas. Si te gustan es porque se parece a la obra de un fotógrafo a quien admiras. Las que no te gustan, ésas, tienes alguna esperanza de que sean tuyas. — Remedando a Max Jacob
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CafĂŠ Marte. Coahuila. 2016
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Tres zopilotes, Cañón de Ahuichila. Coahuila. 2016 5
Laguna de Mayrán, desierto de Viesca. Coahuila. 2016
Me despierto a diario con la angustia de haber perdido esa curiosidad por seguir esa vía del tren hasta hallar el final del recorrido.
Quién fotografía para gustarle a los demás, quizás sea un buen fotógrafo pera jamás será un artista. — Remedando a Onetti Cuando amanece en el desierto El Dorado, te sorprendes al ver cruzar en el camino un correcaminos, una tortuga o un coyote bebé. Es deliciosa la nieve de pitahaya o el dulce de biznaga pero, en el desierto también hay carencias en las familias que lo habitan. A mis alumnos de mi clase de fotografía que mañana van hacia allá les pido que lleven ropa, juguetes, algún enser doméstico u objeto que les puedan ser útiles. Aristeo Jiménez. "No habrá bodegas suficientes para almacenar tanto arte mediocre." —Octavio Paz.
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Cuando caminas por Chipinque puedes encontrar un árbol de guayabas, guiándote por el fuerte aroma de la fruta. Este pequeño árbol tropical crece de forma silvestre en muchas partes de México, excepto en los desiertos del norte, ya cultivado necesita poca agua. He visto grandes huertos en Michoacán donde las guayabas son de gran tamaño, pero les falta sabor. Las mejores son las de Calvillo, Aguascalientes, los árboles de tres metros de altura son cultivados en las lomas de tepetate que rodean al pueblo. Su fruto es pequeño, pero de sabor intenso, todo el poblado huele a guayaba. En México la gente prefiere el dulce elaborado con la fruta a comerla fresca, son famosos los ates de Morelia, las mermeladas de parras y los dulces con nuez de Calvillo y Guadalajara. En Santa María Atzompa, Oaxaca encontré un gigantesco guayabo con más de dos mil ejemplares de esta fruta. Por las calles de Monterrey hay muchos árboles de guayaba. en la colonia Moderna por la calle Mirto una anciana nos ofrecía un plato con olorosas guayabas a los niños que regresábamos de la escuela primaria, Pero este pequeño texto lo escribo para justificar lo que creo es la obra maestra de lo que se puede hacer con esta fruta.----Las Nieves El Popo----de Calvillo, Aguascalientes que venden en unos carritos de forma cilíndrica en la plaza del pueblo, hay de distintos sabores a diez pesos el vaso, y son rociados con una miel de guayaba única en México.
Me pase tres noches completas escudriñando el cielo en el desierto cerca de Viesca, tratando de ver algún objeto volador extraño; pero no se apareció nada, solo los platillos de Cortadillo de Res de Doña Agapita; muy puntual a las nueve, siempre acompañados de unas caguamas bien frías. Desierto de Viesca. Coahuila. 2016.
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El caguamรณn, Monterrey. 2015
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El Dorado, Coahuila. 2016
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La foto cortesĂa de @latoscanela (Obtener todos los permisos correspondientes)
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Naturaleza muerta con capelo, 2015. 11
“La Juana” era un hombre de 40 años, aparentaba más. Entrado en carnes y de piel morena quemada por gajes de su oficio. Antes de dedicarse a la prostitución fue panadero. Su padre le enseñó desde niño todos los secretos para hacer una margarita, una concha y un bolillo crujiente. Mención aparte merecen los cochinitos, siempre le agregaba piloncillo extra. Se casó con Graciela a los 25 años, mujer chaparrita y de ojos rasgados, platicadora como ella sola. Se la llevó a vivir a un tejaban que construyó en el socavón de una antigua pedrera abandonada en el cerro del Topo Chico. Ahí mismo hizo un horno artesano con pedazos de ladrillo. Desde las 5 de la mañana comenzaba a amasar harina para formar las distintas 12
variedades de pan. Para el francés usaba una que previamente había fermentado. Para las 8 ya tenía el canasto lleno sobre la parrilla de su vieja bicicleta Búfalo para recorrer las calles polvosas del barrio. Lo vendía todo en dos horas. A las diez de la mañana ya estaba de regreso a su casa para almorzar con Graciela. “La Juana” tuvo 3 hijos, todos varones. Dice el refrán: "Las penas con pan son buenas", no fue así, su esposa lo abandonó por un amante más joven. Lo dejó con la carga de sus hijos. Como mexicano de canción ranchera, “La Juana” se dedicó a beber todos los días para olvidar a la pécora y amanecía tirado en las banquetas de la colonia. Un día el DIF le quitó a sus hijos, hundiéndolo más en la depresión y el vicio. Una mañana caliente de verano apareció con un vestido floreado rosa chocante parado en un cuarto de madera que rentó junto a las vías del tren, el vestido le apretaba, parecía chorizo de Matehuala. Así fue como la conocí, fumando en la puerta a la espera de un febril cliente. Un martes nublado de septiembre le tomé una fotografía, lo recosté sobre una cobija en el suelo y aunque le pedí que sonriera apenas esbozo un gesto. En la imagen podemos ver su gran lunar, sus desgastados zapatos de medio tacón y una solitaria corcholata de cerveza que envuelven la escena. Nunca más la volví a ver. Hace un par de años pasé por el bar La Cita donde acostumbraba embriagarse y le pregunté al cantinero por ella. Este me dijo que una noche “La Juana” estaba con un cliente en su cuarto y la vio salir despavorida. También me dijo, que quizá el hombre con el que estuvo era familiar, pues nunca más volvió a vérsele en la puerta de aquel cuartucho que despedía un intenso aroma artificial a gardenias.
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EL LICENCIADO (Repost) En su nombre las cantinas llevan cierto augurio, el bar Generoso siempre es fecundo en abismos, avernos y destilados. Hace siete años ahí conocí a Micaela. Morena tabasqueña de pelo encrespado y grandes ojos color chapopote. Tenía unas hermosas y macizas piernas como columnas de hormigón de metro elevado. La invité a mi mesa a tomar una cerveza. Sin darme cuenta ya estábamos enfrascados en una plática que a duras penas le encontraba sentido. He aprendido que no hay nada que ame más una mujer que ser escuchada. Yo hacía esfuerzos para que no se diera cuenta que no me interesaba su conversación. Me mantenía absorto mirando su sostén color chabacano y como unas gotas de sudor bajaban por su frente, cruzaban sus mejillas, acariciaban su cuello y lentamente se perdían de vista donde sus dos voluminosos pechos se balanceaban. En una carrera por sus cachetes ¿quién ganaría, una perla de sudor o una lágrima? —Aristeo, me encontré un perro bebé tirado en medio de la calle. Lo atropelló un repartidor de pizza que iba “echomadre”, le destrozó la pata trasera. Yo lo recogí y lo llevé al veterinario. “Te cobro tres mil pesos”— me dijo el galeno. Llevé a empeñar las arracadas de mi boda, dos anillos que me saqué en una lotería y un DVD para poder pagarle. No pude, sólo me dieron ochocientos pesos por ellos. Tuve que trabajar un turno más durante dos semanas para poder completar la operación. El doctor me dijo que me rebajaba quinientos varos siempre y cuando me pusiera de modo. Por fin lo operamos. Mientras Micaela me seguía contando, la puerta de la cantina se abría cada vez que entraba o salía un bolero o un vendedor de semillas. Y el calor sin piedad me golpeaba en la cara como cachetada de mujer engañada. —Tuve un cliente que me maltrataba mucho. De india y pendeja no me bajaba. Tenía el rostro brilloso color tomate podrido. Se tomaba una botella de Buchanan’s diaria. “No me mires con tus ojos de hambreada” —me decía común mente. Murió de cirrosis, me alegré cuando lo supe. En una ocasión yo le conté la historia de mi perro. “¿Pinche perra, y que nombre le pusiste?”—me preguntó alterado. —Se llama “Licenciado”, como tú. Por Aristeo Jiménez
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LA GAYNOR Cuatro muertes tuvo La Gaynor, en la primera apareció degollada en un viejo cuarto del Hotel Roosevelt. Tenía un zapato rojo de tacón de aguja ensartado en su trasero. Había estado tomando con un policía malandro y bigotón de Los Ramones. Se escucharon gritos de dolor y espanto —comentó la recamarera. Los dos entraron pero no los vieron salir. No fuimos al velorio, la sepultaron en su terruño —aseguró su amiga La Trevi. Nadie sabe de dónde llegó La Gaynor, entre semana trabajaba de cocinero en un restaurante de comida económica por la calle Juárez. Esperaba los viernes para vestirse de mujer e irse al Wateke. No salía hasta la madrugada del lunes. Cuatro muertes tuvo La Gaynor, en la segunda, un comando armado rafagueó al Sabino Gordo. Fue una de las víctimas acaecidas, según las notas periodísticas. Tan pronto leímos su nombre en el periódico La Marlene empezó a pedir cooperación para el féretro. La Gaynor se hacía querer porque daba consejos de amor y remedios caseros para enfermedades venéreas. Hacía limpias y exorcismos representando a la santa muerte. En La Coyotera vendía pomadas para las espinillas y para matar chancros. Lo fiado es como regalado —solía decir cuando le pedían crédito. Cuatro muertes tuvo La Gaynor, en la tercera se ahogó en el cauce del río Ramos. Se comió dos machitos asados y ebria se metió al agua. Estaba toda hinchada y morada cuando la sacaron —dijeron. La Gaynor era delgada y joven. De piel canela tostada por el sol tropical. De facciones indígenas pero finas, ya pintada fácil pasaba por mujer. Se parecía a Columba Domínguez pero a ella le gustaba ponerse una peluca afro para parecerse a Gloria Gaynor. Su nombre de pila era Sebastián Escutia. Cuatro muertes tuvo La Gaynor, en la cuarta fue cuando regresó a su pueblo a visitar a su amada madre. Una mañana ya no se pudo levantar, amaneció amarilla y vomitando sangre. Falleció al tercer día. Las tres primeras muertes de La Gaynor fueron dolorosas para todos sus amigos a pesar de ser falsas. La Gaynor tuvo la des fortuna de generar chismes, falsos testimonios y sobretodo envidia debido a su femenina belleza y popularidad. En sus tres primeras muertes siempre apareció alegre y desparpajada días después, burlándose de los rumores en torno a su fallecimiento. De la cuarta ya no se salvó, tenía una cirrosis avanzada que ocultó durante mucho tiempo. Si algo puedo lamentar de haber conocido a Sebastián es no haberle tomado un retrato, nunca aceptó. Cuatro muertes tuvo La Gaynor y una sola sepultura. —Por Aristeo Jiménez
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La casa blanca, Paredรณn, Coahuila, 2016
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En el año del 2008 al 2011, trabajé con un grupo de jóvenes de origen Otomí en la colonia Lomas Modelo, al Norte de Monterrey, aún no he terminado mi proyecto con ellos de hacer imágenes de su entorno cotidiano, espero pronto estar con ustedes chavos, los extraño mucho.
Hoy por la mañana me encontré a este hombre enfermo del azúcar sin una de sus piernas, conduciendo este vehículo de tracción manual por el barrio de La Esperanza, me comentó que cinco sillas de ruedas ya se las había acabado, pero este carrito hechizo le salió muy macizo. En Monterrey nos aquejan varios males, uno es la ola de violencia y el crimen organizado que ha causado muchas muertes, el otro es la diabetes que también hace estragos y provoca muchos decesos y personas con discapacidad, creo que más que la violencia, solo por la Calzada Madero y calles aledañas he contabilizado siete funerarias, una industria que crece como la espuma.
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Paisaje con burro, Coahuila, 2015
Hay que aprender a disparar la cรกmara fotogrรกfica como un francotirador, no como un sicario montonero.
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Giorgio de Chirico en el desierto de Viesca, 2016 Exacto. La pintura metafĂsica es la inspiraciĂłn.
Si tienes talento para el arte, aunque te escondas en una nube prieta, las redes sociales te van a encontrar.
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Homenaje al izote, Parras de la Fuente, Coah, 2016
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En un mercado de Pachuca que se encuentra justo antes de que la carretera ascienda una montaña rumbo a Real del Monte hay varias mujeres de origen campesino con sus mercancías sobre la banqueta, te venden gusanos de maguey, hongos silvestres, cilantro de la montaña, piedra de alumbre, cal del Valle del Mezquital, entre otras cosas que produce esa región y su forma de medición y peso son estas latas vacías de sardinas, y así le llaman "cuantas latas le doy" te preguntan, también he visto unos panes de nata que están horneados en estos recipientes. Pero lo más importante son los precios, esta lata de chiles de árbol me costó ocho pesos. Enfrente de este mercado hay una cantina donde me sirvieron unos tacos de gusanos rojos con hongos del bosque de Huasca y un guiso hecho con flores de maguey que delicia. Gracias, bella airosa.
En el mundo de la fotografía existe un monstruo horrible, espantoso cuya melena llega hasta las nubes mas altas del cielo, vive en una laguna llamada obviedad y él se llama Obvio porque nació en ese charco, los fotógrafos le temen tanto que obedecen todo lo que este animalote les ordena. Tiene unos clichés y reglas bien establecidas, que son más o menos estas: - Deben de fotografiar los atardeceres, las nubes de la aurora, las flores, los bebés, indigentes, los indígenas en su hábitat y atuendo típico, el reflejo del agua, los ancianos descansando en una banca, las nubes bonitas, el paisaje bonito con o sin montañas, hace poco les dictó el nuevo tema a retratar: - Deben de fotografiar la isla de Cuba. Les dijo, en especial La Habana con sus coches viejos y sus habitantes bailando en el malecón, háganlo ahora, antes de que el ofertón de imágenes se termine y ahí van los trabajadores de la lente en bola atestando los aviones para cumplir con la orden. Pero no faltan dos o tres fotógrafos rebeldes que se le salen del huacal y escapan del monstruillo, han descubierto que es posible salirse de los clichés que les han impuesto, pero la inmensa mayoría de los fotógrafos ahí siguen, obedeciendo al animalote hasta el fin de sus días.
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NiĂąo de circo. Monterrey, 2000
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Parras, Coahuila. 2016
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Carretera de Ramones a Gral. TerĂĄn, N.L. Rancho abandonado, 2013
La mejor forma de sobrellevar este calorĂłn es dedicarte al oficio de paletero y en el carrito traer las caguamas bien heladas, aunque las ganancias las orines en cualquier lote baldĂo de la ciudad.
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Hoy amaneció el barrio con un fuerte hedor a perro muerto, yo creo que el calor descompone los cuerpos más rápido o la gente vino a tirar más animales anoche, las señoras se levantaron muy temprano y andan echando cal sobre los despojos y regando por la calle una solución de aromatizante que vende un señor en diez pesos la botella de un litro, pero ayer no se apareció en su triciclo. El barrio de la Unidad Pedreras fue fundado sobre una antigua escombrera, y tiene muchos barrancos y piedras de gran tamaño donde es costumbre tirar basura. Hace siete años empezó a ser tiradero de cuerpos de personas ejecutadas por el crimen organizado, algunas veces les prendían fuego, y el olor a cadáver achicharrado invadía las cocinas y las casas a la hora de la comida, y las señoras espantaban el fétido aroma con cloro y agua, pero ahora tiran perros y otros animales muertos, aunque algunas veces también los tiran vivos, yo oigo sus quejidos a veces muy apagados porque están metidos en alguna caja de cartón o bolsa de plástico, los escucho en la noche entre sueños y cuando paso por el sitio ahí están pidiendo auxilio por su vida.
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Las Palmas, carretera de Parras a General Cepeda, Coahuila. 2016. 27
El viernes al mediodía salí de la ciudad, escapando del calor, me dirigí rumbo a Saltillo y luego por la carretera vieja a Torreón, en el kilómetro 40 me desvié rumbo a Villa de Patos, en una casa a la entrada del pueblo olía a quesos de vaca, compré varios y tres six de tecates en Viesca, después de caminar unas horas por el desierto y encontrarme con un coyote y varias víboras de cascabel, busqué un lugar fresco para dormir, ----Parras distante 50 kilómetros----pensé. Una hora después ya estaba bebiendo unas cervezas en---La Parrita---una cantina que según me dijo Don Toto Salas---el dueño---tenía 110 años de antigüedad, a las diez de la noche llegaron varios travestis y el lugar se animó con un trío de músicos farafara. hoy por la tarde abandone esta hermosa ciudad con quince grados de temperatura y un viento que sacudía con fuerza los árboles de nogales y viñedos que bordean el camino que conduce a Paila. Pero yo vine a buscar a Doña Martina de la Cruz esa señora que dicen cargaba pistola y pagaba varias rondas de bebida en la ---La Parrita--quizás en la próxima vuelta me la encuentre en la cantina y me invite una cerveza y me pregunte “quien jijos de tu chingada madre eres tú y porque me andas buscando si hace treinta años ya no pertenezco a este mundo”. Sierra de Grustola, Parras de la Fuente. Coahuila. 2016
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En 1991 realicé mi primer viaje a Europa. Como todo buen mexicano que sólo habla español, el primer país que visité fue la madre patria: España. Al bajar del avión en el aeropuerto de Barajas fui detenido por la policía española. Me encerraron en un cuarto acusándome de narco porque me habían encontrado evidencia incriminatoria; un frasco de chile piquín y veinte tortillas de harina hechas por mi mamá. Me soltaron después de darse cuenta de su estupidez, creo que si hubieran probado un chile piquín aún estaría preso. El Quijote es uno de mis libros predilectos e inspiradores, después de la mala experiencia eso me llevó —El Quijote— a hacer un recorrido por los caminos rurales de España de Segovia a Toledo y de ahí a Salamanca, todo el recorrido a pie. En mi segundo viaje al (año siguiente) llegué al aeropuerto de Barcelona-El Prat. Nuevamente la policía catalana me abordó acusándome de ser un narco colombiano. Me interrogaron por varias horas y después de varias llamadas telefónicas y cotejar archivos judiciales fui liberado. Era obvio que me habían confundido. La tercera vez, en 2006, no fui molestado por la policía, pero si fui asaltado por pancheros madrileños cerca de la Puerta de Alcalá. No me quedaron ganas de volver, ahora llego al aeropuerto de Paris Charles de Gaulle. Foto: Caminando de Segovia a Toledo, España. 1991
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Camino entre órganos, Bocas San Luis Potosí, 1982. Aristeo Jiménez
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En este año cumplo treinta y cinco años de fotógrafo. Comencé en plena adolescencia como ayudante, yo era un jovencito muy delgado, y en aquel entonces las cámaras fotográficas eran de metal, por lo que se me hacían muy pesadas. De 1979 a 1985, fue en ese período que me formé como fotógrafo. Recorrí todo el país retratando todo lo que se me atravesara en el camino. La mayor parte de estos viajes los hice en tren, y en esos años realicé miles de imágenes. De ése período y hasta la fecha, la mayor parte de mis imágenes son inéditas y están guardadas por ahí en algún cajón, alguna bolsa de supermercado, o algún disco duro. En esta época conocí lo que era México. Este período lo puedo dar por concluido a finales de 1985, cuando en Ciudad Juárez, en una de esas noches de parranda en sus cantinas y burdeles, conocí a una joven norteamericana de El Paso Texas. Durante algunos meses que duró ese romance, cruzaba el Río Bravo de ilegal, para poder verla al otro lado. Fue así como en su auto recorrimos algunas carreteras de Estados Unidos. Un día de noviembre regresé a buscarla y encontré su casa abandonada, jamás volví a saber de ella. Le dediqué una semana de borrachera, bueno, y algunos días más, en no sé qué pueblos de la frontera. Se acercaba el mundial de futbol, y yo entré como fotógrafo al periódico El Norte, iniciando así otra etapa, la de fotoperiodista. 16 de marzo de 2013
Hay veces que la cámara se guarda porque hay emociones que me atrapan y me hacen que me olvide del mundo mundial.
El agua no para desde anoche, a veces más fuerte a veces solo unas gotitas. Pasada la medianoche unos furiosos truenos anunciaron el diluvio, no me salve de una empapada y ahora la fiebre me hace ver entre sueños, billetes verdes de cincuenta y cien dólares que caen del techo de mi habitación y los espero aquí acostado y los cacho con el recipiente de la basura del excusado. Afuera en la calle los únicos que parecen divertirse son los perros y algunos automovilistas que al ver un charco y gente caminando cerca, pisan el acelerador para dejarlos muy bien empapados, solo falta que les arrojen jabón y una toalla. 21 de agosto de 2016
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Café Marte. Coahuila. 2016.
Café de la tarde. Desierto de Coahuila, 2016
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La Felipa, barrio de La Coyotera. Monterrey 1967 37
NATURALEZA MUERTA Por Aristeo Jiménez
Todos los días espanto a la muerte con agua bendita cada vez que aparece en la puerta. ¡Todavía no es mi hora, lárgate! Tengo todo podrido por dentro. Una botella diaria de curado de hojasé aminora estos malditos dolores, es un castigo divino. A duras penas logro apearme del catre, ayer me caí. Quizá apesta todo el cuarto, no lo sé, ya no huelo. A veces me despierto y una procesión de moscones verdes giran sobre mí como zopilotes. La luz me arde. Soy La Marilyn y no moriré hasta que vaya a Tamazunchale a ver a mi madre. Tengo llagas que me supuran y tengo seco la mayor parte del cuerpo, solo mis nalgas conservan su firmeza, es el silicón, para que me hago pendeja. Apolonio ¿dónde estás? Ven, estáte conmigo, tráete una caguama bien muerta y tómatela conmigo, acuéstate a mi lado. Busca a m’ijo, trailo. Soy La Marilyn, en Tamazunchale me llamaban Juan. Era un niño feliz, me gustaba nadar en el río, treparme a los árboles y comerme los mangos verdes con chile en polvo. Me gustaba llevar de lonche bocoles de frijoles negros con epazote y queso envuelto en hoja santa. Recuerdo que a mi mamá le gustaba vestirme como una muñeca en la casa a escondidas de mi padre. Me maquillaba y me ponía tacones. En un plantío de plátanos perdí la virginidad, durante quince días cagué sangre. ¡Aristeo, atízale a la olla de los frijoles! Ya casi están, ahorita nos echamos un taco, préndeme el abanico. ¿Te acuerdas de Manuela, la cacariza? La que no le cobraba a los albañiles, le gustaban sudados. Llegaban los sábados después de vaciar una placa. Ella me reclutó, era paisana. Me llevó a trabajar al Avispón. Mi mamá me gritó cuando me subía al camión: “No te tires a la tomadera. Llévate este escapulario, te quiero de regreso, unos nunca vuelven. Aunque te vistas de mujer no 38
olvides que eres hombre”. Soy la Marilyn, soy alcohólica y le he fallado a mi madre, jamás regresé. Recibo cartas de ella, me pide que vuelva: “Todos tus hermanos y tu padre ya han muerto, hago colchas con sus ropas. Siempre te tengo en mis rezos”. Aristeo, nunca le mandé dinero, jamás me lo pidió. Si muero dile a Apolonio que venda todas mis cacayacas, quizá le den unos pesos en el Monte. Soy la Marilyn, tengo sida. La Marilyn murió dos semanas después, pesaba treinta y tres kilos. Un escapulario, un vestido dorado y un florero de yeso eran sus únicas pertenencias. Jamás le dije a Apolonio, él había muerto diez años antes, fue su primer amor regiomontano.
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Travesti, Bar La Espuma, Monterrey. 1994 40
La calle Zaragoza, Monterrey. 2015
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El camino de agosto Por Aristeo Jiménez
Perfumado con estafiate matutino y frescas notas de poleo, Canuto estaba presto para emprender el viaje. Dos cántaros; uno de agua otro de colonche, un sarape de lana, dos azaleas, una bolsa de pinole, treinta gordas de horno, machete y el espíritu agreste potosino. Arreos necesarios para una semana de viaje. El abuelo Silvestre sabía que Canuto quizá no regresaría. Años atrás lo había mercado por dos barricas de mezcal, jumento trabajador y fiel, como esclavo de finca grande. El ladrido de tres perros flacos y el papaloteo de las gallinas hacían un bullicio que asemejaba a Sarabande de Handel. Yo tenía seis años y la felicidad del primer viaje de Ulises. Agarramos rumbo dónde se asoma el sol, a la orilla un cerro de orégano y al centro un camino alfombrado de tepetates. Toda travesía es un presagio que sólo se desvela al andar. Después de tres días de largo trajineo recuerdo haber llegado a un pequeño pueblo dónde había una iglesia llena de diablos descuernados y de ángeles panzones que nos sonreían bobamente. De la puerta nos salieron doce harapientos mendigos obstruyéndonos el paso. Mi abuelo los espantó a sombrerazos. “¡Silvestre, apacíguate! No te hacen ningún daño”, mi abuela Norberta como siempre reprendió a mi abuelo. Un bracero ardiente sobre nuestras cabezas nos acompañó todo el viaje. Así como los maizales de agosto de rubias cabelleras nos saludaban al pasar. Liebres espantadas, mujeres con los senos al aire alimentando a sus criaturas mientras orinaban. Niños felices matando pájaros y espinándose con los nopales. Hombres bragados golpeándose sus espaldas con 42
reatas mojadas. “Aristeo, súbete al cerro que está allá, cuídate de los ocotillos, no pises ni interrumpas el sueño de alguna cascabel, y me dices si divisas un campanario.” Eso me dijo mi abuelo justo antes de entrar a San Juan de los Lagos. Parecíamos la sagrada familia entrando a Belén, burro incluido. En una navidad platicando con mi madre me reveló el motivo del viaje. Mi abuela Norberta había pedido a la virgen que si yo nacía vivo y con bien, me llevaría cargado e hincada desde la entrada del pueblo hasta su altar. Canuto no aguantó el viaje de regreso, mi abuelo lo vendió a un carnicero de Agua Gorda.
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En Cerro de Topo Chico. 44
Mi madre está en un sofá en el porche de la casa, viendo pasar a sus vecinos. Le duele el brazo izquierdo desde hace meses, el doctor le diagnosticó herpes interno. Es por el estrés, le dijo, ----no piense m´ss en la muerte de su marido, él ya está en el cielo, piense en usted que sigue viva----Pero ella está preocupada porque ayer no vio pasar por sus tortillas a Doña Evodia, ni a Don Raúl, el anciano vendedor de nieves de limón, ni vino Doña Chenta la vendedora de quesos de cabra. Por la calle bajan todas las mañanas hombres y mujeres mutilados de sus piernas, bajan en sus sillas de ruedas cargando el sufrimiento de la diabetes. Mi madre mira a los hombres que van en bicicleta---algo muy raro en Monterrey----Cree reconocer a mi papá en uno de ellos y su costumbre potosina de andar siempre en bicicleta. Cae la noche y ella se sienta a mirar su telenovela y se cena tres tamales de frijol negro y una coca cola. Mi madre aún no lo sabe, no se lo quiero decir, pero ayer murió Don Raúl y Doña Chenta, y hace rato Doña Evodia. Se van muriendo todos los de la cuadra, se va muriendo su generación.
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Sobre el Camino de Jack Kerouac, la biblia de la generación Beat, me inspiro a hacer algunas imágenes como si yo fuese el director de fotografía de una película sobre esto y anduviera recorriendo este camino. Ajo es una de mis fotos más logradas.
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Don Diego Jiménez Vinaja 1940-2016 QEPD. — en Topo Chico, Nuevo León, México.. 47
Retrato de Juana, barrio de La Coyotera.1995
Cuarto de prostituta, Barrio de La Coyotera, Monterrey. 2015. 48
Mujer de Real de Catorce, 2014.
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En la selva de Xilitla, San Luis PotosĂ. Martes 29 de Septiembre, 2015
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Doméstica, 2011 — en San Pedro Garza García.
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Pino, Galeana, N.L., 2015
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CLEMENCIA Una tarde soleada de abril Clemencia fue entregada a mi tía Estéfana como regalo, su madre la llevó del brazo. Tendría algunos 2 años de edad, de bellos ojos color miel y pelo rubio. Mi tía la cuidó con esmero como lo hizo con varios de sus sobrinos incluyéndome a mi. Un viejo árbol de huizache al fondo de la casa siempre fue el refugio predilecto de Clemencia. A los 8 años ya le ayudaba a mi abuelo Esteban a ordeñar las chivas y también ayudaba a mi tía a recoger los huevos del gallinero y a voltear las tortillas del comal. El huizache tenía su historia, los domingos bajo su sombra, mis tíos se ponían a beber pulque hasta que ya ebrios se quedaban dormidos tirados en el suelo como costales de maíz. Al pardear la tarde eran despertados abruptamente por trece guajolotes que les pasaban por encima cuando trepaban al árbol para dormir. Bajo la sombra de ese árbol fue velada mi tía-abuela Anastasia. Tenía cien años al morir, la gente del pueblo decía que era bruja. Muchas veces retraté a Clemencia. Quizás la primera fotografía fue en 1980, lo hice con una vieja cámara Nikon. En esa imagen aparece Clemencia corriendo feliz por el patio de la casa con una pelota en sus manos, al fondo está el zaguán y a los lados están las macetas de geranios y rosales recargados en los muros encalados. Estuve presente cuando la niña hizo su primera comunión, le hice su retrato junto a mi tía que traía puesto para la ocasión un elegante vestido de tafetán morado chillante. La última vez que vi a Clemencia fue cuando cumplió sus quince años. Le regalé una pequeña torre Eiffel que compré en París en el primer viaje que hice a esa ciudad con Juan Rodrigo Llaguno en 1992. Durante mucho tiempo no supe de ella. Recientemente viaje a Ahualulco para estar presente en las fiestas de la Candelaria. Encontré a mi tía Estéfana muy enferma, en la orilla de la cama me dijo: “Busca a 53
Clemencia, entrégale esta carta, la quiero ver por última vez”. No pude cumplir su voluntad, murió dos semanas después. Hace una semana, mientras esperaba el metro en la estación Cuauhtémoc, una señora que trapeaba el piso de las escaleras me gritó por mi nombre. Al volver la vista allí estaba ella con sus hermosos ojos miel y su inconfundible sonrisa. Le di la noticia del fallecimiento de la tía Estéfana. Nos fundimos en un abrazo y así nos quedamos un buen rato, los dos llorando, mientras la gente caminaba frenéticamente alrededor de nosotros.
Mis imágenes son tatuajes que grabo en la piel de cemento de esta ciudad.
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Hoy cumple la ciudad 420 años y 40 de que he fotografiado sus calles, sus casas y la gente que vive en ellas, sus fábricas, los perros, los niños, los árboles, las cantinas, la gente que vive de noche, la forma en cómo viven, los barrios, las montañas. todo lo he registrado cada día y me enorgullezco de esta gran urbe a donde llegue a los diez años de edad, y creo que sin ser nativo de aquí he contribuido con mi cámara fotográfica a crear imágenes de ella, para que los regiomontanos no olviden ahora, y a las futuras generaciones les dejo de legado una memoria de esta, mi amada ciudad.
Unos malandros llegaron una tarde a molestar a mi papá en su negocio de muebles, pero mi tío Melquíades que estaba de visita en la casa y venía huyendo del rancho donde debía varias muertes se les adelanto y saco la pistola antes de 55
que estos mostraran las suyas, huyeron calle abajo dejando metralletas y camioneta abandonadas, mi tío canjeo las armas por dinero y a la troca le adapto una bocina donde ahora vende plátanos y papayas por las calles de la colonia Topo Chico, usted chitón sobrino---me dijo--esos no regresan--son jotos. 21 oct 16
A los jóvenes que se inician en la fotografía y que buscan que sus imágenes trasciendan el tiempo, les recomiendo varias cosas: - Primero. No tomar cursos de foto en las universidades locales ni en cualquier otro sitio, son de mala calidad, sólo te enseñan los aspectos técnicos y no lo más importante, que es la idea para hacer una buena fotografía, si acaso solo un primer curso del manejo de luz y equipo. - Segundo. No sigan en el Facebook a fotógrafos que solo exhiben su vida personal pero jamás una buena foto. - Tercero. Vean mucho cine, literatura, pintura, escultura, teatro y sobre todo vean muchas fotografías. - Cuarto. No vayan a tours fotográficos a menos que quieran turistear. - Quinto. Les recomiendo que vean la obra de estos fotógrafos mexicanos. Lázaro Blanco, Manuel Álvarez Bravo, Mariana Yamposky, Agustín Jiménez, Nacho López, Graciela Iturbide, Tina Modotti, El Archivo Casasola, Armando Salas Portugal y Manuel Ramos. - Sexto. Sigan la obra de estos dos fotógrafos locales Juan Rodrigo Llaguno y Oswaldo Ruiz. 24 octubre 2016.
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ESTEFANA Desde muy niña, con casi 14 años cumplidos, Estefana comenzó a vender su cuerpo en un lupanar. Su cuerpo robusto denotaba más edad. Sus brazos parecían dos manos de metate. Buena para el trago y de rollizos cachetes. Era de risa fácil, muchas veces la vi carcajearse aun cuando su estropeado bolso estaba vacío por la carencia de clientes. Su personalidad era una mezcla entre Precious y Narcedalia Piedrotas —sí, la de la novela de Ricardo. Así como temprano experimentó la desdicha temprano experimentó el amor. Absurdamente, Estefana me enseñó que no hay mejor opción para la felicidad que alcanzar cuanto antes tu desgracia, pronto te llegará el amor, al revés vivirás amargado. Perdidamente se enamoró de un matancero que trabajaba en el rastro de la ciudad apodado “El Rigo”, quizá por los pantalones celestes y camisas con holanes floreadas que solía ponerse. El outfit lo completaba unos lentes-espejo cromados de chofer, zapatos de plataforma y una navaja que escondía en la bolsa del pantalón. Bailarín como pocos y caifán como muchos enredó con su labia de pastor evangelista a Estefana. Se convirtió en su padrote. Trabajaba en el Popeye´s, en el barrio El Nacional. Sólo a unos pasos del tejabán de 3x3 ms. dónde vivía. El antro tenía dos ruidosas y desafinadas sinfonolas, piso de tierra y un aroma intenso a orín viejo. Todo lo soportabas por escuchar “Cariñito azucarado” de la puertorriqueña-neoyorquina Virginia López. Pasaron los años, Estefana se llenó de hijos, 6 para ser exactos, su cuerpo se hizo más abultado y bofo. Dejó de trabajar por un tiempo. Se extinguió el amor, se acabó el deseo y el dinero. Comenzó a drogarse con Resistol. Volvió al talón sin la anuencia y el desconocimiento de “El Rigo”. Poco le duró el gusto, “El Rigo” la descubrió por las marcas de mordiscos en el cuello y porque todos los días llegaba peda. La misma navaja que destazaba cerdos fue la misma con la que "El Rigo" intentó destripar su vientre. Estefana usaba como escudo sus gruesos brazos. Muchas veces ocurrió lo mismo. La risueña Estefana continuó yendo a las piqueras, Rigo siguió tasajeando sus brazos. En la fotografía que le tomé en 1996 es posible ver en su brazo izquierdo las huellas del escarnio. 59
Un frío y húmedo diciembre de 1998, “El Rigo” estrelló su viejo Pacer rojo muriendo al instante. La navaja fue encontrada clavada en uno de sus ojos. Estefana celebró tomando, festejó posadas, navidad y año nuevo. Yo me la encontré uno de esos días en el Popeye´s, a lo lejos me gritó: “Pinche fotógrafo, mi viejo ya se murió, ando festejando”. El dos de enero de 1999 un policía descubrió su cuerpo inerte en la banqueta. Estefana jamás volvió a sonreír.
“No hay nada más efímero que el arte contemporáneo —me lo dijo el de la basura.” 25 octubre 2016
Vulka, Dr. Arroyo, N.L. 2009 60
Cuarto de prostituta, Barrio de La Coyotera. Monterrey. 2009
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Invierno en el Topo Chico, al Norte de Monterrey. 1992
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Cerro Marte, Desierto de Coahuila, 2016
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---Cambio gallinas por botellas de refresco o cerveza, cinco botellas por una gallina o se las vendo por un peso´----Así anunciaba un hombre en un altavoz, en una desvencijada camioneta Chevrolet cargada con decenas de gallinas apretujadas en unas jaulas de alambrón que pasaba por la Privada Magnolia a diario, antes de la hora de la comida. Siempre me mandaban por tres aves que aún vivas hacían un esfuerzo por soltarse, quizás adivinando el baño de agua caliente que les esperaba para desplumarlas y hervirlas por muchas horas, tantas que a veces se acababa el petróleo de la pequeña estufa Beroa. pero mi mamá hacia rendir cada gallina, les sacaba las vísceras y los huevos que tenía dentro y los preparaba con sopa de fideo, esa era la comida del día y al otro ya nos servía el caldo de gallina vieja, que eran de las que desechaban de las granjas avícolas que estaban por el viejo camino a Santo Domingo. Eso comimos casi todos los días del tiempo que vivimos en la colonia Moderna, solo los Sábados Don Sebastián se daba el lujo de llevarnos a los tacos de vapor afuera de la clínica quince, por Ruiz Cortines. Una mañana se incendiaron las 20 casas de madera y adiós escaso patrimonio--una televisión Philips, cinco cobijas de una fibra sintética que raspaba y daba comezón, un ropero de madera, un refrigerador Mabe y la estufa, todo sacado en abonos. dormíamos en el suelo de cemento pulido y el aire en tiempo de frío entraba por las aberturas de la madera. Nos cambiamos a otra vecindad solo por unas semanas. Era finales de Marzo de 1973 y mi papá me mando a cuidar un terreno que le dieron unos estudiantes greñudos vestidos como hippies que habían invadido un viejo basurero, junto con cientos de personas que también pagaban renta, por el rumbo del Cerro del Topo Chico. Pronto mi papá puso su negocio de chicharrones y carnitas y así fue como dejamos de comer gallina vieja a diario.
El Club de Tobi es una cantina perdida entre el humo de leños donde la gente cocina en sus pequeños tejabanes de madera al Norte de la vía a Tampico, en la Colonia Cantú. construida con pedazos de tablas y láminas, su piso es de cemento pulido y mosaicos de pasta de diversos colores. Nació en los años sesentas y el lugar no tiene nombre ni nada que la identifique por fuera, es una simple casa humilde, por eso pasó desapercibida para la delincuencia organizada, donde la mayoría de estos negocios en Monterrey fueron su clientela. tiene dos radiolas con un repertorio de boleros norteños y cumbias setenteras. el lugar tiene una decoración navideña en el techo del año 1984 y no ha sido cambiada, permanece con los artículos que en esos años se usaban, estrellas de aluminio y pequeñas piñatas de papel de China. La cerveza es muy barata. Cuando se prende el asador algunos perros callejeros llegan al sitio atraídos por el olor de la carne asada. Es un lugar único, mejor que muchas que conozco .Es una cantina de barrio y su clientela son los ingenieros de una empresa cementera, obreros de la vidriera y el vecindario. Como su nombre lo indica no pueden entrar mujeres. en el piso hay una lista grabada en el cemento con los nombres de los clientes que ese día estuvieron presentes cuando se cambió el suelo de tierra por la de concreto-- 1984-- En este lugar me refugio muy seguido.
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Cรณcono. Desierto de Coahuila.2015
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Estos días de festejos he estado recorriendo algunas comunidades campesinas del desierto del norte de México, la gente sobrevive de la candelilla, que es una planta que crece en el la llanura y las montañas, se hierve en grandes peroles y lo que resulta es una cera que se utiliza en la fabricación de cosméticos. También tallan lechuguilla con la cual fabrican estropajo o la venden a coyotes de la región. Su condición de pobreza no ha cambiado mucho en 80 años que es cuando les repartieron estas resecas tierras. Desde lo alto de una loma me señalan los linderos de las tierras que se pierden más allá de las montañas por donde se esconde el sol. Ayer me llevaron a conocer una cañada, cuyas paredes están decoradas por decenas y decenas de petroglifos, también conocí otra de sus riquezas, las cactáceas y en especial el peyote, un cactus con efectos alucinógenos que crece bajo las plantas de gobernadora y entre los riscos, conté miles y miles de estos ejemplares en un área de un kilómetro cuadrado. Aunque no me lo pidieron, prometí guardar celosamente su ubicación para evitar las hordas de depredadores de la ciudad.
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Burro de Villa de Patos, Coahuila, 2017.
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Esta foto no es de Aristeo, según en fb es de Darío Gutiérrez.
Las tortas de carnes frías de El Pequeño Tortugón son las mejores de la Calzada Madero, están a la altura de Álvaro Obregón. Este cruce de calles es conocida como----La esquina de las cuatro carnes---- en la esquina sur oriente están los tacos de carne asada y el olor de las arracheras y los bisteces sobre el carbón invade la sala de velación de la funeraria que esta enfrente---- acera sur poniente-----donde hoy hay cliente-----luego hacía el lado norte oriente está El Chocolate un table dance con mujeres de buenas carnes y por último en este puesto, acera norponiente donde ahora saboreo mi tortota de carnes con mucho aguacate y frijoles refritos acompañada de mi coca ligth.
El dormitorio de Monterrey o Guadalumpen, así le llaman a la Villa de Guadalupe, llámenle como quieran, pero la corriente de aire que proviene del Cañón del Huajuco refresca esta parte por donde corre el Rio La Silla, manantial vivo bordeado de sabinos, sauces y ébanos; hogar de infinidad de aves y donde aún puedes mirar mojarras chapotear en su cauce. Aunque los barrios son modestos, casi todos con dos encinos en el patio —incluso uno que otro con naranjos—, señoras que juegan a la lotería en la calle, viejitos sentados en mecedoras que pueden vivir sin respirar todo el plomo, humo y polvo del oriente. Y eso ya es un privilegio para los Guadalupenses. No sabemos cuánto nos durará esto. 69
La niña Clemencia, San Luis Potosí. Ca. 1990. Hace tiempo escribí sobre ella, abajo pongo el post. 70
CLEMENCIA Una tarde soleada de abril Clemencia fue entregada a mi tía Estéfana como regalo, su madre la llevó del brazo. Tendría algunos 2 años de edad, de bellos ojos color miel y pelo rubio. Mi tía la cuidó con esmero como lo hizo con varios de sus sobrinos incluyéndome a mi. Un viejo árbol de huizache al fondo de la casa siempre fue el refugio predilecto de Clemencia. A los 8 años ya le ayudaba a mi abuelo Esteban a ordeñar las chivas y también ayudaba a mi tía a recoger los huevos del gallinero y a voltear las tortillas del comal. El huizache tenía su historia, los domingos bajo su sombra, mis tíos se ponían a beber pulque hasta que ya ebrios se quedaban dormidos tirados en el suelo como costales de maíz. Al pardear la tarde eran despertados abruptamente por trece guajolotes que les pasaban por encima cuando trepaban al árbol para dormir. Bajo la sombra de ese árbol fue velada mi tía-abuela Anastasia. Tenía cien años al morir, la gente del pueblo decía que era bruja. Muchas veces retraté a Clemencia. Quizás la primera fotografía fue en 1980, lo hice con una vieja cámara Nikon. En esa imagen aparece Clemencia corriendo feliz por el patio de la casa con una pelota en sus manos, al fondo está el zaguán y a los lados están las macetas de geranios y rosales recargados en los muros encalados. Estuve presente cuando la niña hizo su primera comunión, le hice su retrato junto a mi tía que traía puesto para la ocasión un elegante vestido de tafetán morado chillante. La última vez que vi a Clemencia fue cuando cumplió sus quince años. Le regalé una pequeña torre Eiffel que compré en París en el primer viaje que hice a esa ciudad con Juan Rodrigo Llaguno en 1992. Durante mucho tiempo no supe de ella. Recientemente viaje a Ahualulco para estar presente en las fiestas de la Candelaria. Encontré a mi tía Estéfana muy enferma, en la orilla de la cama me dijo: “Busca a Clemencia, entrégale esta carta, la quiero ver por última vez”. No pude cumplir su voluntad, murió dos semanas 71
después. Hace una semana, mientras esperaba el metro en la estación Cuauhtémoc, una señora que trapeaba el piso de las escaleras me gritó por mi nombre. Al volver la vista allí estaba ella con sus hermosos ojos miel y su inconfundible sonrisa. Le di la noticia del fallecimiento de la tía Estéfana. Nos fundimos en un abrazo y así nos quedamos un buen rato, los dos llorando, mientras la gente caminaba frenéticamente alrededor de nosotros.
Con el pretexto de que el pulque--- que era una bebida alcohólica hecha a partir del aguamiel de maguey, y se vendía en establecimientos y las calles de la ciudad---- estaba elaborado en pésimas condiciones de higiene, fue prohibida su elaboración, venta y consumo por las autoridades en el territorio del estado de Nuevo León, para dar la bienvenida al monopolio de la cervecería Cuahtémoc. Poco a poco se impuso el gusto por el líquido ámbar elaborado a partir de granos de cebada. Hoy los regiomontanos la beben en cervecerías, cantinas, bares y piqueras, siempre bien helada, aunque haga frío. hace ya buen tiempo se vendía mucho la cerveza de barril en unas jarras de a litro llamadas chabelas, luego vinieron las caguamas de litro y más tarde el caguamón. La cerveza Indio era consumida por las clases bajas, obreros y albañiles, el Tecate rojo de lata era un poco más caro, pero ahora la mayoría toma tecate Light que es una cerveza rebajada con mucha agua. La cerveza es una droga etílica, tolerada socialmente y que la beben miles y miles de hombres y mujeres en las reuniones, fiestas y en los estadios. En algunas cantinas de la ciudad hay un pizarrón donde la ahora llamada Cervecería Cuahtémoc--Heineken premia al grupo de amigos que más cerveza bebe en un mes. Las multas por conducir ebrio son la primera en poco más de 5000 pesos, y la segunda esta en 43000, aunque hallas bebido una sola cerveza o traigas abierta una botella en el carro ya es multa.
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La cocina del Bar El Club de Tobi . Monterrey.
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Esta fotografía la tomé una mañana por la carretera 57, cerca de El Huizache, porque el color amarillo me recordó las gelatinas que vendían en un vaso de vidrio, en el barrio de Santiago en la ciudad de San Luis Potosí. De regreso de la escuela, mi mamá me compraba una y arriba le ponían rompope, hecho con huevos, azúcar y alcohol, en la etiqueta decía que lo fabricaban en Matehuala, que está a 187 km. al norte de la ciudad.
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El amor en los tiempos de la influenza (Felipa y Rodolfo), Monterrey, 2007.
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En pleno desierto de Coahuila, en medio de la nada, se levanta el pueblo de Parras, un oasis de verdura y donde crecen enormes los nogales, que por el mes de septiembre dan el fruto que es la nuez y donde medio pueblo obtiene su sustento con la venta del producto. Pero en los últimos años se ha visto la llegada de muchas personas que compran tierras para sembrar vides y obtener vino que se da muy bien por estos rumbos y donde también se ubica la vitivinícola más vieja del continente. Doña Brígida dice que muchos vienen de Monterrey y quieren tumbar los viejos nogales para poner su viñedo---Es que se quieren lucir sacando su propia marca de vino---dice-- todos quieren hacer vino, los nogales requieren mucha agua y ellos la quieren. Su padre vendió las tierras hace años, poco después una enfermedad terminal le hizo gastar el dinero de la venta de la huerta nogalera de tres hectáreas. Ella con sus pocos ahorros compró una vieja tapia de adobes por la carretera vieja a Torreón, donde antes fue un congal muy famoso conocido como---- El Dorado-----quiere volver a darle vida al prostíbulo donde ella alguna vez ejerció el oficio y va y toca las puertas de sus viejas compañeras de trabajo para pedirles prestado y volver a techar los cuartos de adobe donde vive sola a la intemperie. De vez en cuando un trailero, de los pocos que circulan por esa carretera detiene el vehículo en las ruinas y solicita los servicios de Doña Brígida que a sus 45 años aún luce firmes sus carnes.
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Barrio de La Coyotera. Monterrey 1992
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Menudo. 2015
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CafĂŠ Marte. 2016
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Joven Trapecista. 2000 80
Seis manzanas, Paris, 2016
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Tumba de Jim Morrison, Paris, 2016
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San Isidro, Coahuila.
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Fondita La Luz. prรณxima reapertura.
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Un travesti de Monterrey.1999
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Esta fotografía tendrá muchos likes, porque es de las fotos que todo mundo ubica y las hace –lugares comunes– en realidad es de calidad estética muy baja. Muchos ni siquiera leerán esto, solo darán like, así es el mundo mundial.
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Esta es una fotografía muy buena, única, oportuna, que nos dice que hay mucha hambre, la tomé cerca de Matehuala, San Luis Potosí----Un perro se come a su amigo difunto---pero es repugnante para muchas personas. tendrá pocos likes. mucha gente piensa cuando lee noticias en las redes sociales que solo en algunos países orientales se comen a los perros, gatos y escorpiones, pero en México comemos de todo, incluyendo obvio a los perros, gusanos, hormigas, changos, víboras, ratas, y hasta hacemos caldo con las piedras de río.
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Femme et Chien, Paris, 2016.
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Un perro parisino. Pont Neuf.2016
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Serie Perros de Monterrey. 2000
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Serie Perros de Monterrey. 2000
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Serie Perros de Monterrey. 2000
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Hoy es Viernes, día de ir de compras al mercado campesino. hay que llenar la canasta de quesos frescos de vaca y cabra, verduras recién cortadas, cabuches, nopalitos, cabritos, carne fresca sin congelar de cerdo y res, gorditas rellenas de deliciosos guisos, gallinas no full injection de hormonas etc. Aquí no te cobran un dólar--veinte pesos--- por ir al baño como en el mercado de chácharas del barrio antiguo, ni te roban en la báscula como en el Mesón Estrella, son gente que trae sus productos de los estados vecinos de San Luis Potosí, Zacatecas, Coahuila y del sur de Nuevo León. Mercado Campesino Antigua estación del ferrocarril de pasajeros, Monterrey, Nuevo León. Avenida Venustiano Carranza, cruzando Colón.
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El Wateke matutino, Monterrey, 2013.
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De la serie Paisajes con Alamillos, 2015.
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Cargador de arena, Monterrey. 1992
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Cortando leña, Congregación La Boca, 2017.
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-Aris: Que estĂĄ haciendo este wey...? Ya le dije que asĂ no es la foto, pero no entiende... -Jar: Ah que chingona va a quedar esta foto... (Pff :/...)
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Un curso de fotografía para niños de Escobedo, Nuevo León.
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Travestis de Monterrey ("Pierna $4,000 K"). 1985
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Tamazunchale. 2015
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Table "El Chamuko", Col. Independencia, 1998
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Mi amigo Jorge Naudin, ataviado militarmente en la Plaza de San Pedro Garza GarcĂa.
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Con esta imagen hago un homenaje a Lázaro Blanco, mi maestro en los años ochenta y que, junto a Graciela Iturbide, Don Manuel Álvarez Bravo, Carlos Jurado y Agustín Jiménez, los considero los grandes master de la fotografía mexicana de todos los tiempos. Ok
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Ofrenda de limones, del Proyecto "After Carlos Jurado". Monterrey, 2017. Este proyecto es un tributo al maestro Carlos Jurado, así como buscar la luz primigenia a través de una cámara análoga disfuncional.
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Procesiรณn de sombras, Monterrey, N.L. 2000.
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De la serie Perros de Monterrey. 2013
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After Carlos Jurado (Two Horses ), Monterrey 2017.
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Ella es Juanny, una agradable joven veracruzana que meserea en el bar El Betos, en el centro de Monterrey, el problema es que cada vez que se peina de esta forma, la policía de Monterrey la detiene y la manda a las celdas. Sr. alcalde de Monterrey Adrián de la Garza, nosotros los ciudadanos tenemos esta percepción de sus policías---abusivos y ratas—
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NiĂąo mago. Circo de los Hermanos Garza, Monterrey. 2001 110
Fondita Carmen, Carretera vieja a TorreĂłn. CafĂŠ, mermelada de tomate, comidas corridas, burritos de carne, cortadillo de res, bistec a la mexicana. Estado de Coahuila
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Restaurant Gacela, carretera 57. Estado de Nuevo Leรณn.
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Restaurant El ParreĂąo, Parras, Coahuila.
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Árbol y resolana, del Proyecto "After Carlos Jurado". Monterrey, 2017. Este proyecto es un tributo al maestro Carlos Jurado, así como buscar la luz primigenia a través de una cámara análoga disfuncional.
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Lecho, del Proyecto "After Carlos Jurado". Monterrey, 2017. Este proyecto es un tributo al maestro Carlos Jurado, así como buscar la luz primigenia a través de una cámara análoga disfuncional.
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Restaurant Los ร lamos, Galeana, Nuevo Leรณn.
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Dos boleros, Monterrey 2002. Esta imagen de los dos lustradores de calzado que trabajan en las cantinas del centro de la ciudad, inaugura mi nueva serie fotográfica sobre los trabajadores ambulantes de Monterrey, trabajo al que le he dedicado 15 años y cientos de clicks. Están tomadas con película blanco y negro y he usado tres cámaras con un lente de 50 MM.. F 1.7
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El enterrador, Viesca Coahuila, 2015.
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Vanitas, del Proyecto "After Carlos Jurado". Monterrey, 2017. Este proyecto es un tributo al maestro Carlos Jurado, así como buscar la luz primigenia a través de una cámara análoga disfuncional.
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Epígono del Niño Fidencio, Espinazo Nuevo León, 2000. Plata sobre gelatina.
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Un Orfanato, Monterrey. 2010
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Mezquite en la niebla. Saltillo, Coahuila.2015
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Meretriz de la Coyotera, del Proyecto "After Carlos Jurado". Monterrey, 2017. Este proyecto es un tributo al maestro Carlos Jurado, así como buscar la luz primigenia a través de una cámara análoga disfuncional. 125
Ni un verdecido alcor, ni una pradera Tan solo miro, de mi vista enfrente, la llanura sin fin, seca y ardiente Donde jamás reinó la primavera. Rueda el río monótono en la austera cuenca, sin un candil ni una rompiente y, al ras del horizonte, el sol poniente cual la boca de un horno, reverbera. Y en esta gama gris que no abrillanta ningún color, aquí do, el aire sopla con ígneo soplo la reseca planta, solo, al romper su cárcel, la bellota en el pajizo algodonal levanta de su cándido airón la blanca nota. UNA ESTEPA DEL NAZAS Manuel José Othón, poeta potosino, que radicó un tiempo en Torreón - Ciudad Lerdo, Durango. junto al Río Nazas.
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MĂşsicos trashumantes, Bar El Betos. Monterrey, N.L. 2017.
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Milanesa adobada de puerco para preparar los famosos lonches de adobada estilo TorreĂłn, Coahuila, con su pan talqueado, muy buenos. nada que ver con las tortas de ciento y cacho de ingredientes, llamadas de la barda de Tampico, o las de La PurĂsima.
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Cuando vienes manejando por la carretera vieja a Torreón y tomas el libramiento de cuota para salir por Ramos Arizpe rumbo a Monterrey, a lo lejos se divisa el panorama de la nube grisácea de la contaminación que cubre a la ciudad y dan ganas de regresarte a Viesca, con sus noches estrelladas y su cielo límpido, pero luego te acuerdas que mañana hay que trabajar duro para seguir sobreviviendo en la gigantesca nube prieta------ Tormenta en la Laguna de Mayrán, Viesca, Coahuila. 2016------
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Éxtasis del primer trago. Bar El Venado. Monterrey, Nuevo León, 2017. Plata sobre gelatina.
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La danza del huizache, del Proyecto "After Carlos Jurado". Monterrey, 2017. Este proyecto es un tributo al maestro Carlos Jurado, así como buscar la luz primigenia a través de una cámara análoga disfuncional. 132
Mega hamburguesa de carne de vaca vegana, en Acapulco Rock. Monterrey. Caguamones bien muertos.
Agradezco sinceramente a Daniel de la Fuente (El Norte), a Juan Rodrigo Llaguno Fotografia y a Oscar Estrada por la publicación de ayer y por sus comentarios que vertieron sobre mi persona y mi trabajo. También agradezco a José Jaime Ruiz por la publicación de hoy en www.lostubos.com.
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La siesta veracruzana. Acayucan.2015
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En el proyecto Los Circos de Carpa en el Desierto del Norte de México. Viesca, Coahuila 2000
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San Pedro de Pinta 8:45 A.M., RĂo Madeira, Col. Fuentes del Valle, Garza GarcĂa, N.L.
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Cabuches, cocina potosina. Flores de Biznaga guisadas con cebolla, tomate, ajo, aceite o manteca de cerdo, cilantro y un poco de chile jalapeĂąo. Plato tĂpico de Ahualulco, San Luis PotosĂ.
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Ventana sellada, del Proyecto "After Carlos Jurado". Monterrey, 2017. Este proyecto es un tributo al maestro Carlos Jurado, así como buscar la luz primigenia a través de una cámara análoga disfuncional.
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Edificio abandonado donde se envasaba Leche La Perla, una leche de verdad, en los años sesenta, más allá de esa colonia todo era establos donde pastaban las vacas. Colonia Moderna, calle Magnolia Monterrey. Ahora todo lo controla el monopolio de leche Lala, puro menjurje químico de leche en polvo de vaca digital — en Unidad Deportiva Colonia Moderna.
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El barrio La Luz tiene varios aromas, a chicharrón y a pan en el horno, aunque a veces huele a madera vieja de pino americano o a objetos de porcelana o a Santos y vírgenes, impregnadas de un añejo perfume de rosas y jazmín. La casa de mi vecina huele a mujer encerrada.
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Cactus con el fruto llamados chilitos, muy apreciados por los niĂąos del sur de Nuevo LeĂłn. Mammillaria supertexta. Se comen.
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Asando machitos en el lugar donde será La fondita, Álvaro Obregón 617 Norte, entre Isaac Garza y Treviño. Barrio De La Luz, Centro de Monterrey.
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Durante dos días he recorrido el municipio de Villa de García, he visitado algunos ejidos, quintas y la parte antigua del pueblo Al que acostumbraba ir los domingos de hace veinte años a comer al restaurant de Luis Alférez, que ya no existe. Esta es la impresión que tengo de esta parte del área conurbada de Monterrey......... La Mancha contaminante de la ciudad se viene para acá al igual que muchos fraccionamientos que construyen minicasitas donde viven familias que tienen que recorrer más de 2 horas para llegar a su trabajo, muchos desechos industriales vienen a depositarlos rumbo a la carretera a Icamole, las Cañadas las utilizan como rellenos de escombros, hay un abuso en la extracción de agua del subsuelo para regar jardines de quintas, el barrio El Polvorín es donde he observado el más alto índice de mujeres entre 20 y 30 años con obesidad en toda la Mancha urbana de Monterrey, el casco antiguo es un pueblo fantasma. Sus calles lucen vacías sin gente caminando, hay mucho deterioro de la flora y la fauna y aparte es un lugar preferido por el crimen organizado para usarlo de tiradero de cadáveres.
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Lonche estilo Torreón Coahuila. Mucho mejor que las tortas de carnes frías baratas de La Purísima. Lo único bueno que tienen estas tortas para Godínez, es el aguacate. Carne adobada de puerco con paprika, pimentón, chiles secos, vinagre, ajo, cebolla, se muele y se adoban las milanesas de puerco, se reposan por 12 horas, se fríen en aceite y se cortan en lajas, se parte un pan talqueado estilo Torreón. ...lo venden en Soriana, luego se unta mayonesa y mostaza y se le pone la carne con aguacate, cebolla, tomate y un chile en vinagre.
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Hace un mes murió la Bety, un travesti que vivía en unos cuartos de Carlos Salazar y Emilio Carranza ya no despertó en la mañana del domingo, después de parrandear el sábado en los bares de enfrente de la central de autobuses, y cenarse dos órdenes de tacos de trompo, antes de dormir. En realidad, se cuidaba mucho su cuerpo, iba al gym y por temporadas era vegano o vegetariano, pero luego se desataba y visitaba todas las taquerías nocturnas de la Calzada Madero. Estaba operada de sus pechos, nalgas y caderas, el cirujano plástico le dijo que tenía que cuidar su dieta, por eso hacía ejercicio, para quemar las calorías que ingería en sus noches de locura de carnes asadas, hamburguesas y tacos de bistec y trompo. desde los seis años supo que él de grande sería mujer, la más hermosa de la calle Heliodoro Pérez. En lugar de jugar futbolito en las calles de la colonia Carranza, se juntaba con sus amiguitas de primaria en una vecindad a jugar a las muñecas, tenía toda la colección de barbies que su mamá le compraba en abonos. Eran doce hermanos, once mujeres y solo el varón, por eso su madre le animaba a a tener hábitos femeninos, por ese odio que sentía por los hombres en especial de su marido que la despreciaba en la cama y termino por abandonarla, cuando se fue poniendo cada vez más obesa por tanto hijo parido y esas jornadas de cocinar cientos de tacos de vapor que vendía al mayoreo, y que la fue avejentando, mientras su marido no salía de la cantina Los Panchos y le enseñaba los billetes de lotería que compraba todos los días---algún día seremos ricos---le decía Y el día que le pegó al gordo dejó a su gorda y se fue a vivir con Micaela, la jovencita que le ayudaba a su mujer a bañar y llevar a las niñas a la escuela. Bety tenía una estética y era la manager de un grupo de shows travestis. Un tiempo estuvo casada con un doctor del seguro social al que conocía desde la primaria, se casaron en Saltillo y esa ocasión se cerró el Wateke y el Guichos porque todas sus amigas querían estar en la boda. En una pared del Guichos hay un retrato de ella con una veladora encendida y unas rosas de plástico que Fabiola la cantinera compró enfrente en el Waldos. La Bety nunca se dejó retratar, pero si me tenía confianza en platicarme sobre su vida, las veces que la vi en esas cantinas. Decía que yo no era fotógrafo----tu eres un albañil o lavas carros, no tienes finta de fotógrafo, esos andan bien vestidos y traen colgadas muchas cámaras en el cuello, usan lentes ray ban y huelen a perfume y tu hasta los zapatos los traes enlodados y tu camiseta es de la paca, pero me das confianza, porque se ve que eres de barrio como yo-----me decía. Descanse en paz La Bety.
Mi madre esta en un sofá en el porche de la casa, viendo pasar a sus vecinos. Le duele el brazo izquierdo desde hace meses, el doctor le diagnosticó herpes interno. Es por el estrés, le dijo, ----no piense mas en la muerte de su marido, él ya esta en el cielo, piense en usted que sigue viva----Pero ella esta preocupada porque ayer no vio pasar por sus tortillas a Doña Evodia, ni a Don Raúl, el anciano vendedor de nieves de limón, ni vino Doña Chenta la vendedora de quesos de cabra. Por la calle bajan todas las mañanas hombres y mujeres mutilados de sus piernas, bajan en sus sillas de ruedas cargando el sufrimiento de la diabetes. Mi madre mira a los hombres que van en bicicleta---algo muy raro en Monterrey----Cree reconocer a mi papá en uno de ellos y su costumbre potosina de andar siempre en bicicleta. Cae la noche y ella se sienta a mirar su telenovela y se cena tres tamales de frijol negro y una cocacola. mi madre aún no lo sabe, no se lo quiero decir, pero ayer murió Don Raúl y Doña Chenta, y hace rato Doña Evodia. Se van muriendo todos los de la cuadra, se va muriendo su generación.
La puerta de entrada de la cantina El Pitacoche es muy angosta, pero los parroquianos si pasan por ella, porque en este pueblo de San Isidro no hay obesos, el único es el dueño, un regiomontano que les enseñó a comer carne asada "los voy a civilizar, a enseñar comer como Dios manda" — les dijo, y mando traer paquetes de carne congelada desde Monterrey. Pero estos rancheros que trabajan sus propias vetas de mármol, siguen flacos, pues siempre andan en bicicleta, por eso cuando alguien regresa de Estados Unidos o de Monterrey, se burlan de ellos si los ven gordos, les dicen ardillones, que es una especie de ardilla que tiene gran cantidad de grasa, aunque solo se alimenta del fruto de los árboles de mezquite, donde viven.
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Un día si y el otro también, me llegan por inbox invitaciones para colaborar en alguna revista cultural, hacerme una entrevista para un trabajo de la escuela----En la ciudad hay cien fotógrafos por cada tienda Oxxo----colaborar en la portada de alguna publicación y demás chácharas similares, a casi todas respondo de manera afirmativa. Aún espero que alguien me escriba para comprarme mis imágenes, o me diga, “lo invitamos a dar una conferencia, sus honorarios serán de 20,000 pesos más viáticos aparte…” No puedo ponerme tampoco en el plan de mamilas y pose de artista, pues no me considero nadie importante y menos artista, pero si espero mejores tiempos, digo hay que disfrutar algo del trabajo fotográfico que durante 40 años he hecho. Ya muerto para que.
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