Semanario Nº 8

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Marandu de la Patria

“Mariano Moreno” Semanario de efemérides

Posadas, Misiones, Argentina Año I - Nº 8 Mayo 2011

LO IMPORTANTE DESTACADO DE LA SEMANA!

1810

La Semana de Mayo Cronología de una Revolución

Antecedentes de la Revolución de Mayo 29 de Mayo de 1810 Creación del Ejercito Argentino

Resumen Fallecimiento del Tcnl Manuel Virto (1853) Fallecimiento del capitán Manuel Antonio Artigas (1811) Nacimiento de Manuelita Rosas (1817) Batalla de Punta Carretas (1841) Fallecimiento del teniente coronel José E. Cereso (1863) Batalla de Tuyutí (1866) Fallecimiento de Francisco Bibolini (1907) Inauguración de la primera Pirámide de Mayo (1811) Entrada en vigencia de la primera Constitución (1819) Finalización de la Expedición al Desierto (1834) Fallecimiento de la teniente coronela Juana Azurduy (1862) El Batallón 1º de Línea llega a Corrientes (1865)

ESCUELA DE GOBIERNO NÉSTOR KIRCHNER Wwww.emcuentroamericano.com.ar Fuente: Revisionistas.com


Antecedentes de la Revolución de Mayo Autor : Felipe Pigna. Motín de té

A fines de 1773, tres buques británicos cargados con té de la India, producto que pagaba impuestos, anclaron en el puerto de Boston. Vestidos como pieles rojas, varios bostonianos subieron a los barcos y tiraron su carga al agua en señal de protesta . Los patriotas norteamericanos se negaban a pagar impuestos mientras no estuvieran representados en el parlamento inglés. "Si tenemos obligaciones debemos tener también derechos", decían.

La Independencia de los EEUU

Gran Bretaña venía aplicando muchas restricciones al comercio con sus colonias de América del Norte en beneficio de los mercaderes ingleses. Sus productos podían ser exporatdos sólon a la Metrópoli. Pese a esto y gracias al desarrollo de la pesca, la agricultura, la industria y el contrabando, los colonos subsistían y su ecoonomía progresaba. Pero hacia 1770 la corona quiso obligar a los colonias a que pagasen parte de los gastos de las guerras europeas. El parlamento inglés votó la Ley del azúcar, que autorizaba a cobrar un impuesto por este producto y luego la Ley del Timbre, que obligaba a pagar a todos los documentos públicos un derecho a través de una estampilla. La mayoría de los norteamericanos se opusieron a estas leyes. Decían que el Parlamento de Gran Bretaña no podía fijarles nuevos impuestos porque ellos no estaban representados en ese organismo. La Asamblea de la Colonia de Virgina declaró que los ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


colonos sólo debían pagar los impuestos fijados por esa asamblea. Las demás colonias imitaron a Virginia, hasta que se decidió reunir un congreso en Filadelfia en 1774. Fue en ese congreso que el 4 de julio de 1776 las trece colonias norteamericanas acordaron poner fin a la dominación británica . Comenzaba una larga guerra de independencia en la que los rebeldes contarían con el apoyo de Francia y España. En 1783 Inglaterra debió reconocer su derrota y reconocer la Independencia de los Estados Unidos de América La constitución norteamericana ,promulgada en 1787, fue muy innovadora. Declaraba que todos los hombres eran iguales ante la ley . Esto no incluia a una importante cantidad de habitantes de la nueva nación: los esclavos, que continuaron padeciendo una durísima situación. En cuanto al derecho de voto, sólo podían ejercerlo los hombres propietarios.

La defensa de los derechos de propiedad y libertad, quedaba garantizada por la nueva Constitución. Se proclamo el sistema republicano en el que quedaba muy clara la división de los poderes : un ejecutivo, ejercido por un presidente; un legislativo, compuesto por una Cámara de Representantes con diputados proporcionales a la población de cada Estado y un Senado integrado por dos senadores por Estado, y un Poder Judicial, ejercido por un Tribunal Supremo.

George Washington

Siendo dueño de una plantación de tabaco, en 1755 fue nombrado comandante de la milicia de Virginia en las luchas fronterizas contra los indios y los franceses. Más tarde entre 1759y y 1774 fue miembro de la Asamble Legislativa de Virginia, hasta que en 1775 fue elegido jefe militar de las trece colonias en la guerra de independencia contra ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


Gran Bretaña.

En 1781 derrota a los ingleses en Yorktown y en 1789 fue electo como el primer presidente de los EEUU.

La Rebelión de Túpac Amarú

Las reformas borbónicas , implementadas por Carlos III a fines del S XVIII, con su afán centralizador y recaudador, significaron un aumento del trabajo y la opresión de los indígenas.

En el Perú en 1780, un descendiente de los incas, José Gabriel Condorkanki, tomó el nombre del último emperador de los Incas, Túpac Amaru, que había sido asesinado por el virrey Francisco de Toledo, y encabezó una rebelión de indígenas y mestizos contra el poder español. Querían poner fin a la brutal explotación a la que eran sometidos ,desde hacia siglos, en minas, haciendas y obrajes, por los españoles. El movimiento tuvo una enorme adhesión y se extendió por una amplia zona que iba de Colombia a nuestro territorio. Miles de indígenas se integraron al ejército libertador de Túpac Amaru que pretendía el fin del dominio español y la devolución de la tierra americana a sus legítimos dueños

La rebelión obtiene sus primeros triunfos y Túpac comienza a aplicar un programa revolucionario: devolución a los campesinos de sus tierras usurpadas, anulación de la esclavitud y los servicios personales, como la Mita y el Yanacpnazgo.

Asustados por la magnitud y el alcance de la rebelión de Túpac Amaru y su ejército libertador, la Iglesia, el estado, los criollos y los europeos cierran filas para enfrentar el ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


peligro.

Decía la copla de un español

" Si triunfaran los indios nos hicieran trabajar del modo que ellos trabajan y cuanto ahora los rebajan nos hicieran rebajar. Nadie pudiera esperar Casa, hacienda ni esplendores, Ninguno alcanzará honores Y todos fueran plebeyos: Fuéramos los indios de ellos Y ellos fueran los señores." Tras heroicos combates en los que mueren unos 100.000 indígenas, el primer grito de libertad americano es acallado y su líder detenido. Ante la pregunta por los responsables Tupac le responde al Visitador español:" Nosotros dos somos los únicos conspiradores;

Vuestra merced por haber agobiado al país con exacciones insoportables y yo por ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


haber querido libertar al pueblo de semejante tiranía." (...) " Aquí estoy para que me castiguen solo, al fin de que otros queden con vida y yo solo en el castigo." El 18 de mayo de 1781, tras asesinar a casi toda su familia, las autoridades españolas someten a Túpac Amaru al suplicio del descuartizamiento. Cuatro caballos tiraron de sus extremidades pero no pudieron con su fuerza. Indignados ordenaron suspender la "ceremonia" y que un verdugo completara la feroz tarea a hachazos.

Las partes de su cuerpo fueron colocadas en picas en las ciudades en las que había triunfado el intento revolucionario.

Túpac Amaru pensó que era factible una alianza con los criollos. Pero los propietarios nacidos en América no se diferenciaban demasiado de sus colegas europeos. Formaban parte de la estructura social vigente que basaba su riqueza en la explotación del trabajo indígena en las minas, haciendas y obrajes.

La independencia propuesta por Túpac no era sólo un cambio político, implicaba modificar el esquema social vigente en la América española.

La r evolución industr ial

Para Inglaterra, el siglo XVIII estuvo marcado por grandes transformaciones económicas. Cambió la modalidad de explotación de la tierra: cercamiento de los campos, rotación de cultivos, uso de algunos fertilizantes, mejoras en el instrumental de labranza, reducción del personal al mínimo imprescindible... Todo esto tendió a aumentar la producción y, en consecuencia, a bajar los precios, en los lugares en que se

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aplicaba este nuevo sistema, que eran las propiedades de los más pudientes,

Este aumento de la producción ocurrió en la época en la cual la población europea tendía también a aumentar. Mucha gente, al no encontrar trabajo en el campo, emigró a las ciudades.

A pesar del descenso de los precios, el aumento de la producción enriqueció a los grandes terratenientes, hasta que llegó el momento en que les fue prácticamente imposible seguir reinvirtiendo las ganancias en sus posesiones agrícolas.

Fue entonces cuando se produjo en Inglaterra un gran cambio en la producción de bienes manufacturados que puede considerarse una auténtica revolución.

Durante el siglo XVIII las carencias técnicas que impedían o dificultaban la producción habían representado desafíos a las mentes ágiles y prácticas de muchos británicos. Hacia fines de siglo, las industrias textiles comenzaron a disponer de adelantos tecnológicos revolucionarios que les permitían aumentar y mejorar la producción.

Para sacar provecho de esos progresos tecnológicos era menester disponer de capitales que la bonanza de la agricultura y las aventuras coloniales inglesas habían vuelto muy accesibles. Por su parte, el aumento de la población proveyó a la naciente revolución industrial de muchísima mano de obra que, justamente por ser tan abundante, no lograba una buena remuneración por su trabajo. Aunque muy grave, este hecho se veía atenuado por el mencionado descenso de los precios agrícolas, que abarataban el pan, la cerveza y la carne, alimentos básicos de la mayoría de la población.

Finalmente un vertiginoso aumento de la producción, como el que experimentó ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


Inglaterra a fines del siglo XVIII y principios del XIX, hubiera sido muy difícil de asimilar por un país que no tuviera, como los ingleses, una gran marina mercante y vinculaciones comerciales a nivel mundial.

Sin estas condiciones, el mercado interno hubiera corrido el riesgo de saturarse con el aumento de la producción y frenar así este proceso antes de que comenzara.

La producción de la fábrica (concentración de obreros, división del trabajo, producción en serie, etc.) era una modalidad completamente nueva en Europa, que se generalizó rápidamente. El vertiginoso crecimiento de la industria, tendió a dominar sobre todas las otras actividades­ agricultura, artesanías, comercio­ El sector artesanal, en particular, sufrió la terrible competencia de la nueva industria hasta tal punto que, en algunos sectores, desapareció por completo.

Hasta fines del siglo XVIII las fábricas de Inglaterra estaban todas ubicadas a las orillas de ríos, porque era la fuerza del agua (hidráulica) la que daba impulso a las máquinas. A partir del descubrimiento de la fuerza del vapor las fábricas se distribuyeron por distintas zonas de Inglaterra y aumentó notablemente la producción, sobre todo de carbón, acero, telas y ropa. Mucha gente se trasladó a las ciudades buscando trabajo, pero no muchos lo consiguieron: una máquina podía hacer el trabajo de varios hombres. Creció la desocupación y la miseria en los sectores populares mientras se enriquecían rapidamente los dueños de las fabricas. Una vez satisfechas las necesidades del mercado local, Inglaterra se lanza a la búsqueda de nuevos mercados, por las buenas o por las malas, donde colocar sus productos y conseguir materias primas baratas para sus fabrica

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Las Ideas Liberales

A partir de la revolución francesa cobraron fuerza en Europa los partidarios de la libertad política y económica. Se los llamó liberales. Los liberales leían los libros de Voltaire, Rousseau, Montesquie, Diderot y Dalambert, que habían servido de base para la revolución. Se oponían a las monarquías y a los poderes absolutos. En economía seguían las teorías del inglés Adam Smith que en 1776 decía en su libro "La Riqueza de las naciones" que el capital más importante que tiene un país, no son sus riquezas naturales sino el trabajo de sus habitantes y que, por lo tanto la educación era una tarea fundamental del estado para capacitar a la mayor cantidad de gente posible. Inglaterra va a difundir estas ideas de Smith por el mundo fomentando el libre comercio, es decir que los países dejen entrar los productos británicos, pero no será tan liberal a la hora de dejar entrar productos extranjeros en Gran Bretaña.

Los primeros economistas cr iollos

A fines del siglo XVIII aparecen en Buenos Aires claramente expresadas las nuevas ideas económicas que estaban en auge en Europa. Esto se debió a la tarea de Manuel Belgrano e Hipólito Vieytes que fomentaron el estudio y la lectura de la economía política, e intentar crear una conciencia favorable a la diversificación de las actividades económicas de nuestra tierra. Advertían sobre los peligros futuros para un país que se dedica sólo a la ganadería y descuida su industria, su agricultura y su comercio interno.

Desde 1794 Manuel Belgrano, desde su cargo de secretario del Consulado de Buenos Aires redacta informes sobre agricultura, industria y educación, fomentando la creación de escuelas y bibliotecas. En 1802 funda con Hipólito Vieytes el "Semanario de ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


Agricultura, Industria y Comercio", que será un importante difusor de las nuevas ideas económicas hasta que la censura virreinal advierta esta importancia y lo cierre en 1803

Belgr ano

Después de graduarse en España con las mejores calificaciones, Belgrano quiso volver a su patria y aplicar los conocimientos adquiridos. Había estado en contacto con los difusores de las nuevas corrientes económicas que privilegiaban la actividad industrial y agrícola sobre la ganadera y sotenían que la riqueza de un país se basaba sobre todo en el trabajo y el bienestar de sus habitantes. Hará todo lo posible por difundir y aplicar estas ideas , pero la clase dirigente porteña le dio la espalda, le resultaba más sencillo seguir vendiendo vacas y comprando todo lo demás afuera.

Retr ato de Vieytes

Nació en San Antonio de Areco el 12 de agosto de 1762. Estudió filosofía y jurisprudencia en el Real Colegio de San Carlos. En 1802 fundó el " Semanar io de Agr icultura Industr ia y Comer cio" . Este periódico fue un importante difusor de las nuevas ideas económicas y políticas. Vieytes advirtió los peligros que generarían parta esta región dedicarse exclusivamente a la ganadería, descuidando la agricultura y la industria " que hace fuerte y autónomas a las naciones" . En 1806 y 1807 luchó contra los ingleses como capitán de milicias. Poco después instaló una jabonería en sociedad con su amigo Nicolás Rodríguez Peña, en la actual esquina de Venezuela y Tacuarí. Esta jabonería servía de centro para las reuniones clandestinas de los patriotas.

Tráfico de esclavos ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


Hasta los comienzos de la revolución industrial Inglaterra fue una de las principales impulsoras del tráfico de esclavos, trasladando millones de personas desde Africa hasta los EEUU , Centroamérica y Brasil. Pero tras la Revolución cambió de actitud, se dio cuenta que las nuevas industrias necesitaban consumidores y que los esclavos producían pero no consumían. Impulsará así el abolicionismo que proponía reemplazar a los esclavos por trabajadores de bajos salarios.

Hilandería inglesa

Tras la revolución industrial la industria textil adquirió un impulso extraordinario multiplicando notablemente su producción, abaratando sus costos y desplazando a las industrias artesanales de muchas regiones del mundo.

La r evolución francesa

El siglo XVIII europeo fue el de la Ilustración, la Enciclopedia y el encumbramiento de Inglaterra como gran potencia colonial, comercial y mundial. Este mundo nuevo produjo la caída del viejo. Por ello, el siglo XVIII fue también el del hundimiento del "Antiguo Régimen", de la sociedad estamental, de los gremios, y de una economía basada en la producción agrícola.

En 1789 una revolución puso fin a siglos de monarquía en Francia. El Rey Luis XVI y su esposa, María Antonieta fueron ejecutados con el invento del Dr. Guillotín, la guillotina, una máquina de cortar cabezas que se puso muy de moda en Francia por esos años.

La revolución francesa significó el principio del fin del Absolutismo monárquico y el ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


triunfo de los principios de soberanía popular y división de los poderes.

El pueblo de París formó una asamblea que asumió el poder y suprimió todos los privilegios de los nobles, entre ellos el de no pagar impuestos. La Asamblea redactó la "Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano". Sus tres principios eran "Liberté, Egalité y Fraternité"(libertad, igualdad y fraternidad). La declaración decía en uno de sus párrafos "Los hombres nacen y viven libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales (el hecho de ser ricos o pobres) sólo pueden estar fundadas en la utilidad común." También decía que "la soberanía reside en la nación ". Esto quería decir que el verdadero poder lo tenía ahora el pueblo de la nación y no ya el rey. Este es el principio de soberanía popular según el cual el pueblo le da el poder a los gobernantes y si estos no cumplen o se muestran incapaces, el poder debe volver al pueblo.

Muchos son los que vieron en la revolución el triunfo de las ideas de la burguesía, identificada con las ideas liberales, ideas basadas en la defensa de las libertades individuales; en el derecho de cada hombre a ejercer sus derechos esenciales: la libertad de expresión, de comercio, el derecho a la propiedad y a la seguridad. Por primera vez se proclamó la existencia de los derechos que todo hombre posee como hombre y como ciudadano, a partir de un principio hasta ese momento desconocido: la igualdad ante la ley.

De todas las revoluciones contemporáneas, la francesa fue el único gran movimiento de ideas que produjo un efecto real sobre todo el mundo. Junto con la revolución norteamericana, la revolución francesa impuso el constitucionalismo.

Al imponer los principios de soberanía popular y abolir la monarquía Francia quedo ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


enfrentada a toda la Europa monárquica.

Así comenzó una prolongada guerra que se extendería por 23 años. Para hacer frente a tan formidable enemigo fueron movilizados los sectores populares urbanos que, con los jacobinos, llegaron a tener presencia en el gobierno revolucionario. En 1794 desaparecido el peligro de una derrota, la alta burguesía, integrada por grandes comerciantes, financistas, banqueros y propietarios de industrias, se hizo cargo del Poder.

Napoleón

Tras los agitados años de la Revolución Francesa asumirá el poder Napoleón Bonaparte y en 1804 se proclamará Emperador. Todo emperador necesita de un Imperio así que Napoleón se propuso conquistar toda Europa. La gran rival de Napoleón fue Inglaterra. España, si bien era neutral en el conflicto había ofrecido a Francia buques y dinero. Esto enojó a los ingleses que apresaron, al mejor estilo pirata, la flota española que transportaba cientos de barras de oro procedentes de América. España se alió momentáneamente con Francia y se enfrentaron con la flota inglesa en la batalla de Trafalgar en 1805. La flota española quedó destruída y los ingleses se transformaron en dueños absolutos de los mares. El tráfico entre España y América quedó prácticamente interrumpido.

Napoleón invade España

En 1808 Napoleón invadió España y obligó a renunciar al trono a Carlos IV a favor de su hijo Fernando VII. Pero ahí no terminó la cosa, Fernando fue tomado prisionero y ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


obligado a dejarle el trono de España a José Bonaparte, hermano de Napoleón. Los españoles nunca aceptaron al rey José al que llamaron "Pepe Botellas" por su notable gusto por el buen vino.

En toda España comenzaron a formarse juntas de gobierno que respondían a una Junta Central instalada Sevilla para resistir la invasión francesa. Los juntistas decían que al estar prisionero el Rey, el poder volvía al pueblo que debía ejercerlo directamente.

Datos biogr áficos

Napoleón Bonaparte nació en Córcega en 1769 y de muy joven se incorporó a la academia militrar francesa. Tras el golpe de estado del 18 Brumario (9 de Noviembre de 1799) gobernó Francia con amplios poderes. En 1804 se coronó emperador. Realizó importantes conquistas por toda Europa hasta que en 1812 fue derrotado en Rusia. Tras un breve período de recuperación fue derrotado definitivamente en Waterloo el 16 de junio de 1815. Fue desterrado a la Isla de Santa Elena donde murió el 5 de mayo de 1821.

La liber tad guiando al pueblo

La Revolución Francesa significó un gran avance en la lucha de los pueblos por su dignidad contra el despotismo de los reyes y los nobles y la desigualdad social que imponía el antiguo régimen. Por primera vez se formularon claramente los "Derechos del Hombre" partiendo de la base de que todos los hombres son iguales ante la ley.

J osé Bonaparte

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A poco de instalado en el trono español Jose Bonaparte, el pueblo español lo rebautizó como Pepe o Pepino Botellas, por su afición al buen vino. Pepino dictó una Constitución liberal para España. Los españoles bautizaron al documento como "La Pepa" y el día de la promulgación hubo grandes festejos al grito de "Viva la Pepa".

Dama por teña

Las damas del Buenos Aires virreinal hacían una vida tranquila. Se levantaban bastante tarde para ir de shoping a la recova, frente al cabildo, donde estaban las tiendas de ropa y los puestos de los pequeños comerciantes que vendían artículos de mercería. Por la tarde organizaban las tertulias en sus casas, en las que se bebía, se bailaba , se cantaba y se comía y donde las niñas jóvenes podían conocer a sus novios.

Indios pampas

Los indios mantenían buenas relaciones comerciales durante la época virreinal y la etapa revolucionaria. Era frecuente verlos llegar a la ciudad a vender sus ponchos, cueros y plumeros y a comprar con el producto de estas ventas, azúcar, yerba y productos elaborados.

El aguatero

Por aquel entonces Buenos Aires ni soñaba con canillas ni agua corriente, así que la única manera de proveerse de agua era a través del aguatero que transportaba en su carro este producto imprescindible. La gente sabía cuando pasaba y lo esperaba ansiosamente, perp el igual, por las dudas se anunciaba a los gritos : "aguateeero, agua

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fresquita para las niñas bonitas"

Negra vendiendo dulces

Ante la resistencia indígena , los españoles del Plata introducen esclavos de Africa para realizar las más variadas tareas. A diferencia de otros lugares de América, los esclavos de Buenos Aires eran empleados sobre todo en tareas domésticas y el trato que recibían era mucho mejor que, por ejemplo, los EEUU o Brasil.

La Primera Invasion Inglesa

En junio de 1806 Buenos Aires fue invadida por una escuadra inglesa, al mando del General William Carr Beresford, que tomó por sorpresa a los porteños. El virrey Sobremonte se escapó de la ciudad rumbo a Córdoba sin poder salvar el tesoro del virreinato que fue capturado por los ingleses.

Buenos Aires se había transformado en una colonia inglesa gobernada por Beresford. La primera medida decretada por los británicos fue la libertad de comercio. Para disimular también decretaron la libertad de imprenta y la libertad religiosa. Mucha libertad pero seguíamos siendo una colonia. La mayoría de la población valoraba estas libertades pero no quería a los invasores. Tambien estaba indignada con la cobardía del virrey la ineficiencia de las tropas españolas para defender la ciudad. Los porteños decidieron resistir.

El marino francés Santiago de Liniers se trasladó en secreto a Montevideo para preparar la reconquista de Buenos Aires mientras que Juan Martín de Pueyrredón preparaba

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tropas en los campos vecinos a la ciudad.

Liniers regresó de Montevideo con refuerzos y se unió a Pueyrredón. Juntos lograron derrotar a los británicos el 12 de agosto de 1806.

El triunfo militar trajo consecuencias políticas. El pueblo se atribuyó el mérito de la reconquista

Ante la ausencia del Virrey Sobremonte un Cabildo Abierto nombró a Liniers jefe militar de la ciudad. Esta medida era claramente revolucionaria: el Cabildo pasaba por encima de la voluntad del virrey.

Frente a la posibilidad de otra invasión, los vecinos decidieron formar cuerpos militares llamados milicias. Los habitantes de la capital formaron el cuerpo de Patricios; los del interior el de Arribeños (porque eran de las provincias de arriba); los esclavos e indios el de Pardos y Morenos. Por su parte los españoles formaron las milicias de Gallegos,

Catalanes, Cántabros, Montañeses y Andaluces. En cada milicia los jefes y oficiales fueron elegidos democráticamente por sus integrantes.

Entre los jefes electos se destacaban algunos jóvenes criollos: Manuel Belgrano, Cornelio Saavedra, Domingo French, Antonio Beruti, Hipólito Vieytes, entre otros.

La ciudad se militarizó pero tambien se politizó. Las milicias se transformaron en lugares de discusión política.

Segunda Invasión Inglesa

No se equivocaban los porteños en prepararse militarmente. A fines de junio de 1807 ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


los ingleses insistieron. Esta vez eran 12.000 hombres al mando del General Whitelocke. Pero Buenos Aires ya no estaba indefensa. Las milicias estaban alertas y el alcalde de la ciudad Martín Alzaga, había organizado a los vecinos para la defensa.

Cuando los ingleses pensaron que volverían a desfilar por las estrechas calles porteñas, desde los balcones y terrazas fueron recibidos a tiros, pedradas y torrentes de agua y aceite hirviendo. Entre sorprendidos y fritos, los ingleses optaron por rendirse el 7 de julio de 1807

Un poder cada vez más débil

Las invasiones inglesas demostraron que España estaba seriamente debilitada y que no podìa ni abastecer correctamente ni defender a sus colonias. Los habitantes de Buenos Aires, indignados por la actitud del Virrey Sobremonte, desconocieron su autoridad y eligieron a uno de los lìderes de la reconquista para reemplazarlo,Santiago de Liniers.

La Corona española aceptó su nombramiento como virrey provisorio en 1808. Poco después se produjo la invasiòn napoleónica a España, la prisión de Fernando VII y la asunciòn de José Bonaparte. Este hecho fue utilizado por el gobernador de Montevideo, Javier de Elìo, para pedir la renuncia de Liniers, acusàndolo por su orìgen francés, de ser un agente secreto de Napoleón. Liniers se negó y Elío formó un gobierno independiente en Montevideo, desconociendo la autoridad del virrey.

En Buenos Aires también habìa quienes desconfiaban del virrey francés. El 1 de enero de 1809, un grupo compuesto mayoritariamente por españoles, quiso aprovechar las elecciones para el Cabildo para desplazarlo del poder. Pero les salió el tiro por la culata. ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


Las milicias criollas defendieron a Liniers quien salió fortalecido de esta asonada. Las milicias españolas fueron desarmadas y disueltas, los dirigentes de la conspiración, entre ellos Martín Alzaga fueron detenidos y deportados.

Llega el último virr ey

Liniers era virrey provisorio, así que la Junta de Sevilla decidió nombrar a uno definitivo. El elegido fue Baltasar Hidalgo de Cisneros, un marino español que habìa peleado en Trafalgar. Elìo aceptò la autoridad de Cisneros y disolvió la Junta de Montevideo.

El ambiente en Buenos Aires estaba caldeado y el nuevo virrey tuvo que actuar con mucho tacto y escuchar, a pesar de su sordera, los reclamos del libre comercio que se hacían más enérgicos tras la suspensión de los intercambios entre España y la colonia. Este reclamo tomó forma escrita en "La Representación de los Hacendados", redactada por Mariano Moreno e isnpirada por Manuel Belgrano. Allí, Mariano Moreno solicita, entre otras cosas, la libertad de comercio entre los productores locales y los comerciantes británicos.

" Nada es hoy tan provechoso para la España como afirmar por todos los vínculos posibles la estrecha unión y alianza con la Inglaterra. Esta nación generosa que, conteniendo de un golpe el furor de la guerra, franqueó a nuestra metrópoli auxilios y socorros, es acreedora por los títulos más fuertes a que no se separe de nuestras especulaciones el bien de sus vasallos (...)Acreditamos ser mejores españoles cuando nos complacemos de contribuir por relaciones mercantiles a la estrecha unión de una nación generosa y opulenta, cuyos socorros son absolutamente necesarios para la ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


independencia de España." Ante la desesperante escasez de recursos, el nuevo virrey toma una medida extrema, aún contra la oposición del consulado: aprueba un reglamento provisorio de libre comercio que ponía fin a siglos de monopolio español y autorizaba el comercio con los ingleses

Soldado del r egimiento de naturales

Frente al peligro de un nuevo ataque inglés, se forman en Buenos Aires en 1807 las milicias, formadas por soldados voluntarios, estos regimiento tomaron los nombres de las distintas regiones de españa y el virreinato de donde eran oriundos sus componentes. Entre ellos se destacó el de "Indios, Pardos y Morenos", llamado también de "Naturales", compuesto por más de 400 hombres, de los cuales unos doscientos cuarenta eran indios. En homenaje a su valentía durante la segunda invasión, el cabildo llamó "Plaza Fidelidad" a la de Monserrat, cercana al cuartel de los "Naturales".

Whitelocke

La prensa inglesa no toleró la derrota y se burló de Whitelocke. Luego sería juzgado por un tribunal militar y dado de baja por considerárselo: "totalmente inepto de servir a su Majestad en ninguna clase militar."

Rendición de Ber esford

El pueblo de Buenos Aires sintió como propio el triunfo ante los ingleses y comprobó la ineficacia de las autoridades virreinales que no cumplían con sus más elementales obligaciones. ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


Santiago de Linier s

Por su destacada participación en la defensa de Buenos Aires, el pueblo lo designa virrey en un hecho sin precedentes. La Corona lo confirma provisoriamente pero su orígen francés dio origen a sospechas y a desconfianzas entre los españoles de Buenos Aires y Montevideo.Finalmente en 1809 será reemplazado por Cisneros. Producida la Revolución intenta sublevarse contra las nuevas autoridades pero es derrotado y fusilado.

Chuquisaca y La Paz

Cisneros fue informado de que en el Alto Perú ,e en las ciudades de Chuquisaca y La Paz, en mayo de 1809, se estaban produciendo movimientos revolucionarios.

Una proclama de los rebeldes, entre los que se destaca el joven Bernardo de Monteagudo, decía: " Hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez.

Ya es tiempo de levantar el estandarte de la libertad en estas desgraciadas colonias, adquiridas sin el menor título y conservadas con la mayor injusticia y tiranía" . Cisneros ordena una cruel represión que provoca centenares de muertos en la "ciudad de los tres nombres", Charcas, Chuquisaca o La Plata, para Concolorcorvo la "Más hermosa y bien plantada de todo el virreinato

Ante la posibilidad de que estos sucesos se repitan, y " En mérito a haber llegado la

noticia de que en estos dominios se iba propagando cierta clase de hombres malignos y perjudiciales, afectos a ideas subversivas que propenden a trastornar y alterar el orden público y gobierno establecido" , el Virrey decidió crear un "Juzgado de ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


Vigilancia Política", destinado a perseguir " a los que promuevan o sostengan las

detestables máximas del partido francés y cualquier otro sistema contrario a la conservación de estos dominios en unión y dependencia de esta metrópoli" . En Buenos Aires los grupos económicos se van dividiendo en dos fracciones los comerciantes monopolistas y los ganaderos exportadores. Los comerciantes españoles querían mantener el privilegio de ser los únicos autorizados para introducir y vender los productos extranjeros que llegaban desde España. Estos productos eran carísimos porque España a su vez se los compraba a otros países como Francia e Inglaterra para después revenderlos en América. En cambio los ganaderos querían comerciar directa y libremente con Inglaterra y otros países que eran los más importantes clientes y proveedores de los productos de esta región. España se había transformado en una cara, ineficiente e innecesaria intermediaria.

Un memorándum del Foering Office de 1809 decía: " Sea que sigan dependiendo de

España o que formen gobiernos independientes, lo cierto es que los sudamericanos, en este momento, abren sus brazos a Inglaterra: es indiferente en qué forman buscan nuestra ayuda, siempre que el incremento de los negocios y el nuevo mercado que nos ofrecen para la venta de nuestras manufacturas compense nuestra protección" Rumor es y ver dades

Las noticias de España tardaban dos o tres meses en llegar, por barco , a Buenos Aires. Ante la falta de información circulaban versiones y rumores que alteraban el clima tranquilo y aburrido del virreinato: ¡Fernando fue asesinado!, ¡Napoleón se rindió!, ¡Volvió Fernando!, ¡Cayo la Junta de Sevilla!, decían por ahí. Pero las cosas cambiaron ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


cuando el 14 de mayo de 1810 llegó al puerto de Buenos Aires la fragata inglesa John Paris, trayendo mercaderías y una noticia bomba : había caído la Junta Central de Sevilla, último bastión del poder español. En un principio Cisneros trató de ocultar la realidad, pero ante la invasión de rumores, no tuvo otra alternativa que difundir una proclama el día 18 contando las novedades de España y tratando de calmar los ánimos, pero esto último no lo lograría.

Una pr incesa llamada Car lota

Napoleon también invadió Portugal y esto provoco el traslado de la corte en pleno al Brasil en 1808. La princesa portuguesa Carlota Joaquina era hermana de Fernando VII (prisionero de Napoleón) y como integrante de la familia de los Borbones, (reinantes en España), reclamó los territorios del Río de la Plata, para cuidárselos a su hermano mientras éste estuviera detenido. La Junta Central de Sevilla, advirtiendo la maniobra portuguesa, agradeció diplomáticamente la preocupación de la princesa, pero le dijo que se quedará tranquila que estos territorios estaban bien protegidos.

Comienza una semana inolvidable

La Semana de mayo Viernes 18 El 14 de mayo de 1810 había llegado a Buenos Aires la fragata inglesa Mistletoe trayendo periódicos que confirman los rumores que circulaban intensamente por Buenos Aires: cayó en manos de los franceses de Napoleón, la Junta Central de Sevilla, último

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bastión del poder español.

El viernes 18 el virrey Cisneros hizo publicar lee por los pregoneros (porque la mayoría de la población no sabía leer ni escribir) una proclama que comenzaba diciendo: "A los

leales y generosos pueblos del virreinato de Buenos Aires." El virrey advertía que "en el desgraciado caso de una total pérdida de la península, y falta del Supremo Gobierno" él asumiría el poder acompañado por otras autoridades de la Capital y todo el virreinato y se pondría de acuerdo con los otros virreyes de América para crear una Regencia Americana en representación de Fernando. Cisneros aclaraba que no quería el mando sino la gloria de luchar en defensa del monarca contra toda dominación extraña y, finalmente prevenía al pueblo sobre "los genios inquietantes y malignos que

procuran crear divisiones". A medida que los porteños se fueron enterando de la gravedad de la situación, fueron subiendo de tono las charlas políticas en los cafés y en los cuarteles. Todo el mundo hablaba de política y hacía conjeturas sobre el futuro del virreinato.

La situación de Cisneros era muy complicada. La Junta que lo había nombrado virrey había desaparecido y la legitimidad de su mandato quedaba claramente cuestionada. Esto aceleró las condiciones favorables para la acción de los patriotas que se venían reuniendo desde hacía tiempo en forma secreta en la en la jabonería de Vieytes. La misma noche del 18 los jóvenes revolucionarios se reunieron en la casa de Rodríguez Peña y decidieron exigirle al virrey la convocatoria a un Cabildo Abierto para tratar la situación en que quedaba el virreinato después de los hechos de España. El grupo encarga a Juan José Castelli y a Martín Rodríguez que se entrevisten con Cisneros.

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Sábado 19 Las reuniones continuaron hasta la madrugada del Sábado 19 y sin dormir, por la mañana, Cornelio Saavedra y Manuel Belgrano le pidieron al Alcalde Lezica la convocatoria a un Cabildo Abierto. Por su parte, Juan José Castelli hizo lo propio ante el síndico Leiva.

Domingo 20 El domingo 20 el virrey Cisneros reunió a los jefes militares y les pidió su apoyo ante una posible rebelión, pero todos se rehusaron a brindárselo. Por la noche Castelli y Martín Rodríguez insistieron ante el virrey con el pedido de cabildo abierto. El virrey dijo que era una insolencia y un atrevimiento y quiso improvisar un discurso pero Rodríguez le advirtió que tenía cinco minutos para decidir. Cisneros le contestó "Ya que

el pueblo no me quiere y el ejército me abandona, hagan ustedes lo que quieran" y convocó al Cabildo para el día 22 de Mayo. En el "Café de los Catalanes y en "La Fonda de las Naciones", los criollos discutían sobre las mejores estrategias para pasar a la acción

Lunes 21 A las nueve de la mañana se reunió el Cabildo como todos los días para tratar los temas de la ciudad. Pero a los pocos minutos los cabildantes tuvieron que interrumpir sus labores. La Plaza de la Victoria estaba ocupada por unos 600 hombres armados de pistolas y puñales que llevaban en sus sombreros el retrato de Fernando VII y en sus solapas una cinta blanca, símbolo de la unidad criollo­española desde la defensa de ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


Buenos Aires. Este grupo de revolucionarios, encabezados por Domingo French y Antonio Luis Beruti, se agrupaban bajo el nombre de la "Legión Infernal" y pedía a los gritos que se concrete la convocatoria al Cabildo Abierto. Los cabildantes acceden al pedido de la multitud. El síndico Leiva sale al balcón y anuncia formalmente el ansiado Cabildo Abierto para el día siguiente. Pero los "infernales" no se calman, piden a gritos que el virrey sea suspendido. Debe intervenir el Jefe del regimiento de Patricios, Cornelio Saavedra quien logra calmarlos garantizándoles el apoyo militar a sus reclamos.

Martes 22 Ya desde temprano fueron llegando los "cabildantes". De los 450 invitados sólo concurrieron 251. También estaba presente una "barra" entusiasta. En la plaza French, Beruti y los infernales esperan las novedades. La cosa se fue calentando hasta que empezaron los discursos, que durarán unas cuatro horas, sobre si el virrey debía seguir en su cargo o no. Comenzó hablando el Obispo Lué diciendo que mientras hubiera un español en América, los americanos le deberían obediencia. Le salió al cruce Juan José Castelli contestándole que habiendo caducado el poder real, la soberanía debía volver al pueblo que podía formar juntas de gobierno tanto en España como en América. El Fiscal de la Audiencia, Manuel Villota señaló que para poder tomar cualquier determinación había que consultar al resto del virreinato. Villota trataba de ganar tiempo, confiando en que el interior sería favorable a la permanencia del virrey. Juan José Paso le dijo que no había tiempo que perder y que había que formar inmediatamente una junta de gobierno.

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Casi todos aprobaban la destitución del virrey pero no se ponían de acuerdo en quien debía asumir el poder y por qué medios. Castelli propuso que fuera el pueblo a través del voto el que eligiese una junta de gobierno; mientras que el jefe de los Patricios, Cornelio Saavedra, era partidario de que el nuevo gobierno fuera organizado directamente por el Cabildo. El problema radicaba en que los miembros del Cabildo, muchos de ellos españoles, seguían apoyando al virrey.

" Modales" El debate del 22 fue muy acalorado y despertó las pasiones de ambos bandos. El coronel Francisco Orduña, partidario del virrey, contará horrorizado que mientras hablaba fue tratado de loco por no participar de las ideas revolucionarias "..mientras que a los que no votaban contra el jefe (Cisneros), se les escupía, se les mofaba, se les insultaba y se les chiflaba."

Miércoles 23 Por la mañana se reunió el Cabildo para contar los votos emitidos el día anterior y emite un documento: "hecha la regulación con el más prolijo examen resulta de ella que el Excmo. Señor Virrey debe cesar en el mando y recae éste provisoriamente en el Excmo. Cabildo (...) hasta la erección de una Junta que ha de formar el mismo Excmo. Cabildo, en la manera que estime conveniente. El síndico Leiva, adicto al virrey prepara una maniobra: nombrar una Junta presidida por Cisneros.

J ueves 24 Se confirmaron las versiones: el Cabildo designó efectivamente una junta de gobierno ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


presidida por el virrey e integrada por cuatro vocales: los españoles Juan Nepomuceno Solá y José de los Santos Inchaurregui y los criollos Juan José Castelli y Cornelio Saavedra, burlando absolutamente la voluntad popular. Esto provocó la reacción de las milicias y el pueblo. Castelli y Saavedra renunciaron a integrar esta junta Muchos como el coronel Manuel Belgrano fueron perdiendo la paciencia. Cuenta Tomás Guido en sus memorias "En estas circunstancias el señor Don Manuel Belgrano, mayor del regimiento de Patricios, que vestido de uniforme escuchaba la discusión en la sala contigua, reclinado en un sofá, casi postrado por largas vigilias observando la indecisión de sus amigos, púsose de pie súbitamente y a paso acelerado y con el rostro encendido por el fuego de sangre generosa entró al comedor de la casa del señor Rodríguez Peña y lanzando una mirada en derredor de sí, y poniendo la mano derecha sobre la cruz de su espada dijo: " J uro a la patria y a mis compañeros, que si a las tres de la tarde del día

inmediato el virrey no hubiese renunciado, a fe de caballero, yo le derribaré con mis armas." Por la noche una delegación encabezada por Castelli y Saavedra se presentó en la casa de Cisneros con cara de pocos amigos y logró su renuncia. La junta quedó disuelta y se convocó nuevamente al Cabildo para la mañana siguiente.

Así recuerda Cisneros sus últimas horas en el poder:

" En aquella misma noche, al celebrarse la primera sesión o acta del Gobierno, se me informó por alguno de los vocales que alguna parte del pueblo no estaba satisfecho con que yo obtuviese el mando de las armas, que pedía mi absoluta separación y que todavía permanecía en el peligro de conmoción, como que en el cuartel de Patricios ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


gritaban descaradamente algunos oficiales y paisanos, y esto era lo que llamaban pueblo, (..). Yo no consentí que el gobierno de las armas se entregase como se solicitaba al teniente coronel de Milicias Urbanas Don Cornelio de Saavedra, arrebatándose de las manos de un general que en todo tiempo las habría conservado y defendido con honor y quien V.M las había confiado como a su virrey y capitán general de estas provincias, y antes de condescender con semejante pretensión, convine con todos los vocales en renunciar los empleos y que el cabildo proveyese de gobierno." El 25 de mayo de 1810

Todo parece indicar que el 25 de mayo de 1810 amaneció lluvioso y frío. Pero la "sensación térmica" de la gente era otra . Grupos de vecinos y milicianos encabezados por Domingo French y Antonio Beruti se fueron juntando frente al cabildo a la espera de definiciones. Algunos llevaban en sus pechos cintitas azules y blancas, que eran los colores que los patricios habían usado durante las invasiones inglesas.

Pasaban las horas, hacía frío, llovía y continuaban las discusiones. El cabildo había convocado a los jefes militares y estos le hicieron saber al cuerpo a través de Saavedra que no podían mantener en el poder a la Junta del 24 porque corrían riesgos personales porque sus tropas no les responderían. La mayoría de la gente se fue yendo a sus casas y el síndico del Cabildo salió al balcón y preguntó "¿Dónde está el pueblo?". En esos momentos Antonio Luis Beruti irrumpió en la sala capitular seguido de algunos infernales y dijo "Señores del Cabildo: esto ya pasa de juguete; no estamos en

circunstancias de que ustedes se burlen de nosotros con sandeces, Si hasta ahora ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


hemos procedido con prudencia, ha sido para evitar desastres y efusión de sangre. El pueblo, en cuyo nombre hablamos, está armado en los cuarteles y una gran parte del vecindario espera en otras partes la voz para venir aquí. ¿Quieren ustedes verlo? Toque la campana y si es que no tiene badajo nosotros tocaremos generala y verán ustedes la cara de ese pueblo, cuya presencia echan de menos. ¡Sí o no! Pronto, señores decirlo ahora mismo, porque no estamos dispuestos a sufrir demoras y engaños; pero, si volvemos con las armas en la mano, no responderemos de nada." Poco después se anunció finalmente que se había formado una nueva junta de gobierno .El presidente era Cornelio Saavedra; los doctores Mariano Moreno y Juan José Paso, eran sus secretarios; fueron designados seis vocales: Manuel Belgrano, Juan José Castelli, el militar Miguel de Azcuénaga, el sacerdote Manuel Alberti y los comerciantes Juan Larrea y Domingo Matheu. Comenzaba una nueva etapa de nuestra historia.

La Junta declaró que gobernaba en nombre de Fernando VII. Así lo recuerda Saavedra en sus memorias "Con las más repetidas instancias, solicité al tiempo del recibimiento

se me excuse de aquel nuevo empleo, no sólo por falta de experiencia y de luces para desempeñarlo, sino también porque habiendo dado tan públicamente la cara en la revolución de aquellos días no quería se creyese había tenido particular interés en adquirir empleos y honores por aquel medio. Por política fue preciso cubrir a la junta con el manto del señor Fernando VII a cuyo nombre se estableció y bajo de él expedía sus providencias y mandatos." Para algunos era sólo una estrategia a la que llamaron la "máscara de Fernando", es decir, decían que gobernaban en nombre de Fernando pero en realidad querían declarar ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


la independencia. Pensaban que todavía no había llegado el momento y no se sentían con la fuerza suficiente para dar ese paso tan importante. La máscara de Fernando se mantendrá hasta el 9 de julio de 1816.

Pero los españoles no se creyeron lo de la máscara o el manto de Fernando y se resistieron a aceptar la nueva situación.

En Buenos Aires el ex virrey Cisneros y los miembros de la Audiencia trataron de huir a Montevideo y unirse a Elío (que no acataba la autoridad de Buenos Aires y logrará ser nombrado virrey), pero fueron arrestados y enviados a España en un buque inglés.

Fernando VII

Fernando VII, llamado por los españoles "el deseado" estaba preso de Napoleón. Pero no era un preso cualquiera. Estaba detenido junto a su esposa y su corte en un lujoso castillo en el vallere del Loire. No la pasaba nada mal. Napoleón lo invitó a su casamiento con la archiduquesa María de Habsburgo. Dicen que Fernando brindaba y gritaba ¡Viva el emperador!, sin importarle demasiado la sangre de los españoles que habían muerte durante la invasión francesa y que luchaban para que él recuperara su trono usurpado, precisamente por Napoleón.

Desembar co de viajer os en Buenos Aires

Las instalaciones del puerto de Buenos Aires eran muy precarias . Los barcos no podían acercarse mucho a la costa porque podían quedar varados ante la poca profundidad del Río de la Plata en esa zona y los pasajeros debían ser trasladados en carretas de bueyes

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o botes hasta la costa.

Plaza mayor de Potosí

Potosí fue declarada por la Corona "Villa Imperial", tal era su importancia económica. De su cerro y a través del trabajo hasta la muerte de miles y miles de esclavos indios, salieron toneladas de plata hacia España. Dicen algunos que con toda la plata del Potosí se hubiera podido construir un puente bastante ancho entre esta ciudad y España.

Cisneros

Baltasar Hidalgo de Cisneros fue el último virrey del Río de la Plata" Nació en Cartagena, España en 1755. Ingresó a la carrera naval en 1770. Participó en la famosa batalla de Trafalgar (1805) contra los ingleses, en la que resultó gravemente herido y quedó practicamente sordo. Se unió a la resistencia española contra la invasión napoleónica en mayo de 1808. En febrero de 1809 fue nombrado Virrey del Río de la Plata en reemplazo de Liniers.Tras los hechos de mayo,regresó a España donde murió retirado de la política, el 9 de Junio de 1829. Autor: Felipe Pigna.

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23 de M ayo

Manuel Virto

Combate de la Vuelta de Obligado ­ 20 de noviembr e de 1845

Nació en Madrid, España, en el año 1778, siendo sus padres Baltasar Virto y Clara Vera. No se tienen noticias de su juventud y es de presumirse que se haya incorporado a las filas patriotas después de haber servido en los ejércitos reales, como tantos otros soldados que ilustraron su nombre luchando por la libertad de la América Española. Manuel Virto se incorporó a los escuadrones gauchos de Salta en el año 1816, después del desastre de Sipe­Sipe, según afirma el Guerrero de la Independencia Zacarías Yanzi Oro, en un informe existente en el expediente promovido por la viuda de Virto para solicitar pensión al Gobierno de Buenos Aires; siendo ascendido a ayudante mayor en junio de 1817 en el Escuadrón de Rosario de Cerrillos, que comandaba el coronel Luis Burela, uno de los más esforzados jefes de aquella falange de héroes, que por espacio de 7 años mantuvo el suelo de la Patria libre de enemigos. Burela encargó al ayudante Virto la organización y arreglo de su escuadrón, teniendo después este último el honor de ser destinado a dos expediciones a la Quebrada del Toro, en los años 1817 y 1819, ambas a las órdenes de Burela. En el rechazo de la invasión de mayo­junio de 1820, del ejército real mandado por el general Rodríguez Orozco se hizo acreedor al grado de capitán, pero a pesar de esto siguió reteniendo la ayudantía de su Escuadrón, “por la necesidad que tenía el cuerpo, por sus conocimientos y buena voluntad”, continuando así hasta el año 1824, en que por la reorganización de las fuerzas, Virto fue colocado como sargento mayor en el mismo Escuadrón del Rosario de Cerrillos, mandado ahora por el coronel Jorge Torino, recibiendo la efectividad de aquel empleo, el 25 de febrero de 1825; cuerpo con el cual hizo la campaña al Alto Perú, en marzo de este mismo año, para combatir al general Pedro Antonio Olañeta, que mantenía el pendón real en aquella región, campaña que terminó con la muerte de ese General en la acción de Tumusla, el 1º de abril de igual año, combatiendo contra una parte de sus antiguos soldados, que se le habían rebelado encabezados por el coronel Carlos Medinacelli. Después de entrar en contacto los expedicionarios con las fuerzas de Colombia, que a las órdenes de Sucre habían descendido hasta aquella región, los salteños regresaron con su gobernador, el general Juan Antonio Alvarez de Arenales, en el mes de agosto de 1825. ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


El día 23 de agosto, el mayor Virto solicitó al Gobierno de Salta la concesión de su carta de ciudadanía. En el expediente originado con ese motivo, su antiguo jefe, el coronel Luis Burela, informó con fecha 24 de agosto de 1825: “Que el sargento mayor Manuel Virto se ha desempeñado con la mayor exactitud y honor, dando las mejores pruebas de su adhesión a la causa general de nuestra América, y de igual modo ha sido útil en el desempeño de cuanta comisión se le confió, por su inteligencia y aptitud en el manejo de papeles”. El coronel Jorge Torino, en un informe fechado el día 25 del mismo mes, dice: “El sargento mayor D. Manuel Virto, desempeñando las funciones de sus empleos con aptitud y honrado celo, en todas las ocasiones en que se le ha ocupado en defensa de la causa de América contra el enemigo común y el orden de la Provincia, últimamente en la expedición al Perú con el Sr. General Arenales, en las que ha desempeñado sus funciones con la mayor honradez y puntualidad, por lo que ha sido acreedor a la consideración de sus jefes”. En esta campaña Virto sirvió con su escuadrón en la 1º División de Caballería. El gobernador de Salta, general Arenales, ordenó el 29 de octubre del mismo año se le expidiese carta de ciudadanía, la que le fue extendida en aquella capital, el 10 de diciembre de 1825, después de habérsele tomado el juramento de práctica el día anterior. A las órdenes del general Paz, actuó en la batalla de Oncativo o de Laguna Larga, el 25 de febrero de 1830, ya con la jerarquía de teniente coronel. En junio de 1830 desempeñaba las funciones de jefe de la Frontera Sur de Mendoza, con asiento en el Fuerte de San Carlos, rechazando algunas invasiones de indios. Virto siguió sirviendo en el ejército salteño hasta 1837, en que con el empleo de teniente coronel, se incorporó al Ejército de la Confederación Argentina, que a las órdenes del general Alejandro Heredia, hizo la campaña contra el general Andrés Santa Cruz. Con motivo de esta guerra, el 9 de abril de 1839, el coronel Manuel Solá, gobernador de Salta, autorizó a Virto “para personarse en la ciudad de Tucumán, exigir y dar todos los pasos precisos para que por la Comisaría General del Ejército Confederado se formen los ajustes hasta el 31 de diciembre último, a los Jefes, Oficiales y Tropa del contingente de esta Provincia, en el expresado Ejército, sujetándose a las instrucciones que recibe”. A raíz de este cobro de sueldos, Virto fue llamado por el Gobierno de Buenos Aires para pagarle aquéllos, y estando ya en esta ciudad con los pasaportes para regresar a Salta, fue demorado con sus compañeros por orden de Rosas y destinado a servir en el Batallón “Norte”, a órdenes del general Mansila. Con aquel cuerpo, Virto continuó sirviendo en la zona Norte de Buenos Aires y mandándolo en jefe, participó en el combate de la Vuelta de Obligado, el 20 de noviembre de 1845, mereciendo en el parte de Mansilla con los demás jefes, el párrafo: “son dignos del renombre de intrépidos y serenos guerreros”. El 10 de febrero de 1846, desde el Puerto de Acevedo, el teniente coronel Virto hostilizó dos vapores anglo­franceses; y en el mismo día, el buque inglés “Gorgon” bombardeó el campo del Tonelero. Virto asistió, igualmente, a las demás acciones que tuvieron lugar en la costa del Paraná con motivo del pasaje de los buques aliados en dirección a Corrientes y de regreso de aquella provincia, especialmente en la del 4 de junio de 1846, en la que mandó el costado derecho. Estando a su cargo una batería y piquetes del batallón de San Nicolás y Patricios de Buenos Aires.

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El 12 de enero de 1840 fue dado de alta en las listas de revista de la Plana Mayor del Ejército de la Provincia de Buenos Aires como teniente coronel de caballería, por orden de Juan Manuel de Rosas y a contar del 1º del mismo mes, “por haber combatido contra el tirano Santa Cruz”; figurando en la “División Norte”, hasta enero de 1852. El teniente coronel Virto siguió prestando servicios a las órdenes del general Mansilla hasta la batalla de Caseros; retirándose después de esta acción, a San Nicolás de los Arroyos. Cuando estalló la rebelión del coronel Hilario Lagos, el 1º de diciembre de 1852, fue invitado a servir contra el Gobierno de Buenos Aires, pero de ningún modo quiso hacerlo, a pesar de que se le ofrecía nombrarlo Jefe de Estado Mayor y se le hacían otras proposiciones de importancia por parte de su íntimo amigo, el coronel Dr. Marcos Paz. Visto revistó como Jefe del 1º y 2º “Batallón Norte” hasta comienzos de 1852. Falleció en San Nicolás de los Arroyos, siendo sepultado su cadáver en el cementerio de dicha localidad, el 23 de mayo de 1853, produciéndose su deceso en forma repentina, a la edad de 75 años. El historiador Miguel Angel Vergara, en su obra titulada “Jujuy bajo el signo federal”, dice que Virto era nervioso y locuaz. Contrajo enlace en Rosario de los Cerrillos, provincia de Salta, el 25 de diciembre de 1817, con Trinidad Reyes, natural de aquel punto, hija de Fernando Reyes y Luisa Fernández, ambos salteños. La viuda de Virto le sobrevivió hasta el 7 de junio de 1876, en cuya fecha falleció en Córdoba. Virto tuvo actuación muy distinguida en la guerra que sostuvo Rosas contra el tirano Santa Cruz, especialmente en las operaciones que tuvieron lugar en junio de 1838, en la zona de Tarija, a las órdenes del general Gregorio Paz. Fue destinado con las fuerzas a sus órdenes para recuperar Iruya, que estaba en poder del coronel Baña, punto que atacó Virto el 11 de aquel mes; éste tenía a sus órdenes el Batallón “Libertad”, que ocupó el centro en la línea de ataque; el de Restauradores, mandado por Esteban Iriarte; y el capitán Bernardo Lagos, con 50 infantes de Jujuy; constituyendo estos dos últimos grupos las alas de ataque. El coronel Segundo Roca, con el Batallón de Voltígeros, y algo de caballería, por orden de Virto, debía aproximarse a San Andrés, con vistas al ataque de Iruya. Este se inició en la mañana de 11 de junio, en que entraron en contacto ambos bandos. Los argentinos arroyaron la infantería boliviana que había sido apostada en el camino por donde debían realizar el ataque los primeros. Los infantes enemigos huyeron desesperadamente a Iruya, arrojando las armas de las manos; realizando la persecución los argentinos hasta los parapetos y trincheras que rodeaban al pueblo bien fortificado. La caballería de Iriarte acabó completamente con un grupo de infantería boliviana, y llegó, como Virto y Lagos, hasta las trincheras; donde los argentinos sostuvieron un violento fuego, en el cual éstos quedaron sin municiones, por lo que debieron retirarse después de mediodía, en dirección a Humahuaca. El 18 de junio, Virto recibió órdenes de bajar hacia León. Fuente Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado

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24 de M ayo

Francisco Bibolini

Padre Francisco Bibolini (1827‐1907)

Nació en Spezia, Italia, en el año 1827. En 1854 viajó a América y después de cortas estadas en Asunción y Buenos Aires, se estableció en el “Fortín Mulitas” (1), donde llegó el 12 de Julio de 1855 con el nombre de cura párroco, celebrando las primeras misas en el mismo fortín. Posteriormente se levantó una capilla (donde hoy se encuentra el Consejo Deliberante del pueblo de 25 de Mayo), era precaria y fue destruida por un incendio. De inmediato el cura párroco habilita su casa para celebración de misas y oratorio. En el pueblo no había medico ni farmacia por lo que la vida de los pobladores dependía de la buena voluntad de este Ministerio de Dios. El 29 de octubre del año 1859, el temido señor de “Las Salinas Grandes”, Cacique Calfucurá, con dos mil de sus indios estaba dispuesto a entrar al saqueo de “Mulitas”, como así también en busca de venganza ya que odiaba al comerciante Juan Basabe, porque en su negocio se había dado muerte a uno de sus más apreciados amigos. Inmediatamente el padre Bibolini salió al encuentro del feroz cacique, y tras un largo trayecto, en su magnífico corcel llegó al lugar denominado “Médano Partido” (de Galíndez) y allí lo entrevistó. Con gran temple, el sacerdote pidió por las vidas y las haciendas de los habitantes, a cambio de darle víveres, dinero y regalos. Fue así que merced a la tenaz decisión de Bibolini, el cacique desistió de la macabra idea y al final entró pacíficamente al pueblo, junto al mismo Bibolini, y ante la mirada de asombro de los pobladores que en principio no daban crédito a lo que estaban viendo, o más precisamente que se trataba de un milagro. La indiada se diseminó tranquilamente por la población pidiendo “Cofque” (galleta­ pan); “Yergué” (yerba), “Petrén” (tabaco) y “Pulcuí” (aguardiente). Calfucurá, con su cortejo de tres de sus damas de “Las Salinas Grandes” y sus capitanejos, se hospedó en la misma casa de Bibolini, donde le fueron servidos chocolate, cominillo y tortas fritas. ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


Francisco Bibolini fue un hombre de cierta preparación, audaz, fuerte, tan generoso como impulsivo y por sobre todo: conversador y poeta. Escribió versos detestables que se publicaron como curiosidad en periódicos locales y según afirmaban los viejos vecinos, sus sermones estaban a la altura de sus versos. Pero al margen de sus condiciones personales e inquietudes literarias, Bibolini tuvo todo el empuje y heroicidad de su época. De la nada construyó su iglesia frente a la plaza mayor y a su lado, con sus propias manos, un enorme caserón para alojar indigentes. Realizó o colaboró directamente con todas las primeras obras de progreso de la futura ciudad y durante la epidemia de cólera del año 1869, hizo de médico y de boticario con gran éxito, aunque sólo curando con lo único que tenía: oraciones y yuyos. Era un cura sin vueltas y amigo de decir las cosas como las pensaba. Quizá por su excesivo amor a “su chusma”, su desenfado cocoliche y su frenesí en los sermones, se creó muchos enemigos, que en pueblo chico le crearon chismes grandes, hasta hacer de la verdad, que por si sola era bastante grande y pintoresca, la famosa novela del Cura Bibolini. Lo pinta de cuerpo entero su famoso proceso por “profanación”. En efecto, por denuncia de monseñor Aneiros, Obispo Capitular, se inició en el año 1873 un original sumario judicial, porque en el cementerio local que había visitado el prelado, se encontró un cartel sobre la tumba del Rdo. Padre Rodríguez Soto, que decía así: “El finado Cura Soto dejo treinta mil pesos para los pobres y el Cura Seijo se los quitó. Firmado: Francisco Bibolini.” La causa, que fue engordando con estridentes declaraciones del procesado, pintoresquísimas declaraciones de los testigos, ocurrentes y graciosas pruebas, terminó su primera etapa con el ingreso de Bibolini a la cárcel de Mercedes, de la cual sólo pudo salir por la fianza de su amigo Andrés Grillo. No se quedó quieto. La justicia del Estado le preocupaba poco, pues él creía firmemente en la suya, y entonces se dedicó a escribir cartas al damnificado, que, como fue de esperar, se agregaron a la causa: “Marzo 30. Canalla de Seijo: ha llegado a mi conocimiento que tú has dicho que yo soy un criminal por haber firmado una petición. Calumniador, vil, ladrón. Tendrás que darme satisfacciones. Me las vas a pagar. Francisco Bibolini…”. Naturalmente que el procesado no probó su acusación y en medio de improperios a las autoridades civiles y eclesiásticas, fue condenado a un año de prisión, sin que por otra parte se registrase su cumplimiento en el archivo de la cárcel… Eso sí, fue consecuente hasta el final: cuando lo requieren para que retire términos ofensivos en su última presentación (“… que él no tiene caridad en cuanto a Seijo…), acepta la intimación, los retira y los reemplaza por éstos: “¡Que Seijo era un tirano y un falsario!”. Fue párroco hasta el año 1861 en que se mezcló en política y presentó su candidatura a Intendente, lo que como es natural, le costó el curato, siendo suspendido en el año 1863. No obstante ello, peleando con los curas que lo reemplazaron, inició una famosa competencia al establecer aranceles más baratos para misas y bautismos, que oficiaba… en su casa.

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Fue un poco de todo e hizo un poco de todo. Fue prestamista, ejecutó hipotecas, vendió propiedades y con los importes y ganancias mantuvo pobres; ayudó a sus pobres y vivió bastante regaladamente dentro de la sencillez del lugar y la época. Debió gastar todos sus recursos en su original ministerio, porque en el año 1890 aparece reclamando al Gobierno una pensión vitalicia. Gracioso resulta que, como no se votaba con la urgencia que él reclamaba, remitió a la Legislatura un largo romance­ amonestación, que terminaba así: “Si Lamela no moja bien la pluma a mi favor en la Legislatura, le he caer como quien derrumba desde muy elevada altura”. Murió el 24 de mayo de 1907. Sus antiguos feligreses, con autorización eclesiástica levantaron en el atrio de la iglesia un lindo monumento a su memoria y la autoridad civil, en la plaza principal, lo recuerda con un bronce, donde aparece como realmente fue: recio, expresivo, espinoso, como si quisiera seguir guerreando. Fue un producto de su tiempo. La sotana no alcanzó a serenar su espíritu arrebatado y desbordante y en vez de elegir el silencio de su iglesia y la confidencia del misal, prefirió la calle donde fue más hombre que sacerdote. Y como cuando se sale, uno se ensucia, él fue salpicado por todos los barros, aunque eso no quitó que a su vez los chapaleara con pasión y hasta con gusto, repitiéndolo a los cuatro vientos. Pero cumplió su ministerio con su original pero real verdad y en los momentos de peligro para su pueblo supo jugarse con generosidad, sin esconder el pellejo, cuando era más posible perderlo que conservarlo. Refer encia (1) El nombre “Mulita” con que se lo bautizó es debió a la gran cantidad de roedores que se encontraban en el lugar, por eso en el escudo de la ciudad de 25 de Mayo, figura la mulita. Fuente Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado Guido, Horacio J. – Calvucura y el cura, un episodio de la lucha contra el indio. Todo es Historia – Año I, Nº 5, Buenos Aires, setiembre de 1967.

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24 de M ayo

Manuelita Rosas

Manuelita Rosas (1817‐1898)

Nació en Buenos Aires el 24 de mayo de 1817 y fue bautizada con los nombres de Manuela Robustiana, ese mismo día, por el doctor José María Terrero. Se educó en la ciudad, pero iba con frecuencia a las estancias de su padre del Pino (o San Martín) y Los Cerrillos. Poseía dotes musicales y fue su maestro de música el alemán Johann Heinrich Amelong, hacia 1835.

Una descripción de Manuelita, de 1840, hecha por el reverendo Pontoppidan, de la fragata danesa Bellona, nos la muestra así: “Manuelita presenta un aspecto interesante sin ser regularmente hermosa. Espiritualidad y alma se reflejan en todo su exterior, pero sus modales son exaltados, sus ojos echan llamas, y en todos sus rasgos y movimientos se puede leer cuál es su situación singular en la vida. Los oficiales se sienten cómodos en compañía de doña Manuelita y admiran a esta mujer graciosa y guapa que monta los caballos más indómitos, fuma un cigarrito si el caso se ofrece, toca el piano y canta, y no mal, y entretiene una conversación corriente en español bueno y francés malo mezclados”.

José Mármol, quien muestra particular afición por la figura de la hija de Rosas, dejó más de un retrato literario de ella. “Manuela –dice‐ no es una mujer bella, propiamente hablando; pero su fisonomía es agradable y simpática, con ese sello indefinible, pero elocuente que estampa sobre el rostro la inteligencia cuando sus facultades están en acción continua”. Y poco más adelante, consigna: “Agregad a esto una figura esbelta; una cintura leve, flexible, y con todos esos movimientos llenos de ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


gracia y voluptuosidad que son peculiares a las hijas del Plata, y tendréis una idea aproximada de Manuela Rosas, hoy a los 33 años de su vida; edad en que una mujer es dos veces mujer”.

Por su parte, el poeta Ventura de la Vega, que la conoció en Inglaterra poco después de su casamiento, hace este retrato de Manuela: “Es alta, muy alta, morena, pelo negro, ojos pardos muy expresivos, boca y nariz pequeñas: se da un aire en la cara a Teodora Lamadrid, y se le parece también en el metal de su voz. No es gruesa pero tampoco puede decirse que es muy delgada, tiene muy bonito cuerpo, y un aire de los más distinguido y elegante que se puede ver. Su conversación es franca; pero muy fina y con golpes de talento que dejan parado”. Su primo Lucio V. Mansilla anota, sin embargo: “Mi abuela Agustina no era alta. En la familia sobresalió mi madre que, propiamente, no era alta, como no lo era Manuelita Rosas. Era el modo como erguían el cuello lo que las realzaba”.

Después de la muerte de Encarnación Ezcurra, Manuelita ocupó un importante papel en Palermo, junto a su padre, si bien algunos autores han exagerado su influencia sobre el Restaurador. Luego de Caseros, lo acompañó a Inglaterra, y a pocos meses de su llegada, el 23 de octubre de 1852, pudo unirse en matrimonio con su novio Máximo Terrero, hijo de Juan Nepomuceno Terrero, amigo de Juan Manuel de Rosas. Del matrimonio nacieron dos hijos varones: Manuel Máximo Nepomuceno, nacido el 20 de mayo de 1856, y Rodrigo Tomás, que vino al mundo el 22 de setiembre de 1858. Vivieron en Hampstead, Londres.

Manuelita falleció en la capital británica el 17 de setiembre de 1898. El óleo de Prilidiano Pueyrredón que la retrata de cuerpo entero fue pintado en la segunda mitad de 1851, y le fue obsequiado por un grupo de ciudadanos federales que la agasajaron con un baile. Para aceptar dicho retrato Manuelita consultó a su padre, y éste designó una comisión compuesta por Juan N. Terrero, Gervasio Ortiz de Rosas y Luis Dorrego para que dictaminara si debía acceder a ser retratada y al obsequio correspondiente. La comisión dio un veredicto afirmativo.

Fuente Chávez Fermín – Iconografía de Rosas y de la Federación – Buenos Aires (1970). Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


24 de M ayo

Guerra del Litoral (1841­1842)

Muerto el general Lavalle, y restablecidas las autoridades federales en las provincias del interior, de Cuyo y del norte, la guerra contra el gobierno de Rosas quedó circunscripta en el litoral y mantenida por el presidente del Estado Oriental, general Fructuoso Rivera, y por el brigadier Ferré gobernador de Corrientes, en virtud de los arreglos que databan del año 1838, ratificados y ampliados a favor del primero, en el año 1840. Los que han seguido la conducta de Rivera, comprenderán que esa guerra tenía una doble faz para el astuto caudillo oriental: la de destruir el poder de Rosas erigido sobre cimientos esencialmente argentinos; y la de realizar sus antiguos proyectos de extender el suyo propio a las provincias de Entre Ríos y Corrientes, al Paraguay y a Río Grande. A este fin subordinaba ladinamente la guerra, los hombres y los recursos que caían en sus manos. Después de Cagancha y de la retirada del general Lavalle, creyó que había llegado el momento de dar un gran paso adelante; y si no lo dio fue por las resistencias que encontró en los republicanos de Río Grande, y porque Rosas, que conocía también sus proyectos, no era tan tonto como para dejarle Entre Ríos a su merced. Pero consiguió por lo menos extender su influencia dominadora en Corrientes y servirse del gobernador Ferré como de un instrumento dócil a sus miras, al favor del supremo mando militar con que este último lo hizo investir, y de los compromisos que contrajo de repeler con sus fuerzas la invasión anunciada de Echagüe. Y tanto la había cimentado que fue necesario que esa invasión se hiciese inminente, y que se pronunciase la opinión de Corrientes contra la incapacidad del gobernador, para que Ferré se decidiese a nombrar a Paz general en Jefe de las fuerzas que debían reunirse y organizarse.

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Esta alianza entre Rivera y Ferré no había producido mejores resultados hasta el año 1840 que el de neutralizar y anarquizar una buena parte de los importantes elementos de Corrientes, los cuales bajo la dirección de un hombre de las condiciones y talentos del general Paz, por ejemplo, habrían podido disputar con probabilidades serias el predominio del partido que venía luchando desesperadamente desde 1835. Cierto es que muchos personajes de Montevideo y de Corrientes trabajaban con Rivera y con Ferré para que éstos le proporcionasen al general Paz los recursos de que carecía, y le dieran amplia libertad de acción; como quiera que estuviesen convencidos de que lo que él hiciese no eran capaces de hacerlo juntos esos dos personajes, aunque multiplicasen por sí mismos sus marcadas inclinaciones a ser los primeros. Pero ello era completamente inútil; en primer lugar, porque no cabía en la mente de Rivera la idea de contribuir a que Paz se crease en el litoral una influencia de primer orden, que le cruzaría irremisiblemente a él los planes; y en segundo lugar, y esto era lo más notable, porque los mismos unitarios argentinos que rodeaban a Rivera, preferían que fuese éste, pero no Paz, el que tuviese en sus manos los hilos y todos los recursos con que manejaba y entretenía esa guerra cuyo desenlace a ser favorable a Rivera, le habría costado a la República Argentina dos de sus más importantes provincias.

Había esto de singular, sin embargo; que Rivera por frío y calculado egoísmo, y Ferré por el pavor que le inspiraba la invasión del ejército federal, concordaban en que Paz ofrecía garantías positivas de éxito al frente de las fuerzas de Corrientes. En cuanto a darle un vasto campo de acción, Rivera y los argentinos “riveristas” se lo habrían dado a condición de que se subordinara a las miras y a la influencia del Director de la guerra. Pero Paz conocía estas miras y si bien aceptó un rol secundario con la esperanza de inclinar a Ferré de su parte y poder dirigir por sí solo la guerra a la luz de conveniencias argentinas; se resistió a servirle de instrumento dócil al ambicioso caudillo oriental.

La firmeza de Paz le valió naturalmente la ojeriza y en seguida las hostilidades de Rivera. El se sobrepuso a ellas y continuando hasta donde le fue posible la ruda y difícil tarea que le había confiado Ferré. “Al principio, dice él mismo, Rivera disimuló y sólo trató de arrancarme un pronunciamiento contra el general Lavalle. Cuando se desengañó de que no podía obtenerlo, se quitó la máscara y me declaró una guerra abierta”. (1) A tan lejos llegó Rivera, que al mismo comisionado Valdés le aseguró que tenía motivos bastantes para durar de la fidelidad del general Paz, y le manifestó la conveniencia de separarlo del mando. Valdés se la comunicó a Paz y a Ferré. Paz, ofendido en su honor de caballero y de soldado, renunció al mando del ejército, pero Ferré no le admitió tal renuncia, y así se lo comunicó a Rivera en una nota en la que levantando el nombre de Paz le decía: “El gobierno por estos antecedentes tan bien ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


conocidos como valorados por todos los pueblos de la República…. Se hubiera degradado a sus propios ojos, a los de los pueblos hermanos, y hubiera contrariado los intereses nacionales admitiendo la renuncia; y expresó al general de un modo tan irrevocable como él la hizo, que no la admitiría”. (2)

Hostilizado por Rivera; retado por Ferré, que a la circunstancia de dar crédito a las insidias de éste, añadía una ignorancia en materias militares y una obcecación proverbiales (3), Paz consiguió, sin embargo, algo como un prodigio. Con los contingentes reclutados en los departamentos de Corrientes, contuvo la invasión del poderoso ejército de Echagüe, y organizó como él sabía hacerlo, el “ejército de reserva”. Paz llevó a cabo esta ímproba tarea con los míseros recursos que le prestaba Ferré bajo el más escrupuloso inventario; luchando con todos los inconvenientes de la indisciplina fomentada por los caudillos locales en las barbas del gobernador; y supliendo con arte los medios que escaseaban; utilizando cuanto caía en sus manos para crear sus materiales de guerra; instruyendo a sus soldados con ejemplar perseverancia y dotándolos de oficiales formados por él mismo; estableciendo talleres y maestranzas sobre la más severa economía y hábil distribución; y sometiendo a todos los que estaban bajo sus órdenes a una disciplina y a un orden tan estrictos que no podían menos de aplaudir los que, dudando del éxito de Paz, apenas salían de su asombro al ver esos instruidos artilleros, esos cuadrados infantes en vez de las enormes masas de caballería como fuerza principal de los ejércitos y que se desbandaban al primer amago de la derrota.

Cuando tuvo Paz 1.500 soldados aproximadamente, levantó su campo de Laguna Avalos y se dirigió sobre el río Corrientes, en circunstancias en que el general Echagüe amagaba con su ejército la capital de la provincia y Goya simultáneamente. Al saber Rivera que los soldados de Paz se batían ventajosamente con las partidas de la vanguardia federal al mando del general Servando Gómez, le escribió a Ferré que en breve pasaría al Uruguay para dirigir las operaciones contra Echagüe. Ferré, que a pesar de ser brigadier general, no atinaba como Paz podía entretener a Echagüe hasta que se encontrase fuerte para vencerlo, lo instaba a su vez a que verificase su pasada, y duplicándole las fuerzas del ejército de Paz, como si quisiera darle ánimos, le escribía: “Tres mil valientes desean el día de un combate para desplegar su bravura, y a la par de los vencedores de Cagancha, ofrecen la más lisonjera idea del resultado; pero es preciso no dejarlos solos en la cuestión; es necesario que V. E., a costa de cualquier sacrificio, reúna sus esfuerzos a los de los correntinos para que un instante no vacilen en la cooperación oriental que tiene mucha parte en sus esperanzas”. (4)

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Lo positivo es que Rivera entretenía a Ferré esperando un resultado de la campaña de Corrientes, para en caso de que éste fuese desfavorable a Paz presentarse él como indispensable, reunir bajo sus órdenes todos los elementos de esta provincia y proceder como se lo aconsejasen sus intereses. Y, lo que era peor, Rivera mandaba continuamente a traer, con diferentes pretextos, oficiales y soldados correntinos que iban a engrosar su ejército acampado en el Durazno. Halagando a esos jefes y oficiales, Rivera no ocultaba sus deseos de cimentar su influencia militar en Corrientes; y se resistía a entregar los soldados respondiéndole a Ferré, que se los reclamaba, que en breve irían con él mismo. Mientras tanto entablaba relaciones con el general Urquiza por intermedio de don Benito J. Chaim, las cuales tenían por objeto entenderse directamente con ese general, separándolo de la causa federal que sostenía. Y tanta importancia les atribuía que como Paz le avisase que la vanguardia de Echagüe estaba en la frontera, él le respondió que no tuviese el menor cuidado, pues este general había licenciado su ejército. (5)

Ferré alcanzó toda la trascendencia de la conducta de Rivera por lo que a Corrientes tocaba principalmente, y le encareció la necesidad de que celebrasen ambos una conferencia en un punto intermedio, dirigiéndole con tal motivo una extensa carta en la que le hacía sentir su resolución de conservar a Corrientes como provincia argentina, y de la que me ocuparé más adelante. Rivera no pudo menos que responderle que se ponía en marcha; pero como transcurrieron otros dos meses y ni su ejército ni él aparecían, Ferré le escribió desde el campo de Paz en Villanueva que regresaba a la capital con el sentimiento de haberse frustrado la acordada entrevista. “La premura del tiempo –agregaba‐ no permite al infrascripto extenderse en esta nota como debía; más no omitirá cumplir el sagrado deber, a que impelen las circunstancias, de retirar a V. E. su solicitud de que haga marchar a esta provincia los hijos de ella que están en esa república dispuestos a venir a prestar sus servicios en el ejército de reserva al lado de sus compatriotas; ello colmará los temores y desconfianzas que principian a sembrar nuevos enemigos en perjuicio de la causa que defendemos” (6). Fuera o no exacto esto último, la verdad es que en Entre Ríos se hablaba públicamente de los planes ambiciosos de Rivera; y que Echagüe le había remitido a Rosas comunicaciones de éste a jefes de Entre Ríos en las que pretendía ganarlos para su causa, como asimismo las copias de las dirigidas a Urquiza por Chaim y por Vicente Montero en seguida. Está demás decir que mucho más que todo esto, a lo que se daba verdadera importancia en Buenos Aires era a la presencia de un general como Paz al frente de 2.500 hombres con los cuales se preparaba a repeler la invasión que se le trajese a Corrientes.

Batalla de Punta Carretas ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


Hasta entonces el gobierno de Rosas pudo no abrigar temores respecto del litoral y de las aguas que lo bañan; pues el ejército de Echagüe, oportunamente reforzado, se bastaba para contener a Rivera; y la escuadra argentina al mando de su antiguo almirante el legendario Brown, había obtenido una serie de ventajas sobre la oriental mandada por el comodoro Coe. A fines de marzo (1841) Brown se había dirigido a Montevideo, con los bergantines Belgrano, San Martín, Vigilante, Echagüe con la goleta 9 de Julio y la corbeta 25 de Mayo (7); y uno de sus primeros pasos había sido el de ofrecer las seguridades más amplias al comercio marítimo, respondiendo a la consulta que le hicieron el cónsul británico y el de los Estados Unidos, que los buques neutrales que se hallaban en este puerto podían continuar sus operaciones de carga y descarga, como también salir con carga del mismo puerto los buques con bandera argentina u oriental. (8) La escuadra oriental, compuesta de los bergantines Pereyra y Montevideo, de la corbeta Constitución y tres goletas, permaneció al abrigo en el puerto de Montevideo hasta mediados de mayo, cuando Brown se retiró con dos buques como a una legua al noroeste del Cerro e hizo retirar los restantes calculando que Coe, suponiéndole débil, se decidiría a un combate. En efecto, en la mañana del 24 e mayo Coe se vino con toda su escuadra sobre la Argentina, empeñándose la acción a sotavento. Después de dos horas de fuego Brown pretendió interponerse entre el enemigo y el puerto, pero Coe, a pesar de su superioridad, maniobró para conservar su retirada, la que efectuó después de tres horas de un fuego sostenido, dejando a su adversario dueño de las aguas. Al día siguiente el Belgrano y el San Martín dieron caza respectivamente a dos buques enemigos, sin que los que le quedaban a Rivera pudiesen impedirlo a causa de las averías que habían sufrido en el combate. (9) En los subsiguientes combates navales la victoria había sido de Brown; de manera que a fines de 1841, la escuadra argentina surcaba triunfante las aguas del Plata (10) y Rivera, malavenido con Coe, aprestaba nuevos buques que puso a las órdenes del comandante Giuseppe Garibaldi.

Pero en sentir de Rosas estas ventajas podían quedar esterilizadas a consecuencia de un golpe decisivo del general Paz sobre el poderoso ejército al cual tenía en jaque frontera de por medio; y seguido probablemente de otros no menos importantes si, como no era de dudarse, se confiaba a las manos de este militar tan hábil como científico la suma mayor de elementos que constituían la resistencia, una vez que se sabía positivamente que el jefe prestigioso que la había encabezado acababa de morir en los confines de la República. Desde este punto de vista, Rosas rendía a los méritos del general Paz, justicia más cumplida que los que diciéndose partidarios de éste, cohonestaban sus propósitos y pretendían someterlo a la voluntad de Rivera. Rosas calculaba bien, porque lo hacía partiendo de la incapacidad de Rivera para dirigir los ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


elementos que todavía podían oponérsele en el litoral; pero sus enemigos calcularon de distinto modo, y cuando se apercibieron de su error ya era demasiado tarde. Y eso que aun los allegados de Rivera sentían la conveniencia de auxiliar a Paz en todo lo posible. “La porción rica y vital de la revolución está intacta –le escribía en octubre de 1841 el doctor Juan Bautista Alberdi a Martiniano Chilavert, comandante general de artillería del ejército de Rivera‐, reside en los dos litorales, de donde ha salido y saldrá siempre escrito el destino general de la República Argentina. Usted que tiene voz delante del hombre que todo lo puede entre nosotros, trabaje por decidirlo a tomar la revolución como se la da formulada el tirano enemigo….. ocupemos el Entre Ríos volando…. No dejemos sucumbir a Paz; su existencia es solidaria con la nuestra. Ante el enemigo somos una misma cosa”. (11) “Entiendo que entre las primeras necesidades predomina la pronta presencia del general Rivera del otro lado del Uruguay”, le escribía al mismo coronel Chilavert el doctor Santiago Vásquez en noviembre del mismo año. “Trabaje usted, pues, por conseguir este objeto a todo trance. El general Paz hace buen uso de las posiciones que le ofrece su terreno; pero si Echagüe aumentase su ejército, es de recelar que todo se malograse, si nosotros no nos hubiésemos anticipado”. (12)

Batalla de Caaguazú

A pesar de sus compromisos, Rivera mantuvo su ejército acampado en Durazno. Lo más que hizo fue situar una división en el Paso de los Higos cuando Echagüe inició operaciones sobre Paz. Véase como se expresa Paz al respecto: “¿Qué decir de la promesa de estar pronto con 4.000 hombres para pasar el Uruguay antes de veinte días? Diré solamente que no tuvo la intención de cumplirla; porque para él el ofrecimiento más solemne, hasta la fe jurada, no es más que un juego de voces sin consecuencia. Establecido ya como está sobre bases indestructibles su crédito de falsario, ha declinado toda responsabilidad, de modo que ésta vendría a pesar sobre quien lo creyese, fiándose en sus promesas. Así me habría sucedido si no las hubiese apreciado como se merecen. Jamás pensó el general Rivera en hacer cosa alguna a favor de Corrientes relativamente a repeler la invasión que sufría, y voy a dar una prueba incontestable. El coronel don Bernardino Baez estaba situado con 500 hombres en el Paso de Higos, mirando el territorio de Corrientes que sólo divide el río Uruguay. No sólo según sus órdenes no pasó un solo hombre de su fuerza, pero ni hizo una simple demostración, como pudo hacerlo sin compromiso y sin peligro…. Su única comisión se reducía a recoger los restos del ejército correntino, que pensaba habían de ir a asilarse en el territorio oriental”. (13)

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Paz no contaba, pues, más que con los recursos que le proporcionaba la provincia de Corrientes; y a fe que supo sacar de ellos el mejor partido posible. Intimamente persuadido, por otra parte, de que él era el principal punto de mira del poderoso ejército federal que se le venía encima, y de que un revés que él sufriese desbarataría irremisiblemente la resistencia en el litoral, si Rivera se apoderaba de los elementos de Corrientes una vez que él desapareciese de la escena, Paz dejó que Echagüe tomase para sí las primeras ventajas de la campaña, a condición de que lo dejase a él asegurarse del éxito definitivo por medio de una conducta hábil y prudente. Cuando Echagüe vino en su busca, él eludió la batalla retirándose hacia los departamentos que mayores recursos le ofrecían, y entreteniéndolo con una guerra de partidas mientras completaba la organización y remonta del ejército de reserva. Al efecto confió al general Núñez una división de vanguardia, formada de los cuerpos que mandaban los generales Juan y Joaquín Madariaga, la cual debía operar en los departamentos de Curuzú Cuatiá y Pay‐ubre, tomando la ofensiva cuando se le presentasen probabilidades de éxito, y retirándose en el caso contrario. Núñez chocó bien pronto con fuerzas federales en el arroyo de María Grande, donde perdió un capitán y le mataron más de veinte hombres. Esto lo determinó a retirarse lentamente, observando al enemigo que avanzaba hacia el río Corrientes.

Entonces Paz resolvió hostilizarlo por retaguardia, haciendo pasar gruesas partidas que interceptaban las comunicaciones de Echagüe con Entre Ríos y lo obligaban a emplear fuertes divisiones para proveerse del ganado de consumo. Y extendiendo estas operaciones le ordenó al coronel Velazco que reuniese todas las partidas al sur del río Corrientes y cayese sobre el pueblo de Mercedes, diez leguas a retaguardia de Echagüe, y defendido a la sazón por el coronel Desiderio Benítez. Velazco chocó en la entrada del pueblo con un fuerte escuadrón del comandante Tacuavé, lo puso en fuga y se apoderó del pueblo haciendo varios prisioneros y entre ellos el mencionado Benítez, a quien Paz hizo fusilar en nombre de la suprema razón de la época, de ser activo cooperador del enemigo. (14)

Estas bien combinadas operaciones decidieron a Echagüe a precipitar los sucesos provocando a Paz a una batalla. Con este designio marchó sobre el río Corrientes. Paz se retiró en la misma dirección, pero tomando el camino de Pay‐ubre, y atravesando este arroyo con su ejército por el paso de Pucheta. Echagüe lo siguió pasando el arroyo arriba por el Naranjito, de manera que ambos quedaron situados en el rincón o embudo que forma el Pay‐ubre con el río Corrientes. Pero sea que reconociese mucho más ventajosa la posición de Echagüe, y calculase desde entonces batirlo en circunstancias en que éste pasase el río Corrientes, el hecho es que Paz atravesó la margen derecha del río por el paso de Caaguazú. Este, el de Capitamini y el de Moreira ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


eran los tres vados, siendo de advertir que el último era el que ofrecía mayores dificultades en la primavera y el verano, a causa de una planta acuática que se extiende en la superficie del agua y que los naturales la conocen con el nombre de camalote.

A ese paso fue a donde se aproximó Echagüe, acampando tranquilamente y dándole a Paz tiempo suficiente para que le obstaculizase el pasaje; en vez de haber atravesado el río simultáneamente con su enemigo por Capitamini, o sea como a dos leguas más arriba del de Caaguazú, si su intención era dar la batalla, y contaba probabilidades de un buen resultado. Fue este un error capital de Echagüe, quien no supo repararlo –con grandes ventajas para sí‐ cuando Paz repasó el río para darle la batalla. Su falta de resolución y su subsiguiente inacción fortalecieron la certidumbre que adquirió Paz de vencerlo, calculando científicamente sobre el terreno las probabilidades que mediaban de parte a parte, ni más ni menos que como San Martín lo había hecho la víspera de Maipú.

En estas circunstancias llegó al campo de Paz y se incorporó al ejército de reserva el coronel Salas con poco más e 300 hombres, que se separaron del general Lavalle en la provincia de Salta. Casi al mismo tiempo recibió Paz al coronel Ramón Ruiz Moreno, comisionado del general Pablo López, gobernador de Santa Fe, para ajustar con Corrientes un tratado de alianza contra el gobierno de Rosas. Es de advertir que Paz, fiado en el buen crédito que le asignaban sus hechos, y con la habilidad que le era característica, había iniciado de su parte esas negociaciones, calculando sobre el resentimiento de López contra Rosas y sobre que si López se prestaba a ayudarlo con los recursos de Santa Fe, él podía tener bajo su dirección los necesarios para llegar hasta Buenos Aires y luchar con el poder de Rosas. Ya preparadas así las cosas, el doctor Ruiz Moreno a nombre de Santa Fe, y el doctor Derqui a nombre de Corrientes, ajustaron el mencionado tratado, acordando por cláusula especial mantenerlo secreto hasta la oportunidad conveniente. (15) Paz exigió que López se dirigiese a ocupar el Paraná, mientras él se preparaba a atacar a Echagüe; y así lo prometió el enviado de Santa Fe al retirarse para su provincia.

En la noche del 26 de noviembre, Paz se resolvió a atravesar el río Corrientes por el paso de Caaguazú. Cuando por la tarde ya estaban listos los botes para el pasaje de los cañones y de los soldados que no podían efectuarlo a nado, las columnas de Echagüe avanzaron por la ribera sur sobre el paso de Capitamini y empeñaron un fuerte tiroteo con las de Paz en la orilla opuesta. Paz llegó a creer que su enemigo pretendía ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


atravesar cuando él lo hiciese por el paso de Caaguazú; y vaciló ante las consecuencias fatales que esto podría traerle. La razón era obvia. A verificar esa acertada operación Echagüe habría decidido la campaña en su favor; pues Paz habría quedado fuera de la base de las suyas, en los departamentos despoblados que habían recorrido los invasores, y aquél habría quedado en posesión de la parte importante de la provincia y de los recursos que ella contenía; pudiendo al favor de movimientos rápidos llevar la influencia de sus armas hasta la misma capital, y batir en seguida a Paz cuyo ejército habría perdido en moral y en fuerza lo que él habría aprovechado en mérito del éxito de la invasión. “El terror se había apoderado de todos –dice Paz refiriéndose a esas circunstancias‐ y mi mismo ejército corría peligro de desbandarse para ir sus individuos a socorrer sus familias que estaban a merced del enemigo. No me quedaba sino repasar el río por donde lo había pasado, lo que podía estorbarme el enemigo; o ir a buscar otros pasos más abajo….” (16) Pero Echagüe prefirió renunciar a todas esas ventajas permaneciendo encajonado en su misma posición; y todavía cometió el error de retirarse de la ribera dejándole a Paz expeditos los pasos de Caaguazú y de Capitamini.

En la noche indicada Paz hizo pasar su vanguardia al mando del coronel Velasco; y en pos de ésta pasaron las demás divisiones. La primera avanzó para conocer la posición del enemigo, y las últimas, sin alejarse de la orilla del río, tomaron su orden de colocación, designado por el general en jefe, a saber: el ala izquierda de caballería correntina y división del coronel Salas a las órdenes del general Angel Núñez; el centro compuesto de tres batallones de infantería y de diez piezas de artillería a las del general en jefe; y la derecha, de caballería, a las del general Ramírez. A las diez de la noche el coronel Velazco chocó con las guerrillas de Echagüe apoyadas en fuertes reservas; y como ese jefe fuese reforzado a su vez con algunas compañías de infantería se empeñó una verdadera batalla a pocas cuadras del grueso de ambos ejércitos y que duró hasta cerca de la madrugada El 28 de noviembre Echagüe amaneció formado con su ejército fuerte de 5.000 hombres, apoyando su derecha en sus mejores caballerías al mando del general Servando Gómez; el centro en dos batallones de infantería y doce piezas de artillería al mando del coronel Juan B. Thorne; y la izquierda en dos fuertes columnas de caballería a sus inmediatas órdenes.

Entre estas dos posiciones, la de Paz era incuestionablemente más difícil, pues tenía a sus espaldas un gran estero y poco más lejos el río Corrientes; siendo de advertir que el extremo del primero formaba con los barrancos del segundo, como un ángulo agudo cuyos lados se cortaban antes de llegar a sus vértices formando una especie de cono, o mejor, de embudo. Esta posición fue sin embargo la que sostuvo Paz, y alrededor de ella se desenvolvió la batalla. La línea de Echagüe se extendía casi perpendicular al ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


lado del ángulo formado por el estero, y su primer movimiento decisivo fue prolongar su derecha en dirección a río para flanquear a su enemigo y estrecharlo en el estero. Pero Paz, calculando matemáticamente las probabilidades de parte a parte en esos momentos de solemne expectativa que tornan decisivas las concepciones rápidas del genio militar, se propuso sacar de ese movimiento todas las ventajas que esperaba para sí su contrario, dándole un jaque mate con las mismas piezas y por el mismo camino que éste había escogido. Para esto, Paz varió inmediatamente la formación de su infantería haciéndola oblicuar de frente y retirando el ala derecha de manera que se apoyara en el estero; colocó un batallón y dos piezas de artillería en el estrecho referido; y ordenó al general Núñez que se moviese sobre su izquierda y que cuando el enemigo pronunciase su movimiento ofensivo, se replegase rápidamente, entrase por entre el ángulo que formaban el estero y el río y pasase el estrecho.

El general Núñez maniobró hábilmente en ese sentido. Las caballerías de Gómez se lanzaron sobre él suponiéndolo en derrota; pero a medida que avanzaban les iba faltando el terreno en los costados del río y del estrecho y perdían su formación. Al aproximarse al estrecho los fuegos cruzados de dos batallones acabaron de desmoralizar la división Gómez, la cual se precipitó en desorden fuera del campo de batalla. Simultáneamente la derecha de Ramírez, después de llevar algunas cargas con éxito dudoso, arrojó lejos también a la izquierda de Echagüe, no quedándole ya a éste más fuerza organizada que el centro, el cual disputaba la victoria, La artillería de Thorne apagó los fuegos de la de Paz; y le habría desmoralizado su infantería si ésta no hubiese iniciado un movimiento de frente, simultáneamente con las caballerías de Núñez y Ramírez que decidieron la retirada de Echagüe. Esta se practicó en orden, con toda la artillería, parque, bagajes, etc. Cuando Paz se aproximaba, Echagüe hacía alto, la artillería de Thorne recomenzaba sus fuegos, y proseguía la retirada después de haberlo contenido. Pero acosado cada vez más, tuvo que abandonar sus carretas, en seguida algunos cañones y por fin su infantería, dirigiéndose él con sus restos dispersos a Entre Ríos. (17)

Sobre la marcha Paz resolvió ocupar Entre Ríos; sacar de aquí los recursos que pudiese; darse la mano con Santa Fe, e invadir oportunamente Buenos Aires. Pero para precaverse contra una deserción, dada la obcecación con que Ferré sostenía que sus soldados no obedecerían otras órdenes que las suyas fuera del territorio de Corrientes, le fue menester detenerse en Curuzú Cuatiá y demostrarle al gobernador la conveniencia de la campaña inmediata sobre Entre Ríos. Ferré llamó a sí a los jefes correntinos, y no fue sino después de repetidas conferencias, y de haberse reunido las caballadas para el ejército, que el vencedor de Caaguazú pudo llegar al río Mocoretá. La influencia de Rivera y de los generales Madariaga sobre Ferré, ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


maniobraron de modo que esta campaña se convirtiera en una guerra de pillaje en la rica provincia de Entre Ríos.

Fue para morigerarlo, cuando menos, que Paz propuso a Ferré que se destinase el gran rincón que forma el Miriñay con el Uruguay para depositar las haciendas de todos los federales de Entre Ríos y Corrientes, cuyos establecimientos clasificaría el mismo general o la persona que nombrase Ferré, y de la cuales se sacaría para el consumo del ejército, reservándose las que quedasen para repartirlas entre los que hubiesen hecho la campaña. (18) Al dejar consignado este rasgo característico de la época, Paz dice que “aún los díscolos hubieran aprovechado mejor lo que debió ser el premio de sus buenas acciones y no el fruto de sus rapiñas”; olvidando que esa era la guerra de expoliación que abría la puerta a represalias como las que había tomado Rosas en Buenos Aires, después que Lavalle arreó de la campaña de esta provincia las haciendas que pudo; y como las que tomaban los demás gobiernos confederados en igualdad de circunstancias respecto de sus enemigos.

Por su parte, Rivera, así que tuvo noticia de la victoria de Caaguazú, y de que Paz avanzaba sobre Entre Ríos por el norte, pasó el Uruguay al frente de unos 2.500 hombres. Una de sus primeras medidas fue la de acaparar cuantos ganados encontró en su tránsito. El general Urquiza que había sido electo gobernador el mes anterior (15 de diciembre) tuvo que cederle el terreno, retirándose para Gualeguay, por donde avanzaba la vanguardia de Paz al mando del general Núñez. Viéndose impotente para resistir a esta doble invasión, Urquiza pasó el Paraná como con 500 hombres, dejándole a Rivera algunos prisioneros y más de 6.000 caballos. Simultáneamente Paz hizo ocupar la capital del Paraná por la división del general Ramírez; y la legislatura nombró (29 de enero) gobernador provisorio al comandante Pedro Pablo Seguí.

Cinco días después entró Paz en la capital, y se dirigió al nuevo gobernador manifestándole que esta elección “hecha por el voto libre de los representantes, hace ver que el grito de libertad y muerte a los tiranos que han lanzado luego que se vieron libres del ominoso poder que los oprimía, es el sentimiento que proclaman y que están resueltos a cumplir”. (19) Pero esta era mera fraseología de la época. La provincia de Entre Ríos era decidida por la federación. Paz y Rivera no eran dueños sino del terreno que pisaban. Sin contar con que Urquiza reorganizaba sus fuerzas, los comandantes Crispín Velásquez, Olivera, Ereñú, Paez, Abrao y otros mantenían las hostilidades en los departamentos, esperando el momento de verificar operaciones más serias sobre el ejército de ocupación. En el fondo, Paz no se hacía ilusiones al ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


respecto, ni aun por lo que tocaba a la capital, pues dice: “la población me recibió con muestras de benevolencia, lo que nada tiene de extraño, porque si no era sincera la creían necesaria sus habitantes para desarmar el resentimiento del vencedor. Adviértase que no había allí un partido que nos fuese favorable, y que los únicos que se dejaban sentir eran puramente personales, (Echagüista y Urquizista) sin dejar por eso de pertenecer a lo que llaman federación”. (20)

Dada esta posición de Paz, era más que nunca lógico suponer que se confiarían a sus manos todos los recursos disponibles para llevar la guerra a Buenos Aires. Partiendo de este punto, Paz le pidió a Ferré que bajase al Paraná para concertar con el general Juan Pablo López las medidas conducentes a ese fin, según rezaba en el tratado que con este último había celebrado el año anterior. Pero cediendo a las sugestiones de Rivera y celoso de la influencia que Paz alcanzaría si se le confiaba la dirección de la guerra, Ferré contribuyó a desbaratar ese plan. Su venida a Entre Ríos tuvo por principal objeto impedir que el ejército correntino pasase el Paraná, su eterno e irrisorio fantasma; y tratar por su cuenta con los gobernadores de esa provincia y de la de Santa Fe sobre bases que él mismo redactó.

López movido por Paz, nombró a Urbando de Iriondo por la parte de Santa Fe; el mismo Paz hizo nombrar al doctor Florencio del Rivero por la de Entre Ríos; y Ferré envió al doctor Manuel Leiva por la de Corrientes. En la primera conferencia este último presentó un proyecto de tratado sobre las bases de Ferré, según el cual cada una de las tres provincias daría 2.000 hombres para formar el ejército que sería mandado por el general Paz; cada contingente tendría su caja particular y su jefe dependiente del general en jefe “sin dejar de serlo de su gobierno respectivo”. (21) Tan insólitas eran estas bases que los comisionados no pudieron menos que consultárselas a Paz, quien les objetó naturalmente que no podría aceptar la responsabilidad de mandar un ejército formado al paladar de los gobernadores y bajo las órdenes de cada uno de ellos.

Los unitarios que no estaban al cabo de las insidias y de los planes de Rivera, se asombraban ingenuamente de que Paz no hubiese proseguido desde luego sus operaciones; y hasta lo instaron en este sentido, como si fuese él realmente el causante de esta situación indefinida que esterilizaba la victoria de Caaguazú, y que debía dar un vuelco completo, pues Urquiza se preparaba a entrar nuevamente en acción; en Buenos Aires se aprestaba una buena división de las tres armas al mando de Lagos, con destino a Entre Ríos, y Oribe venía a marchas redobladas al teatro de la ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


guerra que era el litoral. Paz creyó poner a salvo su responsabilidad manifestando su resolución de ir a Corrientes a reunirse con su familia, ínterin se llevaban a efecto los arreglos proyectados. Ferré asintió al punto, pero los vecinos y comerciantes principales del Paraná, solicitaron de la legislatura que intercediese para que Paz no se ausentase, dejándolos a merced de Rivera y de Ferré que expoliarían libremente la rica provincia de Entre Ríos. (22) Movido por las reflexiones de los hombres del gobierno y de sus amigos, Paz resolvió quedarse, y fue elegido gobernador el día 13 de marzo. Ferré no disimuló su despecho, y procedió con esa falsa energía que es la corteza que encubre comúnmente la hueca petulancia y la falta de vistas en ciertos hombres públicos, que se levantan como esas ramas largas y débiles en las cuales el sol por un capricho de la suerte jamás fecundó un fruto o una flor. En vez de apoyar a Paz para que éste pudiese mantenerse en Entre Ríos y darle la mano a López oportunamente, quedando entretanto como un antemural respecto de Corrientes y del Estado Oriental, Ferré llevó su pasmosa obcecación al punto de tomar el mando del ejército correntino, él, que no sabía montar una guardia; de quitarle a Paz un batallón de infantería y algunos cañones que guarnecían el Paraná, y de llevarse en seguida ese ejército a Corrientes dejándolo a Paz indefenso en medio de una provincia que le era hostil”. (23)

Esto por lo que respecta a Ferré. En cuanto a Rivera tenía un plan más vasto y trascendental. Las generaciones futuras apreciarán los motivos que empujaban a Rivera a hacer la guerra, no a Rosas, sino a la Confederación Argentina; y si profesan la creencia en la integridad de la patria, deducirán necesariamente a la vista de los hechos y de los documentos, que Rivera hizo de consuno con los dirigentes del partido unitario cuanto pudo por romper esa integridad con miras egoístas; y que si no lo consiguió fue debido a la influencia esencialmente argentina del general Juan Manuel de Rosas. Es el primer general del partido unitario, el que orienta en ese camino ingrato para los argentinos que lo recorrieron. El fue el primero en protestar desde lo íntimo de su patriotismo herido contra ese tráfico vergonzoso de la nacionalidad argentina, la cual llegó a ponerse en subasta en cambio del oro y de los cañones de la Inglaterra y de la Francia, ostensiblemente para “hacerle la guerra al tirano Rosas”, pero en realidad para servir las pretensiones de Rivera y colmar los intereses egoístas de esas dos grandes potencias. Es el general Paz quien ha dejado estampadas en sus “Memorias póstumas”, reputadas por sus antiguos partidarios “como un texto bíblico”, marcas de fuego que acusarán siempre, y que necesariamente explican los actos de represión del gobierno de la Confederación Argentina en esa época.

Desde que Rivera pisó Entre Ríos manifestó sin embozo sus intenciones, obrando como árbitro de la paz y de la guerra, y tratando de subordinar a Paz con la ayuda de Ferré, ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


quien se dejaba conducir ciegamente por él, o era su cómplice. Aunque en su primera nota al general Juan Pablo López le dice que se pondrá de acuerdo con él y con esos jefes, ya le declara que al ocupar Entre Ríos se halla irrevocablemente resuelto a no dejar las armas hasta haber destruido completamente el poder de los tiranos. (24) Y todas sus medidas tendieron a ahondar las divisiones y apadrinar los caudillejos obscuros y reacios, lanzándolos a que aumentaran las montoneras de Santa Fe y hasta armándolos para que hiciesen lo mismo en Entre Ríos. (25) Por estos medios tan familiares a la escuela del caudillaje en que se había creado, creía cimentar su prestigio y conseguir oportunamente la realización de sus miras. De aquí resultaba que las medidas que tomaba Paz para proseguir la guerra encontraban un fuerte obstáculo en Rivera, no porque Rivera las reputase malas en el fondo, sino porque las desautorizaba sistemáticamente, para sublevarle resistencia, con ser que Paz ejercía la autoridad militar de la provincia. Y lo mismo que en lo político procedía en lo administrativo y lo meramente civil. “El hombre que se producía de esta manera –dice el general Paz (26)‐ asolaba y robaba al país escandalosamente por medio de sus paniaguados, en términos que por todo el territorio que había dejado a su espalda, no se veían sino esos arreos clandestinos de ganado, mulada y caballada que tan hábilmente saben practicar nuestros gauchos y los orientales que es lo mismo”. (27) La resolución de Ferré de retirarse a Corrientes con su ejército, dejando a Paz sin fuerzas en medio de una población hostil a los unitarios, y a López aislado, vino en apoyo de las pretensiones de Rivera; porque era claro que primando su influencia en Entre Ríos, López tendría que echarse en sus brazos, y Paz se vería obligado a dejarle libre la escena en que actuaba con dificultades cada vez mayores. Y esto fue lo que sucedió. Obligado Paz a crear y organizar algunas fuerzas para sostenerse, y no ofreciéndole ventajas la posición del Paraná, delegó el gobierno en el comandante Seguí, y con los prisioneros de Caaguazú, únicos soldados que dejó Ferré, y un cuadro de jefes y oficiales fieles, se dirigió a Gualeguay donde el general Núñez tenía reunida una división como comandante general del departamento al este de dicho río. Allí pensaba establecer su cuartel general. Rivera no disimulaba la aversión que le inspiraba Núñez, prestigioso jefe entrerriano, que estaba muy lejos de prestarse a sus pretensiones (28)

La incorporación de Paz con Núñez podía llegar a ser un fuerte obstáculo para él. Paz se encontraría desde luego con 1.500 hombres; distribuiría sus prisioneros entrerrianos en cuerpos que organizaría como él sabía hacerlo; su renombre militar le facilitaría el camino sobre esta base segura; inspiraría respeto al enemigo; y lo demás lo dirían el tiempo y los sucesos. Entretanto, él no podría adelantar en sus soñados proyectos. Calculando así, Rivera procedió como había procedido con los cuerpos del ejército republicano en campaña sobre el Brasil; como procedió siempre para dominar solo y exclusivo, esto es, resolviendo atacar al general Núñez para quitarse el obstáculo ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


que le incomodaba!…. Al efecto convocó a sus jefes principales a una junta de guerra, en la costa del Uruguay, y se esforzó en convencerlos de la necesidad de llevar a cabo ese ataque. Felizmente los coroneles Fortunato Silva, Bernardino Baez y otros se negaron rotundamente a ello, y Rivera se vio en el caso de no insistir temiendo las consecuencias de ese hecho que se hizo público, por otra parte. (29)

Con todo, Paz le comunicó su marcha y hasta solicitó de él unos 300 hombres para poder cruzar por departamentos que eran recorridos por fuertes partidas federales. Ya se comprenderá que Rivera no pensó en mandárselos aunque le prometió hacerlo. Rodeado de enemigos, Paz pudo llegar a Nogoyá el 2 de abril. Esa misma mañana la pequeña división de los coroneles Velasco y Baez fue completamente derrotada por el comandante Paez, que era uno de los que el mismo Rivera había auxiliado para que mantuviese la resistencia al nuevo gobierno de Entre Ríos, como ya queda dicho. Paz apresuró consiguientemente su marcha, la cual podía convertirse en el primer momento en la más desastrosa retirada, pues el comandante Paez lo perseguía por la derecha con más de quinientos hombres, pasados en su mayor parte de la división de Velasco; y el comandante Crispín Velásquez lo hacía por la izquierda con milicias que le eran adictas. A poco andar se sublevaron los prisioneros entrerrianos y su fuerza quedó reducida a poco más de 60 hombres en su mayor parte jefes y oficiales, con los cuales llegó a Gualeguay. (30) Aquí supo que Rivera no sólo no pensó enviarle un hombre, sino que había comisionado al comandante federal Ereñú para que indujese a Crispín Velásquez, Paez y demás jefes en armas, a que se entendiesen con él directamente. A pesar de esta significativa conducta de Rivera, Paz no pudo menos que ir a reunírsele, pues de otra manera corría riesgo de caer con los que le acompañaban en manos de sus enemigos. (31)

Así destruía Rivera las “influencias argentinas” en el litoral para crear la suya omnipotente y “poder realizar su proyecto favorito de incorporar las provincias de Entre Ríos y Corrientes a la República del Uruguay, y la de San Pedro del sur que depende del Brasil, y el Paraguay, con lo que quedaba redondeada la nueva nación”, como dice el general Paz. Sólo Ferré parecía no alcanzar ese proyecto, y eso que existían de antiguo antecedentes que podían iluminarlo. Había otros que lo negaban ostensiblemente, o cuando más, declaraban que ello era un medio para debilitar el poder de Rosas: Esto eran los emigrados argentinos influyentes, que agotaron en ese sentido todos los recursos de una diplomacia tenebrosa, explotando las tradicionales ambiciones del Imperio vecino del Brasil; subordinando lo mismo que pensaban crear al interés de la Inglaterra y de la Francia; y llamando a sí a todos los ilusos y a los demás ambiciosos con las ventajas excepcionales que aseguraba ese proyecto, las ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


cuales reunieron en una “memoria” (32) como para mostrar que habían estudiado concienzudamente la conveniencia de romper la integridad de su patria!…

No era esta trama vergonzante lo que más desorientaba al general Paz; ni tan poco el que subordinase a ella el interés general de la revolución contra el gobierno de Rosas, excluyéndolo consiguientemente a él que lo condenaba. Lo que realmente mortificaba su espíritu, según lo deja ver en sus Memorias era la ciega obcecación de Ferré que le arrebataba el medio de desbaratar esa trama que desprestigiaba la revolución. Ese medio lo indicaba el simple buen sentido; y consistía en que Ferré pusiese sin reserva el ejército correntino bajo la dirección de Paz, y ayudase al general Juan Pablo López, quien estaba en un todo de acuerdo con este último, a organizar el suyo, para que al frente de doce o quince mil soldados del litoral emprendiesen la campaña sobre Buenos Aires. Y que Ferré tenía noticia del plan de Rivera lo dicen sus propias comunicaciones (cuyos originales poseía Adolfo Saldías). Quizá no le daba importancia, o pensaba en su petulancia poder contrarrestarlo.

Le revelaron ese plan algunos de los jefes correntinos que Rivera había retenido en su ejército. En seguida fue el mismo Rivera quien le dejó ver cuáles eran sus intenciones, al anticiparle que acreditaría un enviado para “arreglar la cuestión sobre las Misiones”; bien que sincerándose de las voces que corrían sobre sus pretensiones a Corrientes. La respuesta de Ferré fue patriótica y terminante en el sentido de los intereses argentinos. “Jamás he prestado ascenso decisivo a las inculpaciones vertidas generalmente en lo exterior contra ese Estado, sobre aspiraciones relativas a esta provincia, de que V. me hace referencia –le escribía el 8 de julio de 1841‐, y si ella en las críticas circunstancias se ha puesto en guardia, esta es obra de la prudencia precautiva al golpe de luz comunicado por hechos inequívocos que diametralmente se oponen a su juicio particular”. Y es en fuerza de estos “hechos inequívocos” que el gobernador Ferré rechaza la pretensión de Rivera de celebrar arreglos respecto de Misiones, y establece que esto es del resorte del Congreso Nacional, agregando “que se evidencia cuán repugnante debe ser la ingerencia que pretende tomar el gobierno oriental, extranjero en la República, sea cual sea la forma que quiera adoptar”. (33)

Aislado e impotente en Entre Ríos, Paz no pudo menos que abandonar esta provincia después de celebrado (abril de 1842) el tratado llamado de Galarza, que suscribieron los señores Bustamante, Derqui y Crespo, a nombre del Estado Oriental, Entre Ríos y Santa Fe, y por el cual se daba a Rivera la dirección de la guerra, mando en jefe de todas las fuerzas, facultad de celebrar tratados, etc. Pero al alejarse pensó que no ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


estaba perdido todo si Ferré volvía sobre sus pasos y consentía confiarle el ejército y recursos de Corrientes a él, que levantaba encima de las aspiraciones desembozadas de Rivera, los intereses de la nacionalidad argentina. En este sentido dio instrucciones a su ministro y amigo, el doctor Santiago Derqui, el cual se dirigía a Corrientes con el objeto de hacerle suscribir a este gobierno el tratado de Galarza. Un hombre como Derqui no podía ignorar los hechos tal como se pasaban. Partiendo de ellos le hizo sentir a Ferré todo el peso de las responsabilidades que se echaba encima, abatiendo por sus manos la más fuerte, la única “influencia argentina”, y levantando virtualmente la influencia extranjera y absorbente de Rivera. En el mismo orden de ideas les habló a algunos amigos del gobernador; y consiguió traer a este último al buen camino. Pero Ferré, aunque patriota a su modo, era ante todo un carácter obtuso, que con la soberbia de la incapacidad vencida se revelaba contra el propio convencimiento que llevasen a su espíritu los esfuerzos más grandes del raciocinio y de la lógica. Después de haber discutido largamente las respectivas posiciones de los que dirigían los sucesos en el litoral; de no poder menos que asentir a la conveniencia que había en robustecer y prestigiar la del general Paz; y cuando Derqui creía haberlo convencido de la necesidad y del deber en que estaba de proceder como habría procedido en su caso cualquiera que se diese cuenta cabal de sus compromisos políticos y hasta de su propia conservación, Ferré no sólo rehusó entenderse con Paz, sino que le negó hasta el derecho de celebrar tratado alguno a nombre de Entre Ríos, desató todas sus furias contra Derqui, y desahogó como siempre sus querellas con Rivera.

“Después de serias reflexiones ‐le escribía a Rivera el 3 de junio de 1842‐, para reconocer autoridad bastante en los señores generales Paz y López como gobernadores el primero de Entre Ríos y el segundo de Santa Fe, y plegarse al tratado de Galarza, he tenido que paralizar la marcha que me conducía a este objeto, porque no encuentro en ellos la realidad de sus destinos (!) para poder celebrar convenciones entre gobiernos legalmente constituidos”. Pero más que la legalidad del gobierno de Paz, tan dudosa como la del que ejercía él mismo, irritaba a Ferré, la personalidad política y militar de Paz que era el centro natural de la revolución argentina en el litoral; y de que esos hombres decididos y bien intencionados no hubiesen ocultado las alarmas que les inspiraba el giro que tomarían los sucesos dirigidos por Rivera. Por esto agregaba en su nota; “Sobre estas urgentes cualidades se aglomeraban muchas más para no podernos entender con el doctor Derqui. Su conducta pública y privada ha tocado los extremos: un idioma descortés (!) ha usado en sus reuniones para hacer decaer los prestigios de la autoridad…. ha puesto al vecindario y al ejército en acecho; lo ha prevenido, promulgando ideas y dando noticias falsas por el deseo de alarmar”. (34) En la carta reservada de la misma fecha 3 de junio, le manifiesta a Rivera todo cuanto puede aglomerar contra el doctor Derqui… “Antes de tratar nada –le dice‐ ya empieza a infundir desconfianzas contra usted mismo, atribuyéndole aspiraciones a ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


disponer de la República….” Lo que no impide que lo inste a avenirse al tratado que celebraron poco después, “para tapar la boca a todos y mucho más a los que alarman a los pueblos con las pretensiones que suponen en usted”. (35) En seguida cortó toda relación con Derqui y le dio pasaporte para fuera de la Provincia, comunicándoselo así a Rivera. (36)

Después de esto ya no le quedaba al general Paz más que salvar de un modo indubitable y terminante su responsabilidad como argentino y como soldado, para no aparecer colaborando en esa trama siniestra que tenía por objeto romper la integridad de su patria, y la cual dirigían argentinos extraviados y orientales de nota en exclusivo provecho de Rivera. A tal efecto le dirigió al gobernador de Corrientes una nota memorable que sienta desde luego: “Cuando fui llamado a reincorporarme a los valientes del ejército correntino, para combatir contra el tirano, contesté que nada me sería más grato si veía asegurada la nacionalidad del objeto de la guerra, y organizada la revolución de modo que pudiera consultar y defender los verdaderos intereses argentinos”. Refiriéndose a las conferencias habidas con motivo del tratado de Galarza, declara: “El excelentísimo señor general López y yo estuvimos de perfecto acuerdo, y animados de sentimientos verdaderamente argentinos; pero el excelentísimo señor gobernador don Pedro Ferré hizo a todo una alarmante resistencia, fundada en la no oportunidad que él concebía para centralizar la revolución, y en otras que él dijo no podía expresar en aquel acto”. Paz conoce las causas de esta resistencia. Son las mismas que destruyó el doctor Derqui en nombre del patriotismo y del honor, durante las conferencias que celebró con Ferré y con varios personajes notables de Corrientes. Por eso agrega: “Creo conocer muy bien esas razones reservadas, entre otras cosas, por el hecho mismo de la reserva; y creo también por una consecuencia legítima que los intereses argentinos no están consultados, ni garantida la nacionalidad en la guerra contra el tirano. Tal es mi opinión; y este convencimiento que no puedo deponer, me ha determinado a separar completamente mi persona de la actual lucha. Mi honor, la nacionalidad de mis principios, y lo más caro de mis deberes como argentino, no me permiten derramar una gota de sangre de mis compatriotas, si no es con el exclusivo objeto de restituirles una patria libre y un régimen legal que haga la garantía de su bienestar”. (37)

Referencias

(1) Véase Memorias póstumas, tomo III, página 277. (2) Manuscrito original en el archivo de Adolfo Saldías. ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


(3) Véase Memorias, tomo III, página 290 y siguientes donde el general Paz abunda en detalles al respecto. Baste el saber que la idea de Paz de establecer una maestranza fue reputada por Ferré como un gasto inútil; y que se resistía a entregarle unos sables para la tropa alegando que los soldados los romperían, y que lo conveniente era distribuirlos en la víspera de la batalla!. (4) Manuscrito original en el archivo de Adolfo Saldías. (5) Véase Memorias póstumas de Paz, tomo III, página 307. (6) M.M. S.S. originales en el archivo de Adolfo Saldías. (7) El comercio de Buenos Aires inició suscripciones destinadas al entretenimiento de estos barcos, y una de ellas fue la de los barqueros y lancheros del cabotaje en la que figuran, por cantidades más o menos gruesas, los señores Daniel Gowland, Vicente Casares e hijos, Pelerán, Custodio José Moreira, Artagaveitía, Oliveira, Silva, Capurro, Acevedo Ramos, Riglos, Acuña, Amstrong, Juan y José Garay, Vivas, Appleyard, Thompson, Miller, Dolz, etc. etc. (Véase la Gaceta Mercantil del 4 de octubre de 1841). (8) Véase parte de Brown al gobernador delegado de Buenos Aires, publicado en la Gaceta Mercantil del 19 de mayo de 1841. (9) Véase parte de Brown al gobernador delegado, publicado en la Gaceta Mercantil del 14 de junio de 1841. (10) Véase los partes y notas de Brown en La Gaceta Mercantil del 29 de enero de 1842. (11) Manuscrito original en el archivo de Adolfo Saldías. (12) Manuscrito original en el archivo de Adolfo Saldías. (13) Memorias póstumas, tomo III, página 349. (14) Es la que da el general Paz en sus Memorias, tomo III, página 339. (15) Esta cláusula se estipuló a pedido de López, quien se resistía (noviembre de 1841) a pronunciarse abiertamente hasta no contar sobre ventajas adquiridas por sus nuevos aliados. Lo hizo recién en abril de 1842, reuniendo algunas milicias que fueron derrotadas por fuerzas del coronel Andrada, a consecuencia de lo cual se refugió en Corrientes. (16) Véase Memorias, tomo III, página 359. (17) Para describir esta batalla se ha consultado las Memorias del general Paz, y el plano que de ella se levantó; las referencias del coronel Juan B. Thorne, jefe de la ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


artillería de Echagüe sobre el croquis que este jefe hizo de la misma batalla; y los papeles del archivo de éste en el archivo de Adolfo Saldías. (18) Véase Memorias póstumas del general Paz, tomo IV, página 9. (19) Documentos oficiales. (20) Memorias póstumas, Tomo IV, página 22. (21) Memorias póstumas, Tomo IV, página 35. (22) “Ferré, creyéndose ya solo en el teatro, se quitó la máscara y declaró sus exigencias. Pedía que se abonase a Corrientes no recuerdo qué cantidad de pesos que había dado al gobierno de Entre Ríos y alguna otra cosa más de que no hago memoria. Su alegría…. Reveló a los entrerrianos el peligro que iban a correr desde que quedasen en poder del gobernador y ejército correntino”. (Paz, tomo IV, páginas 36 y 38). (23) Véase Paz, Memorias póstumas, tomo IV. (24) Notas de Rivera desde su cuartel general de la Barra del Salto. Se publicaron en Entre Ríos y Santa Fe en hoja suelta. (25) Véase Memorias póstumas, tomo IV, páginas 25 y 27. (26) Véase Memorias póstumas, tomo IV, página 26. (27) El general César Díaz, distinguido oficial de Paz y de Rivera, habla también de las dilapidaciones de este último. (Véase Memorias inéditas, página 51) (28) Rivera solía quejarse de que Núñez se separó de su ejército para ir al del general Lavalle. Pero esta inconsecuencia, si es que la había, Núñez la compesó, pues es sabido que a él debió la ventaja relativa que obtuvo Rivera en la batalla de Cagancha. (29) Véase Memorias póstumas, tomo IV, página 49. (30) Memorias póstumas, tomo IV, página 75. (31) Memorias póstumas, tomo IV, página 75. (32) El general Paz hace referencia a esa “memoria” y hasta deja adivinar que fue el doctor Florencio Varela quien la redactó. (Véase Memorias póstumas, tomo IV, página 227) (33) Manuscrito original en el archivo de Adolfo Saldías. (34) Manuscrito original en el archivo de Adolfo Saldías. ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


(35) Manuscrito original en el archivo de Adolfo Saldías. (36) Manuscrito original en el archivo de Adolfo Saldías. (37) Manuscrito en el archivo de Adolfo Saldias. La nota está legalizada por el doctor Derqui.

Fuente Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado Saldías, Adolfo – Historia de la Confederación Argentina

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24 de M ayo

Manuel Antonio Artigas

Capitán Manuel Antonio Artigas (1774‐1811)

Manuel Antonio Artigas nació en Montevideo, el 28 de marzo de 1774, siendo sus padres Esteban Artigas, natural de aquella ciudad, y Ana López, porteña. Contrajo matrimonio el 7 de junio de 1797, con Mariana Fernández, natural de Maldonado. En 1801 se halla ocupado en la testamentaria de su padre siendo este último hermano del progenitor del famoso general José Gervasio de Artigas, que era primo hermano de Manuel Antonio. El distinguido escritor argentino Manuel R. Mansilla, en su obra “Felipe Pereyra de Lucena y Manuel Artigas”, nos dice de él que “la Revolución de Mayo lo tomó en Buenos Aires, ocupado en faenas mercantiles y con relaciones excelentes entre los nativos de corazón bien puesto y de pensamiento levantado. Unido a French y Beruti por afecto y comunidad de ideas, perteneció al grupo agitador de los Chisperos con que los nombrados dirigieron en el pueblo y los cuarteles el verdadero movimiento insurreccional que derrocó el poder de los virreyes; siendo, por consiguiente, de los que alcanzaron el mérito especial de la acción decisiva de los acontecimientos en los tres días críticos de mayo de 1810”.

La Junta designó a Manuel Antonio Artigas, capitán de la 6ª compañía del Regimiento “América”, habiéndole sido otorgada esta capitanía a propuesta del coronel Domingo French, encargado de organizar el nuevo Regimiento de Infantería, siendo los otros propuestos: Enrique Martínez, Vicente Dupuy, Elías Galván, Marcos Pudrán, Eusebio Valdenegro y otros distinguidos militares de la independencia, ascenso conferido el 27 de junio.

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El 4 de setiembre de 1810, Manuel Belgrano, vocal de la Junta, era designado por ésta Gobernador y general “con el encargo de proteger los pueblos de la Banda Oriental y levantar en ellos nuevas fuerzas”. Belgrano pidió que pasase a sus órdenes Manuel Artigas, el cual conjuntamente con el abanderado de su cuerpo pasaron el 20 de setiembre a disposición de aquel; el 28 tomaba Belgrano el mando de sus tropas en San Nicolás de los Arroyos y a fines de octubre empezó su marcha hacia Curuzú Cuatiá, llegando el 4 de diciembre a las costas del Paraná y el 15 a Candelaria, donde empezó a construir balsas y botes de cuero, una de aquellas para colocar un cañón de a 4 “con que batir los enemigos que estaban en el Campichuelo, que es un descampado que está casi al frente de este pueblo, en la costa Norte del Paraná”, según dice Belgrano en su Memoria.

Manuel Artigas se distinguió en la acción de Campichuelo, después de haber atravesado el Paraná, el 19 de diciembre de 1810. En su Memoria, el general Belgrano elogia la actitud valiente de Artigas en el pasaje del río, así como también por su comportamiento en la acción, cuya “gloria corresponde a los oficiales ya nombrados” (Manuel Artigas, Manuel Espínola y Gerónimo Helguera). Se distinguió también en el combate de Maracaná, el 6 de enero de 1811, así como también en la Batalla de Paraguary el día 19 del mismo mes, donde las fuerzas patriotas fueron derrotadas, coincidiendo el contraste con el ascenso de Belgrano a brigadier expedido por la Junta el mismo día.

Derrotado nuevamente en Tacuarí, el 9 de marzo del mismo año, al día siguiente emprendió Belgrano su retirada, y antes de finalizar el mes de marzo, ya había repasado el Paraná con poco más de 700 hombres. El 7 de marzo la Junta había ordenado a Belgrano atravesar el Uruguay y dirigirse a la Banda Oriental en calidad de General en Jefe. Aquél llegó a la villa de Concepción del Uruguay el 9 de abril, habiendo ya llegado su vanguardia al mando de Martín Galain, a Soriano, villa que ocupó el comandante Miguel E. Soler. Una vez que Belgrano vadeó el río Uruguay, estableció su cuartel general en Mercedes.

Manuel Artigas se distinguió en el combate del Paso del Rey, el 21 de abril, y pocos días después puso sitio a San José, después de haber atacado este punto el día 22, y reclamó urgentemente el auxilio de Venancio Benavídez el cual concurrió al llamado en la noche del 24 de abril de 1811. Al amanecer del 25, ambos jefes patriotas atacaron la plaza, que estaba sólidamente defendida por 160 infantes y 2 cañones. La

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desgracia quiso que una bala le hiriese de gravedad un pie, y curándose de esta herida en la casa frente a la cual cayera en el ataque, falleció el día 24 de mayo de 1811.

El 31 de julio de 1811, la Junta dispuso que los nombres del comandante Felipe Pereyra de Lucena y del capitán Manuel Artigas, se inscribieran en la Pirámide de Mayo, decreto publicado en “La Gaceta” del jueves 1º de agosto de 1811.

Fuente Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado. Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1938).

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24 de M ayo

José E. Cereso

Nació en la ciudad de Buenos Aires en el último cuarto del siglo XVIII. Se halló en la reconquista de esta Capital el 12 de agosto de 1806 y en la memorable Defensa de la misma, en las rudas jornadas del 2 al 7 de julio de 1807, contra los invasores británicos. El 16 de febrero de 1808 fue nombrado teniente graduado de Milicias Urbanas de Buenos Aires, y el 9 de febrero del mismo año, fue reconocido como subteniente del Cuerpo Patriotas de la Unión, por Real Orden expedida en Sevilla. Producido el movimiento emancipador, la Junta le extendió despachos de teniente de la 6ª Compañía del Regimiento Artillería de la Patria, el 3 de agosto de 1810, incorporándose al Ejército Auxiliar. Asistió al combate de Cotagaita el 27 de octubre, y a la batalla de Suipacha el 7 de noviembre del mismo año 1810. Por sus merecimientos en esta campaña, fue ascendido a teniente 1º, y después a capitán de la 2º Compañía del mismo Regimiento, ascenso este último que le fue conferido por despachos de fecha 24 de mayo de 1811. En enero de 1812 era capitán de la 3ª Compañía. Se halló en la desgraciada batalla de Huaqui o del Desagüadero, el 20 de junio de 1811, así como también en las de Tucumán, Salta, Vilcapugio y Ayohuma, pero habiendo sido herido en el curso de esta campaña, obtuvo su retiro a inválidos el 15 de setiembre de 1814. El capitán Cereso mandó la artillería patriota en la batalla de Vilcapugio. Reincorporado a la actividad, el 5 de marzo de 1818 fue ascendido a sargento mayor graduado de artillería, y el 12 de febrero de 1821, recibió la efectividad de este empleo en el Regimiento 5º de Milicias de Campaña, donde sirvió hasta el 28 de febrero de 1822 en que obtuvo su reforma militar. Se le vuelve a encontrar como teniente coronel graduado en el combate de la Vuelta de Obligado, donde tuvo a sus órdenes cuatro piezas volantes del calibre de a 8, en la misma línea y altura de la batería “Restaurador”; y por su comportamiento en el parte del general Lucio Norberto Mansilla, el teniente coronel Cereso, lo mismo que los ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


demás jefes de baterías y de tropa, que combatieron con valor digno de admiración, mereció el párrafo “son dignos del renombre de intrépidos y serenos guerreros”. Cereso mandó una batería en la acción del Quebracho, el 16 de enero de 1846, también contra los buques anglo­franceses. Posteriormente recibió la efectividad de teniente coronel de artillería y después de Caseros pasó a revistar en la P. M. I., con fecha 8 de julio de 1856, figurando en la cual falleció en el partido de Navarro, provincia de Buenos Aires, el 24 de mayo de 1863. Fuente Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado. Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1938).

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24 de M ayo

Batalla de Tuyutí

Batalla de Tuyutí ‐ 24 de mayo de 1866

En las pantanosas márgenes de la orilla paraguaya del Paraná emerge el campo de Tuyutí a la manera de una isla entre un mar de esteros y pantanos. Solano López, al concentrar sus fuerzas al norte –en Paso Pucú­ se lo brindaba a Mitre, porque su plan estaba en encerrar allí a los ejércitos aliados para vencerlos en una batalla definitiva. Grave error, pues teniendo frente suyo a un general como Mitre, no debió emplearse en una sola batalla, siempre aleatoria, sino desgastar al adversario en una lucha larga. Pero Solano López aún no sabía quién era Mitre. Su plan consistía en encerrar a los aliados en la ratonera de Tuyutí y batirlos por los cuatro puntos cardinales. El teniente coronel José Eduvigis Díaz (futuro general y héroe de Curupaity) simuló en Estero Bellaco, con 5.000 hombres, una defensa de la entrada de Tuyutí (2 de Mayo): por sorpresa cayó sobre las avanzadas aliadas, tomándoles cuatro cañones a los brasileños, que arrastraría en triunfo al campamento de Paso­ Pucú. Ese movimiento engañó a Mitre, que ordenó la ocupación de Tuyutí (20 de Marzo). Debió ser lo esperado por López que cuatro días después ordena descolgarse en Tuyutí por el norte, sur, este y oeste, a todos los efectivos del ejército. López buscaba en una sola batalla la decisión de la guerra. Con 25.000 hombres se lanzó contra 39.000 aliados (21.000 brasileños, 16.000 argentinos y 2.000 orientales). Pero, el movimiento no fue bien coordinado, y el retardo de la derecha paraguaya mandada por el general Barrios, cuya misión era envolver a los aliados por retaguardia, malogró la sorpresa. No obstante, los paraguayos estuvieron al borde de una victoria que hubiera sido desastrosa para los aliados; pero finalmente debieron replegarse por los estragos que les hizo la artillería brasileña. Se fueron dejando un número impresionante de caídos: 5.000 muertos según el parte paraguayo, 7.000 en el aliado; y una cantidad igual de heridos. La suma de muertos y heridos aliados fueron: 4.000 según ellos, 8.000 para los paraguayos. Tuyutí fue la batalla más sangrienta habida hasta ese momento en América del Sud; entre 13.000 y 15.000 muertos en sus cinco horas de combate. “Nos salvó de la derrota –se ve obligado a confesar Mitre­ la sabia providencia del general Osorio (jefe de la división brasileña), que mandó colocar en una posición estratégica a la artillería imperial del coronel Emilio Luis Mallet”. Allí se hundió toda la posibilidad de triunfo ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


paraguayo. Pero el desconcierto de Mitre impedirá a los aliados aprovechar el triunfo. Si ese 24 de Mayo Mitre hubiera tenido conciencia de una victoria, habría ordenado la inmediata marcha hacia Paso­Pucú: López que se había jugado el todo por el todo, no estaba en condiciones de oponerle resistencia. Pero Mitre no sabía –como en Pavón­ si había ganado o perdido, y resolvió quedarse en Tuyutí hasta esperar lo que hiciera López. Esa demora habría de pagarse cara: fue un triunfo malogrado –“la victoria sin cabeza”­ que engendraría la molicie y la indisciplina entre los triunfadores. Nadie mejor que el argentino Francisco Seeber ha descrito la situación difícil del campamento después del triunfo: “Hay una anarquía descomunal; cada cuerpo maniobra según el capricho y la inteligencia de su jefe. El coronel Chenault dice que somos una montonera con música y podría agregar también que con mala música. A los paraguayos prisioneros los hacemos pelear en nuestras filas; yo mismo tengo uno como asistente”. Las costumbres bélicas contraídas en Uruguayana no se habían perdido: prisionero que caía en poder de los aliados, o iba a sus filas como “voluntario de la libertad” o a los cafetales como esclavo. La guerra estaba ganada, pero se tardaría cuatro años en acabarla. Los brasileños, que atribuían el triunfo a Osorio, se quejaban de que Mitre retardase las operaciones. Después de Tuyutí no quiso dejar el campamento, hasta que el 2º Ejército brasileño al mando de Marquéz de Souza, fuerte de 12.000 hombres, que se preparaba a entrar en Paraguay por la frontera brasileña, no viniera a reunírsele en su campo. Pero después, tampoco quiso salir esperando más refuerzos. Marqués de Souza y Osorio se opusieron a Mitre (ambos proponían marchar contra Paso­Pucú y de allí a Asunción), pero el General en Jefe era el General en Jefe. Osorio acabó por pedir su reemplazo; el mariscal Polidoro da Fonseca Quintanilla Sordao lo sucedió. Mucho nombre y mucho grado. No solamente quedó inmovilizado el ejército aliado en Tuyutí, pese a la victoria. Tampoco la escuadra brasileña, no obstante su triunfo en Riachuelo, avanzaba por el río Paraguay hacia su objetivo preciso de Humaitá. Una picardía paraguaya detenía a los buques del intrépido Tamandaré: una hilera de damajuanas tendidas de costa a costa, que el almirante suponía que eran minas. Fuente Rosa, José María – La Guerra del Paraguay y las Montoneras Argentinas

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25 d e m ayo d e 1810 ­ R evo lu ció n d e M ayo Autor: Pigna, Felipe, Los Mitos de la Historia Argentina , Buenos Aires, Norma. 2004 Durante la etapa virreinal, España mantuvo un férreo monopolio con sus colonias americanas, impidiendo el libre comercio con Inglaterra, beneficiaria de una extensa producción manufacturera en plena revolución industrial. La condena a la intermediación perpetua por parte de España encarecía los intercambios comerciales y sofocaba el crecimiento de las colonias. La escasez de autoridades españolas y la necesidad de reemplazar al régimen monopólico, sumado a las convulsiones que se vivían Europa tras la invasión napoleónica, llevaron a un grupo destacado de la población criolla a impulsar un movimiento revolucionario.

Para febrero de 1810 casi toda España se encontraba en manos de los franceses. Un Consejo de Regencia gobernaba la península en nombre de Fernando VII, prisionero de Napoleón. El 13 de mayo de 1810 llegaron a Buenos Aires las noticias de la caída de la Junta Central de Sevilla, último bastión del poder español.

La autoridad que había designado al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros había, por tanto, caducado y la propia autoridad del virrey se encontraba cuestionada. Pronto Cisneros debió ceder a las presiones de las milicias criollas y de un grupo de jóvenes revolucionarios y convocó a un Cabildo Abierto para el 22 de mayo de 1810. El Cabildo, dominado por españoles, burló la voluntad popular y estableció una junta de gobierno presidida por el propio Cisneros. Esto provocó la reacción de las milicias y el pueblo. Cornelio Saavedra y Juan José Castelli obtuvieron la renuncia del ex virrey. ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


El 25 de mayo, reunido en la Plaza de la Victoria, actual Plaza de Mayo, el pueblo de Buenos Aires finalmente impuso su voluntad al Cabildo creando la Junta Provisoria Gubernativa del Río de la Plata integrada por: Cornelio Saavedra, presidente; Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga, Manuel Alberti, Domingo Matheu, Juan Larrea, vocales; y Juan José Paso y Mariano Moreno, secretarios. Quedó así formado el primer gobierno patrio, que no tardó en desconocer la autoridad del Consejo de Regencia español.

Hemos elegido algunos extractos del pensamiento de Mariano Moreno, uno de los más esclarecidos patriotas de la Revolución de Mayo, donde reivindica valores todavía vigentes como la importancia de la instrucción y la educación como método contra las tiranías, la necesidad de vigilar la conducta de los representantes, los reparos ante las injerencias del extranjero y la necesidad de una organización federal en el gobierno. “El oficial de nuestro ejército después de asombrar al enemigo por su valor, debe ganar a los pueblos por el irresistible atractivo de su instrucción. El que se encuentre desnudo de estas cualidades redoble sus esfuerzos para adquirirlas, y no se avergüence de una dócil resignación a la enseñanza que se le ofrece, pues en un pueblo naciente todos somos principiantes, y no hay otra diferencia que la de nuestros buenos deseos: el que no sienta los estímulos de una noble ambición de saber y distinguirse en su carrera, abandónela con tiempo, y no se exponga al seguro bochorno de ser arrojado con ignominia: busque para su habitación un pueblo de bárbaros o de esclavos y huya de la gran Buenos Aires que no quiere entre sus hijos hombres extranjeros a las virtudes.”

“El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes, y el honor de éstos ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


se interesa en que todos conozcan la execración con que miran aquellas reservas y misterios inventados por el poder para cubrir sus delitos. El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien, debe aspirar a que nunca puedan obrar mal.

“Si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce, lo que vale, lo que puede y lo que sabe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte, mudar de tiranos, sin destruir la tiranía”

“Los pueblos deben estar siempre atentos a la conservación de sus intereses y derechos y no deben fiar más que de sí mismos. El extranjero no viene a nuestro país a trabajar en nuestro bien, sino a sacar cuantas ventajas pueda proporcionarse. Recibámoslo en buena hora, aprendamos las mejoras de su civilización, aceptemos las obras de su industria y franqueémosle los frutos que la naturaleza nos reparte a manos llenas; pero miremos sus consejos con la mayor reserva y no incurramos en el error de aquellos pueblos inocentes que se dejaron envolver en cadenas, en medio del embelesamiento que les habían producido los chiches y coloridos abalorios. Aprendamos de nuestros padres y que no se escriba de nosotros lo que se ha escrito de los habitantes de la antigua España con respecto a los cartagineses que la dominaron:

Libre, feliz, España independiente

Se abrió el cartaginés incautamente:

Viéronse estos traidores

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Fingirse amigos, para ser señores;

Entrar vendiendo para salir mandando’”

Fuente: Mariano Moreno, Escritos Políticos, Buenos Aires, La Cultura Argentina, 1915

“En vano publicaría esta Junta principios liberales, que hagan apreciar a los pueblos el inestimable don de su libertad, si permitiese la continuación de aquellos prestigios, que por desgracia de la humanidad inventaron los tiranos, para sofocar los sentimientos de la naturaleza. Privada la multitud de luces necesarias, para dar su verdadero valor á todas las cosas; reducida por la condición de sus tareas á no extender sus meditaciones mas allá de sus primeras necesidades; acostumbrada á ver los magistrados y jefes envueltos en un brillo, que deslumbra á los demás, y los separa de su inmediación; confunde los inciensos y homenajes con la autoridad de los que los disfrutan; y jamás se detiene en buscar á el jefe por los títulos que lo constituyen, sino por el voto y condecoraciones con que siempre lo ha visto distinguido. De aquí es, que el usurpador, el déspota, el asesino de su patria arrastra por una calle pública la veneración y respeto de un gentío inmenso, al paso que carga la execración de los filósofos, y las maldiciones de los buenos ciudadanos; y de aquí es, que á presencia de ese aparato exterior, precursor seguro de castigos y todo género de violencias, tiemblan los hombres oprimidos, y se asustan de sí mismos, si alguna vez el exceso de opresión les había hecho pensar en secreto algún remedio”. Algunos miopes quieren ver en esta disputa el origen de la oposición entre unitarios y federales, alineando por supuesto a Moreno en el rol de padre del unitarismo y a Saavedra como progenitor, ya que nuestra historia es fanática de los padres, del ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


federalismo. Es curioso porque Saavedra, hombre poco afecto a la filosofía y a la escritura, no ha dejado una sola línea en la que mencione siquiera las palabras federalismo o federación, mientras que el “unitario” Moreno le dedica varios párrafos de su texto: Sobre las miras del Congreso que acaba de convocarse, y la Constitución del Estado: Allí señalaba: “El gran principio de la federación se halla en que los estados individuales, reteniendo la parte de soberanía que necesitan para sus negocios internos, ceden a una autoridad suprema y nacional la parte de soberanía que llamaremos eminente, para los negocios generales, en otros términos, para todos aquellos puntos en que deben obrar como nación. De que resulta, que si en actos particulares, y dentro de su territorio, un miembro de la federación obra independientemente como legislador de sí mismo, en los asuntos generales obedece en clase de súbdito a las leyes y decretos de la autoridad nacional que todos han formado. En esta forma de gobierno, por más que se haya dicho en contrario, debe reconocerse la gran ventaja del influjo de la opinión del contento general: se parece a las armonías de la naturaleza, que están compuestas de fuerzas y acciones diferentes, que todas concurren a un fin, para equilibrio y contrapeso, no para oposición; y desde que se practica felizmente aun por sociedades incultas no puede ser calificada de difícil. Este sistema es el mejor quizá, que se ha discurrido entre los hombres” Autor: Pigna, Felipe, Los Mitos de la Historia Argentina , Buenos Air es, Nor ma. 2004

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25 de M ayo

Primera Pirámide de Mayo

Acuarela de 1829 obra de Carlos Enrique Pellegrini, padre del que luego fuera presidente, Dr. Carlos Pellegrini.

Faltaba poco para que se cumpliera el primer aniversario de la Revolución de Mayo de 1810, cuando los pobladores linderos a la plaza de la Victoria observaron algunos movimientos en torno al centro de aquélla. A partir del 5 de abril de 1811, en medio de la Revolución de los Orilleros Porteños, el Cabildo se puso a desarrollar un programa de festejos para conmemorar el año número uno del primer gobierno criollo.

Calculaban las autoridades gubernativas que la actual plaza de Mayo debía estar adornada con guirnaldas y cartelones, los cuales colgarían de los arcos de la Recova que allí se había mandado erigir en 1804. Y, cual frutilla del postre, se tiró la idea de construir una pirámide u obelisco alegórico que tenía que ser de yeso y de madera, como para que al poco tiempo desaparezca. Sin embargo, esta última opción fue rebatida por un prácticamente desconocido personaje del viejo Buenos Aires: don Juan Antonio Gaspar Hernández.

Hernández fue, en 1811, el primer director de la Escuela de Bellas Artes de la Argentina y, como tal, se encargó de diseñar una pirámide u obelisco más resistente que aquel pensado para el yeso y la madera. Indicó que la obra debía hacerse con ladrillos, para perpetuarse como monumento eterno frente al Cabildo. También pensó en las frases y diseños que la acompañarían, como por ejemplo el escudo de la ciudad y, en sus caras, ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


frases alusivas a la jornada del 25 de mayo de 1810. Incluso, estaba la idea de incluir inscripciones referidas a las Invasiones Inglesas. Los señores Manuel Aguirre y Martín Grandoli, en representación de los cabildantes, fueron comisionados para presentar a la Junta Grande el proyecto. Cornelio Saavedra los recibió, aceptando la idea pero reparando en que las inscripciones solamente tenían que remitirse a los sucesos del 25 de mayo. Esta actitud levantó varias suspicacias, más teniendo en cuenta que, por lo menos durante la Segunda Invasión Inglesa, Saavedra había sido un héroe de la resistencia nacional.

Aquí aparece otra personalidad poco valorada. Se trata de don Francisco Cañete, maestro mayor de obras que fue considerado por los porteños como el mejor constructor de su tiempo. Cuando fue llamado para echar mano a la pirámide de la plaza de la Victoria, se hallaba trabajando en el Coliseo de Comedias. Como no quedaba mucho tiempo para el día 25 de mayo de 1811, el Cabildo le pidió a Cañete que dejara momentáneamente el Coliseo de Comedias, para ponerse a trabajar en el nuevo proyecto.

Comienzo de la obra

El 6 de abril, Francisco Cañete cavó los cimientos sin importarle los sucesos disparados por los orilleros de la metrópoli que, partidarios de Saavedra, reclamaban la expulsión de todos los morenistas de la Junta Grande. Mariano Moreno, recordemos, había muerto sospechosamente en alta mar un mes atrás, en marzo de 1811.

El presupuesto que se le otorgó a Cañete para levantar la pirámide fue de 6.000 pesos fuertes, suma de dinero bastante ajustada, lo que probó la habilidad del constructor para ahorrar materiales y para limitarse a un diseño más o menos sencillo, sin exhuberancias. Los obreros, para el caso, dejaron el tronco piramidal hueco por dentro, para poder trabajar con mayor rapidez temporal y para ahorrar ladrillos. Para darle consistencia al obelisco, Cañete decidió poner una pieza u objeto de madera dura en su cavidad interna, con la finalidad de sostener la estructura del monumento. Además, dicho objeto permitiría, en futuros festejos de la Revolución de Mayo, que la gente pueda colocar encima de la obra guirnaldas, gallardetes y leyendas sin que corra peligro de derrumbe.

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En resumen, la primera versión fue hecha de adobe cocido, tenía un zócalo sobre dos gradas, un pedestal sencillo de cuatro ángulos entrantes y cornisa volada alrededor. El obelisco era de estilo romano y la cúspide remataba en un feo vaso que, en general, no mejoraba el conjunto. Tenía una altura de 14,92 metros, y a su alrededor fue puesta una reja sostenida por doce pilastras de mampostería que culminaban en sencillas perillas de terracota. El enrejado quedó constituido por 49 quintales y siete barras de hierro, todo lo cual demandó un costo de 834 pesos con cinco reales, incluyendo en este valor la mano de obra del herrero. Estos gastos los pagó, desde luego, el Cabildo de Buenos Aires.

La inauguración de “la pirámide”

A pesar de que el monumento pretendió ser un obelisco, desde el mismo día 25 de mayo de 1811 –día de su inauguración‐ la gente lo empezó a llamar “la pirámide”, sustantivo con el que ha pasado a la historia. El maestro mayor de obras, don Francisco Cañete, indicó aquella jornada festiva que la obra no estaba terminada, que restaban algunos detalles más, pero no se le dio mayor importancia.

Ignorando que Mariano Moreno había muerto ya varias semanas atrás, su viuda, María Guadalupe Cuenca, le mandó una correspondencia para que la leyera ni bien arribara a Europa. La misma decía así en uno de los párrafos: “Están en una gran función en acción de gracias por la instalación de la junta; predica Chorroarín, han hecho arcos triunfales, una Pirámide en medio de la Plaza, aunque no la han podido acabar…”.

Otra impresión de la jornada de inauguración, la da Juan Manuel Beruti en sus estupendas “Memorias Curiosas”: “El 25 de mayo de 1811 (…) se construyó la gran pirámide que decora la plaza Mayor de esta capital y recuerda los triunfos a la posteridad de esta ciudad, la que se principió a levantar sus cimientos el 6 de abril último; pero aunque no está adornada con los jeroglíficos, enrejados y adorno que debe de tener por la cortedad del tiempo que ha mediado, sin embargo a los cuatro frentes provisionalmente se le puso una décima en verso, alusiva a la obra y victorias, que habían ganado las valerosas tropas de esta inmortal ciudad, y las que esperaban ganar en defensa de la patria, su libertad, y de las banderas que juraron defender; las que de todos los cuerpos se pusieron a los 4 frentes sobre las gradas de la pirámide sobre pedestales que se pusieron al efecto, cuyas banderas y estandartes estuvieron adornando dicha obra los cuatro días de las funciones, poniéndose desde las ocho de ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


la mañana hasta las 8 de la noche que las retiraban a sus cuarteles”. Sugiere Juan Manuel Beruti, que no guardaba parentesco alguno con el Beruti protagonista de mayo de 1810, que cuando quedaban expuestas las banderas de las tropas nacionales alrededor de la base de la pirámide, las mismas eran iluminadas en horas de la noche con velas que ardían para “la vista del público”.

El mismo Beruti deja sentado que, durante aquellas cuatro jornadas de celebración por el primer aniversario de la Revolución de Mayo, la gente estaba “fuera de sí, y no pensaba en otra cosa sino en divertirse hermanablemente, aunque para el mejor orden de las oraciones por bando público se mandaron cerrar todas las tabernas o casa pública de venta de bebidas fuertes”. Se vieron muchos alcaldes de barrio rondando las manzanas de la ciudad portuaria en esos días de júbilo.

Para el mes de julio de 1811, la flamante pirámide ya era un lugar pensado para todo tipo de celebraciones de carácter evocativo y patriótico. El último día de ese mes de julio, la Junta Grande resolvió homenajear al capitán Manuel Antonio Artigas (primo del Protector de los Pueblos Libres) y al comandante Felipe Pereyra Lucena, ambos muertos en heroicas acciones por la emancipación de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Para ello, se mandaría fundir una placa de bronce que, llevando el nombre de ambos, habría de embutirse en el zócalo de la Pirámide.

No obstante la buena intención, el designio no pudo concretarse, pues los tiempos de la política eran otros. El presidente Cornelio Saavedra fue enviado al norte para que brinde su apoyo y experiencia al venido a menos Ejército del Alto Perú, aunque otra fue la intención de semejante traslado: una vez en el norte, la Junta Grande se deshizo de Saavedra, quitándole la jefatura y dejándolo en el desamparo más absoluto. Por otra parte, en noviembre de 1811 desaparece la Junta Grande a manos del Primer Triunvirato como órgano ejecutivo. De modo que, el decreto para honrar a Artigas y a Pereyra Lucena, que fuera publicado por “La Gaceta” el 1° de agosto de 1811, fue encarpetado y pasó al olvido.

Otros proyectos en torno a la obra

En febrero de 1812, y ante el temor de que la Pirámide pase desapercibida ante la alta torre del Cabildo, la inmensidad que entonces tenía la plaza de la Victoria y el elevado ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


arco central de la Recova, el Cabildo ordenó colocar cuatro faroles esquineros en la reja perimetral, alimentados a sebo de potro. Se estima que a partir de esta modificación, la mayoría de los festejos populares se celebraron en torno a la Pirámide.

Sin embargo, la Pirámide de Mayo sufrió un lento pero paulatino abandono, al punto de servir su verja de improvisado “palenque” cuando, el 23 de febrero de 1820, los caudillos federales “Pancho” Ramírez y Estanislao López ataron sus caballos en ella. El salvaje unitario Vicente Fidel López, irritado, expresó lo que sigue: “Toda esa chusma ató los redomones en las verjas de la Pirámide y subió al Cabildo de Mayo, donde se les había preparado un refresco de beberaje en festejo de la paz. Fácil es conjurar la ira y la indignación del vecindario al verse reducido a soportar tamañas vergüenzas y humillaciones”. El símbolo porteño por excelencia, ahora caía abatido por los justos reclamos que surgían del interior purísimo de la patria. Lo cierto es que las montoneras se fueron y la Pirámide quedó.

Será Bernardino Rivadavia, quien mediante un extenso proyecto solicitó el 18 de mayo de 1826 embellecer la plaza 25 de Mayo (ahora se llamaba así el espacio), al tiempo que seguir homenajeando a los hombres de 1810. Se estimaba levantar en dicha plaza “una magnífica fuente de bronce, que recuerde constantemente a la posteridad el manantial de prosperidad y de glorias que nos abrió el denodado patriotismo de aquellos ciudadanos ilustres”. Esta obra se ubicaba dentro de un ambicioso, aunque extravagante, plan de aguas corrientes que Rivadavia tenía pensado implementar en la ciudad. Dicha fuente, además, alojaría en su base esta leyenda grabada: “LA REPUBLICA ARGENTINA A LOS AUTORES DE LA REVOLUCION EN EL MEMORABLE 25 DE MAYO DE 1810”. Y más abajo aún, en medallones, los nombres de esos autores.

El hecho es tragicómico, puesto que ni el propio Rivadavia sabía el nombre de todos los que participaron, y como el proyecto en cuestión no lograba demasiados adeptos, nadie se molestó en recordarlos. Duraron varias semanas las sesiones donde se discutía sobre este punto. Así y todo, hubo otro impedimento: el económico. Se alegaba que la fuente, no solamente costaría un dineral sino que, además, eclipsaría la belleza solitaria de la Pirámide de Mayo. En todo caso, y en medio de las acaloradas discusiones, hubo quienes auspiciaron demoler la Pirámide porque “ese no es un monumento respetable; más respetable es la fuente que se piensa”, según el representante de Córdoba, don José Eugenio del Portillo. José Valentín Gómez también se manifestó por el mismo planteo. Lo que no se llegó a comprender del proyecto ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


original, fue que Bernardino Rivadavia quería construir una fuente entre el Fuerte y el Cabildo, sin tocar a la Pirámide de Mayo.

Sin estar convencido del proyecto, Gómez llegó a decir que “sería indispensable que ese monumento cuanto antes desaparezca de nuestra vista, porque él no puede ser más pequeño ni más imperfecto… porque es claro que esa pirámide tal cual existe no puede continuar por mucho tiempo, y que tampoco puede arrancárselo impunemente”. Con lo último, José Valentín Gómez estaba convencido que si se decidía tirar abajo la Pirámide, el pueblo se les opondría enérgicamente, perdiendo popularidad y hasta el gobierno.

Resultan muy sabias las palabras del ministro de Rivadavia, Julián Segundo de Agüero, en cuanto a que sirvieron para decretar la ley del 10 de junio de 1826 para llevar a cabo la susodicha fuente sin tener que derribar la Pirámide. Dice así: “El Ministro que habla conoce toda la imperfección y pequeñez de ese monumento para perpetuar la memoria de un suceso tan grande, y cuya memoria debe ser entre nosotros eterna; pero tiene una consideración especial, que impide el que se eche por tierra ese monumento y que en su lugar se levante otro, y es el que es sumamente perjudicial y ruinoso en todo estado que un gobierno se acostumbre a deshacer todo los que los otros anteriores hayan hecho en cualquier tiempo, y especialmente en aquellas cosas que entre nosotros deben considerarse clásicas en un estado; esto es mucho más grande… Yo creo que, sean cuales sean las impresiones de ese monumento y la pequeñez de esa pirámide consagrada a perpetuar la memoria del 25 de mayo, ellos deben ser respetados”.

La ley del 10 de junio de 1826 constaba de cuatro artículos, donde el segundo decía que dicho monumento (fuente) “consistirá en una magnífica fuente de bronce”. Desde luego que, ante los gastos ocasionados por la guerra contra el Brasil, hacer una fuente de bronce era totalmente inviable, y de hecho lo fue. Para ser honestos, Rivadavia no fue un dirigente muy consustanciado con la realidad del país, de allí sus conocidas medidas harto cuestionables y de difícil puesta en escena. Al renunciar Bernardino Rivadavia, y al disolverse el Congreso Nacional, también con ellos se fue el proyecto de la fuente.

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La Pirámide en la etapa federal

No hay mucho para agregar sobre la primera Pirámide de Mayo en los años previos a la Confederación Argentina. Se sostiene que el monumento, hacia 1834, se descascaraba y sus ladrillos podían verse a la intemperie. El olvido de las anteriores administraciones hizo que las rejas se mostraran torcidas y oxidadas. Eso era todo.

Tal vez preocupados por tan lamentable ruina, en enero de 1835, apenas dos meses antes de que asuma por segunda vez Juan Manuel de Rosas, el gobierno provincial hizo una verdadera restauración de la obra. Llegó a recaudar 699 pesos fuertes de la época que fueron a parar al albañil Juan Sidders y al herrero Robert M. Gaw. De acuerdo a las crónicas que lo ameritan, la Pirámide quedó reluciente, y de este modo permaneció el resto de la administración rosista, con la dignidad recuperada. A lo sumo, y en concordancia con los tiempos que se vivían, se le daba una mano de pintura roja.

Después de la batalla de Caseros, en febrero de 1852, la Pirámide de Mayo regresó al olvido, al deterioro más lamentable. Eran sus últimos años, dado que en abril de 1856 se aprobó la ley de la municipalidad de Buenos Aires, la cual dispuso la reparación o modificación de la primitiva Pirámide. Para 1857 se perfeccionarían los detalles del nuevo emplazamiento, que es el que hoy observamos en la plaza de Mayo. Por lo tanto, la primera versión, que aún existe en nuestros días, yace dentro del nuevo monumento que está hecho de material más sólido.

Como último detalle, diremos que por mucho tiempo se especuló con que el antiguo enrejado de la primera Pirámide fue a parar a una carnicería de la calle Corrientes, entre Riobamba y Ayacucho, más nunca pudo comprobarse fehacientemente este gris destino.

Autor Gabriel Oscar Turone

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Bibliografía Biblioteca de Mayo, Colección de Obras y Documentos para la Historia Argentina, “Beruti‐Memorias Curiosas”, Tomo IV, Cámara de Senadores de la Nación, 1960. García Mellid, Atilio. “Montoneras y caudillos en la historia argentina”, Eudeba, Octubre de 1974. Revista Conocer y Saber. “Famosos anónimos”, Buenos Aires, Febrero 1990. Revista Todo es Historia, Año II, N°10, Febrero de 1968. Schiavetta, Oscar. “La Pirámide de Mayo”.

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25 de M ayo

Constitución de 1819

Desde que se iniciaron las tareas en el Congreso General que en Tucumán declaró la Independencia, privó la idea de dar forma a un estatuto, reglamento o constitución que ordenara la vida de la nación. Fue una aspiración de los “hombres de mayo” y de mucho de los que los sucedieron, que por causas diversas hasta entonces no se había podido materializar. El 3 de diciembre de 1817 se aprobó un Reglamento Provisorio, que fue redactado con el propósito de que cumpliera aquellas funciones, designándose una comisión integrada por los Diputados Sánchez de Bustamante, Serrano, Sáenz, Paso y Zavaleta, para que elaboraran una “carta magna” que contemplara las necesidades, derechos y atribuciones de todos los integrantes de la comunidad. En mayo de 1818 el anteproyecto estaba terminado, y Pueyrredón se refirió a él en su discurso del 25 de ese mes. Posteriormente, el 16 de julio en la sesión del Congreso destinada a celebrar la Independencia, también se hizo alusión al mismo y el 31 – o sea quince días después­ se empezó a tratar el documento entre los congresales en forma lenta y minuciosa, demandando su discusión lago tiempo. Por fin, el 22 de abril de 1819 se lo aprobó y el 30 siguiente fue promulgado. La “Constitución de 1819” constaba de varias partes que se referían específicamente al ejecutivo, a las dos cámaras legislativas –pues establecía el sistema bicameral­ y a la Alta Corte de Justicia, estando precedida de un manifiesto o preámbulo, que según trascendidos era obra del Deán Gregorio Funes, donde se decía: “Podemos decir que la presente no es ni la democracia fogosa de Atenas, ni el régimen monacal de Esparta, ni la aristocracia patricia o la efervescencia plebeya de Roma, ni el gobierno absoluto de Rusia, ni el despotismo de Turquía, ni la federación complicada de ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


algunos Estados. Sí, es un estatuto que se acerca a la perfección; ved la obra reputada en política por el último esfuerzo del espíritu humano, y ved aquí también con lo que ha asegurado el Congreso vuestra prosperidad”. José María Rosa comentando el manifiesto expresó: “Era exacto; era un código tan perfecto doctrinalmente que Daohou lo presentaría como modelo en su cátedra francesa. Pero nada tenía que ver con la Argentina”. (1) La “Carta Magna” en cuestión se remitió a las provincias para que su articulado orientara la conducta futura a seguir, con la recomendación de que el próximo 25 de mayo, en una ceremonia solemne, las autoridades locales juraran acatarla. Trámite similar se siguió ante las fuerzas militares –Ejército y Marina de Guerra­ disponiéndose que los jefes y oficiales cumplieran el requisito en forma individual y que la tropa lo hiciera en conjunto por unidades. Dogmáticamente la Constitución de 1819 era “unitaria” constando de: un “Ejecutivo” fuerte que, elegido por el Congreso por el término de cinco años, gozaba de atribuciones omnímodas y podía ser reelegido; de un “Poder Legislativo” integrado por dos cámaras (senado y representantes) cuyos miembros no eran la expresión de la representatividad que el momento exigía; y de una “Alta Corte de Justicia” nombrada por el Ejecutivo, que no aseguraba la conveniente imparcialidad. El repudio hacia este código político fue general. La prédica artiguista y la rebeldía en defensa de los derechos soberanos del pueblo inculcada por los caudillos del interior, y particularmente por los del Litoral, hicieron concebir ideas diferentes sobre las formas de gobierno que más convenían a estas tierras, lo que generó expectativas en los hombres importantes de cada zona, que no se conformaron con soluciones ambiguas y alambicadas que no contemplaran las reales necesidades. Además, la Constitución aprobada en Buenos Aires fue acusada de llevar en su germen soluciones monárquicas, lo cual en cierta medida era cierto, y el ceremonial aristocrático que caracterizaba su contenido no desmintió la sospecha. El general Paz relata que Belgrano analizó la Constitución a la que nos estamos refiriendo, cuando le fue remitida, formulando confidencialmente los siguientes comentarios: “Esta Constitución y la forma de gobierno adoptada por ella, no es, en mi opinión, la que conviene al país; pero habiéndola sancionado el Soberano Congreso Constituyente, seré el primero en obedecerla y hacerla obedecer”. Para avalar sus afirmaciones sobre su inconveniencia, agregó las siguientes reflexiones, siempre a título reservado y personal: “Que no teníamos ni las virtudes ni la ilustración necesarias para ser República, y que era una monarquía moderada la que nos convenía. No me gusta –añadía­ ese gorro y esa lanza en nuestro escudo de armas, y quisiera ver un cetro entre esas manos, que son el símbolo de la unión de nuestras provincias”. (2) Belgrano, en consecuencia, continuaba manteniendo la posición expuesta en 1816 en el Congreso General de Tucumán sobre la forma de gobierno que más convenía a la nación. Para él no había otra manera de institucionalizar al país que no fuera implantando una monarquía. ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


Refer encias (1) José María Rosa – Historia argentina – Tomo III – Buenos Aires (1964). (2) José María Paz – Memorias póstumas – Buenos Aires (1957) Fuente Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado Serrano, Mario Arturo – Arequito, ¿Por qué se sublevó el Ejército del Norte? – Círculo Militar – Buenos Aires (1996).

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25 de M ayo

Conquista del desierto – Parte II

Sobreponiéndose a las dificultades, Rosas ordenó al ingeniero Feliciano Chiclana que midiese el río Colorado a bordo de la goleta San Martín que había conducido desde Bahía Blanca el capitán Juan B. Thorne (1); destacó al coronel Ramos con una división de 400 hombres para que batiese los indios de la región andina; organizó con indios de Catriel y de Cachul, con cuatro compañías de infantería de línea y 4 cañones una división que a las órdenes del coronel Rodríguez se dirigió al país de los ranqueles, a operar en combinación con otra al mando del comandante Miranda; lanzó otra división al sur del río Negro al mando del mayor Leandro Ibáñez, quien se hizo famoso en esta campaña; y él, con una pequeña fuerza de 300 hombres, inclusive los indios, quedó aguardando en su campamento del Colorado el desenvolvimiento de este plan, cuyos primeros resultados debían venir de la batida general sobre el río Negro arriba y Neuquén, en que estaba empeñado a la sazón el general Pacheco. El general Pacheco siguió avanzando con sus fuerzas por ambas márgenes del río Negro arriba, batiendo en lo crudo del invierno las tolderías que constituían el poder del terrible cacique Chocory. En los primeros días de julio llegó a Choele­Choel; mandó a Sosa con dos escuadrones en busca de Chocory; ordenó a Lagos que cayera con su fuerza sobre Pitrioloncoy, el cual se encontraba con una fuerte indiada veinte leguas arriba según las partidas descubridoras, y en la madrugada del 3 pasó su tropa en changadas y su caballería a nado, atacó la isla de Choele­Choel, y acuchilló y apresó a todos los indios que se habían refugiado allí con gran cantidad de familias. Después de hacer recorrer toda la isla en una extensión de doce leguas de largo por seis en su mayor anchura, sin haberse encontrado más indios en ella, ni en una otra isla que se sigue a la de Coléele­Choel, y a la cual sus partidas bautizaron con el nombre de Isla de Pacheco, este general hizo pasar los prisioneros al otro lado del río, dejó una guarnición en la isla principal y fue a acampar en la rinconada de los Malchaquines. ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


Entre tanto, Chocory se arrojaba con denuedo sobre los veteranos de Sosa y era muerto en reñido combate, quitándosele una finísima cota de malla que con otros trofeos de esta acción se encuentra en el museo de Buenos Aires. (2) Lagos cargaba a Pitrioloncoy y lo destruía completamente, en lucha cuerpo a cuerpo, tomábalo prisionero con los pocos indios vivos que quedaban, y remitía su presa al campamento de Pacheco el día 9 de julio. (3) El largo y penoso camino de la vanguardia era coronado por una serie de triunfos obtenidos a fuerza de pericia y de valor. En marcha para Los Manzanos, que era, como se sabe, el punto en que la división Izquierda debió encontrarse con las del Centro y Derecha, si éstas no hubiesen fracasado, Pacheco recibió comunicaciones del cuartel general del Colorado en las que se le avisaba el envío de vestuarios, ganado, etc., como asimismo la próxima llegada del buque que montaba el ingeniero Descalzi con orden de reconocer y navegar el río Negro. Descalzi llegó en efecto, resolviendo desde entonces la navegación de esta importante arteria de tan ricos territorios; y rectificando los errores en las distancias y en las proyecciones que contenía el plano de Villarino, y que había previsto el coronel Arenales. Al darle cuenta de este suceso, y refiriéndose a los estudios de Descalzi, decíale Pacheco a Rosas: “El Limay corre apresuradamente de oeste­noroeste a este­ sureste y el Neuquén de sudoeste al noreste corregido. Lo que ya no es dudoso es que el río Negro es navegable con buques de calado hasta la unión del Limay y Neuquén, y ambos hasta mucho más arriba, porque a pesar de que estaban bajos traían mucho caudal de agua. Poco antes de llegar a esa unión no se encuentra menos de cuatro brazas de agua, y más arriba hasta siete brazas”. (4) Después de llegar a la confluencia de los ríos Limay y Neuquen, en la conclusión del río Negro, y a cuarenta y seis leguas aproximadamente de la isla de Choele­Choel, Pacheco coronó con sus fuerzas los cerros que se elevaban a sus flancos, y a los cuales bautizó con el nombre de Cerros de Rosas. Los indios que habían buscado este último refugio se precipitaron en los bajíos; pero los escuadrones de Lagos, Sosa, Flores, Hernández los destruyeron completamente apresando a la chusma y rescatando muchísimos cautivos. “Cuando Pacheco observaba desde un cerro los movimientos de sus escuadrones sobre los indios ­dice el coronel Meneses en un carta en el archivo de Adolfo Saldías­ un soldado de la escolta le presentó dos piedras ovaladas que pesarían una libra. El general las rayó con un cortaplumas, y descubrió en ellas como una vena amarilla. Como las viera un indio, éste le dijo: “Mi general, esto llamamos nosotros las alcahuetas de las minas; y aquí hay grande mina”; de todo lo cual se dio cuenta al general en jefe”. Por estos días llegó al campamento general del río Colorado el naturalista Charles Darwin, que tan ilustre reputación se creó después en el mundo sabio, por sus investigaciones científicas y por su célebre teoría del transformismo. Darwin llegó a Buenos Aires en la corbeta de S.M.B. Beagle, comandada por el también célebre capitán Fitz­Roy. Atraídos por la fama de la expedición al desierto y por las exploraciones científicas que se practicaban sobre el río Colorado, el río Negro, etc., bajo las órdenes de Rosas, se dirigieron a Patagones con el objeto de internarse en el desierto, y observar por sí mismos los cerros del río Negro, y el sistema geológico en general de los territorios que dominaba el ejército expedicionario. A pesar de que el gobierno se limitó a darles una nota para el comandante de Patagones, en vez de remitirlos al general en jefe del ejército, como se lo insinuaron esos dos hombres distinguidos al doctor Anchorena, Rosas les dio todos los auxilios necesarios, puso a sus órdenes una escolta con un baqueano; y cuando volvieron de su excursión, pasaron ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


algunos días en el campamento general del Colorado. Darwin quedó encantado de la riqueza de esos territorios. Al despedirse de Rosas le declaró, según un testigo ocular, que la penosísima campaña en que estaba empeñado era una de las empresas más trascendentales que podía acometer un gobierno civilizado. (5) No fue Darwin solo quien lo dijo; que a pesar de lo escasas y difíciles que eran entonces las comunicaciones con el viejo mundo, la conquista del desierto llamó la atención de la prensa europea. El Annuaire Historique Universel publicó un detenido y concienzudo resumen de esa campaña, e hizo notar los grandes beneficios que ella realizaría para el progreso y la civilización. Después de referir las principales operaciones militares, se agrega: “El general Rosas quiso que su expedición fuese útil en todo sentido, dándole el carácter de une exploración científica. Llevaba un diario no sólo de las circunstancias de su itinerario, sino de las observaciones astronómicas que se hacía, y de todas las que pudiesen interesar a la geografía y a la historia natural. Tenía bajo sus órdenes caballería bien montada, infantería que marchaba a caballo y que combatía a pie según el uso de ese país, y algunos cañones de pequeño calibre. Disponía también de un cuerpo de indios auxiliares de donde salían los baqueanos y que iban armados de lanza, lazo y boleadoras…”. (6) Según las órdenes de Rosas, el coronel Ramos marchó por la costa exterior del Colorado hasta pasar el camino de Chari­leo. Como a ochenta leguas del cuartel general del Colorado, los indios lograron sorprender una partida exploradora de Ramos, matándole un sargento y tres soldados. Ramos los hizo cargar el 10 de setiembre con un escuadrón a las órdenes del mayor Manuel C. García. Los indios sostuvieron un desesperado combate hiriendo al mismo García y a varios oficiales; pero fueron sableados en todas direcciones y exterminados. La división siguió su marcha río arriba. Al llegar al camino grande de Chari­leo las partidas de Ramos apresaron algunos indios, chusma y ganado en el antiguo campamento de Pincheira; siendo éstos los únicos que se encontraron hasta llegar al principio de la travesía, Paso Grande y camino para Choele­Choel. Ramos siguió rumbo al norte, oblicuando a la izquierda, y destacando partidas descubridoras en todas direcciones, las cuales apresaron todos los indios dispersos que intentaban pasar con su familia. En los primeros días de octubre llegó con su división, al afamado cerro Payén, y enarboló allí el pabellón de la patria. Como diez leguas más arriba, en la falda de un elevado médano que desciende hasta cerca del río, acampó con su división y desde aquí dirigió algunas fuertes partidas que aproximándose al río Atuel, llegaron hasta quince o veinte leguas del fuerte San Rafael, línea de Mendoza, sin encontrar más que los rastros de los indios. Después de cincuenta días de marcha, Ramos había llegado a las cercanías de los Andes, al punto de intersección de los 36º de latitud con los 10º de longitud, meridiano de Buenos Aires; acuchillando y apresando a los indios ranqueles y chilenos que pretendían ganar las cordilleras. Con 400 hombres había verificado la batida que debió efectuar la división Derecha que mandó Aldao. “Antes de regresar la división, conforme a las órdenes de V. S. –le decía Ramos a Rosas­ se fijaron inscripciones con los nombres de los ilustres patriotas que firmaron el acta de nuestra independencia, y se enarboló el pabellón nacional, llegando hasta este punto donde espero las órdenes de V. S. según me lo tiene prevenido”. (7) La división al mando del coronel Rodríguez, que debía operar en el país de los ranqueles, batió los restos de la indiada de Yanquetrú, y consiguió que algunos caciques se sometiesen voluntariamente. Rodríguez aceptó el sometimiento a condición de que ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


entregasen los cautivos que tenían, y de que se trasladarían ellos mismos al cuartel general del Colorado. Así se verificó, regresando Rodríguez, a este punto con gran cantidad de cautivos, y sin dejar indios enemigos en el territorio que recorrió. (8) La segunda división a las órdenes del comandante Miranda, y compuesta de 250 hombres entre veteranos e indios, recorrió más de cien leguas en rumbo al noreste, los campos linderos a los ranqueles. Como a dos leguas de la Laguna Grande de Salinas, alcanzó a los indios de Yanquiman. Este tendió su línea de combate, pero fue despedazado y hecho prisionero lo mismo que la chusma que le acompañaba, rescatándosele los cautivos que hicieron, oriundos casi todos de la provincia de San Luis. (9) Por fin, la división del mayor Leandro Ibáñez operó con singular éxito en los territorios al sur del río Negro. “Al mayor Ibáñez –escribíale Rosas a su amigo Terrero (10)­, lo he despachado hoy (12 de setiembre) con cincuenta cristianos y cien pampas con la orden de pasar el río Negro y correr el campo hasta cien leguas al sur. No hay por ahí más enemigos que el cacique Cayupan con algunos indios y muchas familias. Si da con el rastro los seguirá aunque sea hasta Chile, porque lo mando bien montado. Después de esto ya no quedan en este campamento más que ciento cincuenta infantes, los artilleros y la gente que cuida las reses y caballos flacos que siempre mantengo invernando”. Ibáñez penetró en la larga travesía que se extiende al suroeste. Después de algunos días de penosísimas marchas, llegó a las ignotas regiones del río Valchetas, el cual tiene su origen en una sierra al S.O. de la de San Antonio. El 5 de octubre sorprendió la tribu del cacique Cayupan, quien jamás imaginar pudo que llegarían allá fuerzas de la división Izquierda. Cayupan opuso tenaz resistencia, pero fue destruido y hecho prisionero con los guerreros que sobrevivieron y las familias que los acompañaban. Después de concluir con los últimos indios que quedaban al sur del río Negro, y de dejar una inscripción con fecha 5 de octubre, cerca del río Valchetas, Ibáñez regresó al cuartel general, donde fue felicitado por el acierto con que llevó a cabo su atrevida expedición. (11) Para apreciar las dificultades que Rosas tuvo que vencer por sí mismo a fin de llevar a cabo, con el éxito que se ha visto, esta campaña penosísima y sin precedente en la República Argentina, se debe tener presente que él y el ejército a sus órdenes, fueron objeto de hostilidades manifiestas del gobierno de Buenos Aires. Que este gobierno, no sólo pretendió sublevar contra ese ejército sus principales oficiales y los indios reducidos en Tapalqué y en Salinas sino que le negó los recursos indispensables para su subsistencia y entretenimiento, a pesar de los reiterados encarecimientos del general Guido, comisionado al efecto del general de la división expedicionaria. (12) Que ésta se movió, se entretuvo y lo hizo todo por los esfuerzos particulares de Rosas y de sus amigos; y que cuando los vestuarios y artículos de consumo, etc., se agotaron, Rosas se vio precisado a emitir con su sola garantía vales hasta por valor de cien mil pesos, para pagar a los comerciantes y vivanderos que le vendían lo necesario. (13) A pesar de todo. La división Izquierda, aislada en el desierto a consecuencia del completo fracaso de las del Centro y de la Derecha, conquistó los dilatados territorios que se extienden doscientas leguas por el oeste y noroeste hasta las inmediaciones de la cordillera de los Andes; y por el suroeste como ciento ochenta leguas hasta más allá del río Valchetas, tierra de los tehuelches, a los 41º de latitud y 9º de longitud del meridiano de Buenos Aires; fraccionándose en columnas expedicionarias que campearon victoriosas por el país de los ranqueles y la Pampa Central; por toda la línea de los ríos ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


Negro, Neuquén y Limay; por la región Andina hasta la frontera de Mendoza, y por la región de Valchetas hasta enfrentar el cabo de Hornos, últimos confines de la provincia de Buenos Aires. En esta campaña de un año, las divisiones de Rosas destruyeron las indiadas de los caciques mayores Chocory, Pitrioloncoy, Mittao, Paynen, Cayupan, Calquin, Yanquiman, Catrué, Epuillan, Millagan, Califuquen, Queñigual, Tuquiñan; poniendo fuera de combate más de diez mil indios, y rescatando cerca de cuatro mil cautivos cuyos nombres se registran en la publicación que se hizo circular oficialmente para conocimiento de los deudos. A principios del año de 1834, Rosas regresó con su división a Napostá, dejando guarniciones en la isla de Choele­Choel, en su cuartel general del río Colorado, en la margen del río Negro, y en los puntos donde antes estableció fortines. (14) Entonces le fue dado todavía operar con éxito sobre los indios que no estaban reducidos. Se recordará que cuando se internó en el desierto celebró tratados de paz con los indios boronas que quedaron en Salinas. Pero éstos habían seguido robando y asolando el territorio sin que nadie pudiese contenerlos. A su regreso Rosas les intimó la entrega de los cautivos y de las haciendas que retenían. No sólo se negaron a ello, entregándole al coronel Corvalán un número reducido de cautivos, sino que asaltaron y exterminaron una partida del ejército. Rosas dirigió sobre ellos algunos escuadrones veteranos y un regimiento de Blandengues que guarnecía la Fortaleza Argentina (Bahía Blanca) y éstos destruyeron a los boronas, matando cerca de mil indios, rescatando todos los cautivos y todo el ganado robado. Así acabó la única indiada que quedaba en el desierto; pues los tehuelches se habían establecido con sus familias cerca de las poblaciones de reciente creación, y los pampas de Catriel y de Cachul estaban en un todo sometidos. Pr oclama de J uan Manuel de Rosas En seguida Rosas quiso cumplir lo que había acordado con el gobierno de Buenos Aires, es a saber que, una vez terminada la campaña victoriosamente, licenciaría el ejército y firmaría él mismo la baja a todos los milicianos, dejando solamente en pie los escuadrones y cuadros veteranos. Para despedirse de sus soldados en nombre de la patria, Rosas los formó el 25 de mayo de 1834 en la margen del arroyo Napostá, y les dirigió la siguiente proclama que se transcribe íntegra por la importancia de los hechos históricos que enuncia: “¡Soldados de la patria! Hace doce meses que perdisteis de vista vuestros hogares para internaros en las vastas pampas del sur. Habéis operado sin cesar todo el invierno y terminado los trabajos de la campaña en doce meses como os lo anuncié. Vuestras lanzas han destruido los indios del desierto, castigando los crímenes y vengando los agravios de dos siglos. “Las bellas regiones que se extienden hasta la cordillera de los Andes y las costas que se desenvuelven hasta el afamado Magallanes, quedan abiertas para nuestros hijos. Habéis excedido las esperanzas de la patria. “Entre tanto, ella ha estado envuelta en desgracia por la furia de la anarquía. ¡Cuál sería hoy vuestro dolor si al divisar en el horizonte los árboles queridos que marcan el asilo doméstico, alcanzárais a ver la funesta humareda de la guerra fratricida! “Pero la divina Providencia nos ha librado de tamaños desastres. Su mano protectora sacó del seno mismo de la discordia un gobierno fraternal, a quien habéis rendido el solemne homenaje de vuestra obediencia y reconocimiento. ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


“¡Compañeros! Jurad aquí delante del Eterno que grabaremos siempre en nuestros pechos la lección que se ha dignado darnos tantas veces, de que sólo la sumisión perfecta a las leyes, la subordinación respetuosa a las autoridades que por ellas nos gobiernan, pueden asegurar la paz, la libertad y justicia para nuestra tierra. “¡Compatriotas! Que os gloriáis con el título de Restauradores de las Leyes, aceptad el honroso empeño de ser sus firmes columnas y defensores constantes”. Rosas había realizado, pues, el propósito trascendental a que dedicó sus mejores afanes; y para asegurarlo en los tiempos se proponía insistir desde luego con el gobierno de Chile y con Quiroga para que juntos redujesen o destruyesen los indios del Oriente y Occidente de la Cordillera. Entretanto insistió para que las provincias de Santa Fe, San Luis y Mendoza consignasen oficialmente lo que en 1831 había arreglado con dichos gobiernos, y lo que como general de la división Izquierda había declarado en documentos, con asentimiento de los mismos, en lo que se refería a los límites de la provincia de Buenos Aires. Así fue como después de terminada la campaña se ratificó el convenio anterior, estableciéndose en virtud de la soberanía que investían los gobiernos respectivos, que los límites de Buenos Aires, por la parte de Santa Fe, corría por la línea de Melincué, dejando ésta a la derecha; por la parte de Mendoza hasta las nacientes del río Grande y línea de San Rafael, y por el sur hasta el Estrecho de Magallanes. Las legislaturas de dichas provincias celebraron el ensanche general de sus fronteras decretando honores singulares a Rosas por el feliz término de la expedición al desierto. (15) Respecto de los límites por el sur y el suroeste, ellos están marcados por la naturaleza; y los territorios que comprenden sólo a Buenos Aires corresponden, pues desde ab initio fueron ocupados por los indios hasta que un ejército de esta provincia los desalojó de ellos, ejerciendo desde entonces Buenos Aires, sin oposición alguna una serie de actos que establecen el dominio legal, a saber: ocupó permanentemente con sus armas esos territorios; consintió que bajo su autoridad los poblasen las tribus de indios reducidos; afirmó el hecho de la ocupación y de la posesión así en el cerro Payén como en el río Valchetas; y los pobló por medio de una línea de guarniciones desde Bahía Blanca hasta Choele­Choel y desde el río Colorado hasta la falda de los Andes; las cuales guarniciones con las familias de los soldados permanecieron hasta después del año 1852. Con sobrada razón decía, pues, Rosas en un documento oficial: “Las bellas regiones que se extienden hasta la cordillera de los Andes, y las costas que se desenvuelven hasta el afamado Magallanes, quedan abiertas para nuestros hijos”. Estos límites de Buenos Aires hasta el Estrecho de Magallanes, por una parte, y hasta la cordillera de los Andes por la otra, son los mismos que fijan a dicha provincia los documentos oficiales y cédulas reales desde dos siglos atrás. En 1683 una cédula real ordenaba al gobernador de Buenos Aires que cuidara del sometimiento y conversión de los indios de las Pampas. En 1704 otro oficio hablaba al mismo gobernador de la conveniencia que habría en montar una expedición para reducir a los infieles de los desiertos del sur de Buenos Aires. En 1766 otra real cédula ratificaba las anteriores que extendían la jurisdicción del gobernador de Buenos Aires sobre la Patagonia, Estrecho de Magallanes y Tierra del Fuego. Por esto fue que don Juan José de Vértiz, gobernador entonces, solamente, legisló repetidas veces sobre los indios de los desiertos del sur de Buenos Aires; y en 1772 envió en esa dirección una expedición a las órdenes de los oficiales don Ramón Euía y don pedro Ruíz. En la cédula por la cual Carlos III creó el virreinato de Buenos Aires se establece que la jurisdicción de éste se extiende ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


hasta la cordillera de los Andes por la parte de Buenos Aires. En 1782 el piloto don Basilio Villarino exploró el río Negro por cuenta y orden del gobierno de Buenos Aires; en las memorias de los virreyes, en la de Vértiz principalmente, se encuentran otros documentos que corroboran tales antecedentes. (16) En el capítulo sobre Malvinas se ha visto cómo el estado soberano de Buenos Aires ejerció desde 1823 hasta 1829, una serie de actos de posesión sobre sus territorios por el lado de Magallanes; y en el Tomo I de esta obra se ha dado cuenta de las expediciones verificadas por el gobierno de Buenos Aires sobre sus desiertos del sur. Estas se repitieron en 1858 por los auspicios del mismo gobierno y en virtud de sus mismos derechos a esos territorios que nadie le disputó y que estaban consignados en su Constitución de 1854. Hasta esta época, pues, los territorios que se extienden por el lado de Santa Fe hasta Melincué; por Mendoza hasta la línea de San Rafael; por el oeste hasta la cordillera de los Andes, y por el sur hasta Magallanes, pertenecían de hecho y de derecho a la provincia de Buenos Aires: 1º, por el deslinde y repartición que de sus provincias ordenó que se hiciera el rey de España, según cédulas y documentos fehacientes, y consiguiente jurisdicción no interrumpida que sobre aquéllos tuvieron los gobernadores intendentes de Buenos Aires, aun después de creado el virreinato de este nombre; 2º, por la posesión continuada y actos de dominio que ejercieron los gobiernos provinciales de Buenos Aires desde 1810 hasta 1832, sin que ni los triunviratos, ni directorios que mediaron, disputaran jamás ese derecho; 3º, por la ocupación militar, establecimientos y poblaciones que realizó en esos territorios el ejército de Buenos Aires, en nombre de esta provincia, y de acuerdo con las provincias limítrofes confederadas, pero soberanas e independientes, según el pacto de enero de 1831, y según sus leyes fundamentales; 4º, por el asentimiento con que todas las provincias de la antigua unión argentina acogieron las declaraciones oficiales y comunicaciones en las cuales el gobierno de Buenos Aires fijaba aquellos límites a esta provincia. Cuando se operó la reorganización argentina, la Constitución Nacional dejó a salvo aquel pacto y los correlativos, por lo que hacía a la provincia de Buenos Aires; y reconociendo, por consiguiente, los derechos que ésta se había creado como Estado soberano, por sí, y con relación a las demás provincias, soberanas también e independientes en la época de la separación administrativa en que habían estado. Así, ni durante la presidencia del general Mitre, ni durante la del general Sarmiento, el Congreso argentino dictó disposición alguna que desconociera el derecho de la provincia de Buenos Aires a los territorios que poseía desde que era capitanía general de España y que conservó a precio de grandes sacrificios. Ha sido bajo la presidencia del doctor Avellaneda cuando el Congreso dictó una ley del 4 de octubre de 1878, por la que se declaran territorios nacionales los que pertenecen a las provincias contratantes de 1833, y se arrebata sólo a Buenos Aires más de ocho mil leguas de territorio que siempre le perteneció; limitando éste en la línea del río Negro hasta encontrar el grado 5º de longitud occidental, y la del mismo grado 5º en su prolongación norte hasta su intersección con el grado 35º de longitud. Esta arbitrariedad fue contestada por el gobernador de Buenos Aires en su mensaje del año 1879; y ello, como el voto de la opinión pública, es la única protesta que subsistirá hasta que una justicia severa presida la resolución que debe recaer en este punto importantísimo del derecho federal argentino, en el que va envuelto un ataque sin precedente a la soberanía de las provincias de Santa Fe, Córdoba, Mendoza, San Luis y Buenos Aires. ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


La facultad del Congreso argentino (art. 67, inc.14) para demarcar límites nacionales sólo puede ejercitarse indudablemente respecto de aquellos límites que no han sido fijados todavía, o que son contestados; pero jamás respecto de los que se apoyan en títulos que datan de dos siglos, ni de los que han sido fijados y reconocidos hace cincuenta años por actos públicos de las provincias federales limítrofes, y en uso perfecto de la soberanía ordinaria y extraordinaria que investían, separadas administrativamente las unas de las otras en virtud de pactos que la misma Constitución Nacional ha dejado a salvo. El Congreso ha violado, pues, los derechos imprescriptibles de cuatro provincias federales. Y es de advertir, además, que la demarcación de límites de 1878 fue hecha sin consultar previamente a las provincias interesadas, y a priori, por decirlo así; pues por la misma ley a que nos referimos, se autorizaba al Poder Ejecutivo para invertir hasta la suma de un millón seiscientos mil pesos fuertes con el objeto de llevar la línea de fronteras sobre la margen izquierda del río Negro y Neuquén. Los contemporáneos que hasta la aparición del libro de Adolfo Saldías pocas noticias tenían de las expediciones al desierto en 1833, y que han visto cómo se ejecutó esa ley de 1878, se preguntarán: si Rosas desalojó a los indios desde Bahía Blanca hasta las cordilleras y desde la frontera de Mendoza hasta Magallanes, ¿cómo es que en 1879 se emplearon dos millones de duros y todo el ejército de línea argentino para batir los indios en esos mismos desiertos? Es evidente que las divisiones de Rosas concluyeron las indiadas que recorrían toda aquella vasta extensión de territorio. Los únicos indios a los cuales no pudo reducir fueron los indios araucanos que, unidos a los ranqueles se habían batido con las divisiones de Aldao y Huidobro, y que al saber que venía sobre ellos Rosas por un lado, y el general Bulnes por el lado de Chile, se sometieron a las condiciones que este último les impuso. Si no hubiesen mediado en Chile las circunstancias que obligaron al general Bulnes a faltar al plan acordado con los gobiernos de Buenos Aires, Córdoba y Mendoza; si en vez de hacer una paz poco duradera con los indios chilenos y ranqueles, consintiéndoles su permanencia en los valles de las cordilleras, los hubiera atacado hasta arrojarlos al oriente de las mismas, esos indios habrían sido concluidos por las divisiones victoriosas del general Pacheco y del coronel Ramos. Los que hubiesen pretendido escapar por el exterior del río Negro habrían sido concluidos igualmente por la división que fue a Valchetas. Y si algunos lo hubiesen pretendido por el interior del río Colorado, habrían sido también concluidos por las dos divisiones de indios pampas que con cuatro compañías de línea Rosas había enviado al país de los ranqueles. (17) Por otra parte los indios pampas y tehuelches de Catriel, Cachul y Chañil, vivieron tranquilamente hasta 1852 del pastoreo y comercio de pieles. Ha sido después del año 1852, cuando esos indios y los ranqueles, invocando los rigores de los gobiernos que levantaban las luchas civiles, asolaron las provincias fronterizas, viniéndose por el sur de Buenos Aires hasta Tandil, por el oeste hasta el Saladillo, y por el norte hasta Pergamino, y destruyendo después las varias expediciones que organizaron esos gobiernos hasta el año 1870. La conquista del desierto que llevó a cabo Rosas en el año 1833, y la acción lenta del tiempo, ejercida a través de las continuas correrías del salvaje, habían acabado con casi todos los indios, cuando nueve mil veteranos argentinos (18) a las órdenes del general Julio Roca, penetraron en esos desiertos con el objeto de fijar la línea de fronteras sobre el río Negro y Neuquén. El general Roca le asignó a la obra de Rosas la trascendencia que le daba la fuerza de las cosas, cuando él mismo amplió su plan en razón de las facilidades que le brindaban las operaciones que Rosas llevó a cabo y que Roca completó ocupando militarmente esos desiertos hasta las faldas de los Andes, donde ya hoy se levantan centros de trabajo y de civilización. “A mi juicio ­escribía el general ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


Roca al ministro de la guerra coronel Adolfo Alsina­ el mejor sistema de concluir con los indios, ya sea extinguiéndolos o arrollándolos del otro lado del río Negro, es el de la guerra ofensiva que es el mismo seguido por Rosas, quien casi concluyó con ellos”. Y una vez que desenvuelve su plan, el general Roca agrega: “doscientos hombres armados bastarían para hacer la policía del oasis ranquelino, evitando que nuevas inmigraciones araucanas vengan a hacer su nido en él, como sucedió después que Rosas lo dejó limpio, por el abandono que nuestras guerras civiles nos han obligado a hacer de las fronteras”. (19) “Los indios no se multiplican como los cristianos ­decía a este respecto un estadista argentino­. El general Roca lo ha visto, y a él se le debe en gran parte el descubrimiento de una verdad que ocultaban los mirajes de la Pampa: ¡no había tales indios! No son ni Roca, ni Alsina, ni Gainza, los que los han destruido. Es la acción lenta que han venido ejerciendo un siglo de lucha, la propia vida salvaje y la falta de medios de subsistir. No había tales indios; y hoy, meditándolo bien, da vergüenza pensar en que se haya necesitado un poderoso establecimiento militar, y a veces ocho mil hombres para acabar con dos mil lanzas que nunca reunirán los salvajes. Calfucurá fue destruido por el general Rivas… Alsina destruyó a Catriel, y la obra final, meritoria, digna de un general, es la que ha emprendido el general Roca con todo el poder militar de la nación”. (20) El testimonio de los más valientes adversarios de Rosas; el no menos autorizado del general en jefe del ejército expedicionario al desierto en 1879, corroboran lo que dicen los documentos, y lo que atestiguan también las personas que formaron parte de la División Izquierda en 1833, es a saber: que con las solas fuerzas de esta división, Rosas concluyó con los indios del desierto; y que a que no haber sobrevenido la guerra civil que azotó la República, habría concluido con los ranqueles y también con los chilenos combinando sus fuerzas con las de Chile como estaba proyectado. Refer encias (1) Diario de la división Izquierda. Chiclana midió el río Colorado arriba hasta aproximarse al punto donde llega a este río el camino que baja de la isla Coléele­Choel. He aquí lo que respecto de la goleta San Martín, dice el diario correspondiente al 16 de junio de 1833. La goleta San Martín entró muy cargada por la barra, calando nueve cuartas. El puerto del Colorado, sin embargo de las ventajas que ofrece, es susceptible de mejoras, pues en la nueva expedición el capitán de marina ha adquirido conocimientos importantes. El señor general ha ordenado que siga la navegación hasta el campamento, esto es, internarse como 20 leguas Colorado arriba, donde debe descargarse las maderas para construir las dos balandras que van a servir para reconocer este río arriba, la una hasta la altura de la frontera de Mendoza, y la otra al negro de Patagones. Se ha descubierto también en estos campos una pepita del tamaño de la común de la Provincia, pero de una calidad más agradable. Se la puede comer cruda y cocida. Los inteligentes dicen que es mejor que la mandioca. Los indios la prefieren entre las demás frutas, etc. (2) Parte de Sosa a Pacheco. (3) Parte de Lagos. Parte de Pacheco a Rosas. El parte de Rosas se publicó en El Restaurador de las Leyes de 24 de agosto de 1833.

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(4) Papeles de Rosas. Véanse los partes de Pacheco a Rosas publicados en El Restaurador de las Leyes del mes de octubre, y en la Gaceta Mercantil de noviembre y diciembre de 1833, y sobre todo el que le dirigió de vuelta a Choele­Choel el 31 de octubre, publicado en La Gaceta del 31 de enero de 1834. Véase también los planos de Descalzi y los estudios y observaciones sobre el río Negro, en la Gaceta Mercantil de fines de noviembre de 1833. (5) Diario de la expedición al desierto, agosto 13. Véase La Gaceta Mercantil del 11 de octubre de 1833. (6) Véase Annuaire Historique Universel, por Lesur, año 1833. París 1834. (7) Parte del coronel jefe de la 1ª división del ejército de la izquierda, datado en paso Grande, como a 60 leguas del cuartel general, a 30 de octubre de 1833. Este parte da cuenta detallada de todas las operaciones, y describe prolijamente el extenso territorio recorrido. Ramos remitió al cuartel general una relación de los productos de esos riquísimos médanos donde abunda el yeso, y cuyos variadísimos colores son otros tantos tintes que constituyen un caudal inagotable para las artes aplicadas a la industria. Véase La Gaceta Mercantil del 13 de enero de 1834. (8) El número de cautivos se publicó en La Gaceta Mercantil. (9) El parte de Miranda se publicó en El Restaurador de las Leyes del15 de octubre de 1833. (10) Borrador de letra de Rosas en el archivo de Adolfo Saldías. (11) El parte de la expedición sobre el río Valchetas, se publicó en La Gaceta Mercantil del 8 de noviembre de 1833. Véase también la del 1º de noviembre. (12) Las notas del general Guido se publicaron después; y los duplicados obran en poder del señor Carlos Guido. Véase la nota del ministro doctor Tagle en la que ordena a los jueces de paz, no permitan que se envíe vacas a la división Izquierda. Se publicó en El Restaurador de las Leyes de 11 de setiembre de 1833. (13) La orden del día que se refiere a esta emisión se publicó en la Gaceta Mercantil del 26 de diciembre de 1833. Esos vales circularon como moneda corriente en manos de los comerciantes respetables del Fuerte Argentino (Bahía Blanca) como los señores Felipe Vela, José María Araujo, pablo Acosta, Francisco Casal, etc. etc. (14) Todas estas guarniciones se mantuvieron hasta el año de 1852. (15) Véase estas comunicaciones en la Gaceta Mercantil de diciembre de 1833 y de enero de 1834. Véase carta de Rosas de fecha 27 de noviembre de 1873. (16) Véase la Revista del Archivo de Buenos Aires, por el señor Manuel R. Trilles. (17) Véase la carta de Rosas fechada en Southampton a 17 de octubre de 1870, la cual contiene datos importantes sobre este particular, corroborados por los documentos que se han visto en este artículo. (18) Cuando se cumplió la ley que confería una medalla a los que hubiesen pertenecido al ejército expedicionario del río Negro en 1879, resultaron premiados 101 jefes, 500 oficiales y 9.090 soldados. ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


(19) Véase esta carta datada en Río IV a 18 de octubre de 1875, y publicada en el Estudio topográfico sobre la Pampa y el río Negro por el teniente coronel Manuel J. Olascoaga, páginas XXII y XXIII. Fuera de estas declaraciones que tanto honran al general Roca, el citado libro no contiene referencia alguna acerca de las campañas al desierto en 1833­1834; siendo de advertir que muchas de las operaciones y de los trabajos realizados por el ejército expedicionario de 1879, y de que da cuenta el mismo libro, son idénticamente los mismos que practicó el comandado por Rosas; y que para las marchas, pasos, travesías, itinerario y estudio de los ríos, etc. etc., aquel mismo ejército ha usado y tenido presente, como es notorio y como se ve por el estudio comparativo de ambas expediciones, el utilísimo Diario de operaciones, etc., de la División Izquierda en 1833, y muy principalmente el que se refiere a la vanguardia; como los diarios, planos y demás estudios practicados en aquel tiempo sobre los ríos Colorado, Negro y Neuquén, por Chiclana y por Descalzi. Hasta los nombres con que los jefes de la expedición de 1833 bautizaron los lugares, islas, montes, cerros, etc., después de descubrirlos y de explorarlos, han sido cambiados en el libro de referencia, con arreglo a la fantasía de la época. (20) El Nacional redactado por el general Sarmiento. Véase el editorial del 17 de julio de 1879. Fuente Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado Saldías, Adolfo – Historia de la Confederación Argentina – Ed. El Ateneo – Buenos Aires 81951) Turone, Oscar A. – Campaña al Desierto (1833­1834)

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25 de M ayo

Juana Azurduy

Teniente coronel Juana Azurduy (1780‐1862)

Juana Azurduy nació, en el cantón de Toroca en las cercanías de Chuquisaca, el 12 de julio de 1780. Ese año la ciudad de La Paz fue sitiada por Tupac Catari y Bartolina Sisa, alzados en armas en apoyo a Túpac Amaru. Durante su infancia su familia tiene un buen pasar. Ella aprenderá el quechua y el aymará. Trabajará en el campo, en las tareas de la casa, y se relacionará con los campesinos e indios. A la muerte de su madre primero y luego de su padre, su crianza quedará a cargo de sus tíos junto a su hermana Rosalía. Su adolescencia será conflictiva, ya que chocará con el conservadurismo de su tía, por lo que será enclaustrada en el Convento de Santa Teresa. Se rebelará contra la rígida disciplina, promoviendo reuniones clandestinas, donde conocerá la vida de Túpac Amaru y Micaela. Leerá la vida de Sor Juana Inés de la Cruz entre otros, lo que le llevará a la expulsión a los 8 meses de internada. De regreso a su región natal, conoce a Melchor Padilla, padre de su futuro marido, amigo de los indios y obediente de las leyes realistas, quien muere lejos de su casa, en una cárcel porteña, acusado de colaborar con otra rebelión indígena, en el año 1784. Ligados a la historia de la resistencia alto peruana, estos hitos biográficos de Padilla ejercerán una enorme influencia sobre la formación de Juana Azurduy.

Manuel Padilla, hijo, establece una relación de profunda amistad con Juana. Éste frecuentó las universidades de Chuquisaca y compartió con Juana, su conocimiento por la revolución Francesa, las ideas republicanas, la lucha por la libertad, la igualdad, la

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fraternidad. Conoció los nombres de: Castells, Moreno, Monteagudo. El 8 de marzo de 1805 contrajeron matrimonio, y tuvieron tres hijos: Marino, Juliana y Mercedes.

Gozaron de una buena posición económica, pero Don Manuel como era criollo no pudo participar de cargos en el cabildo. Con la caída de Fernando VII bajo la ocupación de Napoleón, el 25 de mayo de 1809 se produjo la revolución de Potosí.

Manuel Padilla se sumó a la resistencia y encabezó a los indios Chayanta y triunfó. Juró servir a la causa americana y vengó a los patriotas fusilados en el levantamiento de La Paz. Un año después el general Vicento Nieto asumió la Real Audiencia, y condenó a la cárcel y a las mazmorras a todos aquellos que participaron de los levantamientos, entre ellos Padilla. Juana defendió con rebenque en mano su propiedad ante los realistas. Al año siguiente de la Revolución de Mayo, Manuel Padilla se unió a Martín Miguel de Güemes, fueron la pesadilla del ejército realista. Doña Juana quiso acompañarlos pero estaba prohibida la presencia de mujeres en el ejército.

Su casa fue confiscada y debió ocultarse en la casa de una amiga. Manuel Padilla se enfrentó con las tropas realistas utilizando el método de guerrillas, venció en varias oportunidades y su nombre comenzó a convertirse en leyenda. Hacia 1813 los revolucionarios ocuparon Potosí y Padilla fue el encargado de organizar el ejército, tarea a la cual se sumó ahora sí Juana. Su ejemplo hizo que muchas mujeres se sumaran a la gesta. “En poco tiempo, el prestigio de Juana Azurduy se incrementó a límites casi míticos: los soldados de Padilla veían en ella la conjunción de una madre y esposa ejemplar con la valerosa luchadora; los indígenas prácticamente la convirtieron en objeto de culto, como una presencia vívida de la propia Pachamama”.

Luego de la derrota de Vilcapugio y Ayohuma, la lucha se desplazó al nordeste de Bolivia, se le llamó la “Guerra de las Republiquetas”. Durante este tiempo el cacique Juan Huallparrimachi, músico, poeta y descendiente de los incas, se unió a Juana Azurduy, fue su fiel lugarteniente. En el mes de marzo de 1814. Padilla y Azurduy vencieron a los realistas en Tarvita y Pomabamba. Pezuela, el jefe del ejército español, puso todo su batallón a perseguir a la pareja de caudillos. Las tropas revolucionarias debieron dividirse: Padilla se encaminó hacia La Laguna y Juana Azurduy se internó en una zona de pantanos con sus cuatro hijos pequeños. Allí se enfermaron cada uno de sus cuatro hijos, donde murieron Manuel y Mariano, antes de que Padilla y Juan Huallparrimachi, llegaran en auxilio. De vueltas en el refugio del valle de Segura murieron Juliana y Mercedes, las dos hijas, de fiebre palúdica y disentería. “Dicen los biógrafos que comienza aquí la guerra brutal contra los realistas: ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


“Padilla es cruel, es sanguinario (…) La guerra se ha desatado bárbaramente; ya no es la ley del Talión la que prima, sino una ley más inhumana, por un muerto se exigen dos, por dos, cuatro”, afirma Gantier”. “Juana Azurduy está nuevamente embarazada cuando combate el 2 de agosto de 1814 con Padilla y su tropa, en el cerro de Carretas. Y Juana Azurduy sufre ya los dolores de parto cuando escucha las pisadas de la caballería realista entrando en Pitantora. Luisa Padilla, la última hija de los amantes guerreros, nace junto al Río Grande y experimenta ahora en brazos de su madre los ardores de la vida revolucionaria”. Un grupo de suboficiales quisieron arrebatarle la caja con el tesoro de sesenta mil duros, el botín de guerra con el que contaban para su supervivencia las tropas revolucionarias, y que Juana Azurduy custodiaba con celoso fervor. Juana se alzó frente a ellos con su hija en brazos y la espada obsequiada por el General Belgrano.

Feroz y decidida, montó a caballo con la pequeña Luisa y, juntas, se zambulleron en el río. Lograron llegar con vida a la otra orilla. La hija recién nacida quedó a cargo de Anastasia Mamani, una india que la cuidó durante el resto de los años en que su madre continuó luchando por la independencia americana. En 1816 Juana y su esposo, quienes tenían bajo sus ordenes 6000 indios, sitiaron por segunda vez la ciudad de Chuquisaca. Los realistas lograron poner fin al cerco, y en Tinteros, Manuel Ascencio Padilla encontró la muerte. Manuel Belgrano, en un hecho inédito, envió una carta donde la nombraba teniente coronel. La cabeza de Padilla fue exhibida en la plaza pública durante meses, ésta se convirtió en un símbolo de la resistencia. El 15 de mayo de 1817 Juana al frente de cientos de cholos la recuperó.

Juana Azurduy intentó reorganizar la tropa sin recursos, acosada por el enemigo, perdió toda colaboración de los porteños. Juana decidió dirigirse a Salta a combatir junto a las tropas de Güemes, con quien estuvo tres años hasta ser sorprendida por la muerte de éste, en 1821. Decidió regresar junto a su hija de 6 años, pero recién en 1825 logró que el gobierno le dé cuatro mulas y cinco pesos para poder regresar. En 1825 se declaró la independencia de Bolivia, el mariscal Sucre fue nombrado presidente vitalicio. Este le otorgó a Juana una pensión, que le fue quitada en 1857 bajo el gobierno de José María Linares. Doña Juana terminó sus días olvidada y en la pobreza, el día 25 de mayo de 1862 cuando estaba por cumplir 82 años. Sus restos fueron exhumados 100 años después, para ser guardados en un mausoleo que se construyó en su homenaje.

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Esta carta fue escrita ocho años más tarde de la muerte de Güemes, cuando vagaba pobre y deprimida por las selvas del Chaco argentino:

“A las muy honorables juntas Provinciales: Doña Juana Azurduy, coronada con el grado de Teniente Coronel por el Supremo Poder Ejecutivo Nacional, emigrada de las provincias de Cbarcas, me presento y digo: Que para concitar la compasión de V. H. y llamar vuestra atención sobre mi deplorable y lastimera suerte, juzgo inútil recorrer mi historia en el curso de la Revolución. Uno de los pocos momentos de felicidad fue aquel en que sorpresivamente Simón Bolívar, acompañado de Sucre, el caudillo Lanza y otros, se presentó en su humilde vivienda para expresarle su reconocimiento y homenaje a tan gran luchadora. El general venezolano la colmó de elogios en presencia de los demás, y dícese que le manifestó que la nueva república no debería llevar su propio apellido sino el de Padilla, y le concedió una pensión mensual de 60 pesos que luego Sucre aumentó a cien, respondiendo a la solicitud de la caudilla: Sólo el sagrado amor a la patria me ha hecho soportable la pérdida de un marido sobre cuya tumba había jurado vengar su muerte y seguir su ejemplo; mas el cielo que señala ya el término de los tiranos, mediante la invencible espada de V.E. quiso regresase a mi casa donde he encontrado disipados mis intereses y agotados todos los medios que pudieran proporcionar mi subsistencia; en fin rodeada de una numerosa familia y de una tierna hija que no tiene más patrimonio que mis lágrimas; ellas son las que ahora me revisten de una gran confianza para presentar a V.E. la funesta lámina de mis desgracias, para que teniéndolas en consideración se digne ordenar el goce de la viudedad de mi finado marido el sueldo que por mi propia graduación puede corresponderme”.

Juana Azurduy (Letra: Féliz Luna – Música: Ariel Ramírez)

Juana Azurduy, flor del Alto Perú: no hay otro capitán más valiente que tú.

Oigo tu voz más allá de Jujuy ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


y tu galope audaz, Doña Juana Azurduy.

Me enamora la patria en agraz, desvelada, recorro su faz; el español no pasará con mujeres tendrá que pelear.

Juana Azurduy, flor del Alto Perú, no hay otro capitán más valiente que tú.

Estribillo Truena el cañón, préstame tu fusil que la revolución viene oliendo a jazmín.

Tierra del sol en el Alto Perú, el eco nombra aún a Tupac Amaru.

Tierra en armas que se hace mujer, amazona de la libertad. Quiero formar en tu escuadrón y al clarín de tu voz atacar.

Fuente

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Batticuore, Graciela – Juana Azurduy en “Mujeres Argentinas, El lado femenino de nuestra historia” De Miguel, Maria Esther – Editorial Extra Alfaguara, Buenos Aires, Argentina, 1998. Deleis, Mónica, De Titto, Ricardo y Arguindeguy, Diego L. – “Mujeres de la Política Argentina”, Ed. Aguilar, Buenos Aires, Argentina, 2001. Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado. Fernández, Elizabeth y Ocampo, Irene – Juana Azurduy, 2005. O´Donnell, Pacho – “Juana Azurduy, La Teniente Coronela”, Editorial Planeta. Turone, Gabriel O. – Juana Azurduy.

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25 de M ayo

Patricios en la Guerra del Paraguay

Con la toma de la ciudad de Corrientes por parte de las tropas del mariscal Solano López, el 14 de abril de 1865, se inició una de las conflagraciones más largas y sangrientas de la historia americana, donde se vieron prodigios de valor, inmenso espíritu de sacrificio y un acendrado amor por la Patria. A mediados de ese año, las fuerzas argentinas –unos 8.400 hombres de las tres armas‐ se encontraban distribuidos en la frontera interna en guardia contra las indiadas pampas. (1)

El Batallón 1º de Línea que se encontraba en 9 de Julio (Provincia de Buenos Aires) cumpliendo con la misión de proteger su sector, fue llamado a Buenos Aires. La lista de revista del batallón y su organización al momento de la declaración de la guerra era la siguiente (2):

Plana Mayor: teniente coronel Jefe Manuel Roseti, sargento mayor Benjamín Basavilbaso, ayudante mayor 1º Fortunato Benavente, ayudante mayor 2º Carlos Smith, subteniente de bandera Carlos Oromi.

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1ª Compañía: capitán Fernando Echegaray, teniente 1º Vacante, teniente 2º Guillermo Schindler, subteniente Carlos Blanco.

2ª Compañía: capitán Ruperto Fuentes, teniente 2º Alejandro Aguirre, subteniente Eduardo Torres, subteniente Roque Morales Lezica.

3ª Compañía: capitán Otonel Peña, teniente 1º Crisólogo Rodríguez, teniente 2º Miguel Bereciarto, subteniente Felipe Durán.

Compañía de Cazadores: capitán Pedro Retolaza, teniente 1º Enrique López Parejo, teniente 2º Angel Echeverría, subteniente Carlos Santos.

El Batallón 1 de Infantería durante la guerra del Paraguay vistió en forma diferente a otros cuerpos de la misma arma.

Según referencia de varios Jefes que hicieron esa campaña, el 1 usaba el siguiente uniforme: quepi colorado con vivos verdes, bombacha de paño colorada, chaquetilla azul con vueltas coloradas, charreteras de lanilla verde, pantorrilleras de cuero amarillo, polainas blancas y zapatos negros, correaje blanco, mochila con capa enrollada en la misma cartuchera. La polaina blanca se hizo merecer el apelativo de “patas blancas”, nombre que también le fue aplicado a otros cuerpos de infantería.

El fusil en uso en ese tiempo era el de pistón con alza de corredera, graduada hasta 800 metros con su correspondiente bayoneta.

Según una planilla demostrativa del número de piezas de que se componían los vestuarios de la tropa en el año 1864, el soldado de infantería debía tener: un quepí con su funda, una chaquetilla y un blusa, una levita francesa para parada, una manta de paño, cinco camisas, tres calzoncillos, un capote inglés, un corbatín, dos pares de calzados, una mochila del país, una caramañola y una montura completa para el servicio de frontera.

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El Batallón 1 de Línea fue puesto a las órdenes del general Paunero, quien comandaba la Primera División argentina. Esta unidad operativa fue embarcada en el puerto de Buenos Aires y remontó el Paraná.

El 25 de mayo, a las 15.30 horas, las fuerzas de Paunero desembarcaron en la ciudad de Corrientes donde chocaron con 1.600 paraguayos que la ocupaban. El comandante Charlone fue el primero que al frente de la Legión Militar hizo tierra, volviéndose de inmediato muy comprometido, por lo cual los otros batallones argentinos apoyaron al movimiento de Charlone. El general Paunero en su parte al general Gelly y Obes, dice que: “muy oportuna fue también la cooperación que prestó el teniente coronel Roseti con fracciones del Batallón 1, pues llegó al combate en momentos todavía críticos y se condujo con bravura”.

En su informe al general Rivas, el teniente coronel Roseti brinda más detalles del combate de Corrientes en lo que al 1 se refiere.

“Al Señor Coronel Jefe de la Infantería de la 1ª División de Operaciones Don Ignacio Rivas – Participo a V. E. que el 25 del actual habiendo recibido orden de desembarcar en el puerto de Corrientes, lo efectué con la 1ª y 2ª compañía de mi batallón inmediatamente después que lo hizo la Legión Militar, cuyo Cuerpo era conducido por el vapor nacional Pavón, que remolcaba la goleta a cuyo bordo iban las citadas, 1ª y 2ª compañías. Estas tropas eran conducidas a tierra por la lancha de la mencionada goleta y fueron entrando en combate gradualmente y a medida que desembarcaban; ya la dicha 1ª compañía era mandada por el sargento mayor graduado, capitán Don Fernando Echegaray y teniente 2º Don Guillermo Schindler y la 2ª por el capitán Don Ruperto Fuentes. Las mencionadas fuerzas fueron conducidas al combate por el que firma y el sargento mayor Don Joaquín Basavilbaso a quienes acompañaron en calidad de ayudantes los oficiales de la Plana Mayor, capitán Don Alfonso March, ayudantes mayores Don Fortunato Benavente y Don Carlos Smith, teniente 1º Don Félix Benavídez y el subteniente de banderas Don Carlos Oromi quien hizo brillar el estandarte del Batallón en lo más encarnizado del combate. Después de empezada la acción llegó a remolque la goleta que conducía la Compañía de Granaderos, cuyo capitán Don Ricardo Méndez desembarcó con 16 hombres tomando también parte de ella.

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“La fuerza total del Cuerpo que se halló en este hecho de armas ascendió a 2 jefes, 11 oficiales y 120 individuos de tropa, de los que hay además 7 muertos cuya relación nominal se adjunta a V. E. para mayor inteligencia.

“Me es satisfactorio recomendar muy particularmente a la consideración superior, al sargento mayor del Cuerpo Don Benjamín Basavilbaso, por su bravura y serenidad en el combate como también por iguales causas a los aspirantes: Don Hipólito Aguiar, Don Nicolás Solar, Don Francisco Sáenz y Don Nicanor Rodríguez y asimismo a los oficiales ya nombrados que de igual modo que la tropa que desembarcó, han cumplido dignamente con su deber.

“Creo también de mi deber poner en conocimiento de V. E. que el ayudante mayor Don Valentín Monterosa, no teniendo colocación por su calidad de Ayudante de un Jefe que aún no manda cuerpo, se incorporó a la primera guerrilla del Batallón de mi mando, armado de un rifle que tomó al primer soldado que cayó en tierra, batiéndose como simple soldado.

“Es cuanto tengo que comunicar a Vuestra Excelencia en cumplimiento de las órdenes recibidas.

“Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años. Firmado: Manuel Roseti.

A principios de 1866 el ejército argentino quedó constituido de la siguiente manera:

1‐Primera División: Brigada de Infantería, Brigada de Caballería, Brigada de Artillería, Zapadores Balseros.

2‐Segunda División: Brigada de Infantería, Brigada de Caballería, Brigada de Artillería, Zapadores Balseros.

3‐Cuerpo Cazadores de Vanguardia: División1 y División 2. ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


4‐Cuerpo Observadores Alto Paraná.

5‐Varias unidades de Caballería

6‐33 piezas de Artillería

En total 25.000 hombres, de los cuales 12.600 eran infantes, 700 artilleros y el resto caballería. (3)

La invasión al territorio paraguayo se llevó a cabo con el apoyo de los fuegos de la escuadra brasileña y las tropas de desembarco organizadas en dos escalones.

El primero de éstos fue precedido por zapadores que despejaron la zona de desembarco. No bien terminaron la tarea la infantería inició con éxito la formación de una cabecera de playa, la cual fue ampliada en el transcurso de combates posteriores. El Batallón 1º integraba el segundo escalón. Este hizo tierra en la segunda orilla recién a la noche, dado que un fuerte temporal azotó la zona retardando el desembarco. Excepto una agrupación que sí lo hizo, el resto de las fuerzas permaneció a bordo hasta la mañana, iniciando a las 15 la marcha hacia la línea de fuego. El 1 de Infantería ya pisaba el territorio paraguayo y ocupaba el 26 de abril el campamento que evacuaran los paraguayos en su retirada. (4)

El batallón 1º de Línea en el Cuadrilátero

El 2 de mayo de 1866 una agrupación de 5.500 paraguayos de las tres armas efectuó un reconocimiento ofensivo de las posiciones aliadas. El coronel Díaz responsable de su ejecución consiguió la sorpresa y varios éxitos iniciales. Esta causa decidió al Jefe paraguayo, embargado por el entusiasmo, a iniciar la persecución a fondo de las unidades batidas que tenía a su frente, para lo cual no estaba preparado y que, al final, lo llevó a un desastre, pues los aliados recuperados de la sorpresa de los primeros golpes se rehicieron rápidamente obligando a éstos a detenerse. La concurrencia de ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


dos Batallones de Infantería –que Díaz tenía de reserva‐ en procura de la prosecución del movimiento, fue en vano, pues las unidades aliadas que ya habían reaccionado contraatacando, convirtieron el éxito de Díaz en una grave derrota. El Batallón 1º que participó de este último movimiento escribió otra página digna de su fama y el general Paunero, en el parte que elevó al Jefe del Estado Mayor asentaba que “el lugar de este hecho de armas hoy sembrado de cadáveres enemigos es un elocuente testimonio de la gloria conquistada por el Regimiento 1 de Línea”.

A mediados de mayo el mariscal Francisco Solano López tenía ante sí la masa del Ejército Aliado. Contando él con 25.000 hombres y 100 cañones en Estero Bellaco, se decidió a librar una batalla decisiva en ese mes. Esta acción se efectuaría por medio de un aferramiento frontal combinado con un doble envolvimiento.

El ejército paraguayo chocó así con 29.000 soldados aliados en la primera acción de Tuyutí, el día 24.

La columna izquierda paraguaya (general Resquín) cayó sobre el sector argentino sorprendiendo al Batallón 5 de Línea que daba la seguridad. Lo impetuoso del ataque desarticuló a varias unidades, pero la reacción de un grupo de dispersos del 1 y 3 de Caballería obligaron a la caballería adversaria a retroceder pasando entonces la masa de las unidades empeñadas a un violento contraataque que hizo que la columna de Resquín fracasase en su misión de envolver por la izquierda el campo aliado. En el transcurso de la acción, el mayor Basavilbaso fue muerto al frente de las fracciones del 1 que conducía personalmente al ataque.

Tuyutí constituyó una aplastante derrota para López que perdió la mitad de sus efectivos. Si bien reestructuró sus fuerzas y el nuevo ejército mantuvo su espíritu de lucha, su calidad ya había desmejorado notablemente y no se recuperaría más.

El mariscal López estaba desde ahora condenado a sostener una guerra de posiciones manteniéndose en una defensiva estricta. Sus ataques no tendrían la magnitud del que ejecutara el 24 de mayo, pero para mantener alarmados a los aliados y foguear a sus reclutas, López realizó frecuentes acciones parciales contra las posiciones enemigas (5), acciones que continuaron hasta el 10 de julio de 1866. ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


El 11 de julio de 1866 comenzaron los combates de Yataity‐Corá. Un testigo presencial los relató brillantemente y su lectura llena el alma argentina de noble emoción:

Encontrándose el ejército aliado acampando en Yuyucty, fueron designados para hacer el servicio de avanzada los batallones 1º de Infantería de Línea y 1º de Guardias Nacionales de Corrientes, a las órdenes del coronel Manuel Roseti, Jefe del 1º. En cumplimiento de tal disposición, los referidos cuerpos dejaron sus campos en la mañana del 11 de julio de 1866 y marcharon a ocupar las isletas de Yataytí‐Corá, situadas sobre la margen derecha del Estero Bellaco, distante veinticinco cuadras más o menos del ángulo formado por la línea de fortificaciones ocupada por el Regimiento 1º de Artillería a caballo del primer cuerpo del ejército argentino. El Batallón primero de Guardias Nacionales de Corrientes al mando de su Jefe el teniente coronel Desiderio Sosa recibió órdenes para destacar un servicio de avanzada sobre el estero de Bellaco, en los puntos que le fueron determinados. El Batallón 1º se situó encolumna a 500 metros a retaguardia, cubierto por una de las referidas isletas y como reserva de aquél. Serían aproximadamente las 12 hs cuando se sintió un vivísimo fuego de fusilería sobre los destacamentos avanzados; los paraguayos, con dos batallones de infantería y varias coheteras a la Congreve los atacaron resueltos y impetuosamente, obligándolos a replegarse sobre sus reservas. Los atacantes pasaron al referido estero y continuaron hostilizándolos hasta encontrarse con el grueso del batallón que concurría en protección de aquéllos, trabándose así un reñido combate.

En el impetuoso ataque la superioridad numérica se impuso y obligó al Batallón a ponerse en retirada después de sufrir sensibles pérdidas. El enemigo aprovechando estas circunstancias, continuó asediándoles con tenacidad y hubo momentos en que se produjo desorden en la formación táctica.

El valor y la audacia del comandante Sosa y sus dignos oficiales evitaron el desastre, contribuyendo también la presencia del 1º que en esos difíciles momentos llegaba en columna a ocupar su puesto de honor en ese hecho de armas al que ligó su nombre de una manera tan digna como gloriosa. En tal situación, el 1º, que ocupaba una pequeña meseta, se desplegó en batalla y rompió el fuego sobre su adversario. Este hizo alto, organizó sus unidades y atacó apoyado en su movimiento ofensivo por el regimiento de caballería, que con aire de carga se aproximó, obligando a tomar la formación defensiva de “cuadro”. ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


Los fuegos de las coheteras causaron muchas bajas y hubo momentos en que más de la tercera parte de la cuarta cara, mandada por el capitán Adolfo Mores, cayeron a tierra, recibiendo éste una seria contusión. A su vez las granadas al explotar incendiaron en varios puntos los altos pajonales que circundaban el camino ocupado por el 1.

El enemigo atacaba con denuedo y mayor empeño y en esos momentos fue cuando se oyeron voces de los jefes y de los oficiales invocando a la Patria y a las gloriosas tradiciones del 1. Cuando era más comprometida la situación, cuando más inminente era el peligro, se vio al subteniente de bandera Pacual Uriarte subirse a un “tacurú” que estaba en el centro del “cuadro” y allí, levantando cuanto le fue posible la legendaria bandera la agitó en torno de los bravos que la defendían y con voz vibrante de vivas al batallón 1 hizo de ese cuadro triste y doloroso el recinto de honor y de la gloria donde deben cumplirse la fórmula jurada de salvarla o morir con ella!… Y allí estaba, cuando un cohete a la Congreve se enterró en el “tucurú”; el segundo Jefe del cuerpo Fernando Echegaray, intentó arrojarlo fuera del cuadro con el noble propósito de evitar la muerte de Uriarte; pero al tomarlo por el extremo del palo, estalló la granada destrozando el pecho de tan noble como valiente guerrero. Al caer dijo al ayudante mayor Carlos Amith: “recuerde que es oficial del 1 y que está amando al 1 como amó a la patria”, y expiró. El teniente 1º Miguel Bereciarte cayó atravesado por una bala de fusil y mientras tuvo un hálito de vida golpeaba el suelo con sus manos, exhortando a los soldados al combate.

Dentro del reducido espacio que encerraba el cuadro se producían hechos análogos que conmovían las fibras más íntimas del alma de los que quedaban en sus puestos de honor. El subteniente Francisco Sáenz recibió dos balas de fusil, una en la garganta y otra en el pecho. Al subteniente Nicanor Rodríguez una bala de fusil le destrozó la cabeza, y al subteniente José María Caraza lo atravesó el palo de un cohete.

“Murió dando vivas al batallón y dirigiendo sus últimas palabras a sus soldados. Estos tres jóvenes oficiales, pues no tenían veinte años en el ataque y toma de la Ciudad de Corrientes el 25 de mayo de 1865, señalaron su arrojo y su valor luchando como soldados distinguidos en las filas de la primera compañía y con ella se batieron en el Paso de la Patria, el 16, 17 y 18 de abril; el 2 de mayo; el 20 de mayo; el 24 de mayo en la histórica batalla de Tuyutí. Este día, rendían sus vidas a su frente y envolvían sus nombres en eso que se llama gloria. Serían las 13.30 horas y tal era el estado del ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


combate bosquejado a grandes rasgos cuando se recibió la inesperada orden de que el batallón se retirase, lo que importaba abandonar el campo enemigo, y lo que era aún peor, dejar allí a los heridos y a los muertos”.

El coronel A. Roseti adujo estas y otras razones, agregando que consideraba del caso se le enviase protección para salvar aquéllos y también el honor del batallón; el teniente Féliz Benavídez, llevó ante su superior esta petición, regresando instantes después con la reiteración de la orden recibida.

Había llegado el momento más difícil, el 1 iba a dar la prueba más concluyente de su disciplina, de su espíritu militar, de su cariño al cuerpo y de sus ideales por la Patria. Los paraguayos se encontraban a 60 o 70 pasos de tres de las caras del cuadro y en el centro de éste había un jefe, cuatro oficiales muertos y tres heridos: Benavídez, Palacios y Solá; tres contusos y más de sesenta soldados entre muertos y heridos. El coronel Roseti dictó sus disposiciones y el batallón inició su retirada sin confusión ni apresuramientos. Sobre la marcha tomó como le fue posible la formación de batalla, dejando sobre el campo que habían ocupado a sus queridos compañeros caídos como leales y valientes soldados del 1 y muy dignos de la Patria. Como era natural, el movimiento retrógrado que se efectuaba alentó y dio al enemigo todo el brío y la audacia que produce la derrota del adversario, emprendiendo el avance y llegando que hubo al campo abandonado, los paraguayos cayeron con saña feroz a ultimar a bayonetazos a los heridos y a cobrar el botín de la victoria.

Momentos antes de estos hechos, no debo silenciar otros que quizás influyeron decisivamente para que el combate se restableciera en la forma que voy a narrar.

Entre los heridos que quedaban se encontraba el sargento 2º José María Abrego, que tenía una pierna fracturada por una bala a la altura del muslo (fue muerto a bayonetazos por los paraguayos). El suboficial se incorporó y levantando su fusil dijo con voz enérgica: “¿Es posible que se retiren y nos dejen tomar prisioneros? ¡Vengan compañeros!

El soldado Alejandro Sider, que tenía un balazo en un tobillo, gritó que no lo abandonasen, y así se dejaron oír otros llamamientos. El batallón se había alejado unos ochenta a cien pasos y marchaba en batalla haciendo fuegos en retiradas cuando ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


estos hechos ocurrieron. El coronel Roseti, tan valiente como noble soldado, dirigiéndose al batallón le dijo: “Es la primera vez que el batallón 1º se retira del frente de sus enemigos”, y dejándose llevar por esta cruel idea, se arrancó una de las presillas y arrojándola al enemigo agregó: “No soy digno de ser su jefe”. Estas palabras produjeron en las destrozadas filas del 1 un efecto extraño. Se dejaron oír voces de “¡Viva el Batallón 1 de Línea!”.

Como obedeciendo a un mandato de la Historia, el 1 dio frente a retaguardia y contraatacó.

Al efectuar aquel movimiento, el abanderado Pascual Uriarte, por indicación del ayudante Smith, fue rodeado por el sargento Juan Gutiérrez, el cabo Manuel Acevedo y los soldados Policarpo Rocha, Pedro Videla, Lorenzo Malaver, Basilio Belliza, Martiniano Correa, Daniel Molina, Agapito Ríos, Laureano Chors y otros y se lanzaron al encuentro del enemigo en medio de la lucha y la confusión, no descuidando la bandera que en esa ocasión, como en otras, marcó del derrotero de la victoria.

El batallón sufrió una desmembración, no hubo orden, y se veían en distintas direcciones destacarse grupos de soldados acaudillados por los capitanes Ricardo Méndez, Roberto Fuentes, Adolfo Moral, Fortunato Benaventes, teniente Miguel Sagistra, Alejandro Aguirre, Felipe Durán, Félix Benavídez, subtenientes Nicanor Solá, Daniel de Solier, Agustín Polucú, Isaac Sempi, Hipólito Aguilar, corriendo al encuentro del enemigo, el cual jamás esperó esta reacción súbita, impetuosa y temeraria. El contraataque produjo la sorpresa y el desbande de los paraguayos, obteniéndose ventajas hasta llegar al acampo donde estaban nuestros muertos y nuestros heridos.

Describir los episodios que se produjeron es casi imposible. Sin embargo, para que pueda formarse un concepto de ellos referiré el siguiente: El sargento 1º de la compañías de cazadores Manuel Fernández, que seguía en las filas aunque tenía una herida de bala en la cabeza, había perdido el quepís, con la cara y la ropa llena de sangre, se irguió, levantó el rifle y con vos de trueno y ademán terrible, se dirigió a sus compañeros profiriendo palabras dignas de un héroe y acompañado de ellos se lanzó hasta encontrar a sus enemigos victoriosos. Allí en el campo del honor y de la gloria, entre el humo, el estruendo de los tiros y el choque sordo de las armas, los bravos del 1 arrojaron al otro lado del Estero Bellaco a sus enemigos, sin que intentasen volver al combate. El movimiento cesó, sobre el campo reconquistado, donde estaban los ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


muertos y los heridos. El batallón recogió a unos y a otros. Los paraguayos no llevaron ninguno. Después de cumplir este sagrado y tristísimo deber, el Batallón formó encolumna y marchó a su campo y aunque en el rostro de todos se veía claramente la profunda pena que embargaba sus espíritus por la pérdida de tantos compañeros, llevaban en sus corazones la convicción de haber cumplido la palabra empeñada por el Jefe del Cuerpo, coronel Manuel A. Roseti, para con el teniente general Bartolomé Mitre, presidente de la República, al contestar la alocución que éste dirigió al batallón al marchar a la campaña del Paraguay y que concluyó diciendo: “Sois el 1º en número, el 1º en glorias y el 1º en presentarse al campo de batalla a hacer flamear esa bandera que tantas veces habéis cubierto de glorias”, contestando el jefe del cuerpo: “Excelentísimo señor: Podéis estar seguro de que el batallón de mi mando sabrá cumplir con su deber en el puesto que se le designe”. (6)

El general Garmendia en sus “Recuerdos de la Guerra del Paraguay” dice con verdad que en los penosos combates de Yataytí‐Corá las unidades que más lidiaron y sufrieron, fueron entre otras el 1 de Línea.

Curupaytí

Meses después de la acción ya descrita, las tropas aliadas, entre las que figuraban 9.500 soldados argentinos, eran reestructuradas en cuatro agrupaciones para el ataque a Curupaytí.

El sitio elegido por López para detener el avance enemigo era una formidable posición con sus flancos apoyados por el río Paraguay y la laguna López. Contaba con magníficas trincheras y casamatas, amplio campo de tiro y varias filas de abatíes complementaban muy eficazmente las obras de la defensa. A las 7 de la mañana del 22 de setiembre de 1866, la escuadra brasileña inició un fuego de preparación que duró hasta después del mediodía. A las 7.30 hs, las cuatro columnas de ataque (las dos de la izquierda eran imperiales y las dos de la derecha argentinas) ocuparon la zona de apresto escalonándose en líneas sucesivas. La columna al mando del coronel Sussini estaba constituida por dos escalones.

El segundo de éstos consistía en la División 1 argentina (Legión militar, 3º de línea, San Nicolás y 1º de Línea). (7) ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


Los batallones iniciaron la marcha hacia la muerte con paso lento y el alma henchida de coraje. A las 12.30 hs el almirante Tamandaré dio por terminada la preparación de artillería en el momento en que la infantería cruzaba la línea de ataque y comenzó la batalla, la horrorosa batalla de Curupaytí.

Un enorme y certero volumen de fuego paraguayo comenzó a cercenar vidas. “¡No es nada, cierren los claros, adelante!” se decía. “¡Adelante!” repetían los soldados mientras saltaban sobre los muertos y los moribundos que caían despedazados por la metralla.

A los vítores del asalto respondía el cañón, con nuevas descargas que hacían clarear las filas aliadas, pero lo mismo el ataque continuó pese a la muerte, al fuego, al malezal, al bañado, a las fatigas y al horror.

El bravío empuje del soldado argentino lo llevó a pocos metros de la trinchera blasonada con una gran bandera paraguaya y aunque la voluntad de llegar se incrementaba a cada paso, al fin las fuerzas se agotaron.

Revolcándose en la propia sangre entremezclada con sudor, los hombres llegaron exhaustos hasta el parapeto donde el ataque se quebró.

El moribundo con crispados dedos oprimía el abatí que lo detenía desgarrándole… ¡escena grandiosa! –dice Garmendia‐ tres horas recibiendo la muerte a quemarropa e iluminando aquellos rostros estremecidos por las contracciones del furor sublime. En horas de la tarde, se recibió la orden de retirada.

Las reservas intervinieron para recibir a las unidades que se replegaban desangradas. El 1 de Línea que marchaba de cara a la muerte comandado por Roseti había perdido muchísimos hombres afrontando el fuego con toda intrepidez.

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En el asalto a las trincheras de Curupaytí, el mismo Roseti encontró la muerte de los héroes. Ofrendó su vida a la Patria al frente de su batallón de titanes, exhalando el último aliento para alentar a sus soldados al combate. Junto a éstos, está en la historia como arquetipo sublime de lo que son los infantes de la Patria Argentina.

La retirada, si bien ordenada, tuvo las mismas características penosas del ataque, pero pese a todo no vaciló el ánimo de uno solo.

Y para corroborarlo tomaremos una vez más la obra de Garmendia: “Vi un soldado cubierto de lodo; venía solo, agobiado de fatiga, su paso era pesado y vacilante, caminaba demostrando el cansancio angustioso del día, conducía una enseña despedazada, sucia, ennegrecida con una borla cortada por un balazo. En su rostro sudoroso velado por una expresión sombría indescriptible, se escondían dos ojos enérgicos y refulgentes inyectados de sangre, cejijunto el seño, revelaba algo de feroz aquella cara africana.

“Cuando estuvo próximo se echó el quepís hacia atrás y haciendo ondear el estandarte con gallardía lanzó una mirada altiva y exclamó, como si fuera el vencedor del infortunio: “¡Yo soy el soldado Carranza, del 1 de Línea y esta es su bandera!”

“Aquella mirada, aquella actitud, aquella frase, fue la síntesis de toda la sublimidad de la escena” (8)

Así fue Curupaytí.

En setiembre de 1866 el Batallón 1 fue retirado de primera línea pasando al campamento argentino de Tuyú‐Cué para ser reestructurado.

A principios de 1867 revistaba en la unidad el siguiente personal superior:

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Plana Mayor: sargento mayor Pedro Retolaza, ayudante mayor 1º Félix Benavídez, teniente 1º agregado Francisco P. Sáenz.

1ª Compañía: capitán Carlos Smith, teniente 2º agregado Diego Saborido, subteniente Isaac Sempol.

2ª Compañía: capitán Ruperto Fuentes, teniente 2º Augusto Palacios, subteniente Enrique Espind.

3ª Compañía: capitán Crisólogo Rodríguez, teniente 1º Felipe Durand, teniente 2º Pascual Uriarte, subteniente Hugo Drucker.

4ª Compañía: capitán Rodolfo Morel, teniente 1º Segundo Bonaora, teniente 2º Daniel Doler.

Compañía de Granaderos: sargento mayor – grado de capitán Félix Fernández, teniente 1º Manuel Sagrista, teniente 2º Diego Savoredo, subteniente Pacual Beascochea.

El 20 de setiembre del año anterior había sido promovido a Sargento Mayor el capitán Pedro Retolaza, quien a la muerte de Roseti se hizo cargo del batallón. El 26 de octubre de 1867 asumió este comando el teniente coronel Juan Ayala, pasando Retolaza a continuar prestando servicio en otro destino.

El 2 de octubre de 1867 y el 3 de noviembre del mismo año se libraron las acciones de Humaitá y Tuyutí respectivamente. Los partes oficiales no mencionan al batallón 1 de Línea, pero es evidente que combatió en ambas oportunidades, dado que la unidad operativa a que pertenecía actuó al completo en las dos oportunidades. Luego de estas acciones regresó a sus campamentos en Tuyú‐Cué hasta abril del año siguiente. En esa fecha la 1ª, 2ª, 3ª y 4ª compañía y la compañía de Granaderos marcharon a Paso Pacú hasta junio; continuaron luego al Chaco quedando allí hasta fines de agosto. Tuvo lugar el 1º de ese mes un combate que el parte de la acción relata así: ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


“Campamento en el Chaco, agosto 2 de 1868 – Al Señor Comandante interino de las fuerzas argentinas en el Chaco, teniente coronel D Luis María Campos: Pongo en conocimiento de Usted que anoche, después de establecido el servicio en la laguna, con diez y ocho canoas tripuladas con la fuerza del batallón de mi mando, más la dotación de una pieza a las órdenes del teniente 2º del Regimiento de Artillería ligera, D. M. Rivarola, apoyando nuestra línea en la izquierda de la línea de canoas que mandaba el mayor Bueno, apareció el enemigo en número de nueve o diez canoas, a las once de la noche. Los paraguayos con esa audacia que tanto los distingue en la guerra que sostienen, atacaron la parte que guarnecía el mayor Bueno; la parte atacada cedió al ataque, dando paso al enemigo, pero habiendo el que suscribe dado la señal de ataque a la línea que formaba el batallón, atacaron al enemigo cinco canoas, que eran las únicas que se podían mover mandadas, la 1ª por el teniente Don Diego Saborido; la 2ª por el teniente D. Leopoldo Junio; la 3ª por el subteniente D. Fermín Riso, la 4ª por el ayudante mayor D. Manuel Sagrista y la 5ª por el teniente D. Manuel Rivarola. El ataque fue llevado al enemigo por nuestros oficiales y soldados con una decisión y valor dignos de todo elogio. El teniente D. Leopoldo Junio abordó una chata enemiga, haciéndole muchos muertos y heridos. El teniente D. Manuel Rivarola, contribuyó eficazmente dando al enemigo un buen tiro de metralla, echando una canoa a pique y matando toda una tripulación. Las lanchas que tomaron las fuerzas de mi mando, fueron dos, una a pique y otra llena de muertos y heridos, quedando todo en poder del mayor Bueno.

“El sargento mayor graduado D. Nicanor Pico, encargado de la mayoría del Cuerpo, concurrió inmediatamente a organizar la línea de canoas, que con motivo del ataque quedó en desorden y de paso tomó los siguientes datos de los prisioneros: que el jefe de la expedición era el coronel Ermosa, que fue muerto por uno de nuestros soldados; que las canoas eran nueve; que la fuerza sitiada en el monte no tiene mantención y que su número pasaba de mil hombres.

“Las pérdidas que hemos tenido son: dos soldados heridos y dos contusos del 1º de Línea, uno del 6º y otro de la Legión Militar, estos dos últimos de granada.

“La pieza de artillería que mandaba el citado teniente Rivarola, hizo diez y siete tiros a metralla, y la fuerza de infantería consumió 900 paquetes.

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“Me permito recomendar a todos los señores oficiales y tropa que se hallaron bajo mis órdenes, por su buena comportación – Dios guarde a Ud. – Firmado: Ruperto Fuentes”.

En el mes de setiembre, se realizó una nueva marcha; el Batallón Nº 1 de Infantería de Línea, llegó al campamento de Humaitá.

El teniente coronel Juan Ayala, jefe del Batallón 1º de Infantería de Línea, es ascendido por S. R. al grado de coronel y el sargento mayor Ruperto Fuentes a teniente coronel, por medio de sendos decretos.

En el mes de octubre el Batallón llegó a su Campamento en las Salinas.

El 27 de diciembre, el jefe accidental del Batallón 1º de Línea, en campamento en Yucuty, que operaba al mando del general Juan Andrés Gelly y Obes, envió el siguiente parte:

“Al Señor Jefe de la 1ª División del 1er Cuerpo de Ejército coronel graduado Don Juan Ayala – Campamento en Yucuty 27 de diciembre de 1868 – En cumplimiento de las órdenes de Vuestra Señoría cargó el Batallón el día 27 las trincheras enemigas, cabiéndole la gloria de ser el primero en pasarlas y como en ese momento fuese puesto fuera de combate el mayor Pico, según la Orden de Vuestra Señoría me hice cargo del batallón, el cual arrolló al enemigo por esa parte persiguiéndole hasta la orden de regresar. Pérdidas sufridas: muertos: 1 subteniente, 1 mayor graduado; heridos: 1 capitán, 42 soldados.

“Al felicitar a V. S. por el gran triunfo obtenido este día me es satisfactorio el encomendar la digna y brava comportación de todos los oficiales e individuos de tropa – Dios guarde a V. S. – Firmado: Félix Benavídez.

El 27 de diciembre de 1868 tuvo lugar la segunda batalla de Itá‐Ivaté más conocida por Lomas Valentinas. Los aliados atacaron a los paraguayos divididos en tres columnas. La columna de la derecha llevó el envolvimiento a la posición enemiga y ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


estaba constituida por el 1 Cuerpo de Ejército Argentino, el cual efectuaría el asalto. Constaba de:

Primera División: 1ª Brigada (3º de Línea, Legión Militar), 2ª Brigada (1º de Línea, Batallón San Nicolás, Batallón 1º de Corrientes).

Segunda División: 3ª Brigada (4º de Línea, 5º de Línea), 4ª Brigada (6º de Línea, Batallón La Rioja, Batallón Catamarca).

A continuación avanzaba el Segundo Cuerpo brasileño como reserva.

Iniciado el ataque, resultó exitoso en todos los sectores, retirándose los paraguayos sin poder detener a sus adversarios. Hubo empero un momento en que se produjo un violento contraataque enemigo que hizo retroceder un batallón argentino. Intervino de inmediato el 1 el cual, seguido por el 3 y la Legión, restableció la situación haciendo continuar el movimiento hacia delante, el cual terminó con una resonante victoria.

Las pérdidas del Ejército de López fueron enormes y él mismo, que huía por una picada, fue perseguido aunque sin resultado. (9)

En 1869 la lucha continuó en forma esporádica, dado que el agotamiento paraguayo hizo que la guerra fuese una guerra de partidas y no de ejércitos. El 1 participó en 2 combates más, Batuy y Potrero de Recalde, donde se dieron muestras de valor y audacia, como ser la narrada por el siguiente trozo de documento:

“… Capitán Don José Domínguez Jerez del Batallón 1º de Línea, ayudante del Sr. Coronel Don Juan Ayala, se distinguió en mucho, por ser uno de los primeros que con espada en mano se lanzó sobre el enemigo peleando cuerpo a cuerpo de cuyo arrojo hubiera sido víctima a no ser defendido por los soldados, quedando así mismo contuso…” (10)

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Este combate fue para el 1 el último en la campaña del Paraguay, dado que la guerra terminó poco después y la Unidad no volvió a ser empeñada.

En el año 1869 el Batallón 1 de Línea fue utilizado como fuerza de ocupación, teniendo los siguientes destinos:

Enero, Curumbarity; febrero‐abril, Trinidad; Mayo, Luque; Junio, Yuquerí; Julio, Cuazú‐ Virá

En setiembre la Plana Mayor, Granaderos, 1ra, 2da, 4ta. Compañía y la Compañía de Cazadores tuvieron su asiento en Garaguatay, mientras que la 3ra Compañía la tuvo en Caa‐Guapey. En octubre se operó la reunión de toda la Unidad en el Campamento de Patiño‐Cué.

A principios de 1870 la lista de revista del Batallón era la siguiente:

Plana Mayor: coronel Juan Ayala, teniente coronel Ruperto Fuentes, sargento mayor graduado Angel Zavalía, capitán Domingo López, ayudante mayor Diego Saborido, subteniente de bandera Vicente López, subteniente de guerra Ramón Sánchez.

1ª Compañía: capitán Mucario González, subteniente José Molina, subteniente Ignacio Rodríguez.

2ª Compañía: capitán Segundo Bonahora, teniente 2º Carlos Palacios, subteniente José Astorga.

3ª Compañía: teniente 1º Manuel Algañaras, subteniente Manuel Córdoba.

4ª Compañía: capitán Nicanor Puo, teniente 2º Joaquín Beracochea, subteniente Pedro Benítez, subteniente Pedro Farías. ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


Compañía de Granaderos: subteniente Miguel Gutiérrez, subteniente José Manuel Saborido.

Compañía de Cazadores: teniente 1º Pascual Beracochea, subteniente Pedro Lafflor.

De enero a marzo estuvo en Villa del Rosario, en abril en Villa Buges y en marzo en Goya.

En junio guarneció Paraná, pasando julio a ocupar Punta del Sauce. De agosto a setiembre volvió a Paraná. Al mes siguiente el Batallón concurrió a Puntas del Obispo, menos la Compañía de Granaderos que acampó en el Quebracho.

En noviembre la Unidad se reunió en Nogoyá volviéndose a fraccionar en seguida entre Concepción del Uruguay y Arry‐Gena.

En enero de 1871 ocupó Concepción del Uruguay donde participaría en la represión de la Revolución del general Ricardo López Jordán.

Referencias

(1) Coronel Félix Best – Historia de las Guerras Argentinas – Tomo II, página 234. Peuser, 1960. (2) Libro Histórico del Regimiento de Infantería 1 “Patricios”, Tomo I, folio 202. (3) Coronel Félix Best – Historia de las Guerras Argentinas – Tomo II, página 251, Peuser (1960). (4) Coronel Félix Best – Historia de las Guerras Argentinas – Tomo II, página 258, Peuser (1960). (5) Coronel Félix Best – Historia de las Guerras Argentinas – Tomo II, página 256, Peuser (1960) ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


(6) General Smith – Yataytí‐Corá y el Batallón 1 de Línea – Artículo aparecido en La Nación del 1º de febrero de 1918. (7) General José Ignacio Garmendia – Recuerdos de la Guerra del Paraguay – Edición 1890, página 175, Buenos Aires. (8) Extractado de la obra “Recuerdos de la Guerra el Paraguay”, del autor antes citado. (9) Coronel Félix Best – Historia de las Guerras Argentinas –Tomo II, página 305, Peuser, Buenos Aires (1960). (10) Memorias de Guerra del Estado Mayor del Ejército – Libro 19‐1‐1‐7, páginas 91 a 100.

Fuente Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado. Scunio, Alberto D. H. – Patricios – Círculo Militar – Buenos Aires (1967).

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25 de M ayo

El vasco de la carretilla

El vasco de la carretilla

Guillermo Isidoro Larregui Ugarte nació en Pamplona el 27 de noviembre de 1885 en el barrio de la Rochapea y llegó a Buenos Aires con solo quince años en 1900. En los primeros tiempos trabajó como marino hasta que se trasladó a la Patagonia para trabajar como peón en una multinacional petrolera norteamericana en la que estuvo hasta 1935.

Ese año, durante una reunión con amigos hizo una apuesta que le cambió la vida y que lo convirtió en uno de los personajes más excéntricos y famosos de la Argentina. “Nos hallábamos reunidos con varios amigos comentando los récords deportivos. Yo les decía que no siempre el ruido que se hace en torno de una prueba deportiva guarda relación con el esfuerzo”, comentó Larregui a Ecos Diarios (Necochea, Pcia. de Buenos Aires) durante su visita. “Yo me animaría, les dije, a cruzar toda la Patagonia a pie y a ir hasta Buenos Aires con una carretilla. Lo tomaron a broma y uno de ellos me trajo una carretilla. Luego, cuando vieron que yo me disponía a emprender el viaje y que la cosa iba en serio, se sorprendieron”, agregó.

Y así lo hizo; después de un año y dos meses en los que ha recorrido 3.400 kilómetros, el 25 de mayo de 1936, ingresó en la Capital Federal en medio de un recibimiento del que participaron altas autoridades políticas nacionales. En los salones del diario Crítica dio por finalizado su raid. Dicho periódico publicó una entrevista ilustrada con ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


fotografías del campamento de Larregui montado en el recibidor del diario. “He llegado por que soy vasco –decía Larregui‐; soy vasco y tenía que llegar. Por eso pude terminar el viaje. Cualquier otro se hubiera quedado en las primeras etapas, ¡yo no! Había prometido hacer este viaje y lo hice. Me agradaría dar la vuelta al mundo empujando mi carretilla. Me sobran fuerzas y voluntad, para eso soy vasco. Pero me faltan recursos. Soy pobre y un viaje así exigiría mucha plata”.

“En los alrededores de Trelew –continúa Larregui‐ fue donde pasé las peores etapas. Allí el frío llagaba a 20 grados bajo cero. Caminaba en medio de la nieve. Hubo momentos en que perdía la noción de todo. No sentía mis manos ni mis pies, ni siquiera el peso de la carretilla. Era cono si, de golpe, alguien me empujara y yo fuera de plumas. A veces creí que era tan liviano que el viento me iba a llevar. Pero yo sabía que si me paraba me iba a morir congelado y entonces apretaba el paso. Así, caminaba y caminaba como dormido hasta llegar a algún rancho donde descansar. Me daba friegas en las manos y pies con caña. De ese modo reaccionaba y podía dormir”.

‐ ¿Cuántos pares de zapatillas ha gastado? – le pregunta el periodista.

‐ “31 ‐es la respuesta‐ El mate y la galleta eran infaltables”.

‐ ¿Su comida acostumbrada?

‐ “El democrático puchero, un puchero cuartelero. Cuando había garbanzos, garbanzos; cuando había porotos, porotos. Y cuando tenía verduras, también…”

La carretilla tenía la base de 70 cm x 110 cm y 30 cm de alto, con los siguientes objetos: carpa de 2.50 m de largo por 2 m de ancho; cama plegadiza, colchón y colcha. Herramientas completas, utensilios de cocina, calentador, juego de lavabo, cepillos, brocha, navaja y provisiones.

Tenía un compañero inseparable “Pancho”, un leal perro de policía que lo seguía al vasco en sus andanzas. ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


Cuando le preguntaron si esperaba alguna recompensa o premio de sus paisanos por el esfuerzo realizado, Guillermo Larregui se puso serio y contestó: “Aunque nada tengo, nada quiero. Esta hazaña la he realizado porque la prometí cumplir. Con ser hombre de palabra cualquier vasco está bien pagado”.

Esa fue la primera epopeya que popularizó el “Vasco de la Carretilla”, un hombre que ya tenía casi cincuenta años cuando hizo ese primer recorrido, al que luego se le sumaron unos cuantos viajes más. El siguiente fue recorrer desde Coronel Pringles hasta La Quiaca, a donde arribó en diciembre de 1938; otro posterior lo llevó por los caminos que iban desde Villa María hasta Chile, pasando por Mendoza y de ahí a La Paz, Bolivia. Su última travesía lo condujo al punto del país que sería su lugar de residencia definitivo: Misiones. Allí, en el Parque Nacional de Puerto Iguazú levantó su casilla y transcurrió la etapa final de su vida, disfrutando de un lugar paradisíaco que a menudo era visitado por turistas con los que hablaba de caminos recorridos y lugares del mundo visitados, comunicándose, según la ocasión, en alguno de los cuatro idiomas en los que a fuerza de andanzas se había tenido que expresar. Larregui dejó pasar allí los últimos tiempos de una apasionante existencia que terminó el 5 de julio de 1964 a sus ochenta años.

Sus hazañas de caminante que comenzaron a hacerse públicas por el boca a boca de los admirados y circunstanciales testigos, luego pasaron a las páginas de los periódicos y más tarde fueron llevadas a los libros y al cine. Curiosamente, todas estas expresiones artísticas se ocuparon de un hombre tan sencillo como fuerte y libre, que llevaba en su carretilla lo necesario para el cuerpo y encontraba en los caminos el alimento de su alma. La solidaridad de la gente, especialmente de la colectividad vasca, hacía más tenues las peripecias que debía enfrentar.

Vaya a saber qué pasaba por la mente de ese hombre durante aquellas interminables caminatas por un país tan lejano al que lo había visto nacer, que lo sometía a todo tipo de climas y condiciones de suelo, haciendo de esos raids autenticas odiseas. Sus compañeras de ruta, las carretillas de rueda de hierro y caja de madera que eran su casa en cada travesía, quedaban al final de la misma en manos de algún amigo o a la guarda de algún museo como testimonio de esa etapa.

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Iniciaba la siguiente con otra distinta, con la que debía transitar los precarios caminos que había en los años treinta y cuarenta en la Argentina.

Vivir el ritmo oculto de los campos abiertos llenos de sol. La emoción de la tierra argentina, llena de generosidades. He aquí mi objetivo. Nadie me podrá quitar la dicha de ser dueño de mi propio destino

(Guillermo Larregui, 17 de agosto de 1938)

Fuente Diario Crítica – 25 de mayo de 1936. Diario La Nación – Rincón Gaucho – Buenos Aires. 10 de Octubre de 2009. Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado. Ortiz, Horacio – Guillermo Larregui, el vasco de la carretilla Urrutia, Txema – El vasco de la carretilla – – Ed. Txalaparta, Tafalla (2001)

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26 de M ayo

Felipe Senillosa

Ing. Felipe Senillosa (1790‐1858)

Nació en Tarragone, España, el 26 de mayo de 1790. Cuando cumplió trece años fue enviado a Madrid, a cursar matemáticas a la Universidad de Alcalá de Henares, fundada por el

cardenal Cisneros, tres siglos antes. A los dieciocho años, en 1808, se trasladaba de Madrid con 100 hombres reunidos en el camino, a Zaragoza, para ponerse a las órdenes de Palafox en la defensa inmortal de aquella ciudad contra los franceses invasores. Allí fue destinado como teniente de cazadores Walones y agregado al servicio de ingenieros, pero aprovechando el heroico defensor los conocimientos matemáticos adquiridos por Senillosa, dispuso que fortificase el castillo de Alfageria, que había sido morada de los reyes de Aragón y que Felipe V convirtiera en fortaleza. El sitio duró cuatro meses y la plaza debió capitular, como Sagunto contra los cartagineses y como Numancia contra los romanos, evidenciándose una vez más el valor de la raza hispana. Felipe Senillosa prisionero, fue remitido por los franceses a Nancy (1). Cuando recuperó su libertad, sus paisanos lo repudiaron porque ya no sustentaban las convicciones políticas de otrora y porque se había debilitado su adhesión al régimen imperante en la Península. Regresó a Francia en 1813 y se incorporó a las águilas imperiales, efectuando la campaña el Norte. Peleó en Silesia y en Alemania, así como en Sajonia y Holanda. En 1814 regresó a España y lo motejaron de “el afrancesado”, siendo estrechamente vigilado, como si fuera un espía. Nadie pensaba en utilizar sus ricos conocimientos militares y matemáticos, adquiridos en costosa experiencia y áspero trajín y se vio obligado a emigrar, dirigiéndose a Londres, en 1815, donde conoció a Rivadavia, Sarratea y Belgrano y desde aquel momento empezó a interesarle la causa emancipadora de Sud América, decidiendo su viaje a Buenos Aires, donde esperaba que sabrían valorar mejor sus amplios conocimientos; cambiando de horizonte, cambiaría de espíritu y el recuerdo de las memorables batallas napoleónicas de: Katzbach, Leipzig, Arnheim, Hanau, Lutzen, Vurtzen y Bautzen, a las que había asistido, permanecería del otro lado del hosco Mar Atlante.

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Llegado a Buenos Aires, el Directorio lo designaba con fecha 3 de febrero de 1816, Director y Preceptor de la “Academia de Matemáticas” y siete meses después, director de todas las academias establecidas en Buenos Aires. El 12 de junio de 1817 elevó al gobierno un sucinto Plan de Educación, que aquél agradeció a su autor por el loable celo con que se contraía a promover la primera y preciosa educación. Fundó también en aquella época un periódico que tituló: “Los Amigos de la Patria y de la Juventud”, destinado a defender los intereses de la instrucción pública. Fue miembro de la “Sociedad del Buen Gusto del Teatro” (para la que fue nombrado el 30 de octubre de 1817). Cuando en el año 1821 se instituyó en el gobierno del general Martín Rodríguez, la Universidad de Buenos Aires, Senillosa figuró entre los primeros profesores con rango directivo. El 31 de enero de 1818 fue nombrado miembro de la comisión de caminos. En 1820 publicó un Tratado Elemental de Aritmética. El 25 de junio de 1821 se le nombró catedrático de Geometría Descriptiva y sus aplicaciones, en la Universidad. El 24 de setiembre de 1824 fue nombrado para formar parte de la Comisión Topográfica de la Provincia de Buenos Aires, junto con Vicente López y Avelino Díaz, catedrático de ciencias fisico­matemáticas el último, y Senillosa, Prefecto de Ciencias Exactas. En 1825 formó parte de una comisión en la que figuraba Juan Manuel de Rosas, para trazar la línea de fronteras exterior al Tandil, recientemente poblado por el general Rodríguez, comisión en la cual actuó también el coronel Juan Lavalle. El 26 de junio de 1826 fue nombrado primer ingeniero del Departamento Topográfico y dos años después, Presidente del mismo, con fecha 10 de enero de 1828. En los comicios electorales del 22 de julio de 1827, Senillosa fue elegido para ocupar una banca de diputado en la H. Sala de Representantes. En 1832 fue elegido diputado a la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires, siendo reelegido al terminar aquel período. En 1838 fue designado nuevamente Presidente del Departamento Topográfico. Más tarde volvió a ser diputado, cargo que ejercía en diciembre de 1849. Por treinta años consecutivos, Senillosa es el consejero técnico de cuanta misión útil se constituye en el país para ejecutar obras de provecho. Publica en 1817 una “Gramática Española”; redacta una “Memoria sobre pesas y medidas”, que Juan Manuel de Rosas reglamenta para uso en el país; con Lahitte y Anchorena contribuyó a especificar las atribuciones del Ministerio de Pobres y Menores; proyecta construir un muelle sobre la rada de Buenos Aires; elige los planos para edificar la Nueva Aduana en el antiguo Fuerte y dirige la ejecución de las obras, cumplimentando esta ímproba tares sin remuneración de ninguna clase, estimulado solamente por su profundo deseo de ser útil a la sociedad en cuyo seno vive con ese afán de minero que cuenta sus años por el número de las obras ejecutadas, que son como el desquite póstumo de estas vidas extraordinarias, ante el silencio involuntario y obstinado de la posteridad. El 25 de abril de 1837 fue admitido como socio correspondiente de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona. El 26 de agosto de igual año fue nombrado miembro de una comisión, conjuntamente con el doctor Eduardo Lahitte y Nicolás Anchorena, para presentar un reglamento que especificase las atribuciones del Ministerio de Pobres y Menores. En enero de 1839 fue designado miembro del Tribunal de Recursos Extraordinarios, y por impedimento del Ministerio Fiscal y de la Presidencia del Dr Lahitte, desempeñó las funciones del presidente del referido Tribunal. En 1842 formó parte de la Comisión de Hacienda de la Sala de Representantes. En 1844, fue nombrado ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


miembro de la Sociedad Real de Anticuarios del Norte. En 1852 ofreció al gobierno sus servicios en la Guardia Nacional como ingeniero militar. El 18 de diciembre de 1853 fue nombrado miembro de la Comisión Filantrópica, y el 28 de abril de 1854, miembro de la comisión encargada de presentar las medidas necesarias para el arreglo de las tierras. Desde el Directorio hasta Caseros compartió todas las vicisitudes argentinas, favorecido por una salud que la muerte tardó en quebrantar a los 68 años, pues falleció en Buenos Aires, el 20 de abril de 1858. El 26 de julio de 1855 había sido nombrado miembro del Consejo consultivo del Gobierno; el 8 de junio de 1856, elegido miembro de número del Instituto Histórico­ Geográfico del Río de la Plata, y en diciembre de 1856, Ingeniero Inspector del Departamento Topográfico. Contrajo matrimonio con Pastora Botet. Rosas le dispensó permanente amistad por el esfuerzo admirable de su espíritu bien templado y de su indiscutible capacidad para el desempeño de los puestos públicos. Refer encia

(1) Mientras estuvo prisionero, Senillosa escribió en Francia un Tratado de Mnemónica o Arte de fijar la memoria, que se conserva inédito en poder de la familia. Fuente Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.

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27 de M ayo

Felipe Pereyra de Lucena

Teniente coronel Felipe Pereyra de Lucena (1789‐1811)

Este nombre inscripto sobre el lado oeste de la Pirámide de Mayo, a fin de que las generaciones nacientes argentinas lean con respetuosa gratitud el nombre de uno de sus primeros y más intrépidos libertadores, como decía la Junta Gubernativa en la nota pasada al padre del glorioso soldado, José Pereyra de Lucena, el 3 de agosto de 1811, es la primera víctima de aquella titánica lucha que terminó dando la independencia a la América Española. Fue su vida corta, pero bien fecunda en nobles enseñanzas y heroicos sacrificios. Nació en Buenos Aires, el 27 de mayo de 1789, siendo sus padres José Pereyra de Lucena y María Inés Pelliza. En 1806 había terminado de cursar muy buenos estudios en las aulas del famoso Colegio de San Carlos, que juntamente con la Universidad de Chuquisaca fueron génesis de la Revolución de Mayo, cuando la repentina aparición en nuestras playas de las casacas rojas de Beresford, exaltó a los criollos, impulsándoles a volver por sus fueros, como único remedio de la pasividad de que dieron pruebas en esa memorable circunstancia, los engreídos representantes de la Metrópoli, con el inepto Virrey Sobremonte a la cabeza. Patriota de alma, el valeroso adolescente no vaciló en alistarse entre los miembros activos de la agrupación urbana –la de Sentenach, Esteve y Llach, actuando paralelamente a la de extramuros­ bajo el mando de Juan Martín de Pueyrredón, que se proponía expulsar a los invasores británicos del suelo argentino. El joven Pereyra de Lucena se incorporó en clase de cadete de artillería, recibiendo su bautismo de fuego en la histórica jornada del 12 de agosto de1806, de la Reconquista. Desde aquella inmortal jornada el cadete Pereyra de Lucena, que por otra parte poseía una sólida preparación en matemáticas, se dedicó con juvenil entusiasmo por el arma de su predilección, ofreciéndosele bien pronto, el 5 de julio de 1807, en la segunda invasión británica, la oportunidad de distinguirse, dirigiendo en aquella memorable lucha en las calles de Buenos Aires, con singular acierto, el fuego de una pieza de artillería, que batía de enfilada la calle del Correo (hoy Perú) por la cual avanzaba la columna del coronel Cadogan. ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


Por su honroso comportamiento, Pereyra de Lucena merece distinciones especiales y con fecha 18 de febrero de 1809 es promovido a subteniente del Cuerpo de Patricios de la Unión, y el 11 de octubre del mismo año revista ya como teniente del Batallón de Artillería Volante, en la 7ª Compañía, unidad en la cual lo encontró prestando servicios la Revolución de Mayo, época en la cual apenas contaba 21 años de edad. La Junta Gubernativa eligió esta 7ª Compañía para la expedición que debía ir para el Alto Perú, a las órdenes del coronel Francisco Antonio Ortiz de Ocampo, compuesta de fuerza de las tres armas. El teniente Pereyra de Lucena, a preferencia de otros oficiales y mayor antigüedad, fue designado para ejercer el cargo de 2º Jefe de la dotación de piezas asignada a la columna patriota. Este entusiasta oficial en los trabajos de organización preliminar reveló notorias cualidades de carácter e inteligencia. Tan inflexible se demostró como mantenedor de la disciplina, que el doctor Castelli, a la sazón representante de la Junta, no vaciló en promoverlo a capitán al organizarse el Ejército en Potosí, en la misma compañía del Regimiento de Artillería Volante, con fecha 3 de agosto de 1810. Después de tomar parte activa en el combate de Cotagaita (27 de octubre) y en la batalla de Suipacha (7 de noviembre), recibió el encargo de montar la compañía de artillería de Cochabamba, y en junio de 1811 tenía a sus órdenes más de 200 plazas y como 18 piezas de diferentes calibres, en su calidad de comandante de la misma. El primer encuentro con los realistas tuvo lugar el 18 de junio de 1811, en Yuraycoragua. Pereyra de Lucena intervino en la acción con 12 de las 18 piezas que constituían la artillería patriota, tomando posición con tales baterías, en el centro e izquierda del Ejército Patriota, al ser atacado éste por una fuerte columna de infantería realista a las órdenes del coronel Ramírez, que amenazaba envolver a los independientes. Las baterías de Pereyra de Lucena avanzan intrépidamente sobre aquella columna enemiga, y con sus bien dirigidos fuegos, la dobló y ganando un seno en la sierra, se empeñó brillante acción, en la cual, el valiente teniente coronel graduado Felipe Pereyra de Lucena recibió herida mortal. Dos días después, el 20 de junio de 1811, expiraba este intrépido soldado, a los 22 años de edad. Su padre al despedirse de él, en Buenos Aires le había dicho: “Anda con mi bendición; socorre a tus hermanos, y por ellos muere en el campo de la libertad”. La Patria con su gratitud le ha rendido justicia. Fuente Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado

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27 de M ayo

Ruperto Fuentes

Coronel Ruperto Fuentes (1828‐1905)

Nació en Buenos Aires, el 27 de mayo de 1828. Fueron sus padres José Fuentes y Juana Fuentes. Se inició en la carrera de las armas el 17 de julio de 1845, en clase de soldado de Guardia Nacional de la 2ª Compañía del 1er. Escuadrón del Regimiento 6 de Caballería, mandado por el coronel Jorge Velázquez, teniente coronel Manuel Brizuela y sargento mayor Eustaquio Zapiola, formando parte este cuerpo de la División que mandaba el Gral. Prudencio Ortiz de Rosas. Este regimiento se hallaba en Chascomús cuando tuvo lugar la batalla de Caseros, y entonces marchó sublevado a San Borombón, donde fue tomado prisionero por fuerzas a las órdenes del coronel Hilario Lagos.

Fuentes fue dado de alta nuevamente en clase de soldado el 4 de abril de 1853, en el Batallón 1º de Línea del Estado de Buenos Aires (actual Regimiento de Infantería 1 “Patricios”), en el cual fue ascendido a sargento 2º de la compañía de granaderos, el 4 de octubre de igual año, después de haber actuado en la defensa de esta ciudad, sitiada por las fuerzas de Urquiza, las que se disolvieron el 13 de julio de 1853; marchando por esta circunstancia el día 18 de este mismo mes con su batallón a San Nicolás de los Arroyos, donde permaneció Fuentes seis meses de guarnición. Al año siguiente estuvo destacado en Arrecifes, marchando el 9 de noviembre del mismo con su batallón al Norte, donde se organizaba el ejército a las órdenes del Gral. Hornos, para repeler las invasiones llevadas a cabo por jefes adictos a la Confederación. El 28 de enero de 1855 fue ascendido a sargento 1º. En diciembre de este mismo año marchó con su cuerpo a sofocar la revolución encabezada por el general José María Flores, que había penetrado en la provincia con un grupo de emigrados porteños y en ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


el curso del mes siguiente marchó a combatir contra la invasión del general Jerónimo Costa. Fue dado de baja por Orden Superior “por haber cumplido su condena”, según revista, el 23 de julio de 1856.

El 6 de junio de 1857 fue dado de alta voluntario en el mismo batallón, como sargento 1º; marchando el 18 de setiembre de aquel año al “Campo de Marte”, en el Azul, formando parte del llamado “Ejército del Sur”. Se halló en la expedición a las Salinas Grandes, el 15 y 16 de febrero de 1858, a las órdenes de los coroneles Nicolás Granada, Emilio Conesa y Wenceslao Paunero. Ascendió a subteniente el 15 de diciembre de 1857 y a teniente 2º el 22 de junio de 1859; permaneciendo los primeros meses de este último año en la región de Napostá y Sauce Chico (Bahía Blanca).

El 24 de julio de este último año marchó con el 1º de Línea a la Isla Martín García, donde estuvo poco más de un mes, siendo trasladado a San Nicolás para incorporarse al ejército de operaciones. Asistió a la batalla de Cepeda, el 23 de octubre y después de la acción se retiró sobre aquel puerto, donde se embarcó en el vapor de guerra “Guardia Nacional”, a bordo del cual asistió al combate naval que tuvo lugar el día 25, contra la escuadra de la Confederación, a las órdenes del coronel Mariano Cordero.

Participó en la defensa de la Capital, sitiada por los vencedores de Cepeda hasta el tratado del 11 de noviembre. En marzo de 1860 marchó con su batallón a sofocar la revolución encabezada por los coroneles Nadal y Lamela. Fue promovido a teniente 1º el 1º de agosto de aquel año, estando de guarnición en esta Capital.

En julio de 1861 marchó a Rojas, incorporándose con su cuerpo al ejército de operaciones mandado por el general Mitre, asistiendo a la batalla de Pavón, el 17 de setiembre; haciendo en seguida la campaña hasta la ciudad de Córdoba, en el cuerpo de ejército que a las órdenes del general Paunero, ocupó esa capital. En enero de 1863 regresó a Buenos Aires; y habiendo sido promovido a ayudante mayor el 23 de noviembre de 1861, lo fue a capitán, el 18 de mayo de 1863. En julio de este último año se hallaba en Rosario, de guarnición, de donde pasó a la Frontera Oeste de la provincia de Buenos Aires, con asiento en “25 de Mayo” y en “9 de Julio”.

Permaneció en aquella línea fronteriza hasta abril de 1865, en que con motivo del estallido de la guerra con el Paraguay, bajó con su batallón (en el que mandaba la 1ª ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


Compañía) a esta Capital, marchando en seguida a campaña formando parte del 1er. Cuerpo del Ejército, que a las órdenes del general Paunero, inició las operaciones en demanda del ejército invasor. Fuentes se halló en la toma de Corrientes, el 25 de mayo de 1865, por lo que fue merecedor a la medalla de plata concedida por la Superioridad a los vencedores en aquella gloriosa jornada. Asistió a la batalla de Yatay, el 17 de agosto de aquel mismo año, por lo que se le condecoró con la medalla de plata otorgada por el Gobierno Oriental por decreto del 30 de setiembre de igual año. Participó en el sitio y toma de Uruguayana, el 18 de setiembre; recibiendo la condecoración acordada dos días después por el Emperador Pedro II.

Asistió al combate de Pehuajó, el 31 de enero de 1866, así como también al del Paso de la Patria y toma de las fortificaciones de Itapirú, el 16‐17 de abril del mismo año. Participó en las acciones del Estero Bellaco, el 2 y el 20 de mayo de igual año. En la batalla de Tuyutí, librada el día 24 de este mismo mes y año, recibió una herida de bala de fusil en la rodilla izquierda. En el combate de Yataytí‐Corá, el 11 de julio de 1866, recibió una contusión de rabiza de “cohete a la Congreve”; y en el violento asalto de Curupaytí, el 22 de setiembre de igual año, recibió dos heridas de bala de fusil, que le atravesaron la parte superior de ambos muslos. Por la batalla de Tuyutí recibió los cordones de plata acordados por Ley de 5 de octubre de 1872, por la cual también le fue otorgado el escudo de Curupaytí.

Por las últimas heridas recibidas marchó a Buenos Aires para curarse, y apenas restablecido, regresó al ejército de operaciones el 5 de junio de 1867, tomando el mando accidental del batallón hasta que fue nombrado el sargento mayor Pedro Retolaza, quedando Fuentes de 2º Jefe. Este último había sido promovido a sargento mayor graduado el 19 de marzo de aquel año, por méritos de guerra.

El 28 de noviembre de 1867 fue designado jefe del batallón, el teniente coronel Juan Ayala, y habiéndose retirado el mayor Retolaza, Fuentes pasó a ocupar la segundía del cuerpo, recibiendo la efectividad de su grado el 18 de enero de 1868.

Enviado en comisión el teniente coronel Ayala a la provincia de Córdoba, el 8 de marzo de este último año, el mayor Fuentes quedó de jefe accidental de su batallón. En este carácter participó el 21 de marzo de igual año en el reconocimiento ordenado efectuar a una división del ejército por el General en Jefe sobre las fortificaciones paraguayas de Paso Pucú; asistiendo al ataque llevado con tal motivo al reducto denominado “El ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


Angulo”, el que fue realizado con una audacia propia del valor de los soldados argentinos y uno de los más fecundos en resultados para aquella campaña, y si bien es cierto que la mencionada División debió retirarse, obligada a ello por el nutrido fuego de artillería que soportaba, no es menos cierto que impuesto el enemigo por la audacia del ataque, como por el orden de la retirada, a poco tiempo abandonaba sus formidables posiciones. Este ataque se llamó también del Cuadrilátero.

Del campamento de Paso Pucú el Batallón 1º de Línea fue enviado, a solicitud del general Rivas, a tomar parte de la división que a sus órdenes operaba en el Chaco, entre las fortalezas de Humaitá y el campamento enemigo de Timbó. Tenía esta División la misión de impedir el paso de la fuerza de Humaitá a Timbó. El 8 de mayo de 1868 el coronel Martínez de Hoz atacaba este último punto al frente de una fuerza constituida por el 1º de Línea y los Batallones 14 y 16 del ejército del Brasil, formando la extrema vanguardia el cuerpo de Fuentes a quien correspondió el honor de iniciar el combate con tanto éxito, que en breve tiempo la bandera del Batallón flameaba en las trincheras enemigas. Este triunfo entusiasmó tanto a los atacantes, que imprudentemente se entregaron a las expansiones propias de un asunto tal; afortunadamente el mayor Fuentes mantuvo su cuerpo en riguroso orden de combate, y poco después fuerzas enemigas de refuerzo atacaban violentamente a la División de Martínez de Hoz, correspondiéndole al 1º de Línea el insigne honor de detener el impetuoso ataque, alentado por la palabra y el ejemplo de su valiente jefe. Dos horas largas duró este segundo combate. “Dos horas de angustia –dice el capitán Pascual Beracochea en un informe fechado el 4 de julio de 1883 para la formación de la foja de servicios del coronel Fuentes‐ por la situación difícil en que nos hallábamos, destacados de nuestras fortificaciones, sin esperanzas de protección y amenazados por el frente y por un flanco, teniendo al otro un río”.

“La mayor gloria – prosigue el informante‐ para el mayor Fuentes consiste en que fue sólo su batallón el que reprimió al enemigo, si bien con dolorosas pérdidas, de cuyo dolor no fue bastante a compensarnos la satisfacción que nos proporcionó el Comandante en Jefe, recibiéndonos a nuestro regreso en medio de las dianas y demostraciones de los demás cuerpos formados a presenciar nuestro desfile”.

En los momentos en que el valiente coronel Martínez de Hoz era atacado por fuerzas muy superiores, antes de caer para siempre, por intermedio del entonces teniente Fábregas, envió orden a Fuentes de marchar en su ayuda con el 1º de Línea. Este último marchó a paso de trote para cumplir la orden de su superior, y sólo la ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


terminante que le impartió durante la marcha el general brasileño Betancourt, lo detuvo en su propósito. Junto con Martínez de Hoz, cayó prisionero el valiente comandante Gaspar Campos.

El 1º de Agosto de 1868 el mayor Fuentes recibió orden del teniente coronel Luis María Campos, jefe accidental de todas las fuerzas destacadas en aquella zona, de tripular 19 canoas para guardar el paso de la Laguna Loó‐Cangue; servicio que quedó establecido a las 11.15 horas de la noche. Distribuido así el 1º de Línea, como a las dos horas fueron atacados por una flotilla de canoas enemigas, lanzadas con el ímpetu de hombres que buscan su salvación acosados por todas partes.

“La menor confusión –dice el capitán Beracochea en su informe‐ podía proporcionar al enemigo la consecución de su objeto”.

“Así lo comprendió el mayor Fuentes, quien, por un movimiento de concentración que ordenó en el acto, y cuya orden yo mismo transmití (Beracochea era ayudante de aquél), consiguió un triunfo completo, echando a pique el mayor número de las canoas enemigas y apresando a otras. Las fuerzas que en ellas venían perecieron en el combate o ahogadas”.

“El 13 del mismo mes de agosto, después de rendidas las últimas fuerzas de la guarnición de Humaitá que habían pasado al Chaco, el Batallón 1º de Línea pasó al campamento de Paso Pucú, conduciendo 1.500 prisioneros. Aquel cuerpo tomó parte en la batalla de las Lomas Valentinas, el 27 de diciembre de 1868, acción en la que no se halló Fuentes por estar en Buenos Aires en comisión; en cambio, había asistido al combate parcial del 8 de setiembre de aquel año librado para desalojar al enemigo de una posición llamada Villeta, Villa Franca y Villa Oliva. El día 15 de este último mes y año ascendió a teniente coronel graduado.

El 17 de octubre de aquel año (1868) se le concedió licencia para pasar a Corrientes “a restablecer su salud”, y el 7 de noviembre del mismo, para bajar a esta ciudad de Buenos Aires, a curarse, previo informe facultativo.

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Del Paraguay el batallón 1º de Línea fue retirado a mediados de abril de 1870 para pasar a tomar parte en la campaña contra López Jordán, en la provincia de Entre Ríos, llegando a Paraná el 19 de mayo de aquel año; al día siguiente, el coronel Ayala organizó un ataque a los sitiadores que se habían retirado a inmediaciones de la ciudad. La fuerza jordanista, compuesta por 2.000 hombres, ocupaba una posición estratégica llamada “La Tablada”; de la cual fue desalojada por el 1º de Línea, el regimiento de caballería de Guardias Nacionales “San Lorenzo” de Santa Fe y un escuadrón de “Abastecedores del Paraná”, cuyo jefe, el coronel Ibarra, fue muerto en la acción. Fuentes mandó el 1º de Línea, pues el coronel Ayala tuvo a sus órdenes la columna de ataque.

También asistió al combate de Don Cristóbal, el 19 de diciembre de 1870, permaneciendo con su cuerpo en Yuquery Chico, en febrero de 1871; en Victoria en marzo y abril y desde mayo de igual año hasta el 1º de octubre de 1872, en Gualeguay; pasando en esta última fecha la P. M. D., a su solicitud. En esta situación de revista permaneció hasta el 27 de octubre de 1874, en que fue designado edecán del Presidente de la República, en cuyo carácter marchó en comisión a la provincia de Corrientes el 17 de abril de 1878, a las órdenes del Interventor Nacional Dr. Victorino de la Plaza; y desempeñando iguales funciones, al mando de una división, el 4 de julio de 1880. Desde el 25 de enero de 1878 era teniente coronel efectivo.

Estando en Corrientes, en la comisión última mencionada, el 10 de diciembre de 1880 solicitó pasar a la P. M. D., lo que se le concedió el día 13 del mismo mes; siendo nombrado en aquella provincia Jefe de Policía de la capital de la misma. Ejerció también el cargo de jefe político de los departamentos Itatí, San Antonio, Loreto, San Miguel, Caá‐Caty e Itá Ibaté. Cuando marchó el 4 de julio de 80, a las órdenes del Interventor General Contado R. Villegas, Fuentes mandó una división compuesta por los Batallones 1º y 2º de Guardias Nacionales del Paraná y el Regimiento 3º de Caballería.

El 2 de agosto de 1883 solicitó pasar de la P. M. P. en la que se hallaba desde el 1º de agosto de 1881, a la Disponible; disponiéndose el 7 de setiembre de aquel año su pase como Jefe de la Oficina de Enganche de La Rioja, en reemplazo del teniente coronel José W. Fernández, que pasó con igual cargo a Paraná.

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Promovido a coronel el 21 de agosto e 1886, pasó con tal fecha a “Lista de Oficiales Superiores”, de la que fue destinado como agregado al Estado Mayor General, el 28 de setiembre de 1892; para volver a su anterior situación de revista el 5 de setiembre de 1895. El 16 de octubre de este último año pasó a retiro militar con 53 años, 2 meses y 23 días de servicios aprobados.

Falleció en esta capital el 13 de enero de 1905. Aparte de las condecoraciones mencionadas lució sobre su pecho: medalla de oro por la terminación de la Guerra del Paraguay y la medalla de cobre concedida por el Imperio del Brasil por la misma campaña.

Contrajo enlace en Buenos Aires, el 4 de junio de 1861, con Felipa Cabrera, porteña, nacida en 1845; hija de Laureano Cabrera y de Manuela Rojas.

Fuente Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado. www.revisionistas.com.ar Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1938).

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27 de M ayo

Decretos y uso de la divisa punzó

Divisa punzó

Denominada divisa punzó o cintillo federal, fue durante varios años el símbolo de la lealtad al sistema federal de gobierno, con la curiosidad de que su empleo trascendió los días de la Confederación Argentina, que era donde se había originado. Adolfo Saldías expresa que “cintillo punzó usaron las fuerzas que sitiaron á Buenos Aires en 1853; y las que al mando de Urquiza, se vinieron hasta San José de Flores el año de 1859. En la campaña de Pavón en 1861, muchos jefes y oficiales de Urquiza, y por consiguiente los soldados, usaron el mismo cintillo; bien que este uso no fuera impuesto”. Para 1880, cuando tiene lugar el enfrentamiento entre los que querían y no querían federalizar la ciudad de Buenos Aires, los soldados del presidente Nicolás Avellaneda –proclives a la federalización‐ lucían “divisas encarnadas”, en especial las tropas venidas desde Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos.

Quien mejor patentizó el poder que tenía en sí misma la divisa punzó fue el propio Justo José de Urquiza. Luego de haber traicionado a la patria con su triunfo internacionalista en Caseros (1852), el entrerriano prohibió el uso del cintillo federal al día siguiente de la batalla, el 4 de febrero, pero como el remordimiento carcomía su intranquila conciencia, el 21 de febrero de 1852 volvió a restablecerlo. Más aún: con él marchó frente al pueblo de Buenos Aires el día 20, apurando el paso antes de que lo hagan las tropas imperiales del Brasil, con rumbo al Fuerte.

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Aunque los anteriores puedan parecer datos menores, no lo son en realidad, pues reflejan que la divisa punzó era la identificación plena de un modo de vivir y de una genuina definición política. Y sino, veamos lo que sucedía en 1880, veintiocho años después de derrocado el Restaurador de las Leyes, cuando los milicianos y soldados del interior llevaban el cintillo federal con orgullo. ¡Qué “déspota” habrá sido Juan Manuel de Rosas que los paisanos, una vez derrocado, no quisieron utilizarlo jamás al cintillo!…

El color de la Santa Federación y las divisas

Fue entre 1829 y 1831 que los caudillos federales derrotaron los intentos del unitarismo salvaje por afianzarse en el país. Juan Manuel de Rosas derrotaba categóricamente a Juan Lavalle en Puente Márquez, en abril de 1829. El general José María Paz había sido capturado tras un certero tiro de boleadoras que le dio el soldado gaucho Zevallos, hombre de Estanislao López, en 1831. En el combate de La Ciudadela (4 de noviembre de 1831), Facundo Quiroga destroza las tropas del general Gregorio Aráoz de Lamadrid, el cual fuga hacia Bolivia. Luego dos años de campañas interminables y fatigosas, los auténticos representantes del sistema federal dominaban el país, tras el caos y la anarquía originada por el fusilamiento de Manuel Dorrego en diciembre de 1828.

De algún modo había que celebrar la nueva realidad que vivía la patria. Para cuando la divisa punzó apareció en escena, el color rojo aumentaba exponencialmente al punto de introducirse en las calles, las viviendas y en las mismas personas. Los uniformes de los escolares, los moños que lucían las damas porteñas y el chaleco de los hombres –el “chaleco federal”‐ eran todos de aquél color. También los carros fúnebres, la mayoría de los uniformes de los regimientos y las plumas de los caballos que trotaban por las calles.

Buenos Aires festejaba los triunfos federales con un Tedeum en la Catedral el 27 de enero de 1832, con la curiosidad de que parte de los asistentes lucían una cinta color punzó en el pecho y hacia el lado izquierdo: nacía la “divisa punzó”.

Los decretos para el uso

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El primero de los decretos que consagraba oficialmente el uso de la divisa punzó era del 3 de febrero de 1832, el cual fue promulgado por el Gobernador de Buenos Aires, don Juan Manuel de Rosas. En él se estimaba conveniente “consagrar del mismo modo que los colores nacionales el distintivo federal de esta provincia y constituirlo, no en una señal de división y de odio, sinó de fidelidad a la causa del orden y de paz y unión entre sus hijos bajo el sistema federal”. El artículo 1°, por ejemplo, establecía quienes debían usarlo: “todos los empleados civiles y militares, incluso los jefes y oficiales de milicia”, mientras que los “seculares y eclesiásticos” lo usarían siempre y cuando “gocen de sueldo, pensión o asignación del tesoro público”.

En el artículo segundo, se decía que el cintillo lo “usarán los profesores de derecho con estudio abierto, los de medicina y cirugía que estuviesen admitidos y recibidos, los practicantes y cursantes de las predichas facultades, los procuradores de número, los corredores de comercio y en suma todos los que, aun cuando no reciban sueldo del estado, se consideren como empleados públicos, bien por la naturaleza de su ejercicio o profesión, bien por haber obtenido nombramiento del Gobierno”.

Más adelante, el decreto indicaba que los militares y milicianos deberán llevar la inscripción “Federación o Muerte”, mientras que el resto solamente la palabra “Federación” en sus divisas. Si no se cumplían las disposiciones de los artículos del edicto, había que proceder a la suspensión “inmediata de sus empleos por sus respectivos jefes o magistrados de quienes dependan”.

Una segunda ley sobre el asunto fue dictada el 27 de mayo de 1835, en pleno segundo gobierno de Rosas. La misma decía que, “convencido S. E. que cuando desde la infancia se acostumbra a los niños a la observancia de las leyes de su país, y por ello al respeto debido a las autoridades, esta impresión quedándoles grabada de un modo indeleble, la patria puede contar con ciudadanos útiles y celosos defensores de sus derechos”. Por lo tanto, se disponía que “con esta fecha se manifieste al Inspector General de Escuelas, que siendo la divisa punzó una señal de fidelidad a la causa del orden, de la tranquilidad y del bienestar de los hijos de la tierra, bajo el Sistema Federal, y un testimonio y confesión pública del triunfo de esta sagrada causa en toda la extensión de la República,, y un signo de Confraternidad entre los Argentinos, ordene lo que corresponda, a fin de que todos los Preceptores, empleados y niños de las escuelas, así particulares como del Estado en esta Provincia, usen la divisa Federal, según las disposiciones vigentes”.

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Estos reglamentos también regían entre los unitarios salvajes, pues ellos se prendían un cintillo celeste y blanco en el pecho. Por ende, los federales y sus enemigos abordaban una lucha a muerte en la que las divisas cumplían, sin lugar a dudas, un rol fundamental para identificar ambos bandos en pugna. O se estaba con la patria o se servía al extranjero.

El cancionero federal le ha dedicado innumerables versos a la divisa punzó, sea por su significado o por su permanencia en el tiempo. Si fuera posible retroceder los almanaques de la historia hasta la etapa federal, para adentrarse en algún fogón gauchesco como los que solían tener lugar en la campaña o en las orillas de Buenos Aires, la mención del distintivo sería súbita y natural. En “Reciba mi don…”, leemos: “Reciba mi don…/ cinta colorada y fuerte,/ tiene el letrero que dice:/ Federal hasta la muerte”.

Y como decíamos al principio, que la divisa trascendió a don Juan Manuel de Rosas, retengamos los versos de un canto de los tiempos del caudillo Ángel Vicente “Chacho” Peñaloza (“Es buena la sementera”), en los que es clara y patente la mención del cintillo:

Es buena la sementera/ cuando el terreno es ladera/ Es fiero para querer/ cuando la gente es autera.

Viva Dios, Viva la Virgen!/ Viva la cinta punzó!/ Muera la celeste y blanca!/ Viva la Federación!

Viva Dios, Viva la Virgen!/ Viva la estrella mayor!/ Viva Peñaloza y Puebla/ con todo su batallón!

Viva Dios, Viva la Virgen!/ Viva la flor del peral!/ Viva la mujer que tenga/ trato con un federal!.

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Otras líneas serán necesarias para hablar sobre las leyendas que tenían los cintillos federales y sobre la variedad de sus formas y gráficos. Esto que se ha descrito fue la parte legal que originó su utilización.

Autor Gabriel Oscar Turone

Bibliografía Cancionero Federal. Cuadernos de Crisis 26, Buenos Aires 1976. Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado Juan Manuel de Rosas. Su Iconografía, Tomo I, Editorial Oriente, 1970. Revista “Todo es Historia”, N° 156, Mayo 1980. Saldías, Adolfo. “Historia de la Confederación Argentina”, Biblioteca El Ateneo, Buenos Aires, 1951.

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27 de M ayo

Jorge Newbery

Jorge Alejandro Newbery (1875‐1914)

Jorge Alejandro Newbery nació en Buenos Aires, el 27 de mayo de 1875. Fue el segundo descendiente del matrimonio formado por Ralph Newbery y Dolores Malagarie, celebrado el 26 de julio de 1873, tres años después del arribo a nuestro país de aquel joven dentista inglés, más apasionado por la aventura que por la profesión. Pues un constante afán por los riesgos llevó a Ralph Newbery a luchar por la abolición de la esclavitud, enrolándose muy joven en el ejército de Grant –apenas contaba dieciséis años­ para recibir al cabo de su actuación junto a los federados, una condecoración premiando su valor. Ese coraje fue tal vez la herencia más preciada que los Newbery recibieron de su progenitor en especial Jorge y Eduardo, dominadores netos sobre el resto de sus diez hermanos. Jorge Newbery nació en la primitiva casa paterna, que estaba ubicada en el 251 de la actual calle Florida; un par de años más tarde la familia se trasladó a una vieja casona en la calle Libertad, entre Charcas y Santa Fe (lugar donde nació Eduardo, en 1878). En esa casa inició Jorge su primera aventura, decididamente alentado por la opinión favorable de su padre: pese a las prevenciones maternas, el pequeño viajó a Nueva York para visitar a sus abuelos, cuando apenas contaba… ¡ocho años!. A su regreso curso estudios primarios en el Colegio San Andrés, de Olivos y a los dieciséis años se recibió de Bachiller. Ese mismo año, su padre decide el traslado de la familia a una finca del barrio de Belgrano (hoy calles Moldes y Blanco Encalada) ubicada sobre una esquina que fue demolida en la década del 50. Luego de obtener su título secundario, Jorge Newbery marcó una marcada inclinación hacia la mecánica, razón por la cual viajó nuevamente a los Estados Unidos con el propósito de cursar estudios superiores en la Universidad de Cornell, donde permaneció dos años. Luego, atraído por las últimas invenciones eléctricas, pasó al Drexel Institute, de Filadelfia, teniendo entre sus profesores a Tomás Alva Edison. ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


Después de cinco años en Estados Unidos, Newbery vuelve a su país con el flamante título de Ingeniero Electricista. Recién acaba de cumplir 21 años, cuando se lo nombra jefe en la Compañía Luz y Tracción del Río de la Plata. Dos años después ingresa a la armada y al poco tiempo es asimilado al cargo de Capitán de Fragata. Su actuación en la Marina es tan destacada, como poco conocida. En esa época viajó a Europa, con el encargo de adquirir equipos destinados a los buques de guerra de la época y a las unidades de defensa de nuestras costas. Eximio nadador, a poco se convierte en profesor de natación de la Escuela Naval. En el año 1900 Adolfo Bullrich, a la sazón Intendente Municipal, lo nombra Director General de Alumbrado de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, cargo que ocupó hasta su muerte, con el previo consentimiento de la Armada Nacional. Newbery fue dueño de una personalidad muy definida. Tal vez la herencia paterna, en ese aspecto, haya recaído sobre él como sobre ninguno de sus hermanos: ­ Jorge era observador, calculador, matemático… Todo lo hacía mediante el cálculo previo de las posibilidades –memoraba tiempo atrás el capitán Alfredo Maranesi, cuñado de Eduardo, quien distinguía a ambos con esta sentencia: ­ Eduardo era todo lo contrario. Se lanzaba a la aventura sin meditarlo. De buen físico, simpático y arrogante, Jorge Newbery fue definido por sus contemporáneos como “un hombre alegre, decidido y formal”. Algunas historias pretenden exagerar su figura, haciéndolo aparecer como un “playboy” de la época. Jorge Newbery, al igual que muchos personajes famosos de cualquier época, debe haber protagonizado apenas la mitad de las historias que se le atribuyen. La marcada inclinación hacia todos los deportes, le mereció el calificativo de “poeta de la energía”. Y tal aseveración se impone al considerar que, independientemente de su definida pasión por la altura, Newbery fue vencedor en los concursos boxísticos organizados por los clubes Athletic y Sherman Gymnasium de Londres en 1899 y años más tarde vencedor de otros asaltos que se organizaron en el Jockey Club y en el Club de Gimnasia y Esgrima. En este último, obtuvo el primer premio en el torneo sudamericano de florete de 1901 y en 1907 superó a Berger, campeón francés de espada, en una prueba realizada en el Jockey. Apasionado por el remo, acompañó a Juan Mouras en una prueba de “clinkers” de dos remos largos, contra los hermanos Müller, estableciendo poco tiempo después el record de velocidad, en un bote de cuatro remos largos, acompañado por Lanusse, Van Praet, y Varas. En lucha grecorromana también se destacó y el 9 de octubre de 1903, en Gimnasia y Esgrima, venció al profesional Zavattaro. Tres años más tarde –en 1906­ ganó la regata organizada por el Tigre Sailing Club, con el cúter Sprapper. El automovilismo no estuvo ausente entre sus preferencias deportivas y en un Brasier de 120 HP, desafió a Ignacio del Carril, superándolo a una velocidad de más de 133 kilómetros por hora. El 25 de diciembre de 1907, Jorge Newbery y Aarón de Anchorena partieron del “gasómetro de los ingleses” a bordo del “Pampero”, un globo de seda de 1.200 m3 que este último acababa de traer de Francia. Estas experiencias aerostáticas que fueron acompañadas por el éxito y por el entusiasmo de sus cultores, hizo que en los primeros días del año siguiente se fundara el “Aero Club Argentino”. Esta institución se ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


constituyó desde entonces en la vanguardia de la aeronáutica civil argentina y como señalara en una oportunidad el brigadier general Angel María Zuloaga, “fue el seno fecundo que dio vida a la aviación de las fuerzas armadas. El éxito de los primeros vuelos alentó a Eduardo Newbery a acometer la empresa de realizar un raid en globo para llegar a La Pampa y así se inició la aventura del “Pampero”, que partió de los terrenos de Tornquist (Hoy Luis María Campos y Maure) el 17 de octubre de 1908 y del cual nunca más se tuvieron noticias. Un mes más tarde Newbery le envía una carta a su amigo Aarón de Anchorena en la cual, luego de exponerle su teoría respecto a las causas del accidente de su hermano, le manifiesta su decisión de renunciar al Aero Club Argentino, cuya presidencia ejercía por entonces, y le comunica su inminente boda con Sara Escalante, una hermosa muchacha perteneciente a una antigua y prestigiosa familia tucumana, hija del ministro de agricultura Wenceslao Escalante y Javiera Reto. Gracias a la energía de su carácter fue posible mantener el entusiasmo de los deportistas de la época y a tres meses de la desaparición del “Pampero”, el 24 de enero de 1909, Newbery partió de “Los Ombúes” a bordo del globo “Patriota”, de 1.200 m3, adquirido en París por el ingeniero Horacio Anasagasti y donado por éste al Aero Club. Con ese globo llegó a Marcos Paz, en la provincia de Buenos Aires y meses después entrevistó al doctor Alfredo Lorenzo Palacios (1880­1965): “Nadie quiere oír hablar de globos, doctor, desde la desaparición de mi hermano –le dijo al cabo de una prolongada entrevista­ Si usted sube, se hará un movimiento favorable. Se borrará la impresión dramática de los actuales momentos. Necesito un hombre como usted” –fueron en síntesis sus palabras. Por aquellos días, el doctor Palacios iniciaba como diputado su campaña socialista. Se entendieron y éste logró su objetivo. En un día nublado, ambos se encontraron en la barquilla del “Patriota”, junto a Lisandro Billinghurst: “Yo sabía lo que era una nube –refería tiempo después el doctor Palacios­ pero nunca la había tocado. Y cuando nos hallamos a pleno sol y la sombra del globo resbalando sobre las nubes, asistí a un maravilloso espectáculo que jamás viera ni imaginara. Todo envuelto en silencio, un silencio poético, suave, un silencio de nubes serenas. Llegamos a los tres mil metros, iniciamos el descenso y bajamos en la estancia de la familia Correa. Algunos campesinos, alarmados, creyeron en el retorno del “Pampero. Nuestro descenso se produjo cuando la familia Correa se disponía a tomar el té. Se nos invitó y fuimos realmente, unos invitados caídos del cielo…”. Luego de realizar otros vuelos en el “Patriota” y en el “Huracán” que no hacen más que acrecentar en sus detractores la idea de llamarle “el loco de los globos”, Jorge Newbery acarició la idea de realizar algo que conmoviese el sentir nacional y estimulara a su vez a la juventud a volcarse a la aventura de volar. Para ello fue necesario preparar, tras muchos meses de estudio, una excursión de largo aliento. De allí que se dedica a equipar pacientemente al “Huracán” y luego de experimentar la frustración de varias jornadas, en que los vientos no son favorables a la ascensión planeada, el 27 de diciembre de 1909 se embarca, llevando como únicos compañeros de esta nueva aventura varios aparatos de precisión. En la barquilla del “Huracán”, solamente está él; abajo, suena el río en la espesa negrura de la noche… Tiempo después, el mismo Newbery contaba su experiencia:

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“Es la emoción más intensa que puede experimentar un ser humano. El río hervía abajo, lleno de malos presagios y amenazando con su salvaje y extraño idioma, pero la luna plena que rielaba las aguas, hacía de cada onda un cambiante, y parecía la superficie del majestuoso río un campo de nácar y lentejuelas. Una impresión inmensa, dominadora, subyugante, se posesionaba de mí y en el ascenso se sentía algo como una dulce embriaguez que acariciaba los sentidos y el espíritu…”. Luego de un rato, la aparición del faro de la isla de Martín García le devolvió la calma y al cabo de las horas se encontró muy cerca de la ciudad de Río Negro, en el Uruguay. Su libreta de apuntes registra entonces una secreta confesión dirigida a su hermano: “Eduardo, ¿dónde estás? ¿En qué capa de nubes te escondes, en qué lugar de este cielo inmenso te has perdido, en qué galaxia has puesto tus pies, tu coraje, tu sonrisa de niño?” (R. Larra – El Conquistador del Espacio – Año 1960. El globo sigue ascendiendo, sobrepasando los tres mil metros y un fuerte viento lo impulsa a más de cien kilómetros por hora. El termómetro marca tres grados bajo cero. Calcula que a sus pies está Bagé, pegada a la frontera con Brasil, lo que significa que ha atravesado el Uruguay. Casi lleva trece horas de vuelo cuando se decide a concluir la excursión. Y baja en un parque, entre la algazara de quienes se acercan a recibirlo. Hay abrazos y vítores para la Argentina y para el Brasil. La noticia trasciende y llega a Buenos Aires: “Jorge Newbery ha batido el record de tiempo y distancia en Sudamérica volando, durante trece horas, 550 kilómetros”. A su regreso a la Argentina, el Aero Club Argentino le entrega una medalla y un diploma: la hazaña lo ubica en el cuarto lugar del mundo, en tiempo de suspensión y en la sexta ubicación, respecto a la distancia recorrida. Jorge Newbery suma así un nuevo lauro a su vida deportiva. En tanto, su vida privada soporta dos rudos golpes. A la pérdida de su madre, le sucede la de su pequeño hijo, única descendencia de su matrimonio con Sara Escalante. El 8 de enero de 1911 vuelve a superar el record de distancia, recorriendo 660 km, y el de altura, a la vez, elevándose a 3.400 metros. Ambas hazañas las realiza a bordo del “Eduardo Newbery”, un globo construido en Francia y adquirido por el Aero Club Argentino. La distancia recorrida entonces fue la de Belgrano a Maciá, en la provincia de Entre Ríos, acompañado por Frank Lavalle Cobo. Meses más tarde, en setiembre, le ofrece al Ministerio de Guerra intervenir en las maniobras militares de Campo de Mayo, para lo cual utiliza el “Patriota”. El feliz término de la ascensión merece la felicitación del teniente coronel Agustín P. Justo, director por entonces de la Escuela de Tiro de Campo de Mayo y del ministro de Guerra, general Gregorio Vélez. Hasta que finalmente y sin proponérselo, bate el record de altura a bordo del “Buenos Aires”, alcanzando los 5.100 metros el 5 de noviembre de 1912, acompañado por el teniente primero Raúl E. Goubat y por el teniente de navío Melchor Z. Escola. A este hombre de coraje que fue Jorge Newbery, a quien se liga invariablemente con el deporte, la aviación civil o militar, no puede divorciárselo de sus actitudes públicas e ideológicas, que lo llevaron a destacarse en su momento como un ciudadano útil y un funcionario eficiente. Director del Servicio de Alumbrado de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, su nombre se asoció a las discrepancias de principios del siglo XX, cuando en el ámbito de la Capital surgió la idea de municipalizar los servicios de alumbrado con total prescindencia de la Compañía Primitiva de Gas, empresa extranjera ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


que usufructuaba de la concesión. Su trabajo de entonces “Consideraciones generales sobre la municipalización del servicio de alumbrado”, fue publicado en los Anales de la Sociedad Científica Argentina luego de su viaje a Estados Unidos, donde participó del Congreso Internacional de Electricidad, realizado en San Luis, en el que fue designado vicepresidente de la Sección Transmisión de Fuerza y Luz. En aquel trabajo, Newbery se mostró contrario a las concesiones liberales de los servicios públicos, sosteniendo que “la delegación del derecho de explotar los servicios que incumben a una ciudad, a empresas particulares, es decir, a agrupaciones parciales que lanzan su capital reunido en busca de intereses, debe ser siempre objeto del más profundo estudio por parte de quien las otorga, si no se quiere contravenir a las obligaciones que impone la administración de los bienes comunales”. Durante el tiempo que estuvo a cargo de la Dirección de los Servicios de Alumbrado de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Jorge Newbery realizó otros trabajos tendientes a mejorar los servicios afines a su especialidad. Así realizó un estudio titulado “Locomoción y tráfico en la ciudad de Nueva York”, en los que publicó conclusiones que podían ser aprovechadas en Buenos Aires. También publicó un trabajo breve, llamado “Sistema telefónico de Nueva York”, donde quedó expresado que “el desarrollo del teléfono, como el del tráfico o sea del sistema del transporte o traslación, son un importante factor de crecimiento”. Tiempo después, en los Anales de la Sociedad Científica Argentina publica un estudio sobre la fabricación de la lamparilla eléctrica, que titula “La lamparilla eléctrica incandescente llamada zirconium y otras a filamentos metálicos”. A su afán investigador se debe también un trabajo de casi trescientas páginas, titulado “El Petróleo”, donde se trata la historia, orígenes, geología, química, exploración, explotación, comercio, monopolio y legislación del “oro negro”, inspirado tras la feliz aparición del 13 de diciembre de 1907, en Comodoro Rivadavia. El trabajo en cuestión fue realizado con la colaboración de Justino C. Thierry, profesor de química del Colegio Militar de la Nación y jefe del laboratorio de la Dirección General de Alumbrado de la Municipalidad porteña, y fue presentado como un aporte importante a las deliberaciones del Congreso Científico Internacional Americano, celebrado en Buenos Aires en 1910. El número de ascensiones en globo, que superó las treinta en los últimos tres años, no logró satisfacer las constantes ansias de aventuras que dominaron la existencia de Jorge Newbery. El cruce del Río de la Plata, del territorio uruguayo, el alcance del suelo brasileño y las marcas de distancia y altura, conseguidas en las últimas ascensiones, solamente le servían de estímulo para alentar una empresa de mayor envergadura: el cruce de la cordillera. La posibilidad de que tal cometido pudiese ser alcanzado por los chilenos dominaba a Newbery a tal punto, que terminaba por convertirse en obsesión. En febrero de 1911 viaja a Chile y desde allí estudia la posibilidad de cruzar los Andes desde Santiago hacia aquí, considerando que los vientos que deberían regular las maniobras de su globo serían más favorables en ese sentido, que en el trazado desde Mendoza hacia Chile. Luego de realizar un prolijo análisis regresó a Buenos Aires decidiendo abandonar la empresa que sólo años más tarde, en 1916, habrían de llevar a cabo Bradley y Zuloaga. Ante el abandono de su idea, nadie pudo pensar otra cosa distinta a la realidad. Y esa realidad lo mostró a Newbery dispuesto a exhibir su condición de piloto aviador que había obtenido en mayo de 1910 con un monoplano Blériot Auzan 35 HP, en el cual ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


cumplió con la vuelta de pista reglamentaria en el Aeródromo de Villa Lugano. Su diploma llevó el número 8 en la lista de aviadores argentinos de la Federación Aeronáutica Internacional. Apoderado por esta nueva pasión, recibe, tiempo más tarde, en su condición de presidente del Aero Club, a todos los pilotos extranjeros que arriban a nuestro país, estimulando así la actividad aérea. El impulso de dicha actividad, que destaca su nombre, como el de Fels, Castaibert y Mascías, entre otros, induce al Poder Ejecutivo Nacional a suscribir un decreto el 10 de agosto de 1912 (1) por el cual se crea la Escuela de Aviación Militar. La dirección técnica de dicha escuela es confiada a Jorge Newbery, y a los tenientes coroneles M. J. López y Enrique Mosconi. Empero, la idea de adquirir una flotilla de aviones para alimentar el deseo de aquellos primeros aviadores argentinos, encontró una lacónica respuesta: no hay dinero oficial para ello. Surge entonces la iniciativa del mayor Arturo P. Luisoni. Y Jorge Newbery la sostiene. Debe apelarse al pueblo, mediante una suscripción popular. Se constituye la Comisión Central Recolectora de Fondos para la flotilla Aero Militar Argentina, de la que es vicepresidente. Un millón y medio de postales alegóricas son adquiridas por el pueblo y cuando se busca el concurso de los militares, el colaborador más activo es el teniente coronel Enrique Mosconi, que años más tarde dirigiera Yacimientos Petrolíferos Fiscales. La gestión se concreta favorablemente y el 25 de mayo de 1913 el público que se congrega en el Hipódromo Argentino asiste al paso de la primera escuadrilla militar que surca el cielo de la Capital. Al frente de esos cuatro aviones, dirigiendo el vuelo, iba la máquina conducida por Jorge Newbery. El vuelo inicial estaba previsto para seis máquinas, pero a último momento debieron desistir los tenientes Brihuega, Zanni, Biedma, Jiménez Kramer y Teodoro Fels. Los cuatro monoplanos fueron conducidos por los tenientes Goubat y Agneta, y por los ingenieros Newbery y Mascías, a quien acompañaba Jiménez Lastra. En tanto Jorge Newbery no abandona su acariciada esperanza de atravesar la cordillera y a título de ensayo, el 24 de noviembre de 1912, con el “Centenario”, un Blériot Gnome de 50 HP, cruza el Río de la Plata y aterriza en Colonia, adelantándose a la empresa que para la misma época preparó el Teodoro Fels. De esta manera el protagonista de nuestro relato se convierte en el primer hombre que cruzó el Plata en globo y en aeroplano. Cuando los ecos de su proeza aún no se han acallado, el conscripto Fels sale de El Palomar, sin permiso de las autoridades y llega a Montevideo, superando a Newbery y batiendo el record mundial de vuelo sobre agua, superando al italiano Bartolomé Cattáneo, a quien, pese a volar ida y vuelta en el mismo día, Newbery no había conseguido superar. La audacia de Fels le vale el arresto que le impone el teniente coronel Mosconi por volar sin permiso, más, el mismo militar le concede al día siguiente las jinetas de cabo, que premian su hazaña sin precedentes. El 13 de octubre de 1912, a bordo de un Blériot alcanza en vuelo una altura de 2.400 metros, clasificándose en el tercer lugar de altura, entre los pilotos de nuestro país. Apoyándose en la marca, adquiere en Francia un Morane Saulnier, con motor Gnome, de 80 caballos de fuerza, con el que se dispone a superar la marca de Sudamérica. Sus 37 años lo muestran en plenitud mental y física, que lo decide a viajar a Mendoza. Previamente a su partida hacia la provincia cuyana sufre un accidente automovilístico en la Avda. Alvear y se fractura un brazo. Apenas recuperado, bate la marca sudamericana alanzando la altura de 4.075 metros y unos días después eleva esa marca a ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


4.178 metros. Sin embargo su satisfacción no es total. Para superar la cordillera, en vuelo, debe sobrepasar los cinco mil metros, altura que espera lograr antes del mes de marzo, dado que según sus estudios meteorológicos es el más favorable para el cruce. Aún restan seis meses para la gran empresa. Tiempo antes de intentar el cruce de los Andes, Jorge Newbery decidió viajar a Europa con el propósito de divulgar todo lo hecho en nuestro país en materia de vuelos. Su condición de presidente del Aero Club Argentino avala sus exposiciones y sus extraordinarias condiciones son puestas a prueba cuando participa del raid Reims­París, integrando una flotilla con Garrós, Legagneaux y Morane. Asimismo, visita el aeródromo de Hendon, en Inglaterra; el de Johanistal, en Alemania y varios de Francia. Gana amigos y distinciones en su itinerario europeo. España le confiere la cruz del mérito militar, mientras que el Aero Club de Francia solicita para él los cordones de la Legión de Honor. El 14 de enero de 1914, Newbery arriba al puerto de Buenos Aires a bordo del Lutetia, enterándose de inmediato que el chileno Clodomiro Figueroa ha desistido de intentar el cruce de la cordillera, lo que lo impulsa más que nunca a acometer la empresa. Llega con él, Paul Gailly, un mecánico francés a quien le encomienda la tarea de adaptar a su Morane un motor Le Rhone. Finalmente el 10 de febrero, a las cinco de la mañana, el aparato parte desde las pistas de El Palomar, llevando a su bordo al intrépido piloto. Deja atrás Hurlingham, luego Morón y en media hora es un punto perdido en el espacio. Allá arriba está el héroe, enfundado en su saco de cuero forrado, notando una aceleración impropia en los latidos de su corazón, percibiendo un intenso dolor de cabeza y sobre todo, experimentando una desagradable sensación de frío. Un frío muy intenso que termina por agarrotarle los dedos. Y que apenas le deja ver, en el barógrafo, que ha alcanzado los cinco mil quinientos metros de altura. Piensa que puede ascender más aún y no se entrega. En su íntima reflexión sabe que la altura de la Cordillera ya ha sido superada, pero intenta algo más de su máquina. Y ésta responde, hasta llegar a ¡6.225 metros! Al tocar tierra, todos lo abrazan y lo rodean. Y aunque su marca no es homologada por la comisión internacional, dado que la reglamentación impone la necesidad de superar por lo menos en ciento cincuenta metros el récord mundial –Legagneaux poseía una cifra inferior en setenta y cinco metros­ el reconocimiento moral de todos se manifiesta elocuentemente. Ya la cima de los Andes, está más cerca de sus aspiraciones. El día está próximo; la gloria, más cercana… El domingo 1º de marzo de 1914, a las siete de la tarde, en el Club de Gimnasia y Esgrima se recibió un llamado telefónico informando que en un potrero de la finca del señor Luis Ruiz de la Paña, situado en el límite de esa capital con el departamento Las Heras, había caído un aeroplano tripulado por dos personas, una de las cuales había muerto y la otra estaba gravísima: El Carnaval porteño se vio interrumpido de improviso. La noticia procedente de Mendoza fue ampliada con la celeridad que imponen las grandes tragedias: “En un accidente de aviación ocurrido en Mendoza, murió el ingeniero Jorge Newbery. Su acompañante, Benjamín Jiménez Lastra presenta heridas de carácter reservado que obligaron a su inmediata internación”. ¿Qué había pasado? ¿Cuál fue la razón de la muerte de Newbery? ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


El 22 de febrero, Jorge Newbery había viajado a Mendoza en compañía de Tito Jiménez Lastra, siendo recibidos en la provincia cuyana por su amigo Teodoro Fels, que se hallaba realizando exhibiciones con su aeroplano. Requerido por los periodistas locales manifestó que utilizaría en la empresa un aparato Morane Saulnier de 80 HP que habría de traer desde Buenos Aires, razón por la cual volvería a la Capital en un par de días. Luego de ultimar algunos detalles, en la noche del sábado 28 Jorge asistió a una velada en el Teatro Nuevo, donde fue objeto de calurosa ovación. Su decisión era tomar el tren nocturno del día siguiente, por lo que telegrafió a su hermano Ernesto para que procurase algunos elementos para el avión, con el cual pensaba regresar a Mendoza el martes por la tarde. Al día siguiente, asiste con Teodoro Fels y Jiménez Lastra a un almuerzo que el gobernador Rufino Ortega les ofrece en su finca. Al regreso del mismo, donde ha disipado la incredulidad del anfitrión por los riesgos de la empresa, se encuentran con unas familias amigas en el vestíbulo del hotel. En su trabajo, el biógrafo Raúl Larra ha descripto un diálogo mantenido por Fels, Jiménez Lastra y el mismo Newbery, ante la requisitoria femenina por ver volar a este último. Jiménez Lastra trató de disuadir a las jóvenes, sosteniendo que el aparato no estaba en Mendoza; Fels hace lo propio, recordando que el suyo debe haber sido desarmado, mas, la fatalidad quiere que ante una breve como rápida comunicación, se sepa que Bordone no lo ha hecho aún. Entonces Jorge ordena que el técnico vaya con la máquina hacia Los Tamarindos, e invita a Jiménez Lastra para que lo acompañe. Fels le advierte que el día anterior un ala de su Morane tiraba un poco; Newbery le asegura que lo ha de comprobar. Una de las niñas le entrega una medalla de la Virgen de Lourdes y al guardarla, Newbery repara que no tiene consigo el retrato de su madre. Será la primera vez que volará sin él… Todo esta listo. Son casi las seis y media de la tarde; se inicia el ascenso. El monoplano cabretea hacia la izquierda. Newbery trata de enderezarlo y cobra un poco más de altura. Ordena a su acompañante que se agarre bien y el Morane no le responde. Quiere mantenerlo, mas, la máquina sigue perdiendo altura. Hasta que da en tierra, tremenda… fatalmente. Son las seis y cuarenta y cinco… El domingo 1º de marzo de 1914, a las siete de la tarde, un aviso telefónico recibido en el Club de Gimnasia y Esgrima de Mendoza comunicó la muerte del ingeniero Jorge Alejandro Newbery, en un accidente de aviación. Entre sus efectos, una cigarrera de oro, una fosforera, un relicario… y una medalla de la Virgen de Lourdes. Los primeros en acudir al lugar del accidente fueron el ingeniero Banacci y Teodoro Fels, quienes se dieron de inmediato a la tarea de extraer los cuerpos del aparato destrozado. En tanto Newbery yacía sobre el asiento, reclinado sobre la derecha, Jiménez Lastra sufría dolores intensos a causa de la fractura de un brazo y la luxación de una muñeca. Ambos fueron trasladados a la Asistencia Pública local, donde los doctores Ruiz, Day y Funes, entre otros, atendieron al herido y dispusieron lo necesario para embalsamar el cadáver de Jorge Newbery. Los doctores Jorge Aubone y Carlos Segura Walrond procedieron a embalsamar el cuerpo, informando que la muerte se produjo instantáneamente. La llegada de los restos a la Capital se produjo el martes 3 a las 8,45 hs. Una inmensa muchedumbre esperó los mismos en el andén de la estación Palermo, del ferrocarril Pacífico desde donde fueron trasladados hasta el local de la Sociedad Sportiva Argentina. El Ministro de Guerra dispuso que allí se encontraran a disposición del jefe ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


de la Escuela de Aviación Militar, dos oficiales y 70 hombres de tropa con fusiles y traje de gala. Durante toda la noche la población de Buenos Aires desfiló incesantemente por el local de la Sportiva y al día siguiente una verdadera multitud tomó ubicación en la avenida Alvear para seguir el trayecto de la comitiva hasta el cementerio de la Recoleta. Frente a aquel local se colocaron cuatro aeroplanos de El Palomar, con los cuales rendía honores el destacamento de conscriptos y los pilotos tenientes Edgardo Benavente y Elisondo Pissano. A lo largo de la avenida se encontraba el avión de Newbery, con el cual debía cruzar la Cordillera. Atado a la hélice, se destacaba el gallardete del aviador, con un largo crespón. Junto a la máquina, el mecánico Paul Gailly. Al llegar a la Recoleta, la policía ordenó el cierre de sus puertas debido al gentío y los restos fueron depositados en la bóveda de la familia del doctor Juan Antonio Fernández, cerca del paredón que da a la calle Vicente López. Antes de cumplirse el mes de la tragedia, llegó a Buenos Aires Benjamín Jiménez Lastra, único testigo y protagonista a la vez del accidente fatal que costó la vida a Newbery. Recuperado de las heridas sufridas en aquel momento, Jiménez Lastra, dio su versión del suceso: “al hacer el decolaje, el aparato perdió el equilibrio, inclinándose sobre el ala izquierda, en forma tan brusca que Newbery sacó un brazo afuera, tomándose de la “gabaute” para sujetarse y no ser lanzado fuera de la navecilla. En ese momento y pese a que Jorge logró restablecerlo, me di cuenta del peligro que corríamos. Continuamos subiendo con el aparato completamente cabreado; a los seiscientos metros se inició el primer viraje. Me gritó que me tomase bien e hizo el viraje sobre el ala izquierda. Me tomé de los alambres del fuselaje, porque presentí la caída. El aparato siguió yéndose sobre la izquierda, completamente perpendicular hacia el suelo, siempre sobre el ala. Jorge picó para corregir la marcha; dos o tres veces estuvo a punto de hacer el “looping”, pero debido a su sangre fría pudo mantener el aparato en sentido perpendicular. Cuando por última vez pretendió corregir el ángulo de caída, ya era tarde. Estábamos cerca de la tierra. De lo demás, no recuerdo nada”. Los restos de Jorge Newbery permanecieron en el cementerio del Norte (Recoleta) hasta el 2 de mayo de 1937, ocasión en que fueron trasladados a la Chacarita y depositados en el monumento que costeado por una suscripción popular, realizó Hernán Cullen. En el tango Corrientes y Esmeralda, Celedonio Flores hace referencia a Jorge Newbery, cuando dice: “… cuando un cajetilla lo calzó de cross”. • Corrientes y Esmeralda (Tango – Audio) Refer encia (1) Por tal motivo, el 10 ha sido consagrado el Día de la Fuerza Aérea Argentina Fuente Efemérides – Patricios de Vuelta Ceres, Hernán – Jorge Newbery, paladín de Todo es Historia – Año XII, Nº 132, Mayo de 1978.

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de Obligado. nuestro tiempo.


28 de M ayo

Manuel Corvalán

General Manuel Corvalán (1774­1847)

El general Manuel Corvalán nació en la ciudad de Mendoza el 28 de mayo de 1774, siendo sus padres el capitán Domingo Reje Corvalán y Manuela de Sotomayor, quienes lo enviaron de muy niño al Colegio de San Carlos, en Buenos Aires. Posteriormente abandonó el colegio para dedicarse al comercio. Comenzaba a disfrutar de una posición holgada en 1806, cuando se produjo la primera invasión inglesa, circunstancia que le impulsó a abandonar sus pacíficas ocupaciones para empuñar la espada en defensa de los sagrados intereses de la Patria. Militarizada la capital del Virreinato a consecuencia de la Reconquista, Manuel Corvalán era reconocido el 8 de octubre de 1806, como porta‐estandarte y alférez del cuerpo de Voluntarios Arribeños (que se llamó número 3). Su singular patriotismo no sólo le llevó a poner su brazo al servicio de la nación, sino que de su peculio personal equipó totalmente la compañía en que revistaba como oficial.

En la segunda invasión británica, el subteniente Corvalán participó el 2 de julio de 1807 en el combate de los Corrales de Miserere, bajo las órdenes del general Liniers, quedando fuera de combate casi toda su compañía. Se retiró salvando ese día la bandera de su Cuerpo. En los sucesivos días remontó su compañía a su costa y la de sus amigos y en las cálidas jornadas del 5 y 6, en la Defensa de la ciudad, reveló condiciones de soldado valeroso. Por sus merecimientos en esta campaña fue promovido a teniente de Arribeños, y el 2 de setiembre de 1807 era graduado a capitán. ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


El 6 de marzo de 1810, el ahora ayudante mayor Corvalán, era destinado para comandar la frontera de Mendoza y allí en el fuerte “San Rafael” intervino en la propalación de las ideas de independencia que habían surgido a raíz de las invasiones inglesas. Producido el movimiento del 25 de mayo, los patriotas de Buenos Aires le encomendaron hiciese estallar un movimiento análogo en Mendoza, pero al llegar a este punto lo alcanzó el capitán Juan Bautista Morón, quien conducía comunicaciones de la capital fechadas el 27 de mayo, dando cuenta de haberse verificado aquel movimiento. Corvalán llegó a aquella capital el 13 de junio de 1810. Posteriormente contribuyó a la formación de milicias, lo que le valió la confirmación de su puesto de comandante general de la frontera y jefe de los fuertes de San Carlos y San Rafael. El 24 de mayo de 1811 era promovido a teniente coronel.

Por orden de la Junta Gubernativa de Buenos Aires alisto 200 hombres que él mismo condujo a Buenos Aires y que sirvieron de plantel al Regimiento de Granaderos a Caballo. Por decreto del 6 de julio de 1814, el Director Supremo Posadas lo nombró Teniente Gobernador de San Juan. El 27 de julio, San Martín salió de Mendoza para reconocer los campos del Sud y delegó el mando militar en el teniente coronel Corvalán. A su regresó a Mendoza, San Martín lo nombra Mayor de órdenes del Ejército de los Andes; en este puesto fue encargado del equipo, armamento y demás preparativos de aquel ejército. En 1816 es designado comandante del Batallón de Cívicos Pardos.

El 15 de octubre de 1816 San Martín le confió los establecimientos de armería, maestranza, parque y demás anexos de artillería, por considerarlo “como único jefe capaz por su inteligencia, probidad y actividad, para tan importante cargo”. Por esa razón se vio privado de la gloria de tomar parte en la campaña libertadora de Chile. Al respecto le dijo San Martín: “Tanto trabaja usted en su defensa (de la Patria) forjando en Mendoza los instrumentos de ella, como lanzándolos al frente de sus enemigos”.

A mediados de 1823, ya con el grado de coronel, fue enviado a Chile con el fin de reclamar la bandera que perteneció al Ejército de los Andes, para ser conservada en Mendoza, cuna de aquella falange libertadora; comisión que Corvalán cumplió, regresando a su ciudad natal con tan preciosa reliquia. Más tarde retornó a Buenos Aires donde fue elegido diputado por Mendoza al Congreso General Constituyente de 1826. El coronel Corvalán no disimuló en el seno de aquel Congreso sus simpatías por el sistema federal. Caído Rivadavia y disuelta aquella Cámara Legislativa, el coronel ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


Manuel Dorrego al ocupar el mando supremo de la provincia de Buenos Aires lo designa para ocupar el puesto de edecán del gobierno.

Cuando se produce la revolución del 1º de diciembre de 1828 y la prisión y fusilamiento de Dorrego, Corvalán fue dado de baja del ejército de la provincia de Buenos Aires. Acompañó luego a Juan Manuel de Rosas en su campaña contra el gobierno de Lavalle, y cuando el Restaurador triunfó, con fecha 1º de octubre de 1829, es reincorporado a la Plana Mayor del Ejército y promovido a coronel efectivo en el arma de infantería. Nombrado edecán de Rosas al asumir el mando el 6 de diciembre de 1829, acompañó a aquel gobernante cuando salió a campaña en 1831 con motivo de las operaciones contra el general Paz, en la provincia de Córdoba. En 1830 la provincia de Mendoza lo nombró diputado a la Liga del Litoral, reunida en San Fe donde se efectuó el famoso pacto del 4 de enero de 1831.

En 1833 participó de la campaña al Desierto comandando el 4º Regimiento de Caballería. En 1835 Rosas lo designó su primer edecán, promoviéndolo a coronel mayor en 1837 en premio a su lealtad y a sus servicios. En el ejercicio de su cargo desempeñó funciones múltiples y de gran importancia. Era el único que tenía acceso inmediato a Juan Manuel de Rosas, de día y de noche; y a cualquier hora se le veía vestido de uniforme de gala, revestido de discreción y afabilidad.

Fue figura de gran probidad y que, siendo hombre de fortuna, durante su larga y penosa enfermedad, tuvo que aceptar de Rosas 10.000 pesos moneda de la época para satisfacer sus necesidades.

Falleció en Buenos Aires el 9 de febrero de 1847. Había contraído enlace el 19 de octubre de 1800 con Benita Merlo, matrimonio del cual nacieron varios hijos.

Fuente Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado. Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1938).

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28 de M ayo

Pedro Ramos

Coronel Pedro Ramos (1795‐1871)

Era hijo de Tomás Ramos y Rufina Domecq, y nació en Buenos Aires el 28 de junio de 1795, este guerrero de la Independencia y de las luchas contra los indios que sirvió a la patria desde los días de la Revolución de Mayo. Sentó plaza en el Regimiento de Granaderos a Caballo en 1813, y le tocó luchar en el sitio de Montevideo y también contra Artigas, en disidencia con los directoriales de Buenos Aires.

En 1816 pasó con su regimiento a Mendoza, siendo ya teniente, y cruzó la cordillera de los Andes bajo las órdenes de San Martín, para distinguirse en las acciones de Chacabuco, Concepción y Curapaligüe, combate en el que fue herido. Obtuvo así el grado de ayudante mayor, con el cual peleó en Cancha Rayada.

Estando el Ejército de los Andes acampando en Chimbarongo (marzo de 1818), en reunión de academia de oficiales el francés Carlos Federico de Brandsen manifestó que “no creía en el triunfo porque los oficiales del país no valían como los del enemigo, que eran europeos y aguerridos”. Ramos esperó en la puerta de la tienda y al salir Brandsen le dijo: “Si Ud. quiere saber cómo son los oficailes argentinos, espero sus padrinos”.

Esa misma noche se batieron, en condiciones rigurosas: a sable y hasta quedar inutilizado uno de los lidiadores. Ramos tuvo por padrino a Gerónimo de Olazábal, y ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


Brandsen a Viel. Ambos dieron pruebas de coraje y fortaleza. Ramos recibió una leve herida en la nariz, cerca del ojo derecho; pero Brandsen cayó de un hachazo en la cabeza. San Martín descubrió el duelo y arrestó a Ramos. Inútilmente trató de sonsacar a Brandsen quién lo había herido. “Un argentin”, decía en mal castellano. Días después debieron librar la Batalla de Maipú y Ramos se escapó del cuarto de banderas para asistir a la pelea. Volvió de ella trayendo más prisioneros que soldados. San Martín le dijo entonces: “Capitán Ramos, está Ud. en libertad”.

Hizo la segunda campaña del sur de Chile, a las órdenes del general Balcarce, y luego regresó a Buenos Aires. Acompañó entonces al coronel Martín Rodríguez en su entrada al desierto, y en 1821 peleó en Saladas. Pasó después a comandar el regimiento 5º de caballería, al frente del cual peleó contra los indios en Puesto del Rey. Hizo la campaña contra el cacique Pincheira, a las órdenes del coronel Rauch, y alcanzó el grado de teniente coronel y el mando del regimiento 1º de caballería.

El gobernador Juan Ramón Balcarce le otorgó la jerarquía de coronel de línea, y Juan Manuel de Rosas puso a su mando una de las columnas expedicionarias contra los ranqueles, en 1833. Por orden de Rosas, persiguió al cacique Chocón y con sus fuerzas llegó a las orillas del río Colorado. Contramarchó luego hasta llegar al Cerro Payén, el 30 de octubre de 1833, fijando en su recorrido inscripciones con los nombres de los congresales de Tucumán. Su división fue la que más se internó en el desierto, y al regresar de la expedición recibió una medalla de oro en reconocimiento a sus méritos de guerra. El 1º de octubre de 1836, como jefe de frontera, derrotó en Tapalqué a una fuerte división de indios chilenos comandados por Yanquetruz. El gobierno mandó acuñar una medalla con el nombre de Ramos por su conducta en dicho combate, donde había recibido una herida de lanza.

Pedro Ramos, como Miguel Estanislao Soler y Angel Pacheco, permaneció en el ejército de la Federación. En junio de 1839, como edecán del gobernador Rosas, fue comisionado para que, junto con el presbítero Ramón González Lara (cura de San Nicolás de los Arroyos), esperase la llegada del reo Domingo Cullen en el Arroyo del Medio, y allí ordenase su fusilamiento, lo que ocurrió el 22 de junio, en la posta de Vergara.

El coronel Ramos murió en Buenos Aires el 28 de mayo de 1871, víctima de la fiebre amarilla. ESCUELA DE GOBIERNO NESTOR KIRCHNER www.encuentroamericano.com.ar


Fuente Chávez, Fermín – Iconografía de Rosas y de la Federación – Buenos Aires (1972). Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.

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Proclama de la Primera Junta de Gobierno del 29 de Mayo de 1810 Cuerpos Militares de Buenos Aires! La energía con que habéis dado una autoridad firme a vuestra Patria, no honra menos vuestras armas, que la madurez de vuestros pagos distingue vuestra generosidad y patriotismo. Agitados los ánimos por la incertidumbre de nuestra exigencia política, supisteis conciliar todo el furor de un entusiasmo exaltado con la serenidad de un ciudadano que discurre tranquilamente sobre la suerte de su Patria y las armas que cargábais no sirvieron si no para abrir a la razón, para que recuperando sus derechos fuese la única guía de una resolución magnánima que debe fijar el destino de estas provincias. Los pueblos antiguos no vieron un espectáculo tan tierno como el que se ha presentado ante nosotros y cuando se creía apurado vuestro espíritu por el contraste a que la triste situación de la península lo había reducido, un heroico esfuerzo se propuso vengar tantas desgracias, enseñando al opresor de la Europa que el carácter americano opone a su ambición una barrera más fuerte que el inmenso piélago que ha contenido hasta ahora sus empresas. ¿Quién no respetará de ahora en adelante a los Cuerpos Militares de Buenos Aires?. Si examina vuestro valor lo hallarán consignado por las más gloriosas victorias; si se meditan esas intrigas; que más de una vez dieron por tierra con los pueblos esforzados, temblarán al recordar esa gloriosa escena que precedió a la inauguración de esa Junta; la sabiduría presidía vuestros discursos, las más vivas penetraciones disipaban los sofismas y religiosos observadores de los derechos del Rey y del pueblo; nada pudo desviarnos del camino legítimo que habíais meditado para su conservación. Conservad siempre unida la oliva de los sabios al laurel de los guerreros y esperad de la Junta un celo para vuestro bien, igual al que habéis manifestado para form arla. Esta recíproca unión de sentimientos a fijado las primeras atenciones de la Junta, sobre la mejora y fomento de la Fuerza militar de estas provincias; y aunque para justa gloria del país es necesario conocer un soldado en cada habitante, el orden público y la seguridad del Estado exigen que las esperanzas de los buenos patriotas y fieles vasallos reposen sobre la fuerza reglada correspondiente a la dignidad de estas provincias; a este fin, a acordado la Junta las siguientes medidas en cuya pronta y puntual observancia interesa sus respetos y todo vuestro celo:

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Los Batallones Militares existentes se elevarán a regimiento con la fuerza efectiva de 1.116 plazas, reservado la Junta proveer separadam ente sobre el arreglo de la caballería y artillería volante.

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Queda publicada de este día una rigurosa leva en que serán comprendidos todos los vagos y hombres sin ocupación desde los 18 hasta los 40 años.

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Volverán al Servicio Activo todos los rebajados que actualmente no estuvieron ejerciendo algún arte mecánico o servicio público.

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Los alcaldes del barrio presentarán para el sábado de la presente semana todos los estados de los habitantes de sus respectivos cuarteles, que por anteriores providencias se hallaban pedidos.

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Los mismos alcaldes de barrio ocurrirán al vocal de la Junta, Coronel D Miguel de Azcuénaga, para que en virtud de la comisión particular que tiene par el, efecto, dé las órdenes respectivas a la incorporación de aquellos individuos que deban aumentar la Fuerza Armada.

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Los mismos alcaldes de barrios ocurrirán al mismo Sr Azcuénaga para que les haga entregar la armería Real el número de fusiles correspondientes al número de hombres que se vaya aumentando.

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Estando igualmente encargado el Sr Azcuénaga de activar y velar con especialidad sobre los trabajos de armería, se le dará razón de los fusiles descompuestos que introduzcan en ella, para que se apresure su compostura y devolución.

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Los alcaldes de barrios, comisionados y vecinos que tratasen de devolver las armas que se han exigido por bando, harán la entrega en la casa del Sr Azcuénaga, por cuyo conducto se impartirá las órdenes relativas a esta importante materia.

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Habiendo tomado la Junta medidas seguras para el acopio de las armas, capaz de proveer el aumento de nuestra fuerza, espera del celo de los comandantes militares no omitirán diligencia alguna que sea conducente a la integración de sus cuerpos bajo el plan propuesto.

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