Masculiinidad hegemónica y seguridad ciudadana (Unes, 2013)

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Publicaci贸n N掳

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Masculinidad hegemónica

y seguridad ciudadana

SERIE

EN

SOLIDARIA FORMACIÓN CONVIVENCIA SEGURIDAD CIUDADANA Y


Ministerio del Poder Popular para Relaciones Interiores, Justicia y paz

Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria

Ministro Miguel Rodríguez Torres

Ministro Pedro Calzadilla

AUTORIDADES UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LA SEGURIDAD (UNES) Rectora Soraya Beatriz El Achkar Gousoub

Vicerrectora de Creación Intelectual y Vinculación Social María Lucrecia Hernández

Vicerrectora de Desarrollo Académico Aimara Aguilar

Secretario Frank Bermúdez Sanabria

consejo editorial UNES Rectora Soraya Beatriz El Achkar Gousoub

Vicerrectora de Creación Intelectual y Vinculación Social María Lucrecia Hernández

Vicerrectora de Desarrollo Académico Aimara Aguilar

Secretario Frank Bermúdez Sanabria

Director de Gestión Comunicacional Leonardo Zurita

Director General Funda-UNES Ernesto Quijada

masculinidad hegemónica y seguridad ciudadana 1a edición, Universidad Nacional Experimental de la Seguridad, julio 2012 2a edición, Universidad Nacional Experimental de la Seguridad, octubre 2012 1a reimpresión, Universidad Nacional Experimental de la Seguridad, julio 2013 Depósito legal: lf144820133002252 ISBN: 978-980-7605-04-5 Producción editorial: Vicerrectorado de Creación Intelectual y Vinculación Social Textos: Camilo Artaza Varela Fotos: Miguel Pereira y Archivo Venpres Atribución-NoComercial-CompartirIgual. Todas y todos somos libres de compartir, copiar, distribuir y comunicar públicamente los contenidos de esta publicación; bajo las condiciones de reconocer la fuente y de hacerlo sin fines comerciales. De alterarla o generar obras derivadas, prelan idénticas condiciones. UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LA SEGURIDAD (UNES)

Dirección: Calle La Línea, zona industrial L, Catia. Apartado postal: Caracas 1030 – Venezuela | Caracas, julio de 2013. WWW.UNES.EDU.VE


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Contenido Presentación 7 1. Introducción

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2. El patriarcado

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a. El patriarcado

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b. Formas en que se reproduce el patriarcado

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c. El feminismo

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d. Perspectiva de género Sistema sexo-género

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e. Roles de género y estereotipos

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f. Lo masculino, emblema de lo poderoso

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3. La condición masculina

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a. Un Hombre de Verdad

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b. Masculinidad hegemónica

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c. Los mandatos de la masculinidad

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d. Los privilegios de la masculinidad hegemónica 35 e. La masculinidad en duda

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6 | mujeres de mi barrio |

4. Masculinidad y seguridad ciudadana

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a. Masculinidad y violencia

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b. Hacia otros hombres

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c. Hacia la mujer

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5. Nuevas masculinidades

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BibliografĂ­a 62

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Presentación

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educir los altos índices de violencia y delito es un objetivo que sólo puede lograrse si todos y todas reflexionamos y transformamos en torno al modelo de masculinidad que ha regido la forma en la que nos relacionamos. No sólo estamos refiriéndonos a las profundas desigualdades entre hombres y mujeres (que ya es bastante alarmante), sino a todo el entramado de prácticas que, en los órdenes social, político, económico, etcétera, sustentan un modelo hegemónico altamente excluyente y generador de violencia. El modo en que en nuestro país los hombres se hacen hombres de verdad atenta dramáticamente en contra de la voluntad que tenemos, todas y todos, comunidades, instituciones, colectivos, de combatir y minimizar la violencia. Esto requiere procesos de formación, organización y movilización de las comunidades, pero principalmente de los hombres. También reconocemos que el trabajo no se agota en el reconocimiento personal y colectivo de una masculinidad originariamente violenta, sino que también se requiere de la generación de otros procesos políticos de impacto y concientización de la sociedad como un todo. Desterrar al patriarcado y al capitalismo para avanzar en un mundo mejor, de igualdad y equidad entre hombres y mujeres, no es sólo un acto de fe sino una lucha que necesita de caminos infinitos hacia la liberación. Demanda una permanente problemati7


8 | masculinidad hegemónica y seguridad ciudadana |

zación de nuestras prácticas como mujeres y hombres y de las realidades que vivimos. Particularmente desde el Vicerrectorado, asumimos el compromiso de intercambiar saberes populares con y desde las comunidades, así como motorizar prácticas necesarias para la transformación. Este material, muy oportuno para nuestra Serie “Formación en Convivencia Solidaria y Seguridad Ciudadana”, es una de las iniciativas que desarrollamos para sumarnos al reto, junto a otros y otras, de “destapar la olla” de la masculinidad hegemónica y avanzar en la comprensión de las violencias que ejercen muchos hombres en las sociedades contemporáneas. En Masculinidad hegemónica y seguridad ciudadana se abordan los principales elementos, prácticas y valores que históricamente han impuesto una manera de ser hombres; el material también lleva a la problematización de las creencias y actitudes cotidianas en las que vamos reproduciendo día a día el modelo patriarcal que queremos desmoronar. Sin des-responsabilizar a los actores de violencia ni caer en estigmatizaciones, con este material facilitamos una herramienta de diálogo, reflexivo y crítico, que contribuirá a que nos aproximemos a la problemática y avancemos en su transformación. Vicerrectorado de Creación Intelectual y Vinculación Social


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1 Introducción “Más del 90% de los crímenes violentos a lo largo y ancho del mundo son cometidos o tienen por víctimas personas del sexo masculino.”

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ste material está destinado a aquellos hombres y mujeres que deseen detenerse1 a reflexionar sobre qué significa ser hombre y cómo se expresa en lo cotidiano; también sobre las maneras de relacionarnos con algunas formas de masculinidad y los riesgos y consecuencias que provocan. La preocupación por hablar de masculinidad es para develar la relación existente entre violencia y construcción de los géneros, ya que según los datos que proporcionan las Palabra compuesta, y es una doble invitación: parar un instante y pensar sobre ti y darse un espacio para estar con uno o una para tenerse en cuenta.

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estadísticas de criminalidad de diversos países, más del 90% de los crímenes violentos a lo largo y ancho del mundo son cometidos o tienen por víctimas personas del sexo masculino. ¿Es posible hablar de una sola manera de ser hombre?, ¿qué es ser hombre?, ¿qué significa? Para emprender esta ruta apelamos a la esperanza de transformación que, para San Agustín, se nutre de la ira y de la voluntad. La ira para indignarnos por el estado de lo actual y la voluntad para que cambiemos los asuntos de este mundo, comenzando por preguntarnos con absoluta honestidad sobre cómo nos relacionamos con nuestro entorno. Este material lo podemos utilizar de muchas maneras: podemos partir por el final y finalizar en su inicio, podemos de-tenernos un momento en cualquier página a leer y pensar. Podemos leerlo solos o en compañía de nuestros familiares, vecinos y vecinas o camaradas; sentados al borde de la acera, en taburetes, chinchorros, da igual. Lo importante es que le dediquemos unos minutos, pero unos minutos reflexivos, y no que pasemos por él como si fuera un trámite que cumplir o un simple pasatiempos, sino que dialoguemos con el texto. Por supuesto, si estamos acompañados o acompañadas, lo discutiremos, compartiendo reflexiones y experiencias sobre cómo nos construimos como hombres. Esta aproximación a las masculinidades la realizaremos colocándonos los lentes de la perspectiva de género, posición que nos facilita la mirada comprensiva ya que nos permite entender cómo los mundos masculinos son atravesados por los mandatos, prescripciones y atribuciones de género y cuál es su incidencia en la construcción de los vínculos y las prácticas cotidianas. Hablar de género implica necesariamente asumir una postura problematizadora donde


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cada uno y una tome una posición des-naturalizadora, desconstructiva y des-legitimadora del orden social patriarcal, a fin de atravesar las barreras que tienden a normalizar esta realidad que delimita ciertas prácticas femeninas (delicadeza, sumisión, sensualidad, cariño, cuaimatismo, etc.) y ciertas prácticas masculinas (fuerza, rudeza, valentía, potencia sexual, responsabilidad, promiscuidad, etc.). De esta manera podremos transitar por propuestas inacabadas, pero diversas y libres.

... O b j e t i v o s d e l m a t er i a l

1.  Que reconozcamos el papel de la socialización de género en el aprendizaje de las masculinidades.

2.  Que develemos los efectos de la socialización de género en la forma de vincularnos y de relacionarnos con nuestro medio social y con las demás personas.

3.  Que reconozcamos las formas de expresión de las violencias masculinas que se materializan contra otros hombres, contra sí mismos y contra las mujeres.

4.  Que nutramos nuestra mirada comprensiva a partir de conceptos como: patriarcado, masculinidad hegemónica, machismo, mandatos, perspectiva de género y roles.

...


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2 El patriarcado “Lo masculino y lo femenino se estructuran a partir de ideas sociales, que se van construyendo colectivamente a través del tiempo”.

Para empezar… Revisemos las siguientes características: Deseo sexual, espontaneidad, ternura, ina­pe­ten­ cia, inteligencia, fuerza física, aceptación, genero­ sidad, dependencia, autoridad, belleza, debilidad, adap­tabilidad, independencia, auto­nomía, super­ ficialidad, templanza, decencia, astucia, empren­ dimiento, habilidad, dominio, sumisión, actividad, abnegación, sacrificio, in­ con­ formidad, intuición, violencia.

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De-tengámonos, preguntémonos: ¿Cuáles for­man parte de los estereotipos mas­ culinos y femeninos, según la sociedad en que vi­ vimos?, ¿a cuáles de estas características les asigna­ mos más valor? Estereotipos  Consiste en creencias altamente difundidas de cómo deben comportarse las personas, en nuestro caso, si se es varón o si se es mujer.

a. El patriarcado Este modelo social resulta principalmente de la mayor valorización de las características comúnmente asignadas a los hombres, y está basado en la conformación de “categorías duales”, opuestas de formas radical y que establecen el orden, las prioridades, los objetivos, las maneras y las prácticas de la sociedad en que está establecido este modelo. Entre las categorías duales o pares de opuestos, en el patriarcado resaltan: hombre/mujer, fuerza/debilidad, cultura/naturaleza, razón/sentimientos. Estas categorías están jerarquizadas en el orden de los géneros, donde el hombre posee la mayor parte de las características más valoradas (reconocimiento social) y, como consecuencia de ello, conforman una manera de organización política, económica, religiosa y social basada en su autoridad y liderazgo. Para que podamos apreciarlo sería bueno que discutamos estos tres aspectos que nos hablan del patriarcado: en lo religioso, en lo económico y en lo social.


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En lo religioso “A la mujer le dijo: Multiplicaré tus trabajos y miserias en tus preñeces; con dolor parirás los hijos y estarás bajo la potestad de tu marido, y él te dominará”. Génesis, Capítulo III, Versículo 16 ( 3.761 años A. de C.)

Con anterioridad a la irrupción del patriarcado, la humanidad contaba con muchos dioses y diosas, en donde las diosas (Atenas, Afrodita, etc.) poseían múltiples funciones y gobernaban el mundo de manera equilibrada con los dioses. La visión masculina del mundo se impuso en la historia y se logró con mayor eficacia con la creación de un Dios único y dominante. Desde estos tiempos se pone en primer plano el poder y la prevalencia de la razón..., que, siguiendo nuestros ejemplos de categorías duales o pares de opuestos, es un atributo asignado mayormente a los varones. En lo económico En el patriarcado se considera a los hombres como los principales en la consecución de lo necesario para sobrevivir y, por consiguiente, deben tener el poder. Pero esto no siempre fue así: Durante un largo periodo, la humanidad fue recolectora y tanto hombres como mujeres realizaban iguales tareas para poder sobrevivir. Era cuando la mujer poseía mucho


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prestigio porque se le asociaba con la Madre tierra por su capacidad de dar vida. Luego surgió la agricultura y todo un modelo basado en la acumulación de riquezas y sentido de propiedad. En este periodo se empieza a asociar al hombre, “El Patriarca”, con la producción y a la mujer con la reproducción. Lo cual la destinó al hogar y ser únicamente madre y esposa. Sabías que... La palabra familia viene de la palabra Famulus, que quiere decir conjunto de bienes que pertenecen al patriarca.

En lo social En el siguiente mapa mental, veamos cómo lo masculino se relaciona con otras categorías duales, que suelen darnos jerarquía social. Completemos: E l M a p a Me n t a l d e l Po d er e n l o s o c i a l

Columna 1 Adultos Blancos Hombres Venezolanos Ricos Jefes Cristianos Profesionales Gente de la ciudad Heterosexuales

Columna 2


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Discutamos a cuál de las 2 columnas de nuestra tabla solemos asignarle mayor valor, jerarquía o reconocimiento social. Detengámonos: ¿en cuál de las 2 columnas se encuentra la mayor parte de los atributos que desearíamos tener o que tuviesen nuestros hijos e hijas? Y más, a las personalidades, locales, nacionales o internacionales que conside­ ramos comúnmente “poderosas”, ¿cuáles atributos le asisten?, ¿columna 1 o 2?

Al completar el Mapa Mental del Poder también debemos emprender un diálogo comprensivo sobre cómo los sistemas jerárquicos se naturalizan, es decir, que nos hacen creer que siempre han sido así por razones (tal vez religiosas, tal vez naturales) que van más allá de nosotros y nosotras, de la voluntad y de la cultura. En fin, que no podemos hacer nada para transformar ese sistema jerárquico. “Es normal que los hombres tengan varias mujeres”.

b. Formas en que se reproduce el patriarcado El patriarcado se reproduce a través de las instituciones o colectivos sociales, mediante procesos de socialización de género que lo reproducen. Existe una cantidad innumerable de prácticas que multiplican constantemente las formas “aceptadas”. Veamos: “Las niñas deben estar en su casa porque son decentes, los niños en la calle porque tienen que aprender a ser independientes”.


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Un espacio para de-tenernos… A partir de la frase anterior, discutamos los roles esperados de niñas y niños, justificándolos con características atribuibles a su género. Deten­ gámonos en instituciones como la familia, la es­ cuela, la comunidad, la religión. ¿A partir de qué momento los roles niña-niño co­ mienzan a distinguirse?, ¿bajo qué medidas ellas y ellos obedecen al rol que le asignan?

Cada una las instancias o agentes sociales reproduce un conjunto de convicciones y creencias, que construyen una especie de patrón mental de creencias que se solidifican en una matriz cultural u opinión generalizada. Las caracterizaciones que hemos utilizado en el ejercicio anterior nos muestran cómo lo masculino y lo femenino se estructuran a partir de ideas sociales, que se van construyendo colectivamente a través del tiempo. Es decir, la manera en que nos comportamos y juzgamos a los y las demás proviene de creencias y comportamientos que los sujetos y sujetas aprendemos a través de la socialización.

Socialización  Son una serie interminable de procesos mediante los cuales las personas tomamos los elementos socioculturales de nuestra sociedad y los integramos a nuestra identidad o personalidad.   La mayoría de los procesos de socialización producen etiquetas, despectivas o no, para señalar si las personas nos hemos adaptado a las categorías establecidas como “normales”.


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Un paseo al cajón de los recuerdos… ¿Qué mensajes en nuestra niñez nos reforzaban este conjunto de ideas acerca de los roles femenino y masculino? Ejem.: “¡Vaya y acompañe a su hermana, recuerde que usted es el hombre” y “Levántese mija, y sírvale el plato a su hermano”.

El modelo patriarcal se establece con fuerza en nuestras sociedades gracias a un conjunto de ritos y ceremonias cotidianas. Ellas establecen prácticas con las que se busca que cada uno de nosotros y nosotras deje su niñez. En el caso de los varones, que el niño deje su inocencia y demuestre que es un hombres fuerte y duro. Alcanzar este estatus de “hombre de verdad” necesita de un proceso, de unas pruebas a superar. Por ejemplo, un rito que fue muy común, pero que aún se mantiene, es llevar al hijo que está entrando en la adolescencia a un burdel para que se inicie sexualmente. Otro rito es que el hijo varón debe abandonar tempranamente la casa de los padres para demostrar que ya es un adulto y autosuficiente. Otro es que se celebre con mayor algarabía la noticia de un hijo varón. Un paseo al cajón de los recuerdos… De nuestra niñez y adolescencia, ¿qué ritos recor­ damos?, ¿cuáles aún permanecen en nuestra socie­ dad o entorno?

Toda esta posibilidad de hablar del patriarcado y explorar sus características, ha sido posible gracias a las luchas que han sostenido los movimientos feministas a nivel mundial. Por esa razón, daremos un espacio para nombrarlo y otorgarle el reconocimiento que se merece.


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c. El feminismo El feminismo es un movimiento social surgido en Francia hacia el año 1837 como respuesta a la cultura de dominación masculina y la desigualdad de género presente durante muchísimas generaciones y ha tenido como principales objetivos: 1. la modificación de las relaciones de poder entre hombres y mujeres, 2. el reconocimiento de las mujeres como aliadas en una misma lucha, y 3. la autovaloración de las mujeres y la conciliación con su propia fuerza.

De formas más concretas, las luchas feministas se organizaron en torno a reivindicaciones como: »» derecho al voto, »» derecho a controlar su sexualidad y natalidad, por ejemplo con las pastillas anticonceptivas y la despenalización del aborto, »» derechos laborales, »» protección ante la violencia de la pareja.

Como vemos, es errada la creencia en que el feminismo postula que las mujeres son mejores que los hombres. Mientras que el machismo es la expresión de la desvalorización y desprecio hacia las mujeres y lo femenino, el feminismo es la expresión de las luchas que, en forma per-


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manente, las mujeres han tenido y tienen que librar no sólo contra el machismo sino contra el patriarcado mismo. Es una lucha que deben librar en todos los campos por la conquista de nuevos derechos y de nuevas ideas. Así como los movimientos de obreros y obreras han tenido que forjarse un camino de lucha para la conquista de sus derechos laborales; así como los movimientos indígenas han tenido que organizarse para la defensa de sus culturas originarias; así como los pueblos no paran en la lucha por más participación democrática, de esta misma forma los movimientos feministas luchan para conquistar derechos, pero no sólo en lo laboral, ni en lo cultural ni en lo político, sino también en lo académico, lo sexual, lo artístico, lo doméstico, etcétera. Todas son luchas que no acaban, y que van abriendo caminos a otros modelos u otras posibilidades de relacionarse.

d. Perspectiva de género Sistema sexo-género Para que comprendamos más ampliamente qué es el género, es necesario que aclaremos inicialmente la diferencia entre sexo y género, ya que solemos confundirlos. El sexo es el conjunto de características biológicas con las que nacen los seres humanos y diferencian a hembras y a varones. Por su parte el género es la construcción social resultado de la suma de valores, actitudes, prácticas o características culturales basadas en el sexo y que atribuye a los seres humanos comportamientos “masculinos” o “femeninos”. Partiendo de esta aseveración, el sexo se refiere a un hecho biológico, y el género a un hecho social y cultural.


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S E XO

GÉNERO

Biológico / Natural

Cultural / Aprendido

Por consiguiente: No puede cambiarse

Por consiguiente: Puede cambiarse

Ejemplos:

Ejemplos.

a. Sólo los hombres pueden fecundar

a. Mujeres y hombres pueden trabajar de profesores/as, obreros/as ingenieros/as

b. Sólo las mujeres pueden dar a luz

b. Mujeres y hombres pueden cuidar a los niños/as y ancianos/as

Sin embargo, debemos notar que el tema sobre la distinción de lo que es biológico y natural de lo que no lo es, despierta muchas inquietudes, por no decir pasiones. Completemos el cuadro anterior. Reflexionemos y discutamos qué otros atributos humanos forman parte de la naturaleza sexual de las personas y cuáles otros son el resultado de la cultura o de lo aprendido. ¿No hay más?, ¿sí los hay?

e. Roles de género y estereotipos La sociedad va imponiéndonos tanto a hombres como a mujeres ciertas prácticas, vestuarios, acciones e, incluso, posturas ante la vida para cada uno. “El color azul para los varones y el rosado para las niñas”. Los roles de género se traducen en una conducta social individual, donde nuestras sociedades asignan papeles diferenciados a hombres y mujeres. Según este enfoque, al rol


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de las mujeres corresponderían las responsabilidades de la crianza, la educación, la atención y cuidado de los miembros de la familia y organización y mantenimiento del hogar, actividades éstas que constituyen lo que se define como “trabajo reproductivo”. Por su parte, los varones tienen asignado el “rol productivo”, papel central, para ellos, vinculado a la actividad económica o actividad “productiva”, como “proveedores” del núcleo familiar. En algunas sociedades se valoriza únicamente el trabajo productivo por su relación con la retribución monetaria, mientras el trabajo reproductivo no remunerado es visto como “natural” y por tanto es desvalorizado. Este sistema sexo-género define un conjunto de atributos y características que debemos cumplir para responder al canon o imagen de un buen hombre y una buena mujer. Es como si fuera una camisa o un traje que debemos utilizar obligatoriamente si deseamos ser aceptados por los demás. “El otro día lo vimos jugando juegos de niñitas”. O te adaptas a tu género asignado ya desde la barriga “Será un varoncito muy fuerte y juguetón”, o te arriesgas a los señalamientos, ataques y malos tratos por no cumplir estos mandatos. Un espacio para de-tenernos… Recordemos comentarios o señalamientos que recibimos en nuestra niñez o adolescencia y, muy importante, ¿cuáles seguimos reproduciendo en la crianza de nuestros hijos, hijas, nietos, nietas, veci­ nitos y vecinitas?, ¿por qué los encontramos necesarios?


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P a p e l o c o m p or t a m i e n t o s s o c i a l e s

Mujeres

Varones

Se orienta a las personas

Se orienta más hacia lo material

Interés por la educación y el cuidado de los demás

Interés por la aventura, la diversión y el dinero

Comportamiento cooperativo

Comportamiento individual

Mundo privado, del hogar y de los niños

Mundo público, del trabajo fuera del hogar

Dependencia económica

Independencia económica

P a p e l o c o m p or t a m i e n t o s e m o c i o n a l e s

Mujeres

Varones

Dependencia afectiva

Independencia afectiva

Sumisión, inseguridad de sí misma

Decisión, autosuficiencia y seguridad en sí mismo

Pasividad, tranquilidad

Actividad, inquietud

Sensibilidad, emotividad, inestabilidad emocional

Frialdad, estabilidad emocional


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f. Lo masculino, emblema de lo poderoso Conquistar la masculinidad implica ser reconocido como hombre por los miembros del colectivo y se construye en la relación entre los hombres y en contra de lo femenino. Lo masculino es una especie de proyecto que debe lograr el niño o el adolescente, y que siendo adulto debe mantener y defender constantemente. Paradójicamente, lo femenino no se cuestiona y operamos como si la feminidad fuera natural. En este orden, algunos estudiosos de las masculinidades señalan que la mujer es, mientras que el hombre ha de hacerse. Este gran proyecto de “hacerse hombre”, opera mediante dos mecanismos: »» el hiperdesarrollo del Yo, que consiste en hacer, lograr y actuar, y »» la represión de la emociones.

“Nadie se tiene que preocupar por mí, yo soy el que lo tengo que resolver. Es mi propio problema”. La virilidad se sustenta en un principio fundamental: “Nada con asuntos de mujeres”, por lo que el hombre debe mantener una actitud y una posición de imposición física y psicológica todo el tiempo. En este orden, Zubillaga (2003), señala que el hombre joven caraqueño de barrio, se inscribe en una dinámica de virilidad competitiva que se expresa en pruebas de valor y temeridad entre hombres que muchas veces se resuelven con armas de fuego para preservar el respeto. La cultura de la honra y la cultura del respeto están presente en Latinoamérica bajo la forma del machismo. Quien


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se comporta como macho es aquel que sabe defender su honra y la de las mujeres de su familia. “Me pueden ofender de cualquier manera pero nadie puede dudar de la reputación y pureza de mi madre”. Un espacio para de-tenernos… ¿En qué situaciones te han tildado o llamado “ma­ chista”?, o… ¿en cuáles situaciones has tildado a al­ guien de machista? ¿Qué es para ti que te respeten?, ¿alguna vez te han faltado el respeto? Y… ¿cómo respondiste? ¿Qué atributos y actitudes debemos tener, mujeres y hombres, para merecer el respeto de los y las demás? Entonces… El hablar de masculinidad nos permite reconocer las marcas simbólicas de género, las que se han instalado como marco de referencia desde el cual se articulan modos y for-

Sabías que...  La cultura del honor y el respeto se remonta a épocas en donde no existía un sistema judicial o de policía y que, para sobrevivir, los hombres creían fielmente que ellos mismos tenían que defender sus intereses. En ese contexto, era necesario que los hombres fuesen vistos por los otros como sujetos con quien “nadie puede meterse”. (Julio González, 2009)


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mas de tramitar la masculinidad que determinan un conjunto de actitudes, valores y conductas consideradas aptas para los varones. En este marco surgen los significados en relación con este fondo de sentido en donde los hombres son compelidos a concebirse como superiores.

A t err i z a n d o l o a p re n d i d o … Actividad 1

Aprender a abrir la mano

Había una vez un niño que encontró un gorrión con un ala rota en el bosque próximo a su casa. Llevó el gorrión adentro, le hizo una jaula de palitos y con toda paciencia lo cuidó y lo curó. En poco tiempo el niño le tomó cariño y comenzó a pensar en él como “suyo”. Al cabo de más o menos un mes el ala del ave estaba curada. Pronto empezó a tratar de escapar de la jaula, aleteando con fuerza y abalanzándose sobre los barrotes. Al verlo, el padre del niño le dijo: —Hijo, tendrás que dejarlo ir. Es un animalito silvestre y jamás podría ser feliz en una jaula. Si lo conservas, lo único que sucederá es que se lastimará y tratará de lastimarte. Llevaron la jaula al exterior y con suavidad el chico sacó al gorrión. Presintiendo la libertad, el ave extendió las alas e intentó volar. Impulsivamente el niño cerró la mano, súbitamente temeroso de perder a su mascota para siempre. El pájaro chilló y aleteó. —Hijo –dijo el padre con voz queda–, abre tu mano. Sé que lo amas, pero mira cómo lucha. En un instante se le pueden romper


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las alas frágiles. Si lo aprietas lo suficiente como para impedir que escape, lo lastimarás, hasta puedes llegar a matarlo. —¡Pero si abro la mano se volará! –exclamó el chico. —Tal vez –respondió el padre–. Por otra parte, si vuela, tal vez regrese algún día. Pero si por tu temor a perderlo lo dejas inválido o lo matas, lo perderás con toda seguridad. La única forma en que puedes retener a un ser silvestre y libre es con la mano

abierta. De manera que el niño abrió la mano y por supuesto, el gorrión salió volando de inmediato. Con tristeza lo observó alejarse, y luego padre e hijo volvieron a entrar a la casa. Durante todo el día el niño sintió una soledad tremenda. Pero por la mañana siguiente despertó con el sonido familiar de un gorjeo y vio a un gorrioncito posado en una rama fuera de la ventana. El niño no sabía si era su gorrión o no, pero cuando bajó a desayunar se dio cuenta de que su sensación de soledad había desaparecido.

Ve a mos… ¿Qué elementos de esta lectura relacionamos con el modelo patriarcal? ¿Cómo es posible que en el nombre del amor se im­ pida el libre desarrollo de otro ser?


28 | masculinidad hegemónica y seguridad ciudadana | Actividad 2

Sobre el poder y sistema jerárquico LA PI R Á MID E S O CIAL

Pensemos acerca de una organización o institución, o varias en las que hayamos participado. Por ejemplo un lugar de trabajo, grupo religioso, un club social, una escuela, un club deportivo. Podemos también pensar en instituciones en las que no hayamos participado pero que conocemos, como la Iglesia, los bomberos, el parlamento, un banco, colegios profesionales, fuerzas armadas, etc.

A continuación cada uno de nosotras y nosotros mantenga­ mos en nuestras mentes una o dos de estas instituciones o gru­ pos y reflexionemos a partir de las siguientes preguntas: ¿Quiénes están en la parte más alta de las pirámides que hici­ mos? ¿Cómo llegaron ahí?, ¿porque son talentosos y talentosas, por­ que son quienes trabajan más duro, o por qué? ¿Quiénes están inmediatamente por debajo de ellos o ellas? ¿Quiénes están en la parte más baja y en la mitad?


| el patriarcado | 29

3 La condición masculina “Lo hegemónico establece ciertas direcciones de cómo debe ser y lo que se espera de los hombres en un contexto social determinado”.

Un espacio para de-tenernos… ¿Qué es ser hombre y cómo debe ser un hombre? ¿Podemos hablar de un “hombre de verdad”, de una manera de ser hombre y actuar como tal?

a. Un Hombre de Verdad

E

l ser hombre al parecer se mide por la magnitud de sus retos y los retos nos muestran diariamente que tenemos que estar siempre en la acción respondiendo y cumpliendo. 29


30 | masculinidad hegemónica y seguridad ciudadana |

“Tener los pantalones bien puestos”. Esta trayectoria que es la vida, en la que vamos creciendo y nos vamos desarrollando, implica el construirnos en hombres y, en este acto, el ir descubriendo el conjunto de exigencias y mandatos que se instalan o se nos presentan y que trazan los desafíos que nos sitúan en una constante lucha, en una constante demostración de que estamos a la altura de los desafíos. “Quién llega más lejos”. “Quién lo tiene más grande”. “Quién aguanta más”. Se nos ha dicho como hombres que debemos ser fuertes, valientes, saber aguantar y siempre responder ante los desafíos, sabiendo demostrar que resolvemos los problemas y tenemos el control en todos los ámbitos de la vida. “¡Ay! Parece una mujercita”. “Hombre que se respeta…”. Un paseo al cajón de los recuerdos… ¿Qué experiencias o vivencias recordamos?, ¿en dónde nos hicieron estas exigencias? Actualmente, ¿lo exigimos?

Como podemos apreciar, pareciera que en nuestra manera de ser hombre se nos presenta un molde común de cómo se debe actuar y que nos coloca en un campo infértil, en tanto nos limita las posibilidades de relacionarnos con los demás y de comportarnos como personas, posicionando una noción esencialista, rígida y natural de la masculinidad.


| la condición masculina | 31

Otro antecedente en que se desenvuelve la masculinidad es la construcción de la identidad con la exigencia de vencer y sobreponerse a las adversidades y, como tal, se mide por el poder, el éxito, la riqueza y la posición social. En este ámbito se relaciona al hombre como aquel que es responsable, seguro de sí mismo, un buen proveedor, que sabe lo que quiere y lo que desea, que no duda y va directo y sin rodeos. “Yo soy así y siempre he sido así”. Este orden de cosas es tan firme que no se cuestiona y se conforma en un complejo sistema de condiciones, situaciones y circunstancias siempre dadas y sobrentendidas como algo tan natural que no exige siquiera que se piense en ellas. Maneras de comportarse que no son biológicas, más bien responde a un sistema de crianza de educación y socialización que se basa en un mismo modelo que llamaremos:

b. Masculinidad hegemónica Podemos explicar la masculinidad hegemónica como el conjunto de enseñanzas y creencias que se expresan en exigencias y mandatos de cómo se debe pensar y actuar como hombres. Un hombre debe ser:

En este sentido, lo hegemónico establece ciertas direcciones de cómo debe ser y lo que se espera de los hombres en un contexto social determinado.


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“Un hombre no se deja humillar”. “Usted no se deja pegar”. “Ojo por ojo, diente por diente”. Estos atributos nos muestran una masculinidad que gira sobre la capacidad del hombre para ejercer poder y control, dicha posición nos permite imponer nuestra voluntad y dominar sobre las demás personas. Otro elemento que también se desprende de las enseñanzas que hemos recibido de la masculinidad hegemónica es que como hombres no debemos expresar nuestros sentimientos, sobre todo si son de tristeza, dolor o vulnerabilidad. Éstos deben estar bajo control. “De nada sirve quejarse, hay que saber resolver” Un espacio para de-tenernos… ¿Cuándo fue la última vez que compartiste algu­ nos de tus sentimientos con otra persona? ¿En los últimos días cuáles han sido los sentimien­ tos más recurrentes o comunes? La tristeza ( )   El miedo ( )  La alegría ( )  La rabia ( )  El dolor ( )  El amor ( )

Hemos sido educados para negar nuestras emociones, porque se asocian con debilidad y falta de hombría, así nuestros esfuerzos y energía están dirigidos a tragarnos nuestros sentimientos y a actuar como si no los tuviéramos. “Sí estoy bien, no pasa nada…”. En la expresión de los sentimientos pareciera ser que la rabia es de los pocos canales o puertas para contactarse con


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la experiencia y tramitar los diversos sentimientos. Un punto a considerar es que se presenta una censura social que cataloga la rabia como emoción “negativa” que nos lleva a desarrollar un control sobre esta vivencia, situación que lleva a que las rabias se acumulen en el cuerpo como una especie de olla a presión donde vamos depositando nuestras molestias. Este mecanismo aleja de nuestra conciencia la posibilidad de entender la rabia, de entender lo que la origina y de, luego, poder expresarla sin conflicto. Es necesario aclarar que la rabia no es necesariamente violencia, pero la violencia casi siempre lleva en sí la rabia y la ira, no siendo su causa o justificación. Es importante distinguir que la rabia o la ira son una emoción o sentimiento, y que la violencia es una acción. Como podemos observar, cada uno de nosotros aprende que para mantenerse en control debe guardar distancia con su entorno, es decir con su mujer, con sus hijos e hijas. Así también, el trato con los amigos que no debe exponerle y mostrar los sentimientos que lo puedan asociarlo con la debilidad, sino más bien destacar su potencia y fuerza. La audacia, las conductas temerarias y las hazañas serán sus expresiones. La masculinidad hegemónica se maneja con la creencia de que expresar nuestros sentimientos nos hace vulnerables a los demás. Por ello ese lugar tan común al que recurrimos los hombres del “No pasa nada”, y que se expresa también en el silencio masculino, muchas veces relacionado como una forma de control. Con “No pasa nada” también se revela en el no escuchamos a otras y otros, ni expresamos aspectos problemáticos de nosotros mismo.


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Según varios autores que han estudiado las masculinidades señalan que ésta se conforma con base en tres mandatos o encargos básicos que definen cómo debe ser un hombre, a continuación revisaremos cada uno de ellos.

c. Los mandatos de la masculinidad El hombre como proveedor Esta imagen de lo masculino ha configurado históricamente la noción de masculinidad centrada en el poder asociado con la economía y la racionalidad. Y algunos hombres creen que por ser proveedores pasan a asumir directamente el rol de jefe del hogar. Las parejas deben hacer lo que ellos digan, sus hijos e hijas y cualquier otro u otra que viva bajo ese techo. “Mientras yo traiga la comida a la casa, acá se hace lo que yo diga”. “Yo quiero un hombre que me represente”. El ser un buen hombre muchas veces se mide en la capacidad de responder a las necesidades económicas y lograr proveer materialmente de todo lo necesario a la familia, lo que trae el descuido de otras áreas importantes de la vida, como el diálogo, el compartir, la instropección, entre otros. El hombre como protector Este mandato se posiciona como una obligación, el tener que enfrentar los peligros y siempre actuar con valentía, por lo mismo ante una situación de riesgo es un deber mantener la calma y saber resolver. “Tú eres el hombre de la casa, así que cuida a tu hermanita”.


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La contradicción que nos encontramos en este encargo es que a los hombres se nos coloca esta atribución de ser protectores y somos justamente nosotros los que nos enfrentamos y nos exponemos diariamente a mayor número de peligros. Debemos proteger, pero muchas veces no somos capaces de protegernos ni cuidarnos a nosotros mismos, porque no somos capaces de identificar los riesgos. El hombre como autosuficiente Desde pequeños se nos presenta este encargo de resolver las cosas utilizando nuestros medios y por lo tanto no depender de nadie. Este encargo se aprecia con claridad en los superhéroes clásicos quienes combaten el crimen sin apoyo: Superman, el Hombre Araña, Batman, etc. “Vamos, levántate, tú puedes”. “Un hombre que se vale, sabe resolver las dificultades”. Podemos identificar la presión que se ejerce sobre las masculinidades en donde al parecer el solicitar ayuda es visto como una muestra de debilidad. Estos mandatos establecen que para alcanzar la masculinidad tradicional o hegemónica debemos priorizar y centrarnos en el hacer, en el lograr, en el tener, en la esfera pública. Y se postergan, niegan y rechazan mediante la desvalorización de los afectos y necesidades más básicas de relación, nutrición emocional y cuidado.

d. Los privilegios de la masculinidad hegemónica Como hemos podido ver con los temas anteriores, la masculinidad se va construyendo a partir de un conjunto de creen-


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cias y muchas de éstas se sostienen en que un hombre tiene derecho a ciertos privilegios simplemente por ser hombre. “La presa más grande del pollo es para el papá”. Condición de privilegios que en la expresión de la masculinidad tradicional se basa o sustenta como respuesta a su rol de protector y proveedor, y en esta función o rol encontramos nuestra justificación para imponer nuestra visión y nuestra voluntad sobre los asuntos del día a día. El hablar de privilegios necesariamente refiere a identificar la presencia de ciertos derechos sobre diferentes asuntos que poseen ciertas personas y otras no. Dicha dinámica la pudieron o pueden observar en la Actividad 2 de la pirámide social, donde les invitamos a reflexionar sobre los sistemas jerárquicos.

e. La masculinidad en duda La masculinidad como tal siempre está en duda y, por tanto, siempre se debe estar probando que no se ha perdido la hombría y la virilidad. “Estar a la altura de los desafíos”. No basta el haber demostrado una vez la hombría, debe demostrarse de manera continuada, una y otra vez mediante pruebas consecutivas. “Si una mujer desea sexo, uno está obligado a responder”. Este imaginario de “hombre de verdad”, se basa en el machismo, en donde lo macho está en constante construcción, basado a cuatro consignas (Robert Brannon):


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»» ¡Nada con asuntos de mujeres! La masculinidad es el repudio a lo femenino. »» ¡Sea el timón principal! La masculinidad se mide por el poder, el éxito, la riqueza y la posición social. Esta consigna se resume en la necesidad de demostrar que uno es importante. »» ¡Sea fuerte como un roble! Consiste en mantener en calma y controladas las emociones. »» ¡Mándelos al infierno! Actúe con agresividad, el macho se arriesga.

Como frecuentemente se presenta la duda y la sospecha sobre el nivel real de la masculinidad, en nuestras sociedades patriarcales existen los llamados “marcadores de virilidad”, que son como exámenes que las diferentes culturas establecen para medir a los hombres y dar la aprobación de su virilidad. Tener varias mujeres. Consumir alcohol en exceso. Tener relaciones sexuales sin protección. Un espacio para de-tenernos… ¿Qué otras marcas de virilidad recuerdas?, ¿cuáles son las más comunes en tu entorno? ¿Qué ocurre cuando uno falla o no cumple con dicha prueba?

Asociado a los marcadores de virilidad, se presentan las prohibiciones sociales específicas hacia los hombres en su campo afectivo. Entre las frases de prohibición más comunes encontramos:


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“Los hombres no lloran”. “Habla como un hombre”. “No seas marico”. Entonces... Una de las características más relevantes de la masculinidad hegemónica es la necesidad de demostrar y ejercer poder sobre el entorno y las demás personas. Y en la medida que sentimos que poseemos poder y somos capaces de actuar con control sobre el entorno, ya sea nuestro trabajo o un deporte, y sobre las demás personas, consideramos que hemos alcanzado el modelo de masculinidad normativo y que desde muy temprana edad se nos ha presentado como el adecuado. A t err i z a n d o l o a p re n d i d o … Actividad 3

¿Qué tipo de hombre eres?

Respondamos las siguientes situaciones domésticas:

1. Tu hija representa una obra de teatro que coincide con un partido de beisbol. ¿Qué haces? ʭʭ Pactas con tu pareja que la acompañe ella a cambio de que otro día se tome unas horas libres. ʭʭ Le pides que vaya ella, no quieres tener que decir que no a tus amigos. ʭʭ Dejas de ir al juego de beisbol. Prefieres no decepcionar a tu hija.

2. Recientemente tu pareja ha dado a luz, ¿cómo colaboras? ʭʭ Juegas con la criatura cuando llegas del trabajo, así ella tiene tiempo para la casa. ʭʭ Te informas sobre los permisos de paternidad, quieres disfrutar de la experiencia de ser padre. ʭʭ Haces horas extras en el trabajo. Quieres que a partir de ahora ella se dedique al cuidado de la familia.


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3. Tu pareja está preparando la cena, mientras tú... ʭʭ Pones la mesa y le sugieres que cocinen entre los dos. ʭʭ No le dices nada, piensas que estará mejor haciéndolo sola. ʭʭ Viendo televisión, le preguntas en qué puedes ayudarla.

Ahora, discutamos: 1.  ¿En el seno de nuestros hogares, están distribuidas de forma justa y equitativa las tareas domésticas? 2.  ¿Este aspecto se habla en nuestras casas?, ¿se discute o se negocia la distribución de estas tareas? 3.  ¿Participamos los hombres (adultos, niños y adolescentes varones) de forma igualitaria en el trabajo doméstico? 4. ¿Nos sentimos menos hombres si atendemos a nuestros hijos(as) en todas sus necesidades cotidianas? Actividad 4

El mundo de los hombres

Proponemos que, de manera individual o en grupo, imaginemos un escenario o un ambiente de hombres, pueden ser:

1. El estadio, 2. En el trabajo, 3. En un bar, y 4. En una rumba donde hay muchas mujeres. Y luego, contestemos: ¿Qué hacen los hombres en esos lugares?, ¿cómo se espera que se comporten? ¿De qué cosas hablan? ¿Cómo expresan sus sentimientos? ¿Cómo se relacionan con las demás personas? ¿Cuáles frases son típicas de los hombres en esos ambientes o esce­ narios?


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4 Masculinidad y seguridad ciudadana “Adaptarse a las exigencias de ciertos modelos hegemónicos de ser hombre, se evidencian de manera dramática en las estadísticas de mortalidad”.

Para continuar en esta ruta, preguntémonos: ¿Quiénes son los que cometen la mayoría de los ac­ tos violentos, las mujeres o los hombres? ¿La violencia se justifica?, ¿cuándo se justifica?, ¿está bien actuar con violencia en algunas ocasiones?

A

l hablar de seguridad ciudadana necesariamente debemos explorar el tema de la violencia urbana. Un primer acercamiento es reconocer su naturalización, ya que la vemos como algo normal. Vivimos en sociedades que 40


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están organizadas a partir de estructuras que nos violentan frecuentemente: trabajos enajenantes, tráfico y servicios colapsados, publicidad devastadora, hartazgo la calle y en la casa. Si le preguntáramos a un grupo grande de personas reunidas si les parece que exista la violencia, la mayoría diría que no y expresaría su rechazo; pero, paradójicamente, a veces pareciera imposible no reaccionar violentamente a ciertas situaciones, sobre todo en el caso de los hombres. Por ello es importante reflexionar cómo se nos prepara cotidianamente y desde un periodo temprano de nuestro crecimiento para la convivencia violenta. ¡Se nos regalan pistolas, tanques y aviones de guerra, héroes violentos fantásticos, arcos y flechas! “Si te golpean, no te puedes dejar joder”. Retomemos: estamos ante una construcción de identidad masculina que se reproduce en el contexto de la sociedad patriarcal y que nos ofrece una masculinidad relacionada con la autoridad, la dominación, el control de las emociones y la seguridad. El resultado será correspondiente: hombres agresivos, ambiciosos, recios, posesivos, fuertes, entre muchos otros atributos que surgirán de la necesidad de cumplir con determinados imperativos de la masculinidad. Reflexionar sobre las masculinidades es una invitación para comenzar a pensar cómo, en la sociedad venezolana, ésta se encuentra subsumida en una secuencia de diversas problemáticas sociales, en que la violencia es una de sus principales expresiones. En forma cotidiana, la podemos apreciar en las estadísticas de homicidios por violencia


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armada, las muertes por accidentes de tránsito y los delitos por agresiones y maltratos. Sabías que... La Organización Panamericana de la Salud (OPS) menciona que en todos los países los varones jóvenes son tanto los principales perpetradores como las principales víctimas de los homicidios.

a. Masculinidad y violencia Los patrones masculinos y maneras singulares de ser hombre, están atravesados por los mandatos del modelo patriarcal. Son justamente estas exigencias lo que, al parece, ha favorecido que se encarne la violencia urbana y, específicamente el homicidio, en el rostro masculino. Hay quienes dicen que los hombres actuamos así por razones biológicas, producto de la secreción de ciertas hormonas, y que por tal razón somos natural y biológicamente más agresivos y propensos a la violencia. Pero no hay investigación seria que haya podido demostrarlo. Un espacio para de-tenernos… Discutamos: ¿el hecho de que a las mujeres se las críe enseñándoles a cuidar a otros a través del juego con las muñecas y a los hombres se les críe enseñándoles a competir con otros a través del jue­ go con pistolas o balones, tendrá incidencia en la agresividad?

Hay varias condiciones o factores generadores que son explicativos de estas maneras de tramitar la masculinidad, cuyos efectos se expresan violentamente. Enumeramos acá varios rasgos (Azaloa, 2001):


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»» la rivalidad, »» la competencia frente a los pares, y »» la demostración de superioridad.

La rivalidad es un aspecto sustantivo de las masculinidades y podemos identificar su presencia en diferentes campos en los que nos desenvolvemos como hombres: en el trabajo, en la comunidad, en los estudios, en los deportes, debatiendo algún tema. Asumimos una postura defensiva y nos comportamos de forma violenta para reafirmar nuestra masculinidad, y demostrar a los demás y a uno mismo que somos más que el otro. Si es necesario, para ello gritaremos, intimidaremos, golpearemos y, en ocasiones, mataremos. “Tú crees que vas a venir aquí a mandar”. “Aquí se hace lo que yo digo”. Un espacio para de-tenernos… Exploremos la definición de la violencia a través de la si­ guiente frase: “Todo intento de imponer tu voluntad a otra persona es un acto de violencia”. Mahatma Gandhi a. ¿Están de acuerdo con esta definición? b. ¿Creen que imponer la voluntad es un acto de violencia?, ¿por qué? c. ¿Qué formas de imponer la voluntad conocen? ¿En la so­ ciedad, en el mundo? d. ¿Cómo estas formas restringen la libertad de las perso­ nas? e. ¿Para qué se intenta imponer la voluntad a otra persona?


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Las consecuencias de adaptarse a las exigencias de ciertos modelos hegemónicos de ser hombre, se evidencian de manera dramática en las estadísticas de mortalidad, en las que se observa una gran entre los índices de mortalidad de las mujeres y de los hombres. A partir de los 15 años es el periodo de edad que comprende la conformación de la identidad en donde el sujeto hombre, se posiciona en el espacio público. De manera, que se puede relacionar el periodo etario de posicionamiento en el espacio público con los rasgos, mandatos y marcas simbólicas de género referidos anteriormente. Ta b l a 1

Grupo de edad 15-19 20-24 25-29 30-34 35-39 40-44 45-49

Total 4.357 6.274 5.609 4.626 4.090 4.527 5.543

Grupo de sexo Hombre 3.652 5.510 4.654 3.656 2.969 3.094 3.609

Mujer 705 764 955 970 1.121 1.433 1.934

Fuente: Instituto Nacional de Estadística (INE).

Estas cifras reflejan la elevada presencia de defunciones entre los 15 a los 24 años, periodo vital en que los jóvenes varones se ven impelidos a demostrar su virilidad mediante demostraciones de destrezas y prácticas arriesgados. Estas situaciones sociales de muertes violentas, así como los accidentes, suicidios y la prevalencia masculina en las cárceles son descritas por Alba Carosio (2008) como los síntomas de masculinidad, ya que “ser varón es un factor de riesgo”.


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Un paseo al cajón de los recuerdos… Recordemos nuestras acciones más arriesgadas. ¿Qué nos motivó o motiva a hacerlas? Recorramos esta ruta reflexiva y pensemos estas masculinidades, reflexionemos cómo hemos traza­ do el cómo debe y tiene que ser un hombre, quien al parecer en ocasiones…

“La vida no vale nada”. Es importante aclarar que no es que para todos los hombres la vida no vale nada, y no por ser hombre hay que ser violento; pero hay una asociación y una realidad que se evidencia tanto en las crónicas policiales como en las calles, en los espacios en que se encuentran uno, dos o más hombres. Allí se expresan variadas formas de violencia ejercidas hacia sí mismo, hacia otros hombres y hacia las mujeres. a. Hacia sí mismo Como podemos apreciar en el gráfico 1, la diferencia de lesionados hombres producto de accidentes de tránsito es significativa, en comparación con las cifras de la población femenina. Otro elemento llamativo es la edad en la que se presentan la mayor cantidad de incidentes, que se concentran entre los 11 a los 30 años de edad, periodo que podemos considerar como aquel en que el hombre es más intrépido y más ágil. Un espacio para de-tenernos… ¿Cuáles otras conductas de riesgo son propias de los hombres?


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Luis Bonino, un autor español que ha trabajado el tema de las masculinidades, señala que los varones que se adhieren a los mandatos de la masculinidad hegemónica son más susceptibles de llevar a cabo comportamientos aparentemente autodestructivos. Podríamos decir que son prácticas temerarias cuya función es reafirmarse frente al modelo tradicional de virilidad. “Curdo y todo, me pegué una hora y cuarenta y cinco minutos de regreso…”. G rá f i c o 1 : E DAD Y G É N E R O D E L O S ACCID E NTAD O S E N LA PA R R O Q U IA S U C R E E N E L A Ñ O 2010

Edad de los accidentados en la parroquia Sucre (masculina)

Polinómica, de edad de los accidentados en la parroquia Sucre (masculina)

Edad de los accidentados en la parroquia Sucre (femenina)

Polinómica, de edad de los accidentados en la parroquia Sucre (femenina)

Fuente: Instituto Nacional de Tránsito Terrestre.


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b. Hacia otros hombres Es sorprendente e impactante la cantidad de enfrentamientos que implican algún tipo de arma de fuego o arma blanca; es cuando el imponerse frente al otro, adquiere para nosotros la condición de enemigo al que debemos vencer. A continuación presentaremos dos tablas: una sobre las cifras de víctimas (Tabla 2) y otras sobre victimario/a (Tabla 3). En estas tablas nos encontraremos con cifras que nos mostrarán la prevalencia y el protagonismo masculino en las prácticas violentas. Un espacio para de-tenernos… Antes de explorar la presencia de este tipo de vio­ lencia, nos gustaría que nos preguntáramos: ¿Al escuchar la palabra víctima en quién pensa­ mos?, ¿cuáles son sus características? (grupo social, sexo, edad, estructura física, raza, personalidad, apariencia, etcétera).

Muchas veces la condición de víctima la relacionamos directamente con una función pasiva frente al problema; es decir, una persona víctima de un acto de violencia se le asocia, primeramente, con lo femenino y con sus características y cualidades. Esta idea o situación es la que nos impide muchas veces reconocer cómo los hombres estamos siendo las principales víctimas de la violencia y que, por tal razón, estamos en una situación de mayor debilidad y de riesgo. La concepción machista y patriarcal impide observar este fenómeno.


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En cambio, cuando hablamos de la función activa o de quien ejerce el acto violento, hablamos de victimario y tal condición no está sujeta a dudas de ningún tipo. En la tabla 2 podemos observar, en consonancia con lo anterior, la alta incidencia de homicidios que afectan a los hombres, en un margen mucho más amplio que la ocurrencia a las mujeres. El hombre es víctima del 81% de los asesinatos, cifra que nos conduce a varias preguntas y que a la vez nos coloca en términos explícitos y evidentes ante el riesgo que implica ser hombre. Esta situación necesariamente debemos integrarla a los contenidos que hemos revisado en este material. Cifras que nos confirman cómo dicha masculinidad hegemónica y tradicional se sustenta en una serie de mandatos y exigencias sociales que nos obligan a actuar de determinada manera, en muchas ocasiones asociada a la violencia. Ahora podemos revisar otras cifras, que refieren a la condición de victimarios/as. La violencia contra otros hombres se evidencia con mucha claridad en las cifras presentadas en el estudio de victimización del Instituto Nacional de Estadística (2009), los asesinatos son cometidos por los hombres en un 80%.

c. Hacia la mujer Detrás del asesinato de una mujer hay una larga historia de violencia acumulada y desatendida. También hay una estructura de valores y prácticas que sustenta muchos de estos asesinatos, a los que proponemos llamar femicidios, y no, como es más común: “crímenes pasionales”. Llamarlos femicidio es un acto político y de compromiso en la denuncia e impugnación de los valores que contiene el mo-


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T a b l a 2 : C i f r a s re s u m e n V i c t i m a p or Se x o 2 0 0 9

Sexo de la víctima

Delito

Total Total

Femenino

19.113

15.507

3.606

100,00%

81,130

18,87%

CV %

0,00%

12,36

53,14%

Total

5.005

522

4.493

100,00%

10,43%

89,57%

0,00%

96,44%

11,23%

Homicidio

%

Abuso sexual

Masculino

% CV %

Fuente: Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de Seguridad Ciudadana, 2009.

T a b l a 3 : C i f r a s re s u m e n V i c t i m a R I O / R IA p or Se x o 2 0 0 9

Sexo victimario

Delito

Total Total

Homicidio

Abuso sexual

%

19.113

Masc. 14.921

100,00% 79,07%

CV %

0,00%

9,12%

Total

5.005

5.005

% CV %

No sabe Fem. yHombres mujeres no resp. 706

3.420

0,66%

3,69%

17,69%

0,35%

94,19%

36,35%

100,00% 100,0% 0,00%

0,00%

Fuente: Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de Seguridad Ciudadana, 2009.


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delo patriarcal y es subrayar que se trata de crímenes realizados en función del género de la víctima, y no, como lo sugiere la expresión “crímenes pasionales”, que fue realizado en función del afecto que unía al victimario con la víctima. Reconozcamos, también, que ante otras situaciones de violencia contra la mujer, solemos pensar o expresar cosas como “Ella como que es masoquista,...”, “A ella le gusta que la maltraten”; “Ella seguro hizo algo…”, “Es que esa mujer tiene loco a ese hombre”. Detengámonos en cada una de estas expresiones, que nos son muy familiares, y veamos que todas tienden a quitarle el carácter de víctima a la mujer.

Femicidio  “¿De qué hablamos cuando nombramos la palabra femicidio? Hablamos de un fenómeno invisibilizado durante milenios, de un hecho normalizado desde los inicios de la sociedad humana global. El asesinato de las mujeres por el hecho de ser mujeres cometido por hombres –la definición más básica y que debería aparecer en los diccionarios– es tan difícil de comprender y de asimilarse socialmente que nos vemos en la necesidad fáctica de situarlo en el centro mismo de la barbarie. Una barbarie que no distingue entre países del norte o países del sur, ni clases sociales, ni origen étnico. Una barbarie, cuyo impacto planetario se manifiesta con sus particularidades en cada sociedad y que aún hoy, en ciertos contextos, intenta ser silenciada y desmantelada por el discurso dominante: patriarcal, androcéntrico y misógino.” Graciela Atencio, Feminicidio.net


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Un espacio para de-tenernos… ¿Cómo explicamos los actos de violencia contra la(s) mujeres? Al conocer actos de violencia de un hombre contra su pareja, ¿hemos intervenido?, ¿por qué?

En nuestro país, la violencia hacia las mujeres se evidencia en las 108.200 denuncias realizadas por mujeres durante los meses de junio 2008 a diciembre de 2010, cifras proporcionadas por la magistrada Yolanda Jaimes en el año 2011. Si revisamos las cifras contenidas en la tabla 2, veremos que en los casos de violencia sexual, los hombres son los principales victimarios y las mujeres son las principales víctimas con un 89,57% de los casos. La violencia contra las mujeres, según el artículo 14 de la Ley Orgánica Sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LOSDMVLV), “...comprende todo acto sexista o conducta inadecuada que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual, psicológico, emocional, laboral, económico o patrimonial; la coacción o la privación arbitraria de la libertad, así como la amenaza de ejecutar tales actos, tanto si se producen en el ámbito público como en el privado”. En la LOSDMVLV, marco jurídico que junto a la Constitución establece legalmente los derechos de la mujer y la protegen de la violencia, se describen 19 tipos de violencia y se tipifican como delitos, dándoles también carácter legal para así contribuir a evitar la impunidad que siempre había existido en el tema.   Las formas en que se expresa la violencia hacia la mujer son múltiples y los medios a partir de los


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cuales se ejerce dicha violencia son también diversos, pero debido a cierto reduccionismo en su abordaje, se condensa la atención al fenómeno en los efectos de la violencia y en tal sentido la mirada se desplaza a lo evidente, al cuerpo sangrante o el rostro morado (que es un tipo de violencia que corresponde a la física), o ciertas prácticas de violencia psicológicas. Pero se siguen manteniendo ocultos otros medios de ejercer violencia, tales como el sarcasmo, la ironía, las descalificaciones indirectas, la seudo-preocupación.

Máximo, El País, 19 de febrero de 2006.

“¿Dónde estabas que no contestabas el teléfono?, ¿no ves que me preocupo por ti?”. “Mira lo mal que se porta el niño, y tú saliendo a chismear con tus amigas”.


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La violencia de género se sostiene sobre el eje poder y control, de manera que el hombre utilizará cada uno de estos recursos para mantener indemne su condición de privilegio masculino, por lo que utilizará las siguientes tácticas con el objetivo de imponer su voluntad por sobre los deseos e intenciones de su pareja.


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A t err i z a n d o l o a p re n d i d o … Actividad 4

El costo de vivir la masculinidad

Revisemos las siguientes historias: ʭʭ Manuel Manuel es un hombre de 56 años, conductor de autobús urbano. Trabaja desde hace 20 años haciendo una jornada de 7 de la mañana a 9 de la noche todos los días; un domingo por medio descansa. Su familia son su pareja, 3 hijos y 2 hijas y él quiere que su familia no pase trabajo. Puede compartir con su familia sólo los domingos pero está tan cansado que prefiere reunirse con algunos vecinos en la puerta de su casa a tomar cerveza y jugar dominó. Hace un año le subió la tensión y tuvo que disminuir las jornadas de trabajo. Ahora llega a su casa mucho más temprano, pero desde entonces está teniendo muchos problemas con todos sus hijos e hijas, él les exige e intenta poner ciertas reglas y ellos y ellas están respondiendo con rebeldía. Hace una semana uno de sus hijos estuvo a punto de golpearlo, pero la madre se interpuso y la situación no terminó en tragedia. Manuel culpa a su mujer por el mal comportamiento de sus hijos e hijas. ʭʭ Jorge Jorge es un hombre de 35 años, casado desde hace 4 años con Silvia. Es banquero. Es muy celoso. La llama por teléfono hasta 10 veces al día, le impide que salga con amigas y que visite a su madre. Espera tener sexo con ella todos los días, hasta dos veces al día, pero si ella se niega él se enoja mucho. Hace dos semanas cometió agresión contra ella (le fracturó algunas costillas y la cortó con un cuchillo). Ahora está encarcelado y tiene una orden judicial que le impide acercarse físicamente a ella. (Extraído de manual Hombres trabajando con hombres, 2007). ʭʭ Carlos Carlos es un hombre de 28 años. Se encuentra detenido en Yare desde hace cuatro años. Fue detenido por robo armado. Su primer delito


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lo cometió a los 15 años. Nos cuenta que estaba en el colegio y que a los 13 años él no estaba pendiente de pelear pero fue tanta la presión y el acoso que agarró una tijera y se la enterró a uno de los que lo molestaban. Después de ese día se ganó el respeto del liceo, pero hasta que a los 15 años un contrincante lo venció y lo humilló frente al resto. Él no se iba a deja humillar. Al día siguiente entró al liceo con una pistola que le prestó un primo y descargó tres disparos, luego no volvió más al liceo.

Un espacio para de-tenernos… Analicemos estas historias y luego realicemos una pequeña representación de cada una de ellas. Dis­ cutamos: ¿Cuáles son los costos de vivir así la masculinidad?

¿

Qué podemos hacer para cambiar los modelos de masculinidad hegemónica en nuestras vidas que nos conducen a la violencia y la reproducen?

Discutamos este folleto con amigos, parejas, en los espacios comunitarios y pensemos en co­ lectivo alternativas que nos ayuden a construir­ nos como hombres de una manera distinta: so l id a ri a , p ac í f ica e ig u a l ita ria .


56 | nuevas masculinidades |

5 Nuevas masculinidades Se requiere que asumamos una transformación colectiva de los patrones y lógicas de entender y entendernos como hombres para abrir paso a otras prácticas, comportamientos y formas de relaciones.

L

as páginas que hemos revisado con anterioridad son una hoja de ruta para revisar desde una mirada reflexiva las lógicas sociales patriarcales y, a partir de ellas, iniciar nuestra ruta personal en que indagamos y exploramos cuánto de todo esto aún permanece en nuestras maneras de relacionarnos con nosotros mismos, con los otros hombres y con las mujeres.

56


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El asumir una exploración crítica y reflexiva sobre estas formas de tramitar la masculinidad es una apuesta por la transformación que necesariamente pasa por que cada uno de nosotros sea consiente de como transitar por lógicas distintas. Para ello es necesario que comprendamos nuestra forma de agenciar la masculinidad e iniciar este transitar por nuevas trayectorias que sólo será posible en la medida en que nos abramos a preguntarnos: ¿Cómo he vivido mi masculinidad? ¿Cuáles han sido los encargos de la masculinidad? ¿Cómo manejo el poder? ¿Cuáles son las expectativas y desafíos que debo cumplir como hombre? ¿Cuáles han sido las consecuencias negativas y positivas que ha significado para ti y para tú entorno? ¿Cuándo me comporto de forma machista? ¿Cómo me criaron? Esta transformación al parecer requiere que cada uno efectúe un trabajo individual casi de introspección, identifique estas maneras de ejercer y vivir la masculinidad y comience a incluir elementos nuevos. Pero no basta tan sólo con esta acción, ya que requiere que asumamos una transformación colectiva de los patrones y lógicas de entender y entendernos como hombres para abrir paso a permitir otras prácticas, comportamientos, formas de relaciones.


58 | nuevas masculinidades |

No condenar: » Al hombre que muestra debilidad » Al hombre que realiza labores del hogar » Al hombre que no necesariamente tiene todas las respuestas » Al hombre que tiene miedo » Al hombre que necesita de los otros » Al hombre que se entristece » A tantos hombres que creen en la equidad Nuestra invitación es a construir juntos un hombre nuevo, ¿hacia dónde? No lo sabemos y no lo podemos exigir ni colocar como una acción forzada, pero sí podemos decir con claridad y convicción : YA BASTA: »» De repetir las lógicas hegemónicas masculinas machistas que nos impone el orden patriarcal. »» De imponer nuestra voluntad por sobre los otros y otras. »» De no renunciar a los privilegios del poder. »» De tener que demostrar la virilidad. »» Y de tantas otras maneras de ejercer la masculinidad que dañan nuestro entorno, a nuestros cercanos y uno mismo.


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¿Por dónde es que podemos transitar?, con seguridad de que no estamos repitiendo los patrones machistas es incorporando en nuestra mirada y en nuestro proceder ético la equidad e igualdad de género. El iniciar una trayectoria por la equidad significa que hombres y mujeres acceden con justicia e igualdad al uso, control y beneficio de los bienes y servicios de la sociedad. Y actuar incluyendo la igualdad pero con la claridad de que el concepto de igualdad no es lo contrario de diferencia, sino que lo contrario a la igualdad es la desigualdad, la igualdad entre hombres y mujeres se refiere a la equivalencia de derechos, no que seamos idénticos e idénticas.

. . .

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omo han podido apreciar durante todo este trayecto reflexivo que ha posibilitado este material, es que las maneras como se expresan muchas masculinidades es debido a un proceso aprendido y no responde a factores biológicos y heredados. Por lo mismo, la gran apuesta y la esperanza es que cada hombre, consciente de sus prácticas machistas, puede desaprender y re-aprender para con-formar una nueva masculinidad, ya no basada en los patrones rígidos que nos imponían las lógicas patriarcales. Para cerrar, los invitamos a reflexionar sobre un sinnúmero de derechos que sería bueno que los incluyéramos como posibilidad y que la cultura patriarcal nos ha negado (Álvaro Campos, 2007):


60 | nuevas masculinidades |

Á m b i t o s p a r a n ue v a s m a s c u l i n i d a d e s

Una nueva masculinidad en las relaciones de pareja

Que cultive la capacidad de diálogo, comprensión del otro y otra, aceptación de los espacios autónomos y que prescinda del control como forma de establecer la relación.

Una nueva masculinidad en el hogar

Implica ver y situarse en el hogar donde lo asumamos como algo compartido, que es muy distinto a ayudar, ya que compartir las tareas implica reconocer que la responsabilidad no es sólo de la mujer.

Nuevas paternidades: más calidad en la relación

Hoy en día se puede ver cada vez más a hombres cargando a sus hijos y asumiendo tareas como llevarlos al médico o asistiendo a las reuniones en el liceo o escuela.   Proponemos el ejercicio de la paternidad no se reduzca tan solo a un asunto de responsabilidad económica y de imponer o ejercer la disciplina. Creemos en paternidades más afectivas y que apoye en la construcción de hombres menos machistas.

La realidad en las comunidades nos muestra el amplio protagonismo de las mujeres en la Nuevas organización y en la participación de acciomasculinidades nes y actividades comunitarias, apreciándose en la comúnmente una ausencia de los hombres en comunidad, dichas iniciativas. en las   Que se incorpore en las acciones comuniorganizaciones tarias promoviendo relaciones de igualdad y equidad entre los géneros.


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»» Tengo derecho a sentir y pensar diferente a lo que la mayoría de hombres piensan y sienten, sin que por eso me deba sentir “poco hombre”. »» A dejar de creer únicamente en la razón, y creer en los sentimientos que tengo. »» Admitir las propias limitaciones y dejar de pensar que lo debemos saber y hacer todo. »» Admitir que puedo experimentar dolor físico y emocional. »» Reconocer que puedo tener miedo y compartirlo con alguien más. »» A pedir ayuda, sin temor o vergüenza. »» A no guardar los asuntos y problemas que tengo. »» Puedo contar lo que me pasa y puedo ser escuchado. »» Escuchar a otro/a sin tener que darle las soluciones a sus problemas. »» Reconocerme como soy, desde conocer mi cuerpo hasta saber qué me gusta y qué no me gusta de mi forma de ser. »» Poder expresar lo que me disgusta sin enojarme. »» Manejar los impulsos y no actuar de forma violenta. »» Participar en los procesos de construcción de la equidad de género. »» A luchar contra todas las formas de violencia y discriminación contra las mujeres, niños, niñas, personas adolescentes y otros hombres.


Bibliografía Azaola, Elena y Cristina José Yacamán (2001). El delito de ser mujer. México: Plaza y Valdés, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social. 2ª ed. Campos, Álvaro (2007). Así aprendemos a ser hombres. Sabanilla, San José de Costa Rica. Kimmel, M. S. (1997). “Homofobia, temor, vergüenza y silencio en la identidad masculina”. En T. Valdés & J. Olavarría. (eds.). Masculinidad/es. Poder y crisis. Santiago, Chile: Ediciones de las Mujeres, núm. 24, Isis Internacional/ FLACSO. Pujal i Llombart, Margot (1991). Poder, saber, naturaleza: la triangulación masculina de la mujer. Análisis psicosocial de una invención. Tesis Doctoral. Universitat Autònoma de Barcelona. Zubillaga, Verónica. (2003). “Un testimonio reflexivo sobre la experiencia de construir historias de vida con jóvenes de vida violenta”, Revista Mexicana de Sociología, núm. 2, abril-junio, 2003, México. Referencias electrónicas Carosio, Alba (2008). “La primera obligación para un hombre es no ser una mujer”. http://av.celarg.org.ve/Recomendaciones/AlbaCarosio.htm I.N.E. (2010). “Estadísticas vitales, mortalidad”. http://www. ine.gov.ve/registrosvitales/mortalidad/DRGEYSexo.htm Declaración de Yolanda Jaime: http://www.ultimasnoticias. com.ve/Noticias/Van-108-mil-22-quejas-de-violenciacontra-la-mujer.aspx


Esta reimpresi贸n de Masculinidad hegem贸nica y seguridad ciudadana, se termin贸 de imprimir en los talleres de la Imprenta de la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad (UNES), el mes de julio de dos mil trece, y consta de trescientos ejemplares.



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