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3.2. Teoría cognitiva de la metáfora
distinto. La metáfora pasa a ser el origen del lenguaje, una herramienta fundamental para comprender el mundo, anticipando muchas de las premisas que posteriormente demuestra la lingüística cognitiva.
3.2. Teoría cognitiva de la metáfora
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En el siglo xx, a finales de la década de los setenta, el cognitivismo empieza a cobrar fuerza como reacción al conductismo. Tiene como finalidad estudiar la cognición humana en cuanto a sus mecanismos de procesamiento y a la organización de su sistema conceptual. La lingüística cognitiva considera que la mente no es una parte independiente del cuerpo y, por lo tanto, la cognición está determinada por una organización biológica, anatómica, bioquímica y neurofisiológica. Así, las capacidades cognitivas son copartícipes de los principios generales de la cognición humana, y las capacidades lingüísticas, lejos de ser un módulo independiente, derivan de las capacidades psicológicas humanas. La lengua es concebida como un fenómeno mental, como una capacidad cognitiva que comparte estructuras y habilidades con otros procesos cognitivos y que se sirve de los mismos mecanismos para expresar significado. Las bases sobre las que se asienta la lingüística cognitiva son sus tres líneas de investigación: la teoría de prototipos, la semántica cognitiva y la TCM.
La metáfora ocupa el centro de la lingüística cognitiva y deja de ser un recurso estilístico o una desviación lingüística para ser un recurso con dos funciones cognitivas principales: generar nuevas conexiones entre ideas y conceptualizar campos abstractos.
Lakoff y Johnson definen metáfora como «entender y experimentar un tipo de cosa en términos de otra» (1980/1986, p. 41). La metáfora es un recurso para comprender y explicar fenómenos de los que no se posee una experiencia directa (abstractos) a través de fenómenos de los que sí se tiene (concretos). Es, por lo tanto, un procedimiento imprescindible para conceptualizar la realidad y no una figura retórica. Además, sostienen que la metáfora impregna el lenguaje cotidiano y el pensamiento, ya que sirve para estructurar los conceptos:
La metáfora impregna nuestro sistema conceptual normal. Hay tantos conceptos, importantes para nosotros, que son abstractos o no están claramente delineados en nuestra experiencia (las emociones, ideas, el tiempo, etc.), que es necesario que los captemos por medio de otros conceptos que entendemos con mayor claridad (orientaciones espaciales, objetos, etc.). Esta necesidad conduce a la definición metafórica en nuestro sistema conceptual. (Lakoff y Johnson, 1980/1986, p. 156)