Maria Elena Villalobos se baja de un taxi; se ha trenzado el cabello y quitado los pupilentes azules. La puerta del Salón Cuervo, antes Salín 21, en la Ciudad de México donde se llevará acabo la pelea, está cerrada y la gente se amontona. Ella no parece nerviosa, pero sabe que debe ganar esta pelea. Perdió la primera pelea profesional que boxeó en una discoteca en Guadalajara, México, hace unos pocos
meses, después de haber conquistado los “Guantes de Oro”, uno de los premios más prestigiosos a los que puede acceder una boxeadora amateur. “Me siento una reina sin corona”, explica. Esta vez ella pelará contra Nasly Maldonado, es más joven y Mary está en desventaja ya que tiene 32 años.
“Mary aparece por un pasillo; lleva una capa blanca, calzoncillos, top blanco y guantes rojos. Su rostro se ha endurecido, tiene los pómulos marcados y los ojos desencajados. Ella sabe que de esta pelea depende su carrera.”
La lucha El boxeo femenino se practicaba en la clandestinidad en México hace unos pocos años. A pesar de que hay boxeadoras como Laura Serrano, quien ganó uno de los galardones mundiales más importantes, este deporte practicado por mujeres se considera amateur en México porque no se ha impulsado como es debido, a pesar de que ya está reglamentado. Los entrenadores de mujeres tienen que programar peleas en los Estados de la República Mexicana y algunas de éstas se organizan en las discotecas donde se acercan turistas o personas que observan al boxeo femenino morbosamente. Las mujeres no tienen el mismo apoyo que los varones; ellas tienen que trabajar jornadas enteras y entrenar durante sus ratos libres: pagan sus propias medicinas, vitaminas y su entrenamiento.
En el ring Finalmente la gente logra entrar al Salón Cuervo. Un letrero con un anuncio: “Mary, te queremos, ondea en una esquina”. La expectación cada vez es más fuerte, se siente tensión en el ambiente. Faltan unos segundos para que comience la pelea; familiares y amigos se han reunido para apoyar a las boxeadoras quienes están programadas para combatir en la tercera pelea de la noche.
Se alumbra el set, las miradas siguen a las boxeadoras, caminan con al ritmo de la música de la película Rocky de Silvestre Stallone. Mary aparece por un pasillo; lleva una capa blanca, calzoncillos, top blanco y guantes rojos. Su rostro se ha endurecido, tiene los pómulos marcados y los ojos desencajados. Ella sabe que de esta pelea depende su carrera.