Alcira Pisano, Cecilia Presa, Cristo, Gary Vazquez, Jimena Roth, Lili Huss, Lilí Rodríguez, María Nélida Bargues, Mercedes Resch, Natalia Fernández
Desde mayo a diciembre de 2017, una vez por semana, cada semana, en casa, nos reunimos para la literatura. Leímos, escribimos, charlamos. Poesías, cuentos, fragmentos, diarios, ensayos, música, videos, películas. A medida que avanzó el año fueron llegando también gajitos, tés caseros, panqueques deliciosos, recetas de todo tipo –de verdad, de todo tipo- para acompañar el café y la charla, para hacer más vivo el intercambio de todo lo que surge alrededor de la literatura y las personas. Esta es una pequeña antología de los textos de algunxs de quienes llegaron al taller. En su mayoría, los textos fueron construidos a partir –o contra, o por el costado deciertas consignas; otros se crearon en torno al taller. De este año queda, entonces, una selección bien caprichosa que hago y me permite darles un paseo a los lectores por algunas de las habitaciones de estas casas-mentes que todas las semanas entraron a mi casa para hacerla crecer, agregarle mobiliario, luces, fauna y flora; esas breves presencias que nos llenan de ofrendas duraderas. Gracias por venir a casa, pasen de nuevo cuando quieran.
Carolina Rack
Poesía
Ejercicio con los ojos cerrados En el amplio jardín, un pajarito gorjea tímido Nadie le contesta sigue con su llamado Afuera, raudo, pasan los autos llevan jóvenes y niños a la escuela. Adentro yo, escucho el caer de las gotas sobre el techo de chapas.
Alcira Pisano
Autorretrato – Estoy Estoy acá, si estoy disfruto el camino vivo en Spinettalandia. Soy materia, voluntad y aprendizaje, intentando ser alma de diamante, para vos, para mí o para alguien. Soy amor, amor desparramado, soy música, soy 99% arte. Soy como el cristal, transparente, soñadora y no dormida. Amante de la lluvia, polvo cósmico de ideas, hippie reprimida. Ojos achinados, pozuelos, sonrisa de oreja a oreja factores del disfrute, la felicidad en las cosas. Qué bien estoy hoy, si estoy. Jimena Roth.
La locomotora en la noche Va la locomotora, silbando, en la noche cerrada, serpentea por los valles, a veces atraviesa la montaña, arrulla con su sonido monótono, a aquellos que la ven pasar. La luna aparece de improviso, y perfila así una hermosa postal, va la locomotora, cruza caminos nevados, acompaña por un momento, al cauce de ríos y arroyos, y luego se desvanece en un bosque, oculta entre árboles gigantes. Va la locomotora, más tarde llega a una ciudad dormida, y en alguna perdida estación, un pasajero solitario desciende. Y con su canto lánguido en la noche, arrastra, resignada su carga. Va la locomotora, une corazones, vidas, destinos. Y despacio se pierde en la oscura y cerrada noche
Liliana Huss
BADÉN Si trato de sacarme el mar de encima esa sensibilidad cursi que me sale líquida y empática me di cuenta que no voy a ningún lado. cruzo la vía camino por una calle de tierra y el agua me transita. Crece la marea con la luna qué asco estoy harto de los que habla de la luna. Estoy bajando por el badén peces transparentes monstruitos lumínicos y desconocidos te hacen chistes y te comen. En lo profundo hay presión y oscuridad ahí no llega el hombre todavía. En un rato o unos días voy a subir pero mientras tanto camino despacito y duro para no volcarme.
Gary Vazquez
Distopía En ímproba tarea tomé el lazo de seda y con un revoleo amplísimo, logré enlazarla a la luna llena la atraje suavemente la amarré al sulky y salimos por los rayos de la galaxia recorrimos, buscando las estrellas más pequeñas y desprotegidas con esas llenamos el galpón abandonado del ferrocarril alarmados, un puñado de voluntarios se enrolaron y formaron una fuerza que incesante y disciplinadamente volvió cada uno de los astros al lugar correspondiente misión cumplida, para ellos y desazón para nosotros los cazadores de estrellas María Nélida Bargues
By the sea Al fondo el cielo con nubes aparece por detrás de las montañas Al fondo una cadena verde se acerca hasta convertirse en palmeras. Al centro el mar le roba bahía a la arena. Al centro el turquesa de las olas y la sal. Adentro peces, corales y rayas. Adentro tortugas, biólogos y turistas. Las olas rompen La espuma se esparce Y en perfecta armonía Recuerdos y deseos Despiertan De aventuras y placeres De naturaleza viva y paraísos vírgenes. De sueños, metas y proyectos… Y de toda una vida a orillas del mar. Marina Ducos
Tendido sobre la hierba calma y tibieza. Alrededor, en el monte las copas se inclinan Ruge el viento
Cecilia Presa
CRISTALINOS Yo era el poema de alguien que en un verano del 93 se metía en la pelopincho y jugaba a hacer olas con el agua en un mundo transparente y cristalino de gaviotas de lona azul a las 4 de la tarde antes de que empiece Conan, el niño del futuro. Yo era la tarea de alguien que cantaba las olas y el viento sucundún sucundún metido en una rueda de tractor y que con la mano empapada caminaba en miniatura con el dedo índice y mayor por el borde de la pileta dejando un camino de gotitas que con el reflejo de la luz parecían chispas. Yo era un poema malo Y pretencioso Que estaba obligado a decir palabras Que no quería Como por ejemplo: piedra. Por suerte me comió un perro.
Gary Vazquez
Estaban todos, el caos era mayúsculo. En la granja había fiesta, nada estaba en su lugar. ¿Qué hacer? Se preguntaban los animales en el establo. ¿Qué sucederá cuando Juan el labriego regrese? Lento pasaron las horas los campos de trigo se durmieron al atardecer. En el establo se escuchaba solo a los animales respirar, de repente una voz aguda dijo... da miedo, y me parece que está noche sí va a venir el labriego.
Lili Huss
La estaciรณn de servicio con su amplio ventanal se contempla la ruta autos pasan playero carga camiones enormes detienen su marcha es hora de estirarse de hacer pis continuar Natalia Fernรกndez
Camino a casa Mi cuerpo quiere llegar mi mente es más rápida hace mucho que ya llegó pero el cuerpo es otra cosa es de carne y también anda suelto, en este momento en bicicleta. Me detengo a mitad de viaje disfruto de las flores dependo de ellas, me hacen sentir expansivo Subo el volumen a los auriculares y edith piaf canta “mon dieu” para mí Cuando cruzo la rotonda del cristo miro para todos lados no quiero quedarme desparramado frente a él sería un castigo divino y yo creo en los castigos porque soy libre.
Cristo
Metástasis del goce Invierno, la cama tibia abriga a la joven mujer que noche tras noche hace la transformación de su vida. De lo que es a lo que le gustaría que fuera. Sueña con un joven apolíneo que a su vez le escribe lo que ella imagina. La censura adormilada no puede cumplir su misión: cortar la metástasis. Alcira Pisano
Vuelta a casa Y andaba por la bici senda de la calle cortada manos sueltas escribiendo para vos. Y absorbía el aire puro el olor del campo el clima primaveral la tranquilidad del pueblo. Y aspiraba a ser libre soñar mucho vivir con fuerza ser feliz en la simpleza. Y disfrutaba de lo pequeño del día a día la lucha diaria de los valores. Y anhelaba los amores los abrazos los detalles que vivió. Y soñaba que el viento se llevara estas palabras y las dejara muy cerquita de tu oído llegando a tu corazón.
Jimena Roth
Paseo en el bosque Dos mujeres pasean, El bosque las contiene Con sus árboles gigantes, Están entretenidas Sumergidas en su conversación Quizá develándose algún secreto, El sol se escabulle presuroso Entre las verdes ramas, Nada parece suceder, Dos damas caminando absortas, bajo el cielo azul, Asoma el otoño ¿o quizá la primavera?
Árboles desnudos En una tarde gris, en un lugar lejano tres siluetas se perciben desfilan por el paisaje, sombras de otra época ya pasada, ya olvidada, en un lugar lejano transcurre esa escena sombría la luz del sol es tan tenue, que parece desvanecerse en la niebla, los árboles muestran sus ramas desnudas Todo parece frío, solitario
nada desentona en ese entorno, en un lugar lejano todo sugiere quietud, silencio. Liliana Huss
Poema con número : 1,2,3,4,5. 6;7;8;9;10. 12? 11! Receta: Lugar, la tierra, las cuatro paredes, el techo que abriga, el amor de una pareja. Es necesario ubicarse en el mapa; tomar la pala para abrir la tierra; amasar el barro junto con la paja brava; sumar con cuidado una a una las cosas mínimas; tomar las manos y juntar con otras en un abrazo. ¿Es una casa? ¡eso es el amor!
Voy Sí: voy, ya voy, cuando termine voy, en cuanto pueda voy, sabes muy bien que voy. Voy y vengo cada día lunes; marte, miércoles, jueves y viernes no voy; un día voy y no regreso nunca más; ahora voy y vengo girando en el mismo circulo; voy aca, voy para allá, voy y vengo sin parar. Venis? No, no voy!
Y, a veces, bien puedes, con mis palabras. Dudo de todo amor, entonces, sale un pájaro volando.
¡Sí! ¡Sí, sí! ¡Bien, bien ahí! ¡Está dicho! ¡Vos lo pediste! ¡Hoy te lo doy! Sí, de nada ¡Decía que sí! ¡Una cruel derrota¡ Que es la primera vez que nos vemos ¡No! ¡No! digo qué sé de esos dolores ¡Bueno, buenísimo, está bien! Yo más tarde ¡te llamo! Ahora no puedo hablar
Mercedes Resch
¿Qué habrá en 80 pasos? Frío, viento, nubes, silos escupiendo fuego Y algunas batatas que se regalan en la verdulería de al lado ‘el ruso’ en una lona de camión, pintado. Veo muchas chapas rayadas Ya perdí la cuenta, no sé cuantos pasos caminé solo sé que en los juegos que hay en esta plaza nadie juega Veo dos pitufos a lo lejos, parecen hormiguitas caminando entre los galpones y el pasto Sufren bulling los pitufos me consta, yo también se lo hago si supiera que no me va a pasar nada construiría un sifón gigante y les lanzaría un chorro para tirarlos Cuántas almas en movimiento habrán pasado por esta ex carnicería Cuántos pasos tendrá su vereda Quiero convertirla en teatro y hacer intervenciones artísticas dos pitufos y una soda gigante que los hace trizas.
Cristo
Libertad Se dicen en libertad pero son prisioneros del consumismo de querer pertenecer. Se expresan y saltan salamandras a atacar con más orgullo de tener la razón que respeto, puro egoísmo. Prisioneros del modernismo de la tecnología que te expone al vacío. Prendas de moda de adorno y no de vestir. Zapatos que ya no caminan tranquilos por miradas que los puedan prejuzgar. Cuerpos cubriéndose y sintiendo vergüenza culpa de la publicidad. En un mundo artificial quiero ser natural. En una sociedad tan compleja quiero ser pura simpleza. Ser libre de mis propios pensamientos. Cuando sea libre voy a sentirme verdaderamente en paz. Yo soy mi propia libertad! Jimena Roth
MIS AMIGAS
No tenía que ir al campo, pero fui Creo que extraño a mis abejas, conecto con ellas, las quiero, son tan verdaderas. Les creo más que a dios. Aunque mamá y la abuela me digan que dios es lo más importante, para mí son las abejas y no sólo por la miel, me refiero a sus formas, su sonido, su textura perfecta recogiendo polen, néctar, son mis amigas las abejas. Pero no son mías como dicen mamá y la abuela “¿y tu miel?” “¿y tus colmenas?” “¿y tus abejas?” “¿y tu novia?” Me gustaría hacerles un vestido a ellas, con abejas muertas, voy a necesitar muchas los detalles del vestido con zánganos, sobre los hombros y el cuello Oh! Cuando se case la reina, para su vuelo nupcial hacerle un vestido a ella de mi mamá muerta Y que se vaya de luna de miel a otra colmena por Miramar Que se traten con abejas de otras colonias, y que sus hijos se vayan a estudiar una carrera, Que siempre hagan el bien Que hagan siempre lo que sientan, quiero que sean felices mis amigas las abejas.
Cristo
Ciudades Cables colgantes y carteles de propagandas varias atiborran la avenida de acceso a Herminda Los hermosísimos árboles no logran ocultar ni siquiera disimular su fealdad Atravesé con dificultad un gran desnivel y por ásperas pendientes accedí a la plaza principal Como si hubiera pateado un hormiguero, los habitantes corrían despavoridos hacia el camino de salida No logré explicación alguna de la estampidaSeguí avanzando , hasta que me sobresaltó un terrible estruendo Vi como una inmensa cúpula que se desplegaba cubriendo la ciudad y, también vi un cartel que me urgió a huir junto a la muchedumbre "por una experimentación intergaláctica, anunciamos que a partir de las 10(diez) h, será extraída la totalidad del oxígeno de esta ciudad de Herminda" Mi reloj marcaba 9.55hs
María Nélida Bargues
El cielo luce encantador. El viento tapa el calor del sol. Nubes disfumadas como muchas relaciones humanas que dejamos atrás. Nubes distanciadas como muchos conflictos que dejamos sin resolver. Nubes juntitas de aquellos lazos a los cuales nos entregamos con fuerza, con ganas. Nubes oscuras de tristeza. Nubes que brillan Dulcemente… de felicidad? O será solo una utopía? Habrá nubes que brillen por el triunfo de otras El sol por quién brillará? El cielo luce encantador (como esta vida) Aunque no estés Jimena Roth
El 30 Fue terrible el cimbronazo. Catástrofe Poco tiempo ha pasado Decepción, angustia, muerte Dueñas y Señoras El hambre y la miseria, muerden los talones Interminables colas mendigando comida, un alivio, un consuelo La ruina se ha hecho carne en los espectros que deambulan famélicos sin destino, ni esperanza Huir, huir de este infierno A bocanadas intento absorber el futuro Escuche algo así como New Deal
María Nélida Bargues
Salgo sí, sí, no empujen!!! Ohhh qué tibieza acaricia mi cuerpo que ahora siento diferente. Una especie de pluma que agita suavemente el viento y que yo puedo mover como quiero y son dos! ¿A ver? Arriba, abajo las dos a la vez me hago livianito, me levanto. ¡Qué hermoso se ve todo desde arriba! ¡Epa! Si no muevo rápido me voy a pique. Reveo: 1,2 1,2 rápido rápido más lento y me poso sobre una flor Retorno a mi ritmo y levanto vuelo Un impulso me detiene unas bolitas redondas, brillantes se separan de mí y se colocan cuidadosamente una al lado de la otra ah!! quedó hermoso. De nuevo en otro lugar, rápido, muchas veces, todas las que pueda antes de que el mal tiempo me obligue y quedarme quietita Quietita shhh tapadita shhh pronto esta historia volverá a comenzar shhhh
Cecilia Presa
La luna La luna juega con la marea, redonda, brillante, En la noche, la persigue, la espía, se asoma detrás del horizonte, pálida, tímida, observa el mar en movimiento, se baña en las aguas heladas, agita la arena, se hamaca, sube y baja la marea. Se acerca, se aleja. Y lento, lento, jugando, desaparece la luna, entre la bruma. Liliana Huss
Música Río ondulado Olas olas verdor circundante peces saltarines chasquido remo estela interminables vientobrisa brisa viento desgranado de notas pianito juguetón va y viene sube y baja chasquidito chasquidito batería los patos chapotean graznan, aletean picotean, corretean, planean sus alas desplegadas la vaca mira y mira y mira da la vuelta y se aleja indiferente María Nélida Bargues
El mar. Declaración de amor
Al mar y a todas las criaturas que habitan en él. Si pudiera volver a nacer, y si creyera en la reencarnación, sería una sirena. Jugaría con los delfines y las olas, y nadaría al lado de ellos, cuidándolos cuando van durmiendo. Pasaría unas temporadas con las ballenas. Iría al arrecife, a tomar mates con los peces de los corales y luego me dejaría llevar junto a las tortugas por las corrientes marinas. Iría hondo para visitar al abismo. Y me quedaría ahí en silencio. Miraría hacia arriba, hacia la claridad de la luz, hacia la superficie que se distingue porque el sol nos muestra el camino. Y subiría, poco a poco, sintiendo el agua recorrer cada parte de mi cuerpo. Y saldría al mundo del aire asomando solo mi cabeza. Respiraría y volvería. Respiraría y nadaría. Respiraría vitalidad y seguiría andando con las energías proporcionadas. Finalmente buscaría la costa y me iría a surfear las olas con mis amigos los delfines. Marina Ducos
LABERINTO Me gusta la palabra SOBERBIA. La siento enorme, erguida pero también solitaria y a menudo en busca de sosiego. La elegí por SOLEMNE, aunque me gustó cortarla y generar otras y otras. Tarde advertí que la consigna me llevaba a un laberinto y debía salir antes de la noche. Qué hacer con estos pedazos tan sonoros ¡!! Biomasa, biotipo, biológico ¡ Pensé en un golpe mortal, un anti biótico que del mismo modo eliminara a biónico bergamota y berenjena. Solo me quedaba berde ber y berbena que emprolijé a tijera Por último me puse un solero y salí a contemplar la tarde Feliz por cumplir con la tarea.
Cecilia Presa
Limpieza de sarro Hoy estuve en la dentista me limpió los dientes, me arreglo dos caries Tomé dos helados, aunque necesito tomar aire Bailé un rato en la plaza Y me encontré con ella La Pabla, tan linda que la extraño tanto hoy soplaría 36 velas luchaba contra el cáncer hace 15 años y la pisó un auto Y me aburre todo El arte me aburre tu cara y la gente me aburre el acné, la vida y la muerte me aburre todo y depresivo ésta me aburren los dientes.
Cristo
Caligrama realizado por Jimena Roth a partir de un poema de Roberta Iannamico
Haikus
Un tĂşnel oscuridad y luz tranquilidad del alma
En el lago los cisnes gozando de la transparencia del agua
La maĂąana lluviosa invita al diĂĄlogo
Se percibe el aroma de la tierra mojada
Alcira Pisano
En el cielo, nada se mueve, es una pintura.
Detrás del árbol un pájaro solitario se baña.
Una celebración, se oyen cantos, fuegos artificiales estallan.
Un sonido en la noche Se confunde Se aleja, desaparece.
Fuegos chisporrotean leños que arden, noche, calor de hogar.
Los pájaros trinan luz y música la naturaleza habla
Liliana Huss
Las vacas esperan el tractor se acerca saciadas rumean
Asoman el atardecer los magnifica los tiernos brotes
Los tiernos brotes asoman el atardecer los magnifica
Al atardecer los tiernos brotes asoman
La leña chisporrotea dentro de la cocina el hacha espera
Gramíneas espigadas teros que revolotean caminar en la fresca mañana
El frío matinal se transformó el fuego arde
Natalia Fernández
Me concentro pero el dolor no me deja. El aire acondicionado entorpece mi espíritu. ¿Cuánto tiempo tendré que cerrar los ojos? tal vez toda una vida. Sillas descoloridas por el sol. La abeja arriba del pimpollo. Olor a pasto brisa suave primavera. Baldecitos me recuerdan a castillos de arena. Juguetes desparramados por el jardín. Jimena Roth
Tibia tarde trepa y se agita la masa verde
La brisa suave cabalga en el ondular de la hierba
Múltiples trinos arrullan, regocijan hasta el ocaso
Enigmatico grillito cantor me sobresaltas Desasosiego noche y soledad el tren disipa
Yuyo rebelde mil veces aplastado siempre rebrotas Devoras todo intrépido caracolito igual te perdono
Viento despiadado trémula flor grácil resiste María Nélida Bargues
Limericks
La casa embrujada estaba en la colina nadie se atrevía a usarla de guarida el ogro malo vino no sabía ni pío nunca más el ogro bajó de la colina
Había en el bosque un árbol que hablaba los niños pensaban que era un hada el árbol estaba feliz sus ramas los acariciaban Del bosque quedó un árbol, ¿será el que hablaba?
Natalia Fernández
Había en los arbustos una larguirucha burrafa, Mitad burra, mitad jirafa; Cuerpo peludo gris, Largo cuello como codorniz La rara mezcla de burra y jirafa. Había volando mil grullas, que metían una gran bulla; no eran de origami, ni de salami, por favor no las engullas. Reinaba la fría Ana, toda de hielo cubierta de escarcha cual terciopelo. En su lejano palacio con mucho espacio, todo era color de cielo. Había un novedoso pony violeta, con su larga crin se hacía una coleta. erguido como corcel, giraba en el carrusel, Twilight era su nombre de historieta. Elsa y Ana son hermanas, las dos del mismo reino soberanas. Elsa tranquila y cálida, Ana la más pálida; Su piel parece de porcelana.
Colgaba de la pared el aburrido gato espuma, bigotes de gato, pero mirada de puma; ojos brillantes como diamantes no es gato, ni puma, es la suma.
DueĂąo del patio, Morito, el felino atigrado, se estira como chicle, reciĂŠn despertado; sale de parranda, sin bufanda; gato malcriado!!por todos extraĂąado.
LilĂ Rodriguez
María caminando perdió el zapato lo buscó y apareció de inmediato para olvidar tomó vino y lució su nuevo vestido de lino que compró a un precio muy barato
Un elegante y esbelto espadachín se puso el disfraz color carmín ágil como un gato corrió a buscar un dato Un tren pasaba en la estación sin fin.
No lo engañaba el olfato seguía un rastro y sonó el silbato se cerró el paso se ajustó el lazo y de nuevo perdió el campeonato.
Algo delataba su condición humana sorprendido miré a través de la ventana Me tomé un café me tiré al agua y nadé la superficie del agua era fría y plana.
Lili Huss
El profesor Matías compró un mocasín para dar una clase de latín Le puso sal para que no le saliera mal Y consiguió un traje de bailarín.
El solemne espadachín se pintó los labios con carmín mientras el gato pasaba el dato de lo que haría el solemne espadachín
Don Juan se puso un zapato que le dolió de inmediato. El zapatero vino y le puso un parche de lino Al zapato que era barato
El Sr Arco y la Sra Iris usaban peluquín para tirarse del trampolín que estaba en el río y no era mio tampoco de Arco Iris que era un chiquilín.
Alcira Pisano
Ella que era muy buena y humana un día saltó por una gran ventana. Tomó un rico café con galletitas de nadé. Desde ese día corre por la plana
El señor picarón que arregla zapato no tarda mucho lo hace de inmediato. Un día se toma un vino y te arregla la suela con lino Todos van al zapatero que cobra barato.
Cuando me puse el mocasín pude hablar muy bien latín Una sopa con sal hace mucho mal Hoy calcé un mocasín y fui un bailarín.
Juan tiene un gran hocico con olfato la dueña del circo lo llamó con un silbato Atraído por el olor pasó y con una soga lo enlazó Desde ese día juan participa en el campeonato
Espada va espada viene la del espadachín usa hermosos zapatos de color carmín Lleva en su hombro un gato que siempre le da buenos dato Un día pierde un zapato y el espadachín hizo fin
Un kilo de bananas a primera hora de la mañana y a la noche solamente una roja manzana Por la tarde un Limón y al medio día Salmon Una dieta muy sana para toda la semana
Como soy muy pelado uso peluquín en la plaza me tiro a diario por el trampolín Con un solo diente río de todo lo mío En la oficina dicen que soy chiquilín
Se corre por el pueblo el rumor que el de la escalera es un mal pintor por la calle hace ruido y en su casa no hace nido Ronronea todo el día con su motor.
Mi buen amigo me muestra su flauta yo no le hago caso porque soy una cibernauta Me miro el ombligo que es mi amigo Porque toda la vida fui una incauta
La vieja costurera con su dedal pasa los días con su gato Normal Metido en un barril que era de un albañil Y cuando toman sol lo hacen en el corral
Todos los días frente al televisor y no paran de revisar el revisor Cuánta risa entre pizza Juntos la señora y el señor
Un pueblo chico del interior del distrito es el menor De las ovejas sale la lana en la laguna croan las ranas En ese rincón vive el pintor
Que la línea esta barata casi como una alpargata Que si la encarga al extranjero todo sale más ligero Qué barata es la alpargata
Y aunque a la salida siempre nada apoyo la cabeza sobre la almohada Tiene gusto a poco Cuando se va lo toco Es una linda entrada
Ella pregunta dónde cuando todo se esconde Tarda mucho en llegar ya la están por amasar cuando se encuentra en el borde
Es una tarde muy gris y no estoy en Paris Compro rueda de una moto mientras charlo con Toto que estรก extremadamente feliz
Te lo pido Carolina por un rato salina No me des mรกs ejercicios porque pierdo el juicio y la cabeza se me lima Mercedes Resch
Prosa
La lata de aceite
Cuando puse la semilla en la maceta, nunca imaginé lo que iba a ocurrir. Para empezar con el relato les cuento su origen. El sótano del abuelo José siempre fue y sigue siendo apasionante. Muchas cosas que hablan de nuestra historia familiar. Dentro de una lata vieja de aceite de oliva que había traído algún pariente hace muchísimos años desde España, había envuelta en papeles viejos una semilla fosforescente del tamaño de una aceituna, sólo una. El abuelo había muerto el verano anterior y desde entonces el sótano se había convertido en mi reducto para estar con sus cosas (nuestras cosas). Había superado el miedo que sentía cuando me sumergía en ese laberinto oscuro con muchos estantes, luz del tenue foquito cubierto de polvo, ganchos donde colgaban elementos en desuso; “nunca se sabe si en algún momento lo podemos necesitar”, lo escucho decir. Esa semilla palpitó en mis manos, me pedía que la siembre. Siempre fui un chico obediente y por demás cauteloso. Pero no hice caso a mi yo y decidí seguir mi impulso. Con tierra abonada de la huerta llené una maceta y sembré la semilla. Juraría que me dijo gracias! La regué lentamente para disfrutar el momento. Fue instantáneo. Ante mi sorpresa un brote asomó, a los pocos minutos la maceta estalló y comenzó a enterrar sus raíces provocando un temblor a su alrededor. Fue como un taladro que horadaba la tierra. Sin dar crédito a lo que veía y escuchaba miré hacia la casa pensando que iban a salir para ver de qué se trataba el temblor y el ruido. Nada. Me di cuenta de que no escuchaban ni veían lo que ocurría. Entre sus raíces enmarañadas apareció un hoyo que me invitaba a entrar. Ya estaba jugado con mi actitud. Acepté el desafío. Estaba ahí, pero no era percibido. Montañas frondosas, bosque brumoso, olor a mar. Obreros que salían de una mina de carbón, campesinos que retornaban de su día de trabajo, caras tristes. Era una como una película en cámara rápida. Olor a sopa de
cebolla y papa como la que hacía la abuela. Luz de farol, casas de piedra con el establo abajo (escuchaba el mugido de las vacas), humo saliendo de las chimeneas. Discusiones en torno de la mesa. Yo presenciaba todo sin que nadie note mi presencia. -La guerra es de otros. - Madre, esta guerra es nuestra. -Manuel, deja esas dinamitas. -Pues no voy a abandonar a mis compañeros, las necesitan para combatir a los nacionales. - María no vayas al hospital de campaña. -Soy enfermera, no pienso dejar mi puesto, madre. Yo estaba ahí, presenciando todo sin que nadie note mi presencia (testigo de la guerra civil) en Asturias donde vivía la familia del abuelo. Las fosas asturianas. Alguna vez escuché al abuelo hablar de ellas con papá. Estaba en el año 1936. Entendí que el abuelo quería que conociera la historia que el no supo, no quiso o no pudo contar. María junto a otras treinta personas que trabajaban en ese hospital fueron fusiladas, estaba en una de las trescientas cuarenta y tres fosas comunes que más tarde se encontraron en la región. Manuel, que era activista en la guerrilla de resistencia republicana, fue sorprendido por un ataque aéreo alemán que respondía a la ayuda pedida por Franco. Las milicias populares fueron devastadas. José era el menor de los hermanos, trece años, ese chico era mi abuelo. La madre no dudó, de un frasco escondido en la alacena sacó un fajo de dinero y un papel arrugado atado con un hilo y le dijo: “ve al puerto y toma el primer barco que se aleje de nuestra amada patria, protege este envoltorio, algún día alguien de nuestra familia lo encontrará”. Un escalofrío tremendo se adueñó de mi cuerpo. El rostro de esa mujer, mi bisabuela, no lo voy a olvidar jamás, creo que todas la emociones juntas irradiaba su mirada y sus gestos de dolor y esa esperanza puesta en ese hijo, el único vivo, que obligaba a partir. Vi como el abuelo corrió, corrió y corrió esquivando las trincheras y los bunkers ocultos en el bosque. Conocía palmo a palmo la zona porque en ningún momento dudó. Llegó
al puerto de Luarca esquivando las tropas de los sublevados nacionales. Compró un boleto sin conocer el destino y se embarcó. Vi cómo se alejaba su barco y cómo lloraba desesperado por no saber qué iba a ser de su destino, por sus hermanos, por sus padres, por su tierra. Un temblor ensordecedor me hizo trastabillar y el hueco volvió a abrirse a mis pies, sin darme opción a no introducirme en él. Volví a casa y en el lugar donde todo había ocurrido lo único que encontré fue la semilla fosforescente sobre la maceta. Rápidamente la envolví y sin dudarlo la puse en la lata de aceite en el lugar que tenía en el estante del sótano. Entré a casa y googlié la guerra civil española. Poco sabía. Termino así de darme cuenta de las cosas tremendas por las que habían pasado el abuelo y su familia y lo que más me sorprendió fue que todo coincidía con lo que había visto en mi viaje gracias a la semilla de la bisabuela.
Natalia Fernández
El ancho y fangoso badén
Saltó el ancho y fangoso badén. No sabía lo que le esperaba en el monte. De lejos, se veían alineados, uno, dos, tres, cuatro, cinco…mil; y así, sin dejar de observar el horizonte cada tanto echaba una mirada a la calle de tierra que en parte cubierta de barro impedía caminar, entonces era necesario tirarse para el lado de la cuneta, cruzando la banquina crecían sobre el terraplén cortaderas, vizcacheras y paja brava. Intentó recordar algo de la noche anterior. Se había cortado la luz temprano, en el momento en que una tormenta eléctrica lo cubría e iluminaba todo y el tango dejó de sonar con desdén. Se durmió con el último centímetro de vela. A la media noche un ruido y luego un sacudón movió la cama de hierro. El susto lo dejó sentado y tapado hasta las orejas. Se levantó temiendo tropezar con los escombros de la casa, logró llegar hasta la ventana y solo pudo ver oscuridad y las gotas que golpeaban contra el vidrio. Como faltaban varias horas para el amanecer, retornó a la cama. En el trayecto tropezó con una sartén que él colgaba del techo. Apenas logró dormir una hora, la angustia no le permitió cerrar los dos ojos. Con el primer rayo de sol saltó de la cama. Se sorprendió, sólo la vieja sartén estaba fuera de lugar en la cocina. Salió al patio y lo mismo, todo estaba tal cual el día anterior salvo la gran acumulación de agua en los bajos del campo. Para entonces, todo era charco y barro. Estaba hilando estos pensamientos cuando metió un pie en una cueva de peludo. Un tirón fuerte lo hizo reaccionar y poner toda la atención en las dificultades que presentaba el terreno. En esas condiciones el camino se hizo lento. Llegó a la entrada del monte, embarrado hasta la rodilla y con un tobillo roto. Buscaba una explicación y ahí, luego de pasar las primeras hileras, lo entendió todo.
Mercedes Resch
Descripción de un cuadro
Se presentó en esas tierras extrañas como protagonista del paisaje. Desde el comienzo fue la figura central y así, se mantuvo el tiempo que permaneció ante mis ojos y aún luego, en mis recuerdos. Los pocos rasgos humanos delataban un dolor inquietante y presente. Su mirada atravesaba el marco hasta penetrar mi alma. Dos pinceladas renegridas daban el aspecto de cabellera, las cejas tupidas era un ave a punto de volar, sus brazos heridos sostenían un gran lienzo que dejaba al descubierto sus pechos; su desnudez llegaba hasta la cintura. Se podría decir que era mitad humana, mitad cibernética. Un gran tajo dejaba ver su columna vertebral de metal atravesado por mil clavos, insertos en la piel desde el rostro hasta los genitales. En el instante en que la conocí, mi vida entera cambió para siempre. Le pedí que me ayudara a volar pero le habían cortado las alas. Caminamos muchos días sin pronunciar palabras. Olvidé a los amigos, el trabajo, el taller, la vida. Y me perdí. Ahora me paso los días juntando clavos.
Mercedes Resch
En las tardecitas de verano, acompañada por mi nieta, disfrutamos, desde la altura de un risco, la armonía de la naturaleza. Pienso: ¡qué bueno sería ser poeta! Ellos expresan sus ideas con la libertad del vuelo de los pájaros, la libertad de la imaginación, que les permite viajar hacia las lejanías con independencia total. Pero yo no soy poeta, estoy atada a la razón, carezco de la independencia de la imaginación. No me preocupa. No ser poeta no me impide disfrutar, con mi bella nieta, de esta y tantas tardecitas que nos hacen felices. “Hay razones del corazón que la razón no comprende” Blas Pascal
Alcira Pisano
Descripción de un objeto
Lo que más me llamó la atención fue su tamaño, angosta y de buena altura, como pensada para alguien en particular. Indudablemente fue tallada y terminada a mano, con las mínimas herramientas. La superficie era totalmente irregular, daba a imaginar que esos tablones habían sido otra cosa en otra vida, algún portón de galpón de alguna estancia o parte de la entrada de alguna antigua manga. Tantos golpes y marcas, que se le veía la historia impresa. Y qué decir del color, se podía apreciar que de tanto en tanto afloraba entre restos de diferentes pinturas, la madera rojiza muy hermosa, era una pintura, no había que agregarle nada, solo contemplarla y disfrutar del cuadro. Tantos colores, uno sobre otro, otro y abajo la madera, en partes pelado como arrancado a los tirones, los verdes, los celestes con un gris plomo y el rojo de su alma, todo en una perfecta armonía. No tenía cerradura, solamente un trapito turquesa con ribete rosa, clavado a la altura de los ojos, sobre la madera. Qué extraña circunstancias pensé, la primer casa que visito y esta es su puerta de entrada, sin ningún tipo de seguridad, sin nada que detenga los vientos, solo un trapo, ¿tendrá una tranca por dentro? Estuve pensando una eternidad frente a esa puerta y no salía de mi asombro. Decidí golpear, levanté mi mano y apliqué un solo golpe, la resistencia del trapo fue mínima. La puerta se abrió sola y me mostró parte del interior en penumbras. Quedé tieso en el umbral, como pidiendo disculpas por semejante atrevimiento. Mientras esperaba ahí, paradito, otra eternidad se detuvo a mi lado. No había respuesta del interior y a mí no me salía una palabra. Esperé unos minutos y susurre un buen día, disculpe
usted, ¿hay alguien en la casa? Y nuevamente, no hubo respuesta. Decidí irme, pero cómo hacerlo y dejar el espacio abierto. Entonces tomé la punta del trapo, tiré suavemente hasta lograr cerrar. Giré sobre mis pies cuando escuché su voz, salía del interior junto con el sonido de unos pasos que se acercaban a la puerta. Tanto el sonido de su voz, como sus pasos era fuertes, contundentes. Sentí miedo y muchas ganas de alejarme corriendo. Pensé en su tamaño, considerando el de la puerta, en la falta de cerradura: indicaba que era alguien que no le temía a nada. Me temblaban las piernas y no las podía mover, y ahí me quedé, duro, de espaldas a la puerta.
No me quedó otra que girar, no quería morir a traición sin verle la cara al verdugo. Me tomé el tiempo necesario, lo hice lentamente y con cuidado, tratando de no mostrar el temblor que sacudía todo mi cuerpo. Y lo vi, por primera vez, recostado sobre el marco, más alto que la puerta, se tenía que inclinar para acomodar su cabeza y no daba miedo. Miré sus manos por si traía algún objeto de temer y estaban vacías, eran enormes, huesudas, se le notaban todas las venas y la vida de un trabajo rústico y duro. Alzó su mano para saludar y yo le ofrecí la mía, que se perdió por unos instantes en ese gran puño fuerte. Abrió su casa, y me invitó a pasar. Todo estaba en penumbras, hasta que por una ventana empezó a entrar la luz del sol. Pedí disculpas por la hora y le expliqué que venía por el censo, que no conocía la zona y tampoco sus costumbres ni horarios. Su silencio confirmaba sin palabras todas mis explicaciones que parecían ya excesivas. Me acomodó un banco de tronco muy cerca de la mesa para que pudiera apoyar todos los papeles que traía, mientras él prendía la cocina a leña. Yo era un típico pibe de ciudad, recién recibido de maestro y era la primera vez que estaba en el campo. El silencio fue la compañía, mientras observaba al entrevistado y la cocina. El uno le daba sentido al otro, se notaba que hombre y espacio habían convivido mucho tiempo juntos, eran una unidad maravillosa. La cocina de adobe aún conservaba el revoque de tierra y los cacharros colgados le daban color a tanta negrura. Abrí mi carpeta y tiré la primera pregunta: -Nombre y apellido, por favor: Chuli Guevara, respondió. Me pareció raro y musical el nombre, pero yo anoté mientras me alcanzaba un mate que no me atreví a negar, el sol penetraba con más intensidad por la ventana y los objetos se hacían visibles, cada rincón escondía un secreto, daban ganas de largar todo y ponerse a observar. Seguí preguntando un poco más, datos personales, actividad, estado civil, ocupantes de la casa, comodidades, etc. Hasta que me sentí estúpido preguntando si el piso era de cerámico o no, si disponía de agua corriente, si estaba a la vista que el piso era de tierra, que el techo era de chapa y hasta podías ver el cielo por unos cuantos agujeros, que el agua era de pozo, si varias veces salió al patio con la pava y bombeó el agua. Entonces, le volví a pedir disculpas por las preguntas del formulario y que si me autorizaba las completábamos sin tantas vueltas. Noté que con mis últimas palabras le saqué un peso de encima porque por primera vez, sonrió.
Y así en menos que canta un gallo teníamos el censo listo. Me preguntó si lo acompañaba hasta el arroyito que tenía que ver unas trampas de nutrias que había dejado la noche anterior. Calculé la hora, el tiempo que tenía para hacer la zona que me tocaba y le dije que sí. Y así fue, que dos desconocidos hacia una hora, caminábamos juntos, cada uno con una bolsa de arpillera echada al hombro. Él desde su altura, observaba cada movimiento que yo hacía, supongo que me veía frágil, poco preparado, con mis zapatos de gamuza marrón.
Mercedes Resch
Pedro habla con la abeja reina, mientras prepara un té, le pone miel -Quiero imaginar que esa miel es nuestra -dice la abeja en tono gracioso, y se posa sobre las flores que hay en un jarrón en el medio de la mesa. -Por supuesto que sí, mi queridísima, la más rica de todo el condado Ah! Antes de que colguemos tengo que tomarte las medidas, creo que nunca hice un vestido con la cintura tan chica.-él se emociona -Esas son las avispas Pedro, las de la cintura -¿Por qué lloras? –le pregunta y sonríe -Yo no estoy tan emocionada como vos, pensar que van a venir miles de antófilos a mi vuelo nupcial. La cantidad de zánganos con ganas de descargar, lo que menos van a mirar es mi vestido. -No seas tan negativa-dice Pedro. Van a estar muchas obreras acompañando, contemplando tu día. ¡Va a haber mucho polen, mucho néctar! ¡Va a ser una gran fiesta, mi reina! -Y vos? ¿Vas a venir solo? –le dice ella- Mirá que podés traer a quien quieras -Sí, solo. -¿Por qué no invitas a tu mamá? así de paso la conozco -¿A mi mamá? ¡Ni loco! -¿Por qué? -Porque no creo que quiera, nunca sale, a no ser que sea para ir a misa - Ah! Claro, dios la saca, nadie más.-dice la abeja en tono burlón -Eh? Dice pedro -Decile que me caso por iglesia, decile que soy virgen, limpita, respetuosa, trabajadora y seguramente buen amante, vas a ver que viene. Pedro se ríe -Si le digo eso va a querer que yo me case con vos. Todo se nubla, la abeja se eleva en el aire, va volando hasta el entrecejo de Pedro y le dice: -¿Pero tu mamá todavía no sabe que a vos te gustan los zánganos?
Cristo
Sonidos en el monte
Petronila conocía la historia (los protagonistas nunca se la habían contado) por eso cuando comenzó el relato no emitió comentario alguno. Miraba a los maravillados oyentes que alrededor del fuego lo escuchaban. “Para qué los voy a engañar, ni yo puedo con el asombro que me produce el recuerdo de aquello que ocurrió hace cuarenta años. Cuando nos dimos cuenta de que había muerto, ni dudamos que debíamos llevarlo al pueblo a pesar del temporal. Sabíamos que por el estado del camino la policía y el médico iban a tardar muchos días en llegar al campo. Le pusimos un sombrero y un sobretodo, lo sentamos entre mi hermano y yo y salimos. Rayos y centellas iluminaban la noche y el rostro de Lito, mientras que los truenos nos hacían estremecer erizándonos los pelitos de la nuca. Traspirábamos a pesar del frío invernal y de la calefacción que no andaba. Con las coleadas se reclinaba para un lado y para el otro como pidiéndonos que lo abrazáramos. Nosotros no pronunciábamos palabra, mudos íbamos con la vista fija al frente, tratando de acertar el camino y no caernos en la cuneta. Rogábamos llegar lo más rápido posible viendo que la lluvia en lugar de amainar era cada vez más torrencial. Manejar en el barro era cuestión de muñeca, no había 4x4. Llegamos al asfalto, por suerte el boliche de Pedro estaba abierto, bien merecido nos teníamos un trago. Dejamos la camioneta bien cerrada, Lito acostado en el asiento. Con el espíritu templado decidimos seguir camino. Oh sorpresa: Lito había desaparecido, ni rastros. Nunca supimos qué pasó, nunca le contamos a nadie, nunca tuvimos ninguna duda de que estaba bien muerto; hoy es la primera vez que me atrevo a contarlo. A quien preguntó por él dijimos que, así como había llegado al campo una tarde de verano buscando trabajo, un día se marchó sin anunciarlo. Muchas veces, cuando recorro el monte, escucho el tarareo que emitía mientras realizaba sus tareas; no hace mucho tiempo en el puesto donde él vivía encontramos el sombrero y el sobretodo que le pusimos aquella noche” Natalia Fernández
Caminando el barrio San Martin
Trecientos veinte pasos cortos, de los míos y ahí en esa esquina que no termina de ser plaza, ni fondo de patio y mucho menos un baldío, uno se siente bien. La única interrupción es el ruido molesto que viene del lado de los silos. El sol entusiasma, da calor y ganas de escribir algunas palabras que, como el camino, te lleva nuevamente sin un rumbo fijo. Se deja atrás la Beriso, el guasap, un perro negro con corbata, los autos que pasan y el ruido. Despensa, carnicería, se vende. Todo bajo el sol que sigue acariciando las ganas de escribir mientras se escuchan los motores que pasan por la avenida de esta ciudad que siempre se siente extraña, como que no te pertenece. Por un rato te gusta, la lames y te gusta, te detenés un instante a ver cómo la devoran esos caminos diminutos y sinuosos en todas sus partes verdes. Dos gatos en el canasto de la basura se quedan quietos, el lápiz no se detiene, mientras la gente pasa y mira. Como no los conozco, no tengo que levantar la vista y saludar. Es una buena invitación, quedarse ahí hasta la última luz y calor a tirar una letra junto a la otra sobre un pedazo de papel. Tal vez pueda comprar la carnicería o la despensa y cambiar de oficio y de rumbo. Última parada, una plaza, otro lugar desconocido, los galpones largos como tren de carga, quietos muy quietos, las vías quietas, el cielo muy cielo. Pero el resto, todo es acción y movimiento. Perros, autos, bicicletas, camiones, apurados, apuradísimos, menos yo que en rebeldía me detengo dos minutos.
Mercedes Resch
Confusión, mezcla de algodón, pasto, viento, tierra y plumas. En un instante todo se empezó a mover. Un sentimiento de pequeñez ocupó el aire mientras caía yo en espiral. Las ramas sobre el horizonte y el pasto alto impedían ver. Arrastré el cuerpo sobre la tierra, un huesito sobre otro y rodando terminé debajo de un tronco, revolcada entre mis plumas. Pensé que se venía el fin de mis días porque al movimiento incesante le sucedió la oscuridad. Era una típica mañana de invierno, fría, húmeda y la neblina impedía ver la plaza que estaba a una cuadra. Me levanté abrigada como un esquimal y así quedé sentada frente a la ventana leyendo y tomando unos mates. Cada tanto, levantaba la vista e intentaba descubrir el árbol con las gallinas en las ramas, que no se decidían a bajar. El reloj no terminó de marcar las 8.30, cuando de repente escuché una sacudida fuerte y algo que caía, al instante una gallina cruzó frente a la ventana, corría tan veloz que en su paso perdía las plumas y algo atrás que la alcanzaba. No tuve tiempo, todo sucedió en un segundo. Fue una película muy corta y de nuevo el silencio. En pocos minutos comprendí todo, ahí estaba, cruzando el alambrado, era negro con una corbata blanca; iba hacia la calle con algo en la boca, se acercaba a una silueta que por la espesura de la neblina no sabía si era hombre o mujer. Y así, él con su cómplice al lado, caminaron hasta que ya no los pude ver. No lo dudé ni un instante, en pijamas y pantuflas tomé un palo, crucé corriendo todas las puertas hasta llegar al patio, tomé las llaves de la camioneta, abrí la tranquera y sin apenas permitir calentar el motor, que se me ahogaba y no quería arrancar, salí al humo del caño de escape. Pensé en encontrarlos en la última calle, la que da a la estación. Así fue, sorprendí a una de ellas: era la mujer del policía, el otro ladrón comía su presa en los pajonales del andén. Bajé de la camioneta, no le di tiempo a pensar, ella se sintió atrapada y me dijo: no me digas nada, ya sé a qué venís…
Mercedes Resch
Shhh
Murmullos, oigo murmullos; vienen del cuarto de al lado, intento escuchar; pego el oído a la pared, pero no logro escuchar nada: se pelean, conversan, hacen planes, hacen el amor. ¿Cómo saberlo? Sin más me voy a tomar un café.
Alcira Pisano
Los atardeceres mediante el camino Los atardeceres mediante el camino me atrapan, me conquistan. Me los consumo y ellos me ayudan a sanar y luego seguir con más fuerza en la pesada rutina. Los atardeceres producen cositas hermosas en mí: me dan paz, transmiten belleza, me relajo y disfruto. Uno más lindo que el otro, ninguno más lindo que el otro. Todos lindos, distintos entre sí, pero cada uno con su esencia. Los atardeceres mediante el camino, sí, mi camino. Jimena Roth
La linda Me despierto sobresaltada, En principio no sé dónde estoy, me levanto, me acerco al balcón del dormitorio y veo una ciudad increíble desde mi posición, me vuelvo invisible, puedo observar, imaginar, proyectar, sin estar sometido a la mirada de los otros. Bella ciudad, construida sobre un valle fértil, rodeada de altas montañas a las cuales el viajero puede acceder con una aero silla y desde allí observar la periferia de tan hermoso lugar. Una multitud baja del cerro, llevan una imagen de la virgen en dirección a la catedral, donde los espera otra cantidad de gente que tiene en sus manos inmensos ramos de flores, son ofrecidos a la virgen a su paso. Las cámaras de seguridad, vigilan atentamente, los carteles de publicidad anuncian sus productos con gran luminosidad. Lentamente la multitud llega a la catedral, que preparada como un teatro, espera a la virgen, la cual es depositada en el altar mayor,a modo de la gran vedette. El arzobispo, los diáconos y los fieles, ataviados con sus mejores ropas, rinden homenaje, a la virgencita del valle, oran, dan gracias, solicitan peticiones, cantan con alegría y permanecen por horas en esta ceremonia,una vez al año ocurre este festejo. Al terminar, el autobús los espera para a llevarlos a sus hogares. Yo, invisible ,desconcertado con lo que vi ¿o imaginé? Vuelvo a la cama, donde sueño con lo visto o ¿imaginado?
Alcira Pisano