Suplemento Cultural Contenido 12-01-13

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Maracay, Sábado 12 de enero de 2013

Crónicas del Olvido

El Mago o “la tercera realidad” ALBERTO HERNÁNDEZ

1.-

R

yunosuke Akutagawa nada muy bien en las aguas del cuento. Maestro del género, lo sabemos cercano a nosotros gracias al cine. Hace ya algunas décadas, leímos Rashomon, cuento que conjugado con las imágenes del relato En el bosque dio origen a la película Rashomon, dirigida por Akira Kurosawa, donde destaca el alejamiento de los japoneses de ciertas tradiciones. En este filme los personajes revelan muchos de los problemas que, por occidentales, afectaban al pueblo nipón. Akutagawa regresa a nuestra memoria gracias a la traducción de trece de sus cuentos realizada por el reconocido Ryukichi Terao, quien contó con la colaboración del escritor venezolano Ednodio Quintero, quien también escribió el prólogo para la publicación del libro de relatos El mago (Barcelona, España, 2012), en la editorial Candaya. El mago es un milagro literario que nos aproxima a lo mejor de la literatura de ese muy lejano país. Pero también es una polémica silenciosa. Podría pensarse que lo afirmado por Daisuki Ikeda -en el prólogo del libro La noche anuncia la aurora (Emecé editores, Buenos Aires 1985), diálogo en el que participan René Huyghe y el mismo Ikeda- se debate la relación de ambos hemisferios culturales "Ahora bien, diría yo que la morada en que vivimos no se ve amenazada por una tromba que aparece en el horizonte, sino que está amenazada por sus propios ocupantes -los hombres, rivales en la carrera del lucro- que se disputan los muebles, que arrancan los cielos rasos, las tablas de los pisos, que socavan los pilares y tienden así a derrumbarla". La imagen podría resultar exagerada, pero no quedan dudas de que ocurre algo en el ambiente que flota aún en las líneas narrativas de Akutagawa. Al-

gunos cuentos de este libro que Candaya lanza al mundo delinean eso que muchos han dado en llamar la "decadencia" del Japón y que nuestro autor nos hace ver a través de la película de Kurosawa. 2.El primer cuento, el que le da nombre al libro, es uno de los más japoneses. Es, a juicio de este lector, el más cercano al espíritu nipón junto a "Blanco" y "Crónica de una deuda liquidada". Todos los relatos fueron escritos con elegancia y delicadeza, próximas a las de Kawabata en las novelas País de nieve y Kioto. Estas características se notan en el uso de las imágenes, en el ritmo de las acciones. Por supuesto, el paisaje del también autor de Diario de un muchacho atiende más a la mirada inmediata. Akutagawa se detiene con más paciencia y atención en los personajes, a quienes rodea de problemas, los que alarga hasta convertirlos en una atmósfera con cierta tensión psicológica. Este maestro japonés del cuento cabe perfectamente en la expresión "La armonía es la piedra angular del equilibrio", que Huyghe usara para hablar de la clave acerca de los dos bloques culturales. Cada relato de nuestro autor desvela la mira-

da inasible del budismo, donde el mundo objetivo y el mundo subjetivo se debaten para dar paso al yo y al no yo. Estas dos instancias aparecen como una "tercera realidad", que es el arte. Es decir, Akutagawa roza la teoría de Huyghe y participa en el diálogo desde los personajes, como queda visto en el cuento "El baile de Akiko", tan francés, tan Maupassant, para decirlo con la perspectiva de Ednodio Quintero. Se trata del relato menos nipón, el más occidental, el más diplomáticamente occidental. En "El Cristo de Nanking" el autor revela la tensión que Oriente y Occidente siempre han tratado de disimular. O al menos de maquillar a través de los negocios. Esta vez a través de la religión. Un problema de fe. Se trata de una historia en la que una joven prostituta es contagiada de sífilis. La mujer tiene que abandonar el oficio del cual viven ella y su padre enfermo. La mujer se dedica a rechazar a todos los clientes hasta que aparece un extranjero (mitad japonés, mitad norteamericano) quien la "enamora" a través del ofrecimiento de muchos dólares y por su parecido con un Cristo que ella tenía puesto en la pared. Años después, un japonés que hace de narrador silencioso entera al lector de que el tal extranje-

ro no es ningún santo sino un aventurero llamado George Murry, quien se ufanaba de haber tenido relaciones con una muchacha china porque lo creía un enviado de Dios. Murry -dice la voz del japonésenloqueció al enterrase de que tenía sífilis, mientras la joven, gracias a la fe en el personaje a quien creía su salvador, se cura. El relator japonés, personaje circunstancial, decide no revelarle nada a la muchacha, quien siguió su vida "con la cara resplandeciente mientras masticaba las semillas de sandía". En este relato se puede asimilar esa tensión entre ambos bloques culturales. Oriente se venga de Occidente. Oriente derrota a Occidente. Occidente enloquece. Oriente sigue vivo. No obstante, existe un elemento catalizador: quien provoca la crisis es un mestizo. Un hombre que tiene sangre oriental y sangre occidental. La paradoja da paso a la moraleja. 3.Los ojos rasgados del Buda, los que ambulan por el archipiélago, por las tierras de la antigua China, por la curva silenciosa de unos labios que pronuncian el universo con tanta lentitud, están presentes en estos relatos. Pero también los ojos reconocidamente abiertos en el autorretrato de Van Gogh, que son los mismos

de Chejov, Borges o Edgar Allan Poe. O del Cristo. Es decir, el rostro de dos mundos que expresa igual número de miradas. Si bien Akutagawa recibió la sospechosa influencia de los prenombrados, también es cierto que su obra se sostiene en el "dolor" permanente de la crisis del espíritu japonés. De allí que haya sido considerado el más importante de los cuentistas de esa lejana nación, por su apego a sus tradiciones genéticas que convirtió en expresión universal. La publicación de estos trece cuentos nos acerca a un escritor que, pese a haber sido traducido a varios idiomas, es prácticamente un desconocido. He allí la importancia de su salida al campo de los lectores. Hay otros sabores cercanos a este hoy convulsionado, como los de Haruki Murakami o Banana Yoshimoto, quienes seguramente tuvieron que aprender mucho de quien hoy nos ocupa. Japón es todos ellos, pero queda en El mago la ilusión de haber leído lo que aún nos queda por leer de ese extraordinario país, tan misterioso como la mirada oblicua del Buda en medio de la noche. Dejemos, para completar, las palabras de Quintero al arbitrio de nuestros curiosos lectores "Para una mejor comprensión de la obra de Akutagawa, aun cuando demos por sentado su originalidad y la impronta de su genio, no deja de ser útil recurrir a los autores que están en la génesis de su creación. La relación de Akutagawa con sus maestros, Natsume Soseki y Mori Ogay, al igual que con sus contemporáneos Shiga Naoya, Nagai Kafu y Tanizaki es muy importante de dilucidar aun cuando no sería pertinente en estos casos hablar de influencias". La "tercera realidad" recurre sin dilación a las páginas de este tomo que Candaya ha sabido escoger para lanzarlo al mundo, tanto al occidental como al oriental donde el español es idioma de muchas bocas con variados sabores y acentos.


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Pronto volverán los buenos tiempos JOSÉ YGNACIO OCHOA

Pronto volverán los buenos tiempos" dirigida por Sergio D' Angelo con un guión construido por el propio D' Angelo y el actor Jorge Rodríguez. Esta propuesta evidencia una inexorable búsqueda hacia la identificación del hombre con su imaginario, con aquel otro mundo interior, acá importa poco lo que pueda suceder en el "afuera", es más importante lo que sucede en el mundo del personaje y su relación volátil que establece con sus sueños o sus fantasmas pero que se regodea en esa cápsula creada por su condición de hombre que se ve solo ante la despedida física de su esposa, amartela o amada. Es una realidad que se superpone a las temáticas de la cotidianidad para abrirle paso a una condición cercana al universo poético. Es una metáfora que cobra vida con el pensamiento puesto en el pasado por un hombre que se sabe solitario, es una especie de soledad ritualizada desde la ausencia de ese ser querido. La propuesta no es fácil de digerir por el tratamiento o por la forma de concebirla. Es como un poema materializado en escena, por eso insistimos que no es nada fácil, pero el atrevimiento de D’ Angelo lo lleva a desentrañar caminos desde las imágenes poéticas para llegar a lo que se pretende: la imagen única de cada función. Es un desconsuelo por esa partida de su amartelada, es una presencia agónica del sentimiento. Esa imagen de la mujer está representada en escena por Paula Fontán, quien no tiene texto alguno pero se justifica sus apariciones y digo apariciones pues ella, esa imagen que va y viene conduce al personaje a darle continuidad a la historia como si ella fuese eso, una imagen etérea recordada contantemente por el personaje solitario. La iluminación merece un comentario pues marca en gran medida los cambios emocionales del personaje encarnado en Jorge Rodríguez quien le da vida a un personaje contradictorio pero sublime en su pensamiento hacia la mujer amada, decíamos de la iluminación creada y ejecutada por el director, pues cree-

mos que solo él conoce el ritmo, los tiempos de las acciones, es la indudable complicidad creadora <de la cual hemos hablado en otras oportunidades> debe existir entre director y actor para poder acercarse a las imágenes soñadas por el personaje. El recurso utilizado en donde la imagen se superpone es un recurso cinematográfico pero utilizado en este caso con ecuanimidad y logra las imágenes deseadas. Son como señales que se van vislumbrando en la medida que se ejecutan las acciones y se clarifica, si es que existe alguna posibilidad de esta, cuando se da la función. Esto demuestra que el ejercicio escritural y sobre todo el que está cercano a la condición poética puede ser susceptible al juego y creación de imágenes desde el es-

pacio escénico. Entendemos que para llegar a esas imágenes y mantenerlas debe existir un criterio de creatividad correspondido con el sentimiento de poeta. Es como crear un poema en cada función, solo que éste es imagen ante el público. Destacamos la presencia del títere ejecutado por Claudio Casal quien con su participación conforma otra imagen dentro de escena para delinear el estado sublime del personaje ente la historia de él. Es el títere quien de alguna manera le dice en qué plano está el personaje o bien en el mundo terrenal o en otro mundo que pertenece solo a su mujer deseada. La puesta denota un trabajo laborioso que permite destacar el goce estético que tiene el artista por la propuesta. El teatro es eso encanta desde la mirada del público. Encanta

porque permite ver otros mundos ficcionados. Encanta porque le arranca emociones a quien lo siente desde la cercanía de su respiración en tanto el actor lo transmite con su talento. Otro aspecto importante a destacar es el tratamiento que se le da al espectáculo o las artes desde la inter-

Ficha artística:

vención de la casa (Palpa 3742) común para luego ser transformada en un recinto para las artes escénicas. Es un digno esfuerzo que bien podría emularse. El caso de la Compañía Fantasma dirigida por Sergio D' Angelo y su bella gente augura éxitos en lo sucesivo. Buenos Aires, agosto 2012

Actores: Jorge Rodríguez Paula Fontán Titiritero: Claudio Casal Guión: Jorge Rodríguez Sergio D' Angelo Asistentes: Roberto Di Nicola Patricia Ossorio Preparación vocal: María Chemes Fotografías: Carolina Feity Coordinación y realización de títere: Javier Swedzky Música: The Beatles Dead Can Dance Harald Weiss


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Poemas que matan ROBERT SALADRIGAS

Se sabe que Ovidio, el gran poeta latino, fue condenado al destierro en la más remota provincia romana del Mar Negro, Torni, en la actual Rumania. Sus culpas, dice él, fueron "un error y un poema". Al parecer al emperador Augusto, restaurador de la moral del imperio, no le gustaban sus obras libertinas y menos aún sus actitudes vitales del mismo tipo. Y durante los últimos diez años de su vida, Ovidio se la pasó escribiendo versos tristes e inútiles epístolas repetitivas en las que rogaba que intercedieran por él ante el emperador para que lo dejara volver a Roma, o siquiera a una provincia más cercana de la capital. Desterrado, solo, sin amigos ni familia, murió en el año 18 de nuestra era. Que un solo poema pueda provocar semejante castigo parece un asunto del mundo antiguo. Pero no. Acantilado, la exquisita editorial catalana dirigida por Jaume Vallcorba, acaba de reeditar uno de los libros de memorias más importantes del siglo XX, y en este se demuestra que esto no es así. Se trata del único libro escrito por una mujer extraña, diminuta, altiva y de gran inteligencia: Nadiezhda Mandelstam. Nadiezhda, en ruso, quiere decir Esperanza, y el título de sus memorias es ya un juego de palabras: Contra toda esperanza. Estas no son, sin embargo, memorias para combatirse a sí misma, sino un grito herido y una denuncia feroz contra los horrores del estalinismo, pero sobre todo una evocación minuciosa de la obra, la prisión, el destierro, la locura y la muerte de su marido, el gran poeta ruso Ósip Mandelstam. En ese largo canto de amor a su marido (más de 600 páginas de prosa limpia y dura, que no cede ni una sola vez al sentimentalismo ni al fácil efectismo de la conmiseración), la señora Mandelstam empieza por transcribir el poema que llevaría a su marido a la desgracia. Se trata de unas cuantas estrofas compuestas a finales de 1933, que nunca fueron si-

quiera publicadas en vida del autor, pero que ya a principios de 1934 lo llevaron a la cárcel. El poema habla del dictador y dice cosas sencillas como que cuando ellos se atreven a hablar, mencionan siempre a Stalin en voz baja. O que "sus dedos gordos parecen grasientos gusanos / y de su boca caen como pesas las palabras". Habla también de "la chusma de jefes flacos que lo rodea / infrahombres con quienes él se divierte y juega", y termina declarando de qué modo "las ejecuciones son un don bendito que regocija su

ancho pecho". El poema se atrevía a decir, con elegancia, cuáles eran los crímenes de Stalin y empezó a circular de boca en boca, entre unos pocos amigos, hasta que alguno de ellos -quizá más por miedo que por deseo de traicionar- denuncia a Mandelstam ante los comisarios. Ahí empieza la persecución: primero el aislamiento en la cárcel, las torturas leves, los interrogatorios, el proceso, el confinamiento en un pueblo remoto, el perdón aparente, y la solución final. Como en el caso de Ovidio (también Mandelstam, tomándolo como

modelo, escribirá sus versos tristes desde el destierro), la mu e r t e l e l l e g a r á t r a s p a sar unos años en los campos de S t a l i n . A l l a d o d e U n mundo aparte de Gustav H e r l i n g -otro testimonio durísimo sobre los Gulag- estas memorias de Nadiezhda Mandelstam -minuciosas, obsesivas, precisas- nos hablan de ese otro horror del siglo XX, la dictadura de Stalin en la Unión Soviética, un poco opacado por el Holocausto y las grandes obras que se escribieron sobre el mismo (Levi, Améry, Kertesz), y también por el disi-

mulo de muchos intelectuales de izquierda de Occidente que no quisieron ver lo evidente. Incapaz siquiera de soportar un poema crítico, en todo fanatismo se incuba el campo de concentración. Cuando uno ve lo que dicen fascistas y comunistas en las redes sociales (que quienes escriben cierto tipo de críticas deberíamos estar presos, exiliados o muertos), se da cuenta de que el huevo de la serpiente, la semilla del mal, está siempre viva en la mente de los fanáticos, y por eso debemos vivir con los ojos muy abiertos.


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Poemas de Ricardo Mejías LAS CASAS YA NO TIENEN ZAGUÁN Visito el caserío donde te conocí alguna vez busco una casa de zaguán grande donde el sol entraba de rodillas y la luna extenuada arrastraba sus sábanas. Recuerdo que por el patio pasaba un río despertando al sándalo y al romero para perfumar el día y nos hundíamos en él como parte de la espuma y al salir ya no éramos el mismo fuego ni la misma sed. Vuelvo hoy con la libertad descalza de puntillas como el silencio y encuentro que las casas ya no tienen zaguán. Mi cuerpo es desierto navegado por balandras que no llegan los peces se aman en el fondo de la arcilla tan solo queda un sorbo para un colibrí en mis venas cada grieta cada rincón cada hendija es sequía en espera de tu lluvia por todos mis adentros. Libres las estrellas desfilan sacudiendo sus espigas voy siguiendo sus rastros. El tiempo hace ruido en los zapatos y recuerda lo que dejé atrás. Debo encontrar el sitio exacto donde sembré la primera luz.

solo dos instantes de aliento

Estamos desnudos

solo un intento de poema.

somos dos palabras sobre la nieve

Hay que irse poco a poco como las hojas

con acentos diferentes en idiomas diferentes

siempre hay lugar en el viento para ello

sin sentido sin querer decirse sin querer llamarse

irse y dejar la casa desvestida sin los abrigos de la memoria

solo dos sonidos que se aferran

con las ventanas abiertas al asomo y los rincones poblados de ausencias.


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