Suplemento Cultural Contenido 23-09-12

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Maracay, Sábado 22 de septiembre de 2012

Crónicas del Olvido

Silva a las desventuras en la zona sórdida ALBERTO HERNÁNDEZ

miserias "Salve desventurada zona/ de aquello de lo que somos/ hijos y padres, / y que anhela contar/ su leyenda,/ sabiendo, en todo caso,/ que nada vale la pena.// Ni el silencio". Con razón la voz de Bello en el epígrafe nos conmina a vernos a los ojos "No te detenga, ¡oh Diosa¡/ esta región de luz y de miseria".

Foto Vasco Szinetar

1.-

E

n algún lugar de la desmemoria colectiva, Andrés Bello se pregunta con tropical insistencia "¿Por qué ilusión funesta/ aquellos que fortuna hizo señores/ de tan dichosa tierra y pingüe y varia, / el cuidado abandonan/ y a la fe mercenaria/ las patrias heredades, / y en el ciego tumulto se aprisiona/ a míseras ciudades, / de la ambición proterva/ sopla la llama de civiles bandos, / o al patriotismo la desidia enerva…?". En algún sitio del olvido han quedado estos sonidos, este instante cuando el viejo autor, derrotado por tanto ruido, se marchó a otros espacios geográficos. Silva a la agricultura de la zona tórrida no sólo es un canto a los dones de la tierra. A la flora y a la fauna sino al hombre que vivía con ellas. Es un canto donde "la lisonja seductora" es también parte de un "ruinoso juego". Es decir, este largo poema es una indagatoria, un inventario de conductas donde un verso habla "del engreído mando en la tribuna". También es un poema político, un poema que revisa el discurso de quienes se han apoderado de la tierra, de quienes la llenaron de vicios, de quienes han hecho de ella recargo ideológico, falaz imagen de sus intereses. En homenaje a quien se negó a regresar a su tierra, el poeta Harry Almela escribió el poemario Silva a las desventuras en la zona sórdida (Ediciones Estival, Maracay 2012), donde dialoga con Bello y desentraña el "paraíso perdido" que significó la imagen de esa tierra desde la infancia y desde la edad otra de quienes aún creen que vivimos en el Edén. El juego con el título del antiguo poema desnuda el presente, le quita la piel a la

"agricultura" y a una región que fue tórrida, como tórrida fue la relación que fue un día y hoy es sórdida licencia del "brillar en torno aceros homicidas". 2.Tres geografías contiene este libro de Harry Almela: Mientras crece el semeruco, Postales y Silva a las desventuras en la zona sórdida. Tres tópicos que recogen tres libros donde el autor se somete al texto de Bello y viaja con él por distintos sitios donde verbaliza distintas desventuras. El tercer título, el que hace maromas con el de Andrés Bello, elabora una poética en la que el tiempo del viejo maestro se estaciona en el texto de Almela: allí se fijan el clima y los colores, metáforas y distancias. El autor recoge aromas de matas: nombra el cadillo, el culantro, la pira y el mastranto de memoria. El paisaje adquiere instantes de añoradas costumbres y disloca perspectivas, como si un túnel del tiempo trasladara objetos de un lugar a otro. La nostalgia también viaja en este desvelo poético "Ya no hay bicicletas, / ni sillas de madera

recostadas/ en las puertas de las casas,/ sosteniendo voces que murmuran/ cosas de otra edad". Pero antes, al comienzo, el saludo clásico, la entrada que da pie para, desde un yo renuente, preguntarse; "¿Cómo puede un frágil recuerdo/ ascender hasta el poema?". La teoría emplaza la osadía: la realidad se hace palabra. Un ruido confuso se convierte en música. Y luego: "¿De cuál ciénaga estéril/ intenta retornar ese chubasco, / ese aroma de hierba ensangrentada?". También "¿Puede la palabra/ profanar el sosiego, / la presencia?". Bello hace silencio. El diálogo inconcluso destaca más adelante la angustia de quien escribe con la intención de saber de los hechos que este hoy sufre con la falsa máscara del pasado "La lengua de pensar/ y de explicar/ se destroza/ bajo los cascos hirsutos/ que han regresado/ a devorarnos". "La desventurada zona" es este tiempo verbal con trozos de imágenes en las que Bello ambulaba haciéndose preguntas. Así, para rematar, el poeta Almela hunde la daga en la antigua desazón de nuestras

3.Mientras florece el semeruco es el yo actual, presente del autor. En estos poemas Harry Almela regresa a la visión de un hoy desde el cual invoca al viejo maestro, pero más, pide a la poesía que no lo salve de nada, y "Abandóname desnudo a la intemperie". Esta exigencia es una justificación para confirmarse parte de la gramática de su existencia en la "desventurada zona" de estos días "Vivo en una calle llena de mendigos, / en una ciudad de árboles que arden tercamente/ bajo el Sol detenido del verano". Y así hasta el fondo del poema donde "la vida continúa, inocente, desde su precipicio". A cierta hora el odio se concentra, se hace ingrediente del pesimismo "Esta parece, al fin, / la hora de la bestia". Se trata de un sujeto, de un "hombre que ahora escribe/ se debate solo/ entre la tempestad y la niebla". Los poemas de este periplo hincan la piel. Y a sabiendas de esta afirmación, Almela se vale de Fito Páez y Joaquín Sabina para darse un paseo por el mundo, y seguro se sentía extraño como aquellos forasteros de la Venezuela de 1810 que don Andrés Bello destacó en su Calendario Manual y Guía Universal. La infancia se detiene en una ventana y desde allí es junio y las guerras interiores. Y así "El gato traslúcido/ se asoma en la ventana/ y modula su maullido eterno". El exilio voluntario, a la sazón para descubrir el otro yo del naufragio, se hace dolor en medio de todos los sueños. Por eso, "El mundo y

yo no lo tenemos fácil". La poesía también se exilia, se muda, se arranca la piel: la zona sórdida se siente de esta manera: "Los amigos se han hundido/ en el fondo de su plato sombrío.// He visto sus mariposas negras/ aletear dulcemente en mi almohada// (…) "los que se han ido/ cada vez están más solos". El poema se alarga como un animal eléctrico. Canta y calla. Se mueve y se detiene. El yo se hace muchos y desaparece. Y una parábola lo destaca "Mientras tú y yo nos malgastamos/ en varios intentos por componer/ lo que Dios ha abandonado.// Mientras tú y yo nos consumimos/ frente a una taza de café caliente…", hasta advertirnos parte de "los daños colaterales" que orillan el poema, que son la realidad de otro texto. Hasta la consigna que sacó a la muerte del juego político, mas no del colectivo ciudadano. Postales dice países y ciudades que el ojo del poeta ha visto o ha advertido desde sus desgracias, calamidades o frágil felicidad. Desde Haití, pasando por Praga, Ocumare de la Costa, Florencia o Cubagua, la voz de Almela no deja de revisar y decir del horario de sus desdenes y alcances. Deja al final el pueblo donde respira y se ahoga a las orillas de un lago que hoy es un terrible atentado, "Este poema no quiere ser feliz. // Solo desea levantar la muralla/ contra el mundo atroz que lo alimenta.// Ya no hay Arcadia azul,/ ni esponja dormida. / Solo humo y cadáveres (…) Desde aquí escribirás a tu demonio/ al linaje vehemente que desgasta, / al sueño de panal que te devora" (…). Al cierre, el poeta teoriza, lo hace en prosa para precisar el país que lo escribe y donde escribe. Desde Vuelta a la patria hasta Mi padre el inmigrante, Rafael Cadenas y muchas sensaciones, el poeta Almela vertebra esta intensidad titulada Silva a las desventuras en la zona sórdida.


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Maracay, Sábado 22 de septiembre de 2012

Cementerio General de Altagracia de Orituco CARLOS A. LÓPEZ GARCÉS Cronista de Altagracia de Orituco

E

l patrimonio histórico municipal es el conjunto de bienes tangibles e intangibles, públicos y privados, que pertenecen al municipio como institución y le sirven para estudiarle los ayeres a las comunidades que lo integran, con el propósito de generar saberes para enriquecer y facilitar el entendimiento del proceso histórico de esas localidades y, por ende, del propio municipio. Uno de esos bienes es el Cementerio General de Altagracia de Orituco, que está ubicado en la calle Vuelvan Caras, extremo sur de la calle Gil Pulido; comenzó oficialmente a funcionar, aún inconcluso, el 26 de septiembre de 1885, por decisión del general Adolfo Chataing, primera autoridad civil del otrora distrito Guzmán Blanco y Presidente de la Junta de Fomento de dicha obra, que también integraban Adolfo Antonio Machado y Reinaldo Alva. La utilización de esta necrópolis sin haberse concluido fue determinada por la epidemia de fiebre amarilla que azotaba a la comunidad altagraciana y a la falta de espacios donde enterrar a los numerosos muertos en el antiguo y pequeño cementerio que había sido construido en 1847. Aquella epidemia fue la que causó mayores estragos en la población gracitana del siglo XIX, tanto que el cuartel sur-este de ese nuevo cementerio estaba totalmente saturado de cadáveres a finales de noviembre de 1885, cuando los casos de esa devastadora enfermedad ya habían disminuido significativamente. La fabricación de este cementerio estuvo a cargo del alarife Simón Hernández; fue subvencionado por el gobierno del Gran Estado Guzmán Blanco, entonces presidido por el general Francisco Tosta García. En 1886, cuando ya estaba concluido y con el regocijo del general Ramón Galíndez, quien fungía como en-

cargado de la primera autoridad civil del distrito, fue colocada en su centro la Cruz del Perdón y fue bendecido por el presbítero Alberto González, párroco de los altagracianos. Los enterramientos en el Cementerio General de Altagracia de Orituco solo fueron interrumpidos por un lapso históricamente breve, cuando se alegaban las condiciones inapropiadas del terreno y los nuevos cadáveres eran sepultados en otro camposanto, que fue construido en el actual sitio de Las Mayitas, en el sureste franco de Altagracia de Orituco, en 1911, el cual fue usado hasta que, igualmente por lo inadecuado de los suelos, fue retomada la decisión de continuar enterrando en el Cementerio General, abierto en septiembre de 1885. La falta de espacios para nuevos difuntos en ese cementerio motivó su clausura el 3 de abril de 2007, mediante Decreto N° 006-2007 dictado por el autor de este trabajo, entonces Alcalde del Mu-

nicipio José Tadeo Monagas del estado Guárico, quien, en esa misma fecha y por medio del Decreto N° 007-2007, lo declaró Patrimonio Histórico Municipal. No obstante, es factible suponer que ha sido común la profanación de tumbas con el fin de exhumar osamentas antiguas y utilizar las fosas viejas reconstruidas para nuevas inhumaciones en el Cementerio General de Altagracia de Orituco, con lo cual se habría violado reiteradamente la condición de patrimonio histórico de ese bien municipal. Lo más grave es que la propia Alcaldía del Municipio José Tadeo Monagas del Estado Guárico, desde mayo del año 2012, ejecuta arbitrariamente ciertos trabajos modificatorios en ese Cementerio General gracitano, que incluyen: demolición de la pared correspondiente a la fachada norte; reconstrucción de este mismo muro sobre un espacio de la calle Vuelvan Caras, a un metro, aproximadamente, de

la antigua pared para ampliar el Cementerio en ciento cuatro metros cuadrados; construcción de acera nueva; colocación de tejas criollas en la fachada principal; construcción de osarios (desacordes con nuestra cultura) en la parte posterior de la nueva pared y vía de acceso a ellos sobre la acera vieja, con el fin de reactivarlo; reconstrucción del friso de la fachada principal; pintura general, etcétera. Llama poderosamente la atención que esos trabajos han sido ejecutados sin respetar las normas legales que los regulan, máxime si se trata de bienes municipales con carácter de patrimonio histórico. Entre esas transgresiones pueden mencionarse las siguientes: uno, utilización de un espacio público, como lo es la calle Vuelvan Caras, para ampliar el Cementerio sin la desafectación previa por parte del Concejo orituqueño, en concordancia con el artículo 700 del Código Civil; dos, modificaciones de la integridad de

ese patrimonio histórico sin asesoramiento del Cronista Municipal, según lo establecido en los artículos 15 y 17 de la Ordenanza sobre Acervo Histórico del municipio José Tadeo Monagas del estado Guárico, que está vigente desde el 16 de septiembre de 1991, y en los artículos 4 y 5 del Decreto N° 007-2007, de fecha 3 de abril de 2007, mediante el cual fue declarada patrimonio histórico municipal esa propiedad altagraciana; tres, pretensión de reactivarlo sin acatar el articulado del Decreto N° 006-2007, de fecha 3 de abril de 2007, por medio del cual fue clausurada esa necrópolis, y sin la opinión del Ministerio del Poder Popular para la Salud, expresada en informe técnico respectivo; cuatro, incumplimiento de instrumentos jurídicos municipales, a pesar de la obligatoriedad de hacerlo, de acuerdo con lo señalado en los artículos 54 y 88 de la Ley Orgánica del Poder Público Municipal. Asimismo, puede sospecharse que esas obras no están autorizadas por ingeniería sanitaria. La conservación del patrimonio histórico municipal es materia de interés para todos los habitantes del municipio, quienes deben tener la suficiente e intrínseca disposición para defender los bienes comunes, que están vinculados a la identidad colectiva, y procurar acciones con el propósito de contrarrestar la comisión de actos irregulares que atenten contra la integridad de los mismos. Esto explica la necesidad de estar conscientes de nuestros valores culturales, que motive la unidad popular indispensable para lograr la preservación y defensa del patrimonio identificador común. La falta o insuficiencia de este recurso entraba la consecución del objetivo y fue determinante para facilitarle a la Alcaldía del municipio José Tadeo Monagas del estado Guárico la ejecución arbitraria de trabajos modificatorios de la integridad del Cementerio General de Altagracia de Orituco; sin embargo, queda la esperanza de la aplicación de ciertos correctivos para solventar las alteraciones allí cometidas.


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Entretextos

Parece que fue ayer FRANCISCO ARÉVALO

N

ovelar tiene sus complejidades, cuando el norte es la estética y no hay una distracción en el camino que desvirtúa y convierte la obra en mera intención. Es así que por lo general quedan para la historia pocas novelas ciertas, con musculatura, que han calado en el colectivo y se mantienen en el tiempo. Pero también las hay puntuales, que son como un coitus interruptus, acordes con los tiempos, entran en esa categoría odiosa llamada el libro del momento o de moda. Por lo general no me llevo como lector por la moda, no sigo esa corriente que después de leer al semiólogo y poeta francés Roland Barthes he logrado digerir, eso se me parece mucho a esos estúpidos que andan por allí abjurando del libro impreso o la prensa porque y que destruye el planeta y representa cada ejemplar un árbol caído al servicio del consumismo. Mi pregunta sería si los aparatos con que ellos se distraen o acceden a la información o al conocimiento son hechos con cultivo de aire o cagarrutas de chivo; acaso no es con polímetros no biodegradables y otros componentes químicos que sí dañan en serio, que hasta una tronera le han hecho al cielo. El otro caso es los que han tratado de hacer de la escritura una feria de vanidades, un escaparate donde guardar cursilerías y bolserías, en ella entran arregladores de almas (los autoayudados); los animadores de TV y radio o mas bien del absurdo, una cáfila de farsantes que intentan trivializar la inteligencia escrita pero que tienen punto y aparte en esa carrera porque en el fondo carecen de la estética debida que los hace quedar por siempre. Todo entra por el aro de la diversidad: tienen su derecho, aunque tengan a su disposición los elementos mediáticos que hacen ver lo blanco negro y viceversa, que como catapultan también desechan con el arma del silencio adrede. En el mundo lo que sobran

son idiotas y eso no está en discusión, seamos metodológicos, como siempre me repite mi alter ego, el problema es tratar de que no le congestionen los caminos a uno, que no

se lo siembren de ortiga o lo llenen de viscosidad mal oliente, esto va para los que no creen en los libros escritos en papel, que por supuesto no sentirán ninguna emoción to-

cando un anticuario que date de principio de la era cristiana o uno mas cercano del siglo XIX cuando se empieza a novelar en serio y es cuando se empieza también con discipli-

na emocionante a descubrir el paradigma de los símbolos escriturares que llevan a inventar un mundo aparentemente mejor. Quisiera saber si el sexo también ellos se han planteado hacerlo desde esas pantallitas de cristal líquido, entre píxeles y otras maravillas que nos prometen sustituir casi todo por lo virtual. Una buena novela se disfruta teniéndola en las manos, ojeándola, curucuteándola -en mi caso subrayándola-, es como la relación amor-sexo, se toca, se palpa, se disfruta de los sonidos, las texturas y otros componentes que llevan al éxtasis, así es para mí la literatura, un acto apasionante, lleno de abstracciones y coloridos que me hacen cada día más humano, que me abre nuevos mundos y me saca por momentos de la incertidumbre, de este mundo incomodo pero delicioso que me vacilo hasta sus golpes de rabadilla y sus flatos, porque en esta tierra de gracia eso es lo más seguro que tenemos, junto a los predios de thanatos, siempre pendiente de alimentar a sus mascotas: los gusanos. Parece que fue ayer. Denzil Romero. Planeta, Biblioteca Andina. 215 páginas. Las relecturas son para mí un retorno a olores, sabores y hechos históricos. La primera vez que leí esta novela sabrosa de Denzil fue hospitalizado, era diciembre de 1992, me reí con lo que llevaba implícito una raja en el abdomen, fui ubicando cada uno de sus protagonistas: ilustres habitantes de la Sabana Grande de duendes noctámbulos que se bebían hasta las gotas de rocío. Es la narrativa florida de uno de nuestros mejores escritores y que no tengo ninguna reserva en decirle amigo lector que si consigue esta novela en algún anaquel cómprela y disfrute del verdadero bolero recreado a partir de la alegría y el dolor que lleva en sus adentros, hoy este periplo rocolero tiene más vigencia que nunca, aunque los escenarios hayan desaparecido y los protagonistas casi todos también. Es la Venezuela que ya se bifurcaba, que ya se le empezaban a ver las costuras.


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Paul Valery: El cementerio marino (I) VERSIÓN DE MANUEL CABESA

I. Prefacio en cinco voces.

P

or más que parezcan corresponderse entre sí las lenguas son distintas, están separadas por abismos (…) El poema, el poema traducido que aspire a existir de nuevo en la segunda lengua deberá mantener en todo momento la conciencia de su condición de otro, de su cualidad de distinto, de su situación de separado. (Paul Celan).

No se traduce lo que se quiere, sino lo que se debe. Hay poemas que nos hacen señas de llamada como una mujer. Pero hay llamadas que se pierden en el vacío. Su eco se extingue, sin haber provocado una respuesta. Anunciaban posibilidades que no cobraron realidad. (…) Hace falta algo más que una mera llamada, para que se tienda un puente. El grito tiene que llegarnos una y otra vez, ir calando lo hondo, persistir, estimular. Al cabo, súbitamente, saltan los diques. Lo afín corre al encuentro de lo afín, un alma se reconoce en la otra, y se acepta. Sólo así comprendo yo la actividad del traductor. Es la respuesta a las solicitaciones del espíritu creador. Es la forma más válida de la aprobación. (E. R. Curtius). Leer poesía traducida es aceptar que uno está perdiéndose en el mejor de los casos entre la cuarta parte y la mitad de lo que hay en el original. Leer poesía traducida de una lengua que uno ignora por completo es saltar al vacío. (Antonio Muñoz Molina). Traducir es tomar unas palabras y convertirlas en palabras absolutamente distintas que prodigiosamente han de decir lo mismo que las primeras. (Justo Navarro). Traducir es una de las formas más cumplidas de admirar… Por desgracia, no siempre el tamaño de la admiración garantiza la generosidad de la empresa. El admirar, que es noble, porque habla de la generosidad del alma de quien admira, no necesariamente se muda en resultados felices. (Alejandro Oliveros).

II. El cementerio marino 1 ¡Ese techo tranquilo donde marchan las palomas, Entre los pinos palpita, entre las tumbas; En el Mediodía justo compone sus fuegos La mar, la mar siempre recomenzando! Oh, recompensa después de un pensamiento Como una larga mirada sobre la calma de los dioses. 2 ¡Qué puro trabajo de fina claridad consume Muchos diamantes de imperceptible espuma, Y qué paz parece concebirse! Cuando sobre el abismo un sol reposa, Labores puras de una eterna causa, El Tiempo destella y el Sueño es saber. 3 Estable tesoro, templo simple para Minerva Masa de calma, visiblemente reservada, Agua parpadeante, ojo que guarda en ti Tanta somnolencia bajo un velo flamígero, ¡Oh, mi silencio... Edificado sobre el alma, Más que armazón de oro con mil tejas. Techo! 4 Templo del tiempo, que sólo un suspiro resume, A este punto puro, yo asciendo y me acostumbro, Todo rodeado por mi mirada marina; Y como a un dios mi ofrenda suprema, La centelleante serenidad siembra, Sobre la altitud, un desdén soberano. 5 Como la fruta que hasta el fondo se saborea Y como en delicia se cambia su ausencia, En una boca donde su forma muere, Yo aspiro aquí mi futuro humo, Y el cielo canta al alma consumida El cambio de las riveras en rumor. 6 ¡Bello cielo, verdadero cielo, mírame, qué cambio! Después de tanto orgullo, después de tan extraña Ociosidad, pero pleno de poder, Yo me abandono al espacio brillante, Sobre las mansiones de los muertos pasa mi sombra, Aprisionándome con su frágil movimiento. 7 ¡El alma expuesta a las antorchas del solsticio, Yo te sostengo, admirable justicia De la luz de las armas sin piedad! Yo te devuelvo pura a tu lugar primero; ¡Mírate!... Pero devolver la luz Supone de la luz una mitad sombría. 8 ¡Oh, para mí solo, a mí solo, en mí mismo, Cerca de un corazón que es fuente del poema, Entre el vacío y el puro acontecimiento, Espero el eco de mi grandeza interna,

Amarga, cisterna sombría y sonora, Sonando en el alma un vacío, siempre futuro! 9 ¿Tú sabes, falso cautivo del follaje, Golfo comensal de esos magros enrejados Sobre mis ojos cerrados, secretos deslumbrantes, Qué cuerpo me arrastra a su fin perezoso, Qué frente le atrae sobre esta tierra ósea? Una centella y pienso en mis ausentes. 10 Cerrado, sacro, plenitud de un fuego sin materia, Fragmento terrestre ofertado a la luz, Este lugar me place, dominado por las antorchas, Compuesto de oro, de piedras y de árboles sombríos, Donde tanto mármol tiembla sobre tantas sombras; La mar fiel dormita sobre mis tumbas.


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