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Tenemos la clave de nuestro futuro

La provincia de Ávila es un territorio de una riqueza patrimonial, histórica, cultural y natural envidiables. En sus poco más de ocho mil kilómetros cuadrados de extensión se conjugan multitud de paisajes; de biodiversidad; de costumbres; de vestigios que van desde la prehistoria a las culturas prerromanas, fenicia, visigoda, musulmana, judía y cristiana; e incluso de acentos de un mismo idioma, el español, que tiene en esta tierra una de sus cunas y de sus caminos referenciales por los que se extendió al Nuevo Mundo en los siglos XV y XVI.

Sin embargo, estas páginas que nos brinda El Norte de Castilla nos invitan a situarnos en una pista de despegue –como lo verán los optimistas– o al borde de un abismo –opción preferente de los pesimistas– que se llama ‘retos’, ‘horizonte’ o, en definitiva, ‘futuro’. Por mi parte, como orgulloso presidente de la Diputación de esta inigualable provincia, prefiero el camino del optimismo basado en el trabajo. Porque ni el patrimonio ni la historia ni la naturaleza ni la cultura nos van a permitir conquistar el porvenir si no nos ponemos manos a la obra las mujeres y hombres que ahora habitamos esta tierra. Que Ávila es desde antiguo tierra de municipalismo, donde los consistorios tienen un más que notable peso político, representativo, y me atrevería a decir que sentimental, es indudable. 247 ayuntamientos forman nuestro medio rural. Desde Blasconuño de Matacabras con sus catorce vecinos, hasta Arévalo con sus ocho mil, los cien mil abulenses que viven en nuestros municipios y los casi 60.000 que lo hacen en la capital son la clave de esos horizontes, retos y futuro que debemos encarar con decisión, unidad y capacidad de sacrificio.

La nuestra es una de esas provincias que están en el centro de eso que se ha venido en llamar la ‘España vaciada’, aunque yo prefiero llamarla la ‘España de las oportunidades’. Porque en Ávila hay mucho que hacer, que avanzar, que liderar y que construir. Nuestro país, con todas sus administraciones, tiene, entre otras muchas, una pregunta que hacerse y que no debe tardar en responder si no quiere que la respuesta no admita alternativas. ¿Quiere España convertirse, a la vuelta de 20 o 30 años, en un país demográficamente desierto en una enorme extensión de su territorio interior? Es obvio que, de entrada, nadie va a contestar que sí, y que muchos responderán clara y rápidamente que no. Pero esta cuestión no se resuelve con una simple palabra, hay que contestarla con políticas, con hechos, con recursos, con iniciativas, con atención, con mimo, con decisión… para que la respuesta sea la que deseamos y la que este país debe afrontar si quiere estar vertebrado, cohesionado y aprovechar todas sus potencialidades. En la Diputación de Ávila nuestro esfuerzo se centra en el día a día, en la gestión de los asuntos que atañen a los abulenses en el presente, pero sin olvidar que las luces largas, la altura de miras y la siembra inteligente son fundamentales si queremos ir más allá de este año o de este mandato político. De ahí que invirtamos en iniciativas y proyectos que fomentan el arraigo individual, social, económico y cultural. Los cielos nocturnos cuajados de estrellas, centro del proyecto Stellarium 5.0 para hacer de la provincia la referencia del astroturismo en el centro peninsular, dotado con 2,2 millones de euros; el Centro de Transferencia del Conocimiento del Plan Territorial de Fomento, con sus ejes en la automoción, la agroalimentación y las energías renovables, con un millón de euros de inversión; las ayudas al tejido industrial de la provincia -de 700.000 euros este año- para impulsar a autónomos y a pymes que dan servicios en nuestros pueblos; o la fuerza de Ávila Auténtica, nuestra marca colectiva que reúne a más de 300 empresas del sector hostelero, agroalimentario y gastronómico para abrirles puertas y escaparates de comercialización de primer nivel, son algunas de las decididas respuestas que damos a esos retos. Somos conscientes de que, para lograr ese ‘sí’ a las oportunidades necesitamos complicidades más allá de nuestra tierra, pero el carácter abulense nos marca que, antes de nada, hay que hacer bien las cosas aquí. Para lograrlo trabajamos, tanto la Diputación como los ayuntamientos, todos los días.

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