Figura 1. Mario Santizo (2010) para Magacín, Siglo.21, Eny Roland.
Figura 2. Regina José Galindo (2011) para Magacín, Siglo.21, Eny Roland.
Figura 3. Santo Dominguito de Val (2011), Eny Roland.
Figura 4. Los Estados del Sagrado Coraz贸n (2011), Eny Roland.
Figura 5. San Juan Diego, el vendedor de rosas (2010), Eny Roland.
Figura 6. Sebastiรกn herido por Eros (2011), Eny Roland.
Figura 7. El Convite de Totonicapรกn (2011), Eny Roland.
Figura 8. De la serie Semana Santa en el Centro (2010), Eny Roland.
Figura 9. Sin título, de la serie El sueño del Cucurucho (2011), Eny Roland.
Figura 10. Sin título, de la serie El Sueño del Cucurucho (2012), Eny Roland.
Figura 11. Sin título, de la serie El sueño del Cucurucho (2012), Eny Roland.
Figura 12. Magdalena de la Recolección (2010), Eny Roland.
Figura 13. Sin tĂtulo, de la serie Las Magdalas (2012), Eny Roland.
Figura 14. Sin t铆tulo, de la serie, Las penitentes de la Recolecci贸n (2012), Eny Roland.
Figura 15. Sin t铆tulo, de la serie, Las penitentes de la Recolecci贸n (2012), Eny Roland.
De la insinuación a la libertad Fotografías de Eny Roland Miguel Flores Castellanos Universidad Rafael Landívar
La fotografía en Guatemala cada vez más muestra indicios de crecimiento. En la primera década del siglo XXI ya es posible visualizar la estela de algunos fotógrafos que se encuentran en pleno proceso de producción, de los que se podrán ver aun más aportes en los próximos años.
El escenario actual de la fotografía en este país muestra ciertas características. Primero, es notorio que cada vez más se perfila una cierta autonomía de la fotografía respecto del campo del arte visual, definiendo sus propias reglas y procesos de consagración, pero aun es notoria su dependencia del campo arte visual, lo que no deja de causar cierta confusión sobre el ser y el deber ser de la fotografía contemporánea. Por otro lado, han surgido nuevas formas de exhibición de la imagen; los autores no solo recurren a la tradicional exposición en una galería o centro cultural, ahora emplean blogs, sitios de internet especializados y revistas digitales, como resultado de la parsimonia de los espacios tradicionales. Un tercer aspecto es la realización de actividades específicamente de fotografía como son Foto
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301 (Centro Cultural de España en Guatemala) y Guatephoto2 (La Fototeca), que por su condición de eventos arbitrados (con presencia de curadores) tienden a forjar un canon de lo fotográfico para hoy día, lo que muchas veces deja no pocos creadores invisibilizados.
Estas pocas actividades fotográficas, cuyo funcionamiento y
sobrevivencia dependen de la autogestión y recaudación de fondos, resultan convirtiéndose en las únicas instancias de valoración para nuevas miradas. En ese escenario Eny Roland (Ciudad de Guatemala, 1981) puede ser considerado como uno de los descubrimientos de la última edición de Foto 30. Por el momento, sus fotografías surgen en exposiciones colectivas, estrategia que regularmente adopta un artista joven y una de las pocas posibilidades para exponer su trabajo. Pero este artista no se conforma con esto, difunde su obra en su propio sitio web, un blog, varias revistas digitales y facebook.
De formación autodidacta, su quehacer fotográfico esta marcado por su paso por el equipo del suplemento Magacín del diario Siglo 21, donde realizó la ilustración fotográfica de las portadas y reportajes gráficos que rápidamente atrajeron el interés de los lectores. Esta actividad le hizo enfrentarse a varios personajes del mundo de la cultura, espléndida oportunidad que le permitió presentar propuestas
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Foto 30 nace como una iniciativa por promover la fotografía por parte del Centro Cultural de España, quien lo financia en su totalidad. Lleva ya 10 años de realizarse en forma anual y en forma modesta ha validado el trabajo de numerosos fotógrafos locales. Su programación abarca 30 días del mes de septiembre, que incluye talleres, exposiciones y conferencias. 2 Guatephoto es otra iniciativa, que nace desde la escuela de fotografía La Fototeca. En su primer edición (2010) mostró un amplio panorama de la fotografía mundial, dando cabida a muy escasos guatemaltecos.
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visuales fuera de la lógica documental, ya que logró fundir su peculiar forma de ver con la creatividad de diversos artistas.
Hasta el momento, la producción fotográfica de Roland se decanta por dos vertientes: el discurso del cuerpo y el de las manifestaciones urbanas. Muchas veces estos discursos aparecen imbricados uno sobre otro, lo que da por resultado una mirada y estilo propios. En la representación del cuerpo se visualizan hilos temáticos como el religioso o el de género, que también por momentos se entremezclan. Su visión de lo urbano nace ligada a esa visión de ciertos grupos de artistas jóvenes que, al no encontrar eco en las galerías de arte o en las instituciones culturales locales, han presentado su obra en muros de la ciudad 3, lo que hace que la gente en la calle, así como la presencia del espacio urbano se conviertan en un tema recurrente. Una revisión al conjunto de su producción actual hace intuir una postura crítica ante las representaciones de las identidades y del espacio urbano. Es a través de estas temáticas que ha ingresado al mundo del arte, no sin causar cierta turbación por la forma de abordar temas que para la fotografía no son nuevos.
De las portadas de Magacín 21 hay dos que concentran la atención, las imágenes realizadas al fotógrafo Mario Santizo [figura No. 1] y a Regina José Galindo [figura No. 2]. Es posible que la cercanía en aspectos creativos haya logrado una interpretación certera de las personalidades a uno de los exponentes más prometedores de la fotografía y a una artista consagrada del performance, la 3
Hay que tener en cuenta que Roland formó lo que se denominó Galería Urbana que intervenía muros de la ciudad a través de reproducciones fotostáticas de imágenes.
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literatura y la pintura.
Estas imágenes documentales logran traspasar lo
informativo a través de complejas composiciones corporales. El uso de determinados lentes, que amplían o limitan la perspectiva, provoca acercamientos deliberados a la personalidad del retratado. Si bien estas imágenes tiene una función informativa, traspasan el límite de la comunicación al funcionamiento de la intuición del lector.
A estos retratos reveladores los envuelve un espacio
maquinado con imaginación, lo que provoca efectos insospechados, tal es el caso de las fotos de Santizo, donde utilizó el interior del Museo Casa Mima.
La experiencia de su paso por colegios católicos le hace revisitar la representación religiosa desde una perspectiva dramática y erótica, que logra a través del aparente realismo de la fotografía.
Son obras logradas a través de una elaborada
construcción de escenas. En Santo Dominguito de Val (2011) [ver figura 3] la imagen de un monaguillo crucificado connota toda una serie de vejámenes a la niñez. El niño como signo lo transforma en un símbolo. Los hilos de sangre en pies y manos y la corona de espinas muestran la inamovilidad que la religión puede llegar a causar a los niños, acciones que por momentos se convierten en un martirio, algunas veces avalado por la tradición familiar. El poder de la escena montada es tan contundente que distrae el valor simbólico que le dio origen. Lo mismo sucede con la serie Estados del Sagrado Corazón (2011) [ver figura 4] donde el título y la red simbólica utilizada en la representación tradicional de esta advocación cristiana (la túnica blanca y el manto rojo, así como el corazón flameante) sirven de referente a un cuerpo que adopta diferentes posturas, algunas sugerentes, que si bien en un
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primer momento pueden herir susceptibilidades, lo que muestran al final es la libertad y una personalidad lúdica. Roland hace que el observador tenga que romper el pacto de lectura 4 para asimilar el contenido de esta imagen. Es por eso que de la posición estereotipada del personaje que alude a la verdadera representación del Sagrado Corazón de Jesús, se pase a poses insinuantes propias del modelaje, o figuras contestarías. Si bien esta obra puede ser considerada una provocación, es más bien una alusión al discurso de una nueva masculinidad que no adopta poses tradicionales.
En San Juan Diego, el vendedor de rosas (2010) [ver figura 5], presentada en la exposición La Lupe (Galería Casa Azul), se logra a través de la reinterpretación de los atributos de representación del santo mexicano. Roland muestra a un joven vendedor del mercado de flores de la ciudad, vestido con pantalón de mezclilla y una camiseta que muestra la reproducción serigráfica de la imagen de la Virgen de Guadalupe, y que sostiene en sus manos ramos de rosas de tonos cálidos, sobre un fondo difuso y colorido que deja entrever aves del paraíso y flor de jengibres . El modelo mira a la cámara, Roland pone en relieve los rasgos finos de joven, que sirve de pretexto para conformar un enunciado de la belleza masculina, que es camuflada por el aspecto religioso. El milagro de Juan Diego es releído a través de una nueva sintáctica de los signos fundantes de la representación tradicional. La alteración de
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Se entiende como pacto de lectura al acuerdo implícito entre el lector (observador) de un texto (fotografía) y el autor, que lo que este presenta es real, y el lector deberá creérselo. Al ver una fotografía se deben olvidar los efectos especiales para poder apreciar con libertad el sentido la imagen.
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su orden interno, las rosas, la imagen de la virgen y el personaje indígena, brinda una nueva dirección del sentido icónico, con los mismos elementos.
Hay un tema que se reitera en los fotógrafos de la región y es el de San Sebastián. Desde las primeras fotografías de desnudo masculino de Daniel Hernández-Salazar el tema es recurrente- Eny Roland propone San Sebastián herido por Eros (2011) [ver figura 6] y da un giro al sentido de la imagen desde el título. Esta fotografía muestra intertextos de la escultura homóloga del santo que se encuentra en la Catedral Metropolitana (el tipo de árbol y el manto sobre la rama), pero hace variar la posición del cuerpo, que en lugar de tortura, parece liberarse para llegar a una sensación de placer.
Otra vez el discurso religioso surge de pretexto para la
representación de un semidesnudo masculino. Roland suma otro aporte a la iconografía contemporánea del santo.
El abordaje de la temática urbana es basto. Roland muestra una fascinación por la gente en las calles, vistas desde diferentes ángulos, y se constituyen en otra fuente de creación y reinterpretación. Así llega al conjunto de imágenes realizadas y expuestas en la última edición de Foto 30 sobre personajes del convite de Totonicapán. La mirada de este fotógrafo presenta en forma diáfana los procesos de aculturación de comunidades alejadas de los grandes centros urbanos,
donde
emergen imágenes del consumo global como Bart Simpson [ver figura 7], sentado en una cantina local.
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Su más reciente producción la conforman tres series: El sueño del cucurucho (2012), Las Magdalas (2012) y Las Penitentes de la Recolección (2012). Estas tres series son una mezcla del lenguaje del fotoperiodismo y de la foto de autor, donde funde los temas urbanos y religiosos.
Estas series se centran en la figura de la mujer
participante en las procesiones de Semana Santa. En esta serie Roland asume una posición crítica al juego de miradas insinuantes entre hombres y mujeres dentro de una procesión, que es un hecho real que se oculta y se niega pero que existe. Roland presenta un amplio espectro del ser mujer y la feminidad hoy en día.
Como
fotoperiodista, este autor tuvo que cubrir por varios años la Semana Santa para Siglo 21, por esa razón cuenta con varias imágenes donde el azar juega un papel importante en la consecución de una imagen instantánea. La más significativa muestra un grupo de miembros de la Hermandad de Jesús Nazareno de la Recolección moviendo un automóvil, una escena usual pero poco registrada por la fotografía tradicional de Semana Santa [ver figura 8]. En estos reportajes, siempre trató de mostrar el lado oculto de la tradición popular.
En El sueño del cucurucho5, el autor presenta la tarde de un grupo de jóvenes mujeres de diversas edades que juntas asisten a la procesión del Sábado de Ramos. Roland parece descubrir el interés de la mirada de este personaje de Semana Santa. Vestidas de riguroso luto, pero con altos tacones, faldas cortas y pronunciados escotes, todas portan su respectivo turno para cargar a la Virgen de Dolores. La serie 5
En Guatemala se denomina cucurucho al varón que carga en las procesiones de Semana Santa y que viste una túnica morada.
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muestras distintos momentos de su caminata y congela varios puntos en el recorrido procesional. Pero este grupo de mujeres son captadas en posiciones poco ortodoxas o de buen gusto para la imagen de una cargadora de la virgen que el discurso patriarcal condena en forma perpetua al decoro. Las visiones que presenta Roland son el resultado de la mirada masculina sobre el cuerpo y el ser de la mujer, como en la imagen en que una esbelta joven pasa frente a un muro blanco [ver figura 9], su silueta de perfil deja entrever parte superior de una de las medias, mientras camina serena hacia la sombra de un árbol. En esta serie el fotógrafo condensa todo el deseo y esos sueños que el cucurucho (hombre) oculta y los comparte con el observador. Otro ejemplo se evidencia en la imagen donde la joven mujer mira directamente al lente, sosteniendo un ramo de pequeñas flores, ese es un encuentro soñado del penitente [ver figura 10]. La mirada de Roland se posa en situaciones momentáneas y que no forman parte del registro tradicional de un cortejo procesional, crea un discurso alternativo que incomoda, porque muestra lo que no debería verse. En este conjunto de imágenes el autor se relee a sí mismo, al lograr una foto casi idéntica a la realizada años atrás de los miembros de la hermandad recoleta empujando el carro, esta vez el grupo de mujeres intentan mover un vehículo rosa [ver figura 11]. Esta imagen alude a ese intento de las mujeres por mover lo estático (lo masculino -el auto- paradójicamente rosa) a la acción, a la movilidad. El autor equipara las capacidades de la mujer a las del hombre, situándolas en un mismo nivel de competencia.
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En la serie Las Magdalas, las mismas mujeres que participaron en la procesión son retratadas en un edificio abandonado. Las mujeres emergen de las ruinas como único elemento vivo, pero doliente. El título alude a María Magdalena, uno los personajes de la pasión de Cristo y de la cual se ha escrito tanto, y al mismo tiempo a una de las imágenes icónicas de la procesión de la Iglesia de la Recolección 6 [ver figura 12]. Roland transforma a sus modelos en nuevas Magdalenas que miran altivas a la lente retando al observador. Una de las fotografías muestra a una de las mujeres arreglándose una media, en una pose estereotipada de seducción [ver figura 13]. Roland retoma la tradición oral sobre esta santa y presenta una visión actualizada. Son mujeres sobrevivientes de la destrucción que se muestra a su alrededor. ¿No María Magdalena fue lo mismo, una sobreviviente tanto al drama de la pasión como a su existencia misma?
En Las penitentes de la Recolección Eny Roland se centra en el retrato, al que suma los símbolos tradicionales de la pasión de Cristo: corona de espinas, un corazón llameante, o signos propios de la semana Santa como los turnos, los ramos de palma y los misales. Todos estos signos de alguna forma solo anclan el título pero en realidad el objetivo es mostrar el desenfado y libertad de estas mujeres, lo que orienta a una lectura crítica de lo religioso respecto de la mujer. Destaca la imagen de una joven con el corazón flameante en la mano, con una mirada seductora que se entrega a quien la observa. Lo erótico es lanzado al observador, sin recato alguno 6
La imagen de María Magdalena de la iglesia de la Recolección es una magnífica escultura realizada por el artista Huberto Solís, aproximadamente entre los años cincuenta y sesenta del siglo pasado. Esta imagen representa la belleza de una mujer joven e inocente. La tradición popular ha creado la leyenda urbana de considerarla “la novia del cucurucho”, enunciado que concentra los ideales de belleza pura que se percibe en esta imagen, la mujer inocente, pura y devota ideal del cucurucho.
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[ver figura 14]. En otra imagen, la joven muestra en su mano una serie de turnos de procesión como juego de naipes [ver figura 15], la mirada de reto del personaje junto con la posición de los objetos aluden a que la tradición de cargar es una apuesta a la indulgencia. En estas series, Roland presenta a una mujer libre, segura de sí misma y de lo que hace, y parece preguntarse qué es ser mujer, ¿su vestimenta?, ¿su actitud? y hace un guiño a las nuevas feminidades.
El dirigir la mirada a situaciones o personajes poco usuales de la Semana Santa siempre creará polémica. Estas imágenes nacen a la vida pública en el blog del autor, su difusión fue inmediata y traspasó este medio para situarse en otros como Twiter y Facebook. Esto permite visualizar en una pequeña muestra la recepción de estas imágenes. Una revisión rápida al sitio Las fotos de semana Santa que no vimos reitera el interés del autor por mostrar ese otro lado del registro de una tradición tan arraigada en los guatemaltecos. Ahí se presentan estas series. Los comentarios a las imágenes reiteran una visión machista entre fieles cargadores de Semana Santa. En la mayoría de comentarios es perceptible que quien escribe es un cucurucho que se siente molesto ante las imágenes.
El único comentario de una mujer deja
entrever que no se siente molesta y se muestra conciliadora ante las imágenes de otras mujeres. En general, es notorio un desconocimiento de lo que es arte y más de lo que es fotografía contemporánea. Los participantes únicamente se dejan llevar por una primera impresión y no logran entrever los significados de los diferentes signos, ni mucho menos el sentido de las piezas. Es notorio un analfabetismo visual de los participantes.
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Eny Roland es uno de esos nuevos fotógrafos que sin duda más expectación puedan causar en los próximos años. En su corta carrera ha releído la obra de creadores como Daniel Hernández-Salazar o Luis González Palma en Guatemala, pero también a exponentes como David La Chapelle, o Marcos López, por citar algunos. Roland hace un uso intuitivo de variadas estrategias de connotación, donde sobresale el uso de la cámara y sus diferentes posiciones para lograr determinado plano, lo que se convierte en un arma demoledora ante la tradición visual ortodoxa. La mirada hacia lo inusual lo pone en contacto con la tradición fotográfica de la Nueva Imagen, muy de moda en los años cuarenta en la fotografía europea.
En aspectos temáticos es
notoria una constante mirada a un pasado existencial para reformular el presente. La postura de género atraviesa su visión en forma constante, aboga por un cambio de mirada sobre hombres y mujeres y el amplio espectro que hoy representa la identidad de género. Hay en toda su obra una nueva apertura para ver la vida.
Referencias Barthes, R. (1986). Lo obvio y lo obtuso. Barcelona: Editorial Paidós. Beceyro, R. (2003). Ensayos sobre fotografía. Buenos Aires, Comunicación.
Edit. Paidós
Eny Roland, 2012; ver también www.enyroland.com, consultado: 18 de mayo de 2012. Eny Roland, 2012; ver también enyrolandfoto.blogspot.com
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Revistas digitales Revista: Te prometo anarquía, 2012; ver también http://www.teprometoanarquia.com/2011/07/04/dentro-de-este-resplendoroculto-las-brumas-de-un-sol-epicureo-santifican-el-paso-del-hombre-por-el-cielo-ypor-la-tierra/ Revista Revue, 2010; ver también http://www.revuemag.com/2010/04/holyweek-in-guatemala-city/ Life in Plastik, 2011; ver también http://lifeinplastik.blogspot.com/2011_09_01_archive.html Revista Folk; 2012; ver también: http://www.lafolk.com/ Revista El Nazareno (2012); ver también: http://issuu.com/revistaelnazareno/docs Facebook ver: https://www.facebook.com/enyroland/
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