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EL SECRETO CULTURAL
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Fecha: Julio 2018 - Bcn Edita: Asociación Cultural La isla Deposito Legal: B 22958-2016 ISNN Impreso: 2462-747x ISNN Digital: 2462-7488 Director: Henriques Redacción:: 678 09 45 08 Ejemplar Gratuito de difusión cultural
El secreto cultural. Es una publicación mensual gratuita, dedicada a promover y difundir: El arte, la cultura y la música . La redacción de el secreto cultural, no se solidariza, necesariamente, con las opiniones, de sus colaboradores o entrevistados.
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EDITORIAL Este número significa para todos nosotros un paso decisivo. No uno más de los que hemos dado hacia delante, sino una zancada que nos situará directamente entre las publicaciones más punteras y vanguardistas sobre el Arte, la Cultura y la Música. Puede parecer una afirmación un tanto arriesgada. Desaforada, si quieren; pero nada más cerca de ser reflexiva y moderada; donde razón y riesgo se funden en la defensa de la decencia por estos tres pilares de la sociedad. Por ello lleva aparejado un cambio radical de imagen, formato, secciones, enfoque y personal, manteniendo su dirección en Aarón Cohen-Enriques y apoyado por quien les escribe, encantado, a partir de ahora como Editor-Jefe. Espero, y deseo, nos acompañen durante mucho tiempo más. Un saludo. Alfonso Cañizares Cimadevilla
En este número... • Noticias y eventos de actualidad, relativos al Arte, a la Cultura o a la Música. • Pequeños relatos sobre las obras de artistas como Enrique Ávalo, Lola Extremadouro, Albena Ivanovna Lasheva, José López, Laura Sala. A los que se añaden nuevas promesas del Arte como Oreana Jiménez y Javier Blanco. • En cuanto a Literatura se refiere, damos cuenta de la última novela nuestra pintora Liora Rosenman, así como el nuevo poemario de Mª del Pilar Gorricho amadrinada por Espido Feire (Premio Planeta 1999). También mencionamos la edición en papel de la novela de nuestro Editor-Jefe. • El «Relato del Mes» queda adjudicado a nuestra artista invitada: Alicia del Olmo, concluyendo con una entrevista para conocer a Oreana Jiménez. 4
Ingrid Sánchez (1990) Tiempo Y los días con las semanas, engendraron meses que romanos también fueron sus [nombres. Y los meses y las estaciones tuvieron amoríos naciendo los años, que a falta de romanos, les pusieron números.
«Oropesa - Toledo» © Javier Blanco
Y el día dio paso a la luna que llena vino rodando hasta mi [ventana topando con las estrellas en un increíble lance de bolos estelares. Y el sol y la luna se enredaron antes del amanecer, en la oscuridad de la noche, a la luz de las estrellas entre el silencio de la noche. Y tuvieron días, siete fueron, bautizados con nombres romanos.
Y los años y los lustros fecundaron siglos que, acabados los números, volvieron a los antepasados citándoles con cifras romanas. Y los siglos y las centurias siguieron su curso, germinando evos. Y los evos y la eternidad fueron felices para siempre. Así es el tiempo, la familia del tiempo; teniendo, engendrando, fecundando y germinando. Así transcurre mi tiempo cuando no estás junto a mí: Eterno. © Alfonso Cañizares C.
https://www.facebook.com/ingrid.sanchezhernandez.10
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Laura SALA (1974) LA DENUNCIA Caminaba con paso firme camino de la comisaria, tratando de denunciar los hechos acaecidos. Creía pertinente el que constara una denuncia por escrito. Todo comenzó al volver a casa, tras solucionar mil gestiones pendientes; aquellas que deberían haber sido resueltas por ellos: su familia. Su marido tendría que haber ido a la oficina de la aseguradora a reclamar unos daños. También debería haber aseado el coche por dentro, vaciando el apestoso cenicero siempre de sus colillas, además de haber llevado al pequeño a esgrima, recoger unos vestidos del tinte y rellenar el depósito de gasolina. Simplemente no lo hizo.
«Miss Laura rizos» © Laura Sala
La mayor debería de haber recogido su cuarto antes de a estudiar. Se había duchado al regresar y las toallas permanecían tiradas y el secador montaba guardia dentro del lavabo, enchufado. Como si se tratara de un centinela agazapado en previsión de airear de inmediato a cualquiera que quisiera lavarse las manos. Largos pelos en el desagüe de la bañera esperaban a los que todavía resbalaban por los bordes en pos de reunirse con ellos. El pequeño jugaba en su cuarto con una consola de videojuegos a la vez de chateaba con sus amigos por el móvil. Otra leonera, salvo que allí el olor era parecido al de un gimnasio en plena concurrencia. Pasar a la cocina fue aventurarse a realizar un safari. Sin duda, el animal más temido en aquella selva era la basura. Ninguno se había atrevido a depositar en ella las envueltas de alimentos consumidos. El aspecto de la casa era insoportable. Totalmente inaceptable incluso para el Ministerio de Sanidad: una verdadera cochiquera. Llamó a gritos a sus hijos, a los que mandó sentar en el sofá, junto a su padre. Del bolso sacó algo parecido a una antena y todo se hizo luz antes de desaparecerlos. Debía de ir a comisaría a denunciar la extraña desaparición de su familia... cuando llegó, no había nadie en casa. https://www.joselopez.es 10
© Alfonso Cañizares C.
Enrique ÁVALO VENTURA (1947) El patio de mi casa El patio de mi casa —como reza la canción infantil— es particular... o casi; porque siempre está lleno de personas que invitamos a comer o a cenar. Sólo, en algunas ocasiones, lo disfruto en la intimidad siendo más bien a diario. Y es, al caer la tarde, cuando el sol se refleja en los guijarros que lo pueblan, sacando a la superficie un manto de irisados colores. Mi mujer me mira siempre sorprendida al estar tanto tiempo «Jardín de piedra» © Enrique Ávalo contemplándolo desde una silla metálica en la que me acomodo con un refresco a mi lado. Ella lo ve todo gris; aunque conviene conmigo en que es práctico: no necesita de cuidados agobiantes ni asfixiantes y, la única vegetación que escapa a nuestra sobriedad, son Cortaderias selloanas —más comúnmente conocidas como planta plumero— y unos tulipanes marrones, intercalados entre las anteriores, para romper la monotonía. ¿...? ¡Ah, sí...! Originalmente, los tulipanes fueron amarillos; pero una ola de calor los secó petrificándolos en ese tono parduzco que lucen ahora. Los plantamos con tanto cariño que nos resistimos a arrancarlos y, la verdad, tampoco desentonan ahora. Cada uno tiene el patio de su casa como entiende su vida. Unos lo tienen verde y lustroso; aunque a base de muchos esfuerzos, dinero y tiempo que no tienen. Nosotros hemos optado por esta solución draconiana. ¡Bien! De acuerdo: no es un jardín al uso; pero me gusta gastar mi tiempo en contemplarlo y pensar lo bonito que es. 6
Lola EXTREMADOURO (1950) Malibú «¿Qué hacer con el amor que me queda cuando te hayas ido definitivamente de mí? ¿Dónde guardar tantos secretos cómplices compartidos a lo largo de nuestra vida? Seguramente tú lo sabes bien; pero no abres la boca... me has dejado sola al arbitrio de mis pensamientos.» —reflexionaba Malibú. Todavía era jóven, guapa, inteligente y fértil; aunque la tristeza le había diseñado, en estos últimos días, unas preciosas ojeras que no hacían si no resaltar sus preciosos ojos negros.
«Soledad» © Lola Extremadouro
Está sola y esa es una sensación a la que debería acostumbrarse de ahora en adelante. Sigue de pie, sola con la oscuridad de la luna alumbrando su espalda a través de la ventana. Repasa la vida de ambos como quien se despide de un amor en un tren que se va, cansino, camino del horizonte. Resoplando, en silencio sobre los raíles, gotas de «no volverá a pasar jamás». -¡Sí! -se afirma- ¡Tú y yo! ¡Nadie más! Pero tú ya no estás y mi «yo» pasa a primer lugar, como abandonada en un escenario. Obligada a representar una tragicomedia de la cual desconozco su argumento. Malibú, mi pobre Malibú. Mujer que fueras descanso de sonrisas y alegrías, para abrir ahora tu «Caja de Pandora» soltando miles de eufóricas palomas. Malibú, mi pobre Malibú: ¡Qué va a ser de ti! Miras al suelo sin saber qué encontrar. Perdiéndote entre la oscuridad que ignora la luna. Buscándote incansablemente sin lograr otra recompensa que tu propia sombra. Malibú. ¡Qué va a ser de ti ahora! Tino se fue: Malibú. De eso no cabe duda. Yace postrado ante ti, en esa ruda caja de pino que los hombres han dispuesto en el salón. Mantiene ese pequeño rictus en los labios que recuerda su traviesa sonrisa cuando te miraba con lascivia. Bonito recuerdo de despedida. https://www.facebook.com/lola.extremadouro
© Alfonso Cañizares C. 7
Albena Ivanovna LASHEVA (1968) Amores de toro El torito miraba la luna. Nevaba. Una fina capa de copos blancos iba blanqueándole el lomo zaíno, mientras una lágrima de sus ojos derretía la nieve que encontraba a su paso. Una lágrima caliente como el corazón y rauda como la pasión. Vagaba por los prados y buscaba por los sembrados: su vaquita; su hermosa vaquita blanca de manchas pardas no había vuelto a aparecer. Pensaba en ella; en aquellos días de verano pastando ambos al sol de la rivera. La quería como nunca creyó se podía querer en este mundo. «Canela» la llamaba... Ella le susurraba a la oreja «Mi torito enamorao'». Al llegar la noche, los dos se tumbaban sobre la hierba a ver crecer la luna, mientras ella apoyaba la cabeza sobre el valiente costado negro.
«Torito nevado» © Albena I. Lasheva
Se querían. Se amaban desmesuradamente como si el amor pudiera tener medida; como si no tuviera fin... Y así, los recién casados, eran sorprendidos por la luz del alba. Juntos. Arrebujados el uno contra el otro, con los cuernos llenos de energía y el mugido alegre. El torito recordaba la última noche pasada con ella. Por la mañana llegó un gran camión llevándoselas a todas para no verlas jamás. Los dos miraban las estrellas y él, recostado en ella, le musitaba: ─¿Cuál eliges tú para cuando ya no estemos aquí, Canela...? Y ella le respondiera: ─En la que estés tú, mi amor. En la que tú estés... Desde entonces, el torito vaga entre la nieve buscando su estrella... buscando su amor al reflejo de la luna. © Alfonso Cañizares C. https://www.facebook.com/albena.ivanovalasheva https://www.instagram.com/albena_lasheva 8
José LÓPEZ (1961) LA CARA OCULTA DE LA LOBA El disgusto con su marido había sido tan descomunal que decidió marcharse sola a la casa de las afueras, maleta incluida. Pasados cuatro días, no hubo llamadas. Esperaba una disculpa aunque él aún no tuviera ni idea por lo que debería darlas. Una semana más tarde, reflexionó viendo cómo sus argumentos presentaban colores desvaídos. Estaba perdiendo una absurda batalla comenzada por ella misma. Era hora de regresar.
«La loba» © José López
El Whatsapp de su móvil reclamó su atención. Era su marido: «Hoy no sé si estoy entre los vivos o los muertos. Mi dolor es tan grande... mi desilusión aún más. Es como si mi más preciado jarrón, donde guardo lo más íntimo de ti, hubiera decidido despeñarse desde su peana y haciéndose mil añicos. Demasiados para recomponerlo... no tengo fuerzas, ya, para tanto pegamento ni tan siquiera tengo el suficiente hilo para coser los jirones en los que has convertido mi corazón. Tampoco encuentro aguja que no haga daño... demasiado dolor, frustración y pena. Tampoco acierto a escoger el tono del hilo, porque el único color es el que lleva tu nombre. Podré aprender alfarería para moldear mi mejor tesoro. Me esforzaré en la orfebrería para aprender a engarzarte las estrellas y hacerte un tupido collar. Haré alta costura con mi corazón... pero algo me dice que sería inútil. Como ángel expulsado del paraíso no he sabido, o no he tenido suficientes oportunidades para hacerte feliz. Pudo más la incomprensión y el desacierto con el que te debatías.... ahora ya resuelto a darme muerte. Sea por ti, mi imaginado degüello a tus manos blandiendo el cuchillo del miedo, del hastío y la incomprensión, pero muero en tus manos. Mejor destino no tuvo mi vida: Aquí yace el alma de alguien que no ha sabido darte lo que querías...» Dos gruesas lágrimas fueron a parar a la pantalla del móvil, contestando: «Prepara la cena, te echo de menos. Enseguida voy. Te quiero.» https://www.joselopez.es
© Alfonso Cañizares C. 9
Oreana Jiménez (1995) Familiar sentimiento Gloria cruzaba inapropiadamente la calle marcando un paso zigzagueante e intuitivo; por no comentar el peligro resultante de portar un ramo de flores en la otra mano dificultando la visión. Así, tras un chirriante y agudo frenado, Gloria acabó postrada sobre el capó del lustroso vehículo de Fabián. Unos centímetros más y se hubieran conocido en la sala de «El carrazo» © Oreana Jiménez urgencias del hospital; ambas caras quedaron separadas únicamente por el parabrisas del fabuloso automóvil. Fueron esos infinitos «par de segundos» dónde parece que el mundo se ha detenido; al igual que sus carnales relojes intentando volver a recordar cómo se respiraba. El hombre salió con rapidez: —¡Señorita! ¿Se encuentra usted bien? —balbució al cuerpo postrado, casi en una postura indecorosa, sobre el capó. Transcurrieron los segundos necesarios, pupilas contra pupilas, para que ambos comprendieran la certeza de un extraño conocimiento de conocerse, quizá desde otra vida anterior. —¡Hola! Soy Gloria... ¡Vaya susto...! Lo siento. —¡Ah, sí! Perdón: Fabián... Fabián Gutiérrez. ¿Y esto es suyo...? —añadió ofreciéndole el ramo de flores. —No sé porque lo compré esta mañana; pero ahora sé que lo compré para ti. Los claxon, sonando con furia, no consiguieron separar aquellos labios que se volvían a besar nuevamente desde alguna lejana época: en otro tiempo y en otro lugar. https://www.facebook.com/oreanaart.jimenez
© Alfonso Cañizares C. 11
Javier Blanco (1966) El peldaño Ayer fui a visitar a mi amigo de la infancia. Aunque hacía mucho tiempo que habíamos perdido el contacto y, sabiendo de su aversión por los ordenadores y todo lo que ello suponga, decidí darme un paseo e ir a verle. Recordaba perfectamente dónde vivía: donde siempre. Un pueblecito muy peculiar en el que crecimos juntos. Pasé por delante de la juguetería. Allí dónde nos pasábamos horas ante el escaparate las vísperas de Reyes, viendo rodar un trenecito de juguete. El reloj de la torre, como siempre había hecho, seguía sin querer marcar la una, mientras una cigüeña —Edelmira— lo sobrevuela sin saber que no es una cigüeña. «Oropesa - Toledo» © Javier Blanco Manuel y Penélope siguen dando vueltas al pueblo con el coche de los abuelos, hasta que el chofer no se jubile. Todo sigue tal y como lo dejé; aunque distorsionado por el tiempo pasado. Mis recuerdos moldeaban los edificios como entes endebles. Más allá, entré en el portalón de una casa de vecinos. La verja del patio chirrió quejumbrosamente al igual que hizo la vetusta escalera de madera. Era el sustituto de un timbre avisando a los ocupantes de las visitas. Su puerta estaba entreabierta; pero allí no apareció nadie. Me asaltó la imagen de dos niños, en pantalones cortos, jugando en el rellano con cromos, cochecitos y pequeños muñecos: éramos nosotros. Repasé con el dedo nuestras iniciales acanaladas sobre uno de los escalones con la punta de una navaja, testigo inmortal de nuestra eterna amistad. Sonreí mientras un lagrimón me rodaba por la mejilla. A mi espalda, una anciana me preguntó por mi presencia allí. Tristemente tuve la noticia del fallecimiento de mi amigo, hace ahora, cuatro años. La señora entendió mi pesar, mis lágrimas y mi angustia, decidiendo dejarme a solas con lo quedaba de él: nuestro «peldaño». © Alfonso Cañizares C. 12
Liora Rosenman (Círculo esmeralda) Este año, la polifacética artista y escritora, nos presenta su tercera novela en inglés «El círculo esmeralda» (The emerald circle); continuando su exitosa saga de novelas fantásticas «La biblia perdida» (The lost bible) 2014 y «El círculo de cristal» (The crystal circle) 2016. En esta ocasión, el secuestro de su hija, sumerge a los protagonistas en una calamidad espeluznante: un niño de cinco años es secuestrado, cerca de su casa, en un pequeño pueblo del norte de Israel. El secreto detrás de su desaparición obliga a sus padres a enfrentar una terrible crisis. Íntimamente suspicaces, se embarcan por separado en una búsqueda emocional y físicamente cambiante para encontrar a su hija. Su viaje prosigue en un misterioso lugar lejano y amenazante para la vida, gobernado por un líder obsesionado con purificar el mundo con ingeniería genética. Se añaden a la trama, oscuros líderes corporativos internacionales así como los servicios secretos del «Mossad» israelí. «El Círculo Esmeralda» es una dimensión adicional, paralela a nuestra realidad en la cual, ideas y pensamientos, aparecen con asombrosa nitidez, teniendo una influencia vital sobre los protagonistas. Así, la solución a la incertidumbre y a los incidentes que rodean la desaparición sólo pueden ser resueltos en la realidad misma; donde, cada día que pasa, aumenta el peligro de no encontrar nunca a la niña. En un espacio muy breve, las tres novelas, estarán disponibles también en español en «Amazon». https://www.amazon.com/Emerald-Circle-Paranormal-Technothriller-Internationalebook/dp/B07BV81VQC http://www.rosenmanart.com https://www.facebook.com/rosenman.liora 14
Espido Feire / Mª del Pilar Gorricho (Mater amatísima) El pasado 21 de mayo, la ganadora del Premio Planeta 1999, Espido Freire, amadrinó la presentación del número 42 de la revista literaria Fábula, donde nuestra poetisa y colaboradora de esta Redacción en esta sección, vuelve con su conocido apartado columnístico «Dos veces bueno» dedicado a los aforismos tan sagaces como: «A quien carece del sentido del humor, le sobran los otros cinco». Prosiguiendo con su dilatada y exitosa trayectoria, el 14 de junio, «Unaria Ediciones» de la mano de su editora, escritora, poeta y caza talentos, Amelia Díaz Benlliure, presidió la presentación del nuevo poemario de Mª del Pilar Gorricho, «Mater Amatísima», contando con la excelsa presencia de otra de nuestras mejores poetas y plumas actuales, María José Marrodán. https://www.facebook.com/profile.php?id=100004603297177&hc_ref=ARSexFeAMESygj9bjJ0 wpe2KAstYENHdPTkD0yUTQGlmuMBEJtNoG29YiofylM5kb3s&fref=nf https://www.facebook.com/unaria2013/?hc_ref=ARSHkG6TxVAnT5HtYfBEbeQMWXfwGCzR OCeeLSORVdO3bXCp9iAadsjGh7Hka_Et-T8
Alfonso Cañizares Cimadevilla (La vida que te di) Se encuentra ya a la venta la primera novela de quien suscribe, en la que los sentimientos cotidianos mantienen un lugar preponderante. Las vidas y acontecimientos individuales de una pareja comienzan a cuajar unidas en torno a la cocina y la enología. Dos caminos separados y confluyentes en el arte más agradecido de todos —la comida—, provocando la reflexión final del lector. Finalmente, desvela el secreto de ser más importante el camino que la meta trazada; pues si no se disfruta del camino ¿Para qué sirve la vida...? Quizá para gastarla de la mejor manera posible o para regalarla envuelta de nosotros mismos. https://www.amazon.es/dp/1981045406 15
Oreana Jiménez, pintora En febrero de 1995, viene a mundo en Caracas (Venezuela) esta joven promesa de la pintura, brindándonos unos minutos de su fulgurante éxito. EL SECRETO CULTURAL: Buenos días, Oreana. Gracias por tu tiempo; parece que haya que secuestrarte de tu éxito. OREANA JIMENEZ: (Se ríe abiertamente) Sí... ¡Qué bueno! ESC: Tus cuadros tienen ese aire caribeño y colorido; cubano... diría ¿No? OJ: Mis abuelos por parte de madre son cubanos y colombianos; a los que casi no conozco. Vivo, aquí, en Barcelona desde hace diecinueve años. ESC: Y ¿Cómo fue tu inicio en la pintura? ¿Herencia o...? OJ: Mi padre y mi abuelo también pintaban... ESC: Entonces, pura inercia familiar. OJ: Las dos cosas. Me gustaba siempre pintar desde que recuerdo; pero, también lo cogí como refugio cuando estaba triste. Vivo sola desde los catorce y me refugié en la pintura que me ha ayudado mucho; pero no creí en mí hasta hace poco. ESC: Sólo te faltaba una oportunidad de una mano amiga, supongo. OJ: Sí. Mi estilo es caribeño, colorido; suele ser alegre. ESC: ¿Qué es lo que buscas en el espectador que contemple tus cuadros? ¿Qué desearías que sintiera? OJ: Que les obligue a pensar o a recordar. Es difícil de explicar. ESC: No hay problema. Mantienes el carro como denominador común en tus lienzos. ¿Es una expresión de riqueza o de ser conquistado? OJ: Sí. Creo que de ser conquistado. ESC: Luego ¿El coche representa un progreso casi olvidado y eso es lo que buscas que el espectador recuerde? OJ: ¡Síii! Exactamente es eso lo que busco. ESC: ¿El color del carro es en lo primero que piensas o viene dado por el entorno del cuadro? 18
OJ: No. Lo primero es el carro y lo demás va surgiendo. ESC: Luego deduzco que el color del mismo refleja tu estado de ánimo ¿No es así? OJ: Sí, podría ser porque no pienso, antes de pintar, de qué color va el carro. ESC: Si te digo «azul celeste» ¿Qué palabra me contestarías? OJ: Paz ESC: Y... ¿Amarillo? No pienses mucho la respuesta. OJ: No sé. ESC: Por lo que intuyo que, el color del carro son tus palabras, pintadas. OJ: ¡Síii! ESC: ¿Ves cómo nos vamos entendiendo? Esto no es ningún exámen ni te juegas nada. (Río afablemente) OJ: Porque, si me lo preguntas no sé qué responder; pero si me das una frase y me pides que la represente o que te conteste, lo haría pintando. ESC: Dónde te gustaría llegar con la pintura? OJ: Darme a conocer y que me entiendan y, si con esto puedo ganar dinero, sería ideal para poderme dedicar a lo que me gusta. ESC: ¿Cuáles son tus planes más inmediatos? ¿Qué es lo que vas a hacer en los próximos meses? OJ: Sería como demostrar a las personas que nunca apostaron por mí ni me apoyaron desde pequeña, hasta dónde me ha llevado el Arte que desprendía y que para ellos era una pérdida de tiempo y nunca lo suficientemente bonito. ESC: ¿Y de tus planes a más largo plazo? ¿Los tienes? OJ: ¡Síii! Quiero estudiar para conocer más el Arte en general porque, hasta ahora, no he dado clases ni nada de pintura y quiero seguir creciendo como persona y como creadora. ESC: ¡Bien! ¿Quieres añadir algo? Por esta primera vez es suficiente; aunque no será la última vez. Ha sido un pinchacito de nada... OJ: Jajaja... Me gustaría, más adelante —depende hasta dónde llegue con todo esto—, apostar por aquellas personas sin recursos que sean artistas... Poder hacer lo que hoy están haciendo por mí. ESC: Gracias. Ha sido un placer, por mi parte, conocerte y entrevistarte. Dentro de unos años podré decir que la primera entrevista te la realicé yo. OJ: Muchas gracias a ti. Un orgullo para mí decir que fuiste mi primera entrevista. © Alfonso Cañizares C.
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Laurita (Por Alfonso Cañizares Cimadevilla) Laurita sonríe nada más verte. No hace falta hacer ningún gesto ni pronunciar palabra alguna; simplemente: te sonríe. Se me antoja ser su sonrisa, una cuchara rebañando con dulzura infinita lo mejor que llevas dentro, cada vez que te mira. Como todos los ancianos, sabe mucho más de lo que puedas llegar a intuir; porque, su mirada, penetra más allá de tus propias pupilas y de tu corazón. Ve todo aquello invisible de nuestro interior; aunque no podamos distinguirlo. Te mira y, cuando quieres darte cuenta, ya tienes una sonrisa en los labios. Un rostro que guarda, en cada una de sus miles de arrugas, un pozo de sabiduría ganado al tiempo a cambio de su amor inconmensurable. No dice nunca nada: sólo curva sus ancianos labios mirándote a los ojos para, después, permitir que deposites un callado beso sobre su frente que grita «cuánto te quiero». Nadie conoce bien su pasado. No es muy habladora: solo escucha. Te sonríe ensartándote dulcemente en su mirada dejándote volar entre este mundo y el otro, mientras le cuentas tus desdichas y desventuras. Nunca apea su sonrisa. Es como si ya supiera de antemano todo lo que fueras a contarle... como si conociera el final de tu historia y el de tu propio futuro. Laurita es un remanso de paz. Algo que difícilmente pueda expresarse con palabras. Un crisol en el cual podemos vomitar nuestras penas que ella funde con su infinito amor. Sólo: sonríe, te mira, escucha y calla, para devolverte la ansiada respuesta en el fondo de tu propio corazón. Con su chal de lana, se pasa las tardes enteras mirando el fuego de la chimenea; pero nunca está triste. Al contrario: está completa de gozo y comprensión. Reconoce las penas como meros tropiezos pasajeros que se irán al igual que el polvo en el viento. Lo sé porque, cuando el fuego ya crepita cansado, aparezco por su espalda y, 16
tomándola por los hombros, le beso la mejilla. Es como encender una potente luz interior cuando ella deja que acaricie su mejilla con la mía, sin variar lo más mínimo su imperturbable sonrisa silenciosa. Siempre agradece que le sirva un café con leche; pero, a mí, invariablemente, se me hace poco para lo mucho que me da. Imagino que apoya su cabeza sobre mi pecho y calla, para después tomar una de mis manos entre las suyas volviéndome a mirar a los ojos. Manos temblorosas como hojas de otoño y retorcidas como el sarmiento, parecen, fueran a expirar en ese mismo instante. Pero no: guardan la tuya entre las suyas en un bocadillo de amor. De alguna manera, sus silencios me hacen saber que debo escuchar mi propio corazón. Laurita. ¡Laurita de mi vida! Qué chiquitilla eres y qué grande tienes el corazón. Atrás quedaron los años de duro trabajo en el campo de los que sigues atesorando el pañuelo azafrán a la cabeza, como único testigo de tus silenciosos pensamientos. La tierra también te tornó la tez morena e intensamente curtida; aunque, eso, forma parte de tu encanto y belleza. Bella por fuera y bella por dentro. Sin doblez ni más aspiraciones que regalar tu amor en una cascada de silencio. Desconozco cuánto, más, estarás con nosotros porque asomas la certeza de la muerte; pero, a la vez, infringes la eterna seguridad con la que moras en mi corazón por siempre jamás. Seguiré siempre con la esperanza de conocerte más y mejor. De saber de ti y de poder descansar mi cabeza sobre tu regazo buscando tu infinito amor y comprensión. Sé que ese día llegará; aunque tú, con esa tremenda y profunda mirada, me seguirás transmitiendo, mientras, una paz inacabable desde tu busto arcilloso descansando sobre la alacena del comedor: —«No soy yo: somos todos los ancianos —me amonestas— ¡Anda! ¡Sal ahí fuera y devuelve todo el amor que te han dado!» Es entonces, cuando abro la puerta para salir a la calle dejándote, al lado, la taza rebosante de café con leche calientes. Y, siempre... siempre, antes de cerrarla, te soplo un beso cruzando el aire hasta ti como muestra de mi eterno agradecimiento. Alicia del Olmo Pintado (Modeladora y Ceramista).- Innata artista luchadora e inquieta intelectual, tras su paso por las Ciencias en la UCM, reparte su tiempo entre la alfarería y la cerámica, impartiendo clases singulares en su propio taller acerca de cocciones como Rakú, Pitfiring, o Tansferencias. Su tienda «El Alfar de "A"», abierta al público, no falta a las tan conocidas citas anuales como Reconquistarte; @ArtesaníaEsMás; Feria-Mercado de Madrid (Navideña); más aquellas ineludibles de la serranía madrileña. Un experimentado Arte en boga, con «el duende en las costuras del alma» como suele decir. http://www.elalfardea.com 17
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