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El juguete rabioso

Méndez Vides

La vida convulsa y breve de Roberto Arlt ha sido objeto de múltiples biografías y comentarios en Argentina por cuanto contiene de sorprendente. Nació en Buenos Aires en 1900 y murió en la misma ciudad porteña 42 años más tarde. Escritor autodidacta, se dedicó a la literatura en el tiempo que le dejaba libre el ejercicio del periodismo, o los diferentes oficios que requirió para sobrevivir. Su primera novela, El juguete rabioso, se continúa leyendo en la actualidad con gran interés, a pesar de la salpicadura de expresiones en lunfardo y el tono romántico e idealista de la época.

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La novela dibuja las tribulaciones de la vida en los barrios bajos de una gigantesca ciudad latinoamericana, formada por inmigrantes desheredados.

Buenos Aires aparece repleta de gallegos comerciando libros, alemanes al frente de las carnicerías, judíos regatones, quienes tienen en común el simple afán de la supervivencia. En medio de esa jungla aparece el protagonista, Silvio Drodman Astier, quien tiene una especie de juventud infeliz, repleta de carencias, compensadas por la picaresca amistad de inocentes ladronzuelos. Su primer aventura es convertirse en ratero y, al lado de los amigos, realiza el acto vandálico primigenio de asaltar una biblioteca. ¿A quién se le ocurriría hoy tamaña aventura?

La meta es vender los libros que constituyen el botín, pero incautos ladrones educados, dudan sobre qué obras apartar para su lectura y cuáles negociar.

El joven protagonista está lleno de sueños y ambiciones, porque en medio del tortuoso recorrido “nunca me resignaría a la vida penuriosa que sobrellevaban naturalmente la mayoría de los hombres”; adolescente con la firme convicción de haber nacido para disfrutar del destino grandioso. Limpiador de pisos, mensajero que de noche se pasaba las horas leyendo para aprender, planificando inventos. Iba de la literatura a la mecánica, seguro de que llegaría el momento cuando resultaría siendo reconocido como alguien importante. Y llega su oportunidad, gracias a sus cualidades intrínsecas gana el ingreso a la Fuerza Aérea, donde se entrenará para mecánico de aviones. Al principio, lo motiva su disposición a aprender, pero ya en los estudios intima con las autoridades, que notan en él demasiado empeño y mejor lo despiden, argumentando que “aquí no necesitamos personas inteligentes, sino brutos para el trabajo”.

A un intento de suicidio, le sigue la aceptación del trabajo cualquiera como fuente de supervivencia. Se acomoda y aprende a vivir entre rufianes, transitando por los mercados, desilusionado de la ciencia y las letras. Producto de su condición, Silvio se llena de resentimiento y en contra de los valores que a principios del siglo XX se pregonaban y respetaban, es impulsado a la traición, a la delación, como última y máxima negación ante el fracaso. La desilusión es extrema y la moraleja descorazona.

Roberto Arlt fue al principio un autor menospreciado en Argentina, pero con el paso del tiempo se le llegó a querer y admirar. Lastimosamente, murió joven. Hoy en día es uno de los fundadores de la literatura argentina del siglo XX, que tuvo grandes representantes, y El juguete rabioso es una de las novelas vitales. Vale la pena leerla.

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