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Sensatez versus Sentimiento
Por: Eduardo Navarro, gerente general de Empresas Copec
Chile enfrenta enormes desafíos en casi todos los aspectos relevantes para los ciudadanos: acceso y calidad de la educación, salud y pensiones; el costo de la vida; los niveles de violencia y delincuencia; la sequía y el cambio climático; entre tantos otros. Son temas que han alimentado un malestar que se ha expresado socialmente desde hace un largo período, con algunas imborrables manifestaciones, aún frescas en nuestra memoria. Todo ello, en medio de altos niveles de desconfianza, la que afecta tanto a instituciones del Estado como del sector privado.
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En este contexto, el país ha iniciado una serie de discusiones de fondo que, entre otras cosas, apuntan a construir un nuevo marco constitucional que permita dar cauce a un renovado pacto social. No ha sido un proceso fácil, con un primer intento ampliamente rechazado por la ciudadanía. Afortunadamente, hoy vemos claras intenciones por moderar la discusión política y lograr mayores consensos, que recojan los anhelos de una sociedad diversa, pero asistidos por las voces de los expertos y de la experiencia.
Porque desde hace mucho tiempo ha sido muy preocupante constatar que, cuando ocurre alguna crisis, cualquiera sea su ámbito, las discusiones que surgen frecuentemente carecen de diagnósticos adecuados, profundos y técnicos. Antes de darse el espacio para el análisis, surgen las consignas, las soluciones simplistas, generalmente cargadas de ideologías.
Entonces, parece claro el desafío y necesidad de iluminar las discusiones, de modo de dejar de lado tanta desinformación, que con una facilidad increíble se propaga por las redes, distorsionando gravemente las percepciones de las personas y, con ello, el debate público.
Hoy más que nunca parece fundamental contar siempre con diagnósticos adecuados, que permitan guiar la elaboración e implementación de las mejores políticas públicas, que sean efectivas y con impacto real para la sociedad. Entendiendo siempre que los problemas que enfrentamos son enormemente complejos, y para ellos no existen soluciones simples. Y no hay opciones perfectas; todas tienen pros y contras, y es necesario reconocerlo para tener una discusión virtuosa sobre la ruta a seguir.
Una reflexión similar surgió a comienzos de este año, cuando fuimos testigos de los enormes incendios que se extendieron entre las regiones de O’Higgins y Los Lagos, con mayor gravedad entre el Maule y La Araucanía. El origen de estos está siendo investigado por la justicia, aunque es de conocimiento público que fueron causados por la acción humana y, en parte importante, en forma intencional.
Fue curioso ver los intensos y amplios debates que terminaron circunscribiendo estos eventos principalmente a la industria forestal, y a una supuesta responsabilidad de sus plantaciones.
Porque solo un tercio de los terrenos afectados corresponde a bosques de producción forestal, lo que deja claro que este es un tema que incumbe a muchos otros actores de la sociedad. Constatamos nuevamente esa lamentable práctica de abordar una crisis sobre la base de prejuicios, premisas erradas o, peor aún, falsas.
Incluso, en medio de la emergencia, vimos intentos de llevar adelante modificaciones a la legislación sectorial. Un debate muchas veces teñido de información falsa que ha ido originando mitos, y que se daba al tiempo que nuestra filial ARAUCO desplegaba más de dos mil brigadistas, 89 carros bomba, 30 pistas y helipistas, 11 aviones cisterna, 17 helicópteros cisterna y de transporte de brigadas, 4 helicópteros pesados, 3 aviones de coordinación, 18 skidders, 2 bulldozers, 130 torres de detección con cámaras automáticas, satélites de detección de incendios, 3 centrales de detección, además del apoyo de empresas especialistas, nacionales e internacionales, y todo ello coordinado con bomberos y la autoridad, en un claro ejemplo de la colaboración público-privada.
Es realmente lamentable el bajo nivel de conocimiento, desinformación y, tal vez, ignorancia en torno a la industria forestal que no es más que otra víctima de los incendios, como bien dijeron las autoridades encargadas de investigar sus causas.
Por eso parece bueno recordar que en Chile existen más de 17 millones de hectáreas de bosques, de las cuales 14,4 millones corresponden a bosque nativo y solo 3,1 millones a plantaciones de producción forestal.
Una parte muy importante de estas últimas se establecieron como una solución ambiental en zonas degradadas por usos agrícolas, ya que la forestación, es decir, la plantación de árboles y la creación de bosques, ayuda a reducir la erosión del suelo, actuando como un gran protector de la radiación y vientos, y aumenta la capacidad de retener el agua proveniente de las lluvias, favoreciendo la infiltración hacia las napas subterráneas. Bosques que mejoran la calidad del agua, al actuar como filtros naturales, reduciendo la cantidad de contaminantes de las corrientes y ríos, pudiendo regular, además, la temperatura de los cauces. Bosques que, contrario a lo que se ha vertido en la opinión pública, no consumen el agua de napas subterráneas, sino que se nutren de este recurso hasta una profundidad que no supera el primer metro de suelo. Tampoco utilizan riego, cosa que sorprende a muchos, pues su única fuente de captación de agua son las precipitaciones.
Por otra parte, y también en materia ambiental, en la actualidad la forestación es considerada como una de las estrategias más efectivas para combatir el cambio climático, ya que los bosques son capaces de almacenar grandes cantidades de carbono, lo que ayuda a retirar gases de efecto invernadero de la atmósfera. Más aún, los productos forestales permiten reducir y reemplazar el uso de materiales menos amistosos con el medio, especialmente en industrias como la de la construcción, la textil y la del plástico.
Recordar acá, y con orgullo, que nuestra filial ARAUCO fue la primera forestal en el mundo en certificarse como carbono neutral, es decir, que el dióxido de carbono que captura supera sus emisiones. Más aún, si en Chile tuviéramos unas pocas empresas con un desempeño de carbono similar al de ARAUCO, el país sería carbono neutral.
La forestación se inició hace pocas décadas, entre otras cosas, para darle a la zona centro sur una actividad económica que pudiera reemplazar a la del carbón. Forestación que ha usado suelos que no tienen aptitud agrícola, y muchas veces en laderas o terrenos con pendientes. Forestación que ha convivido con el bosque nativo, ya que recordemos que esta industria no solo no corta especies nativas, sino que protege y cuida extensas zonas de estas, con las cuales convive armónicamente.
La actividad forestal se asemeja a la agricultura, dado que se cosecha lo que se siembra, aunque a diferencia de la segunda, luego de muchos años. Esta industria le da a la madera una condición de recurso infinito, dado que se puede plantar en forma permanente, año tras año, alejando con ello esa visión de extractivismo que hemos escuchado y que no corresponde. Más aún, por cada árbol que cosecha ARAUCO, planta dos o tres nuevos. Las plantaciones forestales con un recurso natural renovable y sustentable.
Aparte de los beneficios ambientales, la forestación también genera valores económicos y sociales significativos. Esta industria se caracteriza por ser altamente tecnológica, formando y demandando profesionales y técnicos sofisticados, siendo una importantísima fuente de empleos locales, y un gran motor de desarrollo para las regiones donde están sus complejos industriales.
Por estas y tantas otras razones, Chile no puede darle la espalda a una de sus pocas industrias de clase mundial. Es una de las escasas actividades donde competimos en las grandes ligas, y precisamente con países desarrollados que nos gusta mirar como referencia, superando muchas veces sus estándares de operación. Mientras el sector forestal en los países escandinavos es motivo de orgullo, acá se le cuestiona y se le endosa injustamente responsabilidad sobre problemas que la afectan directamente y cuyas causas no se relacionan con su quehacer.
Permitámosle al sector seguir creciendo, independiente de las mejoras que permanentemente deben incorporarse a sus prácticas. Entre estas, hablar más desde las compañías, porque sabemos que los espacios que no se asumen los toman otras voces. Chile requiere de muchas industrias pujantes, tradicionales y nuevas, para lograr ese anhelado desarrollo, para el beneficio de toda la sociedad. Y ese es nuestro compromiso.
En definitiva, el actuar con buena fe en el debate público, con información certera y con un anhelo real de resolver problemas, es esencial para lograr un diálogo constructivo y efectivo en cualquier sociedad. Cuando las personas se involucran en debates públicos, es importante que se aborden los problemas de manera racional y sensata, con respeto, honestidad intelectual y empatía. Todos deben escuchar y considerar los argumentos de los demás, incluso si no están de acuerdo con ellos. Porque si bien es legítimo tener opiniones diversas, es importante también estar dispuestos a debatir con argumentos sólidos, despersonalizados, y sin manipulaciones emocionales.
Solo así lograremos generar adecuados diagnósticos, insumo necesario para abordar cada una de las demandas sociales que arrastra el país, desde los temas sectoriales como el forestal, hasta el gran acuerdo constitucional. Siempre con información veraz y disposición a dialogar. De lo contrario, corremos el riesgo de extraviarnos hacia decisiones equivocadas, que pueden incluso agudizar aquello que buscamos resolver.