El caminante lunar
José Ángel Canadell Lináres
El caminante lunar
La historia para el avance del hombre Hegel filósofo alemán
El Caminante Lunar José ángel Canadell Linares Colección El libro hecho en casa. Serie Relato © Para esta edición: Fundación Editorial El perro y la rana Sistema Nacional de Imprentas Red Nacional de Escritores de Venezuela Depósito Legal: ISBN:978-980-14-1218-2 Plataforma del Libro y la Lectura Jairo Brijaldo Diagramación: Jesús Castillo Impresión Frank Torres
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El Sistema Nacional de Imprentas es un proyecto impulsado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura a través de la Fundación Editorial El perro y la rana, con el apoyo y la participación de la Red Nacional de Escritores de Venezuela. Tiene como objeto fundamental brindar una herramienta esencial en la construcción de las ideas: el libro. Este sistema se ramifica por todos los estados del país, donde funciona una pequeña imprenta que le da paso a la publicación de autores, principalmente inéditos.
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“Palabras del autor” Cuando se escribe sobre las ciudades y los pueblos, debemos tener un alto grado de sensibilidad, por la importancia del sentido histórico y romántico, cuando nuestra pluma se deslice por el papel y deje grabados los momentos mas relevantes de una época, en función de hacer recordar su hermosura a quienes lo vivieron y trasladar al tiempo pasado a las nuevas generaciones y conozcan sus raíces. Las crónicas son una manera sencilla y amena de hacer resaltar los hechos más importantes sucedidos en una región o ciudad, dándoles a sus personajes la autenticidad para que el relato este envestido en la mas cruda realidad, adomando los sucesos con retazos de imaginación, que son inevitables cuando escribimos. Este es un trabajo hecho con cariño y vocación de servicio para un pueblo generoso y hospitalario, que a través de la historia ha tenido un papel importante en el acontecer del estado Yaracuy y de Venezuela. Fueron varios años estudiando, investigando, recorriendo sus calles y hablando con sus viejos, de lento andar; pero buena memoria, para que me relataran sus anécdotas, en una ciudad que aun conserva sus aires coloniales y tiene plantados en sus patios árboles de aguacate.
José Ángel Canadell Linares Yaritagua 31/07/2000
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CAPITULO I
En los anales de la historia Yaritagua tiene su importancia por la valentía y cultura de sus hombres y mujeres que le han dado brillo a su gentilicio. Aquí nación José Peña, héroe de la independencia de Venezuela cuyo valor y coraje en el combate sirvió de ejemplo a sus soldados para ganar muchas batallas en la gesta emancipadora. En una casa que se encuentra en la carrera 8, esquina calle 18 en el año 1987, se detuvo el joven José Antonio Páez para tomarse un guarapo y esto cambio su destino; lo hizo uno de los generales más importantes del ejercicio libertador. Por aquí pasaron las tropas de Ezequiel Zamora y su revolución federal, reclutando hombres, prometiendo tierras al campesino y justicio para todos. El general Guzmán Blanco anduvo por estas calles, durante sus campañas militares y visitas presidenciales. Las tropas del general Cipriano Castro, acamparon en la Plaza Bolívar en el año de 1899 en su paso hacia Caracas, para derrocar al Presidente Ignacio Andrade con su revolución restauradora. Aquí nació el gran compositor: Otilio Galíndez, quien escribiera hermosas canciones llenas de poesías y encanto. En este sol vio la luz un gran deportista Yaracuyano que lleno de triunfos al atletismo nacional y sirvió de ejemplo a muchos jóvenes aficionados al trotar y al sudor del cuerpo. Su nombre: Horacio Estévez Gloria de Yaritagua, de Yaracuy y de Venezuela. Hemos de rendirle honor en estas paginas a: Ricardo Gainza Claudeville, primer cronista oficial de esta ciudad, cuya tesonera y sacrificada labor enaltece el sentimiento Yaritagueño y nos hace reflexionar sobre el presente y el futuro de los que trabajan por la historia y la cultura de los pueblos y se les debe dar su importancia. Tanto el sector publico como el privado, no debe dejar que se pierda en el
Datos históricos En la época precolombina, era un verde Valle regado por ríos y quebradas, que eran absorbidas partes de sus aguas por las entrañas de la tierra en su largo camino hacia el mar, o eran evaporados por el sol para luego regresar en forma de lluvia. Muchas tribus indígenas habitaron este territorio antes de la llegada del hombre blanco y existen testimonios para justificar esta teoría dado que en el año de 1999 en los terrenos de la hacienda “Santa Lucia” fue encontrado un cementerio con restos óseos, alfarería, puntas de flecha, conchas de caracoles trabajadas, cuentas de collares, etc. Este descubrimiento fue hecho por un estudioso de la antropología el Sr. Luís Farfán. En el sentido hispánico, Yaritagua no es producto de una fundación propiamente dicha. Sus orígenes se remontan a las necesidades de un pueble de formarse como tal, en un justo reclamo, por los legítimos derechos de tener un lugar donde vivir. Las tierras de Yaritagua fueron vendidas a Don Tomas de Ponte por: Diego Leal de Armellas en el año de 1666 y el nuevo dueño traslado varias familias de naturales: Ajaguas, Camargos, Gayones y Cayones, provenientes de Humocaro y de Nuestra Señora de Altagracia de Quibor (hoy estado Lara) para fundar en la parte norte (Valle urimiquire) una hacienda de caña de azúcar con su trapiche. Los indios construyeron su ranchería en el lugar. Es de suponer que dicha comunidad estaba integrada por blancos españoles. En 1691 un grupo de indígenas construyen casas más al centro, a tres kilómetros del río. El 19 de noviembre de 1699, el corregidor Capitán Miguel del Castillo Nieto, públicamente le dio legitimidad al pueblo de Yaritagua y consta en los documentos del archivo general de la nación.
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olvido, tantos trabajos que se han realizado de nuestros pueblos y su cultura, con el fin de dejar testimonio, para que las futuras generaciones conozcan sus raíces y se enorgullezcan de su gentilicio.
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La primera vez que vine a Yaritagua fue en el año 1975 y la razón fue, que me había casado en la Victoria (Edo. Aragua) con una muchacha nacida en esta ciudad y quería conocer a sus familiares y visitar el poblado, la cual me decía que era muy pintoresco y de gente amable. Salimos a las 8:00 a.m.; pero al llegar a la encrucijada de Carabobo, ignore la vía y seguí derecho por no estar pendiente de las señales de transito y mi esposa como tenia tanto tiempo sin ir, estaba un poco confundida. Total que atravesamos cinco estados (Aragua, Carabobo, Cojedes, Portuguesa y parte de Lara), parándonos varias veces para descansar, comer y preguntar por donde seguía para llegar a mi destino. Entré por la carretera vieja observando un gran central azucarero llamado “Río Turbio” en Cabudare (Edo. Lara) seguí mi recorrido y todo el paisaje era de tablones de caña de azúcar hasta llegar. Tardamos 7 horas de viaje; pero lo disfrute, porque mi hobby preferido era andar en carretera conociendo a mi país. Dicen que preguntando se llega a Roma y llegamos como a las 3:00 p.m., cansados y sudados, pero contentos. Fue mucha alegría la que sintieron sus tías y primos al verla, porque tenían años sen comunicarse y además conocieron a nuestra primera hija de meses. Después que conversamos un poco le pedí al primo que fuéramos a caminar y me llevo a la Plaza “Bolívar”, sintiéndome maravillado y perplejo por la gran cantidad de chaguaramos, llamados aquí maporas que estaban sembradas. También visite la iglesia de “Santa Lucia” y baje por la calle 19 y entre las carrera 9 y 8 había una carnicería, y me di cuenta que uno de los que atendía era de “La Victoria”, ¡si, era el Cabo Reyes del barrio de los Cometripas de la otra banda ¡. Después de preguntarme que hacia por estos lados, me dijo que tenia varios años en Yaritagua. Proseguí mas abajo y vi unas ruinas de una casa de paredes de piedras que me llamo mucho la atención por su arquitectura. Pregunte sobre ella y me dijeron que esa era la fabrica de la “Carrascosas”, enseguida pensé, esta construcción no la deberían dejas perder por su valor arquitectónico, es necesario continuar esta obra como un monumento al pasado y sus glorias, que exista por largos años para que las
futuras generaciones vean con sus propios ojos las maravillas dejadas por nuestros antepasados y ser testimonio del presente y del futuro. Al siguiente día después de almuerzo, con un adiós y un hasta luego; pero eso si, por la autopista Centro-occidental, retomamos a nuestro hogar. Seguimos viniendo los fines de semana de cada dos meses, hasta que el destino quiso que un día 13 de abril de 1996, fijara residencia en esta bella ciudad, compartiendo con su gente y sintiéndome un Yaritagueño más, para aprender de su pueblo y de su historia. Para esa época le compuse una canción a Yaritagua la cual copio para su conocimiento.
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I Hermoso cielo, de radiante sol Son tus mujeres, capullos en flor Cañas de azúcar, se mecen al viento En tu fértil suelo. II Tus casas viejas, reliquias de ayer Gloriosa herencia, de un pasado fiel Que se han quedado, desafiando al tiempo llenas de tristeza. III Yaritagua, ciudad de Yaracuy Linda tierra de fragancias y luz Tu Plaza Bolívar, tu iglesia antigua Me brindan inspiración. Te escribo estos versos, que nacen del alma Transformados en canción.
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En mi constante caminar por sus calles y carreras, desde el Trocadero a la Plazuela, de este a oeste y de norte a sur. Desde la carrera 17 a la 6, me quede maravillado de su arquitectura y calles angostas trasladándonos a la época colonial, porque sus casa de anchas paredes, techos rojos enmohecidos por la humedad el sol y el tiempo. De sus vetustas puertas y ventanas donde se asoman los fantasmas del pasado. Yo lo disfruto, porque me hace recordar a la Victoria de los años 50. Y me voy a la Plaza “Bolívar” un oasis en la ciudad, acalorado por la caminata y el inclemente sol. Pero al llegar, siento el alivio de la sombra y es frescor que me obsequian las maporas, los cedros y caobas, la flor de montaña, un grueso castaño, los mangos, los almendrones, las palma real y muchas plantas ornamentales que le dan belleza y armonía, haciendo de esta un de las mejores plazas del país. En el centro se encuentra la estatua del padre de la patria “Simón Bolívar” en civil, el estadista, el pensador, colocada en la década de los 80, sustituyendo a un busto. El libertador se encuentra de pie viendo hacia la Alcaldía como aconsejando a las autoridades y diciéndoles: trabajen para, y por el pueblo, porque fue él, quien les dio el voto, y así como los pone los quita. Anteriormente y remontándonos a la colonia, era la Plaza mayor, como a la usanza española, no fue sino hasta el año 1889, durante la administración del Coronel: Eloy Polanco, que se inauguro como tal y tenia una cerca de hierro que la circundaba y se abrían sus puertas a las 6:00 de la mañana y se cerraban a las 6:00 de la tarde y la limpieza la hacia un solo hombre, celoso guardián de sus instalaciones con una hoja de palma. Las rejas desaparecen por los años 50 y también su cuidador: El ultimo se llamo: “Justino Ordóñez”. Aprovechando la frescura me pongo a conversar con viejos Yaritagueños como: Marcos Varela, Chucho Medina, José Antillano, Eulogio Pérez y otros enriqueciendo mi enseñanza con las anécdotas de su tiempo. Por cierto le pregunto a: Eulogio; que en mis caminatas por la ciudad, me he dado cuenta que la mayoría de las casas en sus patios tienen sembradas matas de aguacate; ¿Es una costumbre o una tradición que les viene de sus
antepasados? A lo que me responde con una sonrisa maliciosa, pero llena de gracia, no poeta ni la una ni la otra, lo que pasa es que con el aguacate falta sola la arepa. Una de las primeras personas que conocí en Yaritagua fue el Doctor: Erie Vrandergil, Ingeniero Agrónomo Holandés, contratado por los Vollmer para trabajar en la agrícola, a su esposa Ivon y a sus hijos: Stiven, Vill, Lineo, Ana, Bianca y Emma, esta ultima una gran deportista y en un buen momento; capitana del equipo de voleibol del Estado Yaracuy. De vez en cuando nos reunimos en su casa a charlar sobre muchos temas y bebíamos su famoso “trago diabólico”, una mezcla de ginebra, anís y azúcar y cuando estábamos medio entonados, yo tocaba el cuatro y cantaba mis composiciones, luego él interpretaba piezas holandesas con su sinfonía de mano y al final nos íbamos al salón contiguo a escuchar música clásica, la cual es un gran admirador y tiene una hermosa colección. El Doctor Arie me presento a una amigo de él, el Sr. Iván Sidelnikov, un emigrante ucraniano que llegó al estado Lara a sembrar tomates y luego paso a Yaracuy a trabajar en las haciendas de caña de azúcar, eso fue después de terminada la segunda guerra mundial. Me contaba Iván que él servio con el ejército alemán como interprete y luego fue tomado prisionero por el ejército norteamericano y estos lo utilizaron en el servicio de inteligencia, en traducciones idiomáticas. Era un anciano agradable, lleno de una gran sabiduría, de esas de esas que se aprenden llevando trancazos en la vida. Fue un hombre de machas anécdotas y aventuras porque llevaba el destino marcado. En el bolsillo de su camisa tenia una libreta negra donde anotaba las cosas mas importantes a su juicio. Vale la pena escribir un libro sobre él. Dejo varios hijos y murió en avanzada edad el 07 de enero del 2000. Que sirva este pequeño escrito para recordarte para siempre. Otra persona que me presento el Doctor Arie fue el Dr. Carlos Delgado; Ingeniero Agrónomo nacido en Francia, nieto del General Román Delgado. Chalboud, Comandante de la escuadra Venezolana durante la dictadora del General Juan
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Vicente Gómez e hijo de Carlos Delgado Chalboud, Presidente de la Junta de Gobierno tras el derrocamiento del Presidente: Rómulo Gallegos. (1948). El Doctor Delgado fue por muchos años Gerente del Central Yaritagua. Era un hombre muy culto, todo un pedagogo en Historia Universal y de Venezuela, provocaba escuchar sus intervenciones pues le daba un sentido académico a sus narraciones. Del cultivo de la caña de azúcar era todo un experto y ponía en práctica sus conocimientos en su hacienda de Cabudare, pero también tenía su genio, que a veces no escatimaba esfuerzo para dejarlo salir. Una vez conversando sobre los métodos de trabajo de comienzos del siglo XX se me enojó, porque yo le dije sin intenciones de ofenderlo: Doctor lo que pasa es que usted todavía vive de las glorias del pasado. Esa fue la última vez que hablamos. De todas formas Doctor Delgado cuente con mi respeto y admiración.
CAPITULO II
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Para todo hombre su tiempo fue el mejor, porque lo vivió a plenitud, sacándole todo el provecho a sus años mozos, para luego en su ancianidad, añorar el pasado. En mis constantes visitas a la plaza Bolívar, observaba los rostros tristes y el hablar melancólico por los viejos tiempos, y exclamaban; la Yaritagua de los años 40 era mejor que ahora, era pequeña tenia como quince mil habitantes. Había dos barrios importantes el Jobito y la Plazuela, el primero contaba con gente culta y refinada y se presentaban obras musicales y teatrales. Si, mucha gente adecuada, comerciantes, poetas e intelectuales vivían en este sector. En la Plazuela, después del puente “Bolívar” vivía la clase común y mundana y como era la entrada principal de la carretera que iba y venia de Barquisimeto, existían muchas ventas de comidas, casa de juego, móviles, botiquines, prostitutas y pare usted de contar. Este sector tenía mucha vida, tanto de día como de noche y el bullicio y la algarabía reinaba constantemente; y muchos decían: en la plazuela no se duerme, se vive las 24 horas. Y la calle nueva, hoy avenida “Padre Torres” empezaba en la carrera 5 y terminaba en Cruz Verde, vía Guaremal. En este tiempo había más de cuarenta haciendas con trapiches en los alrededores de Yaritagua (Santa Lucia, el Ingenio, San Rafael, San José, Maporal, san Nicolás, la Concepción, Albarical, etc.), que daban trabajo a muchas personas. En el año 1949, los hermanos Vollmer compran la hacienda “Hato Viejo” y en el año 1958 la convierten en un Central azucarero, y con las nuevas técnicas procesan la caña y monopolizan su mercado. Y a partir de allí comienzan a desaparecer los viejos trapiches movidos por burros y mulas, para dar paso a las maquinas y a los modernos métodos de producción y refinado de azúcar. Siempre me ha gustado escribir sobre las personas que conviven honestamente en una comunidad, y por sus años son apreciados y respetados, porque forman parte de la historia de los pueblos. Marcos Varela nació en esta tierra de cielo azul y dulce caña, el 24 de noviembre
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de 1908. Su madre: Carmela Varela; su padre Juan Antonio Asuaje, Jefe Civil del Distrito. A sus 92 años en su largo transitar por la vida, con sus pasos lentos, apoyados sobre su viejo bastón y su mirada melancólica, cuenta sus anécdotas guardadas en su memoria, como tesoro de recuerdos y vivencias. Me cuenta Marcos que una vez estando muy joven fue donde una tía que tenía su casa al final de la carrera 10 cerca de la actual comandancia de la Policía y se sentó en un butaque y dijo: ¡Ah que silla mas sabrosa para descansar!, a lo que le respondió la pariente: así se expreso el General Juan Vicente Gómez cuando se sentó en ella. Me contó también que en su época joven le gustaba practicar mucho la cacería y que en las sabanas y montañas de los alrededores de Yaritagua, había muchos venados, acures, lapas, conejos, cochinos de monte y muchas especies de aves, que llevaban la dicha y felicidad a los cazadores, además de proveerlos de sus apreciadas carnes. Mucha gente importante de Barquisimeto, aficionados a este deporte, lo buscaban para que les sirviera de baquiano, obteniendo de ellos amistad y consideración. Una vez trabajando Marcos como chofer en la hacienda “Santa Lucia”, su dueño; Amorfiel Martínez Pacheco lo mando a Barquisimeto a comprar gasoil, pues se iba a terminar y no podría trabajar el molino; pero le ordeno montar dos sacos de maíz, para que los vendiera y con el dinero obtenido comprara el combustible. Arrancó el camión apresuradamente porque era tarde y podrían cerrar el negocio. Azorado por realizar el mandado, al llegar a la ciudad, choco a otro camión por la cabina y un joven que viajaba en esta, resulto con las piernas fracturadas; ¡y ese muchacho era hijo de un comerciante adinerado e importante! Como era de esperarse y por lo estricto de las leyes, fue llevado detenido por las autoridades y encerrado en un calabozo. Al enterarse sus amigos cazadores, fueron a hablar con el padre del herido, defendiéndolo y recomendándolo como un trabajador honesto y responsable y el comerciante retiro la denuncia y fue puesto en libertad. Como dice el refrán
criollo; al que a buen árbol se arrima, buena sombra lo cobija. De regreso a la hacienda sin gasoil y con el maíz, el patrón le llama la atención, pues se perdió la molienda a lo cual él le respondió: perdóneme Sr., Amorfiel; pero la culpa fue de usted por no haber tomado las precauciones y mandarme a hacer la compra mas temprano. Otra anécdota de él el que en el año de 1922, cuando tenía 14 años se fue para Agua Blanca (Edo. Portuguesa) a trabajar con un mecánico puertorriqueño que siempre llevaba con él una biblioteca con libros apropiados a su profesión. El hombre le asigna el siguiente trabajo: a un eje redondo de hierro debía hacerle un cuadrado de 50 cm. de largo, pero a puro cincel o martillo. Todos los días emprendía la ruda tare. Tardo seis meses en realizar su misión, y el cincel que tenia al principio 60 cm. De largo acabo en 5 cm., y el también obtuvo su parte; las manos se le tomaron fuertes y callosas. Aprendió muchas cosas que no sabia y regreso a Yaritagua en 1927 con mas experiencias y mas ganas de trabajar. Y Marcos nunca se caso porque él decía: El que debe agua en tapara y se casa en tierra ajena, no sabe si el agua es clara o si la mujer es buena. Pero si tuvo quien lo acompañara en sus noches frías y engendro varios hijos que siempre lo visitaban y están en comunicación con él, porque fue un buen padre y estuvo pendiente de ellos para hacerse querer.
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CAPITULO III La mujer en Yaritagua ha sabido darle el valor a su tierra a través de su labor educativa e intelectual, y hemos de nombrar a dos mujeres dignas de admiración, que a principios de siglo llenaron de conocimientos a sus alumnos y cubrieron de honor a esta tierra con su producción literaria; Inés Lucia Yépez (Educadora y escritora) y a Iginia Bartolomé de Álamo (escritora), baluartes de las presentes y futuras generaciones de educadores y escritores que siembran conciencia con su hermosa labor. Pero lo mejor de la mujer Yaritagueña esta en su belleza y su gracia, altivas descendientes de afrodita, brindando ternura con su mirada, dulzura con su hablar melódico y complaciente y la hermosura de su cuerpo que enciende pasiones; inspirando la mente de un poeta, que embriagado por su olor a hembra en celo, descarga su amor en una poesía, para apresar su hechizo en el papel. A continuación les escribo un poema de mi propia inspiración con fecha del 27/05/97, al quedar cautivado por su encanto y belleza.
“Yaritagueña”
¿Quién pinto tu rostro de hermosura dándole el bello color a tu piel. Hizo maravillas con su mágico pincel, Adornando tus encantos con ternura? Te pintó linda como un amanecer Te dio el hechizo de la luna. Para hacerte una graciosa mujer Llena de virtudes y dulzura. Con lo mas sublime de su ser. Y puso en ti un alma pura, Obsequiándote todo su querer.
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Y no conforme de luz a tu figura, Quiso hacer de ti, una diosa de amor y del placer Que su mente prodigiosa creó una escultura. De labios sensuales, mojados de miel. La mujer de hoy, esta representada por una figura autentica que a pesar de los pesares, a sabido imponerse por sus dotes intelectuales y por amor a su tierra, a todos los obstáculos que se presentan en la azorada y dura vida del escritor. Y ella le ha dedicado muchos años a la educación logrando que su labor fuera reconocida nombrándola: Cronista de la ciudad de Yaritagua. Pues señora, hay mucho camino que andar; pero estoy seguro que damas de su temple y condición, no se amilanan, ni retroceden ante los retos que suelen presentarse, porque con voluntad y sabiduría, se puede todo. Adelante Sra., Belkis Montilla de Romero. Siempre le escuche decir a Chucho Medina, antiguo comerciante de la localidad, que el tenia un sobrino que le gustaba mucho la música mexicana en especial a la de Pedro Infantes, a quien admiro desde la niñez y aun después de muerto, teniendo en su casa un salón con todos sus recuerdos; discos, fotografías, recortes de periódico, una copia en miniatura de una moto utilizada en una película, los trajes de charro que lucia, etc. Esto me intereso mucho porque tal afición y dedicación es digno de respeto y admiración y como yo ando en eso de la caza de personajes y hombres ilustres, por mi condición de escritor y defensor de las costumbres y las tradiciones de los pueblos, le pedí la dirección a Chucho para conocerlo y conversar con el. Salí de mi casa un martes como a las 4:00 p.m. baje por la calle 8 hasta la carrera 7, seguí derecho hasta la calle 16, y a una casa después estaba su negocio y en la pared frontal decía: “Almacén Yaritagua” y detrás del mostrador estaba un hombre maduro, blanco, de bigotes negros y estatura regular, que atendía a la clientela muy amablemente siempre sonriente y les decía: pase adelante, aquí no se cobra por ver. Mire aquí la mercancía es de buena calidad, fíjese aquella colchoneta que vale Bs. 16.000, no hay problema yo se la dejo en 15.000 a mi lo que me interesa es que el cliente se vaya satisfecho con su compra. Unos se iban felices por su adquisición y otros miraban y miraban; bueno así son las cosas como dice Oscar Yánez en su programa de televisión.
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Esperé que estuviera desocupado y lo aborde, presentándome y diciéndole que me narrara su vida pues pensaba escribir un libro sobre Yaritagua y su gente. Y comenzó su relato; mi nombre es: Honorio Fernández Medina y soy hermano del que fuera Gobernador del Estado Lara: el periodista Orlando Fernández Medina. Nací en Yaritagua el 24 de abril de 1940, ósea que tengo 60 abriles lavando mejor la ropa. Mi afición por la música azteca viene desde pequeño. A la edad de 8 años me sentaba en la acera de la carrera 6 con calle 19 a escuchar las canciones que se oían del cine “Mi cine” antes de comenzar la función. Me sentía extasiado con esa música de guitarra y violines con la voz recia y machota del cantor y mi imaginación volaba y se perdía en el espacio al escuchar mis oídos; rayito de luna, no me quieras tanto, hipócrita, el cocula, el cigarrillo, el barrilito, y muchas que estaban de moda por la década de los 40. La primera película de Pedro Infante la vi en una pared de la escuela Cedeño cuando estaba ubicada en la calle comercio (hoy 7). Desde los diez años trabaje con mi abuelo y mi tío Chucho en la bodega “El pilón” de su propiedad, vendiendo leche y suero en forma ambulante, desde el centro y por la calle nueva (hoy Avenida Padre Torres) hasta Cruz Verde, vía hacia Guaremal. A mi me gustaba jugar mucho a la pelota caimanera y me jubilaba de la escuela para divertirme; pero me descubrían y me castigaban. En tiempos de fiestas patronales me iba a las ferias a montarme en la rueda y los otros aparatos. Un día cuando tenía como 12 años, andaba peludo, con los zapatos rotos y una teja rodada y le pedí a mi tío un bolívar para afeitarme y me dijo que no tenía, que fuera a trabajar. Ese día hice una promesa; que me esforzaría mucho para lograr riqueza. En ese tiempo me fui a vivir con mi madre a Valencia (Edo. Carabobo) y me desempeñe como vendedor de lotería, desde la protinal hasta Cantaura a pie. Pase como dos años por esa tierra y regrese a Yaritagua a trabajar con mi tío Chucho en la tienda “El pilón”. Y seguía escuchando y cantando música de mariachis. En el año 1957 cuando vino Pedro Infante a Barquisimeto a presentarse en el “Teatro imperial”, no pude verlo pues me faltaban dos bolívares para completar ya que el pasaje me costaba tres bolívares ida y vuelta y la entrada uno cincuenta; ¡Ah malaya mi suerte! Cuando murió el cantante me causo una gran tristeza, pues mi
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ídolo no cantaría más, pero quedaban sus discos para recordarlo. Y pasó el tiempo y seguí trabajado para lograr una buena posición económica. En el año 1982 viaje a la ciudad de México y visite la primera casa de Pedro Infante en la urbanización “Linda Vista”, la segunda casa en Toluca en el kilómetro 18. Fui al cementerio donde reposaban los restos del afamado cantor en el panteón – jardín. También visite las ciudades de Querétaro hasta Acapulco. Pase por el cerro del Cubilete, por el camino de Guanajuato, y vi las cúpulas que nombraban en la canción “Penjamo”. Estuve en el lago “Chapala” donde se filmo la película “Tixox”. El 15 de abril del año 2000, la televisora Promar hizo unas tomas de mi galería para el programa “México y sus canciones” con el caute Santiago Cordero. Y Honorio sigue soñando con volver a su México lindo y querido. Para compartir la alegría con ese gran pueblo de: Benito Juárez, Maria Félix y Tony Aguilar. Y hablando de México, me cuenta que en Yaritagua hubo un gran exponente de las canciones aztecas. Que su recia voz se oía en todos los rincones de la ciudad, porque lo hacia tan bien que gano muchos admiradores y admiradoras, pues con su traje a lo norteño y su sombrero, impresionaba al publico que lo escuchaba. Dicen que en de cada del 80, el pintor Uranga lo llevo a Caracas a una televisora a participar en un concurso que era presentado nada mas y nada menos por la primera Mis Mundo Venezolana la siempre hermosa “Susana Duin”. El nombre de este cantante era José Andrés Escobar, alias el Chihuahua y vivía en el Carmelero.
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CAPITULO IV Recién llegado a Yaritagua en el año de 1996, me di a la tarea de recorrer y conocer sus campos los fines de semana, para compenetrarme mas con la región que había escogido para residenciarme. Conduciendo mi carro por la carretera vieja hacia Cabudare sentí un fuerte olor a gasolina y como medida de prevención opte por detenerme y revisar el vehiculo. Al levantar el capó me di cuenta que por el filtro se estaba botando el combustible, menos mal que tenia un repuesto y se lo cambié. Después de respirar bastante aire, para alimentar mis pulmones y limpiarme las manos, observo una casa vieja, que tiene un anuncio que dice: “El cabrestero” en el cruce de la carretera que va para “Agua Negra” y me digo: voy a entrar para conocer el lugar. Me di cuenta que era un expendio de bebidas tipo tasca y sus paredes estaban adomadas, con un cuero de tigre cunaguaro, una piel estirada de culebra mapanare, varias caramelas de venados, una bandolina, un cuatro, unas maracas, todo muy típico. ¡Y me gustó! Me senté y le pedí al empleado que me sirviera una cerveza bien fría, ya que el calor era fuerte y mi garganta estaba reseca. Como el sitio estaba solo porque aun era temprano, invité al empleado a que se sentara para conversar. Me presente y le dije que era forastero y quería conocer el sitio. Me respondió que llamaba: Cruz Mario Betancourt y había comprado el negocio para descansar, porque anteriormente era cantante profesional de música mejicana y su nombre artístico era: El charro del centro. Pedí dos cervezas más y nos atendió su esposa “Yuli” una gordita catira muy simpática natural de Chabasquen (Edo. Portuguesa) igual que su esposo. La invite a que nos acompañara para que fuéramos más los conversadores y me estaba ambientando ya que me parecía muy acogedor. Y entré en charlas, bebidas y la música gravada lo estábamos pasando muy bien.
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Le pregunté a Cruz Mario el nombre del sector y el pasado de la casa. Me respondió que se llamaba “Albarical “y que la vivienda fue propiedad de los hermanos Martínez Ojeda, dueños de la hacienda “Las Mercedes”, que parte de ella fue utilizada como bodega y fue habitada por: Pablo Espinal. Posteriormente hubo un surtidor de gasolina ya que esta era bien importante, entre Yaritagua y Barquisimeto. Que uno de los últimos dueños fue: Francisco Quiñónez y que aquí mataron a un hombre que apodaban “Manovieja”. Pero en ese momento tan importante de su relato, empezaron a entrar muchos clientes, y mis anfitriones se disculparon retirándose para atender a estas personas. Me quedé solo en la mesa, con el sonido de una canción folklórica y vi por la reja un hermoso paisaje de tablones de caña de azúcar, de hojas lanceoladas y largos tallos que se bamboleaban con la brisa en un constante danzar, y sus espigas doradas contrastaban con el sol. Eso me puso melancólico pues me recordé de mi niñez en mi bella “Victoria” cuando caminaba por los cañaverales, en la hacienda el “Recreo”. Pero de pronto vuelvo a la realidad al escuchar la voz melodiosa de Cruz Mario interpretando rancheras acompañado por buenas pistas. Eso me lleno de alegría pues en mi juventud yo también cantaba boleros, baladas y música criolla y al publico le gustaba como lo hacia. Bueno, el resultado de esta visita fue muy halagador y motívante para mí, porque me hice de nuevos amigos y un lugar donde llegar a pasar algunas horas de los fines de semana y compartir mi tiempo con tanta gente. Al siguiente día me dirigí a la población de las “Velas” a visitar a mi compadre: Cruz Gutiérrez, hombre muy importante y conocido por la comunidad, por ser empresario agrícola y tener maquinarias para descocechar maíz. Me acompaña un hijo de él de nombre: Lubio Montilla y en camino
habidos y por haber, pero la cosa mas curiosa es que la cantidad de cajas de cerveza para celebrar el acontecimiento, es igual a la cantidad de años cumplidos y eso sin contar la bebida picante. Vaya costumbre, ¡Dígame cuando cumpla los 100 años! Llegamos a su casa pero lamentablemente no se encontraba, Lubio me dijo que conocía una taguarita donde vendían la cervecita bien fría y había una rocola bien acondicionada, a lo cual le respondí que fuéramos pues mi garganta estaba reseca como radiador de viejo autobús y nos fuimos al sitio indicado y lo pasamos muy bien, pues nos unieron unos amigos del sector. Los venezolanos se han caracterizado por su buen humor, utilizando en todas sus formas y manifestaciones; es el caso de: Pedro León Zapata, que ha todas sus características le da un toque de risa. Y el Yaritagueño no es una excepción, pues a diario utiliza la chanza y la mamadera de gallo para hacer la vida más llevadera y para muestra un botón. Me cuentan que una vez en la ciudad, se desarrollo una campaña electoral bastante agitada y que todas las partes tenían las mismas oportunidades. El día de las elecciones el pueblo concurre masivamente para elegir a la persona que los dirigirá. Al terminar los escrutinios oficiales resulta ganador el candidato del partido gobernante. Al siguiente día amanece amarrado a las puertas del consejo un burro con un letrero que decía: “PRESIDENTE”. Y me quedé atrapado en el pasado, viviendo de recuerdos con brotes de nostalgia, pensando y reviviendo lo bello del ayer y me vino a la mente cuando era joven, lleno de salud y alegría, que se refleja en un cuerpo sano y una sonrisa a flor de labios. Y me vi haciendo alarde de mi galantería sutil, como un noble caballero de la corte francesa, que regalaba versos a las bellas damas, a cambio de un sus piro o una mirada amorosa y tierna.
me contó la siguiente anécdota de su padre; que es su costumbre festejar su cumpleaños con gran pompa y majestuosidad, pues se asan, cochinos, becerros, se prepara el suculento sancocho de gallina y todos los majares
Recordaba también cuando interpretaba hermosas canciones con mi afinada voz acompañado por las cuerdas de un músico y su guitarra española, para despertar a mi amada con una linda serenata. ¡Que tiempos aquellos!
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Hablando con el Sr. José Ramón Antillano, Yaritagueño de pura sepa nacido en el año de 1922 y con su mente cargada de recuerdos que le pesan y debe dejarlos salir para que no se le rebelen, me cuenta de la ciudad de antes, de cuando contaba con los dedos de las manos los carros que circulaban por las calles. Que eran más los burros y mulas los que se veían transitando, que vehículos automotores: Era una ciudad pequeña como de 15.000 habitantes. Era la época de la dictadura de Juan Vicente Gómez, con sus buenas y malas. Antillano me cuenta que a la edad de 12 años en 1934 le hacia los mandados al Comandante de la Policía; el Coronel Rafael Villarte y este a su vez le tenia mucho cariño y aprecio. Había una corrida de toros en un ruedo improvisado en la casa de Antero Garfidez en la carrera 8 entre las calles 8 y 9 y se fue a curiosear, porque como muchacho al fin le gustaban esas cosas. Se encontró con el Comandante Villarte y este le dijo que se iba a entrar al espectáculo, y este por pena y que lo agarró de improviso le dijo que si, a lo cual el coronel sacó un bolívar y le dijo: coge medio para que compres caramelos, a lo cual este salio contento y como no tenia para pagar la entrada, le dio la moneda al portero para ver al hombre de la muleta enfrentarse al toro. Al siguiente día lo fue a buscar la policía y fue llevado a la comandancia metido a un calabozo bajo la acusación de ladrón, Por mas que la madre imploro por su hijo, este no levanto el castigo, pues consideraba una falta grave lo hecho por el muchacho. A los tres días lo libertó, no sin antes obligar a su madre a que delante de él diera unos correazos para que le sirviera de escarmiento. Por supuesto perdió el empleo y sentía una gran rabia en contra del funcionario. Y paso el tiempo y Antillano trabajó de peón en la hacienda “Santa Lucia” y “Las Mercedes”, fue ayudante de albañilería, vendió frituras y dulces como ambulante en las fiestas patronales y por las calles de la ciudad.
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En el año de 1958 monto un restauran en la Avenida Padre Torres con las calles 12 y 13 en la Casa Nº 12-68 y era visitado por muchas personas importantes de la ciudad, inclusive su antiguo patrón el Sr. Amorfiel Martínez porque la comida que se preparaba era muy exquisita, pues estaba hecha con amor por las manos de Antillano y su esposa: Un personaje importante que lo visitaba ocasionalmente era el Gobernador del Estado Lara. Pepi Montes de Oca en la década de los 70 y le decía: Antillano: tráeme mis caraotas con queso blanco y carne esmechada. Y Antillano le encienda velas y le reza al espíritu del Coronel Rafael Villate por haberlo hecho un hombre de bien, pues si no lo hubiese castigado seria otra cosa. En otros tiempo Yaritagua era un punto importante para trashumar, por la cantidad y calidad de sus pastos, la abundante agua. Que existía un corral de ganado cuyo propietario era el Sr. Nerio Montilla, es de suponer que ese lugar era para que las reses descansaran tras la larga travesía, un lote apartado para luego ser vendido al mejor postor, o guardar los que iban a ser beneficiados en el matadero que quedaba donde esta hoy en día la estación del ferrocarril y lo llamaban la “cachamenta”. Me cuenta Senecio Vargas (el ovejo) que cuando era muchacho se iba con un tobo matadero y cuando puyaban al toro con el cuchillo este colocaba el envase debajo del animal para tomar la sangre, se la llevaba a su casa y la aliñaba con sal, cebolla y comino, luego la ponían a hervir. En la mañana cuando esta endurecida la sacaban en forma de torta para cortarla en pedazos y comerla: Según el ovejo, era muy sabrosa, representando para el pobre, un alimento barato y nutritivo. Lastima que ya no existe el matadero, pues de lo contrario aun estuviera comiendo tan delicioso majar ¡ah los dientes! No me harían falta porque es blandito. Cierto día me puse a jorungar mis cosas y encontré una caita donde guardaba unas piedras de cuarzo, que había encontrado en las montañas del sistema de la costa en el estado Aragua.
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Tome algunas de ellas para obsequiarlas a mis amigos como un gesto de buena voluntad. Estando en la Plaza Bolívar me acerco a dos ancianos conocidos y los escucho hablando y le dice uno al otro: mira fulanito ya estoy cansado de ir a tanto medico para que me cure de mis achaques. Lo que hacen es quitarle la plata a uno, le mandan muchas medicinas que no curan nada. Los médicos de hoy en día, o no aprenden bien su profesión, o utilizan el nombre para comerciar con la salud. Le voy a echar un cuento que hace muchos años me pasó. Llegue a mi casa por la tardecita y mi madre me dice, que el perro debe estar muy enfermo, pues en todo el día no se ha parado del suelo, me dirijo a él y trato de levantarlo, pero el animal no respondía, no podía pararse de patas, estaba desmayado y débil, lo cargue con ayuda de un muchacho y lo monte en mi camión para llevarlo al dispensario. Cuando llegue llame a un enfermero de nombre: Tionestico Parra y le explique lo que tenía el can. Enseguida este entró al laboratorio y a los diez minutos se presentó con un franquito con un liquido que había preparado y lo estaba batiendo. Dicho liquido lo absorbió en la inyectadota y se lo puso al perro en una vena del cuello y me dijo que el se recuperaría. Lo lleve de nuevo a mi casa en el camión y cuando fui a llamar al muchacho para bajarlo, el perro salto del vehiculo alegre y contento como si nada le hubiera sucedido. Esto nos da a entender, ¡que antes la medicina como que era mejor! Después de dar mi opinión al respecto saque dos piedras y se las obsequié diciéndoles: estos son cristales de roca que encontré en el sector de Chaparral en las montañas de la Colonia Tovar. Según tengo entendido tienen mucha energía encerrada, dado su composición química y el tiempo de miles de años, altas temperaturas, grandes presiones, etc.; para su formación. Recomiendo introducir la piedra en un vaso de agua por la tarde, la dejamos al sereno y en la montaña se bebe el líquido durante varios días. Las dolencias y
enfermedades irán desapareciendo, ya que dichos cristales tienen propiedades medicinales, pero esto hay que hacerlo con mucha fe. Y uno de ellos me pregunta ¿Por casualidad no tendrás poderes afrodisíacos y de potencia sexual? A lo que le respondo: ¡amigo confórmese, que los milagros solo los hace Dios! El nombre de “El Trocadero se deriva de la palabra trueque, que significa; cambiar algo por otra cosa. Según informes obtenido dicen, que hace muchos años atrás, esta zona estaba despoblada, que era monte y culebra, con bosques, con árboles que daban mucha sombra. Los campesinos llegaban hasta aquí, para verse con los comerciantes de la ciudad, para intercambiar sus verduras y frutas por mercancía, o venderlas al mejor precio, comenzando de esa manera el origen de la parte más comercial de Yaritagua. Me contaron sobre un personaje de años anteriores de nombre: Ramón Donato. Resulta que el mencionado vivía en el campo de las ánimas de guaremal, y que una vez vino a la ciudad y varios hombres con palos lo asaltaron y él se defendió con su vera derrotándolos a todos. La noticia cundió por todos los rincones, convirtiéndose en un hombre famoso. Pera esa fama le trajo más problemas porque cada guapo de barrio quería enfrentarlo, para despojarlo de su reinado. Pero de nada les valió porque Donato era superior y nos había nadie que pudiera con él, y su fama creció más que un árbol de maporas con espinas de tunas. Resulta que fue nombrado Manager de un equipo de béisbol, ya que era muy bueno y hábil en este deporte. Muchas veces invitaron a bastantes equipos para medirse con ellos y les preparaban su suculento sancocho; pero nunca le llegaron a ganar: Cuando los contrarios les tocaba batear todos eran ponchados y los “aut” eran seguidos; pero cuando a ellos les tacaba la ofensiva eran Hit, Tribeis y Jonrones que daba miedo, o sea que casi siempre el juego terminaba 20 a 0 a favor de los muchachos de guaremal ¿Pero porqué seria? ¿Por comerse el sancocho o por miedo a vérselas con la vera de Ramón Donato? Bueno eso lo deben de ser los descendientes de los jugadores.
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CAPITULO V La casa de “Los Carrascosas” comenzó a construirse un año después de haber terminado la sangrienta guerra federal (1863) y era presidente de la Republica el Mariscal; Juan Crisóstomo Falcón, líder después de fallecido el general Ezequiel Zamora de esa revolución que cegó muchas vidas de venezolanos y dejo enlutados sus hogares. El hombre que mando a construir esta casa fue: Alejandro Carascosa y Peña, una persona adinerada con delirios de grandeza, pues quería hacer un palacete que fuera eterno. Pero nadie sabe el porque no se siguió con la obra. Haciendo conjeturas es posible que el propietario haya caído en desgracias con el gobierno por culpa de algún chisme. Con el correr del tiempo la casa se fue enmontando y era utilizada de ven en cuando para algunos eventos como: peleas de gallos, corridas de toros y lugar de enamorados en las noches de luna llena, perdiéndose poco a poco una joya de la arquitectura. Con una decisión del gobierno regional comenzó la reconstrucción de la casa y fue inaugurada en el año de 1997, durante la gestión administrativa del gobernador Eduardo Lapi García, devolviéndole a Yaritagua su más preciado tesoro. Funciona allí una Posada Turística con todas sus instalaciones y un pequeño Museo para que el visitante y huésped se traslade al pasado viviendo el presente, disfrutando de las comodidades y el confort que le brinda. Los Yaritagueños deberían sentirse orgullosos y el espíritu de Alejandro Carrascosa y Peña esta descansando en paz. En el transcurso de nuestras vidas, se nos presenta la más hermosa y florida encrucijada que nos embriagaba y nos hace ver barroso. A veces acertamos el camino correcto, pero otras veces nos equivocamos y tomamos el incorrecto. Pero cuando nos damos cuenta y retrocedemos, es demasiado tarde,
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porque ese tiempo perdido, jamás lo podremos recuperar aunque queramos. Claro; existe una opción que nos hará sentir conformes y justificar nuestros errores. Restémosle a nuestros años lo malo y sumemos lo bueno. Ali Yépez nación en el Tocuyo (Edo. Lara) el 13 de Octubre de 1940 hijo de padres humildes, pero con un alto sentido de la honestidad y de trabajo. A los siete años se fue con unos familiares a Mene Grande (Edo. Zulia) y trabajo en una empaquetadora de café molido y fororo. A los nueve años se viene a Barquisimeto y comienza a estudiar la primaria en el grupo escolar José Gil Fortoul en horario especial matutino pues consigue trabajo en la estación experimental de occidente, en Yaritagua (Edo. Yaracuy). Dura un año trabajando pues su jefe es trasladado a la “Agrícola Yaritagua” y este se lo lleva con él para realizar labores en la plantación. Termina la primaria en la escuela; Monseñor: Aguedo Felipe Alvarado, para seguir estudiando contabilidad superior en el INCE. Esto le abre las puertas a la superación dentro de la empresa donde labora en el área administrativa, que lleva con gran pulso durante quince años. Por problemas de índole familiar, decide retirarse muy a pesar de sus superiores y compañeros que reconocían la abnegable labor que había realizado. Como merito a su actuación incomible, le hicieron una buena fiesta de despedida, pero por cosas de la vida decide galopar en un caballo mañoso y este se desbarajusta, produciendo al jinete un gran temor y se lanza al vació, cayendo de cabeza en un surco que le provoca serios daños craneoencefálicos siendo hospitalizado durante su recuperación y seguir activo. Trabajo durante dos años en Barquisimeto, en una empresa administradora de fincas y estadísticas de la caña de azúcar, pero vio que ganaba mucho y trabajaba poco y esto no lo llenaba ni se sentía realizado. A la edad de los veintisiete años incursiona en la política combinada con el comercio de compra venta de frutos y frutas.
Fueron veintitrés años de ardua labor dentro de la militancia y el trabajo político, en campañas, mítines, labor social, encuentros y orientación a la comunidad, luchando por el mejoramiento de los barrios y la construcción de vías agrícolas para favorecer al campesinado, para transportar y comercializar sus productos. En el año de 1990 es nombre Prefecto de Yaritagua ejerciendo sus funciones viendo el lado humano de las cosas en beneficio de las personas. Me cuentan que muchas veces iba a realizar un casamiento y los esposos no tenían como celebrar el acontecimiento y en mandaba a comprar la bebida de su bolsillo para brindar como era debido. Por cuestiones de la misma política se separa de su cargo en 1994 pero sigue siendo “el prefecto sentimental”. En este momento me he convertido en un buscador de recuerdos, asalto con preguntas a todas aquellas personas que tengan memoria hayan tenido experiencias importantes, o sus ojos vieron algo significativo y me relaten los sucesos para escribirlos y queden para la posteridad. Una vez me contaron que en Yaritagua existió un grupo musical llamado “Águilas de Oro” que eran muy buenos exponentes de la canción popular. Que ellos actuaron en muchos bailes, alegrando con sus canciones a todos los presentes. Pero había un hombre que resaltaba con su voz, interpretando las melodías del momento, con su canción preferida “Corazón no llores”, que motivo suspiros y tristezas. “Amorcito Corazón”, “Se va el Caimán”, “Rayito de Luna” y muchas otras, que hacían vibrar de alegría a tanta gente de esta ciudad. Su nombre: Marcelino Jiménez y le decían cariñosamente el “Pequeño” por su tamaño. Nació y se crió en el barrio Mata palo y tenia un buen humor, siendo apreciado por toda la colectividad. Canto en varias emisoras en Barquisimeto, arrancando con el tema musical del grupo y una parte decía así: Esto no lo digo yo ¡lo dice Rafael Teodoro! Que para bailar sabroso ¡el conjunto
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Águilas de Oro! Y se armaba el bochinche; pues su ritmo hacia que la gente perdiera el control y el que no conseguía pareja bailaba solo. Pero Marcelino fuera de la agrupación se desempeñaba como practicante y ponía inyecciones a domicilio y tenia una gran y numerosa clientela que con gusto pagaban los dos bolívares por dejarse inyectar, pues no les dolía. Una vez le hacen la siguiente pregunta: ¿Marcelino tu que has visto tantas nalgas, cuales son las mas bonitas? A la que contesto con una sonrisa: “Las de mi comadre mimi”. Un día 1º de julio de 1997 lo sorprendió la muerte ejerciendo todavía su oficio de cantante y practicante. Fue una gran tristeza para el pueblo, de ver que uno de sus personajes se iba para no regresar. Fue enterrado el 2 de julio de 1997 con muchas manifestaciones de dolor. Algunos compañeros del grupo lo despidieron con música, cantando el “Chino saquera” sus canciones; pero muchos escucharon la voz de Marcelino el “Pequeño” salir de la garganta de quien lo estaba despidiendo. ¡Son cosas del más allá! Muchas personas me hablan de un personaje de años de atrás llamado “Mano e tigre” y su nombre era Antonio Fonseca. El apodo le fue puesto porque el sufría de una enfermedad ósea y su cuerpo se estaba deformando. Sus manos me dicen que se parecían a las de “trucutu”, aquel hombrecillo prehistórico de las tiras cómicas. Laboraba como albañil y muchas veces lo contrataban y le daban un adelanto y este no iba a realizar el trabajo. ¿Y quien era capaz de reclamarle? Pero el hombre en su interior era bueno y de noble sentimiento. Un buen amigo que no aceptaba las injusticias, ni atropellos en contra de los demás porque los defendía a capa y espada. Un día “Mano e tigre” pasaba silenciosamente por un bar llamado el “Torbes” de José Gandica, que quedaba donde esta hoy en día el centro comercial “Anibalca” diagonal con la “Plaza Bolívar”. Dicen que escucho una
pelea dentro del local, entro y vio que un negro fornido estaba masacrando a un portugués y ya le había fracturado un brazo, a lo cual el injusticiero interviene en su defensa, y de un solo manotazo puso fuera de combate al negro, dejándolo casi muerto. Pero Antonio Fonseca fue detenido y después de estar varias horas en la delegación lo pusieron en libertad, pero antes lo hicieron firmar una caución donde no podía utilizar sus manos porque eran “mortales” Su enfermedad fue estudiada por eminentes médicos y científicos para descubrir su origen.
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CAPITULO VI Cuando un pueblo desarrolla las artes y se une para divulgarlas a través de: la danza, el teatro, la poesía, la música, la pintura, etc., da muestras de estar preparado para enfrentar los retos del presente y del futuro, por su condición de personas cultas. La casa de la cultura de Yaritagua fue construida en el año de 1974, en un terreno ubicado en la carrera 11 entre la avenida “Padre Torres” y la calle 20, frente a la plaza “Bolívar”. Fue remodelada en el año 1997, durante la gestión del gobernador Eduardo Lapi García y lleva el nombre de un ilustre filántropo Yaritagueño como lo es: José Pepe Blanco Peñalver. Centro de artistas, lugar donde se manifiesta el folklore y la música, trasmitiéndolo al público con toda su belleza y esplendor. Con sus exposiciones de bellas artes y artesanía, irradiando magia y hermosura de los asistentes. Yaritagua es tierra de personas de letras: poetas y escritores de talla y valla: Alcides Sierra, Pablo Martínez, Virgilio Castillo, Profesor Arnoldo Castillo, Neri G. Carvallo, Iginia Álamo, Othon Carvallo, Eutorgio Mogollón, Iván Reyes, Belkis Montilla de Romero, Roberto Mújica. De pintores como: José Uranga, Luís Ramírez Valero, Luís Farfán Bouquette, que desarrollaron su creatividad con pinceladas de color y hechizo. Y de muchos músicos, cantantes, actores y bailarines, que dan prestigio y grandeza a esta ciudad de ensueños. El coordinador de la casa de la cultura es el T.S.U Ángel Guerra, hombre preocupado por resaltar las manifestaciones artísticas de su región. Este año tuve el placer de ver un Orfeón invitado de Francia que se presento en este auditórium, interpretando melodías europeas. Fue recibido por nuestra coral “Oswaldo Méndez” el cual le dedico varias canciones del repertorio criollo. También fui testigo y espectador de un encuentro de cronistas de Venezuela que se celebró en esta casa desde el 17 al 20 de mayo del 2000. Me sentía muy emocionado, pues estaba esperando al cronista de
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la Victoria (Edo. Aragua) el Dr. Germán Fleitaz Núñez, ciudad donde viví mas de cuarenta años y quería ser su anfitrión; pero por razones desconocidas no se presento a este evento. Cosa rara, pues el Dr. Fleitaz Núñez es muy responsable en esto de las asistencias. Pero no importa, ya que mi entusiasmo no decayó; pues les serví de guía a los cronistas de mi ciudad natal Maracaibo (Edo. Zulia), el Sr. Jesús Cano Araujo; del Municipio San Francisco y el Profesor Manuel Pérez Gil; del Municipio Baralt. Les di una vuelta por los sitios históricos de Yaritagua y les estuve hablando sobre las costumbres y tradiciones del pueblo. Dicha convención contó con la presencia como invitado especial de monseñor; Bartazar Porras, presidente de la conferencia episcopal. La casa de la cultura también publica su órgano divulgativo de nombre “Difusión”, es una especie de folleto informativo, donde se escriben notas históricas e información general sobre las actividades a desarrollar en esta casa de artes y letras. Los Yaritagueños deberían sentirse orgullosos de una de las mejores construcciones de su tipo que existe en el país, por sus magnificas instalaciones, para que el espectador disfrute con agrado, la excelente programación. Pues apoyémosla con nuestra presencia masiva, a todos los eventos que se presentan, recuerden que el mejor premio para un artista son los aplausos del público. Por cierto le sugerí a Ángel Guerra que programara un encuentro de poetas victorianos y Yaritagueños, para intercambiar ideas, aspectos y puntos de vistas. Exponer los trabajos de ambas partes con la presencia del publico; es decir realizar como se dice en criollo un contrapunteo de poemas y que gane el mejor. Pienso que es buena idea. Es 5 de julio del 2000 y se celebran 189 años de la firma del acta de la independencia. La plaza luce de fiesta. Las autoridades Municipales ofrendan coronas de flores al padre de la Patria, el hombre que nos devolvió nuestros derechos y nos libró de la opresión. Se escuchan discursos alusivos a tan glorioso día y se auguran
tiempos de paz y progreso. Tiempos que los venezolanos dejemos de sufrir de los rigores de la crisis económica que no envuelve. Y allí esta ellos, si, siempre presentes, siempre leales a la causa: “los ancianos de Don Tomas”, con sus caras lánguidas llenas de arrugas y su cuerpo encorvado por el paso de los años. Recibiendo ordenes de su líder; fulanito para acá, mengano para allá, zutano despierte, que no esta en su casa, señora deje la habladora y compórtese, todos ustedes haga la fila. Ahí esta representado un pasado. Es el club de la tercera edad, la mayoría hombres y mujeres pasan de los 80 abriles: Si, pero siguen a su líder a donde el quiere llevarlos ¿Será que es mago y los hipnotiza? Nó, es la necesidad y el hambre que los obliga a estar aquí. Tienen que ganarse la pensión mensual para poder sobrevivir, porque están solos y sin mas ayuda y tendrán que hacer cualquier cosa para mantenerse con vida. Después de la ceremonia se van a una esquina de la plaza y un grupo de ellos saca sus instrumentos, violen, cuatro, guitarra, timbales, maracas e interpretan hermosas melodías del ayer, mientras que los demás bailan. Ese día un viejecito se enfermó y tuvo que acostarse en un banco por el esfuerzo hecho, de tanto caminar, de tanto llevar sol. La esposa fue a la comandancia de la policía para que la ayudaran y le dijeron que iban a llamar a una ambulancia; pero pasaron mas de 20 minutos y no llegaba. En ese momento iba pasando una patrulla de Invity y la pare y le pedí que por favor auxiliara al enfermo y lo llevara al hospital, cosa que hicieron de inmediato. Perdóneme Don Tomas, a lo mejor su intención es buena; pero esa no es la forma de tratar y de utilizar a quienes lo dieron todo. Ellos merecen mas respeto y consideración y no esta deambulando por las calles, haciendo bulto en algún acto público. ¿Usted sabe como se les ayuda? Habían con los Institutos de Protección de Anciano para que le construya una casa con todas sus comodidades para albergarlos y que pasen felices los últimos días que
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les quedan; pónganse en su lugar; usted esta aun lleno de vida, sanote y rezogante; pero cuando llegue a su edad no va a querer que lo tengan de aquí para acá. Creo que el libertador Simón Bolívar no nos libertó para que cuando lleguemos a viejos nos encontremos desamparados. En todas las ciudades debiera de existir una oficina de Inager, para que se ocupara de los problemas de los ancianos. De su protección y de su salud integral y de que se sientan felices. No es posible que en una nación petrolera y de tanta riqueza, para la manutención, de quienes trabajaron tanto por el país; recuerden que una sonrisa de un niño o un anciano, es pago suficiente para quien da. Me cuentan que anterior al año de 1953, en donde hoy esta la comandancia de la policía en la calle 20, al frente de la Plaza Bolívar había un terreno baldío que era utilizado por los muchachos de la época para jugar béisbol. También se acondicionaba el lugar y se cercaba el sitio en forma cuadrada con palos y bambúes para los toros coleados. Pobres animales a llevar trancazos y después al matadero para ser degollados y que luego de beneficiado y vendida su carne, fuera a para al estomago de los mismos que lo vieron correr. Muchos coleadores de renombre y estampa, colearon en este lugar: José de la Paz Seijas, Juan y Manuel Moro, Santana Gutiérrez, Ricardo Gainza, Soteldo, Pastor Sánchez y muchos otros. De Barquisimeto estaban Jesús María Piña (Piñita) y otro que venia de San Félix (Edo. Bolívar) era: Felipe Avendaño (el negro) ¡y cuidado si alguien le gritaba; “limpia rabo” a algún coleador, pues se bajaba del caballo y le daba un solo pescozón al gritón para que respetara. Hoy en día este deporte se efectúa en una moderna manga construida en “Sabanita” en honor al gran coleador: “Pastor Sánchez”. Otras veces y para recordar los tiempos idos se celebran en el “stadium” “El Green Sport”. A propósito, en una de las últimas tardes efectuadas allí, uno de los toros de dio una cornada y le hizo dar varias volteretas, por echárselas de torero sin capote a nuestro amigo: Luiche Varela. Menos mal que la cosa no paso de un susto, pues de lo contrario el publico pedió las dos orejas y el rabo
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para el toro. CAPITULO VII En la carrera 10, esquina calle 12, vive un Yaritagueño que sin no lo ha visto todo, a observado mucho; pues su memoria guarda gratos recuerdos que afloran de su mente, para vivir de nuevo los días de ayer. Su nombre Néstor Alvarado y nació en el año de 1922, en plena dictadura Gomecista. Al frente de su casa hay una acera alta, donde se sienta por las tardes y cuando paso me llama la y me dice: Canadell, siéntate aquí conmigo que te voy a contar algo para que lo escribas, y si algún día se llega a publicar que la gente sepa del pasado. Y me dice; anteriormente la autoridad se ejercía con eficiencia y no había preferencias, no hacerse de la vista gorda cuando los funcionarios tenían que actuar y lo hacían con mano dura. Cuando yo era muchacho, era muy tremendo y echador de bromas a lo bajito, hacer el pendejo como decimos por aquí. Quizás yo lo hacia porque me sentía apoyado, ya que mi padre era el Juez de crimen y cuñado del entonces gobernador de Yaracuy, General Félix Galavis ¡una pelusa! Resulta que habían inaugurado en la calle 9, una iglesia evangélica y estaban orando. Como era de noche y había poca luz, otros muchachos y yo aprovechamos para lanzar piedras y arena sobre el techo de zinc, y salimos corriendo y en ese momento venia la policía y nos agarraron, llevándonos detenidos y allí nos dieron tres vergajazos a cada uno en la nalgas y nos soltaron, sin antes advertirnos que la próxima vez serian diez ¡y yo que me sentía un rey!
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Una vez en la fábrica de “Las Carrascosa” improvisaron un redo, pues se iba a presentar un gran matador venezolano que se había codeado con buenos toreros españoles en las mejores plazas del país ¡y era Yaritagueño! Su nombre; Pedro Cerradas Martínez, apodado taurinamente “cerrajillas”. La improvisada plaza estaba muy llena, pues querían ver en persona al diestro de la capota roja realizar sus paces de pecho y sus artes. Todo estuvo muy bueno pero en el momento de matar al animal el torero le clavo la espada y la saco de inmediato, cosa que no le gusto a una aficionado de alcurnia y prestigio como lo era: Don Pablo Carvallo, por cierto padrino de este, y lo mando a poner preso por haber realizado una mala faena y burlarse del publico. Este un episodio digno de “aunque usted no lo crea” del famoso Ripley. Me cuenta Néstor que cuando era ya un hombre hecho y derecho, le toco trabajar duro y realizar muchos oficios, entre ellos chofer de autobús y cubría la ruta Barquisimeto - Caracas pasando por todos los poblados. Que muchos tramos de la carretera eran de tierra, que en época de verano el polvero era insoportable y los pasajeros llegaban amarillos y empolvados a su destino. Y cuando era invierno y el colectivo se pegaba por el lodo, los pasajeros tenían que bajarse para empujar el autobús. Que normalmente el recorrido se hacia en 12 horas; pero si los ríos estaban crecidos había que esperar pacientemente que el agua llegara a su nivel, pues de lo contrario se apagaba el vehiculo y podía ser arrastrado. Muchas veces el autobús golpeaba a un venado, pero siempre había alguien que lo destripaba y despellejaba, repartiendo sus carnes entre los presentes. ¡Así si era bueno y no que hubieran matado a un mapurite! Y me despido de Néstor porque se esta haciendo de noche y parece que va a llover. El cine “Mi cine” fue construido por el maestro Bolívar en los últimos años de la década del 20. Su propietario fue; José Ramón Rovati, hombre importante en la comunidad. El cine quedaba en la carrera 8 entre calles
14 y 15 y sus pisos eran de madera. Uno de los encargados se llamo: José Quero Bolívar. El primer operador del proyector se llamaba: José Morales (El caraqueño). El portero de galería se llamaba José Saturnino Peña. Según me explica el Sr. José Concho Rodríguez, que para ver las películas allí proyectadas; las entradas valían lo siguiente: Paleo Bs. 1,00 y Galería 0,75 Bs. Y Gallinero Bs. 0,25 y allí siempre estaba un muchacho travieso y mala sangre para muchos, que le decían “concha e piojo”, que cuando se reventaba el rollo de película y era frecuente, insultaba al operador con todas las palabras habidas y por haber. Y seguro cuando las escenas estaban mas interesantes lanzaban las tusas de jojoto contra las espaldas y cabezas de los espectadores ¡ah carricito tan malo! En “Mi cine” se presentaron agrupaciones teatrales, conjuntos musicales, espectáculos de boxeo y lucha libre. También se presentó en persona la reina del llano: Afilia Castillo y el cantante mexicano Tony Aguilar. Esta construcción debiera ser rescatada por el gobierno estatal y convertida en museo antropológico, geológico, fotográfico y de recuerdos. Y una mañana en la plaza, con la frescura de la brisa y el encanto de sus flores de Cayena, secándome el sudor de la frente, que traigo de mi caminata desde la calle 8 en mi insaciable búsqueda de los recuerdos de los demás, en un afán de saber y aprender cosas del pasado. Allí situados en la plaza conversan tres ancianos, pero uno de ellos con cierto nerviosismo se para y se sienta, se acomoda la gorra, lanza un escupitajo de negro chimó y entre palabras entrecortadas y secas se expresa: lo que pasa es que aquí hay muchas personas que son de una categoría tembleque, porque no han hecho nada por merecer, ni siquiera el apellido, que por lo general es materno. Y piensan que llevando un buen Flux, zapatos de marca y oler a fragancia inglesa ya se ganaron el don de gente. Miren amigos, yo reconozco que no soy de sangre azul y tampoco me la hecho; pero si trabajé bastante para levantar a mi familia, y ahora mis hijos, que son bastantes, velan por mi y sigo siendo “Sinicio Vargas (el ovejo) y este recorte de periódicos habla de mi cuando era pelotero.
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Los otros dos ancianos viendo que este está como bravo, se paran y lo dejan solo, balbuceando sus palabras al viento. Me siento con él y le digo: disculpe señor, yo soy de Aragua y tengo poco tiempo aquí, me gusta escribir y algún día lo haré sobre este pueblo. Lo escuche hablando y me interesa saber sobre usted por favor cuénteme algo de su vida, que mucha gente humilde y sencilla tienen tantas cosas que decir, porque no esconden nada. Sinicio una Vez calmado y confiado en mi sensatez, comenzó a relatarme su vida y aventuras. Nací en los restrojos de Cabudare (Edo. Lara) cuando eso era monte, cardones, tunas y muchos chivos andando por esas soledades, con el inclemente sol de los días de verano. De muy pequeño mi madre se vino a Yaritagua y fabricamos un rancho de palos y palmas para guarecernos del clima y de la noche. Aprendí las primeras letras con una pizarrita y banquito que teníamos que llevar a la escuelita. Las tareas las hacia en un cuaderno que fabricaba con un papel de bolsa que llamaban de cagajón, porque tenia muchas pelusas; y no nos faltaba el libro “Mantilla” que a duras penas mi madre me compró. Estudié parte de la primaria en la “Escuela Cedeño” cuando quedaba en la calle “Bolívar” hoy carrera 7 y mi maestra fue: Yocasta de Calistri; pero hasta ahí, había que trabajar, porque mi pobre vieja no podía con todo. Sudé bastante en las haciendas y trapiches de caña para ganar unas míseras monedas; pero era algo para llevar para la casa. Desde muy pequeño me gusto el béisbol, que lo jugábamos en cualquier peladero que encontráramos y los guantes lo hacíamos con trapos y la pelota agarrábamos una metra y le enrollábamos pabilo, hasta conseguir algo parecido. Seguí practicando hasta convertirme en buen picher, y ya empezaban a hablar de mi curva poderosa. En el año de 1940, cuando tenía 18 años, juego con los equipos
Caribe y Marbel. Seguía trabajando como albañil, porque el deporte no pagaba y había que comer; pero yo lo hacia por afición, porque me gustaba, porque lo llevaba en la sangre. En el año de 1947, el Sr. Chucho Parra funda en Acarigua (Edo. Portuguesa) el equipo de béisbol “Lara a.b.c.” y soy contratado para jugar. En los años 50 juego para el “Bonanza de Yaritagua” Creo que hice un buen papel en el deporte Yaracuyano, pues de lo contrario no me hubiesen reseñado en un diario de mucha circulación. Yo seguí jugando y trabajando como cortador de adobe y albañil e hice muchas cosas aquí en Yaritagua. Cuando me tocaba pegar adobes en la parte alta, o colocar techo, tenia que llevarme una botella de aguardiente. Porque me mareaba la altura. Pero creo que esa solo era una justificación para echarme el trago, porque en el piso también lo hacia. Ya eso es una costumbre por estas partes, porque por aquí quien no bebe masca chimo. Trabaje también en una maquina de hacer bloques de cemento, que tenia Marcos Varela en el patio de su casa. Una vez estuve trabajado en Maracay (Edo. Aragua) por el barrio de Campo Alegre. Regrese a Yaritagua y tuve una bodeguita. Me operaron de un tumor en la cabeza y a partir de ese momento no bebí más licor, pues quiero llegar hasta los cien años, si Dios quiere, para seguir hablando pendejadas en esta plaza. Que mas le queda a uno, sino acordarse de los buenos tiempos y mascar una bolada de chimo y escupirlo, para sentir la extraña sensación del tabaco ¡Amuesca!
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CAPITULO VIII Chucho Medina fue un prospero comerciante de la Yaritagua de ayer, y tenia su negocio en la calle “Bolívar” hoy carrera 7. Su establecimiento comercial se llamaba “Tienda El Pilón” y posteriormente “Almacén Yaritagua”. Con más de 80 años llegando a los 90, y con la mente cansada y olvidadiza, comparte con sus coterráneos en la Plaza “Bolívar” los cuentos y anécdotas de un bello pasado. Me dice Don Chucho en un momento de haber reobrado su lucidez, que cuando estaba joven disfrutaba mucho de su deporte favorito, como lo era la cacería. Me cuenta que el zorro es una animal muy astuto y hábil, que una vez estaba cazando en las sabanas de “Buria” y se acomodo detrás de un mogote silenciosamente, esperando que la presa estuviera al alcance de su escopeta. En eso escucha un ruido de crujir de ramas y hojas y enfoca su linterna hacia el lugar, y ve que es un zorro. Este no se amilana, ni echa para atrás, sino que dio un salto y le paso por encima, tumbándole el arma y la linterna, apagándose ésta y dejándolo en completa oscuridad. Paso mucho tiempo tanteando el suelo hasta que logro conseguirla con sudor de miedo que luego encendió y alumbró por la maleza recuperando la escopeta, y el zorro bien lejos riéndose de chucho. Otra vez fui con un sobrino de cacería y le digo que se colocara a cien metros de distancia. En ese momento escuchaba que el pariente sale dando gritos diciendo: tío, tío y el fue a su encuentro, pues pensaba que algo le había sucedido. Al encontrarse con él, le pregunta ¿que pasa? Y le contesta; que había unas fieras peleando y se fueron alertas y preparados para el sitio donde se escuchaban los aullidos, y para sorpresa de ambos eran unos monos que estaba retozando en las ramas. ¡Ah muchacho miedoso! Dijo Chucho. Me cuentan que para la década de los 60, la plazuela se había consolidado en Yaritagua como una zona de tolerancia, y era sitio de placeres y diversiones de personas en busca de aventuras.
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Existían burdeles como “el ángel de la noche” y “pobre negro” que comerciaban con las mujeres mas cautivadores, e insaciables. “La Mazamorra”, “las siete huecos”, “la polarcita”, “la pargola”, “el jeet”, “la peinilla”, que quedaron en el recuerdo de los machotes. Conocí a Hernán Bartolomé, en el año de 1996, recién residenciado en Yaritagua y con ansias de conocer y hacer amigos. Con su porte y características muy españolas, alto, de piel rojiza, ojos grises y pelo blanco. Muy conocedor de los apellidos Yaritagueños y la de historia de Venezuela, narrando sus episodios como si los estuviera viviendo, transmitiendo al oyente la emoción del ayer. Todo un orador y conocedor de la política nacional, pues su larga experiencia y trayectoria en esas lides, lo hacen una persona de mucha habilidad, eso si, con el respeto que se merecen sus adversarios, dando muestras de madurez en las opiniones emitidas, sin restar ni sumar cualidades, pues ser justo es una condición del hombre civilizado. Hernán nació en buen tiempo, en el año de 1946, durante la época del insigne y reconocido escritor: “Rómulo Gallegos”, hermosa pluma de nuestra literatura. Nieto de Benito Bartolomé, hermano de Ricardo Bartolomé, ilustre ciudadano de Yaritagua, el cual donó el reloj que trajo de Alemania para el campanario de la Iglesia Santa Lucia. Fundador y propietario de la primera empresa de electricidad en la ciudad y prominente hacendado. Estudió su primaria en el Colegio de “Los Martínez Ojeda” ubicado en la carrera 8 entre calles 13 y 14, que hace años dejó de funcionar. La secundaria la realizó en el “Liceo Santa Lucia” y en Barquisimeto. Desde joven incursionó en la política con un partido de la cuarta Republica, como le dicen ahora. Esto le dio margen a ocupar cargos publico como: Sindico Procurador en los años 76 – 79, Concejal en el periodo 84 – 90 y Presidente del Concejo Municipal del Distrito Peña en los años 84 – 86. Se su buena memoria me cuenta que cuando niño, su madre lo
manda a la tienda de José Manuel y fue acompañado de un amiguito de su edad. Al estar en el local se sorprende al ver que un jinete con su caballo hacia entrado, y él aterrado se da cuenta que era un hombre bastante fuerte y borracho el que sostenía las riendas a lo que “José Manuel” tomo un garrote diciéndole a: Ricardo Gainza Soteldo que saliera de inmediato. Al dar la vuelta para tirarse le lanzó un manotazo al compañero de Hernán, dándole en la boca, con dos dedos de la mano, haciendo sangrar al menor. Nunca me olvidaré de este episodio, porque es una forma brutal de hacerse notar. Otra anécdota que me cuenta que siendo el dirigente político, lo manda a llamar con un caporal el Sr. Amorfiel Martínez, hombre importante y propietario de la hacienda “Santa Lucia”. Fue con un compañero al llamado, y el hacendado lo atendió muy bien, lo llevó a recorrer la casa y le enseñó las obras de arte y su colección taurina, hablaron de muchos temas importantes y luego abrió la gaveta del escritorio y saco una chequera tomando un lápiz de grafito rellenando el formulario, el cual le entrego a Hernán como una donación de su parte para las actividades de su partido, pues era un hombre de conciencia y sabia que toda organización necesitaba fondos para sus quehaceres. Se despiden dándoles las gracias por su gentileza y una vez lejos, el compañero le dice, que ese cheque no lo van a recibir, pues tenía que haber sido escrito con pluma o lapicero. Llegaron al Banco se lo dan al cajero y de inmediato se lo hizo efectivo. Lo que es el prestigio y la responsabilidad. ¡Na Guara! Y siempre nos encontramos e intercambiamos ideas y por mi parte le relato muchas de mis aventuras y anécdotas en mi tierra Aragüeña, sintiéndonos de alguna forma compenetrados por la objetividad de ver las cosas, razón suficiente para que la amistad entre los dos sea siempre sincera y perdure en el tiempo. La mente humana lo puede todo y cuando se actúa de buena fe, se puede crear las cosas más hermosas hechas por el hombre.
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Voy a trasladarme al pasado y utilizando la fantasía, voy a imaginarme situaciones irreales para escribir un bonito cuento. Mucho, pero mucho antes que el hombre blanco de cara peluda, de coraza de hierro y palo de fuego, pisara nuestra tierra, este era un hermoso y extenso valle, de verdes bosques regados por cantidades de quebradas y arroyos. Perfumado y adornado por miles de flores que traían a cientos de abejas en busca de su néctar. Donde vagaban libremente animales feroces, cordializando con los conejos, venados, acures y lapas en un interminable juego de la madre naturaleza. Pájaros, loros y guacamaya, volaban alborotando el silencio de la espesura, mientras que en la copa de los árboles, descansaba la garza blanca, de su viaje desde los llanos. Un poquito mas abajo hacia el sur a orillas de un gran rió, de cristalinas aguas y abundante pesca, tenían sus chozas de palos y palmas una comunidad de indios pacíficos que vivían felices en un mundo mágico y encantado por las noches de luna y el canto del aclaraban. Yarú era su jefe, guía de se gente, sabio en sus decisiones y alentador de sus esperanzas. Su compañera Yara, hermosa mujer, de pelo negro, liso y brillante y una piel bronceada con olor a jazmín. Pero su abdomen estaba abultado y seguía siendo bella. Muy pronto daría a luz, ya sentía como si le hablaran y le dijeran: queremos salir. Queremos respirar el aire y sentir los rayos del sol. Y nacieron dos, varón y hembra, idénticos como dos gotas de agua, Yarú estaba muy contento y feliz, pues ya tenía descendencia. Sonaron las guaruras, golpearon los tambores, en un incansable y lento baile con cantos de chicha fermentada, para agradecer a los espíritus por la salud y larga vida de los hijos del cacique. Su padre le puso un nombre consultado con los dioses; a la niña la llamo “Yari” y al niño le puso “Tagua” y miro al cielo para que sus hijos fueran felices y vivieran largos años.
Los pequeños crecieron siempre andaban juntos, agarraditos de las manos corriendo por la sabana. Y pasaron las lunas y pasaron los soles, creciendo ambos como matas de maíz, cargados de mazorcas. Ella, una hermosa doncella, de ojos negros y mirada sensual. Él Fornido y viendo mas allá del rió. Pero ya no se miraban como hermano algo extraño sucedía cuando estaban cerca, como si algún pajarito les picara el corazón y cuando se agarraban de las manos se quemaban con un ardor sabroso. Lo que paso fue inevitable, pues sintieron la llamada del amor y el bosque fue su nido, donde disfrutaron del placer y las caricias, guardando el secreto para los dos. Un día la tribu se vio amenazada por los indios “Jirajara” bravos y sanguinarios que venían de lejos conquistando tierras y esclavizando a los hombres. Los guerreros enviaron una comisión y le dijeron al jefe Yarú que a cambio de dejarlos tranquilos y en paz, debía entregar a la princesa “Yari” para que fuera esposa de su rey, y que vendrían dentro de dos días a buscarla. El padre lloroso hablo con su hija y le explico el sacrificio que tenia que hacer por su pueblo. Los hermanos amantes, lloraron de rabia y amor; pero decidieron estar unidos hasta la muerte y prepararon “curare” y se lo bebieron horas antes que llegaran. Cuando llego el Cacique Jirajara y vio a los dos hermanos muertos y unidos de las manos, pronto se marcharon respetando el dolor que embarcaba a la tribu. Y este relato pasó de generación en generación, hasta ir perdiendo con el tiempo su mensaje. Cuando los españoles llegaron a este suelo le preguntaron a los indios como se llamaba esta región y le contestaron: Yaritagua, Yaritagua y así se quedó. Hoy en día Yaritagua es una bella ciudad y un pueblo generoso y hospitalario, mezcla del indio, del español y el negro africano, para fundir una raza de hombres y mujeres fuertes e inteligentes, que con su trabajo creador han echado las bases de un futuro lleno de dicha, pues su voluntad de lucha es
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grande para solucionar los problemas que puedan presentarse y dar su cuota de servicio para Venezuela.
que estaba dentro de si mismo, y sale con la fuerza de mil caballos, para convertirse en hermosas pinturas. Sus cuadros son conocidos a nivel nacional e internacional por su calidad y excelencia. En el año de 1974 siente la inquietud de coleccionar antigüedades y viendo muestras originales de sus amigos, lo inducen a ir a mas allá y leer libros de arqueología y antropología y tomar el rumbo de la exploración y la investigación, en la búsqueda de restos del pasados; pero siendo en carne propia, para experimentar la sensación que se siente cuando se encuentra algo de importancia, con nuestro cuerpo lleno de sudor y barro y un corazón feliz. Muchos años pasó peinando terrenos sin encontrar nada, solo pequeñas cosas que no lo desanimaban pero tampoco lo alegraban, Me cuenta Luís Farfán, que un día tuvo un presentimiento que lo hizo llenar de optimismo, como si una fuerza extraña lo empujara y le dijera que fuera a la hacienda “Santa Lucia”, que allá podría encontrar lo que siempre había buscado. Tomo sus pocas herramientas y se fue para el lugar. Atravesó los cañaverales, sintiendo el corte de la hoja de la planta en sus brazos y la picazón en su cuerpo, por la pelusa y el calor. Vio una linda mariposa de exóticos colores que le llamo la atención y se acerco a verla, volando esta a otro lugar. Estuvo detrás de ella y no se dejaba ver de cerca, hasta que se paro en un buco y se dejo agarrar mansamente por Luís, este la observo y la dejo libre, pero se dijo a si mismo ¿La mariposa me trajo hasta aquí? ¿Será que este es el sitio? Miro hacia una pared del buco y vio una especie de huesos. Lo observo y era cierto comenzó a excavar y empezó a sacar diferentes partes del esqueleto humano, también desenterró trozos de pieza de alfarería y conchas de caracol trabajadas por el hombre. Se dio cuenta que había descubierto un cementerio indígena. Denuncio el hallazgo ante las autoridades competentes y se le dio la publicidad, siendo observadas por antropólogos profesionales. Los sueños se cumplen.
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Para ustedes un poema de mi propia inspiración. “Yaritagua” Tierra fundada/ panal de miel/ es tu dulce caña/ que extrae el néctar/ de tus entrañas/ para brindar placer/ con el éxtasis divino/ que embriaga al paladar/ tus calles angostas/ de altas aceras/ con esas casa viejas/ de adobones fríos/ con techos de tejas/ con grandes ventanales/ que se quedaron tristes/ presas en el tiempo. Y tus mujeres/ son almíbar/ son hermosas/ como cayenas dobles/ y su hablar/ es melodía de amor/ que nos enternece/ y nos hacen soñar. La vida con sus altos y bajos, en algún momento nos da la oportunidad de elegir nuestro camino y cuando lo hacemos tenemos la certeza que se nos abrirán las puertas del éxito. Luís Farfán nació en Yaritagua el 19 de Agosto de 1951. Desde muy pequeño sintió el campo de la naturaleza, manifestado en la flora, la fauna y los objetos inanimados. Estudio su primaria en la escuela “Manuel Cedeño” en la Avenida “Padre Torres” empezó a hacer sus primeros dibujos tratando de copias la belleza de la sabana, que las traía en sus adentro, apresados por un hechizo. En 1970 ingresa a la escuela de Guardia Nacionales en Ramo Verde, Los Teques (Edo. Miranda) y dura en el cuerpo hasta mediados del año 1974. Pero su vocación era ser pintor, porque los colores le daban vida a su vida, con un pincel sin escuela, pero con el pulso y la delicadeza de sus líneas que salían de lo más profundo de su sentimiento, que aflora de su prisión para dejar en el lienzo un bello paisaje. Luís es autodidacta, pero su guía fue el pintor y escultor larense. Enrique González, que lo oriento respetando su pensamiento y su arte propio,
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CAPITULO IX Eulogio Pérez es un Yaritagueño de pura cepa. De aquellos que se han forjado a fuerza de trabajo y sudor, por la busca del sustento diario. Me cuenta que de joven se desempeñó como hombre de cuchillo, vamos a aclarar; era beneficiador de reses. Una vez fue a hablar con Don Cruz Mario Sígala, rico hacendado de la “piedra” para negociar la venta de unos animales. Se pusieron de acuerdo y le compró unos que estaban pastando perdiendo peso en la travesía. En la próxima transacción, Eulogio le manda a montar debajo del asiento del camión, como 40 kilos de piedras. Pesan el vehiculo en la romana y se van con el hacendado a los potreros para escoger el ganado, y este le dice al chofer del camión que lo siga, pero que en el camino bote las piedras que habían montado en la cabina. Se regresan a la romana para pesar el vehiculo y las reses cerrando el trato. Y Eulogio se vino con su compra feliz y contento, pues esta ves ganaría y no perdería. Gages del oficio. Me contó Marcos Varela que siendo Julio Simón Martínez encargado de una hacienda, había en sus terrenos una hermosa y cristalina caída de agua, que el dueño no permitía que la utilizaran. Posteriormente la administración paso a un yerno y este mando a construir unos baños. Una vez llegaron unas personas invitados por los propietarios para que disfrutaran del placer de la frescura de la madre naturaleza, regando el suelo con sus aguas. Entre ellos venia una joven y bella mujer que lo abrazaba y era muy cariñosa. Cuando se fueron, los peones le decían que esa hembra estaba enamorada de él, que se pelaba ese boche era bien pendejo. La gente vino varias veces y la muchacha continuaba con sus
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modales atrevidos; pero él se mantenía a distancia no cometiendo ninguna indiscreción. A la siguiente semana llega la dama con un señor que era muy parecido a él y le dice: te presento a mi padre, y por eso es que yo te quiero tanto, porque ambos se parecen mucho y cuando estoy contigo me encuentro muy protegida. Alo que él pensó rápidamente: ¡Menos mal que no arranque; pues me hubiera estrellado! Eustoquio Soteldo es un hombre de pueblo, es un hombre común, de esos que pasan desapercibidos ante la multitud, por su humildad y sencillez. Vive en Yaritagua y trabaja en Barquisimeto, como bedel en un instituto educativo. Me cuenta que caminaba por las calles de la ciudad de los crepúsculos y paso cerca de la casa de una compañera de trabajo y de repente, esta le sale dando gritos, llorando y lo abraza diciéndole que se le había muerto un hijo. Él confundido y sorprendido no encontraba palabras para consolarla, y le dijo lo primero que le vino a la mente; no importa, no importa, a la cual la madre adolorida le respondió ¡claro que si importa piazo e bicho y le dio unos trancazos. A lo cual dijo: lo que no es utilizar la frase adecuada al momento. En otra oportunidad le dan un cheque en el lugar donde laboraba por Bs. 50.000,00 pero era viernes y muy tarde y decidió hacerlo efectivo el día lunes. Al salir del trabajo lo primero fue ir directamente al banco tal como lo tenía programado, para hacer efectivo el cheque, dado que tenía que hacer las compras de los víveres. Antes de entregarlo al cajero se cercioró del monto a pagar; por si acaso. Vio que el cajero contaba y contaba billetes mientras hablaba con una compañera. A él le parecía que contaba de más. Cuando el empleado termina, este le dice que verifique, pues piensa que se equivoco a lo que le responde que el esta ahí porque sabe lo que hace. Cuando le entregan el dinero y procede a su revisión se da cuenta
que había 19.000,00 Bs. demás entregando la diferencia al cajero, y diciéndole: le regalo eso por su eficiencia en el desempeño en su labor. Moraleja, nunca debemos subestimar la opinión de otro. En la calle Londres, ahora carrera 6, esquina calle 20, existe una grande y vieja casona de altas paredes y techos de tejas luciendo un letrero que dice: Sociedad nuestra señora del Carmen fundada el 13 de agosto de 1916, y su primera Junta Directiva, integrada por: Leonardo S. Estíleme, J. A. Alvarado, R. Fernández Mosquera P. J. Carvallo, R. Asuaje L, I. B. Fuentes, A. Gimenez S. L. M. Fuentes, Arquímedes Torres y su presidente el Ilustre Escritor Br. Rabel Renato Canelón, que en el ocaso de sus años y enfermo escribió: “La muerte es el Ángel caritativo, que nos libera de las cadenas esclavizantes de la vida” La música es el lenguaje Universal que une al hombre sin importar la raza, la religión y su poder dentro de la sociedad, pues su belleza y armonía nos hermana con los aplausos. La coral “Oswaldo Méndez” cumple 18 años ininterrumpidos, desarrollando una labor trascendental, a través de sus voces, para llevar alegría y felicidad al publico, amante de las notas musicales, salida de la mágica garganta de un grupo de personas que le han puesto corazón y cariño, para superarse con el estudio, la practica y la vocación y perfilarse y consolidarse con el primer grupo coral de carácter profesional, de la región por su calidad artística. Me dice: Enrique Torrealba, director de la fundación e integrante del grupo, que este ha sido el único Coro Yaritagueño, que ha cantado con destacadas orquestas venezolanas, desde su inicio el 03 de septiembre de 1982. Ellas son: La Orquesta Sinfónica de Venezuela, La Orquesta “Simón Bolívar”, La Orquesta Sinfónica de Lara, La Orquesta Sinfónica de Yaracuy, La Orquesta de Cámara de la Universidad de Carabobo y la Lisandro Alvarado del Estado Lara. Se han presentado desde los mas humildes salones, como iglesias, teatros y el mas grande de todos; el “Teresa Carreño”, monumento al arte y a
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los artistas. Su director fundador es el Sr. Edgar Quiñones, excelente músico que los ha guiado por el camino del logro de objetivos y metas. La agrupación ha sido dirigida por directores de talla y valla, que nos han honrado al ser sus discípulos y su disciplina a ayudado a nuestra formación, siendo ellos: Alberto Grau, Carlos Mendoza, Reni Rojas, Maria Guinan y otros. Han recibido invitaciones de países como: España, Cuba, Chile, Francia, Colombia y Perú. El nombre de la coral, fue dado a merito, a un joven Yaritagueño, graduado de sociólogo en la Universidad Central de Venezuela e integrante de su Orfeón, quien pereció trágicamente en un accidente de aviación en las Islas Azores (España) en septiembre de 1976. Los Yaritagueños y Yaracuyanos debieron sentirse orgullosos de su “Coral Oswaldo Méndez” y brindarles todo su apoyo en la realización de sus actividades pues es la mas pura representación de su pueblo. Juan Bautista Gutiérrez (el negro juancho) nació en Yaritagua en 1922 y a los 15 años se traslado con su familia a la ciudad de Barquisimeto, luego empezó a trabajar en un taller de herrería, donde forjaban artículos para carretas y fabricaban ventanales. Había que llevar candela hereje dice Juancho. Hice muchas cosas, entre ellas chofer de Autobús en la línea A.R.C, desde Barquisimeto a Caracas y viceversa. A la unidad la llamaban “la Escoba” y debía dejar y recoger pasajeros por todos los poblados y eran más de 14 horas con la espalda tiesa. Posteriormente aprendí tornería y soldadura, echándolo duro al trabajo para tener un futuro mejor, en nombre de Dios. Me hice de unos ahorritos y me regrese a Yaritagua en 1975 monte un taller de tornería. Pero tenia ganas de viajar a otros países, conocer sus ciudades y
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su gente. En 1975 me monte en un súper constelación y viaje a Japón y en la ciudad de Tokio me subí a un tren llamado de los rápidos mas de 200 kilómetros por hora ¡ah negro yo, ni el pelo se me alboroto! En 1980 hice las maletas y me fui a los Estados Unidos y Canadá. En New York pasee por quinta avenida, y vi en el Madison Squard Garden, un afiche de los cuatro de Jackson, que se habían presentado el día anterior que lastima poeta que llegue después. Si llego un día antes no me lo hubiera pelado aunque no me entendiera el Ingles ¡pero me hubiese dado ese gusto!. Y hubiese gritado pa gozá. En 1982 estuve en España y Portugal, comiendo buenos quesos y probando exquisitos vinos, a la vista de un buen tablao flamenco. De repente me las daba por tomarme un licor de manzanilla y picar un trozo de jamón serrano con aceitunas frías. Ese mismo año viaje a cuba, y en la Habana me sentía como en casa, el mismo idioma, el mismo color de la piel y la misma música que había escuchado en Venezuela; el trío Matamoros, Celia Cruz, Panchito Ricet, etc.; y un buen bacardí con hielo para acomodar el gañote. Por cierto mi hija me encargo un libro de medicina para sus estudios. Fui a la librería, lo pedí y me lo trajeron. Les dije que cuanto valía, y me dijeron que no se vendía porque era el único. Que si quería le sacaban copia y lo encuadernaban, enviándolo luego a la dirección que yo les diera. Les dije que estaba bien y que cuanto era. Me dijeron que no costaba nada. ¡Y el libro me llego a Yaritagua! Mi último viaje lo hice a México en 1988, pues quería conocer la tierra del padre Morelos, de Pancho Villa, de Pedro Infante y ver en vivo a un charro interpretando sus canciones de despecho y bebiendo tequila; pero la del gusanillo en el fondo, marca “La viuda”. Y bueno poeta otro día seguimos conversando, ya son las 6:30 p.m. y me esta esperando la mesa; ¡Que vaca gorda; cuando a mi me pega el hambre tengo que rapidito complacer al estomago! Y el negro Juancho se va con los
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recuerdos revoloteándole la cabeza. Te va a agarrar la pluma Juancho. La perseverancia es una forma de enfrentar la vida, con la firme convicción que algún día se alcanzaran los objetivos y metas. Pero en ese largo camino, se dejan huellas que van sumando voluntades. Enrique Pastor Alvarado Mendoza, nació en Yaritagua el 02 de marzo de 1948, bajo el cielo azul y la tarde gris de una tierra fértil y generosa, con olor a bosta de ganado, y trajinar de trapiches con sabor a papelón. Estudio la primaria en la Escuela Nacional “Manuel Cedeño” hizo un año en la Escuela Técnica Industrial. Se gradúa de Perito Agrónomo en la Escuela Agronómica Seleciana en Valencia (Edo. Carabobo). Estudio Contabilidad, hizo curso intensivo en la Escuela Latinoamericana de Parasicología y muchas más de diferentes materias. De joven se destacó en muchas especialidades deportivas, atletismo, béisbol, voleibol, fútbol, etc. En 1963 integra la selección de Lara, obteniendo el equipo el sub.campeonato de los juegos nacionales en voleibol, siendo premiado por su merito. Trabajo en el Ministerio de Agricultura y Cría. Fue síndico procurador del Concejo Municipal de Yaritagua, en 1981 a 1984. Edil por esta ciudad en el periódico en 1984 -1989. Integrante de la Junta Directiva de la Asociación de Voleibol del Estado Yaracuy, comisionado de deportes. Enrique Alvarado es autor de un trabajo sobre los ejidos municipales y terrenos privados, actualizado, detallado y claro. Enrique es un hombre discreto y calmado, porque conoce todos los vericuetos de la política, pues se ha forjado con carbón, fuego, fuelle y el golpe fuerte del martillo de las intrigas y las confabulaciones, que en vez de doblegarlo lo ha hecho mas recto, para proseguir su lucha por su pueblo y su región, pues como Yaritagueño le duele su tierra y su gente, con el fervor patriótico del venezolano, que mira hacia delante pensando en el bienestar de tantos hombres, mujeres y niños que sufren la crisis que nos envuelve y nos
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divide. Es un gran lector y por ende un tipo preparado, con quien se puede conversar con un sentido pedagógico y educativo, por su trayectoria como docente en varias instituciones del estado Yaracuy. De él he recibido buenas lecciones y he buscado su orientación en mis trabajos literarios. Me ha proporcionado libros y documentación para mi conocimiento de la historia del estado. Me ha proporcionado escritos de poetas universales para compara mi obra. Por todo; gracias Enrique.
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CAPITULO X Los mayores cuando conversaban en la plaza, siempre tocaban el tema de un hecho que sucedió en Yaritagua en el año 1935, después de finalizadas las fiestas de Santa Lucia. Los protagonistas principales fueron el Coronel Rafael Villate, comandante de la policía, andino, chacharo, apegado a las leyes y al benemérito general Juan Vicente Gómez; pero según la opinión de Marcos Varela amigo de este, era buena persona, pero su cargo y su origen lo hacían ver por muchos, como un déspota y carnicero del régimen. Villate vivía en una casa ubicada en la carrera 10, esquina calle 20, frente al terreno donde hacían los toros coleados, donde queda hoy en día la comandancia de la policía de esta ciudad. Teofilo León era un hombre de pueblo, trabajador y muy tranquilo; pero cuando se echaba el trago se tornaba agresivo, altanero y peleón, pero que también mas de una vez se encontró con la medida de sus zapatos y les bajaron los humos. Vivía Teofilo en una casa que quedaba en la vía de la carretera nacional, hoy avenida Bolívar cerca del barrio de la Plazuela. Resulta que entre las dos personas había suscitado un inconveniente, y por lo tanto se declararon enemigos. Unos dicen que tal enemistad surgió, porque el Coronel Villate le quiso comprar su caballo y este se le negó, otros aseguran fue por problemas de apuestas, porque ambos eran jugadores y en algún lugar se habían encontrado. Lo que si aseguran es que Teofilo León escribió en la puerta de su casa lo siguiente “Dios tarda pero no olvida”. Me cuenta el negro Juancho que el día del suceso, él tenía como 13 años y estaba jugando con su hermano al frente de la casa donde vivía, al comienzo de la carrera 8 que en ese momento pasó un camión lleno de personas y ellos sintieron curiosidad y lo siguieron. Que se apostaron escondidos en una casa de esquina al final de la carrera 10 y ven que el camión
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que era conducido por: Francisco Linares se detiene al lado de la casa del coronel, que se encontraba afuera peinando su caballo y les dice: muchachos como que andan alegres; y sale de la cabina del vehiculo Teofilo León armado con una peinilla, atacando al comandante e hiriéndolo en un brazo, luego le lanza el acero, en ensangrentado por la cabeza, desprendiéndole el cuero cabelludo y este cae agonizante al suelo. Los hombres que venían con él, huyen despavoridos, solo se queda el chofer. El agresor borracho, entra a la casa donde escucha gritos de las mujeres. Desde la comandancia que quedaba como a 50 metros ven el hecho y le disparan a Francisco Linares, penetrándole una bala por los cachetes y la misma le hiere, sacándole varias piezas dentales. Recogen a Villate y se lo llevan casi muero y los policías entran bien armados a la casa y arrestan a Teofilo León y luego lo ejecutan. El coronel Villate muere a los pocos minutos de ser recogido. También murió ese día un barbero de apellido Yajure, que estando viendo los sucesos detrás de una ruma de guaguas y bambúes y fue alcanzado por un disparo de máuser. Y me dice el negro Juancho que vio que la cosa se estaba poniendo fea, el y su hermano se fueron corriendo muy asustados para su casa. Al correr de los años y aprovechando el tiempo en que sucedieron los hechos, varios escritores y compositores, estos últimos con corridos le han dado categoría de héroe a un hombre que solo fue impulsado por el odio u el licor, opinión que respeto, pero no comparto, porque de ser así, habría que glorificar en mas alto grado a: Juan Pablo Peñalosa, Horacio Ducharne y Arévalo Cedeño; generales que se combatieron con valentía y coraje al régimen del benemérito general: Juan Vicente Gómez. Lo que sucedió entre el Coronel Villate y Teofilo León en honor a la verdad; fue una pelea de gallos con espuelas de cartón. ¡Eso y nada más! En todas las ciudades de Venezuela y el mundo, tuvieron y tienen sus personajes populares que se originan de los sectores más humildes y con sus actuaciones y particularidades quedaron en el recuerdo de muchos. Y
Yaritagua no es excepción. Me cuentan que por aquí anduvieron: José Eugenio (El Paletón), Agapito, Dolores Vizcaya bien trajeada y con sus 7 perros que la acompañaban a todas partes, Nicademio Jurominga (Flecha Roja) zaperoco, aurora, ulaula, la rasquiña, etc. Hoy recorren nuestras carreras y calles el agua, el loco Valdés y Belier; pero hablemos de este. Olvey Pastor Belier nació en esta pintoresca ciudad que se aferra al pasado, un día cual de un año tal. Su niñez y adolescencia pasaron como dijo un poeta pueblerino sin escuela ni lápiz; los años fueron pasando, sin saber como se iban, cuando pude darme cuenta, mas viejo yo me ponía. Belier es un hombre gordo, de color aceituna como el indio, de gorra beisbolera en su cabeza y conduce una moto bromeando con todos. Trabaja en publicidad en un unidad móvil, anunciando establecimientos comerciales, fiestas, campañas de información, etc., y cuando pasa por la Plaza Bolívar, descarga a las personas con pícaro humor y les dice por el parlante: vayan a trabajar que por eso estamos como estamos y se hecha una carcajada. La gente le responde que tiene la lengua brava y ponzoñosa. Pero Belier es un hombre de conciencia y buen corazón, pues durante el año desarrolla campañas en beneficio de los necesitados con el aporte de personas altruistas. En Abril “el gran paquetazo escolar”, en julio “el gran cotillón con Belier” y en diciembre “el gran juguetazo con Belier”. Ojala en este país hubieran mas personas como él, que trabajan por su comunidad. Bravo por ti, Belier. Me contó Concho Rodríguez y me lo ratificó; Eulalio Gómez, que por la década de los 50 había un hombre en Yaritagua que vivía en la carrera 5 con la calle 6, que era muy tosco y estrafalario que siempre andaba descalzo y sus pies eran enormes y deformados, que las espinas y los vidrios se apartaban a su paso, porque los volvía trizas; su nombre era: Eugenio Barco (el Cochon) y el preguntaban: ¿Para donde vas? Y él respondía; voy por allí, a ver chi
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conchigo una cochita. Que era sepultero y cobraba de 3 a 4 bolívares para hacer el hoyo. Que se montaba él solo la urna en la cabeza y la llevaba hasta la sepultura. Que andaba con su mujer y si oían la música de una rokola, que ahí mismo se fajaban a bailar, ganándose las monedas que le daban los transeúntes y que pescaba guabinas con los dedos, debajo del puente “tonono” en el rió turbio. ¡Y eso que era gafo, ponte a creer! Me comentaba el mismo Eulalio Gómez, que antes en Yaritagua, como no había cloacas, se tenía que ir para el monte o tener letrinas para hacer las necesidades más urgentes. Una vez un señor después de haber hacho el hueco, contrato los servicios del maestro Bolaños, para que le hiciera las paredes, el piso y el techo a la que seria la letrina. Terminado el trabajo el albañil llama al señor, para que viera la obra; y este le dice; que el agujero del piso es muy pequeño, a la cual el maestro le contesta que no se preocupe que lo hará mas grande. Agrandado el hoyo Bolaños toma un carbón y escribe lo siguiente en la pared: En este lugar sombrío, donde vaga el pensamiento hay que tener puntería, para que el desecho caiga adentro. ¡Poeta el Albañil! Me contaba Eulogio Pérez, que en tiempos pasados, el Concejo Municipal tenía un ataúd que presta a los familiares que no tenían recursos para enterrar a sus muertos. Lo llevaban de la iglesia al cementerio, sacaban al muero y lo metían a la sepultura y luego regresaban el ataúd y a este lo llamaban “El cajón de animas”. Con el precio de hoy en día de un servicio funerario, la Alcaldía debería volver a ¡esa costumbre tan buena! Desde tiempos muy lejanos, los vendedores y comerciantes se la han ingeniado, para que aumenten sus ventas y que el cliente quede satisfecho, visitando y comprando a diario en su establecimiento. Me cuenta mi buen amigo: Senecio Vargas (el ovejo) que en otras épocas existían en Yaritagua las bodegas o pulperías, donde se iba a comprar los coroticos alimentos, medicinas, vestidos, aguardiente, etc.,) de contado o
fiao para la gente conocida y responsable, anotándole el monto en bolívares de la compra en un libreta de apuntes que conservaba el comprador, que de seguro la suma era de mas, ya que generalmente los clientes eran personas analfabetas, o se hacían los burlados para no perder el crédito. La viveza existió, existe y existirá por los siglos de los siglos, e inventaran otras cosas.
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Pues volvamos a las ofertas de los vendedores. Resulta que el bodeguero o pulpero, metía en una bolsita granos de maíz, caraota o café, cuando el cliente hacia su compra, y al final de l mes se contaban, y si el comprador llegaba a la meta impuesta por el vendedor, se ganaba un premio que podía ser: un par de alpargatas. Un racimo de cambures, una botella de cocuy o nada de nada. En la carrera 8 entre la calle 13 y 14, existe un gran caserón con un gran patio al lado de ambos ocupan casi media cuadra. Allí funciono el colegio de “Los Martínez Ojeda” y sonde se impartía la educación primaria con estilo y calidad, pues sus maestros tenían vocación y fueron muchos los Yaritagueños que se formaron en sus aulas. El conocimiento y la cultura son el vehiculo para el desarrollo de los pueblos, pues a través del saber y el arte, se logran conquistar las metas deseadas, en función de un colectivo. Por un tiempo la biblioteca publica “Oswaldo Méndez” funcionó en la casa de la cultura, en la carrera 11, entre Avenida Padre Torres y la calle 20. Su nueva sede fue inaugurada en 1998 en la calle 19, entre las carreras 8 y 9, durante la presidencia de la Republica del Dr. Rafael Caldera y el gobierno del estado Yaracuy, presidido por el Dr. Eduardo Lapi García, mediante un convenio firmado con el Ministro del Desarrollo Urbano (Mindur). La Biblioteca cuenta con cientos de libros de diferentes materias y de autores tanto nacionales como internacionales, con el fin de dotar la información general tanto estudiantes, como a personas, a la lectura o la
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investigación, contando con un personal preparado, para orientarlos en la búsqueda del escrito indicado a sus necesidades. También cuenta con salones acondicionados para la realización de foros, charlas, exposiciones pictóricas y de artesanía. La inmensa colección de libros del afamado y laureado historiador Yaracuyano: Nicolás Peraza, autor de la historia del Estado Yaracuy y otras joyas del saber, fue donada por sus familiares a esta biblioteca para sumar fuentes de conocimiento a un pueblo ansioso de explorar al mundo abriendo las páginas del mejor maestro. El estudio y el tiempo harán del Yaritagueño, hombres y mujeres útiles a nuestro país, pues su trabajo tendrá bases muy sólidas.
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CAPITULO XI
Nunca dejaremos de aprender, porque la vida esta llena de enseñanzas y a la vuelta de la esquina podemos encontrar una respuesta. Segundo Barreto hizo todo menos robar, para ganar el pan nuestro de cada día. Fue empleado de una bodega, fue funcionario público, trabajo en la Alcaldía, etc. Hoy en día entrando en años, pero con el deber de seguir llevando el alimento a su casa, se desempeña como chofer de taxi. Diariamente lo vemos con su auto al frente de la iglesia Santa Lucia, esperando a que necesite sus servicios y mientras conversa con amigos temas. Me cuenta Segundo que una vez un cliente le dice que lo lleve a Cabudare. Cuando por la carretera vieja, a la altura del cruce para las velas, lo detiene una patrulla de la Guardia Nacional, que estaba realizando operaciones de revisión. Le piden los documentos de conducir y al ver que no están en regla, se lo llevan detenido. Llevaba como una hora sentado en el salón, pasa un Sargento que lo conoce y le dice: ¿Qué te pasa? Y este le responde que lo trajeron arrestado. El Suboficial se va y al rato regresa con los documentos diciéndole que estaban vencidos, que debería renovarlos. A lo que le responde, que lo poco que lograba ganar era para comprar comidita, a lo cual el militar le responde esta bien Segundo anda y vete, yo se que la cosa esta dura y lo primero es primero. A pesar de todo tuve suerte, pues ese día gane lo suficiente para hacer las compras y para arreglar los papeles. Dios lo ve todo ¡y nos mete la mano! Otra ves veo que un hombre sube y baja, baja y sube, caminando por la calle y me mira. Se detiene y le pide a otro chofer un servicio, respondiendo que no esta laborando.
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Viene hacia mí y me dice que lo lleve a Barquisimeto pues le urge comprar un batería para un auto y aquí no la hay. Le digo que esta bien y emprendo el viaje. Al llegar me dice que me detenga y lo espera pues va a realizar la compra. Al momento me dice que le faltan 2.600 Bs. y vengo yo y se los presto de muy buena fe, pues se me ablandó el corazón. Y espera y espera y el condenado no regresó me robo lo único que tenia en el bolsillo. ¡Ah que buena vaina! El vivo siempre agarra un pendejo. Que le vamos hacer, cachicamo trabaja pa lapa. ¡Na guara! Música según la enciclopedia universal “Sopena”, la define de la siguiente manera: Es el arte de combinar los sonidos de modo que produzcan recreo al escucharlo, conmoviendo la sensibilidad. Sucesión de sonidos armónicos. La música es una de las manifestaciones mas antiguas del hombre que con el tiempo, los instrumentos y las técnicas, han ido perfeccionándose hasta lograr lo que es hoy en día. La banda del “Liceo Santa Lucia” nace el 23 de Junio de 1980, bajo los auspicios del Monseñor Honorato D´alessio, como banda marcial. Fueron año y medio de preparación apegada a la más férrea disciplina, para lograr una combinación musical y de sentido personal, acordes con las exigencias del medio. Fue asesorada y orientada por profesionales de la banda: Heliodoro Pineda de Barquisimeto (Edo. Lara) Con el tiempo se convierte en la banda Show del “Liceo Santa Lucia” colocándose en unas de las mejores en su género en el estado Yaracuy; porque sus músicos se prepararon para que las notas salieran de su corazón e irradiar alegría y felicidad a quien los escucha, imprimiéndoles el sello particular a cada melodía que interpretan. Y sus porristas, bellas muchachas de torneado cuerpo y lindo rostro, que al ejecutar sus movimientos al compás del ritmo, impresionan por su gracia y soltura, como un vuelo de mariposa alrededor de la flor.
Me cuenta Orlando Campos, ex integrante y fundador, que una vez participaron en un festival de bandas en el estado Yaracuy, obteniendo un papel importante en el evento, dado que interpretando el “alma llanera” tato los músicos como los porristas dibujaron con sus cuerpos una orquídea. Que la batutera era la hija del periodista Orlando Fernández, futuro gobernador del estado Lara y el batutero era un joven que al correr del tiempo seria Alcalde de Yaritagua y Gobernador del Estado Yaracuy, su nombre Eduardo Lapi García.
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La banda Show se ha presentado en la mayoría de los estados de Venezuela, llenándonos de orgullo a todos los Yaritagueños y Yaracuyanos.
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La banda Show Santa Lucia Que con su música hermosa Nos regalan la alegría, Con el volar de sus notas. Amuuuuuesca!
Los hombres nacen con un fin y deben lograrlo saltando todos los obstáculos que se aparezcan, para lograr realizar sus metas. Allá, al norte de Yaritagua, pasando la Autopista Centro-occidental, en la calle Nº 6, de la Urbanización “Daniel Carias” cerca de la quebrada del ronco, en una modesta casa, con matas de trinitarias y árboles de mangos, mamones, aguacates y muchas variedades mas, vive un anciano de 80, pero lleno de vida y de historias de su largo camino. Idealista, polémico y controversial. En su estudio, repleto de cuadros de paisajes, retratos, bodegones, pintados con su mágico pincel, con su colección de estatuillas y objetos del arte indígena venezolano y sus libros y documentos, con escritos de su puño y letra, me cuenta parte de su azorada vida de luchar, carcelazos, clandestinidad, destierros y lo que resta de existencia.
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Luís Ramírez Valero nación en San Cristóbal (Edo. Táchira) en el Municipio Catedral en 1920. Vivió hasta los 9 años en su ciudad natal, pues se muda con parte de su familia a Barquisimeto hasta el año 1935 que regresa nuevamente a San Cristóbal. En el año de 1937 se inscribe en el partido comunista. En 1940 regresa a Barquisimeto, donde trabaja en algunas empresas: Es miembro del comité del partido en Lara y tenían un periódico llamado “momento, escribiendo una página titulada “Del trabajador”. Por un trabajo de divulgación que escribió sobre la hacienda “agua fría” de Cabudare, fue demandado por difamación, detenido y preso en la cárcel de las Tres Torres en Barquisimeto, acusándolo una mafia política adversa al gobierno del general: Median Angarita. Luís me dice que él fue el único preso político que hubo en Venezuela, pues el primer mandatario había abolido la cárcel a los hombres de pensamientos libres y justicia social. Me cuenta que en la cárcel hubo un motín, que presuntamente fue planeado por las mismas autoridades del penal. Fue acusado de cabecilla y lo llevaron a la Corte y le fabricaron un expediente donde aseguran su participación y dijera quienes estaban comprometidos, si había personal de custodia en el asunto. Se negó a firmar y a delatar, pues era inocente y le hecho un jalón al documento de la maquina de escribir rompiendo el mismo. Después del motín y habiendo pasado 7 meses privado de la libertad se fugó. Fue a su casa y entro por el frente y salio por el patio, tomando un bus hacia el Tocuyo, rumbo a la clandestinidad y la lucha social. Trabajó desde el año 1941 en actividades sindicales, fundando 9 sindicatos cañeros y 50 cedulas del partido comunista en el Distrito Moran. Fundó un periódico llamado “Trapiche”, órgano divulgativo de ideas socialistas y dura hasta 1946. Se fuga a Carora y organizo 8 sindicatos campesinos.
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En esta ciudad había un cura de apellido; Montes de Oca, opuesto a todo lo que no tenia que ver con la religión católica, y se enfrentaba con borracho y con revolver al cinto a quien no estaba de acuerdo con él. Y excomulgo públicamente a Ramírez Valero, junto al Poeta Alí Lameda y a Pedro León Piña, secretario del historiador: Ambrosio Perera. Estuvo entre Carora y el Tocuyo hasta el año 1953, que lo hicieron preso la seguridad nacional y lo llevaron desnudo en un furgoneta a Barquisimeto a un sitio llamado la “Media luna” y lo tuvieron 6 días sin comer ni beber agua y luego pasaron a la cárcel de la 13. Duro un año preso y luego se fue a Maracay a trabajar en clandestinidad con el Sindicato Textil. En 1956 se fue a Caracas y vivió en la casa de: Hemmy Croes, autor del libro; El Movimiento Obrero Venezolano, traducido al Francés, Ruso, Chino, Portugués, etc. Trabajo hasta 1959 con el movimiento sindical clandestino, como ayudante prensista y era miembro del comité central del partido comunista. El 23 de enero de ese año en la madrugada, se vino al Tocuyo en un carro de un oficial del ejercito comprometido en el golpe contra el general Marcos Pérez Giménez. Se vino a Barquisimeto a reorganizar los sindicatos que se encontraban en desbandada. En el 58, fue nombrado secretario general de los trabajadores azucareros de Venezuela (Fetracade). En el 59 fue firmado el primer contrato de la Industria Azucarera. En el año 61 son expulsados de la CTV, y entre en el proceso de lucha armada e insurrección abierta, en contra de los que había traicionando a un pueblo oprimido por las dictaduras y la oligarquía criolla. Estuvo en el destacamento de Algimiro Gabaldon en las montañas
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de Lara y en el destacamento Páez, liderizado y comandado por: Juan Vicente Cabezas, en el estado Portuguesa. Fue conocido entre los combatientes como el comandante “Vaquiro” pero su nombre clave era “Juan Pérez”. El transcurso de los años 60 a 75, estuvo en el continente europeo, en el bloque oriental, en actividades sindicales y de arte. Cursó estudios de cooperativismo en Bulgaria, en organización de obreros agrícolas y forestales a nivel mundial en Rumania. Hizo curso de restauración de obras de arte y sobre iconografía en Bulgaria. Conoció el Castillo del Rey Carol en Transilvania, mejor conocido por la obra de un celebre escritor como el Castillo de Drácula. Durmió en la cama de Catalina la Grande y Pedro I el grande de Rusia y por el hecho de haber tomado mucho vino, se le aflojo el estomago y defeco allí, convirtiéndose en el primer hombre que haya ensuciado en el aposento de los zares. En el año 69 termina la lucha armada con la pacificación y amnistía propuesta por el Presidente Dr. Rafael Caldera y se ubica en Valencia como Secretaria de Organización de la CUTV y Secretario Regional del PCV. A finales de ese año se radica en esta ciudad y se dedica a la pintura profesional y al trabajo social y cultural. HA escrito más de 500 artículos sobre arte, personajes, crónicas, problemática sindical y laboral, reportajes, etc., en diarios como: El Nacional, Ultimas Noticias, El Popular, Deslinde, Tribuna Popular; (reportero desde su fundación) en Caracas. En Valencia: El Carabobeño, Ultima Hora, Periódico CUTEV, en Yaracuy: Revista Nivar, El Reportero, Yaracuy Al Día, El Yaracuyano, El pueblo; en Barquisimeto: El Impulso, El Informador y el Pirata de los 7 Mares. Pinta desde el año de 1943 y su maestro fue: Pedro Sánchez Echezuria, hijo del General Cipriano Castro. Tiene más de 5000 cuadros realizados y conocidos a nivel nacional e internacional. Ha hecho más de 200 exposiciones colectivas y 20 individuales. Ha hecho presentaciones en los diarios de muchos pintores.
Yaritagua debiera sentirse orgullosa de un venezolano artista y luchador social que ha escogido esta tierra generosa y hospitalaria como su hogar y residencia des 1969 y evocar sus recuerdos con sus hijos y amigos. “Luís Ramírez Valero ere todo un personaje digno de admiración y aprecio”. “Y como dijo el poeta: caminante no hay caminos, se hace camino al andar”
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“Poesía”, palabra derivada del latín poesis que significa: “crear”. La poesía se define de la siguiente manera: genero de producciones de ingenio, cuyo fin inmediato es expresar la belleza por medio del lenguaje. Según mi modesto criterio; la poesía es una manifestación humana, que nace de una mente creativa, que con la combinación de palabras y versos, conlleva a la formación de un mensaje literario. Poeta es aquel que ve, escucha y palpa con una sensibilidad extrema, para luego dejar escapar de sus adentros, lo más bello de sus emociones. Alcides Román Sierra Niazoa. Poeta y compositor popular, nacido en camino nuevo, Yaritagua (Edo. Yaracuy) en 1942. Con su mirada perdida en la distancia, como viendo algo que ha dejado; pero no sabe donde. Con un movimiento continuo en sus manos, como dibujando figuras invisibles que se mezclan con la brisa, para perderse en el espacio. Y su voz entrecortada por el sentimiento, al evocar con nostalgia y melancolía los años que se van y no vuelven. Estudió muy poco, pues la primaria fue inconclusa por falta de medios y la necesidad de ganar algo, para poder sobrevivir. Desde que tuvo uso de razón, observaba las cosas de una manera diferente, como adentrándose al interior de ellas para descifrar el misterio de la vida. Trabajó en el campo compenetrándose con la naturaleza, para vivir
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todo su esplendor. A los 17 años se fue a Caracas y trabajó en empresas distribuidoras de películas y como operador de máquinas de proyección en cines como: el Holliwoo, Rialto, Imperial, California, Bolívar film. Allí conoció a mucha gente ligada a la poesía y la música, sirviéndole de motivación y ejemplo para producir sus obras, de las cuales puede citar una canción compuesta a Caracas en sus 400 años y “el caballo de mi papá”. Solo 10 años duró por el Valle de Ávila, porque el llamado de mi tierra se hacia constante y añoraba el olor a bosta de ganado y a caña quemada. Al llegar a Yaritagua se encontró con un movimiento cultural y folklórico, rico en talentos y en organizadores, liderizados por: Ricardo Gainza, Lino Gómez, Luís Ramírez Valero, Euclides Bouquette y otros. Emocionado por el progreso de mi pueblo se integró de lleno a esas actividades y fundo el dúo “Los genuinos” con Lino Gómez y compuso el tema “Que tiempos aquellos”, presentándose en muchas ciudades de Lara y sitios de Barquisimeto. Consigue una parcela de 8 hectáreas y trabajo la agricultura; paro sigue componiendo y creando poesías. Para ese tiempo existía una organización cultural llamada “La tertulia” en la casa de la doctora: Valvuena, en la esquina con la Plaza Peña. En 1983 compone una canción titulada “El Criollo Cucarachero” que representó al estado Yaracuy en un festival de la voz escolar en Azulita (Edo. Miranda) interpretado magistralmente por la niña estudiante. Anita Valencillos, dejando que muchos aplausos y ovaciones premiaran a su voz y talento. A su ciudad querida le hizo un poema, el cual me declamó parte del y se lo transcribo. “Píntame a Yaritagua” (Poema) A usted amigo pintor, maestro Ramírez Valero Usted que pinta el titilar de la luz de una estrella A usted le pido le pinte a mi pueblo como ofrenda
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Un lienzo donde aparezca toda la inmensa belleza Que ha regalado a mi pueblo la sabia naturaleza Píntale a su alrededor a lo largo y lo ancho Y cuando aparezca el sol con su natural dorado Has galarde tu pincel ingenioso, maestro hermano. Que un lienzo de primavera tu arte sueñe enamorado.
Y sus ojos se tornaron húmedos y brillantes, escapando la emoción y el sentimiento por su terruño, y por todo lo que ha brindado su pueblo, que lo lleva en lo mas profundo de su ser y lo expresa a través de sus canciones y poemas para volar con sus sueños. Tiene un hijo de nombre: José Daniel Romero Méndez, que heredó sus facultades, siendo uno de los buenos compositores del estado Yaracuy, por la calidad de sus letras y la riqueza sonora de sus melodías. “Pá adelante creadores”. Detrás de cerro La Matica, en el sector hato viejo, vive desde hace 5 años un hombre venido de pedregal (Edo. Falcón) su nombre: Miguel José Lugo Zabala llamado “El poeta desconocido”. Sus dotes son muchos, compositor, poeta, escritor, cantante, guitarrista y sobre todo buen amigo. Siempre de buen humor para compartir sus ratos con los amantes de nuestra bella música. Bueno ¡amigos lectores he terminado con mis crónicas y relatos, producto de las ganas de trabajar por lar raíces y la historia popular de esta región que se ha ganado su sitial por haber hecho esfuerzos de superación, ligado al progreso de nuestra patria Venezuela. Solo me resta decirles, sepan perdonarme si cometí algún error o omití algo o a alguien, no fue mi intención, fue la falta de tiempo y espacio. JOSÉ ANGEL CANADELL LINARES 31/07/200
Índice Capítulo I.......................................................................10 CapítuloII.......................................................................17 Capítulo III.....................................................................21 Capítulo IV.....................................................................25 Capítulo V......................................................................33 Capítulo VI.....................................................................39 Capítulo VII....................................................................43 Capítulo VIII...................................................................49 Capítulo IX.....................................................................57 Capítulo X......................................................................65 Capítulo XI.....................................................................71
Se termió de imprimir en junio de 2011 en el Sistema Nacional de Imprentas San Felipe estado Yaracuy República Bolivariana de Venezuela La edición consta de 500 ejemplares