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Se esperaban respuestas, pero él sólo tenía preguntas

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Destino incierto

Destino incierto

EN LUGAR DE HABLAR sobre la muerte de migrantes, la mañanera fue destinada a promover programas sociales y a confrontarse con legisladores de EU

MARCO AGUILAR maaguilar@ejecentral.com.mx

Ya había pasado media hora y el presidente Andrés Manuel López Obrador no llegaba al Salón Tesorería de Palacio Nacional. La paciencia de los medios de comunicación comenzaba a desaparecer, esperaban muchas respuestas sobre la tragedia migrante sucedida la noche del lunes.

El mandatario llegó a las 7:31, vestía un traje negro. Un séquito de funcionarios lo seguía, pero ninguno era del gabinete de seguridad. El grupo de funcionarios lo encabezaba Ariadna Montiel, la secretaria de Bienestar.

López Obrador llegó hasta el atril y comenzó su discurso. Lamentó la muerte de 38 migrantes, que más tarde sumaron 39, y envió sus condolencias a familiares y a los pueblos de donde eran originarios: Guatemala, El Salvador, Honduras, Colombia, Venezuela y Ecuador.

Los reporteros insistían, tenían muchas preguntas y exigían respuestas. Pero el mandatario fue claro: debían esperar la conferencia de seguridad, donde se daría respuesta a sus cuestionamientos.

En cambio, los funcionarios invitados desfilaron cada uno por el atril, informando sin notorios cambios al informe de hace

15 días, los avances en los programas de bienestar. Desde las pensiones para adultos mayores hasta apoyos de vivienda, cada uno de los 12 servidores resaltó sus avances. Y luego, Ana Elizabeth Vilchis, la que todos los miércoles enumera las mentiras, según los otros datos del Presidente, de los medios de comunicación.

López Obrador fue y vino, entre la austeridad, los altos sueldos de consejeros del INE y la próxima sucesión en el organismo, de la película “¡Qué viva México!”, hasta que llegó a Estados Unidos y aprovechó para contestarle al senador republicano Lindsey Graham, quien señaló que los cárteles del narcotráfico dominan parte del territorio mexicano.

Con una serie de preguntas, el mandatario mexicano respondió al republicano, asegurando que es un asunto de interés para ambas naciones.

“Yo quisiera preguntarle que me diga sí o no, ¿si se consume fentanilo en Estados Unidos, sí o no? Y la siguiente pregunta es: ¿quién distribuye el fentanilo en Estados Unidos? O mejor, si hay capos, si hay cárteles que distribuyen el fentanilo en Estados Unidos, ¿si o no? La tercera, si los que distribuyen el fentanilo en Estados Unidos son mexicanos o estadounidenses. Si se les persigue a los que distribuyen el fentanilo y se les castiga en Estados Unidos”, cuestionó.

Con esta serie de preguntas, López Obrador cambió a su modo las mismas acusaciones que los republicanos han hecho contra México. Para terminar, cuestionó si existen programas para evitar que los jóvenes caigan en las adicciones, como la que nuestro país anunció justo ayer.

Así, mientras el presidente López Obrador dedicó a bienestar y a contestar a Estados Unidos su mañanera, la tragedia quedó en segundo plano.

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