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Monólogo y mausoleo
La persecución, el terror y la represión principian contra críticos, opositores y disidentes, hasta que gradualmente alcanza a buena parte de la ciudadanía.
Al inicio una parte de la sociedad contempla con indiferencia la persecución, pues la polarización exacerba los ánimos rápidamente y los odios y la represión se generalizan: solo hay perseguidores y perseguidos.
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La mayoría de perseguidores que no son radicales ni extremistas genuinos, eventualmente se transforman en perseguidos, en razón de la falta de militancia y convicción… Al final nadie escapa de la ferocidad atroz de la élite fascista y tiránica, ni siquiera muchos de los supuestos dirigentes, pues más temprano que tarde llegan a ser señalados de sospechosos.
Si no que lo digan Mao, Stalin y Hitler, asesinos en masa, genuinos genocidas, que terminan por “liquidar”, incluso a miembros de sus círculos de confianza, en prevención de cualquier disputa innecesaria de poder.
La dictadura velada o explícita como solución a nuestros problemas, a la postre es suicida, como remedio, en un contexto de monólogo y mausoleo.