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Crece amenaza neonazi

MARÍA IDALIA GÓMEZ mariaidaliags@ejecentral.com.mx

Hace unos días en Estados Unidos se conoció la creciente capacidad que los grupos radicales están adquiriendo para cometer ataques a la infraestructura crítica del país y así provocar caos. Saberlo puso en alerta a todo el territorio.

Es un hecho que las centrales eléctricas y otras infraestructuras sensibles son blancos de ataque de esas organizaciones y está ocurriendo a un ritmo cada vez mayor en todo el territorio estadounidense.

El año pasado el Departamento de Energía reportó 25 casos de ataques “físicos reales”, lo que representa un número mayor a los ocurridos entre 2019 y 2021.

Los investigadores aceleraron la detención de dos miembros del grupo neonazi Division Atomwaffen, por la dimensión de sus planes: una serie de ataques de francotiradores con el que devastarían la red eléctrica de Maryland. Y es que ya lo habían hecho en diciembre pasado, en las centrales eléctricas de Carolina del Norte y poco menos de 50 mil inmuebles, entre casas y negocios, se quedaron sin electricidad durante varios días.

El anuncio de los agentes presentó a Brandon Russell, de 27 años, y Sarah Clendaniel, de 34, quienes fueron acusados de conspiración para dañar cinco subestaciones eléctricas en el estado de Maryland.

Clendaniel describió su plan como “legendario” y dijo que el ataque “destruiría por completo toda la ciudad”.

Russell es el fundador de la División Atomwaffen, un grupo neonazi que cobró vida en 2016, pero forma parte de una ola de grupos supremacistas blancos que operan desde 2010 en el territorio estadounidense, y se le ha relacionado con al menos cinco asesinatos en tres estados, atentados con bombas y acoso a periodistas o defensores de derechos civiles. Se trata de un grupo que ha destacado por su extrema violencia y que plantea que los objetivos políticos sólo se pueden lograr a través del colapso social.

Según registros del Southern Poverty Law Center (que da seguimiento a los

: A LOS INVESTIGADORES les preocupa que en sus filas aumenta el número de jóvenes y hasta adolescentes, y su intención es crear un caos generalizado con sus ataques grupos extremistas), los miembros de Atomwaffen “creen que la sociedad posindustrial moderna no se puede redimir. En cambio, creen que debería llevarse a un colapso apocalíptico para que un etnoestado blanco o una utopía solo para blancos se puede construir a su paso”.

Hace unos días el periódico The Dallas Morning News se concentró en analizar qué tan vulnerable es Texas a estos ataques, ya que cuenta con una red muy importante y desconectada del resto del país que alimenta a 26 millones de habitantes, por lo que cualquier falla es crítica. Y la respuesta de los especialistas fue que no sería difícil que esto ocurriera.

“La infraestructura de energía es vulnerable a los ataques porque hay mucha, con el Consejo de Confiabilidad Eléctrica de Texas administrando más de 1,030 unidades generadoras en todo el estado. Es relativamente simple usar Google Maps para ver dónde se encuentra una planta de energía en particular, a dónde van las líneas y dónde está la subestación más cercana. Y no se necesita mucho para causar un daño significativo”, explicaba el diario el 9 de febrero pasado. Y los disparos articulados, podrían causar un daño real. Y es que la División Atomwaffen funciona como pequeñas células y se han hecho presentes en distintos actos en Texas.

La ola joven

Algo que preocupa mucho a los investigadores es que cada vez se identifica a jóvenes, incluso adolescentes, en estos movimientos radicales.

En uno de los informes del Proyecto Contra el Extremismo) (Counter Extremism Project, titulado Grupos de supremacía blanca en los Estados Unidos, se plantea que “la mayoría de los grupos descritos aquí están compuestos por un grupo demográfico más joven de personas de entre 20 y 30 años, y se dirigen principalmente a jóvenes para el reclutamiento a través de las redes sociales y otros medios. Grupos como Identity Evropa, AWD y Patriot Front han difundido su propaganda en los campus universitarios, y grupos como el Movimiento Nacional Socialista y la Liga del Sur han creado alas juveniles y membresías estudiantiles.

“En los últimos años, las redes sociales e Internet también han proporcionado nuevos medios para que los supremacistas blancos difundan sus mensajes y recluten simpatizantes. Los fundadores de AWD se reunieron y organizaron en el ya desaparecido foro fascista en línea IronMarch y crearon una subcultura similar a un culto en las redes sociales a través de la cual han propagado aún más su ideología”, añade el documento.

Costos sociales de la policrisis

PENTAGRAMA

Luis M. Cruz

Pentagrama es un espacio de opinión y estudio de la realidad en el que se analizan, con enfoque prospectivo, los hechos de la política y del acontecer legislativo.

1.Las frías cifras tienen siempre un costo social. Que la desinflación sea el objetivo también. Pero, aunque no guste, tiene razón Jonathan Heath, subgobernador del Banco de México, al señalar el impacto de la política monetaria en el desempeño de la economía: la mejor contribución que la primera puede hacer al crecimiento económico es generar estabilidad de precios. Tal aseveración puede parecer insensible, pero es una realidad tangible. La inflación, lo sabemos todos, es implacable, afecta desproporcionalmente el bolsillo de los consumidores y contribuyentes, pues quienes menos tienen deben pagar mucho más por los bienes y servicios indispensables. De no detenerse, el daño causado puede romper los bolsillos y no parar ahí, deteriorando el sistema productivo, los empleos, el abasto y lo que se le oponga.

2.La crisis actual es compleja porque concurren varios fenómenos disruptivos. Es en realidad una policrisis, en la que hay factores desencadenantes e intervinientes actuando al mismo tiempo, que requieren de medidas extremas para hacerles frente. Los bancos centrales debieron echar mano de instrumentos restrictivos como son las tasas de interés, pues las bolsas fiscales se encuentran extenuadas tras haber sorteado el stop provocado por la pandemia de Covid-19, cuando la mayoría de los gobiernos subsidiaron el consumo básico de la población para enfrentar, contener y tres años después, prácticamente vencer al coronavirus a un altísimo costo de vidas y recursos consumidos.

3.Se pensó que el retorno a la normalidad sería en automático, pero como nada humano lo es, la ruptura de cadenas productivas, la logística y los distintos tiempos de respuesta de cada país generaron súbitos impulsos inflacionarios y crearon una contingencia mundial, agravada por la invasión rusa a Ucrania que agregaría incertidumbre y descontrol de los mercados energético y alimentarios globales. Así, a los 400 millones de personas caídas en pobreza laboral por el Covid-19 estimados por la OIT, se agregaron 300 millones más en pobreza alimentaria según la FAO al subir drásticamente los precios de insumos básicos como el maíz, el trigo, el aceite comestible y otros más como resultado de la guerra y de sequías e inundaciones, consecuencia del cambio climático.

4.Ciertamente, la Reserva Federal de Estados Unidos tiene el doble mandato de controlar la inflación y fomentar el crecimiento económico, pero en estos álgidos tiempos, ha privilegiado el control de la inflación, sosteniendo la elevación de las tasas aún al riesgo de provocar una recesión si se les pasa la mano. Las tasas en Estados Unidos fueron de un punto a 4.75 en tan sólo un año, con la previsión, Jerome Powell dixit, de continuar subiéndolas quizá hasta 5.5 % para reducir la inflación por debajo de 5 % este año, buscando converger hacia 2 % en 2024.

5.En México, la situación impacta de manera distinta, pues el mercado funciona de manera imperfecta. Más de la mitad de la economía es informal y hay además, precios de bienes y servicios fijados por el gobierno, como son los energéticos (gasolinas y electricidad), tarifas (de caminos, aeropuertos, marítimas) e impuestos y derechos que son transferidos al consumidor final, constituyendo un importante agregado inflacionario. Es por ello que, a diferencia del vecino del norte, la inflación se sitúa en torno al 8 %, con las tasas de interés ya en 11 %, más de 6 puntos de diferencia respecto de la FED. El diferencial de tasas es lo que explica la fortaleza del peso, pues garantiza la entrada y permanencia de capitales pero eleva el costo social del combate a la inflación. Como corolario, la cuesta de enero apunta a serlo de todo el año, al ser afectados los precios de los alimentos de la canasta básica hasta en 15 % (Inegi) devorando el salario y poniendo en jaque la economía familiar. Recuperar el salario será un próximo paso que sin duda agregará agitación política al contexto.

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