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Construir el futuro de la provincia

Cada vez que hablamos de cómo debemos afrontar el futuro, de cuáles son los retos a los que tenemos que dar solución, de cómo será la sociedad en la que vamos a vivir dentro de 10, 15 o 20 años, es muy probable que alguien a nuestro alrededor nos responda con frases inspiradoras, frases tipo «la mejor manera de predecir el futuro es crearlo» o «sé el cambio que quieres ser en el futuro». Frases inspiradoras que, más allá de quedar bonitas en un artículo o en una tablilla sobre el escritorio, solo aportan eso, inspiración, pero poco más.

Qué duda cabe de que el futuro lo empezamos a construir hoy con nuestros actos. Pero no es menos cierto que esos actos deben estar basados en un análisis profundo de la realidad de la que partimos y de las posibilidades que tenemos de actuar sobre dicha realidad para modificarla o adecuarla a las nuevas necesidades.

Por eso, hablar de futuro es, en primer lugar, hablar de presente. De la influencia que en nuestro hoy, en la realidad de nuestros pueblos, tienen ya elementos como la globalización, la digitalización, las nuevas necesidades energéticas o la sostenibilidad, entendiendo esta no solo como una cuestión medioambiental, sino también económica y social.

Para afrontar esas realidades, que condicionan el futuro pero son ya presente, es necesario seguir reclamando para el medio rural, en primer lugar, todo tipo de infraestructuras, servicios y tecnologías avanzadas, porque son imprescindibles para reactivar e impulsar el desarrollo de nuestros pueblos, ya que permitirán asegurar la posibilidad de que cualquier actividad empresarial y profesional se pueda desarrollar en el mundo rural con las mismas posibilidades que en las ciudades.

Estoy convencido de que, frente a los que se empeñan en hablar de

España vacía, nuestro mundo rural es un territorio lleno de oportunidades. Pero para desarrollarlas, tenemos que tener, en primer lugar, una política de estado favorable al mundo rural y, al mismo tiempo, una apuesta por la colaboración público-privada que haga posible el desarrollo de todas nuestras potencialidades.

Una política de Estado que debe tener en cuenta todos los eslabones de la administración, pero de manera muy especial a los municipios, pues son los que mejor conocen la realidad de su entorno más cercano y los posibles recursos endógenos que deban ser potenciados en cada momento, al margen de acciones comunes a desarrollar en todo el territorio.

Acciones que pasan por asentar población; visibilizar y potenciar el papel de la mujer; crear un ecosistema económico que haga atractivo el mundo rural para los jóvenes; apostar por la modernización del sector primario; ayudar a la mejora de la sostenibilidad de nuestras empresas; poner en valor los recursos naturales y la biodiversidad; entender la defensa del patrimonio natural, cultural e histórico como elemento dinamizador de la economía; reforzar las estrategias de movilidad y proximidad; o seguir entendiendo el turismo como recurso imprescindible. Son algunos de los ejemplos en los que debemos seguir trabajando.

Elementos que no solo aportan desarrollo económico. También cohesión social y territorial. Si somos capaces de dar respuesta a todas estas realidades de hoy, sí será verdad que estamos construyendo un futuro mejor para las personas que viven en el mundo rural de la provincia de Valladolid.

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