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La muerte a trav\u00E9s de los ojos de la eternidad, una dura espera

Las voces se volcaron con tenacidad sobre mi cabeza, cuando me di cuenta yo estaba de pie en el lugar del accidente y con la testa cerca de mis pies. Suzanne reposaba medio destrozada dentro del auto que partido a la mitad enmarcaba aquella imagen de periódico amarillista. No entendí nada, no sentí nada al verme muerto, me acerque lentamente a mi prometida, bese su mano fría y manchada de sangre. Me había abandonado. Caminé alrededor de mi cuerpo y me fije en el estrellado vidrio del reloj de muñeca, éste marcaba las dos de la tarde y por la posición del sol casi ocultándose en la lejanía de una montaña, supe que ya habían pasado algunas horas desde el percance; pero a pesar de que yo levitaba todavía en ese sitio, jamás vi el espíritu de Suzanne, encontrarse con el mío. Ya de noche acompañe su cuerpo a la morgue, el mio poco me importaba. Pasaron los días, como el observador en la penumbra, presencie el dolor de sus padres, el funeral y el entierro, con eso bastaba para ver el dolor de un ser humano por una perdida, no quería asistir a mis funerales, no quería volver a ver a nadie.

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