SUMARI PREMIOS EN LENGUA CASTELLANA “Confinamiento” de Jana Planas de 1r ESO A “Recuerdos de un pasado confuso” de Valeria Fernández de 4t ESO A “El Regreso” de Lluc Alegrí de 1r Batx. A
PREMIS DE LLENGUA CATALANA “Un abril memorable a París” d’Amélie Batlle de 2n ESO D “Les dones” de Clàudia Llonch Mach de 3r ESO B “La caixa forta” de Cristina Bassols de 2n Batx. B
EDITORIAL CANÇONETA INCERTA Aquest camí tan fi, tan fi, qui sap on mena! És a la vila o és al pi de la carena? Un lliri blau color de cel, diu: -Vine, vine!-. Però: -No passis! -diu un vel de teranyina. ¿Serà drecera del gosat, rossola ingrata, o bé un camí d'enamorat, colgat de mata? ¿És un recer per a adormir qui passi pena? Aquest camí tan fi, tan fi, qui sap on mena? ¿Qui sap si trist o somrient acull a l’hoste? ¿Qui sap si mor sobtadament, sota la brosta? ¿Qui sabrà mai aquest matí a què em convida! I és camí incert cada camí, n'és cada vida! Josep
Carner
Lengua castellana
Primer ciclo
CONFINAMIENTO En casa debemos estar y el coronavirus superar. De casa no podemos salir y no nos podemos divertir.
Los profesores y sus deberes terminan con lo que eres. Cada día frente el ordenador al fín del día es un horror. Aumentan las personas infectadas, pero también las curadas. Quedaos en vuestro hogar y muchas vidas podréis salvar. A la calle me gustaría salir porque en casa me suelo aburrir, pero no lo voy a hacer para podernos proteger. Espero que esto termine pronto mientras tranquila lo afronto. Esto algún día va a terminar. ¡Al Coronavirus vamos a ganar!
Jana Planas 1r ESO A
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Segundo ciclo
RECUERDOS DE UN PASADO CONFUSO Verónica Ramos llegó a Santa Justa un viernes 13. Nadie sabía de dónde ni el porqué de su repentina llegada, pero todos estaban de acuerdo en
que parecía huir de algo. Aquellas sospechas se reafirmaron cuando, por primera vez desde su llegada, la mujer se dejó ver por el pueblo paseando con un niño de no más de cinco años. ¿Aquel infante al que paseaba era su hijo? De ser cierto que huía, ¿acaso lo hacía del padre del niño? Durante días, los cuchicheos entre las gentes de Santa Justa se centraron exclusivamente en ella, en Verónica Ramos, la misteriosa mujer que, además de aparecer de la nada, no parecía ser alguien de recursos escasos, sino más bien lo contrario. La mujer se hospedaba en La Perla, la finca por excelencia de toda Santa Justa. Desde tiempos inmemorables, La Perla había pertenecido a la familia Robledo, a cuyos miembros se les podría atribuir el título de padres fundadores del municipio de Santa Justa. Sin embargo, ser tan poderosos no trajo nada de bueno a los Robledo, que uno por uno habían ido muriendo hasta no quedar ningún descendiente. Desde entonces, La Perla llevaba años deshabitada, ya que, como dicen las malas lenguas, el precio que le habían puesto era tan desorbitado que ni el mismísimo presidente podía permitirse tal lujo. Y, aún así, ahí estaba viviendo ella, Verónica Ramos. Todo ha de ser dicho: el porte de aquella mujer era digno de una finca como La Perla. Tenía la estatura perfecta para no verse demasiado alta con unos tacones; los vestidos y prendas que usaba le marcaban una silueta envidiable, más aún cuando todo el mundo creía que Verónica Ramos era la madre de aquel niño con el que salía a pasear. Su melena era corta y negra como el carbón, y contrastaba a la perfección con su mirada oceánica y sus labios permanentemente escondidos tras ese carmín rojo que siempre utilizaba. Verónica Ramos debía ser de ciudad, porque había veces en que se le notaba algo desorientada en cuanto al comportamiento de las gentes de Santa Justa. Por ejemplo, cuando doña Berta quiso regalar un caramelo desinteresadamente al niño que siempre llevaba cogido de la mano, no se lo tomó demasiado bien. Verónica Ramos no era una mujer de muchas palabras, de hecho nadie supo su nombre hasta pasada una semana desde de su mudanza. Aunque lo más extraño era que nadie supo nunca el nombre del crío con el que salía a pasear, ni siquiera yo. La misteriosa y nueva propietaria e La Perla no empezó a mezclarse con los vecinos de Santa Justa hasta pasados unos meses de su mudanza. Justamente la semana de la fiesta mayor del pueblo fue cuando Verónica Ramos inició una extraña relación de amistad con Cassandra Vero, hija del dueño del único estanco del pueblo.
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Segundo ciclo
Cassandra Vero era una muchacha algo… particular. Durante su niñez y adolescencia fue considerada la chica más hermosa, amable y bondadosa de todo el pueblo, pero ahora no era más que una víbora romperrelaciones fraternales. Su historia es sencilla si la cuentas como lo hace todo el pueblo de Santa Justa: una chica que, estando comprometida con un joven aceptado y admirado por todos, se involucró con el hermano de su prometido. Sin embargo aquella tan solo era una ínfima parte de todo el caos que envolvió a Cassandra Vero. La verdad no era otra que el amor verdadero. Su prometido no la amaba y ella tampoco amaba a su prometido, e inesperadamente encontró el amor en quien menos debía, pero nadie quería ver la historia como realmente era, así que la pobre muchacha se resignó a vivir bajo el peso de los cuchicheos y habladurías de los demás sobre sus hombros.
Aquella amistad fue poco aceptada por el pueblo, pero la respetaron, sobre todo porque querían información sobre la vida de Verónica Ramos a cualquier precio, y Cassandra Vero en aquellos precisos instantes era la fuente más fiable. Parece ser que Verónica Ramos era hija de un importante político de ciudad, aunque no sabían de cuál, porque la joven le había confesado a su nueva amiga Cassandra que usaba el apellido de su madre para que precisamente nadie supiera quién era su padre. No quería tratos de favor allá donde iba, así que aquella era la mejor solución que había encontrado. Además, también averiguaron que el niño al que paseaba de vez en cuando por el pueblo, efectivamente, era su hijo, mas Verónica jamás reveló el nombre de su padre, y los vecinos de Santa Justa no vieron nunca alianza alguna en su mano.
El tiempo hizo que la novedad sobre Verónica Ramos, y el pequeño a su cargo dejara de ser el tema principal del cual charlar en una comida familiar o en una reunión entre amigos, pero el misterio que se cernía sobre la procedencia de la mujer y el nombre de su hijo era algo que difícilmente se olvidaría. Ese mismo tiempo que arrebató la popularidad de Verónica Ramos fue el que hizo que la mujer se convirtiera en alguien venerada por los jóvenes de Santa Justa, ya que nadie era capaz de negar la indudable belleza que esta poseía. El afortunado que obtuvo un pequeño resquicio del corazón de Verónica Ramos fue Jaime Lago, el recién graduado universitario del pueblo. Jaime y Verónica tenían edades dispares y gustos parecidos. Podría incluso decirse que eran almas gemelas. Con lo cual era de esperar que Jaime Lago no tardara en hincar la rodilla y declararse, cosa que hizo, pero no con el resultado que él habría querido, ya que Verónica Ramos le dio un rotundo no incluso antes de que de sus labios saliera la temida pregunta. Tras aquella bochornosa situación, la propietaria de La Perla no tardó demasiado en hacer las maletas para huir de Santa Justa en cuanto pudiera. Lástima que sus planes se vieran truncados cuando, esa misma noche en que dio el no a Jaime Lago, alguien llamó a la puerta de la finca.
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Segundo ciclo
Afortunadamente, nadie del servicio corrió a atender la llamada antes de que lo hiciera la propia Verónica Ramos, porque si no todos sus secretos habrían sido revelados de golpe. Quien esperaba tras el portón de la entrada no era otro que Loren Vargas, el ladrón de guante blanco más conocido y temido por aquel entonces;
aunque, para Verónica, no era más que el padre de su hijo y su compañero de hurtos. El motivo de la inesperada visita del hombre era la necesidad de reencontrarse con quien consideraba su familia, mientras que Verónica lo consideraba un animal que debía ser enjaulado. Loren Vargas no era un hombre al que se pudiera considerar estable. Tenía idas y venidas continuamente y nunca se podía saber con qué ánimo se levantaría por las mañanas, pero lo que más preocupaba a Verónica Ramos era no saber cómo reaccionaría ante cualquier circunstancia ajena a sus capacidades, por ejemplo a una noticia sorpresa. La última vez que lo vi, confesó Verónica a Cassandra, intentó matarme.
Justo por eso, Verónica Ramos decidió no huir esa vez, sino enfrentarse a sus miedos. El tal Loren Vargas se quedó una temporada en Santa Justa. Vivía en La Perla junto a la que creía su amada y su hijo. El hombre se adaptó enseguida a la armonía del pueblo. Salía a comprar cada sábado a la tienda de doña Berta y se quedaba media hora charlando con ella y su marido. Los domingos salía de caza, tiro o pesca con el alcalde y sus allegados, y entre semana se reunía con los mismos para tomarse juntos un par de cañas en el bar del pueblo. Todo parecía ir bien, pero por dentro Verónica Ramos ardía en cólera. Ella odiaba a Loren, lo odiaba con toda su alma, y sin embargo debía seguirle el juego. Salían los tres de paseo como una familia feliz, le besaba mientras preparaban juntos la cena y dormían en la misma cama. Hasta que un día Verónica Ramos se hartó. Era la hora de la cena. Loren Vargas se sentaba a la cabeza de la mesa y daba la espalda completamente a la puerta de entrada desde la cocina, así que Verónica Ramos decidió levantarse de la mesa con la excusa de que quería servir ella misma la tarta de arándanos que horas antes habían comprado en la pastelería del señor Eduardo. Cogió con delicadeza la bandeja y la llevó hacia el comedor. Cortó tres porciones de tarta: la primera se la dio a su hijo, la segunda la colocó en su plato y la tercera nunca llegó a servirse. Loren Vargas, extrañado porque su Verónica no le daba la porción, estiró la mano para alcanzarla. Sin embargo, justo cuando sus dedos rozaron la fría superficie del plato, Verónica movió ágilmente la mano y consiguió cortarle tres dedos con el desmesurado cuchillo que había utilizado para cortar la tarta. El chillido del hombre debió escucharse por toda la finca, pero nadie movió un mísero dedo para ayudarlo.
Lengua castellana
Segundo ciclo
―¡¿Es que te has vuelto loca?! ―gritó él. Verónica Ramos sonrió cínicamente mientras palpaba la madera de debajo de la mesa, hasta que encontró lo que buscaba. ―Siempre lo he estado ―contestó Verónica mientras apuntaba con la pistola en dirección a Loren―, y tú iempre lo has sabido. Hubo un único disparo, que impactó de lleno en la frente de Loren Vargas. Tras el impacto, su cuerpo se desplomó sobre la mesa, y así estuvo hasta que su cadáver fue encontrado. Parece ser que tras aquella escena ni Verónica Ramos ni su hijo se levantaron de la mesa, sino que terminaron sus postres mientras la sangre de Loren Vargas se esparcía sobre la mesa. También se dice que mantuvieron la calma en todo momento, porque de no ser así dudo que Verónica Ramos hubiera dejado a su hijo apartar del postre los tropezones de arándano que encontraba. En total, encontraron siete arándanos en su plato. A la mañana siguiente, Santa Justa despertó con la terrible noticia de que su vecino Loren Vargas había sido asesinado y de que su familia había desaparecido. Había algunos crédulos que pensaban que algo malo podía aberles pasado a Verónica Ramos y a su hijo, pero la gran mayoría creímos lo que las evidencias nos mostraban. Mi conclusión no es otra que la siguiente: Verónica Ramos es una asesina. Aún así, creo que tuvo sus razones para hacer lo que hizo. La buscaron durante meses. Sin embargo, nunca nadie fue capaz de encontrarla. Así es como finaliza este relato, pero no la vida de Verónica Ramos, que a saber a cuántos hombres como a mí habrá engatusado a lo largo de los años. Si algún día lees esto, Verónica, te agradezco no haberme dejado proferir la pregunta que, probablemente, habría sepultado mi futuro amoroso para siempre. Gracias de corazón.
Valeria Fernández 4t ESO A
Lengua castellana
Postobligatorio
EL REGRESO Y por fin desperté. Y todo estaba como siempre. Miré a mi alrededor y todo estaba en su posición, pero la naturaleza no se había detenido, los árboles ya habían brotado, las flores habían florecido y los pájaros cantaban como siempre. Sin embargo, yo no. Algo había cambiado en mi interior,
aún no sé qué era exactamente pero tenía una sensación que nunca antes había percibido. Después de tres meses sin salir, ahora tenía miedo. Era una expectación difícil de definir; una mirada lenta al extrarradio hizo abrirme los ojos y de golpe me encogí y un leve serpenteo se deslizó en mi cuerpo. Volví a mirar detrás de mí y ya quedaba lejos, ya no podía volver. Mis ojos curioseaban como si se tratase de una panorámica con la cámara y, efectivamente, todo estaba igual. De pronto empecé a moverme lentamente y salí. Respiré profundamente, olí el aire, percibí los rayos del sol en mi rostro y noté esa energía que parecía haber perdido. Aprecié el viento y el zumbido de las hojas en movimiento. Y miré al cielo. Nunca jamás había mirado el cielo con tanta exactitud y nunca me había fijado qué representaba realmente
poderlo contemplar. Mi ser se volvió a encoger pero ahora ya me sentía cargado con una firmeza absoluta. En ese momento me sentí feliz y dichoso de vivir aquel momento de paz y poder regresar a mi vida. Y, justo en aquel instante, oí un agradable murmullo que ya había olvidado, un susurro que me hizo dar la vuelta y contemplar de dónde venía. Por fin, hablaba con alguien y nos miramos como si fuese la primera vez que lo hiciéramos y nos estudiábamos los sonidos emitidos. Todo era muy difícil de percibir. Empezamos a andar con un paso firme y seguro, con una progresión en la velocidad espectacular, hasta tal punto que nuestro aliento se oía al compás de los pasos del uno y del otro. Los dos, juntos, avanzamos hasta el centro de aquel lugar, en el corazón de aquel pueblo que permaneció cerrado y que ahora se percibía una luz en su horizonte. Satisfecho y alegre, decidí emprender un nuevo camino, un viaje a una nueva vida más amable, más altruista y con el corazón lleno de una esperanza que jamás soñé en poder sentir.
Lluc Alegrí 1r BATX. A
Llengua catalana
Primer cicle
UN ABRIL MEMORABLE A PARÍS Era l'any 1881 a finals d’estiu. Un jove de vint-i-set anys anomenat François de Gonzag, d’origen aristocràtic vivia tranquil·lament a la ciutat de l'amor i de les llums, París. L' interessaven molt els estudis, sobretot les diferents classes socials de l’època. Sempre havia tingut un marcat interès per
estudiar observar comprendre altres entorns que el propi i saber com vivien totes les poblacions. Malauradament per a ell, el seu pare amb qui estava en conflicte l’havia obligat a estudiar arquitectura abans que pogués estudiar allò que volia realment. Tot això per reprendre més endavant la continuació de l’empresa paterna. Aleshores era força habitual que un fill de nobles en conflicte amb els seus pares anés contra les seves obligacions. A finals d’estiu, cap a mitjans de setembre va iniciar un projecte sobre un monument que suposadament s' ubicaria al mig de la capital per a una futura exposició universal, projecte que dirigia el seu professor. En aquest període van començar a dissenyar els primers plànols. Per això, primer va ser necessari localitzar el lloc, la seva superfície i tots aquests petits detalls que no eren subordinats. Per tant, es trobava a l'extrem nord-oest del parc dels Camps de Mart per a la recerca d'emplaçament. Va mirar tots els detalls. Al mateix temps observava les diferents persones presents, la seva manera de caminar i de comportar-se. Aprofitava cada moment per aprofundir en el seu estudi sobre classes socials. Cap al tard quan la seva tasca estava gairebé acabada va observar una noia en un banc blanc envoltat de magnífiques flors que acabaven la floració per tal de deixar pas a la tardor. Estava asseguda llegint molt atentament un llibre molt gruixut. Això el va intrigar i just en el moment de voler anar a saludar-la, el seu pare el va cridar per tornar cap a casa. Així que no tenia cap més opció que tornar. Cada dia a la mateixa hora, al mateix banc, tornava a haver-hi aquella dona alta, morena, llegint molt concentrada el mateix llibre de sempre. Un dia, en François en acabar el seu dia de treball va anar a saludar-la. I els dos van sentir una sensació molt estranya que mai no havien sentit. Unes papallones a la panxa, o com dirien alguns, un sentiment d’amor. Els dos es van enamorar a l'instant. Van estar molt de temps parlant fins que es va fer de nit i els dos van haver de tornar cap a casa. L'endemà, en François va anar a treballar com cada dia, i va percebre que ella ja no hi era. Es va començar a preocupar, però li quedaven esperances de que tornés. S’anava fent fosc a la ciutat i encara no havia aparegut aquella dona que el tenia encisat. Però va decidir tornar cap a casa, molt preocupat, sense poder trobar cap solució. Va anar a dormir pensant en què li hauria pogut passar. L’endemà, es va afanyar moltíssim per arribar el més aviat possible a treballar, però no, tampoc hi era. Cada cop estava més preocupat pensant que potser alguna cosa greu li hauria pogut passar. I tots els sentiments que tenia dins seu els va expressar amb el que millor se li donava fer;
Primer cicle
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l’arquitectura. En fer-se de dia, no va anar a treballar es va quedar a casa amb l’excusa que es trobava malament. Mentre estava a la seva habitació va començar a fer els plànols per a construir l'estàtua. Un any més tard, encara no havia aparegut la noia, i en François va perdre tota esperança. Havia passat el temps i ja havia acabat l'estàtua. La van col·locar en el banc on ella sempre s’asseia. Alguns mesos més tard quan en François estava treballant va veure a la misteriosa dona arribar i en voler asseure's en el banc va observar l'estàtua que li havia dedicada. Ella, tota emocionada va anar corrents cap a ell a fer-li una abraçada. Ell estava molt content perquè per fi ella havia tornat,però a la vegada una mica decebut ja que ella havia desaparegut durant més d’un any sense avisar a ningú. Fins que es van asseure's al banc i van parlar hores i hores explicant-se mútuament tot el que havien passat durant tot aquell temps. Quan ja va quedar tot clar van començar a sortir junts. Era una relació molt estable. Cada dia es parlaven i es feien regals sota la llum de la lluna. Un dia, quan havien quedat en un bar per parlar, ella no s’hi va presentar, però ell va pensar que no passava res que segurament s’havia oblidat. Tot i
que quan la trucava, ella no contestava ni tampoc no ho feia als missatges. Ell estava molt preocupat i com l’última vegada va estar sense saber res d'ella,sense cap senyal, sense cap esperança de tornar-la a veure. Va desistir i li va enviar una carta. A la carta li escrivia: Hola Anne, Ho sento molt per tot el que et diré a continuació, però és important. Jo ja estic bastant cansat de tot això; que te'n vagis durant mesos sense avisar encara que marxis a visitar la teva família, em sembla
fantàstic... Però m’hauries de dir alguna cosa. Jo no vull tenir una relació així d’irregular i tant indecisa. A mi aquesta situació no m'agrada em sembla molt i molt egoista per part teva.. I per això he pres aquesta decisió no gens fàcil per a mi. Ho sento molt, però tu i jo ja no podem estar junts. Contesta’m la carta si us plau. Per sempre, François. Ella mai no va contestar a la carta, però. l’endemà, en François, molt i molt afligit per tot el que havia passat la nit anterior va dirigir-se a la seva feina diària. I aleshores fent una mirada de tendresa al banc de les seves trobades amb la dona que continuava estimant va veure una rosa molt vermella amb un paper enganxat que deia: ANNE
Amélie Batlle 2n ESO D
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Segon cicle
LES DONES Dones de la ciència. Dones del ferro. Dones de la consciència i de l’enterro. Un món de dones extraordinàries on volem la igualtat i fer-nos milionàries sense la necessitat de cap [atontat que es cregui superior a les dones [extraordinàries. Les dones són de Venus i els homes [de Mart. Ells es creuen més ingenus però no saben la nostra veritable part. Només demanem una cosa: tenir els mateixos drets i preferències sense ser criticades per qualsevol cosa.
I un cop ho hàgim aconseguit, ja [estarem satisfetes.
Clàudia Llonch 3r ESO B
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LA CAIXA FORTA No sabia com podia resistir aquella rutina tan tediosa. Cada dia era el mateix numeret. Abans de sortir de casa sempre havia de revisar cada una de les piques que hi havia i comprovar que tots els llums quedessin apagats, no podia deixar-se res encès o en funcionament; no s’ho podia permetre a si mateix. Finalment, en haver posat els peus a fora al carrer, tancat la porta pesada de ferro forjat i haver-li donat dues voltes al pany amb la clau, es passava un minut estirant-la cap endins cap a fora, cap endins cap a fora, fent un soroll que es podia escoltar fins a una cantonada del carrer. La gent se’l quedava mirant quan el veien fer això, alguns fins i tot s’havien pensat que podria ser un lladre intentant entrar a la casa, però ell sempre responia «Comprovo que la porta estigui ben tancada». Era tan forta la inseguretat que sentia cap a ell mateix que ni tan sols podia dormir; s’aixecava tres cops durant la nit per comprovar si la pica del lavabo estava tancada i no en rajava aigua. No anava a cap metge i vivia sol a casa, però cada cop la situació anava a pitjor. És clar que abans no era així. Fa uns anys era un home rialler i força valent, curiós per marxar de casa per veure nous pobles i sovint anava a passejar quan la seva feina
li ho permetia. En canvi, des que s’havia jubilat ja no es guiava per la raó ni confiava en els seus propis sentits, la soledat li estava jugant una mala passada. Tot i així ell anava fent la seva vida, no era conscient del problema de la seva ment controladora i continuava actuant d’aquella manera tan estranya per a altres persones, si el veiessin. No era pas un mal home, però passava la major part del temps a casa, al sofà veient pel·lícules antigues, i no xerrava quasi mai amb ningú del poble, només a vegades, quan anava a la botiga del poble per tornar a emplenar la nevera i el rebost. Un divendres, després d’anar a comprar a la botigueta, va tornar a casa, i com que també tenia paranoies sobre que podien entrar lladres a buscar els pocs diners que tenia i que li costaven tant d’estalviar, va tancar la porta i el portal del garatge amb uns llargs barrots, com ho feia cada nit quan se n’anava a dormir. Més tard, preparant el sopar, una espurna va caure sobre un tros de paper de cuina i es va encendre. Quan ell va voler obrir l’aixeta se la va trobar tancada; havia tancat la vàlvula general que subministrava aigua a la casa per sentir-se millor, quan havia sortit de casa. Desesperat per no poder apagar el foc, va voler trucar algú, però havia tallat la línia telefònica per estalviar-se els diners. El veïns no sabien que ell estava a dins la casa, ja que els llums de les habitacions que donaven al carrer estaven tancades, per tant, encara no sabien el que estava patint el
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Postobligatori
senyor. Poc després va voler sortir de casa seva, però en baixar les escales es va trobar que la porta del carrer estava plena de barrots i ja per quan només li quedava girar la clau del pany, el fum l’havia ofegat. Els veïns, en veure les flames sobresortir del sostre, van trucar als bombers, els quals no van poder entrar, i encara que haguessin pogut, ja era massa tard. La casa s’havia convertit en la caixa forta física i mental del senyor, que de tan ben tancada que estava, no havia sabut protegir el més preuat, la seva vida.
Cristina Bassols 2n Batx. B