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“MI verdad”

“MI verdad”

Sandra Ramos Calderón, 58 años, profesora de Religión y Moral de la Universidad Católica de Valparaíso. “Enseñar siempre: en el patio y en la calle como en la sala de clase. Enseñar con la actitud, el gesto y la palabra” Ya lo decía Gabriela Mistral en su máxima de educación y Sandra ha hecho de esta frase una consigna de vida.

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“¿Qué significa para mi vivir en Forestal? Una oportunidad de ver la realidad de nuestro país, una realidad social porque sabemos que Viña tiene diferentes realidades(...) yo nací en Forestal, viví en el paradero 3 donde aún era más precaria la realidad, donde había más pobreza. Yo soy parte de esa realidad por eso empecé a trabajar con la gente, desde los 12 años en un sector donde no habían caminos, sin locomoción, no había alcantarillado, ni agua potable, eso indicaba una línea de pobres, porque eran lugares que se tomaban y se construían las casas. Esa era la realidad, de esfuerzo, donde no llegaban los beneficios estatales y por eso la iglesia en la Parroquia se convierte en el lugar de ayuda, en mi trabajo, como instancia de ayuda económica para las personas, de alimentación, de abrigo en la entrega de vestimenta, entre otros. Y bueno en la dictadura la realidad fue más dura porque era un grupo de personas sometida por el sistema, maltratada, perseguida, por lo tanto, siempre había que sacarse la mugre, esforzándose, nada era fácil. Ese tiempo fue de muchas luchas sociales y fui afortunada de poder ser protagonista porque igual hay mucha gente que estaba en sus casas y no tenían las instancias de poder hacer algo cuando la gente necesitaba y yo lo logré. Nunca me voy a arrepentir de haber nacido y crecido en Forestal, todavía tengo la esperanza de volver algún día a vivir allá”. Con esta sonrisa **relata Sandra sus memorias de vida comunitaria y adulta en lo que ha sido su trabajo como lider. Su identidad, sus memorias y esa resiliencia son producto del amor innegable que tiene a su territorio y que se ha visto reflejado en las acciones colectivas que realizó en la Parroquia de Forestal. Es que el arraigo que ella expresa es algo más que “echar raíces”. Es un sentido de pertenencia que se evidencia por la solidaridad hacia sus pares; niños y niñas, jóvenes y adultos que estando en situaciones de precariedad acuden a la Parroquia “Nuestra Señora de Fátima” donde ella participó activamente en prestar ayuda social y donde se define como una “Educadora y Promotora de actividades para la Comunidad”. Además de estas acciones, desempeñó un rol como coordinadora en la pastoral Juvenil, donde señala que “no era el lugar para juntar jóvenes para ir a rezar o para ir a recibir el sacramento, sino que era el lugar que teníamos los jóvenes para vivir juventud, para compartir, para soñar que otra sociedad era posible, para pensar qué si podíamos hacer algo para ayudar a los niños, sobre todo de la población y también a otros jóvenes a construir una vida más justa”. Finalmente , enfatiza “En mi casa siempre me dijeron que la mejor forma de tener un mejor pasar es educándose y después de tener la posibilidad de entrar al Liceo fui a la Universidad y creo que fue una posibilidad también de mostrarle a los demás que eran de mi edad que si se podía ir surgiendo”

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