Autografía de un rio

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Nicolás Capdevielle P

Autobiografía de un río


Autobiografía de un río


Autobiografía de un río © Nicolás Capdevielle Colección El libro hecho en casa. Serie ecología. © Para esta edición: Fundación Editorial El perro y la rana, Sistema Nacional de Imprentas. Red Nacional de Escritores de Venezuela Depósito Legal: lf: 402201148001506

ISBN: 978-980-14-1880-1 Plataforma del Libro, la Lectura, el Pensamiento y el Patrimonio Documental: Jairo Brijaldo Diagramación: Jesús Castillo Impresión Frank Torres

Correo electrónico: sistemadeimprentasyaracuy@gmail.com

El Sistema Nacional de Imprentas es un proyecto impulsado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura a través de la Fundación n Editorial El perro y la rana, con el apoyo y la participación de la Red Nacional de Escritores de Venezuela. Tiene como objeto fundamental brindar una herramienta esencial en la construcción de las ideas: el libro. Este sistema se ramifica por todos los estados del país, donde funciona una pequeña imprenta que le da paso a la publicación de autores, principalmente inéditos.


Prólogo Sola y triste debe ser la vida para quien no tiene memoria que se remota más allá de su edad biológica, porque aunque hay quienes no dejen de empeñarse en la tarea de decir que nuestros pueblos no tienen historia, hoy se multiplican los testimonios de que este aserto es una equivocación más, que data de la ignorancia de descubridores y conquistadores, cuya obra de destrucción, sin embargo, no pudo con la exuberancia de la naturaleza en América y, mucho menos, con la intrepidez del aborigen americano. Allí, en lo alto, donde están sus nacientes, yérguese la vegetación crecida espontáneamente para protegerlo de la acción erosiva de los vientos y para atraer el agua de las nubes, pero hasta allí ha llegado y llega la depredación: primero, en hachas que una a una practicaban la deforestación, lenta pero dañina al fin y, luego, sobre el lomo de grandes máquinas que masivamente arrasan las zonas montañosas para beneficiarse con la explotación de la madera y enriquecer así a unos pocos poderosos enemigos del equilibrio biológico, con lo cual se afecta consecuentemente al río que identifica y da sustento al ser yaracuyano. A menos han venido así, nacientes, afluentes y contribuyentes, por lo que eufemísticamente se llama “tala indiscriminada”, porque en realidad se trata de un crimen ecológico, como creemos que está tipificado en la recién promulgada Ley Penal del Ambiente. Pero no sólo es la tala. También lo son las deficiencias municipales que permiten y convierten en cloaca el cauce del río, donde desembocan excrementos, aguas negras, y desperdicios que lo contaminan y sedimentan, así como la también contaminante acción de las industrias que drenan sus aguas servidas y sus residuos químicos a través de las corrientes naturales, salvo contadas excepciones, atentando no únicamente contra el agua en sí, sino también contra la vida animal y vegetal que tiene su hábitat fluviátil, y contra la existencia de su humana vecindad. Pero hay quienes saben muy bien, pormenorizada, esta historia. Hay quienes tienen memoria a través de los libros, de los testimonios orales de los habitantes de las márgenes fluviales y, ancestralmente sienten en su sangre el llamado aborigen para defender, exaltar y protestar por este atentado secular. Entre ellos,


sin menoscabo de ambientalistas, geólogos, etnólogos que han asumido la defensa de la humanidad, destácase aquí un médico estudioso y preocupado, que se ha erigido en interlocutor del río Yaracuy y ha querido verter en estas páginas el clamor de su río. Este médico es el sanfelipeño Nicolás Capdevielle Peralta. Médico, a tiempo completo dedicado a la pediatría, días tras días auscultador de la vida infantil; día tras día investigador de los avances de la ciencia médica para actualizarse en conocimientos y prácticas, es uno de los más destacados profesionales aferrado al ejercicio cotidiano. Dadas las características del autor de este libro, quien por lo demás es un asiduo lector e investigador en el campo social, cuyos frutos se asoman con asiduidad en páginas periodísticas y otras publicaciones especializadas, no es de asombrarse que insurjan ahora con la Autobiografía del Río Yaracuy, producto de su capacidad memorística, de su lectura e investigación, de su amor por los elementos y la tierra de sus antepasados, de su poder de captación y de su facultad para expresarse con sencillez, precisión y estilo que colinda con lo poético, con lo mágico maravilloso que en América tiene antecedentes tan honorables y honrosos como el de Miguel Ángel Asturias, biógrafo del Hombre de Maíz. Inagotable el tema ambientalista. Ambicioso sería pensar que pudiera agotarse, pero en el muy modesto criterio nuestro, esta Autobiografía del Río Yaracuy, aparte de la expresión literaria, aporta elementos de juicio técnicos y científicos, datos estadísticos, testimonios que estamos seguros no dejarán de ser útiles para gobernantes y empresarios, a fin de que intenten y adopten las medidas que la realidad, la ciencia y la tecnología aconsejen como las más viables, oportunas y duraderas, con miras hacia el futuro; para los educadores, específicamente, el compromiso de difundir desde sus cátedras la lección de iaracuyanidad que nos da Nicolás Capdevielle Peralta en estas páginas y, para todos, particularmente para los yaracuyanos, Dios quiera que este libro haya de servirnos para estimular con multiplicidad el amor a la defensas de nuestro patrimonio-ambiental San Felipe, enero de 1994 Ricardo Proaño Brunis

Nota Introductoria Con esta pequeña obra doy cumplimiento a la sentencia popular de que cada hombre debe tener un hijo, sembrar un árbol y escribir un libro. Así que este modesto escrito dedicado a nuestro Río Yaracuy, en sus aspectos más resaltantes, quiere compendiar las tres propuestas: tener un hijo es proyectarse al futuro, escribir un libro es también lanzar un dardo hacia el porvenir, y sembrar un árbol es prolongar una vida a través de nuestras manos. Nace, pues mi criatura, fruto de largos meses de investigaciones bibliohemerográficas y testimoniales, en el momento en que nuestro Estado, al igual que casi toda la geografía del planeta Tierra, se encuentra conmovido por el furor ambientalista y por la adquisición de una profunda conciencia acerca de esta materia, de una ética ecologista frente a la amenaza del deterioro irreversible de nuestro medio ambiente. Ve la luz cuando ya en Venezuela se vislumbran encendidas polémicas acerca de las implicaciones y connotaciones que lleva implícita la ecología. Desde la Cumbre Ambientalista de Río de Janeiro, efectuada en junio de 1992, hasta la materia debatida al momento de escribir estas líneas, en la localidad de Molina, Málaga, acerca de “Literatura y Compromiso”, una de cuyas ponencias “Ecología y Literatura” congregó a conocidos escritores Latinoamericanos como Abel Posee, Mario Benedetti, Jorge Amado, Augusto Roa Bastos y otros, a objeto de constituir una trinchera de defensa del medio ambiente. En nuestro país se maneja una gama de posiciones, desde los radicales hasta el otro extremo de quienes llegan a expresar: “Si tenemos que sacrificar nuestra libertad por salvar algo, que de todas formas tiene el germen de su autodestrucción en sí mismo, entonces prefiero vivir libremente en un mundo de cenizas y basuras y no encadenado al bucólico paraíso terrenal que nos están ofreciendo a cambio de nuestra abulia y conformismo”.


Muchas de estas conductas frente al ambiente obedecen a intereses de poderosos sectores económicos, ahora reactivados por la puesta en vigencia de la Ley Penal del Ambiente. Opinamos que si el autor de las palabras antes citadas llama libertad a los actos de derribar árboles impunemente, quemar la vegetación, saquear los lechos de las quebradas, asesinar las especies animales y envenenar las aguas, tampoco nosotros queremos esa clase de libertinaje, y es obvio que polemicemos y salgamos al paso a estas posiciones contradictorias. Mi trabajo trata de sembrar una ética ambientalista de equilibrio, con nuestro golpeado Río Yaracuy relatando su drama vital, bajo el impacto del hombre insertado en la naturaleza como un depredador inconsciente y no como un catalizador de equilibrios. Es esta la conciencia que deseamos despertar en el pensamiento y en la acción en los pobladores de la cuenca del Yaracuy. Si lo logramos en alguna medida, estaremos sumamente complacidos.

NCP

Retazos Históricos

Darle voz a los silencios de nuestra historia. Darle vida al pasado Para que tengan vida el presente y el futuro Carlos Fuentes

Autobiografía de un río Nicolás Capdevielle P. Mientras riegue mis valles el río Yaracuy que mi nombre me ha dado, de la unión federal seré Estado y mis pueblos tendrán mi albedrío. (Estrofa del Himno del Estado Yaracuy)

Todo recuerdo de una vida dibuja o desdibuja sus orígenes, quienes somos, de donde venimos y hacia donde vamos. Esto parece fácil concebirlo en los ríos que según el decir del poeta “Nuestras vidas son como los ríos, que van hacia el mar que es el morir”. Pero al irles contando la magnitud de mi tragedia vital se irán dando cuenta de que la muerte me amenaza en cualquier recodo antes de llegar al mar, antes de que mis cantarinos labios alcancen a besar el salitre del azulado piélago. Para mí, parece que la vida se hubiese iniciado cuando el alemán Nicolás Federman, uno de los Welseres, divisó mis riberas en 1531 y me comparó con el hermoso Rhin de su país, en aquella reseña de su viaje publicada en alemán en 1557. Pero ese no fue


sino el primer encuentro mío con los blancos y mi tardía irrupción en la historia. Antes yo existía innominado, entonando canciones que me acompañaban los guijarros y los pájaros de mis márgenes y el silbido de los árboles azotados por la suave brisa. Era entonces el producto de una depresión o fosa que después llamaron tectònica y mucho más tarde Turbio Yaracuy. Avenada por una de las dos vertientes, esa depresión que me alimenta tiene suelos inclinados desde el pie de la Sierra de Aroa, con un subsuelo tipo deltaico y en gran parte arenoso, llanuras aluviales. Es que en pretéritas eras geológicas esta llanura era una prolongación tierra adentro del Golfo Triste, que para alegría nuestra debiera llamarse Golfo Yaracuy. Solo en el Oligoceno Inferior, nuestras tierras quedaron libres de agua y de disposiciones de origen marino. Los suelos continuaron azotados con frecuentes convulsiones sísmicas, originándose plegamiento y levantamientos. Estos movimientos fallísticos produjeron hundimientos del terreno en la época en que Los Andes iniciaban su levantamiento. Así nació nuestra fosa tectònica con sus dos vertientes: una con pendiente al Mar Caribe y la otra que va al Atlántico por intermedio de la Hoya del Orinoco, como el Río Turbio y otros que avenan al Portuguesa y al Apure. Al irse levantando el litoral marino, los ríos aportaron estos materiales aluvionales originando conos de deyección, que unidos formaron un plano inclinado piemontano, el cual fue empujando mi cauce hacia el Sudeste, hasta lanzarme al pie de las montañas de Nirgua. Cuando recuerdo estas incidencias, siglos me parecen minutos y los milenios semejan horas, todo lo contrario sucede cuando esperamos, como espero yo mi redención o rehabilitación que parece transcurrir en desesperantes centuria Tiempo después comenzó a llamárseme “IRACUY”, que en lenguaje aborigen significa ir a coger agua muy lejos. El valle donde discurría y transcurría mi existencia era nombrado Vararida o Uadabacoa y, Valle de las Damas por los intrusos, antes de que la denominación mía se hiciera extensiva a él. En las cercanías

moraban mis propias gentes: por Nirgua los aguerridos Jirajaras o Jiraharas, por Cuara (Campo Elías y Chivacoa) habitaban Caquetíos, Chipas y Noaras, por Guama e Iboa se desplazaban los Guayones y también Chipas y Caquetíos, entre Guama-Cocorote y lo que es hoy San Felipe correteaban los Guayones, Ayamanes y una rama de los Jiraharas más pacíficos que los de Nirgua. Así, mis amigos, que al presentírmeles debo decirles que soy un río que pertenezco a la vertiente yaracuyana del Mar Caribe. El río Aroa, situado más al Norte, es mi compañero de Cuenca. Mi origen se encuentra en el cerro La Enjalma, parte septentrional de Urachiche, contribuyendo a mi formación una serie de manantiales y riachuelos que descienden de la Sierra de Aroa. Aparte de los escasos kilómetros que transito por la umbrosa selva de María Lionza, en el resto de mi travesía tengo las características de un río de llanuras. La mayor parte del año me desplazo plácidamente adosado al pie de las montañas de Nirgua, quietud que a veces interrumpo con furiosas crecidas y encrespados torrentes. En esta rutina diaria recorro 135 kms hasta mi desembocadura en Boca Yaracuy, en el Golfo Triste del Mar Caribe, en la confluencia de límites Falcón-Yaracuy-Carabobo. En este trayecto mi profundidad varía entre 0.3 mts en los tramos más superficiales, hasta 3 mts en los más profundos. Esto no fue siempre así: en época remotas fui navegable; por mi cauce subían y bajaban hasta El Chino las balsas y canoas, pequeñas embarcaciones que llevaban el preciado cacao y otros frutos hasta Puerto Cabello, transbordando en Tucaras, y de ahí a los mercados internacionales. También los contrabandistas holandeses e ingleses, procedentes de Curazao (arrebatado por Holanda a los españoles en 1634) y de Trinidad (dominio ingles desde 1797) y de otras islas del Caribe, se internaban en mis intrincadas riberas para realizar sus ilícitas transacciones comerciales. Cerca de mi desembocadura y en mis caños y vericuetos me fue familiar la espigada figura del zambo Andrés López del Rosario- “Andresote”, quien entre 1730 y 1733 fue el primer rebelde que se alzó en el siglo XVIII contra la Guipuzcoana y el


poder de la Corona Española, transitando mis dominios desde su base de Riecito y del Río Aroa. Para esta época de la Colonia se creó la Ronda del Yaracuy, cuerpo militar para misiones fiscales. Tuve el gratísimo honor de conocer al padre de nuestro Libertador, quien también actuó militarmente en mis dominios fluviales. En efecto, Don Juan Vicente Bolívar y Ponce falleció en Caracas el 9 de enero en 1786, cuando su esclarecido hijo contaba sólo 3 años. En su testamento, al enumerar con orgullo sus títulos, expresa: “Coronel del Batallón de Milicias de Blancos Voluntarios de los Valles de Aragua, Comandante de Su Majestad de la Compañía de Volantes del Río Yaracuy”. Para que se den una idea de la magnitud de mi caudal, a principio de este siglo XVIII, citaré la obra de Pedro José de Olavarriaga, titulada “Instrucción General y Particular del Estado presente de la Provincia de Venezuela en los años de 1720 y 1721”. Este libro es quizás el primer estudio realizado en Venezuela con cierto rigor científico, apoyado en encuestas y datos comprobados, lo cual le confiere un incalculable valor documental. Fue reeditado por la Academia Nacional de la Historia, con nota prologal de Mario Briceño Perozo en 1965 y en 1981 por Cadafe. En una de su partes dice de mí: “El Yaracuy empieza y sale de un cerro llamado Samuraco, cerca de 100 leguas de la Costa, siguiendo las vueltas que hace; el cual cerro está entre las jurisdicciones de Nirgua y Barquisimeto; es navegable desde Los Cerritos, que son 30 leguas distantes de la Playa; a su boca tiene 64 pasos geométricos de ancho y es hondo bastante para que entren balandras en él; el terreno que orilla este río es bueno y de buena calidad para trabajarlo. La mucha cantidad de árboles que los cargan son todos buenos para cualquiera obra de carpintería como cedro, cedro blanco, atata, guayacán y otros! Si realizamos juegos imaginativos viendo una balandra adentrada en Boca de Yaracuy, rodeada de balsas, chalanas y canoas, intercambiando lienzos, vinos, quesos y prendas de vestir, por cacao, café, pieles, añil, granos diversos y multicolores

guacamayas, para luego emprender el viaje de regreso río arriba, es seguro que las nuevas generaciones pensarán que se trata de ciencia ficción o de una historia fabulada. Todavía, a finales del siglo pasado, se constituyó una compañía con el objeto de restablecer la navegación fluvial en mi cauce. Tal iniciativa se abandonó por lo irregular de mi corriente y porque no se justificaban los altos costos que significaba canalizarme y dotarme de embalses `para poder utilizarme como vía de comunicación hacia el mar. Pero basta ya de seguir hablando de asuntos románticos ni halagándome la vanidad refiriéndoles estos pasajes de la historia de mi vida, cuando en realidad existen otras cosas trascendentes que prioritariamente deben ser centro de la atención de ustedes y de la mía. Se separó este relato en capítulos, apartes o subtítulos para la comodidad de quienes se dignen leerme y así evitarles la incomodidad y el fastidio de una lectura corrida (después de todo, soy un río y no un escritor).


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División de mi curso

DIVISION DE MI CURSO …y piedras que han pasado por la mano del hombre, y arenas solitarias, y lamentos del agua en cauces penumbrosos, Vicente Gerbasi

Por algunas razones fisiográficas los entendidos en esta materia me han dividido en tramos o secciones: Alto, Medio y Bajo Yaracuy. Otros incluyen el embalse Cumaripa como un tramo más, y para ello tienen sus razones valederas. De tal manera que les hablaré de las tres primeras secciones, dejando un capítulo aparte para el mencionado embalse, por su importancia en mi hidrografía y en los aspectos ecológicos. El Alto Yaracuy se extiende desde mi nacimiento ya descrito hasta el área inundable del embalse con una longitud de 14 kilómetros o mejor 21,4 kilómetros hasta la presa, la que a su vez se encuentra a 110 kilómetros aguas arriba de mi desembocadura en el mar. En este tramo, sobre todo por encima de la confluencia del río Urachiche tengo en mi lecho muchas piedras de acarreo y cantos rodados, y mis riberas son bastante bajas. Mi pendiente media de cauce es de 31 por mil y hasta la prensa dreno una superficie de 430 kilómetros cuadrados. Estas aguas del Alto Yaracuy hasta Cumaripa, las consideran como propias para uso doméstico, con la sola adicción de desinfectantes para acondicionarla al uso humano, y también para industrias que requieran agua potable. Por el contrario, las aguas del embalse pueden usarse en el abastecimiento de agua potable, aunque como Subtipo 1B, acondicionada mediante tratamiento de coagulación, floculación, sedimentación, filtración y cloracion. Mi tramo llamado medio Yaracuy se extiende desde la presa o “tapón” de Cumaripa hasta Puente Peñón, con una longitud de 52 kilómetros. Como Puente Peñón está a 58 kilómetros aguas arriba de mi desembocadura en el mar, ese lugar está en la mitad de mi recorrido desde la presa hasta el mar Caribe, aproximadamente. En este tramo dreno una superficie de 762 kilómetros cuadrados y tengo una pendiente media de 22 por mil. En esta sección intermedia, mis aguas se catalogan como propias para uso agropecuario, con riego para cualquier cultivo,


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con la excepción de hortalizas y otros renglones que se consumen crudos. Mi tramo final es el Bajo Yaracuy, donde me deslizo 58 kilómetros aguas abajo desde Puente Peñón hasta Boca de Yaracuy, en el Golfo Triste. Sigo conservando casi todas las características del Medio Yaracuy hasta la desembocadura del río Taría en mi cauce, situada a 18,3 kilómetros aguas arriba del mar. A partir de este lugar mi pendiente es menor (Entre 0.80 a 12 por mil) y mi cauce se alza, o sea, que se torna más llano por disposición de sedimentos. Estos factores crean graves problemas de extensas áreas inundadas. Hace varios años el antiguo Ministerio de Obras Públicas trató de subsanar esta problemática del anegamiento de mis riberas, construyendo desde El Chino (Km 46) y en un trayecto de 37 kilómetros, bermas o terrazas para controlar los deslizamientos de las crecientes. Pero esta vez fue peor el remedio que la enfermedad: Las bermas comenzaron a derrumbarse, a permitir peores anegamientos por sus grietas, a depositar mayor cantidad de sedimentos, provocando reducción del canal desde el Km. 9 (donde terminan las bermas) hasta el Km. 4. De manera que estas obras “protectoras” de ingeniería me han hecho más incapaz de manejar las crecidas. Desde 1989 el Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (MARNR), con la colaboración del sector privado, trata de controlar esta situación mediante costosas operaciones de dragado, que facilitan el libre fluir de las aguas crecidas Mis aguas en el Bajo Yaracuy son del Tipo 4, propias para fines recreacionales, sobre todo en el litoral marino o sector costero. Pero debido a mi alta contaminación este uso debe quedar cuestionado, sobre todo en actividades que requieran contacto personal o humano, total o parcial a pesar de que en esta clasificación no se menciona uso industrial que no requiera agua potable, existe una toma de 600 litros por segundo a 4.2 Km. de mi desembocadura para servir a Venepal para sus procesos industriales.

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Mis Afluentes La distribución fisiográfica de mi margen izquierda en mi tramo alto y medio, es una red hidrográfica paralela con afluentes que en mi mayoría provienen de la Sierra de Aroa, con cabeceras situadas en alturas que oscilan entre 1.200 y 1.600 metros sobre el nivel del mar. Esta orilla se encuentra dentro de un cono aluvional con escurrimiento en terreno suelto y con gran poder de arrastre de sedimentos. En cambio, mi ribera derecha se considera como un sistema déntrico-rectangular, con suelos más resistentes a la erosión, por lo menos en mis tramos alto y medio, con vegetación protectora más estable, sin transporte de grandes masas de sedimentos y con pendientes medias del 10 por mil. Por lo tanto, ese material de mi lecho constituido en su mayoría por arena y limo, en el Medio y Bajo Yaracuy, sin grava ni piedras, sino en contados sitios, como en El Peñón y El Chino, se debe en gran medida a las características de mi orilla izquierda, la más conflictiva y golpeada. Me viene preocupando, y debe preocuparles a ustedes también, el gran aumento de ese material fino en suspensión que se viene depositando en mi tramo final, con la agravante de que últimamente se incrementa también el acarreo por mis afluentes de materiales más gruesos, cuya presencia se explica por el agravamiento de los procesos erosivos. Voy a hacer alusión a mis principales afluentes, pero para que ustedes se informen tempranamente de la degradación biológica y la devastación de mi cuenca, les iré describiendo sucintamente mis afluentes Llámese así el material de desecho descargado al medio ambiente, tratado o no, que contamina los suelos y en particular, mis aguas). En el aparte de Fuentes de Contaminación nos detendremos más en esta materia, que ensombrece mi presente y mi porvenir.


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Tributarios del Alto Yaracuy Río Urachiche: Su llegada se produce a siete kilómetros de mi nacimiento y a 128,74 kilómetros aguas arriba de mi desembocadura en el mar. Acarrea aguas servidas del poblado, tratadas en lagunas de estabilización. Quebrada de Sarurito: Me llega a nivel del Km. 123,02 de mi desembocadura y a 12 kilómetros de mi origen. Esta quebrada me trae las aguas servidas de Chivacoa, que reciben tratamiento en una laguna, estando prevista la construcción de otra. En el Central Matilde, al final de la zafra, cuando el efluente diluido no se utiliza en funciones de riego, es descargado en mi lecho a través de este afluente llamado Sarurito, que también acarrea descargas de las granjas avícolas de Promasa y de Humberto Rodríguez Figueroa. En este mismo tramo del Alto Yaracuy recibo también el río Sarare, cerca del caserío Cumaripa, y la quebrada de Quiballo, famosa por las prácticas de hechicería en honor a la Reina María Lionza.

Tributarios del Medio Yaracuy Quebrada La Yamaro: Viene a caer en mi curso en el Km. 108.13, aguas arriba de Boca de Yaracuy. Este es un efluente de Promasa tratado con clarificador y dos lagunas de estabilización que sirven también a la planta de Cerámicas Caribe y la granja avícola de Proagro. Rió Guama: Nace en la montaña La Pedrera, en la Sierra de Aroa, al norte de Guama, recibiendo en su trayecto las quebradas Agua Linda, Las Rodonas, el Limazo, Macanillal, Loma Redonda y la Palmera. Desemboca en el Km. 99.61 aguas arriba del mar, cerca de Pueblo Nuevo. Por medio de él recibo las aguas servidas de Guama, tratadas en una laguna de oxidación, y de otra

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laguna de tratamiento que me atrae también las aguas cloacales de San Pablo. Río Cocorote: Nace también en la Sierra de Aroa. Es poco importante como efluente ya que permanece seco durante el verano. Al igual que la quebrada La Virgen, provoca torrentosas crecientes durante el invierno. Río Yurubí: Sus cabeceras se encuentran en la Sierra de Aroa, al Norte de San Felipe. Desemboca en el Km. 82.36 del mar Caribe. Este río, otrora orgullo de los habitantes de San Felipe, acarrea las aguas servidas de esta ciudad, Tenería Ipaca, Matadero Municipal y de Cocorote. Cerca de La Marroquina recibe un efluente de la granja La Esmeralda que alberga 10 mil cerdos. Cuando enfoquemos los problemas de las fuentes que me contaminan nos detendremos más en la tragedia de este querido tributario. Quebrada Guarataro: Llega a mi cauce en el Km. 66.59 aguas arriba de mi desembocadura en el mar Caribe. Por intermedio de ella recibo desechos de algunas explotaciones agropecuarias, pero también entre 1988-1989 se denunció el rebose de un pozo de vinazas, sustancias altamente contaminantes vertidas en mi curso, por un mal tratamiento de estos desechos por una conocida industria. Río Cocorotico: Desemboca en mi curso, a nivel del Km. 59.36. Por intermedio de él recibo descargas de granjas porcinas y establecimientos comerciales de El Peñón.

Tributarios del Bajo Yaracuy: Quebrada Marín: Llega a mi curso en el Km. 56.06. Acarrea aguas servidas del pueblo de Marín, tratadas en una laguna de oxidación;


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además, recibe residuos de una quesera. Siguen tres efluentes muy importantes en cuanto a descargas contaminantes:

pueblo de su mismo nombre, este río tuerce paralelamente a mi curso, pareciendo que entabláramos una charla acerca de nuestra común desventura. De pronto cambia su dirección nuevamente hacia el norte, viniendo a mi encuentro, encontrándonos en el Km. 17.23, cerca de El Vegote y la Hoya, después de atravesar en su trayecto pequeños poblados y explotaciones agropecuarias, siendo su principal efluente los desechos de una granja porcina de 8 mil cerdos, situada en La Raya. Por esta misma orilla derecha recibo los caños Uramita y Copra, en un suelo cenagoso y anegadizo.

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Central Cryca: Su efluente llega a mi curso en el Km. 53.75 después de recibir tratamiento en dos lagunas. Mocápel: Desemboca en el Km. 52.09. Su efluente es tratado con clarificador. Pampero: Llega a mi cauce en el 51.01. Su efluente es tratado parcialmente y actualmente construye un digestor anaeróbico para subsanar el problema de las vinazas. Central Veroes: Está comenzando sus actividades. Su efluente está desembocando en el Km. 50 y sus descargas serán muy importantes ya que producirá de 1.500 a 2.000 toneladas diarias. El Chino: Desemboca en el Km. 45.90 y acarrea aguas servidas de esta población.

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Tenería Europa: Me olvidaba decirles que ya estoy recibiendo el efluente de esta nueva industria, cuya carga desemboca en el Km. 16.70. Esta tenería tiene capacidad para producir 2 mil pieles diarias y según tengo entendido sus desechos son tratados por métodos aprobados por el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social.

Algo sobre mi caudal La hermana agua, que es utilísima, preciosa, casta y humilde.

Bananera: Cae a mi lecho por intermedio de caños y ciénegas que transportan contaminantes crudos, a nivel del Km. 34.02. Río Macagua: Su desembocadura está situada a nivel del Km. 26.79, antes de recibir el río Marcano. Trae desechos de granjas porcinas de Albarico, con capacidad de 19 mil cerdos, para verterlos en mi cauce. Río Taría: Es la única corriente fluvial originada en la cuenca de las montañas de Nirgua que toma ese rumbo para desembocar en mi margen derecha. De su lugar de origen, Sierra de Santa María, toma rumbo Sur-Norte mientras los otros tres ríos (Buría o Nirgua, San Pedro y Tirgua) avenan de Norte a Sur para ir a constituir, al igual que El Turbio de Lara, la vertiente Atlántica ya descrita. Al llegar al

San Francisco de Asís (1182-1226).

Algo sobre mi caudal Una de mis variantes que se venía registrando con mayor interés, es la cifra de mi caudal, expresado en Gastos Mínimos, Gastos Máximos y Medios mensuales. Desde noviembre de 1942, por espacio de 35 años, mientras estuvo funcionando la Estación Hidrométrica de El Peñón, se produjeron útiles mediciones que sirven para comparar los aspectos Hidrológicos viejos y nuevos en mi cuenca. Esta pionera estación se encuentra enclavada en Puente Peñón a 66 metros sobre el nivel del mar, a 52 kilómetros aguas bajo de la presa de Cumaripa y a 53 kilómetros de mi


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desembocadura en el mar Caribe. En la obra Aspectos Geográficos del Estado Yaracuy (Editada por la Corporación Venezolana de Fomento en 1966), Marco Aurelio Vila consigna cifras de gastos medios, expresados en metros cúbicos por segundo (m3/seg) y volumen en millones de metros cúbicos, en el periodo de 1944 a 1954. En el trabajo “Estudio Integral del Río Yaracuy” realizado entre 1972- 1973 por el Ministerio de Sanidad (Parra Pardi: 1974) se utilizaron datos desde 1942 hasta 1966, referentes a mi caudal. En el informe final de ESCAM (Parra Pardi, septiembre de 1991) “Estudio Ambiental del Río Yaracuy” se recurrió a las cifras del Sistema Nacional de Información Hidrológica y Meteorológica, existentes en el Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (MARNR). Estos datos cubren el periodo de noviembre de 1942 a noviembre de 1977, o sea, 11 año más que el trabajo anteriormente citado. En ese lapso hubo interrupciones en las mediciones entre abril de 1966 y diciembre de 1967 y entre febrero y septiembre de 1970, por problemas de la construcción de la presa de Cumaripa, el llenado del embalse y el comienzo de sus extracciones. Dicha obra fue comenzada en 1967 y sus primeras extracciones ocurrieron el 21 de marzo de 1971. Debo recordarles que a nivel del Puente Cumaripa estuvo enclavada en mi lecho una estación Hidrométrica entre 1951 y 1966 dejando de producir información, también por problemas de la iniciación de la construcción de la represa. Es preciso informarles, asimismo, que la Estación Puente Peñón funcionó hasta 1987, fecha en que por deterioro dejó de aportar información. De lo expuesto se deduce que entre noviembre de 1942 y marzo de 1951 sólo se cuenta con los datos proporcionado por Puente Peñón, los cuales comprenden al Alto y Medio Yaracuy. Entre abril de 1951 y marzo de 1966 ambas estaciones (Peñón y Cumaripa) funcionan coordinadamente, una midiendo el caudal del Alto Yaracuy junto con mi tramo medio, y la otra el

Alto Yaracuy por separado. En esta forma era posible discriminar los gastos de mis dos tramos. Entre 1971 y 1977 la situación vuelve a cambiar, ya que sólo se registran los datos de Puente Peñón, incrementados ahora por no comprender sólo la hoya del Medio Yaracuy, sino los aliviaderos y la extracción del llamado gasto ecológico del embalse. Si cito estas incidencias es para llamarles la atención de cómo se llegó a las conclusiones no solamente de la drástica variación de mi caudal, sino también de la evidente disminución de mis gastos de estiaje. Los registros de 1942 a 1977 expresan un gasto medio de 9.23 m3/seg y una disminución de los gastos máximos, medios y mínimos durante los meses de sequía. El antiguo MOP reportó en abril de 1972 una creciente de 732 m3/ seg. Posteriormente, en el MARNR (creado en 1977) encontraron picos de crecidas de mi caudal con los valores siguientes: en el año 1981 un pico de 450m3/; en 1983, uno de 725 y en 1985, otro de 350 m3/seg. Esto es alarmante si tomamos en cuenta que para esos años ya estaba operando la represa de Cumaripa, una de cuyas funciones es precisamente el control o la atenuación de las crecidas. Pero también los gastos mínimos en mi curso que suelen presentarse en tiempos de sequía deben mover a reflexión, pues, si tomamos el valor de 1977 que fue de 1,1 m3/seg como mínimo absoluto, podemos concluir que en mi caudal hay rangos de variaciones extremas entre un mínimo de 1,1 m3/seg, en el verano (enero-abril) y un máximo de 732 m3/seg durante la estación húmeda (mayo-diciembre). La razón por la cual los equipos especializados en Hidrología manejan estas cifras de mi cuenca, no solamente es para estar en expectativa armada acerca de los niveles de daños que puedan causar mis aguas, sino también con el objeto de evaluar mi capacidad de auto purificación y mi capacidad asimilativa de contaminantes orgánicos y microbianos. A este respecto en el “Estudio Ambiental del Río Yaracuy” (Escam-informe final) se dice:

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“La disminución de los caudales de sequía y aumento de los de inundación en una cuenca, como consecuencia de la intervención de la cubierta natural en las partes altas y medias, sólo puede documentarse con registros hidrométricos continuados” Por esta razón, ni ustedes ni yo podemos explicarnos la desaparición de la vieja y noble estación hidrométrica de Puente Peñón, que por tantos años proporcionó sus valiosos aforos de las situaciones en mi cauce. El deslizamiento de la ribera donde estaba enclavada, o el deterioro de sus mecanismos, no son excusas valederas, ya que ha podido ser reubicada y sometida a reparaciones. Para tratar de subsanar esta falla y obtener cifras confiables para el estudio de 1991, ya citado, la empresa Mocarpel desarrolló una estación hidrológica temporal, la cual comenzó a prestar servicios en 1990, con la cooperación del Departamento de Hidrologìa del MARNR. Debo dejar en claro que no pretendo ofrecerles aspectos técnicos ni proporcionarles cifras enredadas ni menos agotar el tema de lo que en materia hidrológica se ha hecho o se está haciendo en mi cauce. Por eso les cito el material de apoyo y mis abrevaderos, a título divulgativo, para quienes quieran profundizar más en cada materia que les relato. Les recuerdo que no soy un “río sabio” sino una corriente de agua atemorizada.

El embalse deCumaripa “Suponer que el hombre es capaz de garantizar el funcionamiento de la exosfera con la única ayuda de los dispositivos técnicos, y prescindir de ese conjunto de complejos mecanismos autorreguladores que han necesitado miles de millones de años para llegar a su estado actual, es una absurda presunción antropocéntrica que pertenece al dormido de la fantasía pura”.

Edwards Goldsmith

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El embalse de Cumaripa En 1967, mi curso comenzó a ser alterado por la construcción de una represa cuyo llenado se cumplió a principios de 1971, comenzando las primeras extracciones del embalse el día 21 de marzo del mismo año. La presa se encuentra situada a 110 kilómetros aguas arriba de mi desembocadura en el Mar Caribe, entre los Km. 129-110, y aproximadamente a 6 kilómetros de mi nacimiento y la zona inundable del reservorio Fue planificada para múltiples usos: Control de crecientes, control de sedimentos en suspensión, riego, recreacionales (deportes acuáticos y piscicultura), pero desde 1979 se le viene utilizando también como fuente de abastecimiento de agua potable, sin tener una toma adecuada. En esta forma, por este ensanchamiento de mi cauce, surto a San Felipe, ayudando en estos menesteres al ya agobiado río Yurubí. También proporciono el vital líquido a San Pablo, Boraure, Palito Blanco, Las Flores, La Negrita, Manpostal, Cañaveral y Marín, por intermedio de una descarga que al principio fue de 0.20 metros cúbicos por segundo, y luego subió a 0.60, para mitigar la sed a 150 mil beneficiarios de este servicio. Tal como están las cosas con mi caudal, esto sólo será posible hasta el año 2000. Para riego se viene tomando entre 0.35 y 0.80 metros cúbicos por segundo, durante cinco meses del año, con demanda satisfecha de 420 hectáreas de cultivos de caña de azúcar, maíz y caraotas (cifras 1987-1988). Dentro de las expectativas creadas por este embalse, se pensó que tendría una duración de 100 años, pero ya en 1988 se había colmado la capacidad muerta y 43 por ciento de su capacidad útil, lo cual significa que, al ritmo de la tasa de sedimentación actual, sólo le quedarían 30 años de vida, en la medida que vaya disminuyendo progresivamente su capacidad de almacenamiento, hasta colmatarse totalmente por el material depositado en su fondo. Vista las cosas de este modo, parece sencillo resignarse a que los hechos sucedan así, a que mi embalse se pierda como reservorio


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de abastecimiento de agua para las regiones mencionadas. Pero existe una eventualidad preocupante, como lo es la necesidad ineludible de aumentar mis gastos durante las épocas de sequía para elevarlos a 5.5 metros cúbicos por segundo, medidos en El Peñón, como única posibilidad de garantizar el manejo de las descargas contaminantes que caen en mi lecho durante estos 4 meses de estación seca. Aquí no se trata de una técnica de desembalse de 4 metros cúbicos por segundo, para lograr este objetivo, es darle salida a esta u otra cantidad para mantener el mencionado caudal en la estación de Puente Peñón y así garantizar los procesos de auto purificación o la eficacia de los mecanismos de tratamientos de desechos, aguas servidas o descargar contaminantes industriales. Esta cantidad de agua que debe aportar Cumaripa se denomina Gastos Ecológico y sirven para reforzar la cantidad, que en tiempos de sequía es de 1.5 metros cúbicos por segundo, mida en El Peñón, para así asimilar los contaminantes que me caen en un caudal drásticamente disminuido como ya lo mencioné: (cabe, pues, una pregunta ¿Por qué sobre mi flamante embalse se ciernen estos peligros? En primer lugar, según los datos aportados por el antiguo MOP, entre 1951 y 1966 había en Puente Cumaripa un acarreo de sedimentos en suspensión de 296 toneladas de metros cúbicos por año; pero entre 1966 y 1967, tal cantidad se incrementó a 1.480, cinco veces mayor que la cifra anterior. Hasta 1968 se observaba que a mi lecho llegaban predominantemente sedimentos finos, pero en la actualidad se detectan hasta de 20 centímetros y de dos centímetros cúbicos en zonas bajas, donde anteriormente eran acarreadas árenas muy finas. Esto explica la colmatacion acelerada del embalse, al que se le calculó una capacidad muerta de siete millones de metros cúbicos, pero, como dijimos (repitiendo las advertencias de los técnicos) cuando sólo habían transcurridos 18 años de su puesta en servicio, ya tenía colmatada no solamente su capacidad muerta sino también 43 por ciento de su capacidad útil, con una expectativa de vida cercana a 50 años más.

Una vez más queda demostrado que la disminución de la cubierta vegetal por la deforestación o tala indiscriminada, las quemas y las explotaciones incontroladas de gravas y arenas en mis afluentes o tributarios, que se conjugan para aumentar el transporte de sedimentos por las corrientes, que deben verse también como contaminantes de mi caudal y causantes de problemas hidráulicos obstructivos y de desborde, particularmente en el Bajo Yaracuy. Pero esto no es todo, a partir de 1986 se viene informando acerca de problemas mecánicos en el levantamiento de las compuertas de la prensa, iniciándose en 1988 los trabajos de reparación. No obstante, entre 1988 y 1989 continuaron presentándose problemas en los mecanismos de elevación y regulación, básicos para las descargas de mi gasto-ecológico. En febrero de 1991 pudieron ser abiertas hasta dar salida a 3.75 metros cúbicos por segundos, deteniéndose en este punto. Entre marzo y abril del mencionado año fueron reparadas una vez más, normalizando sus mecanismos hasta julio, cuando se volvieron a presentar dificultades en dichas compuertas. En éste un problema fundamental que enfrenta el MARNR y que debe solucionar perentoriamente, no únicamente para cumplir los manejos operacionales de la represa, sino también para el mantenimiento racional de la calidad de mis aguas, además, como ya quedó expuesto, una de las funciones de la represa es el control de las crecientes, pero en las dos últimas décadas se ha hecho más ostensible un aumento sostenido de los picos de la crecidas, que suelen alcanzar de 200 hasta 350 metros cúbicos por segundo. A manera de comparación, guardando las distancias, el 15 de enero de 1971 fue inaugurada la represa de Asuàn, una de las más grandes del mundo, situada en el Alto Nilo, a nivel de la primera catarata, donde se encontraba la antigua ciudad de Siene, en Egipto. Dos meses después comenzaron las primeras extracciones en mi embalse. Desde esa fecha se intensificaron los comentarios desfavorables con respecto al impacto ecológico, extensivos en algunos aspectos a los embalses más pequeños. Además de sepultar tesoros arqueológicos, los datos

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negativos se refieren al desarraigo de los hombres que habitaban las zonas cubiertas por las aguas; el aumento de la sedimentación y el depósito de lino que torna más infértiles a los suelos, precisándose incrementar los costos de producción agroalimentaria por el empleo de fertilizantes; aumento de la sismicidad por la variación del peso que debe soportar la corteza terrestre; aumento de la evaporación de las aguas con considerables pérdidas, sobre todo en verano, aparición de nuevas enfermedades por rompimientos de ecosistemas de algunos vectores, como sucedió con el embalse de Cumaripa. Debido en la Costa de Marfil, donde se denunció epidemias de ceguera fluvial, enfermedad del sueño y esquisotomiasis, a partir de 1964. El almacenamiento de grandes volúmenes de agua altera el medio ambiente, destruyendo árboles maderables y plantas ornamentales, favoreciendo también la proliferación de insectos y otros animales portadores de enfermedades transmisibles. Quizás por estas razones, el proyecto de la construcción de la represa de Obidos en el río Amazonas, cuerpo de agua dulce que debía contener el equivalente de la mitad del Mar Báltico, originó airadas protestas de ecologistas del mundo entero, ya que significaba la disminución severa de la pesca en las regiones costeras por el déficit de nutrientes para las especies marinas, así como también una nociva intervención en el pulmón vegetal del mundo como lo es indudablemente la cuenca del Amazonas. Deben perdonarme por haberme distraído contándoles cosas de mundo lejanos, por lo que retomaré el relato acerca del quehacer del microcosmo como lo es mi cuenca. No sé si recuerdan que en tiempos no lejanos hubo un proyecto para construir una represa en El Peñón, con el fin de abastecer de agua potable a Puerto Cabello y otras poblaciones vecinas. Figúrense el conflicto de usos a que se me sometería, si además de las crecientes exigencias y el trato abusivo a que se me somete en mi propia cuenca, se sumaran otras, demandas extracuenca y, volviendo a mi Cumaripa, debo advertirles que esa represa requiere una perentoria y costosa operación de rescate, consistente

en una efectiva reparación de sus compuertas, que garantice un funcionamiento permanente y seguro, para que así cumplan las funciones a que están destinadas, especialmente el aumento de mi caudal para el correcto desembalse del gasto ecológico durante la inclemente sequía que se agobia. Es también oportuno que se emprendan operaciones de dragado para restablecer la capacidad útil de mi embalse. En una palabra, deben rehabilitar y darle mantenimiento a Cumaripa o quedaremos sin agua.

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Mi Biogeografía “En algunos países, sus jefes de gobierno se han preocupado por promulgar un número elevado de reglamentaciones legales destinadas a proteger a la fauna silvestre, a las comunidades forestales, a las aguas y al medio ambiente en general, pero en muchos casos esas disposiciones se ignoran y se violan descaradamente cuando intereses económicos muy poderosos están encima de ella” Si me hubiesen dejado en paz, mi existencia transcurriría en un equilibrio estable, solamente interrumpido por esporádicos episodios de desestabilización (Palabreja de moda), de esta mutua dependencia entre el suelo, mis aguas, las plantas, los seres que se nutren de ellas y que a su vez pueda en ser alimento de los depredadores. Al intervenir el hombre en mi ambiente no sólo provocó diferentes ecocrisis en mis equilibrados ecosistemas sino que dificultó el restablecimiento de los equilibrios alterados. Un bárbaro, sólo comparable al que decía que no nacía la yerba donde su cabalgadura pisaba, tuvo la infeliz ocurrencia de expresar que eso de los ecosistemas es un fútil mito. Quizás quiera justificar su condición de depredador como Atila, bajo esta concepción. Este y otros especímenes vienen sosteniendo que la Naturaleza puede volver a ponerlo todo en orden si se le da tiempo.


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Hoy puedo afirmar que en ciertas regiones es demasiado tarde y en otras hay tiempo todavía. Todo está supeditado a la preocupante impaciencia del hombre actual, que se encarga de romper todo lo que está equilibrado. Es él, con su afán de progresar con rapidez y a bajo costo, quien se encarga de depredar e impedir la actuación de las fuerzas regenerativas naturales. Mientras la madre naturaleza hace su trabajo muy despacio, el hombre lo deshace con inusitada rapidez. ¿Cuánto tiempo lleva cambiar el paisaje vegetal de una región boscosa abatida bajo el estridente rechinar de las motosierras, y cuánto tiempo tardaríamos para volverlo a contemplar como era antes?. Por eso, muchos ecologistas de tendencia romántica propugnan un retorno a la Naturaleza como única solución para salvar nuestro entorno, del cual soy una pieza clave, aunque diciéndolo aparezca como vanidoso. Sin embargo, este estado natural sería hoy insoportable para la mayoría de los hombres del planeta. Pero es que también el medio transformado por el Homo Sapien puede ser saludable y confortable para él y para sus descendientes. Es el término medio que debe buscarse a toda costa. Esta reflexión afloran a mis acuíferos pensamientos en el momento de recordarles cómo era el mundo vivo en mis cuencas. Para pintarles mis riberas y las de mi tributarios con sus cuencas y micro cuencas, albergando emporios de vegetación y de especies animales. Así que les presentaré por separado ese alucinante mundo de verdor, de multicolores, para que sirva de comparación con el erial en que se han convertido en la actualidad muchas de nuestras regiones boscosas.

de Nirgua y avenan al Sur, se encontraba una exuberante selva de galería, que en las últimas décadas viene retrocediendo por una incesante e impune destrucción. Entre las zonas más altas, entre los 100 y 800 metros, las formaciones forestales son de tipo alìsico y por encima de los 800 metros encontramos la selva nublada. En amplias extensiones domina la vegetación herbácea y de ladera, con especies de escaso crecimiento. Les haré un recuento, sin pretender agotar el tema, de las especies que tupían mis bosques y algunas de las cuales todavía prosperan en restringidas áreas de mi cuenca: entre las Palmeras he de citarles el Chaguaramo (Roystones Venezolana) que en abundancia se erguía muy elegante sobre el resto de la vegetación. Henri Pittier le denominó también Palma Real (Roystonea Regia). Compitiéndole con esbeltez se alzaba la Mapora (Oenocarpus Mapora), la cual alcanza hasta 15 metros de altura, presentando anillos periféricos bastantes salientes. De su tronco se obtienen las tablas llamadas guano o guana, madera que anteriormente se utilizaba mucho en nuestra región, y sobre todo en Puerto Cabello y pueblos costeros, para construir ranchos y casas rústicas. El sabio Ernst informa que en el centro blando del tallo se encuentra con frecuencia (no siempre) una gruesa larva de un coleóptero de la familia de los Curculiónidos (Rhina Palmarum) que era considerado por los indios que recorrían mis riberas como un bocado exquisito. Entre otras palmeras de menor tamaño debo mencionarles la Palma de Agua o Yagua (Átales Sp), la Palma Redonda o Carata (Sabal Mauritiaeforme) empleada para techumbre; la Palma Bendita (Ceroxylon Klopstockia), muy conocida por los usos que de ella hacen los católicos el Domingo de Ramos. Es una especie que escasea cada vez más; el Corozo (Acrocomía Sclerocarpa) con un tallo cubierto de gruesas espinas y con un fruto de cubierta muy dura (Es tarea comprometedora subir un corozo o comer su fruto); el Platanillo (Heliconia Sp). Entre los árboles maderables debo citarles algunos, para que ustedes sepan que existieron y otras especies que en mayor

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Fotografía A lo largo y ancho de mi curso y de mis tributarios o afluentes, así como de las corrientes que se originan en las montañas

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o menor cantidad aún sobreviven, pese a las talas, quemas y condiciones adversas de su hábitat: El Samán (Samanea Saman) es un árbol muy vistoso y a veces espectacular, muy corriente en estas regiones cálidas. Aquí en Yaracuy, y en algunas partes de los llanos, se le denomina también Urero (Recuérdese el bello balneario Los Ureros); el Cedro (Cederla Mexicana), es éste un árbol de madera fina de las cuales se conocen varias especies, difíciles de reconocer hasta para los mismos carpinteros (cederla Adorata, que no existe en forma silvestre; el Cedro Amargo que es el más común). El Cedro Dulce, mal llamado Saquisaqui, ya que el verdadero Saqui Saqui, también maderable, se conoce con el nombre técnico de Bombadropsis Sepium. El Caoba (Swietenia Candollei), planta que requiere de 25 a 30 años para producir una madera muy fina y solicitada; la Ceiba (Ceiba Pentandra) llamada también jabillo. De este árbol existe una variedad lisa y otra espinoza. Además de obtenerse de su tronco una madera blanca y blanda y de emplearse como sombreador, su semilla está envuelta en una lana blanquecina que se usaba mucho para relleno de colchones y almohadas, y después en aparato de refrigeración; el Araguaney (Tabebuia o Tacoma Chrysantha) de madera muy dura, que suele usarse para durmientes de ferrocarril; el Apamate (Tecota Pentophylla) especie que alcanza entre 15 a 25 metros de altura, siendo su tronco muy erecto. Las flores aparecen cuando ya el árbol está desprovisto de hojas, lo que hizo expresar a Pittier: “El espectador goza de un maravilloso derroche de color rosado, matizado con los verdes variadísimos de las lomas y el azul profundo de la bóveda celestial”. Entre otras especies maderables que crecen en mi cuenca cabe mencionar: el Guácimo (Guácima Ulmifolia), árbol de madera blanquecina. La infusión de su corteza suele usarse como sudorífico y para otras aplicaciones es la medicina popular. El fruto es muy busca por el ganado. El pardillo (Cordia Alliodora) el indio Desnudo o Indio Esnú (Busera Simarubia), Mijao (Anacardium Rhinocarpus) el Bálsamo (Myroxilon Balsamus), árbol de madera muy dura al igual que el roble (Platymiscuim Diafelfum).

Recordemos que Olavarriaga cita Guayacán (Guajacum Officinale) como planta de madera preciosa y de múltiples usos en medicina, por lo cual se le denomina también Palo Santo. Es una planta de mediano tamaño que crece en terrenos áridos en medio de vegetación xerófila, de ahí que se le localizaba en el litoral marino, cerca de Boca de Aroa, y Boca de Yaracuy, y hoy es una especie casi en extinción. Produce una madera dura y duradera, compacta y pesada, usada en obras de torno y especialmente en los aparatos de gobierno de los bosques. Quisiera que por nuestras mentes pasaran las imágenes de mis bosques en tiempos ya idos, mis selvas nubladas y de galería, para que sirvan de comparación en lo que ahora tenemos. Todavía es tiempo de establecer una sincera y edificante reflexión acerca de mi destino como río, para que de allí surja el empeño sostenido de salvar lo que aún puede ser salvable en mi cuenca y en mi lecho. Es que la raíz de los problemas que hoy aquejan al planeta, y a mí como parte de él, es el conflicto entablado entre el bienestar económico y social de ustedes y la conservación de los recursos naturales. En esta pugna está imponiéndose el carácter depredador del hombre, que hace aumentar día a día nuestra capacidad de asombro ante la magnitud del deterioro ambiental. ¿Cuánto cuesta rehabilitar un bosque? ¿Cuánto cuesta reponer un árbol herido de muerte? La Ceiba de San Francisco en Caracas fue sembrada frente a la iglesia del mismo nombre en 1863. Medía en 1883,23,6 metros con circunferencia de su tallo de 3.5 metros, y en junio de 1917 media 26 metros de circunferencia a 1.4 metros del suelo, o sea, q ueen 20 años faltaba mucho para que alcanzara su total desarrollo, y 34 años después sólo había crecido 2,4 metros y alcanzado 2.3 metros en la circunferencia de su tronco Esa Ceiba, El Saman de Guere y el de Guama es seguro que muriran de muerte natural. ¿Cuántos árboles malamente derribados habrían deseado tener esta misma suerte? Si las medidas persuasivas o las elaboraciones instintivas no son atendidas. Ahora están acudiendo en mi auxilio algunas medidas de

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obligante cumplimiento, como la Ley Penal del Ambiente (Gaceta oficial 4358, 3 de enero de 1992) en la cual el enunciado de una de los artículos debe poner a cavilar a los depredadores del ambiente: Articulo 53. Destrucción de vegetación en la vertiente. El que deforeste, tale, roce o destruya vegetación donde exista vertientes que provean de agua las poblaciones aunque aquellas pertenezca a particulares, será penado con prisión de uno (1) a tres (3) años y multa de mil (1.000) a tres mil (3.000) días de salario mínimo. Si se cumple esta ley que ahora le cito, renacerá en mí un halito de esperanza a lo largo de mi golpeado curso.

muy impactado por esta febril actividad del hombre, en mares, ríos y montañas. En este orden de ideas, debo confesarles que la fauna de mi cuenca poseía incontables especies, muchas de las cuales han desaparecido, otras persisten y algunas están en vías de extinción. Tampoco es mi intención enumerarles todas las que conozco a través de mi existencia milenaria, sólo me limitaré a las que están extinguiéndose en mi cuenca. Aparte de las serpientes, cuya disminución nadie la mente (me refiero a las venenosas), que épocas pasadas hicieron famoso mil valle por los frecuentes emponzoñamientos ofídicos reportados a diario en los periódicos de Caracas y que esporádicamente se presenta ahora, producidos por las especies mapanares (Botrops Atrox), cascabel (Crotalus Terrificus) y más excepcionalmente por las corales (Micruris Coralinus). De la familia de las colúbridas, no venenosas en su mayoría, van en retroceso la cazadora o tigra (Spilotes Pullatus), la lora o verdegallo (Leptophis Ahetullas), la sapa o Sapamanare (Ophis Merremii), la Bejuca (Oxybelis Acuminatus) y la coral no venenosa (Erytrolamprus Aesculapii), inofensiva pero muy parecida a las venenosas. En el orden de los reptiles, grupo de cocodrilos y caimanes, debo nombrar como extinguido en mi cauce el caimán americano (Crocodylus Acutus) y en pleno proceso de extinción esta la baba (Caiman Sclerops), que según los últimos estudios solo se le ve en mi lecho cerca de El Peñón y El Chino. En mis afluentes se le suele encontrar todavía en el río Taría y en algunos caños y ciénegas del bajo Yaracuy. Debo contarles que aunque la pesca del río no ha sido un renglón descollante en la economía de Yaracuy, por los menos constituía el sustento de muchos habitantes de mi cuenca. Corrientemente se citan siete especies de peces poblando mi curso y tributarios: san pedro, sardinas, guabina (Hoplias Malabaricus), bagre, gupi pavón (cichla ocellani) y el corroncho. Muchas especies se conocen por este nombre, pero las más comunes son el

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Zoogeografía: Naturalmente que no estoy aspirando a que mi fauna sea igual a la de prehistoria, con sus dinosaurio, megaterios o iguanodontes. Se que las cosas deben evolucionar, variar, adaptarse o perecer. Es innegable que con la aparición del hombre, como productor de bienes, recolector de alimentos y fabricante de herramientas, se establecieron nuevas relaciones, comenzando a transformarse la biósfera en noósfera, o sea, la zona de la naturaleza abarcada por el hombre con su incesante actividad. No me estoy imaginando una cuidad moderna poblada por humanos y también por dantas, araguatos y paujìs. Insisto de nuevo en el término medio, la necesidad de establecer un sabio compromiso tendiente a garantizar las demandas del hombre sin destruir su entorno ni terminar con el sustento o calidad de vida de las generaciones futuras. La toma de conciencia del desastre ecológico que soporta la humanidad, ha originado el nacimiento de una rama de las ciencias, la ergonomía, que orienta hacia objetivos tendientes a eliminar, o al menos limitar, los daños que el progreso y la tecnología ocasionan el ambiente dentro del cual estoy inmerso con todos mis ecosistemas. Es obvio que el reino animal está hoy

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chaetostomus guarensis y el cochliodon sp. Este pez achatado, que suele refugiarse debajo de las piedras de mi fondo, es perseguido por las presuntas propiedades vigorizantes y afrodisíacas de su caldo. Ingiere alimentos sucios, por lo cual se le encentra el la parte contaminada del río Yurubí y hasta en los efluentes de Mocarpel, en contraste con otras especies entre las cuales se produce gran mortandad por las descargas contaminantes. Recuerdo que albergada unas deliciosas especies de camarones que de rosados se tornaban rojizos por efecto de la candela que encendían las partidas de pesca y cacería, que en los días de asueto llegaban a mis riberas. Ahora la calidad adversa de las aguas los ha hecho refugiarse en algunas regiones del tramo bajo y en algunos afluentes menos contaminados, especialmente aguas debajo de la hoya En 1982, la Universidad Simón Bolívar, el Fondo de Crédito Agropecuario y la comisión nacional de reforestación (Conare) realizaron un estudio acerca de la comunidad de peces en el embalse de cumaripa, detectando doce especies que pueden ser importantes para el consumo. Sin embargo, en esta región hubo una catástrofe ecológica en esos tiempos por un plaguicida vertido en dichas aguas en 1981. Por ello, en el momento del estudio se encontró una alta densidad de formas jóvenes, indicativo de un proceso de redoblamiento Merece citarles algunas especies ya extinguidas, otras en vías de extensión lenta y algunas que están siendo exterminadas actualmente en forma muy acelerada: el venado (Mazama Rufa), el Báquiro (Tagasso Pecari), la lapa (Cuniculus Paca), el tigre (Pantera Onca), el cunaguaro (Margay Tigrina), el Mapurite (Conepatus Mapurite), el zorro guache (Nasna Solitaria) el cachicamo (Dasypus Novencintus), la pereza común (Bradypus Tridactylus) y la pereza de dos dedos (Choloepus Didactylus) que dejó de verse trapando lentamente en los Yagrumos (Cecropia Sp.) el puerco espín (Coendu Prehensilie), el cachicuchi (Potos Flavus), la danta (Tapirus Terrestres), la comadreja (Tayra Bàrbara), el conejo de monte (Sylvilagus Brasiliensis), el zorro común (Cerdocryon

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Theus). Entre los monos (Orden de los Primates), el araguato (Alocuatta Ursina) era una de los más esparcidos en mis bosques de galería y nublados, de él escribía un cronista antiguo:”… tiene cara de hombre, la barba de un carbón, y honrado gesto”. Esporádicamente se les ve o se oyen sus coros, fuertes y roncos aullidos, principalmente en la aurora y en la puesta del sol o en los días oscuros, precursores de tempestades. Últimamente, su hábitat se está restringiendo a la Sierra de Aroa. El mono capuchino o machango era uno de los más comunes en el valle que atravieso, y por su inteligencia y fácil domesticidad, se le tenía como especie de adorno en cautiverio, su nombre técnico es Cebus Nigrivittatus. Ambas especies se vienen extinguiendo lentamente. Entre las aves debo citar la guacamaya rojo y verde (Ara Chloroptera) y la roja (Ara Macao) y otras especies de loro que van desapareciendo paulatinamente, el paují corriente (Grax Negra) y el copete de piedra (Pauxi Pauxi) son en la actualidad una rareza, lo mismo que la pava de monte (Penélope Purpurascens), la cotara (Aranides Cajanea), la gallina de monte (Tinamus Major), la poncha (Crypturellus Soui), la guacharaca (Ortalis Ruficauda), cuyo canto en coro aún suele oirse en algunos piedemontes al amanecer y al anochecer. También se ven cada día menos el arrendajo (Cacicas Cela), el ronzalito (Icterus Nigrogulares) y el turpial (Icterus Interés). Existen dos casos en que el exterminio o la casi desaparición de las especies se está produciendo como para ser apreciada por una generación: son los casos de la iguana y el cardenalito. La iguana (Iguana Iguana) es, entre el orden de los saurios, aun de los que más abundaban, era corriente observarlas en grupos en los árboles de mi cuenca. A pesar de su fea apariencia es un animalito inofensivo que se alimenta de cogollos, hojas tiernas e insectos, prefiriendo los bucares (Eritrina Umbrosa), especialmente en épocas de floración. Vive en regiones cálidas y húmedas, cercanas a ríos y lagunas, en arboledas situadas hasta alturas de 800 metros sobre el nivel del mar. Se reproduce de enero a marzo,


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poniendo entre 20-40 huevos en los suelos arenosos, ocultándolos toscamente con hojas secas. En tiempos pasados la cacería de iguana se hacía solamente por sus huevos, pero últimamente se ha desatado una inclemente persecución para tomar también su carne que, a decir de muchos, constituye un bocado exquisito en nuestra región, en los llanos y sobre todo en Maracaibo. Como la cacería se realiza en la época en que este saurio se reproduce y lo más preciado son los huevos, no existe discriminación en la matanza de hembras o machos, lo que coloca al animal en inminente peligro de total exterminio. Algunos “Conservacionistas” derriban la iguana y practican una incisión en el vientre para extraerle los huevos. Luego lo suturan y dejan en libertad; pero ésta es una práctica cruel e inútil, ya que la pobre hembra “Cesareada” sucumbe a los días, después de una larga agonía o, disminuidas sus fuerzas, suele ser presa fácil de cualquier depredador. Este animal está incluido dentro del calendario cinegético, sin veda de abril a junio, posterior a su período reproductivo, pero desgraciadamente esto no se cumple y hoy es cada vez más raro encontrar esta especie en mi hoya. Últimamente la Dirección de Vigilancia del Servicio Autónomo Pro-Fauna, del Ministerio del Ambiente, está tomando cartas en este asunto, sobre todo en los estados llaneros. No tengo conocimiento de que los cazadores furtivos están siendo perseguidos por este delito ambiental en mi región. En cuanto al cardenalito (Spinus Cucullatus) es una de las especies de mi avifauna más solicitado como pájaro de jaula, por los colores llamativos de su plumaje, por su dulce y melodioso trino y porque es posible cruzarlo con el canario amarillo (Serinus Canarius) produciendo hijos de canto mejorado. Habita en sitios soleados, en sabanas cubiertas de gramíneas y otras plantas productoras de semillas, que constituyen su exclusiva alimentación. En mi cuenca se le encontraba en las riberas Norte del Río Cocorotico, en las antiguas sabanas de Piedra Grande, Cascabel y los Mochuelos pero por lo incesante persecución a que ha sido cometido, está casi desaparecido, encontrándose ahora con más frecuencia en la zona limítrofe con Lara.

También están casi extinguidos el curruráta (Tanagra Lenirostris), el saucito (Tanagra Trinitatis), el Vendía (Chlorophonis Cyanea) y el chirulí o capa negra (Spinus Psaltría), también como pájaros de jaula. La extinción de estas y otras especies por la caza exterminadora y por las alteraciones de sus hábitas naturales, debido a la intervención del hombre, han sido delitos ecológicos sin castigos, pero con la aparición de la Ley Penal del ambiente, espero que las cosas mejoren. Me permito citarles una disposición que de cumplirse debe tener el total agradecimiento de los animales que aun pueblan mi cuenca. Artículo 59. Caza y destrucción en áreas especiales y ecosistema naturales. El que dentro de los parques nacionales, monumentos naturales, refugios o santuarios de fauna silvestre, o destruya o cause daño a los recursos que les sirven de alimento o abrigo, será sancionado con arresto de tres (3) a nueve (9) meses y multa de trescientos (300) a novecientos (900) días de salario mínimo. Si los delitos se cometieran por medio de incendios, sustancia químicas, armas de caza no permitidas o cualesquiera otros métodos o artes que aumenten el sufrimiento de la presa o sobre ejemplares vedados o poblaciones de especies que estén en peligro de extinción, o que sin estarlo, sean puesta el peligro de extinción por el delito, cualquiera que sea la zona de perpetración de este, la pena será aumentada al doble y el arresto convertido en presión. Parágrafo único: el que con fines de comercio, ejerciere la caza o recolectare productos naturales de animales silvestres sin estar provisto de la licencia respectiva, o se excediere en el número de piezas permitidas o cazare durante las épocas de vida, será sancionada con prisión de nueve (9) a quince (15) meses y multa de trescientos (300) a mil quinientos (1.500) días de salario mínimo.

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Las actividades en mis áreas De influencia … la tercera advertencia fue la alarma demografía, desde Sauvy hasta Ehrlich, que revelo el crecimiento exponencial de la población ya antes que el de la industria, siendo esta la cuarta advertencia, la advertencia ecológica.

Edgar Morin

Las actividades en mis áreas de influencia: El verdor predominante en los paisajes que me rodean, los feraces valles cultivados, la lujuriante vegetación de las montañas, la estratégica ubicación entre regiones dinamizadoras del auge económico, Venezuela adentro; la excelente vialidad, los buenos recursos hídricos y el precio de la tierra, han hecho del estado Yaracuy una región muy solicitada en la actualidad por los inversionista, transformándolo en la alternativa importante para un desarrollo sostenido que tiene a desconcentrar la zona central del país. Pero, con este desarrollo económico apuntalado por una floreciente actividad agrícola y por la instalación de una importante agroindustria, se ha producido también un explosivo crecimiento demográfico, que tiende a asentarse a lo largo de la hoy que avena mi margen izquierda en forma preferencial. Este rápido crecimiento poblacional, aparejado también a una progresiva urbanización y al acelerado proceso de industrialización, carente muchas veces de una amplia dimensión

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planificadora, está creando una crisis en el medio ambiente, con innegable deterioro del mismo. La alarmante situación que hoy me transforma en río narrador, ya alcanzo un grado crítico difícil de contrarrestar en algunas áreas y comienza a vislumbrarse en otras, con más posibilidades de evitar, si se toman en cuenta los cuidados que necesita la naturaleza para que su equilibrio no continúe alterandose. En realidad, esa privilegiada faja de tierra que atraviesa el Estado en sentido Este-Oeste, denominada depresión TurbioYaracuy, tiene una indudable potencialidad agrícola y grandes ventajas para llegar a ser un corredor de desarrollo, en el cual desempeño un relevante papel protagónico. Para 1986 se calculaba la población asentada en el eje Urachiche-Chivacoa-Marín en más de 220 mil habitantes con una inversión de 38 por ciento de la población urbana en 1951, a 78 por ciento del total en 1986. La mayor parte de la economía es referible a la actividad agrícola con una superficie de 84,629 hectáreas susceptibles de cosechar, de las cuales, mil están bajo riego por el Sistema Cumaripa y 4.618 por otros sistemas. La meta es contar con 11.200 hectárea bajo riego, con mayor concentración, aportado por Cumaripa. Esta actividad agrícola de Yaracuy, tanto en la Colonia como en los tiempos actuales, ha tenido decisiva importancia en el abastecimiento agroalimentario de Venezuela, los rubros pueden haber cambiado, ya que antaño eran el café y el cacao los que apuntalaban la producción; en el presente, son caña de azúcar, maíz, cítricos, plátanos, caraotas, y palma africana. Las cifras de1986 registran una producción de 88.173 toneladas métricas de maíz, o sea, 18 por ciento de la producción nacional; de azúcar: 1.765.750 tm, o sea 26 por ciento de lo producido en nuestro país; naranjas 22 por ciento, y palma africana, prácticamente 100 por ciento. Las tierras de mayor potencial agrícola se encuentran en las planicies de desborde de mi cauce, en el valle del río Taría y


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en el piedemonte de mi colega, el río Aroa, pero a pesar de las continuas alabanzas que se hacen de la extraordinaria calidad de estos suelos, de pendiente suave para el drenaje, debo también confiarles que son débiles ante la fuerzas de las crecientes. Así que, cuando llueve torrencialmente, se desprende de las serranías y de las tierras altas o piedemonte, abundante capa vegetal, lo que explica la continua erosión por esta falta de cohesión del terreno. En esta vasta región de ricos e inestables suelos, y en otros que no lo son, se encuentran diseminados 64 asentamientos campesinos, pequeños empresarios del campo, y otros grandes y prósperos que, según las conclusiones de los técnicos que llevaron a cabo el proyecto MARNR-BID (caraterizacion de los sistemas agrícolas de la cuenca del río Yaracuy) para estimar los sistemas y subsistemas agrícolas que llevan adelantes estos trabajadores, de acuerdo con factores históricos. De tenencia de la tierra, y de las implicaciones socioeconómicas, jurídicas y tecnológicas, según lo expresaran importantes personeros de la oficina regional del MARNR. Este estudio permitirá poner en práctica paquetes tecnológicos conservacionista (¡ojala que así sea!) según la identificación de los diferentes sistemas o subsistemas: cereales, preferentemente maíz, con una superficie de 34.164 hectáreas a ambos lados de la carretera panamericana y de la autopista centro occidental, con una superficie de 5 hectáreas por familia, en promedio, cultivo que es rotado por fríjol y caraota, en el verano. El sistema plantación esta representado en mi cuenca por los subsistemas caña y café, rotado a veces con cambur, maíz, caraota, ocumo, abarcando una superficie de 6.947 hectárea: por último, se cita el sistema agrícola de subsistencia, que se encuentra disperso en mi cuenca y que engloba dos subsistema: conucos migratorios y conucos sedentarios, que comprenden 10.6414 hectáreas. Pese a esta ingente actividad agroalimentaria, las cifras de la agricultura yaracuyana, para 1988, arrojaron un producto territorial bruto (PTB) de 1.471 millones de bolívares, de los cuales 72 por ciento fue aportado por el subsector agrícola vegetal y 25 por ciento por el subsector agrícola animal, los datos más recientes

indica que se ha producido una disminución de estos ingresos, en el orden de 190-millones de bolívares dentro de este sector. Tal desmejoramiento, que en otras entidades ha puesto en emergencia a la agricultura, se debe a la falta de facilidades crediticias, a la escasez de insumos y, en mi cuenca, se culpa a los factores físicos, inherentes a la erosividad natural. Pero creo, y lo sostengo, bajo mi palabra de río amenazado, que también la erosión antropogénica, por malas prácticas agrícolas y por la devastación de mi cuenca, es que la primera. El subsector de la Cría es también significativo en mis valles, aunque sin tener la importancia de las actividades agrícolas. Hay granjas porcinas, avícolas y una buena infraestructura que está consolidando una ganadería intensiva, sobre todo para la explotación lechera y para la ceba. Un censo de 1986 nos aporta datos de 95.000 cerdos. 78.000 cabezas de ganado vacuno (con una producción lechera de 28 millones de litros), 300 mil gallinas y 40 millones de pollos de engorde. El auge agrícola, y la cercanía a otros lugares de producción, han permitido que en los últimos 20 años se haya desarrollado un importante complejo industrial a mi paso por Carbonero, a 5 kilómetros aguas debajo de Puente Peñón, y a 53 kilómetros de mi desembocadura en el Mar Caribe. Consta de tres importantes empresas como son el Central Azucarero Río Yaracuy (Cryca), posteriormente Central Azucarero Santa Clara- cuyas actividades comenzaron en 1973 y tiene en la actualidad una capacidad de molienda de caña estimada en 7.000 toneladas métricas por día, para un total de zafra fluctuante entre 458.610 a 685.655 toneladas métricas. Su producción de azúcar varía entre 15 mil y 45 mil toneladas métricas/año. Posteriormente se instaló Molinos de Cartón y Papel (Mocarpel) en el año 1975. Esta industria utiliza el bajazo de la caña como materia prima y comenzó con una producción de papel de 26.389 toneladas métricas en ese año, subiendo a 49.000 al año siguiente. Actualmente, su capacidad para producir pulpa de bagazo es de 45.000 toneladas métricas/ año, 15.000 de pulpa de madera y 90 mil toneladas métricas/año

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papel, que será aumentado en una nueva ampliación de 120 mil toneladas métricas, de las cuales 30 mil serán exportadas. La Destilería de Industrias Pampero C.A. fue la última instalada y tiene capacidad para producir 5 millones de litros de alcohol, utilizando la melaza del Central Santa Clara. Si a estas industrias que se han ubicada en mis dominios se su suma Promasa, como una importante empresa agroalimentaria, y las recién instaladas Central Veroes y Tenería Europea, se comprendería que la problemática de mi contaminación por desechos industriales es otro aspecto que debe enfocarse con la misma preocupación como se ventilan los procesos erosivos y la degradación de mi cuenca.

nuestro suelo está siendo degradada, con evidente pérdida de su fertilidad, por prácticas agrícolas deficientes y erróneas, por la criminal deforestación de los bosques, por las quemas, por la explotación irracional de materiales granulares en los lechos de mis tributarios y por la ausencia de una conciencia restauradora en la mayoría de los casos. Es un hecho palpable que las condiciones físicas de mi cuenca se están deteriorando a ritmo acelerado, de tal manera que ya es tiempo de tomar estrictas medidas preventivas para evitar que esta tragedia ecológica se prolongue más en tiempo y espacio. Expreso esta preocupante verdad al llegar a esta parte de mi relato, quizás la más dramática. No se como debo llamar ese límite en que el círculo de la muerte me acecha dentro de una espiral destructiva contra mi entorno, que no se cumple plenamente, pero que tampoco me permite volver a tener el anhelado centro de mi alegría, casi enmarcado en el verdor de mi vegetación en aromas silvestres y en multicolores flores.. comprender también esa frontera mental de ustedes cuando quieren destruir lo que les rodea para lograr sus ambiciones y su aparente felicidad, todo a costa de mis temores. ¿Es qué no puedo establecerse ya ese punto de equilibrio entre el progreso de ustedes y mi supervivencia, y la de mi aterrada cuenca?. En esta conciencia conservacionista a la que apelo, golpeando con los gruesos aldabones las puertas de su cegado espíritu, para que nos salvemos hoy y para que seamos depositarios del legado que permita a nuestros descendientes un mundo habitable. Bueno, mis queridos amigos, después de esta merecida reprimenda me toca informarles que ese irregular relieve que conforman las montañas de Aroa y Nirgua, con fuertes pendientes, surcadas por quebradas de régimen torrencial, con suelos de baja adhesividad, crean las condiciones ideales para los procesos erosivos y de acarreo de sedimentos. A esto se agrega que sobre mi hoya se produce un intenso régimen de lluvias de corta duración, con promedio anual de precipitaciones entre 1.000 y 1.400 milímetros y una evapotranspiracion de 1.400 milímetros, con vientos predominantes del Nordeste, que ayudan a montar la

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La Degradación de mi Cuenca “Reclinada frente a la montaña, San Felipe ciudad capital, Yurubì cristalino te baña, y se va jugando por el platanal.

Juan Ramón Barrios (Canción que parece tener un siglo).

La degradación de mi cuenca Debo ser categórico en repetir que nuestro valle está amenazado, que el hábitat del yaracuyano está en peligro y, que estaremos de cara al desastre si el perfil ecológico reinante no es modificado sustancialmente. La rica alfombra de nutrientes de

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escena para que los torrentes erosivos episódicos se produzcan Una solución simplista pudiera ser el reforzamiento y la ampliación de la cubierta vegetal protectora para contrarrestar esa tendencia natural a la erosión. Pero se esta haciendo todo lo contrarios la erosión antropogénica, la causada por el hombre en forma criminal o por ignorancia, está resultando mucho más agresiva que la primera. El acarreo de sedimentos hacia mi cauce por el mencionado fenómeno, produce un levantamiento crítico de mi lecho y el desborde de mis aguas cuando se sobrepasa la capacidad del canal. Un informe del MARNR dado a conocer en 1986 nos sume en preocupantes reflexiones cuando expresa que para ese año quedaban en la parte de mi cuenca enclavada en la sierra de aroa, 20 por ciento de bosque con vegetación con una estudio geomorfológico que abarcaba el final de la década del 60, publicado en 1970 por la antigua comisión del plan nacional para el aprovechamiento de los recursos hidráulicos (COPLANARM), donde se registra 41 por ciento, que demuestra que en 16 años se perdió 21 puntos en dicha capa vegetal protectora, en términos porcentuales, lo que indica que este proceso va en aumento, dinamizado por la deforestación ilegal e impune. Bajo los efecto de estos procesos erosivos, naturales, disminuye o desaparece la capa vegetal, trayendo una secuencia de eventos que trataré de resumirles: primero, disminuye la cantidad de agua que durante las lluvias se infiltra en el terreno y es retenida en el subsuelo, lo que hace descender también la cantidad de agua subterránea, disminuyendo a su vez el rendimiento de la masa hídrica de las fuentes o manantiales en mis cabeceras y en las de mis afluentes, durante las épocas de venero. Las precipitaciones pluviales también merman en las áreas donde esta eliminada la capa vegetal protectora, ya que, en gran parte, dichas lluvias depende de las aguas que se evaporan en el mismo bosque. Esto explica la disminución de mi caudal, con la tendencia de las quebradas a secarse, mientras que en los meses lluviosos se incrementan los torrentes, elevándose los picos de las crecidas. Todo tiene como

causa la nefasta intervención del hombre, que distorsiona ese gran efecto regulador que tiene las montañas o bosque sobre las fuentes de agua y sobre los caudales de los ríos. Las 22 quebradas que existen desde Urachiche y puente Peñón se están convirtiendo torrenteras durante el invierno, drenado grandes volúmenes de agua, que fluyen a gran velocidad sobre mis impactadas riberas, arrastrando consigo grandes cantidades de sólidos, deteriorando taludes, como de deyección y otras infraestructuras como puentes y alcantarillados, arrojando sobre mi lecho materiales sólidos finos y gruesos que reordenan las pendientes a nuevas elevaciones. Esta erosión de los suelos es agravada por las explotaciones abusivas de arenas y gravas, sin cumplir las especificaciones que hay sobre esta materia, en los cauces de las quebradas que rinden tributo a mis aguas, ya que estos materiales son muy solicitados por la industria de la construcción por tratarse de aluviones de excelente calidad, que en algunas oportunidades se han hecho llegar hasta las Antillas. Según otro informe, emanado también del MARNR en 1986 (Este parece haber sido el año de las alertas), la caída de los árboles provocada por las crecientes, por el hombre o de manera espontáneo (árboles que mueren de pie), constituyen un problema en el régimen de mi curso, ya que dichas crecientes los transportan en flotación, junto con desechos sólidos y detritus o cargas de sedimentos en suspensión, que aguas abajo forman las “caramas” que obstaculizan el libre fluir de las aguas o les restan velocidad con la consecuente precipitación y colmatacion de mi lecho en los remansos formados aguas arriba. Ya desde 1971 se había informado sobre todas estas situaciones que escombrecen mi pronóstico de río enfermo, pero por insensatez e irracionalidad siguen cometiéndose los crímenes ecológicos que atenta contra mi futuro. En ese año, como parte de los planes de MICARY (Manejo Integral de la Cuenca Alta y Media del Río Yaracuy), adelantados por iniciativa de la Gobernación del estado, el MAC, el antiguo MOP, el IAN y FUDECO, se anuncia

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“una alerta roja” acerca de la intervención humana en mi cuenca que estaba produciendo una deforestación masiva en la parte Alta y Media, con destrucción incontrolada de la cobertura vegetal en áreas extensas. Desde 1910, cuando se promulgó la Ley de Bosques, se ha hablado mucho, se ha amenazado y se ha tratado de persuadir, pero los resultados han sido casi nulos en la prevención de los delitos ambientales. La tala, la quema y el saque de mis quebradas parecen más bien haberse intensificado. Esto me hace pensar que ustedes dicen lo que no deben, hacer lo que no quieren y quieren lo que no pueden, y en ese laberinto se les escurre la vida, como se deslizan mis aguas hacia el desastre. Indudablemente, fuertes intereses económicos tratan de soslayar y minimizar los problemas del medio ambiente por lo cual la misma problemática debe ser repetida hasta el cansancio, ya que los ecologistas y las autoridades chocan también con la apatía y la indiferencia de la mayoría del público, que no contemplan la grave situación bajo la óptica con que debe enfocarse. En estos impactos inmisericordes contra la Naturaleza tienen asimismo, en algunas ocasiones, rol protagónico algunos funcionarios venales que con actitudes complacientes o con su silencio cómplice apañan las conspiraciones contra mis ecosistema, por lo cual en estos crímenes de Lesa Patria y Lesa Humanidad, la corrupción es otro elemento degradante y contaminante del ambiente. Parece que el advenimiento de la Ley Penal del Ambiente está haciendo cambiar actitudes, tanto para quienes deben hacerla cumplir, que se sienten apoyados por un instrumento jurídico idóneo, como para quienes deben cumplirla, que sienten que hay un articulado convincente cuando fallan los métodos persuasivos. Citaré algunos artículos que tienen relación con la devastación de mi cuenca. Artículo 30. Extracción Ilícita de materiales. El que contraviniendo las normas técnicas vigentes y, sin autorización de la autoridad competente, extraiga materiales granulares, como

arenas, gravas o cantos rodados, será sancionado con arresto de cuatro (4) a ocho (8) meses y multa de cuatrocientos (400) a ochocientos (800) días de salario mínimo. En cuanto a quemas, el Artículo 50 expresa lo siguiente: Incendio de Vegetación Natural. El que provocare un incendio en selvas, bosque o cualquier área cubierta de vegetación natural, será sancionado con prisión de uno (1) a seis (6) años y multa de mil (1.000) a seis mil (6.000) días de salario mínimo. En la explotación de los recursos naturales algunos capitalistas expolian y despilfarran, sobornan y saquean, atendiendo al principio de producir al menor costo posible y con los máximos beneficios. Debido a esto, algunos sectores económicos poderosos le salen al paso a ésta o a cualquier disposición que “coarte” su libertad de explotar a su antojo, como lo venían haciendo, estos recursos naturales que son de todos y no de élites privilegiadas. Les citaré algunos de los principios emanados de una conferencia sobre ambiente celebrada en Estocolmo en 1972, auspiciada por la ONU: 1.- Todos tendrán el derecho de una alimentación adecuada. 2.- El derecho de consumir agua pura. 3.-El derecho de respirar aire impoluto. 4.- El derecho de vivienda, sin apiñamiento y promiscuidad. 5.- El derecho al silencio y a la paz ambiental. 6.- El derecho de salvarse de la intoxicación por pesticidas. Pero es que a veces tiendo a extraviarme en la maraña de los temas y, olvidándome de las pestilencias de mis riberas, de mis árboles derribados, de las inquietantes heridas de los bosques y de las profundas depresiones de mis quebradas, me torno romántico y parlanchín. Retomando el tema, acaba de aparecer un libro con el nombre de “La Tiranía Ecológica”, editado por el Centro de Divulgación del Conocimiento Ecológico (CEDICE), cuyo autor

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es el periodista Leandro Cantó, donde denuncia que estamos en el umbral de otra tiranía por haberle endosado al Estado la responsabilidad del ambiente, y alerta también acerca de las medidas restrictivas que, según él, están creando un nuevo autoritarismo en nombre de la preservación de la naturaleza. Cantó llama “paranoia ecológica” a esos movimientos que a nivel mundial están atemorizados por los problemas del medio ambiente y comenzaron a transferir la responsabilidad al Gobierno y a sus funcionarios. Creemos que las cosas han sucedido a la inversa y, es el Estado quien está convocando a los ciudadanos para que cierren filas para un correcto enfoque de los problemas ambientales, para que una moral ecológica se haga presente en los gobernados, ya que este problema debe ser de todos, como es todo el ambiente. Prueba de lo que atisba mi intuición de viejo río, son los cambios de actitudes que ya se patentizan en la Sociedad Civil, con sus Asociaciones de Vecinos, Grupos Ecológicos, Promotores del Ecoturismo, Grupos Pro Fauna, que son excelentes auxiliares del Estado, aunque no sean parte de él. Debo agregar que cualquier programa de gobierno sin la materia de la Defensa Ambiental y la Restauración de los Ecosistemas entre sus ofertas, tendrá que ser declarado incompleto e insensato. Lo que sucede es que las instituciones, conscientes de la emergencia que vive el país en materia ecológica, tienen que mostrar la Biblia y, de vez en cuando, desenvainar la espada, aunque esto parezca una tiranía.

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La contaminación de mis aguas “El hombre ha provocado, pues, cambios desde hace milenios, pero éstos no tenían un carácter tan técnico como el último decenio. La contaminación de las aguas y del aire, el nivel actual, es el resultado de nuestra era tecnológica”.

Heinz Ellenberg.

La contaminación de mis aguas Es obvio que el agua es indispensable para la vida y que constituye el principal componente del protoplasma celular, llegando a comprender los dos tercios del paso total de cada uno de ustedes, y hasta nueve décimas partes de casi todos los vegetales. Cada persona pudiera subsistir con 5 litros de agua diarios y, en ciertas regiones áridas, los pobladores se contentan con esta cantidad por largo periodos. Pero si tomamos en cuenta los aspectos de higiene personal y doméstica, tal requerimiento se eleva a una cantidad fluctuante entre 40 a 50 litros diarios. Sin embargo, debemos también añadir las necesidades de la agricultura y la ganadería, lo que supone que en ciertas regiones de mi cuenca, el consumo puede llegar a 500 litros per-càpita. Pero en término medio, tomando la cantidad desembalsada por la represa de Cumaripa para servirle a 150 mil personas con un caudal de 600 litros/segundo, se estima en 350 litros por persona, dejando satisfecha la demanda hasta el año dos mil. A partir de ahí deberá aumentarse la capacidad de bombeo a 900 litros por segundo para cumplir nuevas exigencias. De cara al futuro estas cifras representan un agudo problema para mis valles ya que las reservas de agua dulce disminuyen con pasmosa celeridad


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por los factores ya enfocados, pero también con el incremento de las actividades agrícolas e industriales y con la tendencias a la urbanización anárquico. Las cargas de sedimentos, pesticidad, desechos domésticos y contaminantes químicos industriales, han aumentado de manera alarmante, degradando asimismo la calidad de mis aguas, que hoy presentan un alto grado de polución. En 1961, la Organización Mundial de la Salud (ONU) dio la siguiente definición sobre polución de aguas dulces:”Debe considerarse que una agua esta polucionada, cuando su composición o su estado están alterados de tal modo que ya no reúnen las condiciones a una u otra, o al conjunto de utilizaciones a que se hubiera destinado en su estado natural”. Como podrán comprender, esta definición engloba tanto las modificaciones de las propiedades físicas, químicas y biológicas de este preciado líquido que conduzco y que puede hacerle perder su potencialidad para el diario consumo, o su utilización para las tareas domésticas, agrícolas e industriales como, asimismo, las emisiones de agua caliente (Polución térmica en algunas industrias que precisan enfriar sus materiales). Es así que debo manejar una completa problemática de contaminación orgánica, microbiana y de sedimentos en suspensión, para tratar de mantener aceptable el estado de mis aguas, lo cual es imposible con sólo mi autopurificacion. Esos daños y conflictos provocados por las descargas contaminantes tienen estrecha relación con factores estaciónales: en los meses de lluvias (entre mayo y noviembre) cuando no hay zafra, asimilo bien estas descargas y en general, mi perfil de oxígeno disuelto se mantiene por encima de 4 miligramos litros en todo mi trayecto, pero cuando aparece la sequía (enero a mayo) la situación cambia por completo, ya que se reduce de manera drástica mi caudal y, por ende, baja mi capacidad para similar contaminantes orgánicos. En 1971 se dio a conocer un trabajo denominado “Potencial de Polución” emanado de COPLANAR, el cual incluye en su diagnóstico parte de mi cuenca, calificándome como “IVA, Crítica de Atención Inmediata” (Figúrense que esto ocurrió

hace 21 años). Al principio, mis aguas etiquetadas en esa forma, provocaron alarma y el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, por intermedio de la Dirección de Malariología, acometió la realización de un estudio entre 1972-1973, publicada en 1974 por el Ingeniero Gustavo Parra Pardi, denominado “Estudio Sanitario Integral del Río Yaracuy. Entre las conclusiones de este trabajo, que puede leerse como una investigación profunda y lúcida de mi drama existencial, se encuentra una evaluación de mi capacidad de tolerancia de contaminantes, calidad de mis aguas y los gastos de mi caudal. A los 20 años de la publicación de este informe y a más de 20 de haberlo realizado, mis problemas se ha magnificado y las situaciones que querían prevenir han hecho eclosión en forma grave y por demás preocupantes. Esta problemática ya no es potencial sino real y de difícil solución: la degradación de la calidad de mis aguas por las descargas contaminantes de una población que se ha multiplicado, de industrias que no existían para aquella época, la inexorable desaparición de la capa vegetal en mis cuencas y la erosión en mis afluentes, configuran verdaderos retos para quienes planifican y tratan de rehabilitarme. Es que el poder de biodegradación de mis aguas puede ser grande, pero si la concentración de sustancias químicas, orgánicas e inorgánicas, supera ciertos límites, estas aguas no pueden regenerarse por la acción de las bacterias, la vida desaparece y con el tiempo me pueden ver transformado en una cloaca abierta ¿Les parece que es ese un buen destino para ustedes y para mí? En este punto es menester definir algunos términos de uso corriente en los problemas de mi contaminación y que definen la magnitud de ella: La Demanda Bioquímica de Oxígeno (DBO) sirve para medir el peso, por volumen unitario de aguas, del oxígeno disuelto utilizado en el curso del proceso biológico de degradación de materia orgánica. Si la concentración de sustancias contaminantes aumentan en grado considerable, su degradación agota el oxígeno disuelto, pudiendo provocar la muerte por asfixia a gran número de animales acuáticos.

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En este punto, la acción de las bacterias seróbicas (viven sin oxígeno) que son las que contribuyen a la putrefacción de dichas aguas, tocándome la difícil tarea de manejar aguas anóxicas (desprovistas de oxígeno o con muy poca cantidad de gas). El oxígeno requerido para estabilizar la materia degradable puede especificarse en días (DB), que significa a los 5 días y a una temperatura también especificada (El estándar es 20ª C). El valor de la DBO oscila entre un miligramo/litro en las aguas naturales hasta 500 miligramos/litro en aguas no depuradas. El término de Oxígeno Disuelto se refiere a la cantidad de esta gas presente en las aguas naturales, en las de desecho u otro líquido. Por lo general se expresa en miligramos por litros o en porcentaje de saturación. La Oboes, pues, una medida de la cantidad de materia orgánica biodegradable presente en el agua, pero no se ejerce de inmediato, ya que para darle valor hay que conocer los factores de auto purificación orgánica y la capacidad de asimilación de contaminantes de esta naturaleza que llegan a mi cauce. Más fidedigno como parámetro es el Oxígeno Disuelto (OD). Quizás los otros términos que se usan en el estudio de la calidad de mis aguas sean más del dominio de ustedes. Estos parámetros son: PH (Acido o alcalinidad) Demanda Química de Oxígeno (DQO), en miligramos por litro) Nitrógeno Amoniacal, Nitratos y Coniformes totales y fecales, algunos de los cuales sólo se miden en efluentes industriales. Como dije, el estudio de 1974 ha perdido vigencia en algunos aspectos, explicables por los factores demográficos, la industrialización, sobre todo en Carbonero; la variación de mis caudales por la degracion física de mi cuenca, por lo que se imponía una actualización de aquel Estudio, que incluya una reevaluación y recalibracion de muchos datos. Por esto, y con el fin de que sus conclusiones constituyan materia para la elaboración de un plan maestro de control y manejo de la calidad de mis aguas, una de las empresas asentadas en Carbonero, Mocarpel, División de Smurfit Cartón de Venezuela C.A., a la cual sirvo recibiendo sus desechos industriales, contrató

el Estudio con la firma venezolana ESCAM y con AF-IPK de Suecia, ambas especializadas en la materia. Por ESCAM participó el Ingeniero Gustavo Parra Pardi, que como recordarán fue quien dirigió el estudio de 1972-1973 para el MSAS. Por Af-IPK participó el biólogo Olor Sangfors. El trabajo tuvo un año de duración, entre agosto de 1990 hasta agosto de 1991, y en él intervino también la empresa CENPROACA /contratista de Mocarpel) y cooperaron en diversas actividades las zonas del MARNR y del MSAS: No voy a profundizar en la mecánica y conclusiones de este buen trabajo apuntalado por una excelente labor de campo y el método de Muestreo Intensivo. En lo que si voy a insistir, como río preocupado y aterrado por lo que está sucediendo en mi cuenca, es en mis incrementada fuentes de contaminación, citando las principales, pues, ya les mencioné algunas, puntuales y no puntuales, cuando les conversé acerca de mis afluentes o tributarios.

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Río Yurubí Es esta una corriente fluvial que languidece bajo el impacto de la destrucción de la capa protectora vegetal de sus riberas y por los vertidos contaminantes a que es sometido. Recibe las descargas cloacales de San Felipe, Municipio Autónomo que ha incrementado su población a más de 150.000 habitantes, 39,59 por ciento de la población estadal, y con una densidad de población de 90 habitantes por kilómetros cuadrados. También recibe los desechos de la zona industrial, del matadero municipal y aguas servidas de Cocorote. En verano, la casi totalidad de las aguas del Yurubí son captadas aguas arriba para el abastecimiento de agua potable de una parte de San Felipe (El resto es proporcionado por bombeo desde el embalse de Cumaripa), quedando prácticamente sin caudal. Aguas abajo, después de recibirla descarga cloacal, al


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hacerse sentir la sequía, llega hasta mí, extenuado, con una de DBO precaria. Esta descarga cloacal cae en el lecho del río seco, arenoso y enmontado y se disemina e infiltra en parte por el subsuelo, mientras otra parte se empoza y las aguas que escurren lo hacen con lentitud, dando tiempo a que se oxiden antes que lleguen a mí. curso a 82,36 kilómetros aguas arriba de mi desembocadura en el mar. Como pueden notarlo la descarga cloacal experimenta una relativa purificación con una recuperación drástica de la carga de DBO, equivalente a un tratamiento de oxidación, pero todo al costo de un deterioro generalizado de las condiciones sanitarias y ambientales en esa parte de mi margen izquierdo. Estos paisajes deprimentes es lo que queda de un río que se niega a morir, cantado por Juan Ramón Barrios, Lorenzo Víez y Pablo Tirado en tiempo ido, cuando los pobladores de San Felipe iban a pescar y a construir pozos para deleitarse en sus cristalinas aguas. Así que yo, como padre de las aguas en Yaracuy, solicito de ustedes la ayuda para este tributario que se extingue antes de auxiliarme con su caudal.

central puede lograr una reducción hasta el nivel deseado de DBO, mediante controles internos y externos, hasta alcanzar un DBO de 2.000 kilogramos o sea 22.500 PE. Ya los técnicos han dictado pautas para lograr estos objetivos, tendientes a descontaminarme algo en esta área crítica. Estos conflictos deben dejar como enseñar que antes de poner en marcha empresas industriales se debe contar con instalaciones depuradas que funcionen a cabalidad, lo cual debe ser extensivo a la contaminación del aire y de los suelos.

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Central Azucarero Santa Clara (Antes Cryca) Esta industria es la que me ha causado mayores problemas con sus descargas contaminantes que llegan a mi curso. En este sentido es una empresa crítica aun en el muestreo de 1991, ya que aporta 60 por ciento del total de DBO que se descarga en Carbonero. Los datos aportados con respecto a su afluente son poco conocidos, contándose el resultado de DBO en 4 muestras obtenidas cuando CRYCA estaba en periodo de prueba en 1973. De datos actualizados se reportan 2 muestras captadas y analizadas por el CIEPE en 1989 y en 1990 y las 3 muestras obtenidas en 1991 durante el muestreo intensivo practicado por ESCAM para el trabajo encargado por MOCARPEL. Pero este

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Molinos de Cartón y Papel (MOCARPEL) Esta empresa que está en plena expansión, vierte sus desechos industriales en el kilómetro 52.09 de mi desembocadura, en el Mar Caribe. Paralelamente, con sus aumentos de producción y cambios en sus procesos operativos ha ido ampliando y mejorando los controles y tratamientos de sus efluentes. Tengo información hasta 1990, de un tratamiento primario compuesto de 2 tamices de barra, un clarificador, un sistema de deshidratación de lodos y dos lagunas de sedimentación, para emergencias. Me dicen que el tratamiento secundario consiste o está formado por un sistema biológico constituido por 8 lagunas, de las cuales dos son aireadas. En un área de más de 23 hectáreas existen 32 aireadores, llevando la eficiencia en la remoción de la DBO5 hasta alrededor de 90 por ciento. Además, el efluente que llega a mi lecho es sometido también a los muestreos sistemáticos (prácticamente a diario en el efluente final tratado). Esta industria tiene un compromiso con el MSAS y MARNR para instalar en los próximos 2 años un sistema de recuperación de químicos para el reciclaje de los compuestos en los licores negros originados en la producción de la pulpa de bagazo y pulpa de madera. Esta decisión persigue reducir aún más la cantidad y


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potencial contaminante de los efluentes líquidos que van a llegar a mi curso y contrarrestar la problemática que plantean los caudales de sequía que a veces me aquejan. Vería con regocijo que otras empresas industriales tuvieran igual preocupación por el drama de mi contaminación.

Raya y el río Yaracuy, aguas debajo de La bananera, las descargas son realizadas por las gandolas en terrenos vecinos a las ciénegas, esparciendo las vinazas en el terreno, donde se estanca en algunos lugares. Al llegar las lluvias, el terreno es lavado hacia otras ciénegas que conducen estos desechos contaminantes hacia mí, a través del Río Taría y los caños Uramita y Copre. Como les dije, en 1991 la Pampero estaba instalando un digestor anaeróbico como un intento serio para darle satisfactoria solución, en forma definitiva y permanente, al problema que plantean las vinanzas.

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Destilería de Industrias Pampero C.A. Esta industria ha tenido algunos problemas conmigo no tanto para que rompamos relaciones, pero sí para increparles sobre lo perentorio de la solución del problema de las vinazas. Yo le conozco dos efluentes: uno que se me antoja llamarlo “regular”, descargando a mis aguas en forma de aguas residuales domésticas, formalmente tratado en dos plantas y una laguna de oxidación. Por el desecho que más daño me causa, y que da origen a nuestras diferencias, es la vinaza, cuya solución como descarga contaminante está por implementarse (No sé si ya construyeron el digestor anaróbico que tenían previsto para el tratamiento de ese vertido contaminante. Si es así, mil disculpas). Algunos confidentes del MSAS, preocupados por mi precaria salud, me han informado que esta industria se desprende de dichas vinazas que produce en los procesos de su planta a través de 5 o 6 gandolas diarias de 30.000 litros de capacidad cada una, que los conducen a otros sitios, visitados el 27/11/90 por parte del equipo que elaboró el trabajo “Estudio del Río Yaracuy”. Estos “vertederos” son: Una laguna en el área de Guarataro, que avena hacia la quebrada Guarataro, tributaria de mi cauce. Sus reboses fueron causa fundamental del súbito incremento de la DBO5 durante las lluvias de 1988 y 1989 a nivel de Puente Peñón. Luego, cinco fosas en Los Cañizos, cerca de la laguna de aguas negras de Marín, al rebosar las descargas contaminantes, van por la quebrada de aguas servidas de Marín y de aquí a mi lecho, por intermedio de la Quebrada La Marrón. Por último, entre La

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Industria Bananera Venezolana Esta empresa también presenta problema en la disposición final de sus descarga industriales, y en lo referente a mi contaminación. En agosto de 1990, el Servicio de Ingeniería Sanitaria, Zona XIX del MSAS, examinó los efluentes y reportó: uno de aguas amarillentas y residuos de grasas de esta industria productora de aceite de Palma Africana, y que es bombeado por canal de concreto que conduce este material junto con las aguas negras de viviendas y oficinas, hasta una ciénega ubicada en terrenos de la empresa y otro efluente de aguas ligeramente transparentes con residuos de grasas provenientes del lavado de equipos, que es conducido al caño El Cangrejo, el cual después de un recorrido de cerca de 10 kilómetros es bombeado a mi lecho. Un tercer efluente conduce aguas residuales de las viviendas del personal obrero. La ciénega donde son depositados los residuos cumple una función, pero ella no es una disposición terminal y el tratamiento debe ser objeto de un diseño y de las mejoras que exige la normativa sanitaria. En los meses de lluvia hay escurrimientos o reboses hacia mis aguas, particularmente a través del río Taría en razón de la pendiente.


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Como habrán notado, esta zona industrial constituye una encrucijada crítica en lo que a mi contaminación se refiere. A este respecto, creo que nadie a estas alturas está pensando en la insensatez de desplomar y desmantelar el parque industrial de Carbonero y sus alrededores, ni de cualquier zona de mi cuenca. Lo que se desea es el aprovechamiento y protección racional de mis aguas, para beneficio de la comunidad yaracuyana. Debo concluir este capítulo de mi relato citándoles un articulo de la Ley Penal del Ambiente. Artículo 28. Vertido Ilícito: El que vierta o arroje materiales no biodegradables, sustancias, agentes biológicos o bioquímicos, efluentes o aguas residuales no tratadas según las disposiciones técnicas dictadas por el Ejecutivo Nacional, objetos o desechos de cualquier naturaleza en los cuerpos de aguas, sus riberas, cauces, cuencas, mantos acuíferos, lagos, lagunas o demás depósitos de agua, incluyendo los sistemas de abastecimiento de aguas, capaces de degradarlas, envenenarlas o contaminarlas, será sancionado con prisión de tres (3) meses a un (1) año y multa de trescientos (300) a mil (1.000) días de salario mínimo.

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¿Qué Hacer? “La lucha por ampliar el mundo de la belleza, de la no violencia, de la tranquilidad, es una lucha política. La insistencia en estos valores humano, no sólo es una idea romántica, estética y poética que concierne únicamente a los privilegiados: Es una cuestión de supervivencia”.

Herbert Marcuse.


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¿Qué Hacer? Debemos partir de la premisa que yo, Río Yaracuy, soy un recurso natural renovable que sigo atravesando este valle, constituyendo un factor fundamental de desarrollo en nuestra comunidad yaracuyana. Pero cada día me veo más amenazado por el uso desmedido que se está haciendo de mi cauce y de mi cuenca. Sigo insistiendo, ya casi al final de este recuento, que es perentorio ese equilibrio que los favorezca a ustedes y a mí: No hacer uso de los potenciales de mi cuenca es un desperdicio, pero en el extremo opuesto, devastar esos recursos, quema mi vegetación, saquear sin piedad el material granular de mis quebradas y envenenar mis aguas, son crímenes ecológicos que rompen todos los equilibrios. Mi rescate es sólo posible bajo un enfoque racional y científico que permita establecer un plan de aprovechamiento y controles eficaces, en programas coherentes y multidisciplinarios, donde, naturalmente, la comunidad debe ser sujeto protagónico fundamental. En este orden de ideas, veo con beneplácito la aparición de grupos ecologistas, la moral ambientalista de la sociedad civil con sus asociaciones vecinales, la conciencia ecológica que desarrollan los grupos Ecoturismo y Profauna, además de la docencia impartida en Educación. Primaria y Secundaria y en los Talleres de Guardería del Ambiente, donde intervienen Guardia Nacional, Bomberos y Defensa Civil. Prueba de estas acciones conjuntas es un Plan de Ordenamiento y Reglamentación para proteger el Monumento Natural del cerro de María Lionza, para evitar que sus ecosistemas continúen degradándose. Estas disposiciones aparecieron recientemente en la Gaceta Oficial y protegerán mi caudal, muy cerca del nacimiento, así como también las corrientes El Chorro, Charay, Sarare, Quiballo y Maramisa. Como ya les expresé, hoy no se concibe un Programa de Gobierno sin un cuerpo de ofertas en el área de Ecología y Ambiente. Revisé todas estas promesas preelectorales de los

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diferentes candidatos y, en el mandatario reelegido encontré los siguientes puntos: 1.-Se implementarán y se realizarán las gestiones correspondientes a objeto de controlar y prevenir la tala y la quema, atendiéndole como un problema de orden social 2.- Se promoverán acciones conjuntas con los organismos e instituciones correspondientes, con el fin de adelantar programas de reforestación y protección de las cuencas altas del Estado. 3.- Por cuanto la carrera de Tecnología en Conservación de Recursos Naturales que se imparte en el IUTY, es única en el país, se apoyará su permanencia y consolidación como base formativa de recursos humanos necesarios para el sector. 4.- Se apoyará a las Alcaldías, Asociaciones Vecinales, Grupos Ecológicos y demás organizaciones, para que en conjunto enfrenten la problemática ambiental del Estado. 5.- Se implementarán programas de Educación Ambiental, a objeto de concienciar y orientar a la ciudadanía acerca de la importancia del Medio Ambiente. 6.- Se apoyarán e impulsarán los programas de las Alcaldías relativos al mejoramiento y consolidación del servicio de Aseo Urbano y Domiciliario y de los Rellenos Sanitarios. Ojalá que este cuerpo de propuestas no quede en el aire que no sea demostraciones populacheras y que sean cumplidas a cabalidad. No puedo dejar de reconocer el interés desplegado por el Ministerio del Ambiente por tratar de restaurar mi salud perdida: en días pasados anunció un plan de reforestación y su apoyo


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para la siembra de café, con puros árboles de sombra se propone restablecer la cubierta vegetal protectora en algunas zonas de mi cuenca y además los paquetes ecológicos conservacionistas de acuerdo al estudio MARNR-BID, Caracterización de los Sistemas Agrícolas en la cuenca del Río Yaracuy, para tratar de frenar los procesos erosivos producidos por las malas prácticas en la agricultura. Además, la aparición de la Ley Penal del Ambiente permitirá ampliar su radio de acción con sanciones para quienes atentan contra el Medio Ambiente. Hoy sabemos que existe una completa tecnología con respecto a la anticontaminación, que debería ser acogida como una medida salvadora por parte del capitalismo industrial. Además de la descontaminación atmosférica y de los suelos, la de las aguas continentales ha hecho tales progresos que puedo informarles que no existe ningún tipo de agua, sean salobres, pesadas o fuertemente contaminadas, que no puedan ser depuradas y destinadas al uso humano. Esto es válido e importante cuando este líquidó vital tiende a escasear, lo cual ha originado en el mundo numerosas investigaciones e innovaciones tecnológicas como los nuevos métodos de coagulación, los poli electrolitos, el carbón activado, el uso del ozono que comparte utilidad con el cloro como agente esterilizante, el reciclaje o recuperación de los productos que les cité antes, con motivo de la promesa de una de las empresas de Carbonero para instarlo. Por lo expuesto, es inexcusable que se siga polucionando mis aguas con estos desechos industriales, degradadores de mi ambiente. También persiste el grave problema de la eliminación de los desechos urbanos, cuando ya en el mundo está técnicamente resuelto con el compostaje que permite la obtención de abonos, la incineración con equipos especiales y los vertederos controlados. Como podrán observar, no me he quedado en los meros planteamientos de los problemas que me agobian: mis amigos y yo también asomamos las soluciones. Lo que sucede es que desde la Confederación de Estocolmo en 1972 quedó bien establecida la

estrecha relación existente entre la destrucción del medio ambiente y los mecanismos económicos. Sin embargo, ustedes debaten entre dos tendencias: aquellos que piensan que “quienes degradan y contaminan pagan” y los otros que consideran que los gastos de la lucha contra los crímenes ecológicos han de ser soportadas por toda la sociedad y cargarse a la cuenta del Estado. La solución no es nada fácil, por lo cual toda vía hay quienes me llaman “Río Tirano” o “Río Paranoico”, porque trato de defenderme y porque los convoco para que me defiendan. Quizás estos estados constituyen complicaciones de mi grave patología, demostrada en este descarnado relato autobiográfico.

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Notas Bibliográficas • •

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Se terminó de imprimir en agosto de 2011 en el Sistema Nacional de Imprentas San Felipe estado Yaracuy República Bolivariana de Venezuela La edición consta de 500 ejemplares


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