Punto Final n.1

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Axel Lima

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César Cipriano

Ilustraciones Lú Soriano Carlos Mo

Portada y Contraportada Lú Soriano


C ultura: ese término problemático, lo mismo significa algo “elevado” que algo mundano. ¿Todo lo que hacemos es cultura? Eso nos llevaría a admitir que todo vale, que todo está permitido. Por el ­contrario, decir que sólo algunas ­cosas son cultura equivaldría a ­establecer un criterio absoluto, una ­única forma de ­entender lo que “es” la cultura. Bajo esta ­reflexión surge Punto Final, inicialmente pensado como suplemento de I­ mpune Mex.

Leer está de moda, ver cine de arte está de moda, “ser culto” está de moda y, aun así, no nos detenemos a pensar de dónde provienen esas ­categorías, no nos cuestionamos sobre la validez de nuestros juicios: lo “bueno” y “malo”, lo naco y lo ­chido, culero o chingón. Simplemente señalamos las cosas que, a nuestro criterio, entran en ­alguna de esas categorías y nos sentimos satisfechos con nuestra superioridad: “lo he logrado, yo sí ­entiendo”. A nosotros no nos queda claro, pero sí podemos decir que la cultura no es alta ni baja, es cultura y Punto Final.

editorial Revista

Punto

Final,

año

1

número

1.

Revista

bimestral:

Enero/Febrero

2015.

Registro

en

trámite,

número

de

dictamen

previo

otorgado

por

el

INDAUTOR:

04-2014-121013315200-01.

Propie-

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Diosa de la cumbia/Floatl Cvmbia https://www.facebook.com/ffloatl




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Ciencia y religión: dogmas semejantes Muchos de los argumentos que se esgrimen en contra del supuesto dogmatismo de la religión son igual de dogmáticos y tienen como ­sustento consideraciones muy pobres r­ especto al ­conocimiento científico. Esto se debe a la creencia en la validez de la ciencia y del ­inmenso poder y legitimidad del que goza en muchas sociedades actuales: se presume que sus postulados son “comprobables y ­verdaderos”. Cosa que la religión supuestamente no cumple. Esto no es del todo cierto. Comte estableció un parámetro bastante sencillo de entender ­respecto a la congruencia lógica de un sistema de conocimiento. El más coherente es el animismo: como en las culturas totémicas, donde todo queda explicado por la “­animación” que los ­espíritus –o cualquier otro tipo de fuerza metafísica– dan a las cosas, ­animales y ­personas, por lo que ningún misterio del ­ mundo ­quedaría sin respuesta. En segundo ­lugar tenemos al ­pensamiento religioso: dado que el ­funcionamiento del mundo quedaría ­explicado por la furia o benevolencia de Dios –o dioses en el caso de las religiones politeístas– dejando pocos lugares a la explicación humana. En último lugar, y para sorpresa de muchos, está el conocimiento científico: ya que las ­teorías no pueden explicar la totalidad de los fenómenos y sus causas, sino aspectos muy reducidos de la realidad. La ciencia no da explicación para todo lo que pasa a nuestro alrededor. En términos de Karl Popper, esto sería una fortaleza de la ciencia, dado que el único avance o progreso posible debe construirse sobre la ­posibilidad de reconocer y aceptar que una teo-

ría no lo explica todo, abriendo las posibilidades a otros científicos para que la mejorasen o refutasen. El llamado proceso de la falsación. Sin embargo la cuestión sigue pendiente, el problema de la credibilidad de un sistema de conocimiento no reside en las “pruebas” que éste pueda otorgar, como si se tratase de un acto racional de convencimiento. La ­legitimidad proviene del poder: la razón por la que actualmente el conocimiento ­científico y la religión –en especial el cristianismo en cualquiera de sus formas– se oponen tan ­ diametralmente es porque la ciencia tuvo que quitarle el poder económico a la iglesia. Las revoluciones ­burguesas tenían como consigna “la luz” de la ciencia contra la “oscuridad y dogmatismo de la iglesia” y de su poder ­encarnado en las monarquías (no por c­ asualidad la edad media también se llama “edad oscura”). Nuestra creencia en la ciencia es eso: una creencia. Conocemos poco sobre temas ­científicos y el funcionamiento y aplicación de las más elementales teorías. Conocemos poco sobre la forma en que funcionan m ­ uchas de las tecnologías –productos de la ciencia m ­ oderna– que nos rodean. No hay ­verdaderas pruebas empíricas de cosas que hoy c­ onsideramos tan básicas: como que la tierra gira sobre su propio eje, la existencia de galaxias, de otras e­ strellas, de los átomos etc., más allá de un montón de fórmulas matemáticas y e­xperimentos de ­laboratorio, siempre fiados en aparatos ­técnicos que, a su vez, funcionan gracias a ­teorías que no resultan inmutables. El potencial liberador de la ciencia sólo podrá ser explotado realmente hasta que tomemos conciencia de la dominación que ejerce sobre nosotros. Como diría Paul Feyerabend: hay que defender a la sociedad de la ciencia.


por Nube Cerebro

Nadie se preguntará por qué maldecirlos sino ¿esta vez qué hicieron? y es que desde que ser intelectual se puso de moda para alejarse de lo cotidiano, mucha gente quiere acercarse a esas olas de novedad que no hacen sino volverlo lugar común. Lo interesante se presenta cuando uno que juzga a quien “no se culturaliza como debería” se queja también porque después de tres semanas no pudo conseguir boletos para las películas de Miyasaki, Anderson o Lars Von Trier en algún festival de cine: “¡farsantes!, yo sí vi las trilogías, yo sí comprendo la perfección de sus detalles y la construcción de sus modelos, yo sí me derrumbo porque ya no va a hacer más animaciones, y sin embargo, tengo que hacer largas filas con un montón de gente que no lo aprecia tanto como yo, ¡malditos hipsters!” Aquí se juegan dos paradojas, por un lado aquella necesidad narcisista de buscar in-

dividualidad y originalidad pero siempre cayendo en un grupo cliché; y por el otro estas mismas personas que se quejan de la apatía por la cultura (desde donde cada uno lo entiende) y juzgan a quien sólo cubre sus necesidades dramáticas con telenovelas y canciones en estaciones de radio populares. Pareciera que este individualismo tiene como hilo comunicante el fastidio por todo: “malo si lo hace, malo sino lo hace” como diría Bart Simpson, o ya poniéndose “serios” a decir de Gilles Lipovetsky: un abandono y adaptación a la enajenación total y por lo tanto una tendencia al individualismo y al egoísmo, justificado claro, desde el consumo. Porque al final se trata de una sociedad marcada por la abundancia y sobreabundancia de signos y significados que se encuentran en un constante cambio en el que lo efímero marca todo. Así pues, los nuevos valores son valores de consumo y sobre todo de inmediatez, en los que la apropiación se considera como


7 realización individual, y dan pie a la demostración del prestigio y la exhibición. Así, ha dejado de ser suficiente tener el celular más novedoso o vestir los colores de temporada, es menester hasta donde las posibilidades lo permitan estar en la cumbre de la innovación, tener la información de vanguardia sólo para decir que se sabe. Y es que el conocimiento como mo-

Todo se ha de olvidar Por Tótua Nia El vertiginoso avance De los días La celeridad de tu olvido La repetición ad infinitum De mi estupidez Y tu imprecado desdén ¿dónde estás? Eres tierra lejana Pedaleo constante a donde Me lleva tu olvido Cantinas de rancias viandas Tu luz infinita y caras rojas De espanto de operación Milenaria Las calles se expanden son Sinuoso fin Que no acaba, que nunca acaba Me recuerdan a ti, desolada Y hermosa ¿Dónde estás? Ya rompí la memoria Ya vacié mis bolsillos Encuentro refugios temporales Cálidos glaciales, me comprimo Y subo Y aúllo y vuelo y siempre regreso Y siempre me voy Huyo de ti, de tu risa de lobo

neda de cambio también te hace perteneciente o excluyente a uno u otro grupo, el haber visto la película antes de que estuviera en cartelera, el conocer el meme del momento, saber cosas que otros no saben como si fuera una competencia por llegar primero más que por sólo llegar: no vale el esfuerzo de hacer algo tanto como el de hacerlo antes de que estuviera de moda.

La noche se transmuta en ti Y te bebo y te sorbo Y te recorro Y tú me recibes en tu cama Pálida Con tus brazos de araña Se me acaban los pasos Boca seca jadeante, hiriente Como el camino levantado Vuelto sobre sí y tus piernas Que envuelven un farol enmohecido ¿Por qué te escribo? Tal vez no tengo papel Tal vez te amé sin querer Quizás te ame muy pronto Cuando llegue diciembre Las palabras intentan asirte Tu recuerdo precede mis ganas Te has de acabar, como el día Ennegrece la noche y los Cuervos que me siguen de día Todo se olvida siempre Se disloca y confunde con Pendejadas A caso todo brilla pendejamente Merolicos y meliflos y basura Enajenada Gana siempre lo pendejo


Por Carlos Carmona El espacio se torna irreconocible. Es la fiesta, el show: es el frenesí de miles de asistentes que vienen a decirnos cómo era la homosexualidad antes de que supiéramos que los homosexuales no precisamente se comportan así. Pero no es tema de homofobia, es algo más. La multitud ya está afuera y qué más da disfrutar y reivindicar esto que llamamos mariconería frente a una sociedad cargada de prejuicios, esa que no acepta, la que no quiere ver. Hay que quitarse las mejores garras y poner en alto esta pretensión que hemos nombrado orgullo LGBTTI.

La gente deambula por distintas calles del ­Distrito Federal; del Ángel al Zócalo, del Zócalo al after. Zona Rosa y Madero, al filo de la celebración, regodeándose en el negociazo que se avecina. El interés por los derechos humanos, la discriminación, o cualquier tipo de explotación social, no se presenta de forma gratuita. Oh benditas minorías ¡qué serían los intereses privados y la demagogia sin ustedes!


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DE LAS PORRAS, EL ORGULLO: “ESOS MIRONES, TAMBIÉN SON MARICONES” Tremenda reversión de papeles. Ya sean los mirones, chismosos, morbosos, y todos aquellos que expresen la mínima expresión de sorpresa, presentan la inevitable transformación que, a causa de la incapacidad de luchar contra la deconstrucción del espacio, terminan apropiándoselo. Salir corriendo no es una opción –no se puede– además mejor será no hacer notar la incomodidad. Lo complicado de la porra radica en el discurso. Se sustrae a la interpretación una exaltación de la necesidad de apropiación. Pretensión que indica el deseo de igualdad que por más, exige la renuncia obligada a las condiciones individuales, infringiendo el derecho de ser, mismo que contradictoriamente se está exigiendo.

REFLEXIONES AL PASO… “EHHH PUTO” Ante la discusión en meses pasados sobre quién habría de llevarse la batuta del “sentido común”, sobre si es o no una expresión ofensiva, y lo controversial, discriminatoria contra la comunidad homosexual. El tedio de los distintos puntos de vista a la expresión, la doble moral de la FIFA, el “análisis” exhaustivo de varios comunicadores en diversos medios. El juego del insulto: la homofobia, la discriminación, el racismo, explotación social. Disparates discursivos que terminaron siendo suprimidos por una multitud homosexual que al paso soltaban la porra indistintamente. Y en el embrollo ¿dónde queda la demanda por el uso adecuado del lenguaje? de comprender su carácter social y político, de la importancia en esterilizar las palabras para promoción de una sociedad más armónica y sin distinciones. Y las preguntas ¿Qué noción transformadora traen consigo estas reclamaciones, o cuál es el papel del lenguaje aquí?, ¿Qué nos anticipa a no caer en una mera lluvia de eufemismos? Para aquellos que no le dan nada a la semántica, las interrogantes se quedan al aire.


ECLECTICISMO INCÓMODO De la algarabía a las porras; de la nalgada vulgar a la más notable ­galantería; se presentan distintos sectores de una minoría altamente diversificada. Porque como en toda comunidad, también existe distinción de clases, d ­ iscriminación y que por mucho que se pretenda la unidad, no es posible ­percibir una entidad enteramente homogénea. Es aquí que un sector minoritario de esta minoría, persiste en la intención de asumir su sexualidad fuera del supuesto show o espectáculo que se vierte en esta celebración. Reclaman lo ordinario con base en la crítica a la exaltación exagerada de las convenciones y los supuestos cánones que de algún modo los han condenado. Mismas que ciertos grupos políticos han aprovechado para hacer el más vil acto de demagogia, con fines meramente lucrativos, sin atender las garantías humanas que por nacimiento habrían de pertenecerles.



Por Dulce Velasco

Resulta que ahora la cumbia y lo guapachoso está de moda. Ahora la cumbia se presenta en lugares de ­“personalidad” de la Colonia Roma o Condesa, y es ahí donde nos permitimos escuchar y bailar la nueva cumbia propuesta por bandas alternativas. Probablemente te has subido a una pesera y criticado el mal gusto del chofer por llevar cumbias a todo volumen…pero las cosas cambian y lo que ayer fue mal visto hoy puede ser el último grito de la moda. Tal es el caso de El Sonido Gallo Negro, banda que ha sido muy bien recibida por el público –en su mayoría los que criticaban al chofer– y no es porque haya surgido un nuevo género en la música, simplemente porque cambió su modo de presentación. Su discografía muestra lo poco novedosa que puede ser la “nueva” cumbia, ya que parece ser sólo una copia de las primeras cumbias peruanas más representativas de la chicha y que aparecen en un compilado llamado “The Roots of The Chicha” grabado por la casa BARBES RECORDS. Pero ¿qué es la chicha? La chicha tiene sus orígenes en el Perú los 60’s y es una fusión de elementos andinos con la c­umbia –originaria de Colombia– y demás influencias como el rock, surf e incluso africanas que surgieron de una mezcla por el fenómeno migratorio, que se centraba en cerros y conos de Perú. También fue un subgénero musical que, a su vez, se convirtió en el conducto de expresión de las vivencias del emigrado que, sufriendo día con día, cumplía su misión de convertirse en un limeño urbano. Sus principales promotores fueron los músicos provenientes de familias pobres. Como

resultado no llegó a ser popular entre la clase media y fue despreciada a nivel nacional en gran parte de Perú. A pesar de su rechazo, hubo un auge de grupos que representaban este subgénero musical. Uno de sus mayores exponentes e ícono de la música chicha de los años 70´s, fue Enrique Delgado con su grupo Los Destellos, quienes introdujeron los ­elementos del rock a la cumbia peruana. Asimismo bandas como Los Mirlos, Juneco y su combo, Los hijos del Sol, Los Diablos Rojos y Eusebio y su Bajo fueron parte de este género de la cumbia. La nueva música puede ser muy novedosa si nos quedamos con lo que nos venden, pero si ­conocemos sus orígenes pueden ser solo una s­ imple ­reproducción de algo que ya existía, del mismo modo nos damos cuenta de que no dista mucho el rechazo que se le tiene a un cierto género musical debido a su origen y el contexto en el que surgió. Sin embargo, si modificamos las condiciones de consumo puede resultar en un producto novedoso y hasta “inn”.



Aunque se tienen indicios de que este ­deporte llegó a México en 1863 d­urante la intervención francesa, fue 1910 cuando la compañía del campeón italiano Giovanni Relesevitch llegó al Teatro Principal.

Ese mismo año llegó al Teatro Colón la empresa de lucha del famoso Antonio Fournier trayendo entre sus estrellas al famoso Conde Koma y a Nabutaka. El choque de ambas empresas constituyó un espléndido negocio.

Inicios de la Lucha Libre mexicana Después de presenciar una función de lucha en el Paso, Texas, en Don Salvador Lutteroth surge la inquietud de incursionar en el mundo de la lucha libre como empresario, por lo que emprende la tarea de encontrar un local en dónde poder llevar a cabo funciones de lucha. Al ser rechazado por los empresarios de la Arena Nacional (Hoy Palacio Chino), se acercó a Víctor Manuel Castillo, propietario de una vieja arena llamada Modelo, para pedirle que le rentara su local, petición a la que accedió. De este manera, Lutteroth González logro obtener un lugar donde ofrecer sus funciones de lucha, no sin antes darle un “zarpazo de tigre” al local, ya que estaba en muy mal


15 estado. Al quedar restaurado el sitio, se le bautizó como la Arena México. Esta arena se inauguró siendo las 8:30 de la noche del día 21 de septiembre de 1933, con dos luchas estelares encabezadas por Yaqui Joe (Campeón de lucha mexicano), Bobby Sampson y el irlandés Ciclón Mackey, personaje que a la postre le daría a la lucha libre mexicana su sello distintivo a nivel mun-

dial: la máscara de luchador. Tal fue el éxito y la suerte que le trajo la lucha libre a Lutteroth, que justamente al año siguiente el 21 de septiembre de 1934 fue uno de los ganadores de la Lotería Nacional. Don Salvador compró el billete número 4242 y al hacerse el sorteo por la noche, su cachito salió premiado con 40 mil pesos.

DATO: Se le conoce a la lucha libre como “pancracio” en alusión al ­Pankration, que en griego antiguo significa “todos los poderes”, competición ­deportiva de la antigua Grecia que consistía en pelear sin ningún tipo de protección hasta noquear al rival. Morder o pegar en los huevos era permitido.


Bollywood es el nombre con el que se le

ha denominado a partir de los 70´s al cine de India, pero su semejanza con la palabra ­Hollywood va más allá del ­cambio en una ­letra. Bollywood se deriva de la ­combinación de Hollywood y Bombay. Y así como su análoga occidental, es el centro más importante de producción fílmica de Asia, debido en gran parte por el número de películas r­ ealizadas al año y a su p ­ opularidad. En general las películas provenientes de la India comparten ciertos elementos como el baile, la vestimenta tradicional, actores con rasgos hindúes y la presencia de muchas mujeres.

Entonces, ¿cómo reconocer una película Bollywoodense de una simple película que hable sobre India o se sitúe en este país? Los típicos bailes además de encontrarse en todas las películas, guardan rasgos distintivos que nunca podrás olvidar. Primero la música tradicional hindú, las bellas mujeres con trajes típicos de la India bailando de manera seductora, los hombres atractivos que también le entran al baile y ese movimiento de cabeza que va de lado a lado. Pero actualmente se mezcla hiphop, rap y ritmos latinos. Gran parte de su popularidad se basa en ­estos musicales que le han dado un rasgo distinti-


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Adriana Guarneros Hernández

vo y permiten que la publicidad de la película crezca mucho antes de su e­ streno, pues la música se presenta mucho antes del estreno de la película. Así que si pones b ­ ollywood en el buscador te encontrarás con miles de coreografías. Aunque lo que más conozcamos sean los bailes y películas románticas bollywoodenses, en Bollywood no sólo hay baile, amor y alegría, muchos de los temas versan sobre el sistema de castas, la diversidad religiosa, pluralidad étnica, política, terrorismo, étc. Es s a pesar de ser los menos populares son los que mejor muestran la realidad hindú y su complejidad.

A diferencia de la industria americana, en la India se intenta mantener un modelo de belleza femenina y masculina hindú, aunque algunos directores han adoptado la occidentalización como medio para traspasar los límites de India y Asia. ­Actualmente es la pretensión de grandes productores llegar a popularizarse en Lationamerica, sobre todo en Perú.

Bollywood: tan lejos de Hollywod y cerquita de Vishnú.


Ilustraci贸n/ Carlos Daniel MO.

lacasadelcine.mx La Casa del Cine MX Rep. de Uruguay 52 Piso 2. Centro Hist贸rico. Ciudad de M茅xico


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LA JUSTICIA EN MÉXICO: SECUESTRADA La desaparición forzada de 43 estudiantes de la Normal Isidro Burgos en Ayotzinapa Guerrero es sólo una muestra de la descomposición social encabezada y dirigida por el Estado mexicano. Como si no fuera suficiente que la policía municipal colaboró con el grupo criminal Guerreros Unidos para atentar contra los normalistas, las explicaciones ofrecidas por la PGR hasta la fecha no han sido satisfactorias: el gobierno no sabe o no quiere saber qué pasó exactamente con los 43 que ahora son símbolo del hartazgo en contra de la clase política que dirige nuestro país. Miles de ciudadanos en todo el mundo siguen expresando su solidaridad con las familias de los estudiantes al tiempo que la credibilidad del gobierno mexicano disminuye. Cada vez son más las voces de artistas, intelectuales, políticos y sociedad en general a nivel mundial que rechazan tajantemente la injusticia no sólo del caso Iguala, sino la que padecemos día a día en México.

¡HA GAMOS MEDIOS LIBRES!



Una noche cualquiera Por Axel Lima

De cómo Alejandro, un directivo ­adinerado adicto a las prostitutas, termina siendo una estrella de YouTube perseguido por la policía. I Alejandro subía trabajosamente, con las ­nalgas de Rebeca contoneándose frente a él: eran escaleras en espiral, estrechas. Mientras se enfilaban por un pasillo oscuro, Alejandro acechó a un cuarto contiguo, que tenía sólo una e­ ndeble cortina verde; gemidos de al menos tres personas diferentes eran emitidos desde ahí y un aroma ocre impregnaba todo. Ignoró las siluetas resaltadas en azul y ­siguió su camino. Cerró la puerta tras de sí, Mi ­dinero, Aquí está: deslizó doscientos pesos en un ­pantalón azul marino que fue retirado ­inmediatamente. La tanga roja provocó una rápida erección, a la que siguieron ­desesperados besos, mordeduras innecesarias, succiones d ­ elatoras y una serie de contorsiones tan ridículas como excitantes propias del ritual del sexo. Una cabina de dos metros por uno de ancho se iluminaba con el candor de una ­película porno, en la que cierta chica menuda era f­ ollada por un grupo de cinco o siete sujetos…era difícil ver. Todo acabó en menos tiempo del que tomó pagar el lugar, subir las escaleras y quitarse la ropa: Ahhh, Voléate, Métemela, Así, ¿Terminaste?, Simón. Total, a eso iba, a bajarse la calentura como cada semana. Rebeca no era una puta cualquiera, y Alejandro era su cliente más frecuente. La despedida fue seca, con la sensación de ­expresar algo más que indiferencia; sensación que siempre es contenida y sustituida por el ­cortés desinterés. Alejandro caminó por una s­ erie de pasillos rectos, donde se vendían ­playeras, relojes y otras chucherías que no tenían nada que ver con el crudo sexo que se llevaba a cabo unos metros más atrás. Una vez fuera miró el Nivada

que le regaló su ­mujer, ésa pinche baratija de catálogo Avón que sólo a esa pendeja se le ocurría comprar. Era temprano así que se enfiló por Carranza y luego dobló sobre la calle Bolívar. Era hora de un pulque. Sentía las miradas sospechosas, la paranoia propia de quien se sabe culpable de algo, aunque quizás era su aspecto desaliñado y el cierre que llevaba abierto.

II ¡Despiértate hijo de la chingada!, los golpes caían sobre su cabeza y apenas pudo incorporarse. Alejandro sintió entonces un tirón de cabellos y rasguños en la cara. Cuando se aprestaba a tirar un golpe, distinguió la cara furibunda de su mujer, Carla. Carla, la mocha, la primera vieja que se cogió, la primera de la que se enamoró y también la persona que más odiaba en el mundo. A su esposa no le gustaban las tangas rojas, ni bailar entre luces de colores, ni el anal, ni siquiera chupársela: apenas dejaba que se la metiera en misionero, como Dios manda. No como la Rebecca, o la Mariely, esa de las ­calcetas largas que se contonea los viernes en El Azteca o la Jenny, la güera de La Tentación que gime como niña, oh Jenny… Alejandro se dio cuenta de que estaba en m ­ edio de la calle, con todo y auto. La boca le sabía a mierda, tenía un dolor de cabeza incrementado por los golpes de Carla, los vecinos los rodeaban con mirada ­reprobatoria. ¡Otra vez hijo de tu puta madre!, a Carla se le olvidaban los buenos modales aprendidos en la Anáhuac cada vez que se enfrentaba a los desvaríos de su marido, se hacía costumbre verlo borracho, apestando a perfumes baratos, derrochando el dinero de la empresa que su padre había dejado a cargo de ése cabrón inútil y desvergonzado. ¿Dónde andabas?, Por ahí, ¿Por ahí dónde pendejo? ¿Por ahí donde?, y la enésima bofetada caía sobre un Alejandro que buscaba desesperadamente meterse a la casa, a escon-


derse como siempre el muy maricón. La furia de Carla se convirtió en sollozos y sus golpes en gritos ahogados. Alejandro logró percibir mejor la realidad al sentarse sobre la acera, cuando dos figuras azul marino se acercaron a él. Señor, tiene que acompañarnos a la ­delegación.

III La pulquería La Gloria no hacía honor a su nombre: hippies fumando marihuana en ­ sillas de plástico obstruían la entrada mientras una señora de sesenta años, ataviada con una c­ orona de plástico, pedía a los reunidos ahí un cigarrillo o bailar con ella alguna cumbia. Alejandro fue directo hacia la barra, ¿Qué pedo mi abue? ¿Dame un pulque no?, ¿Qué tranza mi lic? ¿Curado?, Nel, uno de apio con un chingo de limón, que ando prendido. El pulque desorienta a cualquiera, así que después de tres vasos Alejandro salió hacia la plaza Garibaldi, donde tomó de todo: tequila, micheladas, vodka, hasta ese mezcal barato, todo acompañado de unos catorce mariachis. Órale cabrones, cántenle, que no les pago por hacerse pendejos. Las luces se hicieron ­largas y pequeñas repetidamente, caras y figuras h ­ umanas se desvencijaban a su alrededor y Alejandro sintió muchas ganas de cagar, mear y vomitar; todo al mismo tiempo. No se contuvo, y una pequeña multitud lo rodeó, con un morboso asco le tomaron f­otos y videos que inundarían YouTube al día ­siguiente: toda una celebridad fortuita. A Alejandro no le pareció gracioso: ¿De quién se burlan hijos de su puta madre eh?, sacó una pistola y disparó, ¡A la verga ­cabrones!, continuó sus descargas y todo fue gritos, ­confusión y llanto. Un policía auxiliar lo ­derrumbó, pero Alejandro logró herirlo y n ­ adie se le acercó más. Se tambaleó por callejuelas, oyendo patrullas y disparos tras de sí. Encontró su auto milagrosamente, así, como sobreviven los parias, de cagada. Me la pelan culeros, miró el reloj Nevada, Ahuevo, todavía llego a La Tentación para ver a la Jenny, esa que gime como niña…

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Flashback

"Escanea y escucha"

"Escanea y escucha"


23 El conde Orlock, el más viejo de los vampiros ­cambia su residencia desde los Cárpatos a occidente, donde conoce a una joven comprometida de quien se enamora y comienza a visitarla por las noches para ir bebiendo su sangre poco a poco y así, convertirla en su esposa. Pero los síntomas que sufre la joven causan preocupación en su ­familia y consultan al profesor Bulwer, un experto en ­vampiros, quien sentencia que sólo la luz solar destruirá definitivamente al vampiro y a la peste que lleva consigo. Esta cinta clásica es el claro y más representativo ejemplo del expresionismo alemán, pues logra plasmar las características principales de esta vanguardia, es decir, se recurre frecuentemente a las angulaciones (contrapicados) hasta ese entonces poco convencionales; y al juego de iluminación (contrastes y sombras: la sombra del Conde en las paredes del castillo o la sombra de su mano aprisionando el corazón de su amada) como recursos para crear en el espectador un estado anímico de terror. Con esta película se introdujo a los tópicos cinematográficos, el esoterismo y misticismo retomado de la literatura, en este caso Nosferatu, fue la primera adaptación que se hizo de

la novela de Bram Stoker Drácula, por lo que se enriquece el lenguaje cinematográfico cuando se emplean la iluminación, música, angulaciones de cámara y caracterización de los personajes para crear un ambiente de oscuridad y suspenso que llegan a su climax cuando el espectador desconfía de cada sombra. Con este film se rompe la fidelidad del cine a la literatura, pues si bien el personaje de Orlok conserva ciertas características novelescas, el director lo degrada físicamente (calvo, colmillos, encorbado, torpe, orejas afiladas y manos largas). Además, lo vuelve un ser indeseable al ser acompañado de ratas, empleadas como recurso simbólico. Cabe señalar que la temática principal, lo sobre natural, se entremezcla con la idea romántica del enamoramiento, pues el vampiro tiene una debilidad humana puede ser destruido, es así como la joven y bella Ellen decide arriesgar su vida haciendo que el Conde se quede junto a ella hasta que el amanecer aniquile al monstruo y la luz vence a la oscuridad. Por Lily Gama

¿Acaso no son el verde, el amarillo cada uno de los colores opuestos de la muerte, el verde para la resurrección y el amarillo para la descomposición y la decadencia…? Asi es como Antonin Artaud le escribía en una carta a Jean Paulham, y es así como se concibió la tapa uno de los discos más emblemáticos de Luis Alberto Spinetta, titulado con el nombre del poeta maldito: Artaud (1973). Bajo la autoría de Pescado Rabioso, este disco –término en peligro de extinción– ha trascendido en la historia del rock argentino como el culto a la genialidad y complejidad del autor, y que a su vez ha sido ícono de inspiración para otros artistas como Gustavo Cerati o Fito Páez que retoman temas como A Starosta el Idiota, Bajan o el solo

de guitarra de Cementerio Club, que Cerati grabó en el tema Té para tres para el Unplugged de Soda Stereo. Retomar al poeta maldito no significó un tributo al mismo, más bien una respuesta personal ante “la desesperación con locura y sufrimiento” que causaban a Luis sus lecturas. Se trataba de un método de establecer el encuentro con la perfección y la felicidad a través de la supersión del dolor… con amor. No dejes de escuchar esta joya argentina que el maestro Spinetta trajo a nosotros hace 41 años. Por Carlos Carmona


Una feria de pueblo en la comodidad de su D.F. Delegación Venustiano Carranza de la capital del país, aparentemente el único lugar de México que existe y donde todo se sintetiza. Un día de ­verano a media tarde: los chicharrones se fríen y el ­viento arrulla las hojas mientras el olor a m ­ ilanesa ­impregna el ambiente. Axel Lima


Olvídense por un momento de sus complejos de “provincia” (o sea, los que vienen de todo lugar que no tenga tráfico culero y rateros al 2 x 1). Los chilangos a menudo retoman los tan despreciados rituales del interior del país: juegos mecánicos a medio derrumbar, canicas y dardos, casa del terror-espejos-fenómenos de la naturaleza y un largo etcétera de feria de pueblo. La diferencia: hoy nos permitimos ser ­nacos…todo sea por las sagradas tortas. Pierna, cochinita, birria, salchicha ¿chilaquiles? ¿mariscos? a dos panes se les puede poner lo que sea en medio. Entonces ¿qué lo hace una “torta”? quizás el pan, quizás el exceso de queso y mayonesa o podría ser algo más. Una torta no es alimento, es un estado del alma; una disposición anímica para atascarse de comida lo más rápido posible. Llenar el buche y acompañarla con un chesco o una chela (la torta debería llevar una ch para tener una triada perfecta).

Axel Lima

Es necesario hacer un ritual: delimitar el ­espacio simbólico de nuestra comida favorita. Poner al alcance de todos las delicias ambrosianas de la carne sumergida en aceite, la cebolla y la salsa. En ti creemos, llenadora de estómagos de bolsillos escasos; saciadora de apetitos pecaminosos y provocadora de miles de panzas; en suma, moldeadora de nuestra fisonomía mexicana. A ti, diosa torta, nos debemos. Y es así señores, como en 100 metros cuadrados tenemos una feria de la torta con suficiente comida para alimentar a un ejército y a miles de comensales con apetito de batallón. Música ranchera y concursos para hacer el ridículo: insisto, todo sea por las tortas. Hay varias partes de México donde no se comen las tortas, ¿pero eso qué importa? recuerden que la provincia es un submundo que no corresponde con la esencia de México. El D.F. es tan vergas que es mejor provincia que la provincia. Pero ya, en serio. A pesar de que es un evento organizado por las autoridades y monopolizado por los puestos establecidos y hegemónicos de comida en la capital, vale la pena. Hay un chingo de comida en forma de torta (ese camaleón universal) y se puede chupar en la vía pública: algo que no vemos todos los días.

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Maryan Fátima M. Valencia

No será tan fácil, ya sé qué pasa no será tan simple como pensaba como abrir el pecho y sacar el alma una cuchillada de amor. FITO PAEZ. I Siento algo que me recorre el tiempo lo huelo pero no logro entenderlo, es como atrapar a un fugitivo como si oliera a ceniza: de esas que se escapan de entre las manos, que huyen entre los latidos y así entonces abandonan corazones. No será tan fácil, ya sé qué pasa. II Quizá no valga atrapar si no perseguir, andar sobre el trazo hostil de ese terrible aroma buscar su huella en mi cuello observarla sigilosamente con la plena consciencia de que será removida por el viento, tocarla como para imprimirla en la extensión de mi dedo. Pero entonces, ¿quién sellaría a quién? No será tan simple como pensaba.

III No será como dibujar recuerdos en la piel. Tampoco será como escribir una letra con la esperanza de ser leída o como pisar un ritmo. Ni como secar una dicha, o abrazar una decepción como abrir el pecho y sacar el alma IV Tal vez será como acechar al ser deseado hasta provocar el rose, como besar al enemigo y sonreírle una traición. Como buscarse en la mentira del espejo y haberse encontrado roto como descubrir una huella para pisarla. Una cuchillada de amor.


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