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Jose Isturaín
EL DEFENSOR DEL ESPACIO PÚBLICO.
En paralelo, fundó su firma de arquitectura (JiA), una agencia consultora de diseño urbano (Giro Urbano) y, luego de egresar como arquitecto de la Universidad de Panamá, se especializó en Barcelona (España) en temas como exteriorismo, espacios efímeros, diseño, arte y sociedad: un pensum que le “cambió el chip” a favor de generar espacios, e incluso ciudades, en donde la gente se sienta incluida y cómoda.
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Sus trabajos han llamado la atención en Alemania y Australia, a la vez que proyecta un diseño en Estonia, a orillas del Golfo de Finlandia. Usa mucho la palabra filosofía y le gusta acompañarla de “ética de trabajo”, “honestidad”, “reciclaje” y “sencillez”, para referirse a su estilo de hacer las cosas durante el tiempo que trabajó en la Alcaldía de Panamá, su oficina, su estudio, el salón de clases y su propia casa. Hay una revolución a la que parece apuntar Jose. Que los edificios que se construyan se recuerden no por su nombre autor o figura, sino por lo que suceda adentro y alrededor de ellos. Desde el bureau hasta la academia, habla de la sostenibilidad en el diseño de nuestras experiencias. Panamá es una ciudad que ha sido planificada por todos aquellos que quisieron incrustar un edificio, una plaza de comercios o un conjunto de casas, sin pensar en aquello que se saliera de los márgenes de su plano.
Y detrás de la imagen de un municipio que quiso hacer las cosas distintas a favor del espacio público, está Jose Isturaín, un precoz arquitecto quien ya sus 24 años dirigía el departamento de museografía y curaduría del Museo del Canal para, años después, caer en la subdirección de Planificación Urbana de la ciudad de Panamá.
Giro Urbano empieza a trabajar en pequeños proyectos ad honorem. Allí planteamos una propuesta que llegó a ver Bosco Vallarino cuando era alcalde en el gobierno Martinelli-Varela. Uno de sus asesores era José Isabel Blandón y ahí nos conocimos. Pero se cortó esa alianza y se perdió la oportunidad. Mientras, yo seguí en contacto con Blandón, una persona muy inteligente y que se involucra. Esa relación nos llevó hasta 2014, cuando ganó la alcaldía y me invitó a formar parte de su equipo. ¿Qué cosas aprendiste? Ahí es donde empieza lo interesante. Una cosa es hacer las cosas desde afuera y otra es estar dentro de la vida política. Mucha gente habla desde afuera y está bien porque se necesita ese balance con gente que se involucre y aporte. Ya no estoy en la alcaldía y el aprendizaje fue enorme. Pero lo más importante para mi fue haberle podido devolver el conocimiento adquirido a la ciudad. Estoy subiendo un montón de fotos, comparando lo que se ha hecho hasta ahora. Ver el antes y después es impactante. ¿Qué alcance crees que tengan estos años que estuviste en la Alcaldía? Para nuestro equipo era un “top” la planificación, en paralelo al tema cultural. No sé si eso va a suceder ahora. Ojalá me equivoque, pero lo que quiero es que la ciudad evolucione. En la Dirección de Planificación Urbana no tuvimos que convencer al alcalde para hacer los proyectos de aceras, porque ya estaba convencido. ¿Y hacia dónde evolucionará la ciudad? Panamá debe apuntar hacia una ciudad sostenible y mucho más amigable con el peatón. Puedes invertir miles millones en el Metro, pero eso no funciona si no hay por dónde caminar, si la gente no se siente cómoda dejando el auto y haciendo el recorrido de su casa al bus, y del bus al Metro y al trabajo. Pero es difícil. Tenemos 40 años invirtiendo en calles y carros. En nuestra gestión comenzamos a luchar contra el carro para devolver un poco el espacio al peatón. Tratamos de invertir esa pirámide, que es lo que han hecho todas las ciudades. No estamos inventando la rueda. Hay miles de ejemplos donde el peatón es la prioridad: Madrid, París, Roma, son ciudades viejas; pero Guatemala ya está teniendo intervenciones. Eso sucede cuando las alcaldías despiertan y empiezan a generar políticas para el espacio público.
Lo primero es escalar en el top-of-mind del panameño el tema del espacio público. Eso antes no sucedía. Hablabas del espacio público y se pensaba en el parquecito, con la canchita y el gazebo. Ahora la dinámica es distinta. La participación ciudadana ha sido esencial. La alcaldía hizo muchos procesos consultorios. Es imposible que encuentres a todos a favor, pero al final tienes que ir con la justicia a favor de la mayoría. Eso es vital. Lo otro es la planificación: Panamá no tenía una planificación muy clara y estos cinco años dejaron muchísimos documentos que la gente puede tomar y exigirle a la nueva administración que continúe: Plan de Ordenamiento Territorial de San Francisco, Plan Distrital General de la ciudad, Plan de Acción del BID (Banco Interamericano de Desarrollo) y el Programa de Ciudades Emergentes y Sostenibles. La nueva administración tiene la obligación, digo yo, moral, de seguirlos. ¿Y qué hay de los nuevos barrios con bajísima densidad? Ese es el otro problema de Panamá. Y eso es lo que el Plan de Ordenamiento Territorial Distrital toca. Ese plan prohíbe esas barriadas. Porque son caóticas para la ciudad. ¿Y por qué siguen haciéndose? Ese plan lo tiene que firmar el nuevo consejo municipal. Y creo que no va a pasar porque hay muchos intereses. Si hay algo que aplaudiré de la pasada administración, es que no se pusieron los intereses de privados por encima de lo público. Mi percepción es que no lo van a aprobar porque toca muchos temas sensibles. Decirle a un inversionista “¿te acuerdas de ese terreno que compraste y querías hacerle un poco de casitas?, bueno eso ahora no va”. Nadie se va a meter a eso.
Mientras las alcaldías de todo el país no tengan la fuerza que deben tener a nivel urbano con una dirección de planificación urbana, con personas especializadas que puedan estudiar el territorio y hacer beneficio al ciudadano, eso terminará recayendo en el Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial. Es donde encuentras los problemas, porque las aproximaciones son muy macro. La influencia de la Alcaldía de Panamá es enorme, porque lo que se hace aquí va a querer replicarse, y espero que eso pueda suceder en los próximos 5 años. De repente en David, Chitré. Eso requiere muchos condicionantes: dinero, buen equipo, y un político alineado.
¿En dónde se quedaron cortos?
Hablando por mi, creo que pudimos implementar más fuerte las políticas de recuperación del espacio público. No por excusarme, pero siento que cuando llegamos no había nada. Estuvimos un tiempo generando eso y realmente cinco años en ciudad no es nada. Dedicas uno y medio en crear, ya te quedan solo 3. En términos políticos creo que 10 años hubiese sido lo ideal. Me hubiese encantado que Blandón hubiese continuado y que lo hubiesen escogido.
¿Existe algo como “ya hay suficientes parques en Panamá”?
va a hacer falta. Lucho porque donde sea que puedan hacer espacios públicos se hagan. Porque es el único lugar en donde puedes hacer democracia real, donde cualquier persona de cualquier estrato va a estar en la misma línea. Todo el mundo en el parque es gente. La democracia de una ciudad depende del espacio público. Si quieres ver la calidad de vida de una sociedad tú miras el espacio público. Vas a Barcelona y siempre verás que encuentran nuevos espacios. Panamá es una ciudad súper hostil, con muy poca calidad de vida, porque si ves a las personas con discapacidad no hay manera de que puedan desplazarse para ir a un parque. Los abuelitos aquí están en una cárcel, sus propios hogares. Me encantó de Europa que ves en la calle a los abuelitos en parques agarrados de mano, algo muy difícil ver aquí. Eso debe ser el norte de todas las administraciones. Por otro lado, el tema ambiental y de sostenibilidad debe rescatarse. Hemos sembrado árboles que podrán verse en cinco años. Sembramos más de mil árboles urbanos. Hay muchos estudios que destacan la importancia de un árbol en el espacio público. Por otro lado los espacios públicos se revitalizan con actividades; tienen que tener activadores. Desde el “man” que vende la paleta, hasta el kioskito de revistas y la empanada. ¿Qué hay de tus otros proyectos en la ciudad? Seguí teniendo mi oficina con mis proyectos, que no son muchos. Tengo mi filosofía y ética de trabajo. No hago algo que vaya a afectar a la ciudad por un poco de plata. No estudié arquitectura pensando en hacerme rico. Recuerdo una clase cuando discutí con un profesor que decía que “si la norma lo permite”, yo podía hacer algo que no estaba correcto. Él argumentaba que, por estar en contra, me iba a morir de hambre. Y aquí estoy. Por eso tengo cuatro trabajos. Así me he mantenido como profesional estos 12 años, tratando de hacer lo mejor posible las cosas que pueda. se pueden aplicar hoy y adaptarlas a las nuevas tecnologías. Por otro lado, no me gusta que el edificio aparente algo que no es. Cuando uno estudia arquitectura la imagen de lo estético es la del cubo prístino blanco. Y sí, es bonito, ¿pero funciona aquí? Me gusta trabajar con aleros, techos grandes, ventilación cruzada, bloques ornamentales, ventanas de paleta. No me gusta la arquitectura ostentosa. Para mi, el reto es diseñar algo bueno y que funcione, con pocos recursos: arquitectura elemental, esencial, natural. ¿Qué crees que se necesita mejorar en Panamá, a nivel de diseño arquitectónico? Hay varias aristas, pero el tema legal es fundamental. La ley de contrataciones públicas relega el Diseño Arquitectónico a algo secundario, detrás de la construcción. Es urgente separar el Diseño y la Construcción. Una de las cosas que hace que un país eleve su nivel de diseño arquitectónico es poder tener apertura en la arquitectura pública. España, Francia, tienen ejemplos de buenos proyectos públicos. Aquí parece que solo hay un manojo de arquitectos capaces de diseñar los proyectos públicos. Y eso es falso. Compitamos en igualdad de condiciones. Oficinas grandes y pequeñas, y veamos quién ofrece el mejor producto de diseño. Si pudieras rescatar algo del movimiento Bauhaus ¿qué sería y cómo lo aplicarías en Panamá? La Bauhaus buscaba el equilibrio entre lo estético y lo funcional. Aquí necesitamos diseñar para nuestro clima y alejarnos de esta idea de tratar de replicar arquitecturas que funcionan en otras latitudes, pero en la nuestra son un desastre. Edificios herméticos de vidrio desde la planta baja hasta el techo. Lo siento, pero eso aquí no funciona. El Comosa, por ejemplo, es uno de mis edificios favoritos. ¿Qué opinas sobre el método fast-track building?
¿Cuál es tu estética y visión de diseño?
En mi carrera he ido madurando mucho el tema estético. Me gusta analizar cómo resolvieron el tema del clima los estadounidenses cuando construyeron el Canal. Ellos lograron muchísimas soluciones que es una práctica riesgosa. Quizás funcione mejor para lo privado, pero para lo público es lo peor. Es la forma más fácil de corrupción. ¿Cómo construyes un hospital, que tienen muchísimos detalles de diseño, bajo este sistema? Buscamos ejemplos de proyectos que se han hecho así, y la mayoría termina mal.
¿Y qué piensas de la metodología design-bid-build versus vs design-build?
Igual, creo que para las obras del estado, la metodología adecuada es la del design-bid-build (diseño, licitación, construcción). Es la manera en la que el Estado puede garantizar: que el diseño sea de mejor calidad; que la licitación no tenga sobreprecios, porque el plano ya estaría terminado y sabes qué te están cotizando, y al momento de construir, puedes presionar a que se cumplan con lo establecido en los planos. En tanto, diseñar y construir (design-build) no es lo mismo, ya que no garantiza que se usará al mejor diseñador, sino que la empresa traerá al más económico dejando a un lado la calidad. Y en la construcción, los materiales siempre serán los más baratos porque el constructor está solo pensando en ganar más. La mayoría de los proyectos de Estado se hacen con esta metodología. También hay una fase importante que creo que es donde siempre falla el Estado: la inspección. Puedes tener el mejor diseño, un plano bien desarrollado, pero si no se inspecciona bien, la construcción puede ser un desastre.
¿Cómo se puede incentivar la implementación del concepto verde en las nuevas edificaciones y cómo reforzar las ya existentes? LGM
Respeto mucho los movimientos que buscan incentivar el concepto “verde” en los proyectos. Sin embargo, hay temas básicos que no se cumplen. Hay edificios que tienen premios en sostenibilidad pero ninguna de las ventanas se puede abrir. ¿Qué les pasará el día que falle la electricidad? Este tema debe verse a detalle. Como todo en este mundo capitalista, los intereses se aprovechan y ven un nicho donde vender un producto, les da igual si funciona o no. Creo más en la sostenibilidad de los indígenas y sus soluciones elementales para luego darle paso a las tecnologías. Hay cosas básicas, como colocar un alero a una ventana, algo que hoy muchos arquitectos no utilizan. La arquitectura en Panamá en los años 70, 80 tiene bueno ejemplos de lo que sí funciona en nuestro clima. Muchos clientes, por “ahorrar”, hacen cambios al proyecto durante la construcción, que al final son elementos que le sirven al edificio para defenderse de las inclemencias de nuestro clima.
¿Como profesor logras transmitir esta visión?
Tengo 6 años dando clases. Ha sido como una de las mejores cosas que me ha pa- sado, porque es una especie de retorno del conocimiento para mi y de impacto para esos chicos. Doy clases en la UP, y en una privada haciendo talleres. Hay chicos con un nivel socio económico bien bajo. Que estudian sin computadora, que no tienen espacio en su casa y les toca hacer los planos en sus camas. Poder plasmar en ellos estas visiones de otras ciudades, me hace sentir como un catalizador de toda esa formación que sí pude tener. Y no es que yo venga de un estrato alto. Mis padres son de clase media trabajadora. Pero me fui a estudiar con un préstamo del IFARHU y sigo pagándolo. Siento que la mejor forma de ayudar al país es que los que están estudiando ya salgan con aquello con lo que tú no saliste cuando estabas en pregrado.
¿Qué tipo de novedades quieres llevarles?
Trato de hacer talleres con ellos donde no les pongo restricciones. Usualmente los profesores son muy académicos y le cortan las alas. Yo no. Quiero que la imaginación vaya primero. Obvio que los de 4° y 5° tienen la obligación de saber. Pero al inicio tienes que dejar a los pelaos se vuelen la cabeza y después vemos si se cae. Disfruto mucho transmitir conocimiento de lo que no es lo común, como hablar del espacio público en arquitectura. Trato que el estudiante entienda que su trabajo no es solo diseñar edificios, sino hacer el contexto. Si lo que tú hagas va a afectar el entorno entonces debes hacerlo bien.
¿Y la arquitectura con tu firma?
me gusta siempre recordarla, para no alejarme de mi filosofía. La colaboración en la arquitectura es fundamental para mantenernos en constante cambio y actualizar nuestras propias ideas.
Hay un proyecto familiar en Altos del María súper especial. La casa de mis padres junto a tres cabañas para cada hijo. Una de las chiquitas ya está construida. Han pasado cosas buenas porque lo publicaron en una revista alemana digital. También me contactaron de Australia por el permiso para usar ese proyecto en un network que vende publicidad de buena arquitectura a nivel mundial. Les gusta el tamaño pequeño, la escala y que no es ostentoso. Reciclé todos los pinos (que no dan sombra) para poner árboles autóctonos. Las estructuras son de metal con madera de esos pinos. Mi filosofía de arquitectura también tiene que ver con una más económica y no tan ostentosa. Hacer arquitectura con mucha plata no es tan difícil, pero hacer una buena con poco, es la línea que se está tomando mundialmente. También estamos haciendo varios proyectos en Bocas del Toro, Isla Colón, de cabañas con una torre mirador de 360°. Será un hostal/hotel. No tumbaremos ni un solo árbol. Y tengo otro que está en proceso: es una cabaña en Estonia. Mi mejor amiga de la maestría me escribió diciendo que tenía un lote y que no podía resolver sola. Le dije que no le cobraba nada si me prometía construirlo. Estamos en fase de diseño y espero ir cuando empiece la construcción. El lugar tiene enfrente a Finlandia y al mar del Golfo. Mientras, voy a mantenerme full entre la oficina, la academia y Giro Urbano para recuperar los cinco años que solo rendía acá de noche, sábados y domingo. ¿Y tu papel ahora fuera del sector público? Ahora me tocará hacer mis aportes desde lo civil. ¿Tenemos un parque abandonado? Vamos a hacerlo, buscan- do el financiamiento por otro lado. Hay muchos inversionistas que temen dar su dinero a políticos. Prefieren hacerlo con organizaciones civiles para lograr objetivos. Es importante entender la función de cada político. Aquí el diputado pide dinero para hacer ferias de mascotas. Poco a poco siento que la ciudadanía se va a despertar. Tomará tiempo, pero así pasa con las revoluciones.
“La democracia de una ciudad depende del espacio público.”
¿Con qué arquitectos te gustaría colaborar en un futuro y por qué?
Hay muchísimos que admiro y respeto. Algunos desde que era estudiante y otros que he ido conociendo a lo largo de mi vida. Por darte nombres, Alberto Kalach de México, me parece muy claro con su discurso y su obra. Carme Pinos de Barcelona, es una referente de mi trabajo, principalmente por su filosofía; recuerdo en un congreso de arquitectura que dijo algo que siempre recuerdo: “Hacer arquitectura no es hacer edificios, es hacer contexto”.