2 minute read

histórica

ceremonia en Londres

El nuevo monarca tiene frente a sí el reto de ganar credibilidad frente a las nuevas generaciones de británicos.

Advertisement

Ocho meses después de subir al trono tras la muerte de Isabel II, Carlos III fue solemnemente coronado el sábado junto a su esposa Camila en una fastuosa ceremonia, única en Europa, que el Reino Unido no vivía desde hacía 70 años.

En la suntuosa Abadía de Westminster, en el centro de Londres, el arzobispo de

Canterbury, Justin Welby, líder espiritual de la Iglesia de Inglaterra, depositó sobre la cabeza del monarca, de 74 años, la corona de San Eduardo. No había sido llevada por nadie desde la coronación en 1953 de su madre, fallecida en septiembre.

La multitud reunida en las calles de Londres, pese a la lluvia, estalló en gritos de júbilo.

La reina Camila, de 75 años, fue coronada seguidamente.

Después, de regreso al Palacio de Buckingham tras su segunda procesión del día escoltados por miles de militares en uniforme de gala, los monarcas aparecieron en el balcón para saludar.

Desde allí presenciaron un desfile aéreo acortado por el mal tiempo.

Carlos III y Camila salieron acompañados por miembros de la familia real, pero sin el príncipe Enrique, hijo menor del monarca de 38 años, que mantiene tensas relaciones con la monarquía y acudió a la ceremonia sin su esposa Meghan, quien permaneció en California, en Estados Unidos, con sus dos hijos.

“¡DIOS SALVE AL REY!”

Los herederos de la corona, Guillermo y Catalina, de 40 y 41 años, tuvieron un lugar estelar en el desfile y la ceremonia religiosa, puntuada por cánticos corales, sermones y lecturas de los evangelios, concebida según un fastuoso ritual prácticamente inmutable desde hace mil años.

Estaban acompañados por unos 2,300 invitados, entre ellos figuras como la primera dama estadounidense Jill Biden, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y los reyes Felipe VI y Letizia de España, además de cientos de representantes de la sociedad civil británica.

Enrique se sentó discretamente junto a sus primos en la tercera fila.

“¡Dios salve al rey Carlos!”, gritaron los asistentes dando inicio a la ceremonia con este reconocimiento, acompañado de una fanfarria de trompetas, después de que Carlos III y Camila entraran vestidos con capas ceremoniales tras una primera procesión en carroza desde el Palacio de Buckingham.

Con la mano sobre la Biblia, el rey prestó juramento. Después, en la parte considerada más sagrada de la ceremonia, el arzobispo Welby ungió las manos, el pecho y la cabeza del monarca, oculto de la vista por una pantalla.

Sustituyendo el tradicional homenaje de los aristócratas, el religioso invitó entonces a todas las personas, desde donde estuviesen viendo o escuchando la coronación, a jurar lealtad al nuevo rey, una primicia histórica que busca la democratización de la ceremonia, pero que provocó fuertes críticas de los antimonárquicos.

Joyas Y Ropajes De Oro

Aunque el rey quiso una ceremonia más moderna y sencilla que la de su madre, en un contexto de grave crisis por el disparado coste de la vida, se utilizaron tres coronas engarzadas de diamantes: una para Camila y dos para Carlos III, ya que la de San Eduardo solo se lleva en el momento preciso de la coronación.

También varios ropajes antiguos bordados con oro que el rey fue vistiendo progresivamente durante la ceremonia, tres cetros, una espada cubierta de piedras preciosas y un par de espuelas de oro.

Siguiendo las convicciones ecologistas del monarca, el óleo utilizado en la unción fue vegano, aunque consagrado como exige la tradición en la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén.

Hoy domingo se celebrarán comidas vecinales en todo el país y un gran concierto pop en honor del monarca frente al Castillo de Windsor, al oeste de Londres.

El lunes, que será feriado, la pareja real llamó a los británicos a realizar tareas de voluntariado.

This article is from: