MI COMENTARIO DE LA SEMANA. Es probable que este domingo 7 de octubre ocurra el diluvio vaticinado en nuestra portada de esta edición. Con uno buscando por primera vez la banda presidencial y con el otro ya práctico en estos eventos. Me propuse conversar con ambos, pero, no hubo manera. Tengo la impresión de que HCR no se ha deslindado de la extrema derecha, pero, aún así tiene cómo lograr. Entretanto, Chávez acude a una tercera reelección, confiado en obtener el plácet para estar 6 años más en Miraflores, con todo y que la economía se ha deteriorado mucho más de lo que se piensa. Me llama la atención que a pesar de los altísimos índices de inflación su chance no haya depreciado y si las cosas salen como las pronostican los sondeos entonces será reelecto; sin embargo, no es absurdo pensar en su derrota. Su campaña no ha sido la mejor, a mí me resulta chocante que se empeñe en insultar a sus opositores y culpe a los demás de sus errores, así como
insistir en proyectar sus Barrio Adentro y sus Mercal como irrefutables. Aún así, en la calle apuestan a que él seguirá siendo noticia para la prensa internacional. Yo no dudo que su imagen seguirá mostrándose con frecuencia y arrogancia; sin embargo, no es un mito que en elecciones puede ser superado. Pero, lo subestiman si olvidan que él dispone de un arsenal de recursos políticos para desilusionar a sus enemigos. Todos saben que no soy un periodista pusilánime y mucho menos servil, entonces, partiendo de esa premisa, pienso que de haber entrevistado a Chávez, a mi primera pregunta se hubiera esmerado en neutralizar la pesadumbre que habría sentido si yo le hubiera dicho que, como muchos compatriotas, tengo un mal concepto de su gestión. Siento curiosidad por saber cómo reaccionaría si le digo que su Gobierno ha plagado de contratiempos a Venezuela. Me parece escuchar su respuesta: “Quienes me rodean me comprenden, quienes no entienden eres tú y los otros”.
Hacerse el incomprendido es una tarea fácil para él, sobre todo ahora que sabe de la gran cantidad de personas que estarían releyendo esta entrevista en Las verdades de Miguel. Me lo imagino hablando maravillas del país, en contraposición a lo que se observa en la calle. No me excedo si afirmo que lo veo abatido en un mundo de contradicciones. No me sorprendería que ante mis preguntas tuviera una reacción hostil. No me tomaría desprevenido porque es así como lo he visto respondiendo a las críticas. Por eso, si lo entrevisto
trataría de no aparecer
abiertamente en su contra porque estimo que no me va a tolerar. No quiero confrontarlo sino comprenderlo. Si él estuviera consciente que el premio que ha recibido a sus sacrificios (como por ejemplo, el de no poderse comer un helado en una esquina, o verse impedido de jugar una caimanera en la sabana), es el país con los incontables problemas que tenemos, entonces estaría desolado: imagínense, lo que creía sobre sí mismo, y
que lo que ha obtenido después, se haya vuelto nada. Para cualquiera de nosotros sería insoportable admitir que al final del camino fallamos en lo que nos propusimos. En ese sentido, a mí, particularmente, me entristecería que a Chávez lo abandonara la base emocional que lo ha sostenido toda la vida. Al preguntarle cómo le gustaría que fuera Venezuela, escucho una tajante respuesta: “libre”. Debo suponer que se propone ahora convertir la libertad política en libertad económica. Me preocupa eso sí que no están lejos de la verdad quienes sostienen que él está dispuesto sacrificar a Venezuela para probar lo que piensa; eso es así, aunque diga que le ha entregado el poder a la gente, argumentando que no quiere que nuestro poder económico esté en manos de los extranjeros. Una desventaja suya es que sigue pensando que nuestra economía es ahora la mejor de Latinoamérica. Usted le echa en cara que no se ven productos en los estantes y él contestara: “Bueno y eso
qué, la infraestructura está ahí”. Ese tipo de respuestas me hacen pensar que ha perdido contacto con lo que realmente ocurre. En estos días, cuando le dije a un ministro amigo que Chávez estaba engañado con la situación económica, él lo justificó diciendo: “es culpa de los funcionarios que no le están diciendo la verdad”. Entonces, me pregunté para mis adentros: ¿No será más bien que sus funcionarios le tienen miedo a confrontarlo? Eso puede suceder, sobre todo cuando se está frente a un gobernante empecinado en una posición que está fuera de la realidad. Si le digo a Chávez que estoy en desacuerdo con él, lo más seguro es que me responda amenazante: “Tú desconoces lo que estamos haciendo”. Así refuta quien no permite ninguna idea contraria. No hay que pasar por alto que Chávez es de los que hace callar cuando le mencionan realidades incómodas. Si no está de acuerdo conmigo cuando le digo que no está llevando a Venezuela por el camino
correcto,
él
debería
argumentar
su
disconformidad. Hoy, tras 14 años en el Gobierno, lo veo idealizando este fracaso. Por eso no me sorprende oírlo anunciar que los próximos 6 años de su Gobierno serán maravillosos. Yo no celebró que mantenga su posición a todo trance. En verdad, lo veo físicamente cambiado, pero como siempre vanagloriándose de mantenerse firme en la lucha. Chávez acepta que puede haber causado daño, pero, lo justifica alegando que ha habido exceso. No niega que alguna gente haya sufrido, pero, de inmediato, allí está su capacidad innata para pedir perdón; sin embargo, rayando en la contradicción jura que lo haría otra vez si se trata de defender al país. El fin justifica los medios, después de todo, Chávez siente que ha cumplido con su papel de sacrificarse en su lucha contra el capitalismo. Al lamentar las fallas de su Gobierno no mide mucho para atribuirla a la ineficiencia y la corrupción. Si le pregunto cómo quisiera ser recordado, me dirá que le gustaría ser recordado como el hijo de una familia de
campesinos que sintió que tenía la responsabilidad de luchar por su país. No obstante, yo vislumbro que, tal como van las cosas, él será recordado como un líder alejado de la realidad; así como un niño aburrido ante las privaciones crea su propio mundo interior, donde la bondad idealizada está por encima de todo; pienso que él aprendió a distorsionar la realidad, convirtiéndola en lo que él quería que fuera; si se lo hago saber, lo más probable es que no responda, pero, en caso contrario, si se me ocurre decirle que no sería posible que todos se tomaran de las manos y alcanzaran el cielo en la tierra, entonces eso sí lo dejaría decepcionado. Por eso Chávez cree que sus ideales deben alcanzarse a través del sufrimiento; los más necesitados serían libres y felices, con sus estómagos llenos mientras enarbolaban banderas y retratos de Bolívar por las calles. Chávez nunca reconocerá sus limitaciones: La cárcel de Yare se pudo abrir, pero la cárcel interna seguirá cerrada. Él, para aceptar ser una persona normal, tiene que
empezar por convenir que no es el salvador que quiere ser. Particularmente pienso que si Chávez hubiera admitido que es una persona común y corriente, tal vez habría ajustado su visión para hacerla más humilde y más realista. La incapacidad no se supera sintiéndose invencible. Nunca me ha gustado ver a nadie como imbatible, prefiero a un gobernante como una persona normal, porque siéndolo es capaz de escuchar en lugar de creer tener todas las respuestas; siendo un ser de este mundo sí comete errores de aprende de ellos. Al perdonar él también será perdonado; un gobernante así habría hecho amigos y él mismo sería un buen amigo; habría sido capaz de pedir ayuda, y hacer todo lo que la gente común y corriente hace. Por eso no me gusta cuando Chávez se siente especial, diferente, nacido para la grandeza. He llegado a pensar estamos ante un hombre
desilusionado
que
sobrevive
a
su
omnipotencia gracias a la distorsión que tiene de la realidad. ¿Qué hacer?, el problema está en que a
Chávez le gustaría que lo recordaran como un soldado que sufrió y se sacrificó; sin embargo, termino creyendo que Venezuela es la verdadera tragedia. Entretanto, por muy largo tiempo, gane o pierda, todos hablaran de su desconcertante simpatía. He sido un convencido que sus mecanismos de protección psicológicos son tan poderosos que, inclusive, un enemigo declarado puede quedar atrapado en la ficción de que él es un héroe. A mí me queda la sensación de que hablando con él jamás encontraré esa parte destructiva de su personalidad que le atribuyen sus antagonistas. Si al amainar el Cordonazo del domingo, él se hace de una tercera oportunidad para estar en el timonel, entonces si quiere que las cosas salgan bien tendrá que aceptar que es una persona común y corriente, no creerse un elegido. Pero, si le llega la hora
de
irse,
entonces
impostergable un descanso.
que
comprenda
como
TUBAZO. ¡Miguel Cabrera, triple coronado! El año pasado cuando le escamotearon el premio MPV, escribí que la única manera que no se lo negaran era ganando la triple corona. Parece que mi tocayo me escucho y hoy entra a una cofradía de apenas 12 peloteros, donde lucen los apellidos Cobb, Foxx, Gehrig, Williams, Mantle, Robinson y Yastrzemski. PORTADA. El Cordonazo. Así se conoce al diluvio que tradicionalmente cae sobre Caracas uno de los primeros días de cada octubre. Se le bautiza El Cordonazo de San Francisco por coincidir en el santoral católico casi siempre con el día dedicado al fundador de la Orden Franciscana. Me contaron los abuelos que hace tiempo navegaba en el Cesar una piragua… pues bien, hurgando un poco en la historia, me encuentro que el 7 de octubre de 1953 (53), los caraqueños asistieron al Cordonazo un tanto fuera de
foco, porque el vendaval los tenía acostumbrados a llegar más temprano desde el 3 de octubre de 1947 (47). He allí el simbolismo de nuestra portada. EJECUTIVO. Si Chávez es reelecto le dará a su nueva gestión un carácter más al centro. Por ahora baraja la posibilidad de que Julio Borges, Claudio Fermín y Eduardo Fernández formen parte de su tren ejecutivo.
RESQUEMOR.
¿Quién
será?
La
revelación de HCR acerca de nombrar a un general activo como ministro del Poder Popular para la Defensa alborotó los cuarteles. Si el interés crear desconfianza en los altos mandos, entonces el objetivo se cumplió porque los cimientos de la institución militar se han estremecido. Por ahora, todas las miradas giran hacia el mayor general comandante del Comando Operacional Estratégico. ¿Quién será? Sólo HCR lo sabe. BORRICO. La siguiente frase la emitió el 1 de octubre pasado Juan Carlos Loyo en su cuenta de twitter @jcloyo: “adopta tu escuaca ya que abran
(subrayado nuestro) perdido el camino”. ¡Abran! Nada menos que el ex ministro Loyo. Chávez tiene imán para encontrarse con cada burro. COLÓN. ¿A cuál altísimo funcionario responderá un personaje que anda por esos caminos de Dios manejando licitaciones multimillonarias, antes en el Sistema de Riego del Valle de Quibor, en la expropiación de los Hipermercados Éxito del grupo francés Casino, y ahora en el Sistema de Riego del Unare?