La oración: la ayuda vital de Dios Mayo-Junio de 2009 Richard F. Ames Mientras se enfrenta a las tensiones de la vida diaria, ¿dedica tiempo para acercarse a Dios, a fin de recibir la paz y guía que sólo Él puede darle? Si nunca ha aprendido a orar, ¡aún está a tiempo!
Vivimos en tiempos estresantes y peligrosos, nuestro ajetreado entorno nos puede llevar a la frustración, la ansiedad e incluso en ocasiones, al enfado. Si vive en alguna de las grandes urbes, probablemente pase horas desplazándose en el tráfico congestionado. El ruido de las construcciones o de los vecinos nos producen tensión y nerviosismo. Incluso es posible que las discusiones de los amigos o con la familia contribuyan al estrés que perturba la paz de su vida. ¿Existe una manera de hacerle frente a un mundo lleno de estrés? Sí, la hay. La Biblia nos muestra el camino hacia la paz mental mediante la oración. Esta es nuestra línea de comunicación directa con Dios. Si aprende a orar eficazmente, podrá disfrutar de grandes beneficios gracias a la intervención de Él en su vida. ¿Ora con regularidad? ¿Ha encontrado la paz mental por medio de la oración? En septiembre de 2006, la Universidad de Baylor y la Organización Gallup publicaron una encuesta sobre los hábitos religiosos en Estados Unidos. La encuesta mostró que “tres cuartas partes de los estadounidenses oran al menos una vez a la semana. Más de una cuarta parte ora varias veces al día” (Lexington Herald-Leader, enero 13, 2017). ¿Es usted semejante a esas tres cuartas partes que oran? ¿Por qué debemos orar? Una de las principales razones es que todos necesitamos de la fe para enfrentarnos a nuestro peligroso y estresante mundo. ¿Cómo podemos tener fe? “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17). En otras palabras, al leer la Biblia, la palabra de Dios, vemos cómo Dios interviene en la vida de su pueblo. Vemos que Él nos ha dado grandes promesas que pueden cambiar nuestras vidas y fortalecer nuestra fe. Fíjese en esta alentadora declaración: “Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús. Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia” (2 Pedro 1:2-4).
Cuando nos sentimos desanimados, o incluso abrumados, por la corrupción del mundo que nos rodea, podemos compartir nuestro sentir con Dios en la oración. Él nos pide que le hagamos llegar nuestras peticiones. ¿Qué tipo de ayuda necesita? Pídala a Dios. Él promete suplir todas nuestras necesidades. “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19). Comparta sus necesidades, ansiedades, temores, problemas y preocupaciones con su Padre en el Cielo. Hable con Él de sus problemas y preocupaciones. Es cierto, usted tiene necesidades, y Dios promete proveerlas (Mateo 6:33-34). Puede estar agradecido por ello. Cuando ore, no deje de lado el elemento de la acción de gracias. Recuerde: "Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias" (Filipenses 4:6). Cuando le comunique sus preocupaciones y necesidades a Dios en la oración, asegúrese de agradecerle por sus promesas, por su amor y por su disposición a ayudarle. ¿Qué sucede cuando seguimos esta instrucción? Dios nos asegura que: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (versículo 7). Sí, mediante Cristo Jesús. Esta es una clave extremadamente importante para la oración que realmente llega a Dios. Oramos por la autoridad de nuestro Salvador. No pasamos por un sacerdote humano como intercesor; sino que en Jesús resucitado tenemos al más grande Sumo Sacerdote intercediendo con el Padre a nuestro favor (Hebreos 4:14).
ACERCARSE AL TRONO Cuando oramos, nos acercamos al trono de Dios en el Cielo. Nuestro Padre en el Cielo nos ama, y quiere que le oremos directamente a Él. Las Escrituras nos dicen que nos acerquemos con valentía a su trono de gracia. Podemos hacerlo porque Jesucristo es nuestro gran Sumo Sacerdote sentado a la derecha del Padre. "Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro" (Hebreos 4:14-16). Nuestras necesidades pueden ser grandes o pequeñas. Hace muchos años, deseaba mucho encontrar un alimento natural en particular que los supermercados locales no tenían. Parecía que durante meses mi deseo no se cumplía. Entonces, un día, mientras leía el Sermón del Monte, hallé el pasaje en el que Jesús nos anima: "Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá" (Mateo 7:7-8). ¿Cómo pude pasar por alto esta instrucción tan simple y sencilla? Finalmente le pedí a Dios este alimento natural que había anhelado. De repente, cuando volví a investigar en mi zona para ver si estaba disponible, l
llamando a las puertas literal y figuradamente, encontré lo que había estado buscando. Dios respondió a mi oración, ¡y también responderá a la suya! Dios nos ha dado el impresionante privilegio de presentarnos ante Él en oración, misma que debe basarse en la palabra de Dios, la Biblia. Las Escrituras nos ofrecen poderosas estrategias para afrontar el estrés y la ansiedad. La oración es nuestra línea de comunicación directa con Dios, y Él promete darnos paz mental, si compartimos nuestras preocupaciones con Él en la oración. Pero ¿cuánto tiempo pasa usted con Dios en oración? El Grupo Barna informó que: "La mayoría de las personas que oran lo realizan al menos una vez al día; la cantidad total de tiempo que le dedican a la misma por día es inferior a cinco minutos", a menudo sólo hacemos una oración rápida antes de una comida, o después una lista de cosas que queremos para nosotros mismos (The State of the Church, 2005). ¿Y si usted es de los que rara vez o nunca oran? Tal vez nunca haya aprendido a orar, o sólo haya aprendido los rituales de oración de su infancia. Cuando era niño, me enseñaron una sencilla oración antes de dormir: "Ahora me acuesto a dormir, le pido al señor que guarde mi alma. Si muero antes de despertar, le ruego al señor que la tome". Después de esa oración, pedía a Dios que bendijera a mi madre, mi padre y mi hermana, y a nuestro gato, Dit-Dit. En la adolescencia, cuando mi tía enfermó de cáncer, me tomé más en serio la oración y me propuse orar fervientemente por ella con regularidad. Pero fue hasta que me convertí en un joven adulto cuando genuinamente empecé a comprender la realidad de la existencia de Dios, y mi necesidad de una relación con Él. Recuerdo que me arrodillé al lado de mi cama después de leer un artículo que daba algunos principios básicos de la oración. Mirando al techo, por primera vez empecé a darme cuenta de la grandeza del Dios Creador, que se encuentra más allá del techo, en el Cielo. Si no hemos interiorizado la realidad del Dios Creador, el Dios de la Biblia, no podemos esperar mucho de nuestras oraciones. ¿Cuántas personas de nuestro entorno apenas creen en Dios? Un asombroso 96% de los estadounidenses afirmaba creer en Dios. En Canadá, una encuesta realizada por la Universidad de Carleton reveló que el 80% de los canadienses creía en Dios, aunque menos del 25% asiste a servicios religiosos. En Australia, una encuesta realizada por la National Church Life Survey y la Universidad Edith Cowan reveló que el 74% de los australianos creía en Dios. En Gran Bretaña, el 69% aseguraba creer en Dios. Estas estadísticas pueden parecer impresionantes. Pero ¿hasta qué punto es real su fe? Analice esta definición de fe: "Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía" (Hebreos 11:1-3). La verdadera ciencia no es contraria a la fe. Muchos científicos, como el Premio Nobel Albert Einstein, han visto un diseño y una inteligencia asombrosa en la creación. Einstein escribió que para el científico "su sentimiento religioso adopta la forma de un embelesado asombro ante la armonía de la ley natural, la que revela una inteligencia de tal superioridad que, comparada con ella, todo el sistemático pensamiento y accio
acción de los seres humanos es un reflejo totalmente insignificante" (Einstein: A Centenary Volume, editado por A. P. French, Harvard University Press, 1979, p. 305). La ciencia no ha sido capaz de descubrir de dónde provienen estas leyes. ¿Salieron de la nada? Sabemos que estaban en vigor en el primer momento de la creación. Los científicos admiten que tenían que estarlo. Como afirmaron los físicos teóricos Stephen Hawking y Roger Penrose: "La única manera de tener una teoría científica es si las leyes de la física se mantienen en cualquier parte, incluso en el principio del universo". El apóstol Pablo escribió: "Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido" (Romanos 1:20-21).
LA CREACIÓN TESTIFICA La creación misma testifica, al igual que la Biblia, que existe una inteligencia superior, un Creador y Legislador, que puso el universo en movimiento. Sin embargo, Aquel que tiene esa gran inteligencia quiere comunicarse con usted sobre los asuntos más profundos de su corazón. ¿Cómo podemos acercarnos a Él? Note: "Pero sin fe es imposible agradar a Dios: porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan" (Hebreos 11:6). Una manera de acercarse a Dios es leyendo la Biblia, la palabra de Dios, todos los días. Sí, "…la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios" (Romanos 10:17). Por medio de la profecía bíblica, Dios nos da esperanza para el futuro. Nos da "preciosas y grandísimas promesas" (2 Pedro 1:4). Y nos muestra el camino hacia la vida eterna mediante el Salvador del mundo, Jesucristo. Al estudiar la Biblia, aprenderá cómo Dios ha intervenido en favor de su pueblo a lo largo de la historia. Y, al leer cómo los libró de peligros y pruebas aparentemente insuperables, empezará a tener más fe. Recuerde las historias de Daniel en el foso de los leones; la liberación de Sadrac, Mesac y Abed-Nego del horno de fuego de Nabucodonosor en Babilonia y la huida de los antiguos israelitas a través del Mar Rojo. Lea sobre los milagros realizados por el Hijo de Dios, Jesús de Nazaret, al sanar a los enfermos, los ciegos, los cojos y los sordos. Jesús incluso resucitó a los muertos. ¿Con qué frecuencia debería orar cada día? El rey David tenía por costumbre orar a Dios tres veces al día. Escribió: "En cuanto a mí, a Dios clamaré; Y el Eterno me salvará. Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, Y él oirá mi voz" (Salmos 55:16-17). Todos necesitamos buscar a Dios mediante la oración. Si usted está empezando a aprender a orar, asegúrese de leer la Biblia a diario. En particular, el libro de los Salmos, que contiene muchas de las oraciones del antiguo rey David. El profeta Daniel oraba tres veces al día, ¡incluso cuando el rey prohibió que lo hiciera! "Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia
hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes" (Daniel 6:10). Daniel fue arrojado al foso de los leones por su fe, pero Dios lo rescató y le preservó la vida.
BUSQUE AL SEÑOR Sí, Dios intervendrá en su vida si está cerca de Él y le clama. El profeta Isaías nos da esta exhortación: "Buscad a el Eterno mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a el Eterno, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar" (Isaías 55:6-7). Dios promete perdonarnos por nuestros pecados si nos arrepentimos y le buscamos. Los discípulos de Jesús querían que les enseñara a orar. Le dijeron a Jesús: "…Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos" (Lucas 11:1). Entonces Jesús les dio el modelo de oración, comúnmente llamado "El Padre Nuestro" (Mateo 6:9-13; Lucas 11:2-4). Note lo que les advirtió Jesús a los discípulos antes de darles el modelo de oración: "Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos" (Mateo 6:7). Algunas personas creen que están siendo muy piadosas y religiosas por murmurar las mismas palabras una y otra vez. Eso no es lo que busca Jesús. Él quiere que oremos fervientemente desde el corazón, no que solo repitamos sin sentido las palabras del "Padre Nuestro", o cualquier otra oración, una y otra vez. Recuerde: "...La oración eficaz del justo puede mucho" (Santiago 5:16). Cuando el profeta Oseas se lamentó del triste estado del antiguo Israel, ¿cuál fue su queja? "Y no clamaron a mí con su corazón…" (Oseas 7:14). Jesús comenzó su oración modelo con estas instrucciones: "Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre" (Mateo 6:9). No que repitamos esas palabras exactas, sino que de la misma manera santifiquemos, honremos, el nombre de nuestro Padre que está en los Cielos. Cuando oramos, primero debemos reconocer a Dios como nuestro Padre. También podemos admitir que Él es el Creador del Cielo y de la Tierra (Génesis 1:1; Éxodo 20:11; Isaías 40:25-28). También es el dador de la ley y de la vida, es quien cumple las profecías bíblicas. Ore sobre el significado del nombre, la autoridad y el carácter de Dios. Luego, Cristo nos enseñó a orar por la llegada del Reino de Dios, por nuestra obediencia a su voluntad y por nuestras necesidades físicas y espirituales. Nos enseñó a orar por el perdón, y a extender ese perdón que queremos para nosotros mismos hacia los demás. Nos enseñó a pedir Su protección frente a las pruebas y tentaciones severas, incluso las del diablo. Por último, concluyó la oración modelo centrándose en el poder y la majestad de Dios: "porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén" (Mateo 6:13).
Sí, Dios es el Creador del universo, tiene todo el poder. Y quiere que usted herede la Tierra, el Reino, y el universo entero. Dios es amor y quiere compartir todo lo bueno con usted. Las Escrituras nos dicen que busquemos a Dios con todo nuestro corazón. Observe esta promesa alentadora: "Porque así dijo el Eterno…Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Eterno, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice el Eterno…" (Jeremías 29:10-14). Tenemos un gran Salvador y Sumo Sacerdote a la diestra de Dios. Acérquese con valentía a ese trono de gracia, como Él nos exhorta a hacer (Hebreos 4:16). Dios le dará entonces su gracia y misericordia, mientras le busque y se someta a su voluntad. La oración es una ayuda vital que Dios nos ofrece. Ore fervientemente, todos los días, y Dios le dará paz mental en estos tiempos estresantes.