CORONDA: 40 AÑOS DESPUÉS DIARIO DE UN JUICIO
Año 2 - Nº 16
3 y 4 /05/2018
LOS ALEGATOS DE LA QUERELLA Y LA FISCALÍA
APOYO SOCIAL Y POLÍTICO EN LA CALLE
LAS CRONISTAS DEL DIARIO
LAS VISITAS DE LLXS NIÑXS
Se pidieron penas máximas a los ex directores de la Cárcel de Coronda La querella de El Periscopio pidió prisión perpetua por homicidio agravado y tormentos agravados por ser ejercidos contra perseguidos políticos para Adolfo Kushidonchi y Juan Ángel Domínguez
EDITOR RESPONSABLE
El Colectivo elcolectivosantafe@gmail.com El Colectivo de la Memoria
Diario de un Juicio – Aguafuertes de la semana de alegatos - 3 y 4 de mayo de 2018 La querella: Dra. Lucila Puyol y el Dr. Guillermo Munné. La entrada al tribunal muestra una actividad diferente, hay mayor concurrencia que en las audiencias anteriores en que declararon los diferentes testigos. Se ven compañeros portando pancartas que se levantan, se depositan en la vereda, son tomadas por otros que las vuelven a enarbolar; se ven los preparativos para organizar una radio abierta, hay caras diferentes, hay expectativas, hay alegría. La querella presenta su alegato y su pedido de condena... En el recinto, además del público -que jornada tras jornadaacompañó el testimonio de los diferentes testigos, se destaca la presencia de la Dra. Griselda Tessio, la Concejala Marcela Aeberhard, los diputados Patricia Chialvo y Roberto Mirabella, además del presidente del PJ Ricardo Olivera. Los abogados organizan su presentación, se consultan, ajustan el proyector para lograr una imagen nítida. Guillermo pone un libro para regular la altura del mismo, significativamente es “Del otro lado de la mirilla”. En la pantalla dividida por la que se transmite la videoconferencia se visualizan las imágenes de los acusados: los comandantes retirados Adolfo Kushidonchi y Juan Ángel Domínguez. Es imposible no reparar en la tensión de esos rostros, o al menos es imposible no verlos así desde el lado de la pantalla donde sobrevuela una sensación de absoluta certeza de que una vez más la justicia vendrá a reparar en la medida de lo posible tanto horror. Comienza la exposición. Inmediatamente los movimien-tos, los comentarios de quienes integran el público cesan y la atención se concentra en las voces de Lucila y Guillermo que, emocionadas pero contundentes, comienzan alternativamente a desgranar pruebas y testimonios que van configurando el mapa del horror, el itinerario degradante que recorrieron los detenidos de Coronda entre fines del año 1975 y 1979. A través de esas voces van surgiendo las voces de los diversos testigos reiterando las mismas situaciones: las requisas vejatorias, sanciones arbitrarias, el aislamiento en celdas de castigo en situaciones infrahumanas, traslados internos, música a todo volumen, golpizas, falta de atención médica, trato violento a las familias durante las visitas, especialmente a las mujeres. Estas condiciones de vida tenían un propósito claro: quebrantar la voluntad y aniquilar, propósito que expresaba de manera explícita Kushidonchi: “ De aquí se van locos o muertos” y agregaba que no esperaba quebrar a todos pero se conformaba con la mitad. En un estudio realizado por la psicóloga María Celia Robaina, cita uno de los abogados querellantes, se sostiene que la prisión misma se transformó en un instrumento de tortura cuyo propósito
era destruir al opositor. Otras voces se vuelven singulares y nos dan a conocer los pensamientos más íntimos que dejan al descubierto los miedos, las incertidumbres; un compañero dice que hay un pensamiento recurrente en el detenido: hasta cuándo se podrá resistir. Y agrega que ni Gramsci en las cárceles del fascismo tuvo las privaciones que se vivieron en Coronda. Todos los que declararon fueron sacados varias veces de esta cárcel para ser interrogados y torturados en centros clandestinos o dependencias policiales. La querella sostiene que hubo un plan de exterminio a presos políticos y que la cárcel de Coronda fue un campo de concentración y exterminio "sufrieron en sus cuerpos las privaciones, prohibiciones, hostigamientos, vejaciones y tormentos más extremos" que llevaron a la muerte de varios compañeros. Por todo ello, solicita prisión perpetua por homicidios agravados y tormentos ocurrido en una prisión del Estado. Asimismo pide que se cumpla en cárcel común. Al respecto expresan: “la atrocidad no tiene edad”, la atención médica estará garantizada para todos los presos, incluso para los que cometieron delitos de lesa humanidad. Lucila alza la vista y la voz y culmina diciendo: “Por la memoria de tantos compañeros que no pudieron llegar a este momento pero que estuvieron presentes en esta sala en las voces de los testigos. Por Daniel Gorosito, Luis Alberto Hormaeche, Juan Carlos Voisard y Raúl San Martín. En nombre del colectivo de ex presos políticos de Coronda, Sres. Jueces, Pedimos Justicia!” Alegato de la Fiscalía Luego de un breve cuarto intermedio, dio comienzo el Dr. Martín Suarez Faisal. La sala se encontraba colmada de personas, murmullos y la infaltable distribución de caramelos. Los presentes lucen en sus pechos las fotos de los desaparecidos, ausencias que están más presentes que nunca. Dominguez asistió por video conferencia, en tanto Kushidonchi por problemas de salud estaba impedido, de igual modo en algunos momentos se veía a su hijo. El Fiscal informó, que atento a tanta prueba documental y la cantidad de víctimas, se concluye que la cárcel de Coronda fue un campo de concentración, en algunos casos de exterminio, ya que tanto Hormaeche como San Martín fallecieron y quienes pasaron por esta prisión aún sufren las secuelas.
Detención, tortura, comisaría 4ta, “la casita”, la comisaría 1ra de la ciudad de Santa Fe, o “la redonda” en Rosario, hasta llegar a la cárcel de Coronda, demuestra que funcionaban como eslabones de un plan de exterminio. Aseveró que las severas condiciones de vida, donde todo estaba prohibido buscaban quebrar física y moralmente a los detenidos, solo por ser opositores políticos. Mencionó las sanciones en los chanchos o las tumbas, donde permanecían por largo tiempo con mínima luz y ventilación y el ensañamiento hacia los que tenían problemas de salud. Pero no solo las golpizas eran causa de sufrimiento, continuó, el dolor por los padecimientos de sus familiares en requisas vejatorias, las visitas que no se concretaban por sanciones nimias, los comentarios perversos dichos a Hormaeche “vino tu mujer, qué buena está, ¿sabes lo que le podemos hacer?” Destacó, además, la capacidad para resistir el aislamiento y agrega que aprendieron a hablar con las manos, en
Masivo apoyo en el comienzo de los alegatos Mientras se desarrollaba el alegato de la querella, la vereda del Tribunal Oral Federal de Santa Fe fue escenario de un masivo apoyo a la búsqueda de justicia. Desde temprano se hicieron presentes integrantes de El Perisco-pio -los ex presos políticos de Coronda-, sus familias y amistades. Dirigentes políticos, sociales, sindicales, territoriales y barriales, legisladores nacionales y provinciales, conceja-les de diversas fuerzas políticas (menos una), militantes y transeúntes estuvieron presentes. La muchachada esperó 40 años buscando un juicio justo, mas nunca venganza. Hicimos una radio abierta y nos dejamos abrazar por las madres, pintando en este día gris un pedacito de sol de justicia. Claudio Cherep condujo la radio abierta que dio la palabra a cada uno de los adherentes. Y en un rotafolio con papel blanco las instituciones plasmaron firmas y mensajes. A cada uno de ellos, reconociendo su aporte a este juicio, le entregamos un juego de los primeros 13 números de El Diario del Juicio que edita semanalmente El Colectivo.
Apoyaron con su presencia y su palabra las diputadas nacionales Silvina Frana y Josefina Gonzalez, los diputados provinciales Bonfatti (Presidente de la Cámara), Di Polina, Alicia Gutierrez y Paco Garibaldi, Roberto Mirabella, German Bacarella, Patricia Chialvo, los concejales de Santa Fe Juan Cesoni y Marcela Aeberhard, el subsecretario de Derechos Humanos Publio Molinas, el secretario departamental del PJ Juan M Pusineri; dirigentes sindicales: Luciano Alonso y Andrés Cerelli de AMSAFE, Pablo Jiménez de Asoc de Prensa, Celicilia Santamaría de SADOP, Jorge Hoffmann de ATE, Julio Di Santi de Asoc de Actores, Hugo Flores de ADUL y el Secretario de Derechos Humanos de CTA de los Trabajadores, Victorio Paulón. Y muchos compañeros y compañeras de distintas generaciones dando marco y apoyo. Un escalón más para llegar a la condena del viernes 11
morse con golpes en los muros o con sus pestañeos, a través de los tubos sanitarios los “cloacafonos”. Resistencia y solidaridad que seguramente salvó vidas como el caso de Carlos Usinger, asmático, al que le sustrajeron el ventolín y que mediante “paloma” desafiando prohibiciones le hicieron llegar uno. Todo lo expuesto, declamó, constituye delito de tormentos, además agravado por ser cometidos por personal del Estado. Por todo ello y considerando la ley vigente al momento que ocurrieron los hechos, más benévola que la actual, solicita para Dominguez 20 años en concurso real, por tormentos agravados seguido de la muerte de Hormaeche y tormentos agravados hacia 38 presos políticos. En tanto para Kushidonchi, 25 años de cumplimiento efectivo por tormento agravado seguido de la muerte de San Martín y tormento agravado a 38 presos políticos. Y la sala estalló en aplausos.o aniquilarlo. Posteriores traslados nos distanciaron.
ESCRIBAS Escribimos las crónicas del juicio de Coronda. Somos también ex presas, factor que hace que podamos entender algunas cosas sin demasiada dificultad. Y entender también los sentimientos que genera el encierro, los malos tratos, la falta de comunicación. Pero es mentira. Cuando los escuchamos, se nos derrite algo por dentro. Compañero tras compañero se nos aparecen con relatos de fantasmas del pasado, tan presentes, que los muros vuelven a erigirse y ellos vuelven a tener 20 años. Y a nosotras se nos hace un nudo en la garganta cuando recuerdan a los compañeros que tuvieron al lado: los que murieron, los que fueron sacados a la tortura, los que se hablaban de celda a celda, los que estaban cuando se necesitaba … Nosotras seguimos escribiendo, y lo seguiremos haciendo hasta que este juicio termine, pero no es gratis: se come un pedacito de nuestros corazones cada vez que escuchamos un testimonio. Pero se nos agranda el alma.
La visita (1977) Subíamos al colectivo, en una esquina y nos daban un asiento, aunque estaba repleto. Íbamos por el campo, me gustaba mirar las vacas y los molinos hasta que el viento me dormía. De golpe, nos bajábamos y teníamos que caminar varias cuadras por una calle llena de árboles a los costados y casitas con jardines. Para entretenerme , decía los colores de las flores, mientras me iba despertando. Llegábamos a un bar viejo- en la vereda tenía un palo atravesado, para atar caballos-. Adentro, un mostrador altísimo, con muchas botellas detrás. Tenía mesas y sillas de chapa. Atrás en el patio un cuartito muy chico, con un pozo en el medio muy oscuro y alrededor varios sapos. A mi ese lugar me asustaba. Allí, encontraba un montón de gente y chicos, jugaba con ellos a corrernos y en el momento de los diálogos, un rubio alto, decía ceremonioso: yo vengo a ver a mi papá Pancho!, - yo también!!, repetía. Los grandes se reían y corregían- no, vos venís a ver a tu papá José. Era raro, todos los chicos, iban a ver a su papá. Los grandes, nos entretenían, ya que el tiempo hacía larga la espera. Un abuelo repartía caramelos, a mí me tocaba la cabeza y me decía -tomá piba, vos comete dos porque son duros y tu hermana se puede ahogar-. Me llamaban Linda y a mi hermana Muñequita. Cuando hacíamos cola para entrar, no podíamos tener ni un caramelo en los bolsillos porque nos revisaban, era molesto. Mi hermana se enchinchaba cuando le revisaban los pañales y lloraba. Así llegábamos a una pieza súper iluminada donde teníamos un pasillo largo con una hilera de banquitos y un vidrio alto con un tubo en el medio. Del otro lado: mi Papá. El me hablaba por ese hueco que retumbaba y olía mal. Yo del otro ponía la oreja. Era muy complicado hablar, mirar y escuchar. Así que por lo general si mi papá me hablaba, yo lo que hacía era mover la cabeza para arriba y abajo o derecha e izquierda. Un día, me preguntó: -así que estás aprendiendo a leer? Miré por todos lados, la pucha!. No se lo pude mostrar. No
había un solo cartel para demostrárselo. El lugar era incómodo y si mamá y papá hablaban, me aburría, extrañaba a mi muñeca, ahí no había nada para hacer. Una vez corrí a mi hermana por el pasillo y nos dijeron que no se podía estar más allá que al lado del banquito. Mi mamá nos alzó a las dos y mi papá comenzó a tararear una canción y cantamos bajito, mientras comenzamos a jugar con las manos en el vidrio, apoyábamos una mano y papá del otro lado la abarcaba, así llenamos de manos el vidrio, hasta que sonó fuerte un timbre y dijeron: Señores, la visita ha terminado y nos fuimos ahuecando las manos y tirando besitos. Desde esa vez, al final jugábamos con lo mismo: un cuentito o una cancioncita, invadiendo el vidrio de manos. Familia del Zurdo. Texto de marzo de 2006 (Foto en el tribunal junto a Juan Carlos)