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from CAR - Mayo 23
El pasado mes de febrero, finalmente se dio a conocer el veredicto de la sentencia en contra de Pablo Lyle por homicidio involuntario. Cinco años en prisión y un par más de libertad condicional. Lo antes mencionado, a expensas de la buena conducta del actor, la cual podría disminuir su condena. Ante esta situación, viajamos a Mazatlán, Sinaloa, para platicar con Ana Araujo, madre de los hijos de Pablo, quien nos confiesa cómo han vivido esta situación que les cambió la vida tras los hechos ocurridos en Miami, Florida, en marzo de 2019. Asimismo, nos cuenta cómo ha sido para ella el salir adelante por cuenta propia desde hace cuatro años y cómo hoy, busca impulsar a las mujeres que han atravesado por una experiencia parecida. Finalmente, nos detalla cómo ha sido la comunicación con sus hijos, quienes desde el día uno, están al tanto de la situación. “Cuando les dimos la noticia del veredicto de la sentencia, me sorprendió su respuesta, pues contrario quizá a lo que yo esperaba, Mauro, mi hijo menor reaccionó diciéndole a Pablo: “papi, a lo mejor para el próximo mundial ya estamos haciendo el álbum juntos” o “papi, si vuelves en 2027, a lo mejor podrías llegar antes de mi cumpleaños número 12”. Entonces sí, contrario a lo que podríamos pensar, lo han tomado mejor de lo que pensamos. Imagínate que antes no tenían certeza y hoy, sin importar el tiempo que falta, ya hay una fecha. A Aranza, la mayor, sí le costó un poquito más al pensar que para cuando Pablo regrese, ella va a tener 17, pero está bien”, asegura.
¿Ana, cómo te encuentras en este momento?
Estoy en un punto en el que estoy feliz con mi vida, con mis hijos, con mi familia, con mi negocio; por fin tengo espacio mental para ver hacia dónde me quiero dirigir. El hecho de que el juicio de Pablo se tardara tanto, representó el poner mi vida en pausa por un tiempo, pero ahora todo está fluyendo y estoy feliz. nadie a quién decirle que me ayudara, sin embargo, eso me ayudó a madurar. Además, a eso súmale el tema económico, pues nos quedamos sin ahorros. Mi vida dio un giro inesperado, pues no tenía cabeza para nada más que para mis hijos y el trabajo. Y aunque amo mi vida y lo que hago, claro que fue pesado. Me costó mucho disfrutarlo; incluso hoy puedo reconocer que, al inicio, hacía todo de malas y enojada; con el tiempo me di cuenta de que todo eso lo reflejaba frente a mis hijos, pues empecé a ver comportamientos en ellos que los hacían sentir inseguros; entonces cambié mi forma de pensar y actuar ante mi nueva realidad, aprendí a agradecer y ver las cosas de otra manera. Estaba yo muy triste; además, estaba en un limbo de pareja, pues
¿Cómo han sido para ti los últimos cuatro años?
Cuando pasó la situación con Pablo, todo se revolucionó. Al final, siento que fue durante estos cuatro años cuando finalmente maduré, pues, aunque desde siempre he sido muy independiente -dicen mis papás que caminé desde los nueve meses-, nunca me sentí suficiente. Nunca me sentí capaz de mantenerme por cuenta propia. Más adelante, cuando conocí a Pablo pensé: “no me voy a tener que preocupar nunca más”. No sino hasta hace cuatro años, cuando la vida me retó a salir adelante por mis hijos y por mí.
¿A raíz de lo vivido, surgió en ti una necesidad de supervivencia por ti y tus hijos?
Para mí, el que mis hijos estuvieran bien se volvió mi enfoque principal. Desde siempre he buscado el equilibrio, pero creo que, cuando más lo consigues, es cuando la vida más te pone a prueba. Crecer es incómodo, pero te obliga a hacerte cargo.
A la fecha y desde hace cuatro años, ¿cómo ha sido el sacarlos adelante por tu cuenta?
Ha sido todo un reto, pues siendo honesta, no me sentía capaz. No quería resolverlo todo yo sola. No había estábamos a la distancia y todo se complicaba. Sí me costó mucho estar en donde estoy hoy, pero todo lo vivido lo valió.
¿Cons ideras que ser mamá sin una figura paterna presente es complicado?
Ser mamá es algo que damos por hecho y no es nada fácil. Una piensa que lo va a hacer en pareja, si es que así lo desea, sin embargo, no siempre sucede como lo planeas. Ahora me pasa que veo a amigas que ya a mi edad están divorciadas y hay a quienes les toca arreglárselas solas, es un viaje individual que no debemos de juzgar porque siento que, con las pocas o muchas herramientas que cada una tenemos a la mano, hacemos lo que podemos.
¿Cómo reaccionaron tus hijos ante la situación por la cual atravesaron con Pablo?
Al inicio, Aranza no podía dormir, tenía insomnio y miedos injustificados. Entonces decidí llevarlos a terapia, pero lo principal fue reconocer que para que ellos estuvieran bien, yo debía estar bien también. Claro que la terapia ayuda, pero al final del día, es en casa en donde todo comienza o termina. En casa se pueden intensificar los miedos, el enojo, la frustración y cualquier otra emoción. Esta situación demandó cerca de dos años para acoplarnos al cambio. Aranza, por ejemplo, tuvo una etapa un poco oscura, yo la veía pintar y exponía pesadillas, pero al final, estaba sacando todo lo que sentía. Fue un proceso de mucha paciencia, pero tenía que estar ahí para ellos. Mauro, por su parte, sentía mucho enojo al no poder ver a su padre, mientras veía a los papás de todos los demás.
Tus hijos siempre han estado al tanto de la situación?
Hoy los dos son muy conscientes. Al principio Mauro no sabía bien lo que pasaba pues estaba muy chico. Recuerdo que, el día que pasó todo, mis hijos estaban presentes, pues íbamos a tomar un vuelo los cuatro juntos, que al final, Pablo no tomó. Y pasada la situación, recuerdo que les dije: “lo que acaba de pasar no estuvo bien y la policía debe hablar con papá, con el tío y con el señor. Ya que arreglen la situación y se pidan perdón, papá va a regresar”. Fue la manera de explicarles porqué Pablo no podía viajar con nosotros. Más adelante, al estar bajo arresto domiciliario, Pablo tenía un rastreador en el pie, pues no podía salir del departamento. Recuerdo entonces que Pablo le compró un reloj a Mauro y él se lo ponía en el pie, pues decía que quería tenerlo igual que él. Finalmente, cuando creció un poco más, le explicamos bien lo que pasó. Mauro se molestó, pues aseguraba que su papá lo hizo porque nos defendió, tenía mucho coraje, sin embargo, conforme pasó el tiempo, él fue entendiendo mejor todo. Por otro lado, Aranza lo entendió muy bien desde el comienzo. Sin embargo, ha sido un proceso de cuatro años en el que hemos tenido que ir recapitulando.
¿A nivel social, tus hijos han sufrido acoso o bullying por la situación en la que se encuentra su papá? Nada. La escuela se preparó mucho, incluso me han dado muchos permisos para que me los pueda llevar a ver a su papá y más. Y los alumnos cuando los recibieron lo hicieron súper contentos y lindos. Jamás han recibido un mal comentario. Por otro lado, las mamás del fraccionamiento y mis amigos me han ayudado y apoyado mucho. La gente no quiere que mis hijos y yo nos sintamos solos.
¿Cómo es su vida en familia actualmente?
Hoy día, en esta familia, somos los tres. Siempre les digo que somos una tribu y nos tenemos que cuidar y apoyar entre todos. Tanto así que, en verano, mi hija paseaba perros para ganar dinero, y ahora Mauro me ayuda a embolsar las donas que hacemos. Aprendieron al respecto y hoy me da mucho orgullo. Sin duda son buenos niños y son muy conscientes.
¿Cómo eres como mamá?
Soy súper cool (risas). Nos llevamos muy bien, tenemos muy buena comunicación, yo soy mucho de hablar. Me gusta que sepan que se vale expresarse y decir lo que piensan y sienten. Creo que los he hecho muy maduros, conservando su niñez. Creo que tenemos una gran relación y sin duda alguna, la base de esta es la comunicación. Además, siento que en cualquier momento van a crecer y si hoy no fomento esa unión, los podría perder.