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Trans-grediendo el cis-tema
LECTURAS EGOCITY
ANDRÉS FELIPE GAMBOA SÁNCHEZ
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DIRECTOR EDITORIAL @pipegamboas
¿Te has llegado a preguntar, hasta qué punto está atravesada tu realidad por los conceptos sociales, establecidos por estructuras que nos sumergen en pensamientos y formas de accionar que se rigen de normas patriarcales?
Vivimos en una sociedad y en un sistema de control, que excluye las corporalidades que se distancian de la heterosexualidad, lo cisgénero y las concepciones binarias del mundo, simplemente por un temor a aquello que no se puede controlar, porque la falta de estandarización promueve caos estatal. >
- Es por esto que de por sí, habitar realidades sociales trans es un desafío al status quo, sin embargo, reformularse el concepto de familia para gestar una vida a partir de dos cuerpos trans, es profundizar una revolución desde una de las más grandes manifestaciones del amor, dar vida.
Daniela Maldonado y Máximo Castellanos, son dos de los personajes que han trabajado porque la causa trans en Colombia tenga rostro a través de una lucha por la visibilización que a lo largo de los años ha ganado mayor incidencia política y social. Afortunadamente, la vida los llevó a cruzar sus caminos para asumir nuevos retos desde lo personal y político, gestar y cuidar la vida de Luchi, la hija de una revolución.
“Si en la gran mayoría de veces piensan que las personas trans ni siquiera existimos, ahora pensar que nos podamos reproducir es un imposible” resalta Daniela, activista trans, artista, fundadora y ex directora de la Red Comunitaria Trans.
“El habitar trans hace las situaciones más complejas en todos los sentidos, socialmente, económicamente y en términos de trabajo, en nosotros siempre está lo trans y no lo podemos quitar de ahí, incluso el licenciar una maternidad o paternidad, porque nunca ocuparemos un lugar cis” apunta Máximo, activista trans y realizador audiovisual.
- Si tenemos claro que el mayor índice de crímenes de odio en Colombia son contra mujeres trans de acuerdo con informes de derechos humanos de organizaciones como Colombia Diversa, Caribe Afirmativo, la CIDH y la ONU, o que de toda la sigla LGBTI+, el más alto índice de suicidio en Colombia es en hombres trans con un 50.8%, se hace más sencillo comprender el por qué de la necesidad de desarrollar empatía por un proceso de creación y formación social en pro de una nueva generación.
Para Daniela y Máximo, entender las implicaciones que traen categorías como el ser mamá y papá, ha generado todo un nuevo análisis sobre la legitimación social que tienen estos roles para una persona trans que vive realidades complejas alejadas a lo que puede llegar a vivir una persona cis, ya que “si no nos legitiman de acuerdo
con nuestra identidad de género como mujer u hombre,
menos lo van a ser como mamá o papá”; lo cual vuelve el hecho de maternar y paternar en una labor necesaria de resignificar.
“Mamá y papá son palabras muy hegemónicas para unos actos tan bellos como la labor de padre y madre, son un ejercicio de poder y control” resalta Daniela, al señalar que prefiere catalogarse como cuidadora, una labor que siente puede tener mayor reconocimiento y menos cargada de percepciones heteropatriarcales.
La realidad de sus vidas se transformó con la gestación, como lo dice Máximo, “no por gestar, sino por ser personas trans gestando”, el embarazo ha implicado una serie de situaciones complejas que les ha conducido a distanciarse del activismo y de la vida pública, no por ocultar a Luchi, sino por buscar protección para ella en un país donde reconocen la realidad que se vive.
Hechos como el que el transporte público tenga espacios separados para mujeres en embarazo o que la Corte proteja la lactancia materna en lugares públicos, complejiza la existencia de hombres trans, porque ni la ley, ni la sociedad y mucho menos la opinión pública, cobija la existencia de un hombre en embarazo en un lugar como el Transmilenio, ni que un cuerpo trans deba lactar, o “apapantar” como lo llama Máximo, en espacios públicos.
“Nosotres vivimos muchas situaciones donde no pudimos vivir como se ve en un comercial de pañales, donde todo es perfecto y sonriente, rosa, como lo viven con unos mínimos de bienestar, las personas cis” aclara Daniela. “Nosotres nos hemos reconciliado con esa idea de morirnos, pero con Luchi el concepto se transformó, nos hace ser menos visibles para de alguna forma disminuir el riesgo, aunque esa sea sólo una mentira, porque igualmente gestar a Luchi profundizó nuestra revolución” apunta Máximo. >
LUCHI ES UNA REVOLUCIÓN PARA TODES QUIENES NOS RODEAN
“Inicialmente ni para nosotros era una posibilidad gestar porque cuando nos tratan médicamente e intervienen nuestros cuerpos, lo último que piensan es en esta posibilidad y las hormonas hacen que el embarazo sea muy poco probable” Máximo.
- El embarazo les ha logrado cambiar incluso la visión de la hormonización y la necesidad social de intervenir los cuerpos con el fin de lograr una aceptación de quienes catalogan sus cuerpos y mentes con disforia de género, cuando quien realmente carga con este trastorno es la sociedad.
“Está bien para quien se quiera hormonizar y que el sistema de salud le reconozca de acuerdo con lo que necesita a través de un servicio humanizado, pero en este punto siento que estamos en la responsabilidad de llamar a no seguir luchando por estos procesos hormonales, debemos hablar de tránsitos más libres y fluidos, más queer y no binarios que no sean dañinos para el cuerpo, porque finalmente es uno quien se somete a una cantidad de cosas, cuando resulta que la disforia la tiene es la otra persona y lo que uno hace es someter al cuerpo a una serie de violencias médicas, psicológicas, psiquiátricas, emocionales y físicas, sólo para darle gusto a la sociedad” Daniela.
Evidenciar este tipo de situaciones hace necesario un llamado en pro de espacios de construcción a través de formas más respetuosas, seguras y amorosas con las personas trans y sus cuerpos, llevándoles a vivir tránsitos más libres, no violentos, ni dañinos consigo mismas.
“Cuando me vuelven a crecer las tetas fue una resignificación completa, porque pasé de una situación en la que odiaba esta parte de mi cuerpo, para resultar ser lo que alimentaba a lo que más amo, resultó ser el alimento de nuestra creación” Máximo.
- Luchi ha sido la oportunidad de reconciliarse con otras realidades para habitar donde la corporalidad no es más que un estuche que no representa un género, pues éste sólo se construye a través de nuestras vivencias y entendimientos del día a día, una deconstrucción constante de los paradigmas con los cuales nos educaron y que, afortunadamente, no serán los que vivirá este ser, que mientras hablábamos de una revolución corporal, jugaba y se alimentaba tranquilamente en medio de personas que más allá de su identidad, simplemente le brindan su amor.
Daniela y Máximo le han otorgado a Luchi, una familia a la cual la exclusión ha unido y que ha comprendido con los años que “las resistencias son articuladas y que acá lo menos trans somos nosotres las personas trans, lo más trans es realmente lo que habitamos como personas que transgredimos socialmente unas ideas, unos patrones y lugares de poder”.
“Luchi representa una lucha que no hemos hecho en solitario, sino que hemos construido desde las transgresión por un mundo diferente, luchando día a día por el reconocimiento de nuestro hogar en el registro civil, contando a nuestras hermanas caídas y resistiendo por la libertad a ser”.
Ahora, más allá de la cantidad de anécdotas que nos pueden enojar con el sistema o enorgullecer por los logros alcanzados, frente a Máximo y Daniela, sólo nos queda una serie de preguntas… Si lográramos darle espacios de libertad para ser y decidir, como lo está recibiendo Luchi, a toda una generación ¿Cuál es la revolución para la que ella nos puede preparar, en un mundo tan cambiante y en constante evolución? •