Carta de despedida En el momento de marcharme del Martinez Valero con mis botas debajo del brazo, llenas todavía de césped, me he sentido triste. Muy triste. No quería alejarme de entre vosotros y menos en estas circunstancias con el Elche donde no le corresponde. Tras el esfuerzo entre afición y equipo, no pensaba que tendría este injusto final. Pero no quiero dejar pasar por alto todo lo bueno vivido y sentido aquí. Cómo os habéis portado conmigo y algo más especial que es difícil de conseguir en este fútbol de despachos e intereses. Decir que he vivido agusto , reconocido, y disfrutando con un equipo pleno de humildad y cercanía que es una bella familia, que no es poco. Ver a la gente por la calle empujándonos a la permanencia y sudar con ellos no es cualquier sentimiento. Es para contarlo. Y eso es lo que trato de hacer en esta despedida, que me duele y deja sentido. Ayudé a ganar como vosotros, colaboré en la supervivencia como vosotros y dejo la ciudad siendo ilicitano como todos vosotros. Decir hasta siempre en este caso no es un tópico, y hasta el último momento tenía un sentimiento encontrado entre lo imposible y mi corazón; incluso de ilusión porque se cumpliese el sueño de la permanecía en un juzgado, cuando nos lo habíamos ganado entre todos donde correspondía. Me siento reconfortado de haber podido disfrutar con compañeros y entrenadores, pero sobre todo con trabajadores de un Club familiar. Irrepetible por donde lo mires. Me voy pero no me alejo y menos de las personas con las que colaboramos en una quimera que se hizo realidad. Por eso ese sueño de la permanecía se disfrutó más. Era colectivo. Gracias por vuestros momentos compartidos y debajo de cualquier camiseta llevaré la franja verde que me identifica con vosotros. Inolvidable. Adrián González