Once días de protestas

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Domingo 29 de abril de 2018

Once días de protestas EXPERIENCIA. Los periodistas de El Nuevo Diario relatan los detalles vividos durante las protestas de ciudadanos, las que iniciaron el miércoles 18 de abril, donde fueron testigos de escenas dolorosas, por la muerte de más de 40 personas.


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EL MENÚ

Periodistas testigos de la violencia En esta edición les traemos un trabajo especial sobre las experiencias vividas por los reporteros de El Nuevo Diario durante la cobertura de los 11 días de protestas, que iniciaron el miércoles 18 de abril, durante una manifestación contra las reformas al Seguro Social. El drama humano y los peligros que enfrentaron los propios periodistas, quedan reflejados en este reportaje.

PRESOS TEJEN EL NUEVO PUNTO DE LA MODA BRASILEÑA SAO PAULO / AFP

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onorato Bezerra está preso desde hace 4 años en una cárcel de Sao Paulo. Un compañero de celda le enseñó a tejer y ahora cursa las clases semanales de croché impartidas por el diseñador de moda brasileño Gustavo Silvestre. “La aguja y el hilo son mis nuevas armas”, dice. Silvestre da dos clases por semana en la penitenciaría Adriano Marrey, en Guarulhos, en el área metropolitana de Sao Paulo, como parte del proyecto Ponto Firme, que esta semana presentó por primera vez una colección confeccionada mayoritariamente por presos en la Sao Paulo Fashion Week (SPFW). Honorato es uno de los 19 alumnos que durante nueve meses pusieron el alma para presentar 45 piezas en la pasarela más importante de Sudamérica. El desfile incluyó un mensaje contra la desigualdad social: su banda sonora contenía piezas marcadas por el estruendo de los barrotes, poniendo sicológicamente a los espectadores con un pie en la cárcel.

playa, abrigos e incluso zapatos. Mezclando estilos y tendencias, Ponto Firme, que abrió su desfile con un modelo de camiseta blanca y pantalón beige —réplica en croché del uniforme de la cárcel—, ofreció una variada gama de opciones femeninas y masculinas. “Nos angustiamos por no tener noticias de la familia y el croché nos ayuda a disminuir la ansiedad, a ocupar nuestro tiempo”, afirma Honorato, quien cumple su segunda condena. Mientras retoca un vestido verde que espera regalar a su esposa, cuenta cómo la prisión le hizo perder el contacto con ella y sus cuatro hijos. “Cuando la familia no está presente, uno termina olvidado por la sociedad”. Ponto Firme y su éxito en SPFW sacaron a Honorato y a sus colegas de ese olvido para ponerlos frente a los reflectores. En los dos años y medio que lleva el proyecto, unos 120 reclusos han pasado por sus clases, e incluso uno de ellos, ahora en libertad, colabora en el atelier de Silvestre en Sao Paulo. Hoy, hay lista de espera para recibirlas. Gustavo Silvestre dio sus primeros puntos en 2008 y se obsesionó tanto con el croché que hoy la técnica es eje central de su trabajo.

PARA AMBOS SEXOS

La colorida colección incluyó chaquetas, gorros, bolsos, vestidos, indumentaria de

MUCHOS PROYECTOS

En sus visitas a la penitenciaría de máxima

seguridad, Adriano Marrey lleva revistas, hilos —donados por socios del programa— y agujas. En una de las salas del pequeño centro cultural del recinto, se sienta y muestra en su laptop un tutorial para tejer una flor. La amplia sala, con paredes tan blancas que parecen recién pintadas y buena iluminación, está pincelada por los colores de pedazos de alfombras y piezas de vestir exhibidos en dos mesas rectangulares. Las agujas se mueven rápido, como en un silencioso ballet de manos. Todos están trabajando en algún proyecto, sea tejiendo, leyendo patrones o copiando instrucciones. En una esquina, al fondo del salón, Thiago Araújo y Fabiano Bras, presos desde 2014, avanzan en dos alfombras. Son los alumnos más antiguos del curso. Thiago piensa antes de hablar. Sonríe poco. Ayer tejía un gorro, hoy debe terminar la alfombra y para mañana tiene previsto un vestido. No hay día sin croché. “Para los expresidiarios es difícil conseguir oportunidades allá afuera, y esa es mi motivación, voy a perfeccionar más mis técnicas al salir de aquí, voy a hacer de esto una nueva profesión”, comenta sin soltar la aguja.


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Nicaragua recibió más de 1.8 millones de visitas en 2017 Según informó el Banco Central de Nicaragua (BCN), el país recibió en total 330,522 turistas más en 2017 que en 2016, lo que representó un incremento de visitas de 21.6 por ciento. El país recibió más de 1.8 millones de turistas en 2017 que dejaron ingresos por 840.5 millones de dólares. La recuperación de destinos tradicionales que se habían visto afectados en años anteriores, fue una de las razones del aumento de turistas.

RADAR

Miles piden paz y no violencia

La violencia cobra caro al turismo

La marcha cívica y multitudinaria realizada el lunes pasado en Managua, inició en la rotonda Rubén Darío, en Metrocentro, y concluyó en la Universidad Politécnica de Nicaragua (Upoli) en respaldo a los estudiantes que continuaban en protesta en ese centro y exigieron el cese de la represión, la libertad de prensa y el restablecimiento de la paz en el país.

La Cámara Nacional de Turismo de Nicaragua (Canatur) informó ayer, que el sector depende “fundamentalmente” de la paz social del país, por lo tanto pide que el diálogo se instale de forma urgente. Su presidenta Lucy Valenti reportó hoteles vacíos en ciudades turísticas como Granada y León, y a menor medida en Managua.

JARDINES BOTÁNICOS, PILARES PARA LA EDUCACIÓN AMBIENTAL EFE/

Los jardines botánicos son un pilar clave para la conservación vegetal; al acudir a ellos, tanto niños como adultos obtienen nociones básicas de educación ambiental y respeto por la naturaleza, dijo a Efe la especialista Andrea Cruza, coordinadora de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, en México. Uno de los principales activos de un jardín botánico es la información que enmarca la variedad de ejemplares que allí habitan. “Es importante que los jardines botánicos tengan una señalización adecuada, que proporcionen información al usuario y que el usuario pueda aprender” aseveró la experta.

Obispos recibirán propuestas de la población La Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) recibirá propuestas de la población para presentarlas en el diálogo nacional entre diferentes sectores sociales y el Gobierno de Nicaragua, que buscará definir el futuro del país después de las protestas ciudadanas originadas por las reformas a la seguridad social.

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La cantidad de personas fallecidas durante las protestas en Nicaragua de la última semana se elevó este miércoles a 38, informó la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH). Sin embargo, anoche se anunció la muerte de un protestante más, el obrero Edwin Gómez Gómez, de 33 años, quien habitaba en el barrio Pedro Aráuz y dejó a cuatro niños en horfandad.

EFE/

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PUNTOS A TRATAR

La desigualdad es uno de los problemas que derivan del descuido de los parques, por lo que el experto propuso “generar un contenido educativo abordando los temas de

DÍAS cada turista permaneció en Nicaragua, según indica el informe Cuenta Satélite de Turismo 2017 del BCN.

Más de 39 muertos por protestas

PROPONEN REVALORAR PARQUES EN LATINOAMÉRICA estaurar y revalorar los parques y espacios públicos de Latinoamérica ayudaría a acabar con la inseguridad que se vive en la región, según expresó el presidente de la Asociación Nacional de Parques y Recreación (ANPR), Luis Antonio Román. En el Primer Congreso Internacional de Parques Urbanos, celebrado en la ciudad mexicana de Mérida, el especialista enfatizó la necesidad de cuidar los espacios recreativos para combatir problemáticas como la delincuencia y las enfermedades. “Todos somos responsables de los parques; no es exclusivo de un diseñador o arquitecto. Cuando el ser humano entienda que ese espacio de recreación le pertenece, en ese momento empezarán a cambiar las cosas en el mundo”, aseveró.

UNA TÉCNICA PARA PROTEGER A LAS MUJERES QUE VIVEN SOLAS EN JAPÓN EFE/

salud, medioambiente, seguridad social, deporte, recreación y cultura”. Todo ello con el fin de acortar la brecha entre las distintas comunidades que habitan los espacios públicos, brecha que genera delincuencia. El organizador del evento insistió también en la importancia de cuidar, promover y recuperar los espacios públicos “no solo porque ayudará en el combate frontal con-

tra la delincuencia, sino por la salud”. En ese aspecto, apuntó hacia Estados Unidos como caso de éxito argumentando que “por cada dólar que invierten en su sistema de parques se ahorran tres” dólares en gasto relativo a problemáticas de salud pública. Román lamentó que no existen cifras oficiales sobre los espacios públicos y su deterioro. “Creo que es momento de cambiar la perspectiva y, para

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lograrlo, funcionarios y ciudadanía deben formar alianzas para transformar los espacios públicos del país”, aseveró. Por estas razones la ANPR realizó una encuesta nacional en la que fueron entrevistadas mil personas para así “obtener una radiografía de lo que piensan y necesitan”. En el evento participaron especialistas de 200 ciudades de distintos países como Argentina, Singapur, Italia y Francia.

La sombra de un hombre haciendo deporte o realizando actividades diarias reflejada en la cortina es el nuevo sistema de seguridad que ha lanzado una empresa japonesa para hacer que las mujeres que viven solas se sientan seguras en sus hogares. Con el eslogan de “el hombre en la cortina”, El prototipo utiliza un teléfono inteligente que conectado a un proyector muestra una serie de videos de un hombre realizando diversas actividades, desde karate o boxeo a leer el periódico o tomar café, con un total de doce escenarios a elegir. ”Nuestro objetivo es garantizar su seguridad”, detalló un portavoz de la empresa Leopalace 21.


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ESPECIAL

Once días de protestas

ORLANDO VALENZUELA / END

Periodistas de El Nuevo Diario nos narran experiencias que vivieron durante las protestas ciudadanas iniciadas hace 11 días en Nicaragua.

La universidad Nacional de Ingeniería (UNI) y la Universidad Politécnica de Nicaragua (UPOLI) fueron trincheras de los estudiantes.


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RAFAEL LARA

ORLANDO VALENZUELA / END

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d olescentes, adultos y hasta niños arrancando adoquines para formar barricadas; protestantes ocultando sus rostros con camisetas, piedras lanzadas contra las fuerzas gubernamentales, el ardor en los ojos a causa de los gases lacrimógenos e incluso el silbar de las balas sobre la cabeza no era nuevo para mí. A mis 51 años, esas imágenes revivieron mis memorias de 1979 cuando tenía 12. También la batalla universitaria por el 6% a inicios de la década de los noventa y las coberturas periodísticas de luchas sociales en la década del 2000. A pesar de esto, lo que esta vez sentí excepcional y me emocionó fue ver cómo se alzó una población que había permanecido literalmente dormida ante el Gobierno. Entre lo vivido y ejerciendo el periodismo, algo que aprendí durante todo ese tiempo es no pensar que sos invulnerable porque estás haciendo tu trabajo. Todo lo contrario, se debe tener mayor cuidado en medio del actual conflicto, en el que más de 30 personas perdieron la vida y el periodista también es un blanco. De esta lucha social, las protestas protagonizadas por estudiantes de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) y de la Universidad Centroamericana (UCA), en la rotonda de Metrocentro y la Catedral Metropolitana, me dejaron dos grandes impresiones: la explosión de los morteros tras las puertas de la catedral con un centenar de universitarios desesperados, quienes tomaron valor cantando el Himno Nacional en el púlpito de la iglesia y la caída del primer “árbol de la vida”.

Una marcha ciudadana sin precedentes se registró el lunes 23 de abril. La misma fue convocada por el Consejo Superior de la Empresa Privada.

Este símbolo del Gobierno se vino abajo después que en medio de explosiones y gases lacrimógenos, los jóvenes se turnaron para serrucharlo usando una pequeña sierra para metal. En dos horas con-

cluyeron esa labor. Así el enorme armatoste metálico de una tonelada de peso, con bases de cuatro pulgadas de grosor y reforzadas, cayó rompiendo cables, saltando chispas y levantando el polvo del bule-

var, mientras los protestantes brincaban y gritaban: ¡Sí se puede, sí se puede, sí se puede!, sin embargo, lo más hermoso fue ver la solidaridad entre los protestantes. Cómo universitarios con piedras y morteros se

enfrentaron a las fuerzas antimotines totalmente equipados; cómo los estudiantes de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de Managua formaron cuadrillas de primeros auxilios y de rescate, con el apoyo de

bomberos que actuaron a manera personal, cómo la población llegaba en camionetas para darles víveres y medicinas. Y todo esto fue un acto espontáneo, sin líderes y con el único interés de hacer un cambio en la sociedad.


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HUMBERTO GALO

¿Recordás cuáles solían ser los temas que tratábamos de potenciar a través los titulares del periódico hasta antes del 16 de abril? Inversión extranjera directa, el país como un nuevo e importante destino turístico, índices sobre accidentalidad, femicidios, un nuevo campeón mundial de boxeo, por mencionar algunos de los que recuerdo. Todo eso pasó a segundo plano a partir de ese día. Pongo de referencia esa fecha porque fue el día en el que el Gobierno dio a conocer una serie de reformas al Seguro Social, que a la postre serían el detonante para varios acontecimientos que sacudieron a nuestra adormecida sociedad y, que aún hoy, mientras escribo estas líneas me entristecen. Entre el miércoles 18 de abril y el domingo 22 en diversos puntos de Nicaragua una serie de protestas violentas devinieron en la muerte de por lo menos 35 personas —cantidad confirmada que podría incrementar—, las víctimas en su mayoría fueron jóvenes universitarios, aunque hubo también chavalos estudiantes de secundaria. Escuché a médicos decir afligidos que en los hospitales habían atendido a personas con heridas de bala en la cabeza. En estos días, desde mi labor como periodista pude enterarme de primera mano de abusos cometidos por las autoridades y fuerzas de choque progubernamentales. Recopilé testimonios de jóvenes que me narraron los vejámenes que sufrieron mientras eran arrestados. Miré llorar a las mamás que agradecían el poder abrazar a sus hijos de nuevo y he de confesar que hasta antes de la semana pasada, pensé que nunca iba a escribir un artículo periodístico en el que tendría que emplear la palabra “desaparecido”, algo que solo había leído en los viejos diarios de los años 70, cuando en el país vivía bajo una dictadura opresiva. Vi también imágenes de colegas siendo golpeados y asaltados por fuerzas de choque. Hubo un colega muerto mientras realizaba su labor, Ángel Gahona. En un par de ocasiones—aunque en menor grado— también experimenté asedio por parte de las fuerzas simpatizantes del gobierno sandinista. La primera vez una camioneta estuvo siguiéndonos mientras cubríamos las acciones de estudiantes que “protegían” el campus de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua. La segunda ocasión fue durante la cobertura que di a las protestas que se desarrollaban en el barrio Monimbó de Masaya, cuyos pobladores levantaban barricadas con adoquines. Observé la organización de la comunidad para proveerse de agua, alimentos y

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“Los muertos no deben quedar en el olvido” materiales explosivos, la única regla: prohibido grabar con celulares. El enfrentamiento entre los monimboseños y la policía se dio por espacio de tres horas en las inmediaciones del parque central y el mercado de artesanías, y a consecuencia de este choque hubo personas heridas de bala. En esta cobertura una persona le tomó fotografías al equipo del diario, y permaneció moviéndose cerca de nosotros mientras estuvimos en la zona. Miré algún rostro conocido pasar por las calles del barrio cargando su botín tras saquear alguna de las tiendas cercanas; también vi a comerciantes del mercado Oriental armarse con bates y machetes para defender sus negocios. Desde mediados de abril Nicaragua empezó a cambiar. Ojalá pueda hacerse posible sin llegar a un conflicto mayor. Esos muertos no deben quedar en el olvido.

Muchos reclamaron porque a los heridos no los atendían en los hospitales públicos.

Familiares de las víctimas pidieron justicia en la calles, reclamando que los responsables de las muertes sean juzgados.

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“Pedí que el fantasma de la guerra se alejara del país” Desde la 7:00 a.m. del viernes 20 de abril la Catedral Metropolitana de Managua se convirtió en el centro de acopio y asistencia médica de los jóvenes estudiantes que protestaron por las reformas al INSS en la avenida Universitaria y Upoli. Estudiantes de Medicina y Enfermería de distintas facultades universitarias, con la cooperación de algunos médicos, se organizaron para dar asistencia a los heridos y para abastecerse de agua, vinagre, bicarbonato, vendas, alcohol, algodón, suero, entre otras cosas útiles para atender lesiones y lo hicieron con el apoyo del cardenal Leopoldo Brenes. No era la primera vez que me encontraba entre estudiantes que, como dice la canción, “no se hacen los sordos ni mudos cuando llega el leño”. A finales de los 90 tiré piedras a los antimotines y corrí desesperado a refugiarme entre las paredes de la UCA. Pero esta vez fue distinto, no recuerdo un gesto tan espontáneo de hermandad como el de esos muchachos en la catedral y el de las personas que llegaban a pie o en vehículos con alimentos y productos para atender a los heridos. Me recordó un poco a la guerra y pedí a Dios que ese fantasma se alejara del país. Era difícil no conmoverse, no tenía sentido resistirse. La joven periodista María José Martínez lloró al ver a los jóvenes, reconociendo el sentido de hermandad e identificándose con aquella sensación. Estábamos con el fotorreportero Melvin Vargas, quien abrazó a María José para darle ánimo sin decir una palabra. Las bancas de la catedral servían como camillas, donde se recostaban a los heridos por balas de goma y a quienes habían sido afectados por los gases lacrimógenos. Los estudiantes usaron los distintos accesos a la catedral para movilizarse, pero fue la entrada del costado oeste la que sirvió para introducir a los heridos en las protestas sostenidas en la avenida Universitaria y UNI el 20 de abril. Los jóvenes atendidos en la catedral, después de ser revisados, según su estado de gravedad, eran trasladados en vehículos particulares a los centros médicos. Mientras acopiaban los víveres se organizaron por grupos y decidían dirigirse a la Upoli con la asistencia, que incluía comida enlatada y paquetes de galletas.

ÓSCAR SÁNCHEZ / END

JOSÉ ISAAC ESPINOZA

El cardenal Leopoldo Brenes y el obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, junto al clero capitalino, animaron a los jóvenes en la Catedral Metropolitana.


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Gran cantidad de bombas lacrimógenas y piedras llovieron el 19 de abril en la zona de la Universidad Nacional de Ingeniería, UNI. MAURICIO GONZÁLEZ

Eran las 4:30 p.m. del jueves 19 de abril de 2018 cuando se dijo que chavalos armados con lanza morteros y armas de fuego ingresaban por la parte de atrás de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), frente al estadio nacional de beisbol. Entran lanzando piedras y morteros a diestra y siniestra a otros muchachos que se encuentran atrincherados dentro de la universidad, y que también tienen piedras y morteros. La única diferencia es que los que están adentro son estudiantes y pelean para que no se imponga una reforma al sistema de seguridad social que les quitaría más dinero a

Testigo de la violencia los trabajadores y a los mismos pensionados. En cambio, los otros están acompañados por antimotines que les despejan el camino para que entren al recinto. “Corran, la Juventud está adentro”, grita uno de los universitarios que resguarda la entrada. Los demás retroceden para escapar del ataque combinado de los antimotines y la Juventud Sandinista. Al instante se escuchan los gritos: “¡Médico!”, “¡Médico!”. Al mismo tiempo otros advierten que los de la Juventud tienen armas de fuego y que

están disparando a matar. Por miedo, nadie se atreve a auxiliar al joven que pide un médico. Poco a poco esta horda llamada “Juventud”, no calculo de cuántos, entra al recinto. Los estudiantes retroceden a pesar de que son más, pero lo hacen tirando morteros y piedras. Están cansados. Combatieron desde un día antes y esa tarde llevan 8 horas continuas peleando contra los antimotines, quienes les tiraban balas de goma y gases lacrimógenos. Una hora antes de que entraran los de la Juventud a la UNI, estuve en el puesto médi-

co que colocaron estudiantes de medicina y médicos graduados. Este se hallaba en la casa de los estudiantes internos, ubicada a 100 metros de la entrada por donde ingresaron las fuerzas de choque. Los médicos voluntarios tenían todo tipo de medicamentos, pero les hacía falta una camilla. Cuando llegué atendían a un joven con una herida de bala de goma en la espalda. También había otros con impactos de bala de goma en el pecho y las piernas. Uno de los médicos graduados me dijo que uno de


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los jóvenes no corrió con suerte y recibió un balazo de plomo en el pecho. “Lo atendí, la herida era grave. Lamentablemente cuando lo trasladábamos a una ambulancia falleció”, afirmó el doctor, quien también comentó que el muchacho no tenía identificación. Minutos después se escucha el grito nuevamente: “¡Médico!” Muchos chavalos rodean un cuerpo ensangrentado, era un muchacho que recibió un disparo en la cabeza. Lo cargaron entre cinco pero no se lo aguantaban y lo botaron en dos ocasiones. En ese momento hizo falta la camilla. Lo montaron a un carro y se lo llevaron. El paramédico que lo atendió dijo que su estado era reservado. Aún no sé si murió. Los de la Juventud a su paso van destruyendo todo. Los estudiantes son replegados hasta ser arrinconados al otro extremo de la universidad, cerca de la pista Juan Pablo II. Sus morteros y piedras no son suficientes para detener el avance de las fuerzas de choque. Resisten solo 15 minutos más después de que la Juventud entró. Pero, finalmente, los muchachos no aguantaron y cruzaron la malla perimetral de la UNI, atemorizados por la certidumbre de que los otros tienen armas de fuego. De esa manera la UNI fue tomada por la “Juventud”. Luego miraría los destrozos que hicieron dentro del recinto. El laboratorio de informática fue arrasado.

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Estudiantes universitarios y las fuerzas antimotines se efrentaron por varios días en las inmediaciones del estadio Denis Martínez.


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El gas lacrimógeno afectó a decenas de personas, sobre todo, a los vecinos de la Upoli en Villa Rafael Herrera.

Entre balas, morterazos y piedras

URIEL VELÁSQUEZ

En poco más de dos años de carrera dando cobertura a todo tipo de eventos, jamás tuve tanto miedo como el viernes 20 de abril. Sabía que las protestas contra las reformas al Seguro Social serían intensas. Estaba ansioso por cubrirlas,

creía estar listo, pero uno no se da cuenta de lo contrario hasta que está frente a las balas, morterazos, pedradas y gases lacrimógenos. El periodismo es una carrera de riesgos, me repetían constantemente en la universidad. Ese día lo terminé de entender. A los 23 años uno piensa que lo puede controlar todo, que nada malo puede pasar y que de alguna manera la gente respeta a quien ejerce esta profesión. A mediodía del viernes 20 de abril fren-

te a la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) viví las horas más intensas de mi carrera hasta ahora. Desde temprano fui testigo de cómo decenas de jóvenes preparaban barricadas, pancartas y se armaban de piedras para repeler un posible ataque de las fuerzas antimotines. La hora llegó. Cuando incontables patrullas repletas de antimotines se asomaron por la Avenida Universitaria empezó la acción justo cuando estaba detrás de la barrica-


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da que habían preparado los universitarios. Formados en fila india, con escopetas en mano, los antimotines se formaron en la calle para tratar de dispersar la manifestación y empezaron a disparar. Observé y escuché desde una esquina de la barricada todo lo que estaba pasando para tratar de escribirlo en mi teléfono y enviarlo a la redacción. En estas coberturas había tomado la decisión de no llevar nada más que mi teléfono y mi carné de periodista. Una libreta, un lápiz y una grabadora solo me hacían peso y atrasarían mi trabajo. Los estudiantes perdían la batalla en la calle y decidieron atrincherarse en la UNI. Salí corriendo hacia uno de los callejones que está frente a la universidad para tratar de salir frente a la Academia Nicaragüense de la Danza, pero la zona estaba acordonada por policías que venían disparando contra los manifestantes. Uno de ellos se paró frente a mí, cargó su arma y me

apuntó. Creyó que era un estudiante. “Soy periodista, soy periodista, no dispare”, le grité mostrándole mi carné. Bajó su arma y siguió caminando. En toda mi vida jamás alguien me había apuntado con un arma. Estaba temblando, me asusté como nunca. Sin embargo, el periodista debe canalizar sus emociones y no permitir que estas afecten el trabajo. Respiré, busqué a mi compañero fotógrafo y me quedé tras los antimotines filmando lo que sucedía. Al mismo riesgo me enfrenté el jueves 19 en la Upoli y el mismo viernes en los enfrentamientos en la catedral. UN HOMENAJE

La muerte del colega blufileño Ángel Gahona me entristeció demasiado a mí y quiero pensar que a todo el gremio. Pudo haber pasado conmigo y con cualquier otro colega que se expuso de la misma manera.

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Los estudiantes se defendieron lanzando piedras y haciendo barricadas con adoquines, troncos, llantas y laminas de zinc.


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Si hay algo que aprendí es que en medio de la tensión del trabajo, cuando nos esforzamos en hacer bien las cosas el resultado es palpable. La satisfacción que da ver tu trabajo en el periódico y cómo contar la historia de una persona

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puede impactar positivamente en su vida es gratificante. Buscar siempre la verdad, pese a los riesgos, cubrir todos los ángulos y desmentir lo que es falso es el mejor homenaje para Ángel, para nuestras familias y para Nicaragua.

KEYSI GARCÍA

Por las noches, muchas de las barricadas se mantenían ardiendo.

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No había transcurrido ni una hora desde que llegué a Ticuantepe, cuando los ánimos entre protestantes se empezaron a agitar. Recordé en ese momento cada una de las recomendaciones que me habían dicho los periodistas con experiencia: “Buscá un punto seguro”, “no te separés de tu compañero o compañera” y “nunca te quedés en medio de un enfrentamiento”. Era el tercer día de manifestaciones y ya se habían registrado hechos violentos en todo el país. Por primera vez estuve en medio de un conflicto de esa magnitud y me dejó las lecciones más grandes en mi corta vida periodística. Pero lo más difícil en toda la experiencia de la crisis social desatada en las calles los últimos días, no fue controlar mis emociones y cumplir mi trabajo sin importar las condi-

ciones. Definitivamente, lo peor fue estar tan cerca de cada una de las historias de los fallecidos y sus familias. No conocí a ninguno de los estudiantes, oficiales o pobladores que fallecieron en los disturbios, pero tener cercanía con los reportes me impactó a nivel personal. Tampoco conocí en persona a Ángel Gahona, un periodista que falleció en medio de un enfrentamiento durante las protestas ocurridas en este abril en Nicaragua, pero al ver su fotografía en las redes sociales pude verme a mí misma y a mis colegas, igual de jóvenes que yo y expuestos a los mismos riesgos en este tipo de situaciones. Considero que todas las experiencias en las coberturas aporta al crecimiento de los periodistas, pero en los 2 años que tengo en el ejercicio de la profesión, ninguna me había dejado tantas enseñanzas como la valentía de los chavalos que se levantaron en las protestas o la fuerza con la que una iniciativa que parecía insignificante, ahora está cambiando el rumbo de un país entero.

ÓSCAR SÁNCHEZ / END

Mi primera experiencia peligrosa

Los manifestantes utilizaron todo lo que encontraron para armar barricadas.

Un policía auxilia a un niño afectado por una de las protestas en Managua.


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