Mientras el ejército de Israel combatía a los amonitas, David que no fue a la batalla, vio desde su azotea a una mujer hermosa bañándose. Se encaprichó de ella hasta el punto de acostarse con ella, pese a estar casada. Cuando se enteró de que la había dejado embarazada, trató de ocultar su pecado haciendo volver a su esposo del frente durante unos días. No resultó, porque el hombre, un fiel seguidor de David desde hacía años, se negó a acostarse con su mujer mientras sus compañeros estaban en la guerra. Entonces David le envió de vuelta al frente, con un mensaje privado para su general: Debía colocar al pobre Urías en el lugar más peligroso de la batalla para que muriera.