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Las texturas y la importancia de que los niños experimenten con estas
Por: Lcda. Lilyana Figueroa Nutricionista
Actualmente, se sigue observando que muchos cuidadores muestran dificultad al presentar nuevos alimentos a sus niños. Muchos se inclinan a la consistencia espesa y no miden las consecuencias que ésta conlleva en el desarrollo oral motor. Es importante incorporar la alimentación sólida a la dieta de su niño. La masticación es una función que, a diferencia de la succión (botella o biberón) y la deglución, se debe aprender, y es tarea de los cuidadores enseñar a sus niños la forma apropiada en que se debe realizar. La forma más común es por medio del modelaje, o sea, brindando el ejemplo como adulto.
Es un proceso muy importante que ayuda al desarrollo facial, así como también es fundamental para la evolución y el trabajo de los músculos y estructuras implicadas en la articulación del lenguaje (labios, lengua y mandíbula) facilitando así el crecimiento de las estructuras orofaciales, las cuales ayudan a la fuerza de la masticación.
Por lo tanto, las diferentes texturas de los alimentos promueven el estímulo y el aprendizaje de forma gradual de la masticación, favoreciendo movimientos mandibular, generando un correcto crecimiento y desarrollo óseo de la cara y así prevenir en un futuro alteraciones estructurales y/o dentales, como una mordida incorrecta, una falta de espacio para los dientes permanentes y otros problemas que pueden llevar a una nutrición incompleta y alteraciones en la articulación del lenguaje. Es importante enseñar el modelo correcto de masticación, con boca cerrada, sin sacar la lengua hacia fuera y masticando con las muelas, primero por un lado y a continuación por el otro.
Recuerde:
• Brindar variedad de texturas para que se acostumbren a cada una de ellas.
• No alargar el uso del biberón. El uso prolongado de ésto puede producir alteraciones en las estructuras orofaciales, como dientes, encías y lengua, invlusive en el lenguaje.
• Evitar limpiar con la cuchara los restos de comida que se quedan en la boca y propiciar que sean ellos mismos con la lengua los que se limpien.
La clave consiste en hacer las cosas despacio. Aprender a manejar sólidos y acostumbrarse a nuevos sabores y texturas, puede llevar tiempo; y aunque algunos lo pidan desde el primer día, su sistema digestivo necesita un tiempo para adaptarse, así que la primera toma de contacto debe ser en raciones muy pequeñas. Ofrécele el mismo alimento que tu comes, pero en pequeños trocitos. Déjale que juegue con la comida, los niños se estimulan de diferentes maneras y una de ellas es tocando la comida.
Si agarra un trozo de pollo y se lo lleva a la boca, es un buen comienzo. Es un buen inicio, ya que está aprendiendo a coger la comida, a tragar, a masticar aun sin dientes. Si se lleva a la boca un alimento lo mastica y lo escupe, prueba los días siguientes, no desistas. Amplía poco a poco la variedad de alimentos para comer con las manos: pasta, trocitos de queso, de carne, de pescado, de fruta, de verdura cocida, etc. Pero hazlo siempre de uno en uno. Promover el contacto directo con las diferentes texturas y evitar limpiarlo mientras come, así explorará con sus manos, labios y lengua las diferentes consistencias de alimentos, experimentando la estimulación multisensorial.
Ante todo paciencia y tranquilidad. Hazte a la idea de que necesitarás 15 o más intentos antes de que su niño acepte una nueva textura.