He llegado desnudo a un punto en el que no quería estar He llegado desnudo a un punto en el que no quería estar, aunque nunca estuve seguro del lugar en el que quise estar, o pude reunir las fuerzas suficientes para llegar a este sitio, donde hace demasiado calor para caminar tranquilo, donde la lluvia nunca ronda el suelo, demasiado polvoriento para acostarme en él y tener un poco de sexo fácil, es demasiado tarde para arrepentirme de haber seguido las palabras del mensajero, debí ser algo reticente, pero era mucho más fácil dejarme llevar por su verborrea lasciva, creí que podría atravesar las puertas el Infierno y volver como si tal cosa, ni siquiera recuerdo haber atravesado las puertas, la experiencia debió de ser extremádamente rápida y compleja, no consigo recordar los detalles ni consigo intuir quemadura alguna adornando mi piel, pero el suelo polvoriento no dejaba lugar a dudas, ese lugar debía de ser ese destino del que tanto oí hablar, símplemente ya no quería detenerme, y a pesar de la ausencia de revolcones incógnitos, a pesar de restar de mi vida una dimensión más, la excitación de saberme tan simple como un cubo en el aire, aceleraba mi alma, dilataba mis pupilas, alimentaba mi hambre de simplicidad, tan sólo fué mi equipaje el que quedó olvidado, tan sólo mi equipaje el que me rescató de la falsedad creada, tan sólo mi equipaje el que me creó un punto de apoyo, eso y el sexo prometido después de tanto tiempo, y no fué tan duro ni tan doloroso, dejar todo aquello de la simplicidad y las sensaciones, aterrizar fuera del pozo de la vanidad y beber de las leyes humanas, soy el que léntamente decidió escapar, el que recogió su equipaje tras el abandono, el que aprendió lo que significa ser parte del juego del adios, el que se ducha en fuego para recordar lo que fue, para recordar el destierro y la experiencia, para lavarse cada amanecer y salir a bailar, y tener una buena cama donde caer rendido tras un buen polvo en el suelo...
Cada anochecer llegaba con una llamada Cada anochecer llegaba con una llamada, quise decir que no, quise sentir que sí, quise lo que quise, lo que sentí en mis mentiras, lo que sentí a través del sonido del viento, olvidé el pasado tormento, tras tanto tiempo nunca fué necesario, nunca fué una solución a mis dudas, nunca una respuesta al miedo que encogía mi piel más íntima; por supuesto, creí lo que sentí, creí lo que me interesaba creer, así es más fácil, así se llega con la palabra donde no llega el coraje, entre mirada de deseo y mirada de desconfianza, de esa triste manera construí un puente de falsas apariencias,
maquillé un poco los besos, otro poco maquillé mis ojos, y otro poco lo puso la imaginación, a pocos minutos de distancia de la cama, con un movimiento de mi dedo índice y un giro de mi mano, recreé la cama más bella que pude imaginar, en lo alto de la montaña más alta, siempre es la montaña más alta, Gaia debe de estar ahogándose entre las altas montañas de los hombres, nuestra estupidez supera nuestra imaginación, aún y así la cama que surgió cumplió el cometido de la mentira, entre lianas de plata y sábanas de humedad, entre claros de los bosques, bajo las luces de las Lunas falsas, obviando ronquidos y chasquidos, ignorando la parte fea de la vida, es más digna la mentira, es más digna la dignidad, los abrazos son golosinas tal vez, los silencios incluso extraños, no quiero hablar de las miradas que perforan dentro del alma, las cuatro esquinas de la cama debieron ser suficientes, y la amargura del dolor ajeno, la debilidad del débil, y la mentira caduca, las inyecciones de insulina bajo la piel escocieron la verdad, como debió de hacerlo mucho antes, antes de estrellarme y estrellar las ilusiones, pero esta es la historia, y esta mi cartera vacía...
Cada anochecer llegaba con una llamada Cada día que pasa es un motivo para continuar, cada segundo a tu lado una razón para sentirme un ganador, cada siguiente destello en la razón, un torneo entre el bien y el mal, entre la duda y mi pasión, las pérdidas de tiempo fueron demasiadas, las pérdidas de memoria, una locura para una cabeza perdida en el espacio, cada resto hallado es un trozo de recuerdo, y no soy un maestro a la hora de morir de olvido, sí sin embargo a la hora de matar, esa es la condena de un bobo que no supo casi nunca a dónde ir, pero que regresó a tiempo de continuar, visitiendo la túnica del loco, o la del desgraciado desagradecido, deseando que tus puyas hubiesen sido nada más un arma arrojadiza temporal, deseando cada segundo que dejamos atrás, pidiéndote a gritos acabar con otra lucha absurda, pidiéndote a gritos que las balas sean bolas de pintura, que se olviden en el programa de prelavado de la lavadora de la piedad, que todas las discusiones fueron piezas del puzzle, sin duda, que cada una de las llagas tardará en curar lo que nosotros queramos, por supuesto, que cada día que pasa es un motivo para continuar, que las razones que esgrimí sean el Orudis de cada noche, para dormir el dolor,
1
1
Milesker a quienes día a día siguen mi blog de “el hombre bajo la lluvia” y para todos aquellos que de alguna manera son parte de cada uno de los poemas que presento. Milesker por supuesto a mis niñas, Sara, Ariane y Arwen, lo mejor que me ha pasado en esta vida, lo mejor que tengo por vivir...
4
He llegado desnudo a un punto en el que no quería estar He llegado desnudo a un punto en el que no quería estar, aunque nunca estuve seguro del lugar en el que quise estar, o pude reunir las fuerzas suficientes para llegar a este sitio, donde hace demasiado calor para caminar tranquilo, donde la lluvia nunca ronda el suelo, demasiado polvoriento para acostarme en él y tener un poco de sexo fácil, es demasiado tarde para arrepentirme de haber seguido las palabras del mensajero, debí ser algo reticente, pero era mucho más fácil dejarme llevar por su verborrea lasciva, creí que podría atravesar las puertas el Infierno y volver como si tal cosa, ni siquiera recuerdo haber atravesado las puertas, la experiencia debió de ser extremádamente rápida y compleja, no consigo recordar los detalles ni consigo intuir quemadura alguna adornando mi piel, pero el suelo polvoriento no dejaba lugar a dudas, ese lugar debía de ser ese destino del que tanto oí hablar, símplemente ya no quería detenerme, y a pesar de la ausencia de revolcones incógnitos, a pesar de restar de mi vida una dimensión más, la excitación de saberme tan simple como un cubo en el aire, aceleraba mi alma, dilataba mis pupilas, alimentaba mi hambre de simplicidad, tan sólo fué mi equipaje el que quedó olvidado, tan sólo mi equipaje el que me rescató de la falsedad creada, tan sólo mi equipaje el que me creó un punto de apoyo, eso y el sexo prometido después de tanto tiempo, y no fué tan duro ni tan doloroso, dejar todo aquello de la simplicidad y las sensaciones, aterrizar fuera del pozo de la vanidad y beber de las leyes humanas, soy el que léntamente decidió escapar, el que recogió su equipaje tras el abandono, el que aprendió lo que significa ser parte del juego del adios, el que se ducha en fuego para recordar lo que fue, para recordar el destierro y la experiencia, para lavarse cada amanecer y salir a bailar, y tener una buena cama donde caer rendido tras un buen polvo en el suelo...
Cada anochecer llegaba con una llamada Cada anochecer llegaba con una llamada, quise decir que no, quise sentir que sí, quise lo que quise, lo que sentí en mis mentiras, lo que sentí a través del sonido del viento, olvidé el pasado tormento, tras tanto tiempo nunca fué necesario, nunca fué una solución a mis dudas, nunca una respuesta al miedo que encogía mi piel más íntima; por supuesto, creí lo que sentí, creí lo que me interesaba creer, así es más fácil, así se llega con la palabra donde no llega el coraje, entre mirada de deseo y mirada de desconfianza, de esa triste manera construí un puente de falsas apariencias,
maquillé un poco los besos, otro poco maquillé mis ojos, y otro poco lo puso la imaginación, a pocos minutos de distancia de la cama, con un movimiento de mi dedo índice y un giro de mi mano, recreé la cama más bella que pude imaginar, en lo alto de la montaña más alta, siempre es la montaña más alta, Gaia debe de estar ahogándose entre las altas montañas de los hombres, nuestra estupidez supera nuestra imaginación, aún y así la cama que surgió cumplió el cometido de la mentira, entre lianas de plata y sábanas de humedad, entre claros de los bosques, bajo las luces de las Lunas falsas, obviando ronquidos y chasquidos, ignorando la parte fea de la vida, es más digna la mentira, es más digna la dignidad, los abrazos son golosinas tal vez, los silencios incluso extraños, no quiero hablar de las miradas que perforan dentro del alma, las cuatro esquinas de la cama debieron ser suficientes, y la amargura del dolor ajeno, la debilidad del débil, y la mentira caduca, las inyecciones de insulina bajo la piel escocieron la verdad, como debió de hacerlo mucho antes, antes de estrellarme y estrellar las ilusiones, pero esta es la historia, y esta mi cartera vacía...
Cada día que pasa es un motivo para continuar Cada día que pasa es un motivo para continuar, cada segundo a tu lado una razón para sentirme un ganador, cada siguiente destello en la razón, un torneo entre el bien y el mal, entre la duda y mi pasión, las pérdidas de tiempo fueron demasiadas, las pérdidas de memoria, una locura para una cabeza perdida en el espacio, cada resto hallado es un trozo de recuerdo, y no soy un maestro a la hora de morir de olvido, sí sin embargo a la hora de matar, esa es la condena de un bobo que no supo casi nunca a dónde ir, pero que regresó a tiempo de continuar, visitiendo la túnica del loco, o la del desgraciado desagradecido, deseando que tus puyas hubiesen sido nada más un arma arrojadiza temporal, deseando cada segundo que dejamos atrás, pidiéndote a gritos acabar con otra lucha absurda, pidiéndote a gritos que las balas sean bolas de pintura, que se olviden en el programa de prelavado de la lavadora de la piedad, que todas las discusiones fueron piezas del puzzle, sin duda, que cada una de las llagas tardará en curar lo que nosotros queramos, por supuesto, que cada día que pasa es un motivo para continuar, que las razones que esgrimí sean el Orudis de cada noche, para dormir el dolor,
51
6
que uno ya está cansado de andar de puntillas, que los dos ya nos aburrimos de pisar con cuidado, que no caminemos sobre cestas de celos, como antes tantas veces hicimos, que las grietas de los miedos en el camino, fueron demasiado profundas, demasiado peligrosas, y que ya nos hartamos de esquivarlas con rodeos de mentiras, que ya nos cansamos de las peleas de día, de las peleas de noche, que cada lucha conlleva la desilusión del que mata al amor, cada día que pasa es un motivo para continuar, cada segundo a tu lado una razón para sentirme un ganador...
Claro que sí Claro que sí, no quedó más remedio que aceptar lo que vino, que si una noche es demasiado larga, que si una mañana no llueve lo que yo hubiera deseado, claro que sí, porque llorar por las esquinas no me vale, dónde habré dejado mis llaves que abren las canciones, si miro a mi izquierda sólo veo un pasadizo, un pasadizo de centro de la tierra, con sus murciélagos y sus rocas húmedas, como mi mano después de la mentira, y leo en las páginas del penthouse, que mi destino ya estaba escrito, no me importa demasiado, porque al menos lo desconozco, por lo que a mi respecta, cada nueva indecisión, cada nueva metedura de pata, no es más que una nueva consecuencia, y si mañana por la mañana no llueve lo suficiente, probablemente mis manos de ante no se estropeen tanto, que si abro la puerta a tanta llamada, se debe a una cuestión de principios, y de comodidad, porque es más fácil de ese modo, así me ahorro noches enteras frente a la televisión, pensando o no, en qué pude hacer o por qué, las batallas internas las dejé para otro momento, así, no me queda más que aceptar lo que viene, que si abro la puerta es para pasar, que si no paso, no se volver a la cama, que ya en los ochenta supe lo que no debía parar...
Sin embargo ya no quiero reir Sin embargo ya no quiero reir, hoy no quiero reir, sin embargo la noche pasada estuvimos bien, un paseo es una terapia para las dudas, un paseo es un psicólogo que no cobra, y sin embargo hoy no tengo ganas de reir, es la ilusión del que cree en las consecuencias, a pesar de que la gente alrededor dice que soy un hombre,
es la ilusión del que cree en las consecuencias, a pesar de que la gente alrededor dice que soy un hombre, no me siento más grande que un pájaro, sin embargo hoy no tengo ganas de crecer, no me apetece ser más que el que lee unas palabras que no llegan, sin embargo ayer disfruté de los años que nos esperan, sé que mañana saldré al día, saldré y llamaré de puerta en puerta, así conseguiré que me den dos ostias, y sin embargo lloraré de felicidad, que de eso también se llora, y mañana saldré, y sin embargo el día parecerá totalmente diferente al de hoy, sin importarme la lluvia, el frío o el jersey empapado, y sin embargo reiré mi suerte, probaré lo que significa saltar en un charco, y mojar a todo dios, y me llevaré dos ostias, y sin embargo lloraré de felicidad, que ya es hora, que tras las máscaras de la ignorancia, que tras las máscaras del loco con su capa de loco, están las heridas del que no quiere dejar que la magia muera a su alrededor, y sin embargo las noches me hablarán en su lenguaje olvidado...
Qué te puedo decir Qué te puedo decir, algo nuevo que no sepas ya, te has planteado lo que sabes acaso, alguna vez dudaste de mis palabras, alguna vez dudaste de mis razones, tantos sinsentidos lanzados al aire que ni recuerdo cuándo comencé, quizás las miradas inquisitivas me hicieron dudar, quizás no dije nunca una palabra de verdad, quizás nunca pude ser capaz de mentir, al menos tú tienes una idea basada en retales, yo sólo tengo un reflejo que se atreve a coger la cuchara con la misma mano, no doy por perdidas mis incursiones en la batalla, no doy por perdidas las vidas que quemé, porque para esto las quemé, al menos tú sabes de mi, como si alguna vez pude haber sido un Mesías, aún oigo tantos pasos tras de mi, y las alabanzas, y las bendiciones, y las lamidas de culo, y las palmadas en la espalda, alguna vez caminé sobre las aguas del engaño, todos necesitamos un momento de autosatisfacción, todos necesitamos ser dioses de mierda, al menos tú sabes lo que soy, y aún continúas soportando mi ruido, aún continúas soportando mis caprichos y pataletas, si aún no me has odiado, es posible que ya nunca puedas hacerlo, qué te puedo contar que ya no sepas...
7
8
Dos meses después de ayer
si te tiro contra las nubes del próximo Otoño, no buscas más que mis besos de lengua y la razón para seguir,
Dos meses después de ayer, dos meses y un cuarto de litro de colonia, de la barata, ya sabemos lo de la puta crisis,
y no es un sueño lo que sueñas, no es una batida de caza lo que persigues, ni un zorro al que coleccionar, si te tiro contra las nubes de tu habitación, todo aquello que dices, se convierte en una canción que ni siquiera sonó en Verano,
dos meses y un sorbo de rabia después, apenas queda más que un resquicio de hoy, un asomo de lo que quise llevarme a alguna montaña, apenas queda un roce de la memoria, y ya ni siquiera molesta, dos meses después de ayer, el horizonte aparece virgen, vacío, no desolado, no desamparado, no la escena post guerra nuclear, dos meses después de ayer no hay reyes que derrocar o amar, dos meses después de ayer, tras sorber mi vergüenza, tras desnudarme y bañarme en colonia, de la barata, sólo quedan rastros de gotas de lo que un día pareció sangre, rastros de sonidos que un día parecieron canciones, un horizonte a destapar tras la niebla, dos meses después de ayer, vagamos perdidos entre los restos de las bibliotecas, aún buscando donde sujetar nuestros recuerdos, aún sin llegar a comprender cómo ni cuándo, lo único real es el horizonte vacío, y el tipo de la estación de metro y su guitarra, allá en una esquina del todo, dos meses después de ayer, apenas me queda el hoy, un horizonte vacío de pasado, donde volver a validar mis bonos de la vida, donde volver a rellenar mis cuadernos vacíos, sin rendir cuentas a reyes, sin rendir cuentas a dioses, sin alabanzas, sólo un horizonte vacío, lejos de aquí y de allá, lejos de hoy, dos meses después de ayer...
Cada beso que nos damos es otro día más Cada beso que nos damos es otro día más, cada barca que tomamos para cruzar el río otra aventura de juguete, si te tiro contra las nubes y te desnudo con la mirada, no me desprecias, tan solo pareces querer que vaya despacio, si te tiro contra las nubes de mi deseo, no me dices que no sirvo para nada, porque si ya no te sirvo de nada, no comprendo cómo es posible que en este manzano crezcan cocos, no comprendo la pasión de tus rechazos, el odio que apesta la habitación, si cada beso que te doy es una razón para acabar con la guerra, si esta partida decido ganarla yo porque quiero llevarte a la cama, si cada vez que te quito la ropa te tiembla la voz y tu alma me canta,
porque si no soy más que un príncipe cojo, feo y casi ciego, cómo es posible que en este mar sólo se puedan pescar perdices, decídete que me duermo, y los besos pendientes se acumulan, y se necesita mucho tiempo para devolver cada uno de ellos...
Me hace gracia por no llorar Me hace gracia por no llorar, el viento que sopla detrás de la pantalla, que creo que está tan lejos, que de verdad está tan lejos, que sopla de costado y al revés, me hace gracia por no llorar, que las ocasiones se van como las noches de ayer, que las ocasiones vienen tras las esquinas, como las pobres putas a las que tanto castigan hoy, que si las oportunidades no las quiero pagar, ya no son oportunidades ni son un simple acuerdo no escrito, me hace gracia por no llorar, que las excusas y las promesas, como la parte fea del lado oscuro de la promesa, aparecen en el último momento, c uando el cambio parece inevitable, cuando parece no quedar salida, cuando las puertas del bar se han cerrado, y no queda nadie más para pelear, que los sueños se tuercen en mis ojos cuando voy a despertar, las luces se encienden con bombillas rotas, y mi boca está agrietada de sonreír y reir pacientemente, como queriendo ser y no parecer, me hace gracia por no llorar, es que no tengo que subir al séptimo piso para caer, mientras subo todas las jodidas escaleras, aún entonces sé que no llegaré, ni puedo responder por qué coño sigo intentándolo, venga que hoy será distinto, según por dónde entre el aire, y arriesgándome a que me quemen las orejas, y despidiéndome con un corte de mangas, lo mismo en silencio que con un portazo...
Si me dices que es una pena Si me dices que es una pena, que sí, que claro, no he dudado de tu palabra, tampoco he fabricado un día de sonrisas, reconozco el sabor de lo que ha pasado, y es una pena que no quieras reir, una pena que no creas, que no veas,
9
10
no me atrevería a meter la mano en un enjambre de abejas, la locura de hacerte entender las esquinas del placer, la pena de saber que no quieres reir, tratando de inventarme juegos malabares, dibujando esquemas, bocetando dibujos, esquematizando tus pensamientos, para trazar un plan para salvarte, qué pena que no sepas reir, solapar la pena con otra pena, y solapar cada pena con pena, así tenerlas todas localizadas, y cubrirlas con una risa venida de dentro, ahora no me quedan ideas, ni planes, ni las ganas suficientes, si quieres entender me entenderás, ya me contarás qué te parece eso de reir, si no contesto tus mails ni tus llamadas, tal vez esté saltando sobre la memoria que abulta bajo la alfombra, que ahí es donde guardo yo mis penas, qué pena que no quieras reir, que ya no tengo ganas de vestirme de payaso otra vez, que no me sé más chistes, ni quiero tapar más vacíos de tu felicidad...
¿sabes? he olvidado escribir con palabras de colores ¿sabes? he olvidado escribir con palabras de colores, me paso el tiempo en tiempo muerto, mirando las nubes y viendo las luces de los clubes, no me sale de los huevos escribir palabras inventadas, ni crear sentimientos inventados, no me sale de los huevos escribir con palabras como de caramelo, y hacer que todo parezca como allá arriba en las nubes, donde la memoria colectiva olvidó el camino de regreso a la tierra, prefiero la prepotencia de no hablar en pretérito, y desnudarme el alma si llueve desde allá en las nubes, ¿sabes? me cansé de tanta lágrima y tanto: no aguanto más, nadie me ha atado las manos, no hay sogas que se claven en mi piel ni partan mis huesos, paso el tiempo en tiempo muerto, sé que he bebido del dolor de los idiotas, tanto que si intento beber un poco más vomitaré mi alma, quedé en suspenso al desgarrarme la piel del pecho, y descubrir a un idiota dentro, de lo que se come se cría, eso ya me lo avisaron de bien pequeño, no me sale beber de los fluidos que salen de entre tus piernas, me cansé de ser una especie de vampiro decrépito, daltónico, y un poco bobo, si me pesa lo que llevo encima, sólo tengo que quitámelo y pasear desnudo bajo el sol, una tarde de Otoño por la orilla de la realidad...
Casi consigo perderme Casi consigo perderme, entre los latidos a mil por hora y la variedad de colores en el cielo, casi se me fué la mente, de paseo con entre la opacidad de las nubes y el idealismo sesentero, aún mi mirada se va, como navegando sobre el asfalto a medianoche, como intentando alcanzar las luces en la cima, como la imagen de la pantalla que es la foto frente a mi, como quien sintoniza un canal y no llega a ver nada, aún mis palabras son invitadas a destiempo, y hablan descompensadas, tratando de explicar sin respetar el tempo, casi se me echa encima la penumbra, entre los días demasiado cortos y las noches demasiado rápidas, casi me ahogo entre nubes de polvo y entre polvo y polvo, procurándome placer inmediato y jugando a ser un pardillo más, aún consigo moverme entre los caleidoscopios de ayer y la decadencia de mañana, como decidiendo el momento conveniente para quedarme, para no echarme a perder como la fruta que se quedó en la terraza olvidada, incluso añoro la indiferencia que me inundaba al saberme fuera de tono, o eso aún queda en algún rincón de mi, como el andar en bici, como el nadar, como el viaje que inicié y que nunca acabó, sé que me quedé entre dos estaciones, entre San Francisco y Los Angeles, una tortuga va caminando por el desierto...
Y se me pasa el tiempo Y se me pasa el tiempo, se me pasan las mañanas, y todas las tardes se me pasan, entre qué será de mañana y qué ha sido de hoy, ni tengo tiempo del qué fué de ayer, se me pasa el tiempo, se escurre de entre mis manos, se me pasan las horas contando minutos que van, se me pasan los amaneceres sin intuirlos siquiera, y cada una de las nubes que pasa, sólo pasa, y no se pregunta quién la ve, y por qué la pierden y la dejan pasar, porque así se me pasa el tiempo, cazando liebres de cristal, corriendo para crear más tiempo, que después de todo sólo pasa, así se me pasa el tiempo, así mañana sólo cuento lo que hoy se me pasó, se me pasa frente a mis ojos el mar que da a mis pies, se me pasan los pájaros que caen de rodillas para buscar comida entre sonrisas, se me pasan los secretos que se me olvidaron, así se me pasa el tiempo, así se me pasa cada mañana, pasa que se me pasa el cuadro que he hecho de mi, se me pasan los instantes de suspiros de resignación, resignación de que el cielo pase, de ver cómo pasa cada persona que no fuí...
11
12
Amiguita del alma Amiguita del alma, no sé que ha sido de mis rayos de sol, amiguita del alma, para qué quieres que finja una inundación de dolor, no ves que no tengo una razón para llorar, amiguita del alma, una vez te vas ya no se ven las nubes, ya sólo se ven estrellas, y a medianoche mis ojitos pequeños pequeños, como si me vencieran las ganas de morir hasta mañana, amiguita del alma, ya llegó la hora de iluminar las calles de tu mar, que yo ya extendí las velas y navego lejos, lejos lejos del gris del cielo, cerca del ámbar de mis ojos, amiguita del alma, puedo hacer que el tiempo se congele en mis pupilas, pero no queda hielo en la nevera, ni ganas de llenar otra cubitera licores que no se hielan, olvidé ponerme los pantalones esta mañana, amiguita del alma, ya te empuje lejos lejos, como mis ojitos, pequeños pequeños, buscando excusas para acostarme al lado de quien me de besos tras la oreja, amiguita del alma, ya me destapé la cara oculta de mi luna, ya mostré la verdad sobre Cydonia, amiguita del alma, no me interesan los pesares, ni saber toda la verdad, mi mar está dibujado sobre telas, en mi océano existen los misterios y las ganas de andar, amiguita del alma, que ya se me encogió el corazón hace milenios de papel, que ya se me expandió y así se ha quedado, grande grande, abrazando a quien vela mis sueños y causa mis desvelos...
Yo no tengo la duda del desamor Yo no tengo la duda del desamor, la duda del qué dirán, o la duda de cómo poder fingir mejor, ya no tengo la duda de lo que hice, la duda de ser o no ser un cabrón, o la duda de parecer una gota nada más al amanecer, quise ser una brisa junto al mar, pero ni un tornado habría destrozado tanto tanto, quise parecerme a las sombras que acompañan al silencio, pero ni el más radiante de los soles allá en el cielo habría llamado más tu atención, traté de borrar cada huella delatora, sólo borré la vergüenza de mi vida, sólo parezco una mentira construida sobre varios lechos, intenso en la lujuria,
inmenso en la tentación de el día que se esconde entre nubes y montañas, sólo parezco un niño que juega a esconderse, mostrándose al mundo tal y como el dice que es, con el viento soplando a su espalda, como empujándole un paso más allá, ahora no quedan niños, ni quedan cielos de colores, ni tan siquiera quedan rastros de lejanía, ni rastros de luchas encarnizadas, palabras puñales que esconden decepción, que hablan de amor, yo no tengo la duda de ser un coleccionista, la duda de entregarme al placer recolectando trofeos, o la duda de ser tu fetiche vestido en cuero negro cuando vamos de fiesta, ya no tengo la duda de sí arderé como una bruja, la duda de no saber cómo huir de tanta piel y tanto roce, o la duda de no saber con quién me acosté, quise ser una brisa junto al mar, suave suave, pero ni un tornado habría destrozado tanto tanto, quise parecerme a las sombras que acompañan al silencio, ocultas ocultas, pero ni el más radiante de los soles allá en el cielo habría llamado más tu atención, traté de borrar cada huella delatora, sólo borré la vergüenza de mi vida, queda lo que queda, queda los cuerpos cansados, las lenguas destrozadas, los corazones machacados machacados, y una fuerza que queda, una fuerza bajo toda la mierda y toda la porquería, una fuerza de no detenerse en ninguna estación...
Desnudos mis dos pies Desnudos mis dos pies, desnudos caminando desnudos entre la hierba, al llegar al parque de mis recuerdos la historia convergió, una llama surgió entrelazándose con la luz de la mañana, desnudos mis dos pies caminando desnudos, sé que perdí las llaves de la urna de hielo, pero se ve tan bonita la llama desde aquí fuera, como las idas y venidas de las olas del tiempo, el vaivén de querer patinar sobre hielo, sin saber qué iba a ser de mi, sin saber cómo encender llama alguna, aprendiendo a ser un niño, tras haber oido tantas y tantas veces que era hora de ser un hombre, desnudos mis dos pies desnudos, caminando desnudos entre los campos desnudos de miedos, las habladurías me vistieron sólo un poco, un poco poco, que no era yo nadie, nadie me sonrió porque nadie quedaba, desnudos mis dos pies desnudos, casi quise creer que yo era más culpable que nadie,
13
14
culpable digo, qué coño culpable, casi descubrí las diferentes razones para perderme en ti, para perderme entre el verde entre mis pies desnudos y el azul ahí a dos metros de mis ojos, desnudos mis dos pies desnudos, caminando desnudos entre las piedras que llevan al placer, ahí, rozando con el dolor, que son primos hermanos y ya no distingo la frontera, menos mal que pude moldear con mis manos desnudas lo que entre mis manos desnudas quedaba, hoy por hoy dibujo sonrisas como cualquier imbécil, sólo por pasear con mis dos pies desnudos, sólo por beberme dos tragos de recuerdos con limón, o con zumo de tomate que sabe mejor...
Una duda o dos antes de dormir Una duda o dos antes de dormir, si es que en esta cabeza que escupe palabras, si en ella queda algo de decencia, y es que canso de contar, canso de explicar, canso de razonar, canso de pintar la realidad tras la ensoñación, de explicar que no hay más que fuegos artificiales y viento, qué coño de hombre soy, tramposo y sediento, qué mierda de tipo soy, hambriento y mentiroso, tres gotas de hiel, una de tabasco, y nada más que el placer de pulsar y pulsar, es grande ver que las aguas se agitan alrededor, pero peligroso, nunca juegues con la mar, nunca nades de noche, pues las corrientes y la mar son muy traicioneras, o justicieras, si las olas hierven entre las palmas de mis manos, es tiempo de arrodillarse y pedir perdón, qué coño de hombre soy, tramposo y sediento, qué mierda de tipo soy, hambriento y mentiroso, que no hay más verdad que la que buscas y encuentras, me encuentro en paralelo a la línea mortal, frotándome las manos mientras veo fantasmas, y no me quedan más ganas, sólo cerrar puertas y volverme sordo, quién soy más que una gota de nada en ninguna parte, quiero dibujar mis dibujos de fantasía oscura, quiero transformar con mis manos la realidad, imaginándome ser la suela de algún pintor surrealista, qué coño de hombre soy, tramposo y sediento, qué mierda de tipo soy, hambriento y mentiroso, si resulta que entre mi sombra y yo quedan fantasmas, si resulta que entre mis pasos y mi nacimiento sólo veo un vacío, no eres nada, no eres nadie, no eres más que un mal sueño venido a menos, no eres más que una rata a la que el tiempo ha olvidado, sólo humo y luces de colores,
eres nada, eres nadie, qué coño de hombre soy, tramposo y sediento, qué mierda de tipo soy, hambriento y mentiroso, no olvidéis que las historias son historias, que no hay más que fuegos artificiales, adornados con guirnaldas, eso sí, un tanto desaliñadas y ajadas, como esas a las que el tiempo ha cansado...
Cada anochecer llegaba con una llamada No tengo ganas de contar historias, que si hablo no sé si parar, casi no quiero mirar hacia los lados de la carretera, que la vida es muy fácil si se deja llevar, y a los lados de mi camino, allí sobre las aceras repletas de bolsas de basura negras y azules, quedan la fruta podrida y los restos de la cena de ayer, hoy quiero seguir caminando, mirar al frente y limpiar las fotos de antes, las que casi quedaron ocres de olvido, limpiarlas y pintarlas, que ya estoy saturado de tanta realidad, no tengo ganas de contar historias, prefiero abrir ese ojo que mira el alma, y hacer de mi tarde de Otoño una aventura de juguete, hoy tengo tiempo para jugar y borrar, para reir y caer hacia arriba, extender los brazos contra corriente y murmurar entre dientes, que cada día que pasa ya nos recuerda dónde estamos, que si atados a una farola que en su tristeza, no da luz, encadenados a una máquina de vapor y locura, que en su afán creador, arrastra a uno tras otro tras otro al vacío, no hay ganas de contar historias, hablar para derrumbar y vencer, como si de esa manera pudiese sobrevivir a lo que fuí, a lo mejor sólo necesitaba sacar la basura otro día más, para poder ir a la cama de una manera tranquila, viviendo mi vida tranquila, sin contar historias que nublen los ojos de tanto dolor que no lo es, que en realidad no lo es, si navegase en un barco haciendo agua, volvería a tierra a nado o sobre un haz de luz de mi linterna de dentro, ando abriendo caminos y cerrando heridas de otros, y no me asusta la deriva que lleva a otras tierras, ni me asusta llevar conmigo el equipaje de mi pasado pintado o reparado...
La sinceridad de decir verdades es fea La sinceridad de decir verdades es fea, fea y desgraciada, aburrida partida de ajedrez con un solo contrincante, la sinceridad nos come y nos corroe hasta que nos crecen las telarañas, hasta que las arañas se cansan de esperar su ración de realismo, desde mi casa puedo asomarme a la terraza de la sinceridad, los tragos y los tragos que intoxican mi fracaso,
15
16
esperar dos segundos largos hasta vomitar cada verdad, se escapa entre las nubes que levanté frente a mi, la sinceridad de decir verdades es una calvicie que llega, se llenan los bolsillos de las mentiras rezadas a través de los años, adornadas en Navidad con el rancio regusto de la falsedad, falsedad o ilusionismo de mercadillo, despreciado y arrastrado como trucos de barrio, la sinceridad de decir verdades llega dando voces, pidiendo clemencia, reconocimiento, trofeo o condonación, y se marcha callando callando, con miedo a despertar las consecuencias y el castigo, busco las trampas que me lleven a un plano de irrealidad, donde el maquillaje no desaparezca tras un día tapando agujeros de historia, cada día echo de menos los figurantes que adornan mis promesas, vivo en el límite entre la conciencia y la indiferencia, pringado hasta arriba de sueños y castillos de arena, y dicen que debería deshacerme de ellos, están locos si piensan que estoy atrapado y loco, la sinceridad de decir verdades me hunde, no está este negocio de la vida hecho para verdades de quita y pon, no está este negocio hecho para tanta telerealidad, que de tanto arrancarse la piel, la gente ya no tiene más que perder, sinceridad, cómo me aburres cuando eres tan sincera...
El maestro del ruido se duerme en los laureles El maestro del ruido se duerme en los laureles, se duerme por las esquinas, el maestro de la duda llega en un tren que llega tarde, entre luces de neón y equipajes perdidos, el maestro del ruido no se rasga las vestiduras ni se derrumba ante las casas de madrugada, transforma las latas de CocaCola en libélulas de plata, allá donde las libélulas de plata esperan entre chispas y esquirlas plateadas, entre luces pequeñas, allá donde los maestros esperan a sus alumnos una vez más, el maestro de la duda pasa al otro lado de las vías en silencio, llega al andén de las semillas sin ver los esperados flashes, cuida que las libélulas de plata no se enreden en sus sueños, que deben llegar al bosque de las luces pequeñas, el maestro del ruido resucita, resucita los deseos de ser evidentemente un aprendiz de tejedor, tejer y restaurar las telas de lo que se debía ir, allá donde las libélulas de plata esperan entre chispas y esquirlas plateadas, entre luces pequeñas, allá donde los maestros esperan a sus alumnos una vez más, el maestro de las dudas se siente absurdo, sonríe ante la absurdez del momento, vigila sus libélulas de plata, sueña con el instante en el que se harán uno con las luces pequeñas, no le queda con qué lidiar, no le quedan ni el odio ni el tren para volver atrás, cada día que pasa se siente un poco más fuerte, no necesita los focos de la fama para brillar,
tan sólo disfruta con la luz para crecer, allá donde las libélulas de plata esperan entre chispas y esquirlas plateadas, entre luces pequeñas, allá donde los maestros esperan a sus alumnos una vez más, el maestro del ruido no fumó demasiado polen, el necesario para nublar sus ojos, lo bastante para ver lluvia por televisión y anestesiarse contra la impacencia, desnudo y con nada más que unas ansias de ser otra más de sus libélulas de plata, alza el vuelo entre fogonazos de placer, deslumbrado por tanto reflejo reflejado en su piel, allá donde las libélulas de plata esperan entre chispas y esquirlas plateadas, entre luces pequeñas, allá donde los maestros esperan a sus alumnos una vez más, el maestro de las dudas permanece en silencio con el respeto de saberse capaz de hablar, un silencio premeditado, por no despertar las golondrinas que anidan en el andén, que mañana ya volarán en un vuelo confuso, allá donde las libélulas de plata esperan entre chispas y esquirlas plateadas, entre luces pequeñas, allá donde los maestros esperan a sus alumnos una vez más...
Creí que era un buen momento para un rescate Creí que era un buen momento para un rescate, un rescate de esos de acudir en barco, armado con canciones y flores de mañana, piensa el hombre que no tiene tiempo para pensar, piensa el hombre que pensar le cuesta dinero, cuántos trenes perdí, cuántas veces sentí lástima de no querer correr, tantas veces equivocado, tantas veces sintiendo la necesidad de ser rescatado, creí que era un buen momento para acudir al rescate, un rescate de aprender a sentarme a las afueras de cada amanecer, en compañía de la algún dios de porcelana que dicte consejos de porcelana, frágiles sombras de lo que debo hacer mañana, piensa el hombre que no tiene tiempo para pensar, piensa el hombre que pensar le cuesta dinero, cuántos días se borraron sin existir, cuántos sonidos de la calle pasaron sordos frente a mi, por no querer detener el tiempo un día entero, por no querer admitir todo lo que perdemos en un ir para no volver, seguimos corriendo contra nuestro reflejo, y aún evitamos ser rescatados, que la vida esta es muy corta, que en lo que empiezas a pensar, llega la noche por la ventana y te arropa, creí que era un buen momento para un rescate, un rescate de los de nacer de nuevo, de los de entender lo que una vez hicimos al revés,
17
18
piensa el hombre que no tiene tiempo para pensar, piensa el hombre que pensar le cuesta dinero, cuántas veces perdido en una calle de una sola dirección, sin pararme a buscar callejones por estas prisas tan inútiles, cuando ya es hora de aprender a detener las horas y meterlas en un cajón, quizás esperar algún rescate de caballeros o piratas, tal vez rescatarse uno mismo de entre las líneas del tiempo, piensa el hombre que no tiene tiempo para pensar, piensa el hombre que pensar le cuesta dinero, tal vez sea un buen momento para un rescate...
A lo mejor se me ocurre correr A lo mejor se me ocurre correr, todo por un día en el que los paseos no prometen ser nada del otro mundo, baños de sol y viento del Sur, como esos días en los que nos volvemos todos locos locos, como en noches de Luna llena, a lo mejor se me ocurre correr, y cruzar algún puente de los que tiro porque pasa por encima de la corriente, que una vez caí de rodillas en el asfalto, y por dios que no quiero volver a dejar trocitos de mi piel por cualquier esquina, además, el camino está desgastado de tantos paseos, dejemos a los operarios del asfalto del tiempo hacer su trabajo, pero mientras voy a correr un rato, a mirar debajo de la almohada, a ver si entre sueño y desvelo se me ha colado algún sendero, que a los paseos ya volveré temprano, con la mañana de algún día, y no vaya a ser que estuviese caminando demasiado alto, que hay veces que los caminos como si fuesen de aire, flotan, y de tanto caminar y caminar, te suben demasiado alto, por eso creo que voy a correr durante un tiempo, a ver si de pisar un poco más fuerte, me aseguro de no pisar en el aire, que las caidas desde las nubes afirman los que saben de eso, que son dolorosas y vergonzantes, son días raros de retales y de cambios de humor, son días de cafés con sabor a colonia y miradas con olor a humedad, hoy la noche llega más pausada, que después de correr nuevos caminillos entre huertas y jardines, los ánimos se lavan y vuelven a casa relucientes, por cierto, es bueno según dicen los que saben, ducharse para arrastrar todo aquello que nos pesa, y es que en verdad, los días de viento Sur y Lunas llenas, son días en los que hay que correr y no parar, que ya volverán cualquier mañana, los paseos de detenerse a saborear cada rincón...
Ya me ves Ya me ves, o a lo mejor no dejo que me vean, o tal vez es que me he despertado un poquito doblado,
ya me ves, que esta mañana sólo se me ha ocurrido caminar, que en compañía de mi amiga voy rompiendo el viento, no he tenido demasiado tiempo para detenerme, no he tenido demasiada voluntad para echar el ancla en la acera, así pasan estas mañanas de falso Otoño, ya me ves, un poquito adulterado como la coca de las películas de narcos, la falta de café me provoca ensoñaciones, ya me ves, inquieto en mi silla, con un motivo para salir de este rincón, pero sin tiempo para alcanzar el siguiente callejón, qué rápido se me pasan las horas, demasiado rápido para quien piensa en saborear, miro al cielo una vez más, espero no desgastar las nubes con mis contínuas miradas furtivas, mis manos atraviesan los montes de Venus y las montañas de cimas imposibles, ya me ves, apenas he comenzado a respirar y ya me veo a punto de dormir, estos párpados son losas que no me dejan ver ahora que la noche cae y cae, con mi mano en el pecho, prometiéndome mejores días o al menos menos fugaces, al tiempo que descubro que precísamente hoy ha sido un extraño día, olvidé ayudarte en el día después de la noche anterior, y es que los días de estación extraviada son como esos párpados que pesan, ya me ves, a puntito de cogerte en brazos y resulta que a última hora me anclé, y con dos sólo dos sonrisas, sin miedos sin tazones de angustias, me saludo en pose militar de ar, que mañana ya me encargaré de todo aquello que hoy no hice, ya me ves, o qué...
Mírate Mírate, una vez más otra oportunidad menos, al filo de este último atardecer, quiero esperar o deseo tanto que las horas no acaben, quieres de mi que abra todas las puertas, pero mírate, que los porqués no resuelven el paso del tren en movimiento, apoyo mis dos manos sobre las planchas de metal, con toda la fuerza del mundo intentando detener tu crecimiento, esfuerzo en vano, pero quieres más, y no tengo suficientes golosinas para saciar tu curiosidad, no es que sea pobre, es que no salí del encierro de mi casa, ni me atreví a enfrentarme al oscuro príncipe del chantaje emocional, es que tus intentos de principiante chantajeadora arrancan de mi sonrisas de complicidad, ven a mi lado, aunque no detenga grandes trenes en movimiento por ti, ven a mi lado, no navego a favor del viento,
19
20
pero ni se me ocurriría hacerlo en contra, sólo voy de medio lado, ven a mi lado, que tengo la necesidad de enseñarte un rincón desde donde ver el atardecer, mírate, intentando alcanzar lo que escondí de tus manos, y no hace falta escaparse a un pais lejano, ni leer libros de otra época más barroca, digamos barroca, que si sales de casa de mi mano, te llevaré a un rinconcito cerca de aquí, un rinconcito donde sentarnos, con sus banquitos de madera, con sus rio, con su monte y su sol, con sus reflejos de sueño y de ensueño, mírate, una vez llegaste a mi lado, al filo de este atardecer de verdad, intentando conseguir de mi más de lo que puedo darte, sigues medio en pie medio agazapada, tras de mi frente al tren en movimiento, sabes qué esperar de mi, prometo no darte más de lo que mereces, prometo no tomar menos de lo que merezco, y al revés...
Y esta mañana Y esta mañana, aunque no sepa lo que sucedió, ni apenas lo que pasó hace tan sólo unas horas, se acabó el mundo que aún no reconozco, encarcelado de noche, para salir a la luz cada mañana por la mañana, como un perro se despereza en su cama, como un deseo que termina con la decisión de velar, supongo que la confusión es ago normal, supongo que este entumecimiento en mi cuello es normal, quizás los recuerdos de otro mundo extraño, brillan los soles sin calor en el cielo de mi otro mundo, la consciencia me habla y me dice, quizás no la quiero creer, entre relámpagos sin efectos especiales, entre sueños y ensoñaciones, donde no me gusta lo que veo, nadie me asegura qué es lo que vivo, tampoco importa saberlo, quizás es lo que uno quiere creer, quizás las borrascas del Otoño traen consigo mañanas de calefacción y pijamas de franela, toda una realidad de buscar las castañas en el fuego, toda una realidad de la que enloquecer, y esta mañana, tras los sueños que son ensoñaciones, caminos inauditos y creencias insevibles, de repente llega un silencio absurdo, como echando de menos los mundos de ayer por la noche, que las caricias son de vapor cuando no van vestidas de realidad, que lo feo y oculto reside ayer y hoy, olvidado entre los restos de cada naufragio causado,
portamos las maletas de un rincón al siguiente, sin hacernos demasiadas preguntas sobre las ventanas a otros lugares, que los lugares desconocidos son desconocidos nada más, olvidados por la mañana, sea cual fuera el paseo pasado, no puedo menos que sonreir por lo que fué de noche, por lo que es de día, esta cabeza tiene resquicios de ironía por cada rincón, la jodida...
Son tardes ficticias de Verano Son tardes ficticias de Verano, tardes de jazz de terrazas de otra época, desde un salón en el centro del Otoño, tardes de golondrinas que se van a otro lado, otro lado de ayer para traerme el recuerdo de hoy, son canciones de tardes de Agosto al caer el sol, son tardes de otra vida de ayer, se suponen suaves y azules de mar, desde el salón del Otoño, sin más compañía que la de las luces de mañana, sin menos compañía que la de sus brazos y mi mirada, es que me siento de cuclillas, entre un punto del que no quiero escapar y un Norte en el que quiero dormir, corre, corre, que detrás tuyo llegan las olas de las tardes de ayer, tardes de jazz del que sonaba hace cincuenta años en terrazas de ayer, que esta menta que empaña mi sueño se vuelve Santa Teresa al atardecer, incluso los pianos se visten de clavicordios, una tras otra se desnudan las notas del Verano de otra época, una tras otra caen las gotas del centro del Otoño tras del cristal, se vuelven señoritas de Ipanema de ayer que bailan promesas y corazones, son tardes ficticias de verano, desde la clausura del Otoño más profundo, son saltos desde hoy hasta ayer, descansando alegremente en cualquier terracita de Agosto, evoco lo que me pide el alma desde luego, dormideras entre rayos de sol y brisas de jazz, dormideras entre el olor a crema Nivea y arena vasos helados, así pasan estas horas de un profundo Otoño perdido entre calipsos y bossanovas, qué curioso que no hace más de dos días que ando recostado sobre el sofá del hoy, apoyada mi cabeza sobre la almohada del ayer, del ayer y de tardes de jazz pequeñas, pequeñas y despistadas entre minuto y minuto de atardecer...
Una vez por semana o dos Una vez por semana o dos, cuando es el momento de resumir las cuentas, y los ruidos pierden todo aquello que tenía adelantado, me voy, me voy, me disperso a lo largo de las tantas y tantas dudas, que si dejo de respirar, que si recojo la siembra de lo que aprendí, que sí hombre,
21
22
que no lo harás tan mal, una vez por semana o dos, a la vez que mis pies descansan uno sobre otro, a la vez que me nublo porque no oigo nada, voy de lado a lado con el estómago encogido y el miedo que llega puntual, es la falta de costumbre, es la falta de oxígeno a mi alrededor, me ata al respaldo de la comodidad, y no me deja dormir el sonido de los pasos que velan por mi, una vez por semana o dos, a la hora en que las sombras se hacen artificiales, el factor humano que es un virus perpétuo, enciende ese estado febril, a la hora en que sólo se crean monstruos, me deslizo bajo la cama asustado, que mira que si descubren mi miedo, que mira que si no puedo empuñar mis palabras, tanto beber para no recordar lo que fuí ayer, tan borracho de miedo para absolutamente nada, que las barcas llegan a puerto de mañana, y ahí quedamos esperando sobre la proa, una vez por semana o dos, me diluvian mentiras por no ser justo, me mareo entre marea y marea, para llegar cada mañana descansado y respirando, acabando a patadas con tanta duda inútil, una vez debería ser suficiente, y aunque habrá más ocasiones de heridas a medianoche, prometo no volver a temerme, prometo confiarme, no está uno a estas alturas para llevar pañales, me pierdo entre mis cuentos de ayer, ignorando mis huertos de mañana, que ayer planté buenas semillas y no hay mas que esconder, ni razón para condenarse...
Espera, espera Espera, espera, que no se diga que no te hice caso, espera, que ayer se me olvidó recoger los soldaditos que dejé sobre la mesa, caídos por la patria y por las banderitas de tela tela estúpida tela, espera, espera, que aún me queda contar números, no vaya a ser que me digan asesino o algo peor, no vaya a ser que mañana no esté aquí por dos o dos mil, espera, espera, que no me pillen con el culo al aire, y esta noche no tengo tiempo para lágrimas, que las recepciones son muy caras, no vayamos a incomodar al emperador con cuentos de viejas, que si quieres las comes, y si no las dejas, que llegado el momento, sean las moscas y los gusanillos pequeños los que limpien el desastre, pero lejos de casa, a la hora en la que sacamos la basura, no vine para jugar a tener compasión,
que si empecé a pisar por primera vez, ya aprendí a aplastar miles o quizás más, espera, espera, que no quisiera pagar deuda alguna, espera, sólo dos minutos para encontrar mi culpable, que entre estos algodones sordos se duerme tan bien, tan bien, coser y cantar, barrer ‘pa casa y contar, que mis bolsillos no resistan y mis ojos no vean, barro mi casita, ya en otro momento quedaré con los vecinos para barrer el portal, los mares perdidos de vidas perdidas, espera, espera, que entren unos pocos muertos de hambre en casa por Navidad, que hay fotos muy bonitas, y aún más valiosas, que los corazones se asomen para ver sin tocar, que es bueno de ciento en viento regalar compasión de película de las de llorar, ya mañana y con una patada los mandaré de vuelta, espera, espera, que no se diga que no fuí un buen niño, ya los soldaditos volvieron a la caja, volvieron en las cajas, ya los que escaparon, volvieron a las cajas, volvieron en cajas, por cierto, hoy tengo recepción con el emperador...
No conozco la dirección del viento No conozco la dirección del viento, últimamente no parece tener importancia, como en casa, en las pequeñas piezas quedan solapadas, como en casa, donde el trabajo se escurre de entre los planes, donde no basta con barrer y fregar, miro el suelo y no deja de estar cubierto de migas de pan y deseos, qué fácil es esto de caminar sobre lo que no queremos mirar, si me froto los ojos y me sale el genio de las ilusiones, tan fácil de creer, tan facilmente moldeable, no conozco la dirección del viento, hoy se cruzan las cuatro direcciones, se fusionan y me emborrachan bien emborrachado, que elegir y elegir alimenta los odios, y de odios estamos bien servidos, saciados hace tiempo, canta a través del túnel de la vida, que si lo haces fuerte y te oyen las nubes, verás que a tu alrededor el cielo se abre otra vez, las ilusiones que se fueron con el barrer de la madrugada, los perros perrunos que se sentaron a mi lado cantando ladridos, ¿no les oyes? todo es según del color del cristal, según el color del cristal, no conozco la dirección del viento, pero puedo pintar cristales a mano,
23
24
y vivir al Norte de mis pecados y mis deficiencias, miré tanto tanto en el interior de aquellos que tengo alrededor, que olvidé empezar a mirarme yo mismo, a lo mejor estoy a tiempo de pintar muchos cristales de colores, ignorar la dirección del viento, no llego tarde a la cita, ni me lamento por no poder volar, no me reconozco en el papel de la ingenuidad genuina, genuinamente idiota, para olvidar que alguna vez dejé de cantar, o mirarlo con ojos de cristal, que lo mismo me da, la dirección del viento...
No sé por qué veo flores No sé por qué veo flores, si en mis ojos no entraron más que arañas, que las arañas no sé qué demonios tejieron, al menos no telarañas demasiado pegajosas, que de una manotada las aparté, así no me dejaban ver las flores rojas rojas, acaso también las flores blancas del invierno, celosas de escapar a mi atención, celosas celosas,
En la otra palma de mi mano
que llega un momento en el atardecer, en el que te vuelves droga, y pareces recorrer camas y sueños de esos que nunca acabas por soñar, no sé dónde empiezan las llamadas, como los lobos que corren en manada,
En la otra palma de mi mano, donde no miro apenas por falta de costumbre o dejadez, ni siquiera cuando parece tener algo que mostrar, un día miraré y miraré, no te dejaré ser la primera en descubrir, qué estupidez, como si un día cualquiera sólo fuera un día más, como si no contara en el cálculo para mañana,
espero en la parada, a sabiendas de que a estas horas ya no hay ningún bus, a dónde vas sin flores, a dónde sin pantalones, caminando caminando, despacio despacito, según desciendo a lo largo del atardecer, así me arrojan flores al caminar,
en la otra palma de mi mano debí de guardar los versos, las oraciones recicladas en un estado de letargo e inconsciencia, como Dios, lástima de palabras, ahí debo de guardar mis sonrisas idiotas de no saber qué decir, y los chistes malos como el amargo de las almendras amargas, también debieron quedarse en la otra palma de la mano, donde ni quiero ni he sabido mirar, hasta que un día mire y mire de verdad,
llega un momento en el atardecer, en el que te vuelves droga, así cerca de la mañanita que llega, decoro esta fachada con trapos y la mejor de mis sonrisas, que no me digas que soy tu cruz,
si te digo que no es verdad, es que tal vez sea cierto, que la vergüenza me pudo, hasta intenté borrar con cuchillas todo lo olvidable, me dije que el tiempo no es nada, nada que merezca ser tenido en cuenta, despejando las incógnitas de mala manera, pero las cuchillas dejan marcas en las páginas blancas, de nada me sirvieron los bocetos dibujados a lápiz, en la otra palma de la mano vive todo aquello que no quise, en la otra palma de la mano vive todo lo que merece la pena aprender, de nada sirve pensar en lo que la gente hable de mi, de nada sirve prestar atención a lo que no sirve para absolutamente nada, las canas acorazan mis ojos, al menos ahora sé qué escondí en la otra palma de la mano, ahora sé que los borrones de tinta china llenaron las páginas, como lo hacen las palabras bien delineadas, o los dibujos de los que sentirse orgulloso, en la otra palma de la mano guardo lecciones a aprender, aún estoy a tiempo de mirar de verdad, nos queda toda la noche por delante, y por la mañanita con una nueva página en blanco, tras horas y horas de lecturas vergonzantes, escribir lo de hoy sin olvidar que ya aprendí de lo de ayer, no sé por qué volver a los armarios con olor a naftalina, en la otra palma de la mano...
pero con estos ojos que te sonríen, no sé por qué ahora veo flores, que el tiempo llega más antes que tarde, me empeñé en comer alambres roñosos, como las gruas en Pasaia, feas, roñosas y con olor a vejez, pero no debí de digerir bien el plato, ahora veo flores en mi camino, que no se mojen mis pies, si cada atardecer ponéis flores a mis pies, y vuelvo a ti con una sonrisa, pues no perdí ni los dientes por la roña, ni los ojos de tanta telaraña...
Ya no pierdo el tiempo Ya no pierdo el tiempo, no soy tan normal como hace tres días, qué sé yo, no quiero que vengan tras de mi como las polillas a la luz encendida, encendido como una colilla de fin de semana, encendido como quien se enciende cabreado, ya no pierdo el tiempo, intentando entender por qué se ponen así, intentando entender por qué, por qué te han dado pataditas en las espinillas cada día, por qué te han clavado un puñal tan grande en la espalda, ya vendrán de vuelta con las vueltas, con su tiempo perdido, que no merecen el tiempo que les das, que las polvaredas que levantan encima te ciegan, que no te pierdas en sus redes ni les des locura,
25
26
ya no pierdo el tiempo entre sus ramas, no ves que están podridas y vacías por dentro, ni siquiera quedan restos negros, porque ni saben lo que significa lo negro, descuida que ya caerán, pero vete lejos, que la fruta podrida salpica cuando se estrella, que pierdes demasiado tiempo pensando en lo que va a ser o lo que será, que no creas que eso te va a solucionar la amargura, que lo amargo se va cuando de repente se va, se apaga como el fuego allá arriba, sin aire que respirar, ya no pierdo el tiempo, que sí, que aprendí de la experiencia, pero que no quiero fantasmas flotando alrededor, dejas que tus penas alimenten su estómago, ya no les des más de comer, que sus estómagos ya no están pendientes de tu mano, que cada aliento que les regales, será otra medalla en sus chaquetas apolilladas y tristes, ya no pierdo el tiempo, ya no pierdas más tu tiempo, que al final te faltará el aire, el agua, y las astillas duelen hasta un tiempo después de sacarlas bien fuera fuera...
A ver si aún vamos a dejar de comer A ver si aún vamos a dejar de comer, si quieres que te siga yo lo hago, pero no me dejes en ascuas, andamos tan a lo mejor de rodillas, que aún se nos olvida comer, aún tenemos que pedir perdón por protestar, que me levanto de mi silla para que otro venga, a ver si aún vamos a dejar de comer, que no estoy yo por irme a jugar, no si aún estás pasando de solicitar tu tarjeta de embarque, ya un día comenzamos a esconder nuestras lágrimas, que yo recuerdo haber visto algunas, asomándome por el hueco entre el ayer y la soledad, a ver si al final vamos a olvidar a reir, de tanto esconder el llorar, no quiero ser un broker de las emociones, ni un mago que esconde sus cartas, que el azar nos puso en el camino, y de tanto calcular se me ha vuelto el cerebro cuadrado, que de tanto ver nubes negras, casi conseguimos olvidar el sol, a ver si es que vamos a despertar cada día abatidos, como la paloma que en Domingo se le ocurre pasear por Jaizkibel, quizás debemos intentar andar con los dos pies, que de rodillas se nos gastan los pantalones, y no tengo suficiente mercromina para los dos, este mundo nunca estuvo para pedir limosnas, por eso cada día en vez de correr bajo los nubarrones negros, agradezco a todo aquél que aún camina de pie, que tengo mucho que aprender, que si el camino lo hacemos juntos, las espinas que te claves yo las sacaré, a ver si aún vamos a dejar de comer, que cuando selles tu tarjeta de embarque nos vamos los dos a jugar un rato,
limpiar el camino para las palomas domingueras, y llorar y reir frente al televisor de la ficción...
Dicen que te diga y que no sólo te mire Dicen que te diga y que no sólo te mire, quiero que sepas lo que no sé cómo decirte, quiero que las ramas por las que caminas no sean frágiles, que no quiero que sean de cristal para que se rompan bajo tus pies, quiero poder luchar sin tener que desnudarme en diagonal, desnudarme con prisa, prefiero seguir vestido ante semejante situación, quieren que quiera decirte que no necesito mis alas, si es que nunca las tuve para volar, sólo fueron adornos y luces para deslumbrar, sólo alimentaban mi ego un día más, que ya antes estaba deslucido y casi muerto de hambre, quiero que sepas que no sé cómo decirte, que a veces canto baladas de “chanson française”, es que sé que no las entenderás, ni siquiera conseguirán que te despeines, ni harán que hagas caso de mis manos frías, pero quedará bonito, rico rico, dicen que te diga, que no calle, si estoy en este lado que es el opuesto al tuyo, como siempre fué, dicen que no quiera callarme y que sin querer llague mis pies, si decides correr y perseguir un tren, quiero que sepas que no conseguirás que se detenga, pero nadie borrará esa ilusión en tu sonrisa, si eso ya seguiré yo en el andén guitarra en mano, haciendo como que toco una “chanson”, qué vergonzoso, qué sencillo mirar tus carreras desde un andén, aquí, en Madrid o en Navidad, tus carreras desde el andén, desenfundando mi guitarra sin cuerdas, que me dicen que te diga y yo cojo y te canto, mis adornos son colorines y nada más, pero cómo te hacen reir...
Casi sin espacio en la cabeza Casi sin espacio en la cabeza, y es que hay horas que se está mejor en la cama, bien por lo romano o bien por lo terrenal, no encuentro el camino de vuelta, y me quedo casi sin paciencia, como un carcamal rumiando palabras y más palabras, tejiendo redes y mareando palomas, ahí es cuando surge el comienzo de la canción, el inicio de los poemas, en ese momento en los que tejieno tejiendo, mato de un portazo a mi carcamal, y me pierdo entre las raices y los posibles, entre los sones y los seremos, cargando la mochila de tazas y latas de atún, que en el monte de las palabras nada cambia, pero se pasa un hambre del demonio,
27
28
ahora cada calle que caminé, cada vez que me senté a orillas del mar, cada momento bajo las luces de las farolas en Otoño, y las que aún se iluminan las noches cortas de cada Verano, aún esos momentos frente al mar que es algo más que una pieza en el puzzle de mi vida, exiliada y entre gotas de sangre hace no tanto, tan viva y colocada, como de haber fumado tanto tanto, de un tiempo a esta parte del planeta, desde que comprendí que el mundo se me crea bajo mis pies, desde que entendí que mis pies marcan el compás, que en el monte del contarte lo que me de la gana se pasa hambre, y mi mochila llenita de latas de atún y palabras de latón, para no pasar demasiada hambre, pero que no dejo de enterrar a mi pequeño carcamal, para tejer redes ya tengo a mi costado, a mi costado el aleteo de los cuervos, que ya se marchan o marcharon, lo que yo te diga, a estas horas debería de haberme acostado, por lo romano o bien por lo terrenal, salud!!!
Levanta esa cabeza Levanta esa cabeza, que no te aguanta el cuello tanto peso, levanta esa cabeza, que siempre caminas con los ojos en las baldosas, así como fuera de aquí, así como si siempre anduvieses soñando, para qué tanto sueño, para qué tanta baldosa de verde esmeralda, que te miro y no comprendo, que te veo y te me escapas, que de tanto mirar baldosas te pierdes cada oportunidad, que de tanto soñar se te esconde el sol, levanta esa cabeza, no sé a qué viene esa fijación, levanta esa cabeza, que de llenarla de pájaros se te inclina hacia el suelo, si no aprendes a esquivar y recoger, es porque caminas con los ojos cerrados, encima de soñador, dormido, que bien queda toda la noche para soñar, que casi pareces una aparición de papel, como con miedo a romperte al despertar, perdiendo cada lamada, tan centrado en las baldosas del suelo, con el tiempo soplando a favor, caminando como sobre agujas con tacón de aguja, levanta esa cabeza, que te pierdes cada sonrisa dedicada, levanta esa cabeza, que no hay respuestas en las baldosas, tan sólo charcos y colillas, por mucho que quieras pintarlas de verde esmeralda en tus sueños, sé que sonríes bajo esos ojos clavados en el suelo, las quejas y las penas ya se quedaron en el mostrador, deja que te repartan tardes de esas que no se olvidan,
y flores de esas que aún secas te llenan de vida cada día, levanta esa cabeza, que los sueños de veinticuatro horas son refugios donde no hay nada, levanta esa cabeza, que tienes a todo dios esperando...
Vente caminando entre algodón Vente caminando entre algodón, entre pasos de puntillas, sin despertar los sueños que dejaste en tu caminar, lentamente, sin levantar si quiera el polvo en la tarima, como una brisa tan suave que no es brisa, eternizándote en tu caminar, como el que va sin prisa sin saber dónde va, sin prisas, recórreme sin prisas, entre susurros y música que nace en tus labios, recórreme sin traiciones y sin melancolía, borra despacio todas las marcas de otros días, con cuidado de no levantar la piel, curando las amarras y cuidando las sonrisas, víveme refugiada entre mis brazos, llevamos horas largas como años esperando, recórreme cada noche, entre las sábanas de franela y los abrazos a mi manera, exiliada de tu mundo, ven como quien camina a dos centímetros del suelo, no temas, yo sostengo los pilares con mis ilusiones, el sonido de tus pasos se me viene, me llega como las llamadas en duermevela, ya mi niña se me viene lentamente, entre pasos de algodón, con sus manos sobre mi pecho, a la hora en que las luces de la noche calman el deseo, vente al jardín donde permanezco acostado, entre el rocío de la mañana siguiente, entre eclipses de Luna y lagos de tibieza, que en tu caminar yo te espero, en tus caricias yo te encuentro, entre las sábanas yo te tengo, y así te sostengo entre mis brazos y el mundo inventado en construcción, aquí te espera la misma magia que mañana permanecerá por ti...
Es ya la hora que queda detrás del amanecer Es ya la hora que queda detrás del amanecer, animo a los que vienen detrás de mi, que no fumen las colillas que yo no fumo, que reserven los abrazos que yo me perdí, que les hagan un huequito en el centro de sus emociones, estamos de rebajas de buenas intenciones, y en estos casos no me importa pagar un poquito más, que no pasen más de un día en la calle de lo que no son, entre escaparates doblemente blindados, con miedo a salirse de un guión presuntamente escrito, entre ofertas pequeñas y grandes promesas, a ver si se les va a dormir la voluntad, a ver si no pasan más de un día entre esos falsos besos, mientras siguen haciendo cola en el trampolín, me entretengo en soplar y soplar,
29
30
alejar de sus cabezas las nubes que tiñen el cielo de gris, es ya la hora que queda detrás del amanecer, con una ilusión que no se queda quieta en mi, con una copa de menos y otra razón para volar de más, que no me acueste pensando que no lo intenté, he pasado mucho tiempo entre despedidas y hasta luegos, no lleguen al final del viaje sin siquiera haber comenzado a caminar,
necesito subir y subir, subir tanto tras dejar atrás tanto bosque vacío de árboles, buscar detrás de las sombras de tanta rama y tanto deshecho, y después seguir subiendo, sin recordar la razón sin importar la sinrazón que queda...
Una vez que tengo el alma a mi lado
vamos a ver si entre todos admitimos nuestra culpa, llegamos a la hora de comer, y ya por entonces hemos perdido la felicidad, que no se fumen las colillas que yo no quise fumar, para que no se sientan absolutamente absurdos con el amargo del cartón entre sus labios,
Una vez que tengo el alma a mi lado, una vez que las nubes ya se han separado sobre el mar, las decisiones imberbes quedan por madurar en los árboles de la confianza, las decisiones sin pensar pasan factura en colas de supermercados inútiles,
si de tanto dejarlo para otro día se acartonan las asticulaciones, y en un momento sin darse cuenta no son capaces de llenar un lienzo, animo a los que llegan después, a que escapen de las luces que se reflejan en los cristales, que esas luces no calientan y apenas deslumbran,
una vez se me detengan las leyes a mi lado, quietecitas para no estorbar lo que tengo que crecer, una vez los arenales han sido vaciados de trastos, la voz se me llena de palabras para no decir nada, esperando que el sentido inunde mi cabeza, como lo hacen las drogas de esas que te fumas poco a poco,
y si se encuentran alguna vez conmigo, no dejen de repartir sus abrazos y buenas intenciones, tal vez así entre todos consigamos entradas para visitar al niño que vive dentro...
sopesando los pros y las ventajas y los pros para seguir esperando, así el tiempo madure cada decisión y la haga acertada, a los ojos extraños que ignoraron las posibilidades por sonar como el rock and roll, esa música del diablo en los años cincuenta,
Que se acabó lo que quedaba Que se acabó lo que quedaba, no hay nada en un tazón de Colacao vacío, los restos fríos de lo que esta mañana fue, y no me importa lo más mínimo, necesito subir y subir las escaleras que dan al ático, y al abrir la portezuela mirar más alto, y de alto que suba mirar aún más alto, dejar sobre la mesa, o aún mejor, en el lavavajillas del borrado automático, el tazón vacío de Colacao frío, olvidarme del olvido, o de los sinsabores del repentino desvarío, llegar a mesa puesta y no querer probar ni el pan, esta mañana ya se va, ya cae entre la necesidad de subir y subir, y subir más alto, y los sonidos de voces de otros sitios, mundos sitos que esperan arriba, más y más arriba, detrás de puertas y portones apenas notables, entre ramales y detrás de fríos bosques vacíos, arriba en lo alto, donde apenas me alcanzan los brazos, para una vez arriba, aún subir más y más alto, a quien se deje, echarle una mano desde allá, agarrarle bien fuerte por debajo de los brazos, y entre abrazo y abrazo tirar hacia arriba, que dejen en la mesa cada tazón vacío de Colacao frío, allá arriba hay mucho sitio, detrás de portones y puertas estrechas, de miras estrechas y miradas obsoletas, tan arriba como escaleras te encuentres en el camino,
olvidaré lo que una vez más se me dijo a la luz de las preguntas, no sabía ni tenía el arrojo para contradecir por fuera, ya por dentro curé paso a paso entre páginas y páginas de palabras vivas, una vez tengo el alma de mi lado, jugando con las margaritas que se posan en mi hombro cada mañana, porque me dicen que parezco ido e ido es como decido decidir, sabiendo lo que sé y repartiendo besos cuando se me pide, no me excita apercibir la resistencia a aprender, y me aprisionan las excusas de los que no quieren seguir adelante, para eso prefiero sentarme a esperar otro tren que me lleve a mundos llenos de margaritas, así con el alma a mi lado, así suelo sonreir...
María María, qué no habrá de quedar sin decir, cuánto nos dejaremos tras las historias, entre la pared de mi olvido, entre la espada de la censura, las huellas en Castilla, las huellas del viaje que nunca acaba, las huellas en la historia, he seguido cada paso desde ayer, quedan en mis ojos de dentro los paisajes, los campos de espigas doradas, el sol al Oeste, donde quedan los mozos y las mozas para el baile de medianoche, María, que en mi memoria de no haber vivido historias, quedaron grabadas las palabras de otras gentes, las vidas que como callos se fueron haciendo duras, los cuentos más bellos de los que jamás oí hablar,
31
32
y resultaron ser realidad, que en mi memoria de no haber vivido historias, se cruzaron los trabajos de sol a sol de otras gentes, la forja del destino de cada cual, donde elegir era el lujo de unos pocos, entre zapatos de piel y telas ajadas por los años, María, al cobijo de cada historia, entre plegarias, oraciones y recuerdos al aire, que en mi memoria de no haber vivido historias, quedaron las herencias y las tierras de la lucha, las desganas y los partos entre llantos y dolor, el agua que con suerte tibia limpiaba cada nueva vida, la rabia se fué hace mucho tiempo, arrastrada con el barro al pasar la manguera del tiempo, cada funeral que se te llevó un poco por dentro, cada nacimiento que se te trajo otro poco de vuelta, María, que rezando oraciones quedas, vestidita como siempre vestiste, con los zapatos de tacón de bailar los bailes de medianoche, que la plaza del pueblo no eche en falta tus pasos, con la sonrisa de la belleza en tu cara, pintados los labios y esperando dos manos, tantas huellas quedan en mi memoria de no haber vivido historias, tantas huellas como vidas he visitado entre campos de espigas doradas, entre cielos de Verano y carros que en Invierno se recogen a casa, tantas huellas como pasos anduviste, sentadita quedas a la luz de tu pequeño rincón, que de sobra te lo ganaste...
Pienso e imagino Pienso que las cárceles se construyeron con una buena intención, que cada una de las bombas en las que una mano del hombre colaboró, se fabricó de manera delicada y minuciosa, con la finalidad quizás de liberar al ser humano de yugos, flechas y cadenas, pienso e imagino que cada vez que un soldado dispara ráfagas contra la masa, lo hace por una buena y noble causa que un día le explicarán detalladamente, pienso que cada mina escondidita entre las hierbas, es otro sello de fuego para recordar a sangre lo que las palabras no pueden, pienso que tantos crucifijos y medias lunas clavadas en los pechos de los infieles, son sólo pasión de los que saben cuál es el camino, la pasión por mostrarnos cuál es el correcto camino a seguir, pienso que ese dedo pulsando el botón apretando un gatillo, en realidad lo hace despacio y casi pidiendo perdón, plenamente consciente del bien mayor que es su fuerza, pienso que cada preso que acaba con un sombrero de tela en una bañera de orines, es en verdad alguien necesitado de una nueva perspectiva de la realidad, uno más que necesita ser salvado de los falsos pasos caminados, pienso que cada casa que derrumbaron con tanques de metal y humo,
se hizo veramente con el propósito de levantar un bonito parque donde pasear y tumbarse al sol, imagino que todos los árboles y bosques que se perdieron, pasaron a formar parte de una vida mejor entre nosotros, que para eso elegimos, que por eso recogemos como dicen por aquí, lo que sembramos...
Maldita compostura ingrata Maldita compostura ingrata, baja los ojos y sigue caminando, atrás o al lado no tienes nada que ver, ten la decencia de no levantar la vista, maldita compostura ingrata, que con vergüenza escondes tus ojos detrás de los espejos, cada vez que te hablan se pierden las palabras, una faja en la cintura y un cinturón para retener la moral, no están las palabras para comprender, maldita compostura ingrata, siendo juzgado en silencio por nadie, se pasa un segundo tras el ímpetu inicial, un segundo para perder o ganar, para decidir qué es lo sincero, qué es lo que está mal, no necesito más jueces silenciosos de ojos silenciosos, y me subo a una cáscara de nuez, dispuesto a pasar desapercibido, dispuesto a evitar el naufragio, maldita compostura ingrata, arrastrando los silencios, angustiado por lo que el tiempo no pueda llevarse, descuida que iré de puntillas, me quedo en casa, sin esperar a que deje de llover fuera, aún sigo fijando la mirada donde parezco esconderme, manteniendo la compostura ingrata, existo hasta donde quiero hacerlo, demasiado preocupado para no hacerlo, haciendo de avestruz cuando se me oye demasiado, maldita compostura ingrata, rodeado de nanas y cojines de ante, cantando bajo el agua se me oye menos, pero sigo cantando lo que quiero, perdido como el ruido del tren en la estación, maldita compostura ingrata, construida de prejuicios, perjuicios y ladrillos, levantada a base de miedos y costumbres impropias, que quiero despertarme, pero para seguir cantando no sé si es mejor permanecer dormido, maldita compostura ingrata, de vestidos de otra época y vergüenzas ajenas...
Los caramelos de sabor de miel Los caramelos de sabor de miel, la salsa agridulce de Invierno, esperando que el Verano sea aún más largo que el año anterior, las excursiones entre retazos y zarzas, buscando un camino que se extinguía,
33
34
entre árboles que una vez vivieron, antes del último incendio que algún descerebrado parió, las ganas y la ilusión de una noche que se antojaba eterna, unas nubes que no borraron con su lluvia las huellas de la caida en la nieve, los dedos que sin fuerzas y atravesados por tantos alfileres de hielo, sujetan con ansia el calor que se arrastra sin control, ladera abajo, cada vez más lejos, cada vez más silencioso, El aire donde colocábamos uno a uno los ladrillos entre sonrisas de ignorancia, de ignorancia y esperanza, los rompecabezas y el olor a cajas abiertas, sólo por sorprenderte y ver una mirada de ilusión, para que el ayer se diluya tras los dientes de oreja a oreja, no sé ni dónde se perdieron las llaves, no sé qué fué de lo que fué, las horas de silencio roto entre lecciones y la furia de la lluvia, el abrazo de quienes se sienten pequeños, con la violencia del relámpago en los ojos, las frases dichas a medias, con pereza de acabar de hablar lo que haya que decir, con el viento de frente tan frío, estallando en nuestras caras, pero aún las mañanas se antojan eternas, sin un soplo que entre por la puerta, y aún si lo hace, ser tan torpe de no saber apreciarlo, las tazas de café con sombreros de crema, de sabor a terrazas y jardines a media tarde, las manos que tan fuerte nos sujetamos, sin esquivarnos, con la cadencia de quien sabe lo que quiere, haciendo de cada gesto una marca en el corazón, viviendo en una pequeña caja de cartón...
Es tiempo de descansar los pies Es tiempo de descansar los pies, nunca estuvieron rotos, ni pisaron cristales, acaso algún clavo que de fugaz apenas sintieron, es tiempo de bañar los pies en agua templada con sal, dejar que el vapor escale las piernas, es tiempo para un momento pequeño, de placeres pequeños, que llenan el vaso de una vida, es tiempo de descansar los pies, es tiempo de calcetines viejos y fuerzas renovadas, llegamos hasta este punto flaqueando, con miedo a no poder llegar, y casi nos perdimos en un camino bien iluminado, y sin embargo es tiempo de descansar los pies, entre montones de mantas y almohadones de felpa, obviamente esperanzado y apenas nostálgico, sin tener que echar de menos, sin creerme lejos de todo, sin sentirme al otro lado de la orilla, sin poder extender mis manos para llegar a casa,
es tiempo de descansar los pies, recoger las cosechas de lo pasado pasado, coserme los zapatos de recorrer protestas, zapatos de los que resisten el hielo y la desidia, y salir a la calle pisando sin miedo, sin siquiera mirar al suelo de tanta confianza ganada, donde empiezan las esperanzas a dibujarse, es tiempo de descansar los pies, es tiempo de vaciar los bolsillos sobre la mesa, con el vapor de agua escalando tus piernas, es tiempo de hacer balance, antes de empezar a escuchar pasos imaginarios, antes de encontrarme sin salida, posiblemente sea tiempo de descansar los pies, porque se acerca el día de empezar a caminar entre los restos, entre lo que queda de algunas tormentas, entre las ruinas de algún accidente clavado, lavar entre los dedos con jabón de glicerina, añorar las toallas sembradas en la memoria, es tiempo de descansar los pies, es tiempo de recuperar otro tiempo, de matar al malnacido que vive dentro, ya es hora de restar, borrar y desafiar, en un tercio del reloj que acabó, coger carrerilla y saltar al vacío, sin olvidar el paracaidas y los colores...
Por cada uno que me dice quizás Por cada uno que me dice quizás, inevitablemente se me derrumban las ilusiones, como el hecho de haber nacido para actor secundario, no merecer más premio que el recibido, de cuando en cuando para no dejar de ser el que sonríe a pesar de los años, el óscar al secundario es el premio de los escondidos, de los que son necesarios para dar color a las historias, pero el segundo, el segundo viaja en segunda clase, no convienen las victorias múltiples, ni convienen en el equilibrio el reparto de oportunidades, no hay premios de verdad para los que lo merecen de vez en cuando, los trofeos de consolación llenan todas mis estanterías, no hay ya amargura como la que hubo años atrás, sólo el cansancio y la aceptación de lo que ha de ser, ni siquiera la decepción queda, sólo las cenizas del fuego de la mala leche, que de tanto consumir me quemó las manos, por cada uno que me cuenta que tal vez, que mañana llegará, que en esta ocasión volaré, bajar la cabeza y sonreír hacia adentro, y las ganas de mirar lo que pudo ser, porque el que nació para secundario, en este mundo de pocos y muchos, el equilibrio se construye con los desequilibrios, lanzo cada papeleta al mar, esperando que de una vez por todas, alguien se tome la molestia de no soplar las cartas sobre la mesa, o quedarme en el Este de mi cuenta atrás, para dar media vuelta y con una sonrisa hacia afuera decir:
35
36
te lo dije, el equilibrio está hecho de desequilibrios, la próxima vez será lo que tenga que ser, puede que quede de mi, lo que de las oportunidades pintadas queda...
eso debe de ser el haber dormido demasiado poco antes de ayer, estoy dispuesto a encontrar un pequeño hueco donde esconderme, donde tenga sombra al menos doce horas al día, un rinconcito que sea lo suficientemente pequeño para los ojos que todo lo ven,
La belleza quedó a las puertas del Otoño
y aún me dicen que fabrique lámparas con trozos de otra vida, como si uno tuviese ganas de recordar en cada giro de cabeza, me digo hacia dentro que camine despacio donde quiera acostarme, no tengo ganas de que me oigan al andar por las sendas llenas de hojas secas, a ver si por caminar en contra del tiempo me van a cazar como hacen los señoritos de ciudad por las calles de luces rojas,
La belleza quedó a las puertas del Otoño, donde no pudimos pasar con todo el equipaje, el dolor de ser un poco idiota ante los espejos, pidiendo demasiado a quien tiene nada más tres mudas y dos camisetas viejas, sin olvidar lo que se quedó en el Verano, las burlas que antes hubieran resultado mortales, hoy son sólo leves picaduras de dos o tres bocazas, lo puesto es lo que nos queda, lo puesto es lo que somos y lo que enseñamos al enemigo, lo de adentro sólo queda para la intimidad de los tres que siguen al lado, la belleza se fué de viaje en otro sentido, a buscar un cuerpo en algún otro lado, donde el sol aún está saliendo y en los espigones acechan los cazadores, si me queda la fuerza y aún tengo las ganas intactas, aún con lo que llevo puesto, sin más preocupación que la de saber qué es lo que veo, sólo me quedo con lo que llevo encima, la cartera casi vacía y las fuerzas en el bolsillo, para ese día en el que las bofetadas parezcan imposibles de esquivar, la belleza quedó detrás de los arbustos, donde dejamos tantas y tantas horas de prácticas entre espinas y suspiros, nos dejamos tanto que se quedaron detrás las rejas, acabamos desnudos de alma y lejos de las sombras chinescas, hasta los celos se quedaron olvidados en alguna bolsa de playa, todas las preguntas que quemaban mi cabeza cada noche, son sólo una canción triste que suena en la lejanía de la radio, incluso las nubes se disolvieron al pisar la calle, en las calles de lo que nos queda por delante...
Creo que voy a quedarme dormido en un rincón Creo que voy a quedarme dormido en un rincón, en el rincón más escondido que pueda encontrar, no me apetece correr más carreras sin oportunidades para triunfar, es muy aburrido seguir siendo segundo o tercero, encontraré un rinconcito debajo de algún árbol bajo las faldas de alguna canción, espero dejar de preguntarme dónde coño tengo que ir mañana, quedarme bajo el paraguas de la determinación y el convencimiento, sin quemarme las yemas de los dedos sacar las bolsas de té de las tazas de ayer, y si soy tan torpe y cabezón como para quemarme a sabiendas, al menos tener la cordura para apartarme en un segundo para, sorprendido, preguntar en algún foro de conocimiento virtual, qué coño es lo que pasó y que por qué se me quemaron los dedos otra vez,
necesito un hueco donde quedarme durante dos o tres vidas, ya me he hartado de esperar y no esperar lo que no se puede esperar, me dolía el dolor de cabeza del que para su vida cada tres meses para intentar dar un salto, tenía las pocas ganas de quien se viste lo primero que sale del armario, y en el armario apenas quedaban dos trapos y tres pantalones demasiado holgados, se me espesaban las ideas cada una de las tardes grises en un intento de huir de lo cotidiano, y ahora me descubro en la huida hacia un rinconcito pequeño, preguntándome por qué coño tardé tanto en buscar detrás de mi armario, se cansarán los ojos de buscar tras los huecos en las paredes que esconden pasadizos secretos, uno no se queda mirando desde detrás de las rendijas si el fuego aún pequeño quema dentro, tarde o tarde, pero no demasiado, sale ya desperezado y consciente, soñando porque tiene folios en blanco para soñar sueños nuevos...
Parece que quiero subir a este barco Parece que quiero subir a este barco, me cuentan que parezco tan raro como lo parecía ayer, pero poco me importa lo que parezco, poco me importa lo que piensan de lo que dicen que soy capaz de hacer, mi lenguaje se va en busca de la verdad entre bromas, sorna y desgarros, y la ironía que gotea en bruto de cada mirada que lanzo al viento, no se deshace con el paso del tiempo, queda en las memorias de todos los que no me aguantan al lado, me dicen que parezco tan ausente como lo era ayer, y reconozco esta ausencia en mi mente, porque siendo ausente llego a subir a los barcos que me da la gana, pero no destrozo promesas, acaso las reinterpreto en mi torpeza, acaso torpedeo las líneas de flotación sin querer, en mi constante ausencia, parece que quiero subir a este barco, el barco donde todos quieren ser el capitán, y a la chita callando hacer lo que me viene en gana, vestirme y calzarme como me lo pida el nuevo día, quienes no son capaces de leerme los labios símplemente y con razón, me ignoran, pero reparto tantas flores como puñaladas según quién se cruce en mi paseo de proa a popa,
37
38
me dicen que parezco tan ausente como lo era ayer, y reconozco esta ausencia en mi mente, porque siendo ausente llego a subir a los barcos que me da la gana, pero no destrozo promesas, acaso las reinterpreto en mi torpeza, acaso torpedeo las líneas de flotación sin querer, en mi constante ausencia, parece que quiero subir a este barco, a empezar como cada cinco años a reescribir los viejos guiones con letras nuevas, me cuentan que apenas hablo más que lo absolutamente imprescindible, tal como lo hacía ayer, y no hablaré a menos que tenga el conocimiento suficiente para hacerlo, me dicen que estos ojos miran demasiado dentro, como a través de los ojos para descubrir lo que se escondé detrás, pero no pienso demostrar lo contrario, los que dieron media vuelta se marcharon hace tiempo y allá quedaron, me dicen que parezco tan ausente como lo era ayer, y reconozco esta ausencia en mi mente, porque siendo ausente llego a subir a los barcos que me da la gana, pero no destrozo promesas, acaso las reinterpreto en mi torpeza, acaso torpedeo las líneas de flotación sin querer, en mi constante ausencia...
Te miro y te veo y no te reconozco Te miro y te veo y no te reconozco, tú me hablas de respeto, respeto blando, respeto mutuo, que no te pongan la mano encima, si ni siquiera te pones parafina, tú que me hablas de respeto, sin fe ni conciencia, qué sabras tu de las creencias, acaso tienes idea de lo que es la inocencia, y me hablas de respeto, que me dices que te amenazan, que te cohiben, y me dices que te atrapan, que te agreden, que te persiguen, no veo nadie a tu lado, nadie se ha fijado, nadie te ha mirado, me hablas de faltas y no me cantas, me hablas de violencia y no escuchas, tan sólo luchas porque no tienes paciencia, te crees todo lo que conviene, y si se te viene, y no piensas en tomar lo que te ofrecen, desapareces, como una ráfaga de viento, sin probar si te miento o si es nada más un intento, me hablas de respeto, me hablas de pobreza, de las calles por las que te dejas arrastrar, de su violencia, me hablas de impotencia, de lo perra que se porta contigo la vida, no, mi vida,
no tienes ni una mísera herida, sólo fotografías retocadas de tendencias suicidas, no hay cicatrices en tus muñecas, sólo veo una niña malcriada sin narices, sólo una pequeña mentirosa con las manos secas, me hablas de respeto, me hablas de tu familia, la familia, que vienes de la calle, y para cuando te hablo me quieres ver muerto, dónde irás cuando cada falso hermano de tu familia, chiquilla, te falle, me hablas de crueldad y mierda esparcida, no voy a ser quien te diga la verdad, no quiero ser otra más de tus víctimas, quédate en la calle pobre niña desencantada de la vida, en tu casa te esperarán todas las prendas íntimas, limpias porque en casa, tú que me hablas de respeto, porque en casa no entienden tu ira... * Escrito de tirón prácticamente, excepto dos líneas, en unos quince minutos, a modo de versos rápidos, escritos para todas esas personas, que teniendo de todo en casa, que habiendo recibido más que nadie, protestan por la “mierda” de vida que les ha tocado vivir, que sin respetar nada ni nadie, reclaman un respeto inmerecido...
Ayúdame a seguir un poco más hacia algún sitio Ayúdame a seguir un poco más hacia algún sitio, se han apagado las luces y el color de mentiras, soy un cabezón de lo constante, peleón y racional como el vino barato del egoista, como perteneciendo a una empresa más, tengo la necesidad de encontrar esa mano que me empuje hacia arriba, a sabiendas de que todavía hay tanto que mostrar, de momento flaquea mi maquillaje y se diluyen las pinturas, y tengo fuerza en los brazos para ascender más y más arriba, pero no sé si llegará el Oxígeno allá donde pretendo ir, así que no me extrañéis si decido bajarme de esta carrera absurda, que allí donde se trata de jugar a las mercancías, no es buen sitio donde respirara, no es un buen lugar para curar la porquería que llevo dentro, ni para sellar las salidas a los temporales y a las tempestades, mirar al Norte y seguir subiendo muros, volar para ver desde la distancia del Sol lo que he dejado abajo, lo que no he conseguido borrar de los ojos de la memoria, así que si aún tienes fuerzas, necesito que me ayudes a seguir, no tengo energías para regresar al punto de partida, y las farolas que planté apenas crecieron para alumbrar nada, el paseo de la purga se pasea entre añoranza, entre hierbajos y zarzas incómodas para arrastrar las penas, necesito un poco de tiempo de reloj, para no correr el riesgo de olvidarme de pintar, y un empujón que tire de mi para demostrar que a mil millas estaremos mejor, y no, claro que no quiero ser parte del circo de los trucos de ilusionistas, miro hacia el Norte, donde quedan mil muros y pozos sin fondo, alentado por el vino tinto y los empujones cariñosos...
39
40
Siento que no me siento Siento que no me siento, que te siento y que espero, no me lleves a la habitación, no para contarme cuentos, siento que no me siento, me voy a vestir un vestido de los que no debo, he perdido toda autoridad, estás corriendo a destiempo, y yo con mis actos inconsecuentes y desquiciados, siento que no me siento, disculpa mi exceso de celo, no soy capaz de llegar a lo alto, conforme con lo que tengo, busco curas para todo mi rencor, tiento la suerte y busco recetas, y me confundo con las palabras, como ser y no ser, como intentar e insistir, en vez de ser un ser que siente, siento que no me siento, pobre del que se quede a mi lado, pobre del que sienta que no siento, destruiré y me iré, no dejaré un rastro ni huellas, miraré con ojos infinitos algún otro continente, alguno que se deje ver, alguno donde sienta que me siento, me veo desde lejos para no verme bien, como en un espejo viejo, como a lo lejos, porque soy alguien distinto,
donde tengo mi cabaña, mi laboratorio y mis sueños, te llevo conmigo, que vamos a empezar a sentirnos que nos sentimos...
Quiero ser como un niño que despierta despacio Quiero ser como un niño que despierta despacio, que despierta escuchando la calle, que despierta rezongando, que despierta con una sonrisa en los labios, que espera al sol para abrir las ventanas, que despierta con un abrazo que dura cinco días, que saca la cabeza de entre globos y astronautas de goma, quiero ser como un niño, que durmió en los brazos de su madre, que cerró las puertas a lo que quedaba fuera, acunado por el vaivén de sus sueños, que con los silbidos del viento se va, que durmió con sus estrellas de papel, que abraza fuerte a osos, gatos y elefantes, que deja de llorar a cambio de un cuento, quiero ser como un niño que descubre el mundo, que olvida para recordar mañana, que susurra y boceta palabras, que rie con risas de verdad, que recoge tesoros en la cocina, que cuenta de dos en dos y de tres en tres sin saber contar, quiero ser como un niño que mira arriba, que corre detrás de las palomas y vuela, que en su querer sujeta nubes, que en su girar cae hacia el cielo, que persigue aviones de papel agitando los brazos, que se convierte en estrella cada noche,
porque siento que no me siento, tanto te he dado, tanto que no quiero cuentos, prefiero que estemos sentados aquí, debajo de un árbol de Verano, entre el olor de la arena y el sol, sentados en una esquina esperando ver este amanecer,
quiero ser como un niño que corre por senderos desconocidos, que corre a ningún lugar y recoge flores, que desaparece dos segundos tras los arbustos, que vive en lo alto de la colina del parque, levantando su pequeña ciudad de utopía entre hierbas y caballitos de mar, que acoge el calor del sol como lo hacen los girasoles,
siento que no me siento, que los autobuses ya no rugen como antes, que las calles son más silenciosas, incluso asépticas, no hay niños descalzos en las aceras, ni los balones pasean entre los coches,
quiero ser como un niño que despierta y duerme, quiero ser como un niño que corre y vuela, quiero ser como un niño que aprende y olvida y aprende...
siento que no me siento, eso no es lo que yo recuerdo de lo que fue, me vestiré con vestidos que no debo, te llevaré a ese rincón de zanjas abiertas, al rincón de las hogueras y los cangrejos, donde los niños se suben a los árboles para jugar, porque siento que no me siento, que este lugar me es cada vez más extraño, enfundado en trajes de goma, vistiendo guantes de plástico, plastificando nuestros nombres, me voy p’atrás, que no me compadezcas, porque me voy a descansar y a reir lejos de aquí, que aquí se ha secado el pescado, que aquí no hay más que disfrutar ni comer, que me quedo en los parques salvajes,
Se me han olvidado las palabras Se me han olvidado las palabras, se me han olvidado los dolores de cabeza, no tengo alcohol suficiente, y no te voy a traer lo que me pidas, porque no soy tan loco, no voy a ser un aprendiz, no voy a ser un dato ni un peón, no pretendo un trono, ni seguir bajo tierra, pero por mucho que las palabras se me olviden, no pasaré por peón ni por paje en un reino ajeno, prefiero seguir en un paraje vacío pero mio, se me han olvidado las palabras, y las frases edulcoradas al oido, no me pidas más sueños, que no me trago más estrellas, no pretendo reinos, ni tronos,
41
42
déjame en mi casa de poco por fuera y tanto por dentro, hago lo que me sale de los huevos, como si no lo hubieras notado ya,
de donde nadie te pide la documentación, de donde no eres ilegal y los papeles son para escribir, de donde las cadenas no encadenan,
pero por mucho que las palabras se me olviden, no pasaré por peón ni por paje en un reino ajeno, prefiero seguir en un paraje vacío pero mio,
de donde los abetos crecen en cualquier jardín, de donde las ruinas son tesoros, para que cada cual encuentre su cuento, para que cada cual se dibuje su mapa, y suba a casa de la amona a por una taza de chocolate y dos besos,
se me han olvidado las palabras, los dolores de cabeza se han ido, me sobran las ganas de ir por mi camino, ya te dije que eso del avestruz se acabó, a mi manera, a las doce e la noche me habré ido, y no dejaré zapatitos de cristal, ni dejaré rastros de calabazas gigantes, si insistes en hacer de mi un rey desapareceré, ya no estoy para seguir diciendo no, sólo siento mis piernas fuertes para correr, correr por la tierra que me rodea, que aún queda tanto por ver, pero por mucho que las palabras se me olviden, no pasaré por peón ni por paje en un reino ajeno, prefiero seguir en un paraje vacío pero mio, se me han olvidado las palabras, no voy a escuchar más al viento, los aullidos del lobo so cada vez más fuertes, tengo mi camada, mi cueva y mi torre, hay muchos que beberán de tu voz, corre y caza que aquí no hay presa, corre y acecha que aquí no hay nada, no pasaré por peon ni por paje en un reino ajeno, no pasaré por alto tanto, tanto me queda donde me quedo, se me han olvidado las palabras, quédate cada postre, cada yarda, cada día sin noche, que yo me quedo con lo mio...
De donde son los aromas a otras tierras De donde son los aromas a otras tierras, del olor a tierra mojada y a cariño, de donde se quedan las esperas, de donde cogemos los restos que nos quedan, y los metemos en el hueco de un árbol, en el hueco de un árbol, para que cuando de mayores recordemos, para que cuando de mayores nos vayamos, de donde crecen las raíces, de donde asomamos la mirada, de donde la pena no tiene hueco ni rincón, de donde todo el que quiere vuela y se va, se va con lo que se va, se va con las luces de la mañana, se va con lo que queda de las brasas, de donde te empujan cuesta abajo, de donde se oyen los pájaros y se calla la calle, de donde no hay motivos para escapar, de donde ya encontré y sigo buscando, de los palacios de cristal que no reflejan mi cara, adivino y juego a adivinar, las direcciones que guardé para otros que llegaron detrás, de donde no hay esperas ni piedras, de donde el tren pasa cada media hora sin parar ni preguntar, de donde la arena traza fronteras entre hoy y ayer y mañana,
de donde alguna vez he de volver, de donde tanto dejé y tan poco me traje, de donde huele a achicoria y carreras antes de cenar, de donde alguna vez he de volver...
Las todas menos las veces Las todas menos las veces, que llegan según se marchan los vientos del Norte, las muchas las veces que quietos, quietos entre ramas pequeñas, quietos entre notas pequeñas, sin saber muy bien las veces que llegan, los días que se repiten y no terminan, las pocas veces las todas las veces, donde la soledad es la aliada natural, donde las lágrimas se caen de tanta felicidad, el peso de las horas de las veces que se apagan las luces, las tantas las veces que sacian el corazón, las notas pequeñas que sacian, los árboles pequeños que cobijan, los corazones que se pierden entre la mayoría, dos o tres las veces al mes, sin mirarse al salir, sin perderse sin mirar los mapas, las tantas ocasiones echado bajo los árboles pequeños, las tardes las menos tardes, las que vienen tarde y sin permiso del corazón, las tendencias silenciosas, las que sin intención atraviesan las yemas de los dedos, las veces pocas las veces, las que contienen la respiración, las tantas veces esperando ver el sol, cada una de las habitaciones las que pasan sin historia, los sentidos aletargados entre la lluvia, entre las luces las que caen a veces entre las ramas, recorriendo el jardín de una sola flor, la que despertará en silencio, sin avisos ni anuncios radiados, las todas las pocas veces, las de la piel de gallina, las de inflar el pecho y correr terraza abajo correr, las veces las todas las veces, de rozarlas despacio, de acariciarlas despacio, como las ramas de los árboles pequeños, como los rayos de sol entre las ramas pequeñas, las pocas las veces...
Fin 43
1
1