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REMATE DOMINICAL
Por: Hnos. Pérez de León
Todos, absolutamente todos los porteños hemos escuchado hablar de, e inclusive bebido, una Zaraza Vargas. Tradicional para acompañar la comida o los antojitos, desde hace muchos años este refresco era obligado para los jarochos y para los visitantes que habiendo escuchado de ella, la probaban y quedaban encantados. Su sabor era original e incomparable y tenía la virtud de ser un producto eminentemente local, producido por una empresa también local, que lamentablemente sucumbió ante los embates de problemas laborales y la nula solución a los mismos.
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Pues bien, esta empresa denominada “El Águila”, estaba ubicada en la calle Canal números 96 y 98 (en la esquina con avenida Allende, el edificio ahí sigue, afortunadamente ya rescatado de la ruindad), numero de teléfono 144 y con dirección telegráfica “Zaraza”; fue propiedad de los señores Vargas, familia de arraigo local y que se ocuparon de traer, para su producción, las maquinas más novedosas de la época y eso que hablamos de hace cien año aproximadamente. Las gaseosas eran fabricadas en G. Vargas y Cía., con frutas de la mejor calidad; contaban como dijimos, con las maquinas productoras más modernas y además, utilizaban azúcar de primera clase e higiene calificada. Recibían pedidos de todo el estado y de otras localidades, a través del telégrafo o por cable, o bien por medio de sus tres agentes vendedores, que se dedicaban a promocionar los productos de “El Águila” por todos los lugares a donde podían llegar. Tradiciones que cambian, pero nunca mueren.
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- Oigan, ¿sabían que mi papá puede parar un coche con una sola mano?
- Ah qué chiste. Tu papá es agente de tránsito.
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Un vaquero entra en un salón del Viejo Oeste y grita muy enojado: -¿Quién es el imbécil que pintó mi caballo de verde?
Entonces se levanta otro vaquero, un fulano de dos metros, con cara de tiburón hambriento y dice: -Fui yo. Qué… ¿pasa algo?
-No, nada, yo decía…si quieres darle otra capa de pintura, por mí, perfecto, ¿eh?