La resiliencia

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La resiliencia

Qué es Resiliencia: Resiliencia significa volver a la normalidad, y es un término derivado del latín (del verbo resilio, resilire: "saltar hacia atrás, rebotar"). La resiliencia es la capacidad de volver al estado natural, especialmente después de alguna situación crítica e inusual. La resiliencia tiene varios significados en el ámbito de la ecología, la psicología, la física y la gestión, como también en los sistemas tecnológicos, la Cultura Emprendedora, en Derecho y la sociología.

Resiliencia en el Medio Ambiente En el contexto de la ecología, la resiliencia es la capacidad de un determinado sistema que le permite recuperar el equilibrio después de haber sufrido una perturbación. Este concepto se refiere a la capacidad de restauración de un sistema. El término de resiliencia del medio ambiente fue conocido a partir de 1970, gracias al trabajo del famoso ecologista canadiense C. S. Holling.

Resiliencia en la Psicología La resiliencia en el ámbito de la psicología, es la capacidad de una persona para hacer frente a sus propios problemas, superar los obstáculos y no ceder a la presión, independientemente de la situación. Es la capacidad de un individuo para sobreponerse a períodos de dolor emocional y traumas. Se corresponde aproximadamente con el término "entereza". La teoría dice que la resiliencia es la capacidad del individuo para tomar una decisión cuando se tiene la oportunidad de tomar una actitud correcta, y al mismo tiempo tiene miedo de lo que eso puede causar. Ese sentimiento es cuando la persona muestra que sabe o no hacer frente a una situación sobre presión.


Introducción fuente https://www.apa.org/centrodeapoyo/resiliencia-camino.aspx# ¿Cómo enfrenta la gente los eventos difíciles que cambian su vida? ¿Cómo reacciona a eventos traumáticos como la muerte de un ser querido, la pérdida del trabajo, una enfermedad difícil, un ataque terrorista y otras situaciones catastróficas? Generalmente, las personas logran adaptarse con el tiempo a las situaciones que cambian dramáticamente su vida y que aumentan su estado de tensión. ¿Qué les permite adaptarse? Es importante haber desarrollado resiliencia, la capacidad para adaptarse y superar la adversidad. Ésta se aprende en un proceso que requiere tiempo y esfuerzo y que compromete a las personas a tomar una serie de pasos. Este ensayo tiene el propósito de ayudar a los lectores a tomar su propio camino hacia la resiliencia. Provee información sobre la resiliencia y algunos factores que afectan a la gente a enfrentar sus problemas. Gran parte de la información ofrecida se enfoca en el desarrollo y el uso de una estrategia personal para mejorar la resiliencia

Algunos factores en la resiliencia Una combinación de factores contribuye a desarrollar la resiliencia. Muchos estudios demuestran que uno de los factores más importantes en la resiliencia es tener relaciones de cariño y apoyo dentro y fuera de la familia. Relaciones que emanan amor y confianza, que proveen modelos a seguir, y que ofrecen estímulos y seguridad, contribuyen a afirmar la resiliencia de la persona. Otros factores asociados a la resiliencia son:

La capacidad para hacer planes realistas y seguir los pasos necesarios para llevarlos a cabo.

Una visión positiva de sí mismos, y confianza en sus fortalezas y habilidades.

Destrezas en la comunicación y en la solución de problemas.

La capacidad para manejar sentimientos e impulsos fuertes.

Todos estos son factores que las personas pueden desarrollar por si mismas

Diez formas de construir resiliencia Establezca relaciones—Es importante establecer buenas relaciones con familiares cercanos, amistades y otras personas importantes en su vida. Aceptar ayuda y apoyo de personas que lo quieren y escuchan, fortalece la resiliencia. Algunas personas encuentran que estar activo en grupos de la comunidad, organizaciones basadas en la fe, y otros grupos locales les proveen sostén social y les ayudan a tener esperanza. Ayudar a otros que le necesitan también puede ser de beneficio para usted. Evite ver las crisis como obstáculos insuperables—Usted no puede evitar que ocurran eventos que producen mucha tensión, pero si puede cambiar la manera como los interpreta y reacciona ante ellos. Trate de mirar más allá del presente y piense que en el futuro las cosas mejorarán. Observe si hay alguna forma sutil en que se sienta mejor, mientras se enfrenta a las situaciones difíciles. Acepte que el cambio es parte de la vida—Es posible que como resultado de una situación adversa no le sea posible alcanzar ciertas metas. Aceptar las circunstancias que no puede cambiar le puede ayudar a enfocarse en las circunstancias que si puede alterar. Muévase hacia sus metas—Desarrolle algunas metas realistas. Haga algo regularmente que le permita moverse hacia sus metas, aunque le parezca que es un logro pequeño. En vez de enfocarse en tareas que parecen que no


puede lograr, pregúntese acerca de las cosas que puede lograr hoy y que le ayudan a caminar en la dirección hacia la cual quiere ir. Lleve a cabo acciones decisivas—En situaciones adversas, actúe de la mejor manera que pueda. Llevar a cabo acciones decisivas es mejor que ignorar los problemas y las tensiones, y desear que desaparezcan. Busque oportunidades para descubrirse a sí mismo—Muchas veces como resultado de su lucha contra la adversidad, las personas pueden aprender algo sobre sí mismas y sentir que han crecido de alguna forma a nivel personal. Muchas personas que han experimentado tragedias y situaciones difíciles, han expresado tener mejoría en el manejo de sus relaciones personales, un incremento en la fuerza personal aun cuando se sienten vulnerables, la sensación de que su autoestima ha mejorado, una espiritualidad más desarrollada y una mayor apreciación de la vida. Cultive una visión positiva de sí mismo—Desarrollar la confianza en su capacidad para resolver problemas y confiar en sus instintos, ayuda a construir la resiliencia. Mantenga las cosas en perspectiva—Aun cuando se enfrente a eventos muy dolorosos, trate de considerar la situación que le causa tensión en un contexto más amplio, y mantenga una perspectiva a largo plazo. Evite agrandar el evento fuera de su proporción. Nunca pierda la esperanza—Una visión optimista le permite esperar que ocurran cosas buenas en su vida. Trate de visualizar lo que quiere en vez de preocuparse por lo que teme. Cuide de sí mismo—Preste atención a sus necesidades y deseos. Interésese en actividades que disfrute y encuentre relajantes. Ejercítese regularmente. Cuidar de si mismo le ayuda a mantener su mente y cuerpo listos para enfrentarse a situaciones que requieren resiliencia. Formas adicionales de fortalecer la resiliencia le podrían ser de ayuda. Por ejemplo, algunas personas escriben sobre sus pensamientos y sentimientos más profundos relacionados con la experiencia traumática u otros eventos estresantes en sus vidas. La meditación y las prácticas espirituales ayudan a algunas personas a establecer relaciones y restaurar la esperanza. La clave es identificar actividades que podrían ayudarle a construir una estrategia personal para desarrollar la resiliencia.

Mantener una actitud de tolerancia y flexibilidad La resiliencia conlleva mantener flexibilidad y balance en su vida en la medida que usted confronta circunstancias difíciles y eventos traumáticos. Usted lo puede lograr de diferentes maneras al:

Permitirse experimentar emociones fuertes y también reconocer cuando tiene que evitarlas para poder seguir funcionando.

Salir adelante y tomar acciones para atender sus problemas y enfrentar las demandas del diario vivir. También, dar un paso atrás para descansar y llenarse de energía nuevamente.

Pasar tiempo con sus seres queridos para recibir su apoyo y estímulo, y también su cuidado.

Confiar en los demás y también confiar en sí mismo.

Continuar con su viaje


Para resumir varios de los puntos principales en este ensayo, piense en la resiliencia como algo parecido a tomar un viaje río abajo en una balsa. En un río, puede encontrar rápidos, virajes, aguas lentas y áreas poco profundas. Como en la vida, los cambios que experimenta en el camino le afectan de forma diferente. Viajar por el río, le ayuda el conocerlo y recordar las experiencias pasadas que ha tenido con él. Su viaje debe ser guiado por un plan, una estrategia que considere funciona para usted. La perseverancia y la confianza en su capacidad para evitar los peñones y otros obstáculos son importantes. Puede ganar valor y perspicacia al navegar con éxito en las aguas embravecidas. Las personas en quienes confía y le acompañan en el viaje, pueden especialmente ayudarle a enfrentarte a los rápidos, las corrientes y otras dificultades del río. Puede bajarse de la balsa y descansar en la orilla del río. Sin embargo, para terminar su viaje debe remontar la balsa y continuar. La información ofrecida en este ensayo no debe usarse como substituto del cuidado profesional de salud general y de salud mental, o de la consulta a estos profesionales. Las personas que consideran que necesitan o que se beneficiarían de ese cuidado deben consultar un psicólogo u otros profesionales licenciados de la salud general y salud mental. El Directorado de Práctica de la Asociación Americana de Psicología reconoce la contribución de las siguientes personas a esta contribución:

Lillian Comas-Díaz, Ph.D., Directora, Transcultural Mental Health Institute (Instituto Transcultural de Salud Mental), Washington, D.C.

Suniya S. Luther, Ph.D., Teachers College, Columbia University, New York City, NY

Salvatore R. Maddi, Ph.D., The Hardiness Institute, Inc., Universidad de California Irvine, Newport Beach, CA


2.6.NLa infancia invisible en el paraíso de los niños visibles Un niño que pide limosna al lado de una madre postrada en el suelo, la mirada perdida de un menor hambriento, un lactante pegado al seno escuálido que le amamanta, un pequeño que (mochila repleta a la espalda) desciende del automóvil paterno que lo deja a la puerta de un bonito colegio, un menor que cuida del ganado en la altiplanicie andina, una niña musulmana que debe salir a la calle ocultando su rostro por un velo, un menor europeo que cumple diez años de escolaridad obligatoria y un menino da rua en la favela de Río de Janeiro son seres que tienen muy poco en común; quizá solamente el derecho teórico a compartir unos mínimos grados de dignidad, aspiración que hemos elaborado culturalmente como deseable y que no es realidad para muchos. La vida presente y futura de esos tan diversos niños, sus experiencias, su percepción y valoración del mundo tienen poco en común. Pensar categorías de seres humanos —como es el caso de la infancia, o como lo es la de alumno, en abstracto— cual si todos fuesen a tener un mismo marco de vida y desarrollo, es una ficción intelectual y una irresponsabilidad moral. Si existe una variable evidente y definitiva que nos dé pie para afirmar que hay muchos tipos de infancia y muchas formas de vivirla, ésa es la económica. Los desheredados de la Tierra se cuentan por miles de millones; entre ellos las mujeres y los niños representan la mayoría. Esa condición no suele ser su única privación o desdicha. En el año 2000, la mortalidad infantil de niños de menos de 5 años era de 172 por cada 1.000 nacidos vivos en el Africa Subsahariana, mientras que en los países industrializados era de 6, siendo la media mundial de 81. En la misma fecha y con la misma edad, 149 millones de niños están malnutridos en los países en desarrollo (UNICEF, 2002). Unos 600 millones de niños viven con menos de un dólar diario (UNICEF, 2000). (Véase la Fig. 2.6.) Se estima que en el mundo existen trescientos millones de niños esclavizados (MONESTIER, 1999), a los que se les explota sexualmente y en el trabajo. En los países desarrollados sigue existiendo el trabajo infantil dentro de la creciente economía sumergida. Están en el tercer mundo, en los países en desarrollo y en los suburbios de los más desarrollados. El trabajo infantil causa la pobreza, a la vez que es consecuencia de la misma. En 1996, el Departamento de Estadísticas de la Organización Internacional 114 El alumno como invención

©nEdiciones Morata, S. L. del Trabajo (OIT) reconocía que 250 millones de niños, con edades entre los 5 y


los 14 años, trabajan en el mundo. Son trabajos invisibles en el sector de la economía informal. Se trata de una realidad infantil que, aunque es más propia de los países menos industrializados, puede encontrarse también en los países más desarrollados, siendo cada vez más frecuente en muchos países de Europa Oriental y Asia que se encuentran en proceso de transición hacia una economía de mercado (UNICEF, 1997, pág. 6). “Un análisis de nueve países de América Latina revela que sin los ingresos de los niños trabajadores con edades entre los 13 y los 17 años, la incidencia de la pobreza aumentaría de un 10 a un 20%” (Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe, 1995). (UNICEF, 1997, pág. 7.)

Según Amnistía Internacional (2000): “Se calcula que en el mundo hay 100 millones de niños que viven y trabajan en las calles, mendigando, vendiendo fruta, cigarrillos o baratijas, limpiando zapatos, recurriendo a menudo a pequeños hurtos y a la prostitución para sobrevivir. Algunos de ellos tienen lazos familiares, y regresan a casa periódicamente, pero muchos otros han sido abandonados o rechazados, o son huérfanos, o han huido de sus casas a causa de los abusos o de la pobreza...” ¿Cómo hemos creado al menor? Las imágenes de la infancia 115

©nEdiciones Morata, S. L. Suecia Noruega Finlandia Bélgica Luxemburgo Dinamarca República Checa Países Bajos Francia Hungría Alemania Japón España Grecia Australia Polonia Canadá Irlanda Turquía Reino Unido Italia EE.UU. México 02 2,6 3,9 4,3 4,4 4,5 5,1 5,9 7,7 7,9 10,3 10,7 12,2 12,3 12.3 12,6 15,4 15,5 16,8


19,7 19,8 20,5 22,4 26,2 4 6 8 10 12 14 16 18 20 22 24 26 28 30 % de niños en estado de pobreza Países OCDE Figura 2.6.NNiños en estado de pobreza relativa. Tomada de UNICEF, A league table of child poverty in rich nations, Innocenti Report Card Núm. 1, Centro Internacional para el Desarrollo del Niño de UNICEF, Florencia, 2000.

Si la opresión tiene múltiples caras, como dice YOUNG (2000, pág. 86), los menores las han visto todas: la explotación, la marginación (como hijos de marginados y siéndolo ellos mismos), carencia de poder y de respetabilidad, marginación cultural y violencia. El maltrato físico, la vejación psicológica y la coacción moral son prácticas frecuentes que ocurren en todos los niveles sociales, y tales actitudes y comportamientos hasta pueden ser vistos como necesarios para asegurar el control de la conducta en el trato cotidiano y en las instituciones que han acogido o recluido a los menores. El informe Amnistía Internacional (2000) comienza diciendo: “Pero la violencia contra los niños es endémica: los torturan la policía y las fuerzas de seguridad; permanecen detenidos en condiciones atroces; padres, profesores y empleadores los someten a palizas o a abusos sexuales; la guerra los mutila, los mata o los convierte en asesinos. Algunos son víctimas una y otra vez: primero, de la pobreza crónica y de la discriminación que los hace vulnerables a la tortura y a los malos tratos; después, de la injusticia y de la impunidad que permite que la situación se prolongue sin que los culpables sean castigados”.

En ese mismo informe constan las siguientes afirmaciones: “Más de 300.000 niños combaten en los conflictos armados que se libran actualmente en más de 30 países de todo el mundo; cientos de miles más han sido reclutados, tanto por las fuerzas armadas gubernamentales como por los grupos armados de oposición. Aunque la mayoría de los niños soldados tienen entre 15 y 18 años, a muchos los reclutan a partir de los 10 años y a veces a edades más tempranas...” “En algunos países, los tribunales pueden condenar a un niño a recibir un castigo corporal, y el más habitual es la flagelación. La pena se ejecuta a menudo en público, y puede causar dolor y sufrimiento intensos, así como lesiones permanentes. Algunos niños han sido condenados a cientos de latigazos”.

En el seno de la Unión Europeai35 uno de cada dos ciudadanos opina que es bastante frecuente que los niños sean objeto de prácticas violentas, y un tercio consideran que son algo muy común. Sólo un 61% piensa que esa violencia de los adultos hacia los niños es inaceptable desde cualquier punto de vista y debe ser castigada. Para un 30% es inaceptable pero no debe ser castigada, lo cual viene a indicar que existe una cierta tolerancia hacia esas prácticas, sobre todo en el caso de que sean ejercidas por los padres y madres. El 33% de los europeos (en mayor medida los varones que las mujeres) creen que el castigo físico practicado por los padres no forma parte de las prácticas violentas hacia los menores. Los abusos sexuales es la forma de violencia más unánimemente destacada como agresión a los niños, sea cual sea la condición de los encuestados. Si bien se cree (así lo manifiestan el 74% de los europeos) que el agente que causa la violencia es una persona extraña, en un 60% de los casos se piensa que puede ser el padre, el 50% considera que pueden ser los profesores y el 45% que pueden ser las madres. Las causas que se estima dan lugar a las agresiones son, por orden de importancia: el alcoholismo, la adicción a las drogas, porque 116 El alumno como invención

©nEdiciones Morata, S. L. 51.0 (junio de 1999), Europeans and violence against children. Informe realizado por INRA (Europa) Oficina de Coordinación Europea. 35nEurobarómetro

haya sido el agresor víctima de la violencia, pobreza, desempleo, carencia de valores morales, predisposición genética, bajo nivel de educación, los media, la


conducta del niño y las creencias religiosas. La escolarización básica es una realidad alejada para muchos niños del tercer mundo. Según el informe de la UNICEF (2002). ¿Cómo hemos creado al menor? Las imágenes de la infancia 117

©nEdiciones Morata, S. L. Ilustración n.o 2.1.NTomada de Estado mundial de la Infancia, 2003. UNICEF. “Evidentemente, no es de una Arcadia feliz de lo que disfrutan los niños...” Ilustración n.o 2.2.NTomada de The progress of nations, 1999. UNICEF. La infancia en el paraíso de los niños visibles. “Aun cuando la tasa neta de matrículas se incrementa a un ritmo mayor que el del crecimiento demográfico, todavía hay 100 millones de niños que no reciben instrucción escolar básica. De ese total, 60 millones son niñas. Se trata, en la mayoría de los casos, de niños que trabajan, niños impedidos o víctimas de conflictos, hijos de familias que viven en situación de pobreza, niños que pertenecen a minorías étnicas y niños que viven en barrios de viviendas precarias, en zonas rurales y en regiones apartadas. En su mayoría son niñas”. (Pág. 22.)

Buena parte de estos menores no están escolarizados, no tienen cabida en los sistemas educativos o son atendidos en malas condiciones y no se adaptan bien a los ambientes de escuelas que no fueron pensadas para ellos. En África al sur del Sahara, 860.000 niños pierden la escuela a causa del SIDA que afecta a sus maestros. Cuando en países como Perú, con el 94% de niños escolarizados, éstos pierden alguno de sus padres, el porcentaje de escolaridad baja al 72%. En Guatemala desciende del 70% al 43% (UNICEF, 2000). En el mejor de los casos, en la situaciones de penuria sólo cabe desarrollar una especie de “lumpen-pedagogía” (utilizando la expresión de OURY, 1975). Evidentemente, no es de una Arcadia feliz de lo que disfrutan muchos niños en nuestro mundo, incluido el más desarrollado. Hay muchas formas indignas de vivir la infancia, como las hay para los jóvenes y adultos, aunque se hayan proclamado los derechos humanos universales y, particularmente, los del niño, junto a otras medidas dirigidas a la protección de los menores. En el siglo XX se ha consolidado la categoría de la infancia, como etapa a respetar y a la que se le asigna el poder determinante de lo que los sujetos serán de adultos. Se trata de representaciones mentales socialmente compartidas, aunque son asumidas, con variaciones, por diferentes grupos sociales y culturales. El niño es objeto de amor y de cuidados especiales, de educación. Pero esa manera de pensar, esa actitud y ese comportamiento que constituyen una línea de progreso para muchos de nosotros, no pueden ocultar las situaciones en las que la infancia se vive de otras formas más desfavorables. Los menores no son siempre esos seres débiles, tratados con delicados cuidados y afectos en climas familiares algodonosos, que son escolarizados para dignificar su vida y, especialmente, su futuro y el de toda la sociedad. Existiendo importantes desigualdades sociales, que en el mundo en general y en los países ricos se están acentuando, las condiciones en las que se vive la infancia son tan distintas que corremos el riesgo de perder de vista la relatividad de las categorías que manejamos, ignorando la realidad que nos ocultan. El pensamiento normativo acerca del desarrollo psicológico, social o moral no puede ocultar una heterogeneidad como si fuera un simple conjunto de variables contextuales, cuando son constitutivas del ser que se desarrolla con posibilidades muy desiguales, con privaciones determinantes. 118 El alumno como invención

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