VNTGE
La fotografía a blanco y negro siempre me ha cuativado y estoy seguro que siempre debe ser algo que debe explorar cualquier persona encargada a la fotografía o al arte. Simplemente comunico diferente a través de ella que cuando publico una a color, los mismos objetos parecen llevar otro significado, los mismos escenarios lucen diferente, me contrastan de una manera particular y las sombra se percibe mejor sin la excitante distracción que el color aporta.
El blanco y negro es enigmático, místico, profundo y elegante, nunca pasa de moda, porque así es como podemos apreciar mejor cualquier elemento que no tenga que ver con el color, resalta con individualidad la forma, y abstraer los objetos particularmente, me gusta mucho apreciar la diferencia de sombra, el contraste y el seductor claroscuro. Entre los fotógrafos que más me apasionan en sus black&white (son difíciles de escoger) pero puedo mencionar a Robert Mappletorphe, Peter Lindbergh, Imogen Cunningham, Misha Gordin, Diane Arbus, Sally Mann y Andres Kertész.
Cuando estoy bajo el lente de la cámara no debo desaprovechar todas las situaciones presentes, algunas de ellas son difíciles de encontrar como prestar más atención para que la naturalidad no pase desapercibida; en cambio hay otras que parecen converger de forma natural y sincronizada ante tu mirada, desde luego esto tiene que ver con la espontaneidad captada en una foto, este rompecabezas de recuerdos son piezas que relatan una historia, un momento, una vida, un baile, una situación y un contexto, el milagro de estar ahí en el momento preciso y tomar esa foto es para mí la mayor satisfacción. El que muchas de mis fotos de mi estilo libre estén en lugares donde la gente baila, donde se perciben las luces, el humo, los estilos y corrientes de moda quizá es una casualidad o es una parte de mi realidad, donde llevo mi cámara con la predeterminada intención de capturar algo que me llama la atención y que encuentro fascinante: las discotecas, los antros, las reuniones
secretas o clandestinas, el escenario underground, las sesiones de baile, el rap, el disco y el arte callejero. En realidad es mi estilo libre y fotografío lo que quiero, trato de obtener material diverso pero por lo general me atrae el close up de vestidos y de maquillaje, el cabello, los accesorios, las luces giratorias y por supuesto la noche. Quiero tomar la evidencia de la época que me tocó nacer, una obsesión personal son esas imágenes de los antros en la escena disco, el cabaret en México, la clandestinidad europea, el nightlife neoyorkino de los 70’s hasta los tiempos de los club kids, esas evidencias sólo las conozco a través de otros que las dejaron ahí, que estuvieron con una cámara como Yo y que tomaron un momento, algo que ha quedado para la posteridad. Yo espero que un día alguien vea mis fotos y las de mis amigos y colegas que hacen lo mismo que Yo y que esa persona vea por esa ventana de la fotografía a nuestra juventud, nuestra música, nuestros bailes y nuestra moda.
Un cartel publicitario es un soporte que no pasa de moda aún en la actualidad a pesar de los adelantos tecnológicos sobre todo en el campo de lo digital. Este mismo soporte permite mostrar información e imágenes que en los medios digitales resulta más accesibles que los medios impresos ya que los costos se reducen considerablemente, y hasta el público puede llegar a ser más amplio y viral. No obstante pareciera que la facilidad y accesibilidad ha hecho mediocre a este medio gráfico, monótono y ordinario ya que hoy en día se hacen posters de casi cualquier cosa, y cada vez más cualquiera puede generarlos.
Los cartelistas llevan esta batalla con el resto de aficionados, artistas, diseñadores, empresarios, artesanos, impresores, o cualquiera que haga carteles. Un verdadero cartelista en mi juicio tiene que diseñar para que su información se aprecie, se lea y no se ignore. Yo le llamo “el efecto de la cachetada”, para mi un cartel tiene que ser un chorro de agua fría, una bofetada el cual te obligue a despertar y pararte a ver. El cartel se vende solo, se presume a sí mismo, tiene que hacerse para que obtenga atención por sí mismo. Aunque suene trillado es una verdad que el buen diseño es el que funciona.