2 minute read
El municipalismo es el núcleo de nuestra democracia
Gobernar un municipio es uno de los retos más importantes de quien participa en política si tenemos en cuenta de que se trata de dirigir la Administración más próxima al ciudadano y la que pone a su disposición los servicios básicos, muchas veces desde la incomprensión y falta de apoyo de ejecutivos de un escalón superior que, por el hecho de estar sustentados por otro color político le someten a la marginación, lo que no deja de ser una falta total de responsabilidad.
La cercanía de los ciudadanos permite conocer sus problemas a pie de calle, a diario, y también, si ha sido posible resolverlos de forma inmediata, su gratitud. Es verdad que la burocracia, muchas veces desconocida hasta que no se forma parte de una corporación municipal, hace que el tiempo no corra a favor, como tampoco los escasos presupuestos, siempre que se quiera mantener un equilibrio impositivo.
Quizás en el municipalismo es donde menos peso debería tener una determinada ideología, precisamente porque se trata de resolver cuestiones prioritarias, desde un abastecimiento de agua hasta la recogida de residuos y limpieza de las calles o la seguridad. Sin embargo, en los presupuestos municipales se pueden establecer políticas sociales y priorizar a los sectores más débiles o a los barrios más necesitados, lo que diferencia los programas de los partidos, sobre todo a la hora de su cumplimiento.
No obstante, en los últimos tiempos, la tensión que se vive a nivel nacional, con la irrupción de partidos de corte populista, se traslada a las cámaras locales, perdiéndose la esencia para la que fueron concebidas, espacios de diálogo donde que se busca el beneficio colectivo de toda una ciudad, para pasar a ser foros en los que prima el horizonte electoral y partidista.
Todos y cada uno de los vecinos deberían pasar por la experiencia, no cabe duda que tiene su lado positivo, comenzando por el orgullo de servir a la ciudad que te ha visto nacer, crecer y ser el hogar de tu familia. Para una ciudad como Segovia, cuyo recinto amurallado y su acueducto están declarados por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, desde 1985, la responsabilidad se redobla porque, si bien estos valores culturales son punto de atracción de visitantes y permiten la creación de empleo y riqueza a través de los servicios, muchas veces supone asumir necesidades para el triple de la población empadronada, pero con los mismos ingresos. No se debería perder de vista continuar con el debate de la tasa turística que, siendo mínima por persona que pueda pernoctar en cualquier establecimiento hotelero, podría ayudar a compensar costes de servicios que se asumen solo por una parte, las personas empadronadas.
Las crisis de la Covid-19 y de la guerra en Ucrania han acelerado procesos de mano del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno de España. Los duros meses que hemos vivido con la crisis sanitaria, un tiempo en que los ayuntamientos se han encargado de atender y proteger a sus vecinos, han consolidado políticas públicas basadas en la sostenibilidad, la igualdad social y el impulso de la economía.
Aprovechar la oportunidad de estos fondos europeos es fundamental para hacer de nuestros municipios ciudades del siglo XXI. Muchas actuaciones no serán populares, sobre todo aquellas vinculadas a la movilidad, pero con el tiempo se verán los beneficios. ¿Acaso quien cuestiona 30 años después el corte de tráfico del acueducto y la peatonalización de su entorno?
No se puede plantear un futuro en una actividad económica como el turismo con el peligro de que el paisaje urbano se termine convirtiendo en un parque temático, con una presión de visitantes incómoda para los vecinos y una pérdida de latido de los barrios por el efecto de la gentrificación. En el equilibrio está la virtud.
Además de una permanente actividad cultural, la apuesta pasa por la actividad empresarial, partiendo de unas comunicaciones privilegiadas que le unen con importantes capitales, tanto en las tecnologías digitales, como en la industria. Después de 15 años, por fin ha visto la luz el desarrollo del área industrial Prado del Hoyo, con más de un millón de metros cuadrados para un centro logístico y puerto seco.
El municipalismo es el núcleo de la democracia, una tarea apasionante.