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El mundo vive la guerra del Aguacate

La guerra del Aguacate

Los beneficios del aguacate en la dieta son numerosos: es fuente de energía y nutrientes, rico en fibra, tiene mucho potasio y además está delicioso. Sin embargo, esta lista de virtudes no puede ocultar una oscura realidad: esta fruta tiene una importante huella ecológica y la masiva demanda mundial, principalmente de América del Norte, Europa y Asia, le convierten en un alimento insostenible para el planeta.

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Tanto es así que ya hay cadenas de alimentación y cocineros que están intentando buscarle sustituto. Entre los elegidos para esta difícil tarea se encuentran guisantes, alcachofas, calabación o pistachos. Alternativas que probablemente vayan ganando cada vez más peso en el mundo ante los problemas a los que se enfrenta el conocido como oro verde.

Para conocer la dimensión del problema hay que acudir primero a los datos. Cada aguacate necesita aproximadamente 320 litros de agua para crecer. En un planeta en el que una de cada tres personas, es decir 2.000 millones, no tiene acceso a agua potable, según Unicef, este dato es devastador para la sostenibilidad de la demandada fruta.

Pero hay más. Actualmente la demanda mundial es de unos 5.000 kilos anuales, tal y como revelan los datos del Foro Económico Mundial. Al ser un producto que está tan de moda y muy rentable económicamente para los productores, las consecuencias para el entorno son terribles.

Es el caso, por ejemplo, de Michoacán. Esta región mexicana produce 5 de cada 10 aguacates que se cultivan en todo el mundo (el 50%). Cada seis minutos sale un camión cargado con esta fruta rumbo a Estados Unidos.

La desproporcionada demanda del oro verde ha tenido efectos positivos sobre la economía de esta zona, pero ha tenido unos perjuicios más grandes que no están tan a la vista: los ambientales, que tienen un efecto enorme sobre el cambio climático.

Así, se han destruido paisajes forestales, se han quemado tierras y se han cortado árboles para que el aguacate reciba más luz. Estas acciones contribuyen a la deforestación y aceleran el calentamiento global y el cambio climático. En este sentido, una héctarea de aguacate con 156 árboles consume 1,6 veces más que un bosque con 677 árboles por hectárea.

Y Michoacán ya ha empezado a pagar las consecuencias, con la pérdida de la biodiversidasd, las condiciones metereológicas extremas (lluvias y ciclones más intensos) y una degradación extensiva del suelo.

Una de las soluciones para reducir su impacto ambiental según el Foro Económico Mundial, es la exigencia de que el alimento provenga del comercio justo y de los cultivos sostenibles y no sea producto de la deforestación, el crimen organizado o la explotación de acuíferos. Para ello debería existir una certificación internacional.

Otra posibilidad es que los acuerdos comerciales incluyan el impacto ambiental en sus exportaciones, con el objetivo de que no se destruya un país para que otro pueda consumir. En este sentido, México tiene tarea por delante.

Lógicamente, una tercera opción pasa por modificar los hábitos de consumo personales para minimizar el impacto ambiental generado por la explotación masiva de aguacates. Y en este aspecto ya han surgido varias alternativas.

Guisantes o alcachofas, los sustitutosLa cadena de restaurantes de comida mexicana Wuhaca ha desarrollado una opción distinta al aguacate: una salsa inspirada en

Sabroso y versátil, este fruto se ha convertido en un dilema por el alto costo ecológico que representa, y por el gusto que ha encontrado en todo el mundo

el guacamole hecha a base de habas, chile, lima y cilantro. Aún así no han eliminado su guacamole tradicional, por lo que garantizan que todas y cada una de las frutas se han cultivado de la manera más sostenible posible.

En Toronto (Canadá), el chef mexicano Aldo Camarena ha desarrollado una salsa elaborada con calabacín y pasta de semillas de calabaza; mientras que el cocinero Santiago Lastra ha probado con pistachos y grosellas en su restaurante de Londres.

Otras opciones que se han visto en los últimos años han sido un guacamole hecho con alcachofas o con guisantes. Todas ellas opciones más sostenibles y con menor impacto en el cambio climático.

Restaurantes lo sacan del Menú

Pero no todos aman al aguacate, aunque reconozcan que eso no le quita lo sabroso, pues es una fruta cremosa, versátil, saciante y, además, es fuente de vitaminas y de grasas saludables para el organismo.

Algunos restaurantes, sobre todo en Reino Unido, lo han sacado del menú ante el lado oscuro que preocupa cada vez más a los cocineros del mundo: su cosecha y producción genera una enorme huella de carbono.

La huella de carbono de un alimento o proceso industrial se mide por el impacto en la emisión de gases de efecto invernadero que genera a lo largo de la cadena de producción. Se analizan las emisiones de dióxido de carbono (CO2), metano (CO4), óxido de nitrógeno (N2O) y otros gases y se agrupan en un único valor: “dióxido de carbono equivalente”.

La producción de cada kilo de palta o aguacate requiere entre 600 y 700 litros (Getty)

El proceso productivo de la palta o aguacate requiere un alto consumo de combustibles fósiles, para que se pueda transportar la mercancía a los países demandantes. También exige un elevado consumo de energía eléctrica y de fertilizantes. Y no sólo eso, además genera numerosos residuos, ya que se crean empaques, muchas veces de plástico, para que el fruto se mantenga maduro. Y a esta huella de carbono hay que agregar el despilfarro de agua ya que cada kilo requiere entre 600 y 700 litros.

Por otro lado, la demanda global inabarcable ha hecho que se quemen ilegalmente terrenos en los principales estados mexicanos productores , como Michoacán o Jalisco, para poder dedicar esas hectáreas al cultivo de aguacate. La deforestación, a su vez, atenta contra la biodiversidad de estos ecosistemas. Por todo esto, varios chefs y restaurantes de distintas partes del mundo decidieron abandonar el consumo de palta o aguacate para reducir el impacto medioambiental de su producción. En un reciente artículo publicado en el diario británico The Guardian, varios cocineros explicaron que ya no lo ofrecen más en el menú y comenzaron a sustituirlo por otros alimentos como pistachos, habas o garbanzos, aunque no alcanzan el mismo sabor.

La cadena de restaurantes mexicana “Wahaca”, que opera en el Reino Unido, es uno de los ejemplos: “el aguacate tiene una demanda mundial tal que se están volviendo inasequibles para las personas indígenas de las áreas en las que se cultivan”, según Thomasina Miers, cofundadora de la firma. “El hecho de que podamos cultivar habas en el Reino Unido utilizando métodos de cultivo regenerativo que fijan nitrógeno y carbono en nuestro suelo es una bendición adicional”, dijeron desde Wahaca al medio inglés. El restaurant decidió hacer su propia receta de guacamole, llamado Wahacamole con otras legumbres y frutos secos.

Para Tim Lang, profesor de política alimentaria de la Universidad de Londres, la decisión del establecimiento evidencia que “partes de la industria alimentaria están comenzando a darse cuenta de los grandes problemas que enfrentamos como resultado de la agricultura intensiva”, según explicó a The Guardian. Y es que la producción de este fruto es altamente contaminante, y su alta demanda ha arrastrado graves consecuencias, como la deforestación, la pérdida de biodiversidad y la escasez de agua. El especialista destacó que “los aguacates se han convertido en un cultivo global de productos básicos” y su impacto ambiental es el reflejo de lo que sucede “cuando un alimento exótico se normaliza sin pensar en las consecuencias”.

Esta tendencia no sucede sólo en Londres, sino en distintas metrópolis con restaurantes mexicanos internacionales, según The Guardian, en Toronto, Canadá, el chef mexicano Aldo Camarena sugirió una alternativa al guacamole elaborado con calabacín y pasta de semillas de calabaza; otro ejemplo extremo es el del restaurador irlandés JP McMahon, quien llamó a los aguacates los “diamantes de sangre de México” y por eso desarrolló una alternativa al guacamole elaborado con alcachofas de Jerusalén. E

El sabor del aguacate lo ha convertido en el ingrediente de muchos platillos por su vesatilidad.

EL NIÑO Y SU REGALO

No era muy grande el regalo, pero para el pequeño, que nunca recibía nada, era como si un rey de la antigüedad estuviera compartiendo con él su tesoro.

Para los mayores, quizá era un acto de caridad, de esos que nos ayudan a tener tranquila la conciencia.

Aprovéchate de muchos, y dale algo a unos pocos. Pero que to Por Francisco Zúñiga Esquivel dos los vean, para crear imagen de benévolo.

Al niño nada de eso le interesaba, sólo el regalo que le dieron. Lo vio con ansia desde el primer minuto, seguro de que era para él.

Intentó adivinar qué era, pero no pudo. Eran tantas sus necesidades, sus deseos, que todo quería.

Optó por esperar a que se diera el protocolo, las fotos, los discursos, y al fin, recibió su regalo. Balbució un gracias, y abrió goloso la bolsa que le dieron.

Era un juguetito y unos dulces. Para el espíritu infantil, era suficiente. Si hubiera sido sólo una paleta, lo hubiera gozado igual.

En su vida nunca había recibido nada comprado especialmente para él.

Un juguetito tan simple, que los hijos de quienes se los dieron, seguramente ni lo hubieran tomado.

Pero para él, hijo de la pobreza, era un logro tenerlo. Quizá dentro de 50 años, ahí lo tendrá. Y si no lo conserva, porque la pobreza todo arrebata, seguro lo recordará. E

La mexicana que caza secretos genéticos

En el 2015, un miembro del comité que revisó su tesis doctoral en la Universidad de Cambridge, Reino Unido, le dijo que si regresaba a México se “desvanecería en la mediocridad”. Pero la bioinformática Daniela Robles-Espinoza cree que pasó todo lo contrario.

“Regresé a mi país, empecé mi propio laboratorio y ahora tenemos suficientes fondos para investigar la genética y genómica del cáncer en México”, escribió en Twitter en 2018.

Robles-Espinoza (San Luis Potosí, 1986) lleva los últimos cuatro años de su vida tratando de desentrañar los secretos genéticos detrás de un desconocido melanoma que aparece en las plantas de los pies y las palmas de las manos, sobre todo en personas de Latinoamérica, Asia y África.

El melanoma es el cáncer de piel más mortal del mundo, responsable del 75% de las muertes por cáncer de piel en Estados Unidos y Europa, donde más se ha estudiado. Otros tipos (los carcinomas espinocelular y basocelular) son más comunes, pero menos agresivos.

La científica de 35 años estudió ciencias genómicas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), una carrera nueva de la que no se había graduado ni un solo estudiante cuando ella empezó.

Daniela Robles-Espinoza.

“Era pura química, biología y matemática. Yo no sabía qué iba a hacer con esa carrera, pero sonaba muy divertido”, cuenta.

Cuando estudió el bachillerato, en su instituto los preparaban para enviarlos a diferentes universidades internacionales a sacar sus posgrados. “Traían speakers de todo el mundo”.

Uno de ellos se convertiría después en su mentor en la Universidad de Cambridge, donde hizo su doctorado y posdoctorado.

Durante sus seis años en Reino Unido estudió el principal tipo de melanoma, el que aparece en pieles blancas por la exposición excesiva al sol. Allí identificó un gen con cambios en su es tructura que ayudó a explicar por qué ciertas familias de Inglaterra desarrollaban melanoma y otros tipos de cáncer.

Uno de sus profesores de la carrera de ciencias genómicas le ofreció regresar a México en 2016, al recién creado Instituto Internacional de Investigación sobre el Genoma Humano (LIIGH, por sus siglas en inglés), que había abierto sus puertas un año antes.

Allí desarrolló su propio grupo de trabajo para estudiar el melanoma en pieles mexicanas, algo que no se había hecho en el pais hasta entonces.

“Aquí picamos piedra”

Montar el laboratorio en estos tiempos no ha sido nada sencillo. Entre comprar ratones, completar protocolos y reclutar pacientes, a la científica se le fueron dos años. “Y luego vino la covid-19 y detuvo todo el protocolo por un año”.

Además de estudiar el cáncer, su equipo está abriéndoles camino a tipos de investigación poco comunes, dice.

“Siento que en otros países ya está puesta la infraestructura, las relaciones, los equipos de trabajo. Y aquí no. Muchas veces sientes que picas piedra”, dice, refiriéndose a las complicaciones que persisten en la investigación científica en su país para contar con la ayuda de médicos y clínicas.

A su vez, su instituto en México los apoya con el análisis de los datos genómicos mientras ambos se preparan para desarrollar los dos tipos de estudios.

“Es una investigación complementaria. Al final el objetivo es el mismo, tratar de encontrar nuevos genes, nuevos mecanismos para atacar este cáncer”, y mostrarle a los incrédulos que desde México sí se puede hacer ciencia, dice la científica.. E

Diciembre 2021

OPINIÓN La Coyuntura: Que calce, aunque no vista

Las batallas campales de una crisis social se enfrentan en las calles, mientras que las provocadas por la precariedad económica, se combaten en los mercados públicos con el orden natural de estas reglas: cuidar “el puntero”, atender el negocio y vigilar los centavos.

Don Aarón libró ambas en “La Victoria”, una trinchera de madera y hierro forjado de cuatro metros de frente y tres de fondo, que colindaba con un pasillo construido con grandes piedras de río y que terminaba a contraluz, a un costado de la calle 20 de Noviembre, la principal vía que dividía a la ciudad de Oaxaca. En esa caseta de zapatos y huaraches, esquivó lo violento del Movimiento Estudiantil del 68 -que comenzó en agosto y terminó en diciembre de ese año- y el Oaxaca del 77, que fundió los intereses de los adversarios irreconciliables del entonces gobernador Manuel Zárate Aquino para provocar su “caída” del cargo.

Incluso, cuentan sus cercanos, eludió al priismo corporativo de los setentas, reflejado en el cacicazgo de Doña Genoveva Medina viuda de Márquez, la única locataria que fue senadora de la república en los ochentas, respaldada por la otrora Federación de Mercados Públicos del Estado de Oaxaca. La segunda batalla, se convirtió en una lucha prolongada por sobrevivir a la devaluación del peso en 1971, originada por el populismo del Presidente Luis Echeverría Álvarez; a la de 1981, más letal que la anterior y que sembró José López Portillo o el “Error de Diciembre” de 1994 de Carlos Salinas de Gortari. A todas ellas, y sus derivados, sobrevivió la huarachería “La Victoria” de Doña Eustolia Martínez Viuda de Hernández y su yerno Don Aarón Sánchez Pérez. Sin embargo, su Waterloo, la batalla que marcó el final de una etapa del comercio popular en los mercados públicos, fue contra la vanidad. Esta, empujó un cambio ficticio -más formal que radical- en el estatus social de los campesinos más jóvenes que vivían esa lejana desigualdad que marca el surco y el arado en la mayoría de las comunidades de Oaxaca,

Ellos, ahora aspiraban a lo moderno, a lo actual, a lo atractivo. Las mujeres, en cambio, se satisfacían de ese afán de ser admiradas y consideradas, pero a través del asom-

bro. Ellas representaban en las localidades rurales, el ímpetu de lo diferente, incluso entre si, pero sucumbían ante lo igual, lo uniforme de la moda. Pero a alguien, se le ocurrió fundir esa vanidad de ser diferente frente al otro con poliuretano, espuma plástica o goma barata y comenzó a fabricar lo que hoy se conoce como tenis o sandalias. Y fue en ese instante que el huarache, como el pecado original, hizo inferior al Por Francisco Sánchez ANALISTA indígena. Ahora, la huarachería “La Victoria” acumulaba docenas de pares de correas de piel de vacuno vieja, desgastada y sucia, acompañada de otras docenas cajas de cartón de marcas como Caciplas, Puma o Duramil. Poco más de 20 años después, se sigue escuchando las pláticas de Don Aarón cuando aseguraba a sus hijos, que el nuevo estilo de vestir y de calzar plástico en el campo, también cambio la fórmula de vender en los mercados públicos: Ellos y ellas –decía- sustituyeron la máxima que decía: “que calce, aunque no vista” por la de “compre barato aunque dure menos”. El texto original de este artículo fue publicado por la Agencia Quadratín en la siguiente dirección: https://oaxaca.quadratin.com.mx/la-coyuntura-francisco-j-sanchez-que-calce-aunque-no-vista/ E

La mayoría manda

Los mexicanos somos un tanto apáticos cuando se trata de política. A veces creemos que toda participación se limita a votar, y muchas veces sólo a criticar al Gobierno en turno, independientemente del partido al que pertenezca.

No nos importa mucho y el carácter estoico que heredamos de nuestra tradición índigena nos hace soportar lo que nuestros Tlatoanis decidan en la soledad de sus despachos.

A lo largo de la historia moderna, digamos de los últimos 50 años, hemos soportado expropiaciones bancarias, programas populistas, crisis económicas, inflación galopante, corrupción y un montón de flagelos más,sin decir ni pío.

Por eso ahora que nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador nos pregunta si debe seguir o debe dimitir, simplemente ignoramos la pregunta y desairamos los módulos donde se realiza la encuesta, remedo de referéndum que realizan a falta de aprobación constitucional.

Escuchamos críticas contra la política presidencial, pero ninguna acción de rechazo. Críticamos cuando nos pega en el bolsillo, pero las medidas populistas de nuestro mandatario tiene contentos a muchos.

Cómo no, si a los adultos mayores les da una pensión que podrá ser mínima, pero nadie les había dado. Los jóvenes Ninis tienen programas para no seguir trabajando, y reparte becas cómo si fueran barajitas.

Claro, no es fácil acceder a ellas, pero la ilusión es suficiente para quienes no logran esos beneficios.

Andrés Manuel López Obrador se formó en el periodo de Luis Echeverría, el presidente populista por excelencia, aunque parece que el pupilo va superando al maestro.

Por eso a nadie le interesa exponer su postura para decir que se vaya. Podríamos decir que quien calla otorga, y con su indiferemcia el pueblo está ratificandolo por 3 años más. Total, ya aguantamos sexenios peores. Lo cierto es que por indiferencia o por acción el presidente parece tener la simpatía de la mayoría de la población, y eso basta para que siga hasta terminar su mandato. Quienes saben de economía están preocupados porque todo lo que reparte debe ganarse primero, y creen que terminará por acabarse los recursos que debía destinar a otros proyectos más productivos.

Pero algo debemos reconocer: La mayoría manda, y si a nadie le interesa revocar el mandato de nuestro presidente, entonces deberemos atenernos a las consecuencias de esta naciente y muy mexicana democracia que vivimos. E

Por Francisco Zúñiga E. EDITORIAL

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