Dedicado… Al Pbro. Francisco de Borja Reveles, por su entrega y total servicio al pueblo de Concepción del Oro, Zacatecas. A quienes buscan preservar el legado histórico, religioso y cultural de nuestro querido Concha del Oro. A nuestra gran Patrona y Dulcísima protectora “La Inmaculada Concepción”, quien como dijera mi coterráneo, el poeta Antonio Valdez Carvajal: “Lucha siempre por nuestros derechos”. A los habitantes del “Mineral y Cordialidad” A Jesucristo; Señor Dios, dueño del tiempo y de la historia
Memoria Histórica Francisco de Borja Reveles, Sacerdote de orden diocesano, Nace en Jerez, Zacatecas el 10 de Octubre de 1888. Sus padres le bautizaron con el mismo nombre del santo jesuita Francisco de Borja, duque de Gandía, cuya festividad en el calendario romano tradicional se celebra el mismo día que nació. Jerezano de nacimiento, pero Concepcionense por adopción. Dé el cabe decir que le enseñó al poblado de Concepción del Oro el amor y fervor a la Santísima Virgen María; devoción que tenía muy arraigada pues en su natal Jerez se venera a la Virgen de la Soledad y a la Purísima Concepción en sus dos principales templos.
El Señor Cura D. Francisco de Borja Reveles, *Fotografía tomada del artículo “El mineral de Concepción del Oro” del Sr. Cronista Bernardo del Hoyo Calzada.
Y Dios le dijo: “Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré […] Y el Señor lo llevó a esta tierra, en la cual viven ustedes ahora” (Cfr. Libro de los Hechos de los Apóstoles 7, 3-4)
*A la izquierda: La Inmaculada Concepción y a la derecha: N.S. de la Soledad; ambas advocaciones veneradas en Jerez, Zacatecas, de las cuales el Señor Cura D. Francisco de Borja Reveles era muy devoto.
De su gran ahínco mariano dio prueba, dejando por herencia la Parroquia de la Inmaculada y el Templo de Nuestra Señora de Guadalupe en “el Huachito”; así quiso manifestarlo, no sólo de palabra, sino en las grandes obras que al día de hoy, testigos mudos, gritan como imponentes construcciones que dan testimonio de que en el mineral de Concha del Oro se vivieron tiempos mejores.
*Santuario de N. S. de Guadalupe, fotografía postal de 1956, Créditos: Foto estudio “Carrillo”
*Templo de la Inmaculada Concepción, fotografía tomada por “Foto estudio Carrillo” Año de 1938.
De carácter recio, pero noble y a la vez apacible; empático y siempre franco en sus comentarios. Pudiera decirse que ponía en práctica aquello que decía Santa Teresa de Jesús: “Hemos de acomodarnos a la complexión de aquel con quien se trata; con el alegre, alegre; y con el triste, triste; en fin, hacerse todo a todos, para ganarlos a todos”. Su filosofía primordial era “Servir y tener a la gente contenta”.
Por las calles de Concepción del Oro podía vérsele con su característica sotana negra o su traje clerical; siempre conforme a su dignidad de sacerdote. Las memorias históricas de la diócesis le describen como “Muy apegado a su ministerio y piadoso de la Eucaristía y del Santo Rosario, devociones que promovía entre la gente”
*El Padre Reveles (aproximadamente de 60 años), vistiendo sotana estilo romana y roquete sevillano.
Prueba de ello fue el esfuerzo y la dedicación que ponía en los novenarios de diciembre en las fiestas a la Inmaculada; “Las celebraba con pompa y entusiasmo” -escribe el Padre Pereyra-. Fue además pionero y principal promotor de las peregrinaciones de la parroquia a la basílica de Guadalupe, él mismo los acompañaba. Si pudiéramos buscar un calificativo para su personalidad, tal vez tendríamos dificultad para encontrar uno que englobara sus muchas cualidades; sin embargo, destacaba su grado franco y gran sinceridad al momento de corregir a sus hijos; tanto así, que el Pbro. Juan Pereyra Nieves comenta que, en una ocasión, el Padre Reveles reprendió a su propio sobrino (un médico muy respetado de la época) frente a la feligresía.
Como pastor de almas, ante sus hermanos sacerdotes podía ufanarse de conocer a todas sus ovejas. Las personas que aún recuerdan las convivencias y el trato con él, comentan que gustaba de visitar los hogares y compartir el pan con sus parroquianos. Fue ordenado Sacerdote el 30 de agosto de 1913. Luego de seis años en el ministerio, en marzo de 1919 le es asignado el curato de Concepción del Oro. El 8 de mayo del mismo año es nombrado Cura Párroco de las más de treinta y ocho rancherías que comprendía en ese entonces la parroquia y vicaria de la región; labor que no parece nada especial, pero hemos de darle el crédito de mantener la fe y el celo por las almas en una época donde las comunicaciones y los medios de transporte en Concha del Oro no eran tan fluidas como ahora. Relata Don Juan Pereyra: “En una ocasión me mandó a celebrar misa y matrimonios a una comunidad perteneciente a la Catedral de Saltillo. Yo sabía que no teníamos jurisdicción para asistir a los matrimonios; pero él insistió que fuera porque tenía permiso del Obispo de Saltillo. Me fui a dicha comunidad, así se hicieron trece presentaciones y, al día siguiente trece matrimonios. El sacerdote iba rara vez, y la última ocasión que había estado uno allí, hacían once años”. *El Padre Reveles de treinta y seis años supervisando la construcción del Retablo mayor del templo de la Inmaculada.
Catalogado como liberal en el ejercicio de su ministerio, trataba de adaptarse a las necesidades de los fieles; rara vez les decía que no, queriendo en todo de dar gusto. Sin embargo, cuando de Liturgia se tratase, era cuidadoso a las rúbricas y complexiones. Con un perfecto y fluido latín, celebraba misa buscando que sus fieles comprendieran en la medida de lo posible. Manifestó deseos de poder celebrar en “lengua vernácula” pero el tiempo y su salud no le alcanzaron para ver las reformas litúrgicas del Concilio Vaticano II, reformas que provocaron modificaciones -por no decir estragos- al templo que con tanto esmero se esforzó en construir. En la segunda década del 1900, viaja a su natal Jerez, Zacatecas donde conoció a Don Dámaso Muñetón; se entrevista con él y le invita a participar en el proyecto de construcción del templo de la Inmaculada Concepción. Aprobada tal empresa, en 1928 comienzan las obras de construcción de la Parroquia estilo “Art nouveau” tan característica en el trabajo de Don Dámaso; tanto así, que los antiguos relataban que sacerdote y maestro cantero se jactarían en decir “Jamás se construirá en la región otra parroquia como ésta”. Y aunque por momentos faltara el socorro material, no faltaban las manos y pies de hombres e incluso mujeres que acarreaban en sus delantales las canteras para la cimentación del templo.
*Construcción del Retablo Mayor, Hornacina y Manifestador del templo de la Inmaculada, junto al manifestador, (segundo cuerpo) el maestro Dámaso Muñetón y en la parte inferior el Padre Reveles. *Créditos: Fotografía de estudios Carrillo.
Se dice que en los días de raya, con el sonar del tubo de la fundición anunciando cambios de turno, el Padre Reveles se paraba junto al portón de Macocozac y con un botecito gritaba "Échenle pa´l Huacho" pidiendo de forma singular la limosna para construir el templo a Nuestra Señora de Guadalupe; Y, a pesar de que muchos otorguen el crédito de la iglesia del Huachito a los ingenieros de Macocozac, muy en el fondo sabemos que como piedras vivas, ovejas y pastor, fraguaron los cimientos de la construcción religiosa de éste mineral.
Pero el Padre Reveles no solamente se preocupó por la formación espiritual de los concepcionenses, sino también de la formación académica. Bajo el Lema de “Cultura y Espíritu” fundó el -Colegio Modelo- donde se brindaban clases de música, canto, alocución y asignaturas básicas como historia y civismo, entre otras. Más tarde, dicho colegio pasaría a llamarse “Colegio de la Purísima Concepción” y posteriormente, la institución sería antecedente de lo que hoy conocemos como “Colegio Concepción”.
Sin lugar a dudas podemos decir que era un sacerdote adelantado a sus tiempos, visionario y con miras al futuro, un pastor “con olor a oveja” como dijera el Papa Francisco; no porque viviera como uno más, sino porque hizo amistad con todos por igual y el trato fue siempre el mismo para cualquiera, fuesen pobres o ricos, hombres o mujeres, políticos o familias. En uno de los periódicos de la diócesis comenta un sacerdote que fuera su vicario: “Era muy especial en el trato con las personas, cuando alguien le pedía un cinco, no se los negaba. A los borrachitos hasta les ayudaba a curarse su “cruda””. En 1929, con dolor en su corazón, deja la parroquia provisionalmente para resguardarse en la Ciudad de México por la Guerra Cristera. La alegría fue enorme cuando en la oficina de telegramas de Concha del Oro recibían la noticia de que el Padre Reveles volvía a su Parroquia. Con gran entusiasmo se relata en las crónicas de la Diócesis de Zacatecas que, el 17 de Julio de 1931 una gran multitud del poblado y de comunidades vecinas se dieron cita en la estación Margaritas para recibirle entre gritos de ¡Viva Santa María de Guadalupe! ¡Viva la libertad! ¡Viva la Santa Religión!
*Inmaculada de Concepción del Oro, Zacatecas.
En el año de 1938 logra ver culminado el sueño de construir la Parroquia-Santuario de la Inmaculada de Concepción del Oro. Con orgullo y grande satisfacción el 8 de mayo de 1942, después de su consagración y de veintitrés años de su llegada, entrega a los habitantes de dicho mineral una de las más preciosas joyas para el municipio. Para 1950 y ya entrado en edad, colaboró con el Pbro. José María Robles en la fundación de la Santa Casa de Ejercicios Espirituales de Aránzazu, Zacatecas. De ello el Padre Robles da cuenta: “Todas las dificultades mayores las he visto resueltas con la buena voluntad del Señor Cura Reveles que me deja libres las semanas de Ejercicios para poderlos atender” Muy a su pesar, en 1956, a los 68 años de edad, se ve obligado a ceder el cargo de la parroquia, -su parroquia- por problemas de salud. Sin embargo, no se ausentó de ella y luego de repetidos problemas cardiacos, fallece el 29 de julio de 1957 en Concepción del Oro, Zacatecas, después de 44 años de servicio sacerdotal y 38 de entrega a la Parroquia de la Inmaculada. Ya no volvería a su natal Jerez, al que desde hacía tiempo no visitaba, y el cual, al parecer no echaba en falta, ya que, una tierra con otros aires de “mineral y cordialidad” le había enamorado para siempre. *El Padre Reveles (se le ve medio inclinado junto a uno de los ciriales) al lado del Pbro. José María Robles, en la procesión de bendición de la casa de Ejercicios de Aranzazú, Zac.
Pocos conocen que el Padre Reveles era también famoso por sus dichos, los cuales resonaban en el corazón, y muchas veces arrancaban sonrisas en los sermones predicados desde el púlpito: “Yo los bauticé, les di la primera comunión, les he celebrado su matrimonio, y espero, llevarme a más de uno por delante a la sepultura”. Hizo suyo el lema que quedara escrito en su corazón y luego en su epitafio, lema que tomó de la orden Jesuita, con la cual se sentía identificado por la espiritualidad del santo por el que llevaba su nombre: “Ad Majorem Dei Gloriam” « Para la mayor Gloria de Dios ». Y aunque muchos han querido tildarlo con defectos que por su humanidad dejaba ver, no han tenido nunca derecho, motivo, ni razón para ello; puesto que es mayor el peso de sus obras materiales y espirituales, que los desaciertos que llegó a tener. En fin, sobre él existen y existirán muchas opiniones, incluso hay gente que le hacía fama de “santidad”. A cien años de su llegada a este mineral pareciese que el Padre Reveles está a punto de quedar en el olvido; pero varios le han conocido por relatos de sus padres o abuelos, unos viven, otros ya no. Sin embargo, este hombre de gran virtud y calidez humana es recordado en la Diócesis de Zacatecas como: «Un personaje de nuestro vivir como iglesia, que marcó en su tiempo el caminar de nuestra diócesis […] Dicen que con el eco del caminar del minero en subida hacia las minas de Concha del Oro, se entrevera el eco sonoro de la voz de aquel pastor: “Ingrato, ingrato” expresión favorita de quien fuera párroco de ahí por casi cuarenta años” ».
Referencias… Agradeciendo a los Sacerdotes que colaboraron y dieron orientación y facilidades para la realización de ésta memoria histórica, sobre todo al Pbro. Tranquilino Romero F. Documentos consultados (Por cronología) La Vuelta de Cristo (Manuel Martínez y García) en Crónica de las solemnidades con que se celebró en la Diócesis de Zacatecas la reanudación del culto público. (IEDZ, 1931) Memoria Histórica del Pbro. Boletín Eclesiástico de la Diócesis de Zacatecas, Órgano de Información del Obispado de/en Zacatecas. Tomo IV, Serie 2, (1950) “Templo Inmaculada Concepción de Concepción del Oro” Nota periodística (Eduardo Alvarado Sinegi) en “Reportajes de Alvarado”, Programa de Televisión, 2009. Memoria Histórica de la Diócesis de Zacatecas, “El Padre Francisco de B. Reveles”, Testimonio del Pbro. Juan Pereyra Nieves en -Sembrando, Órgano de formación e Información Católica-, Año XXIII, Número 286. Mayo 2012. Testimonios Orales de los habitantes de Concepción del Oro, Zacatecas. (Profr. Enrique Alvarado García). En entrevista al Sr. Felipe Flores. Memoria Histórica del Templo del Sagrado Corazón de la Colonia Estrella. Junio 2014. Antología Histórica del Mineral de Concepción del Oro. (Bernardo del Hoyo Calzada) Crónica del Blog: “Los meteoritos de Zacatecas” Marzo de 2016.